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Mi verdadero y único amor.
╰─────╮•╭─────╯

JEON JUNGKOOK
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Miércoles, 6 de septiembre del 2023.
19:35 hrs.

Ajusté la correa del bolso sobre mi hombro y guardé la mano libre en mi bolsillo, avanzando a través del estacionamiento mientras a mi lado existía una discusión, proveniente de mis dos amigos que no eran capaces de quedarse quietos.

¿Debería intervenir y golpearlos?

Suspiré por décimo quinta vez en la tarde, dirigiendo la vista hacia el par de chicos parlanchines y que tanto me sacaban de quicio, también preguntándome como es que podían pelear tanto. Recién salíamos de nuestras clases de música e íbamos de camino a los coches, pero ni siquiera eso era un impedimento para que Tae y YoonGi quisieran matarse entre sí.

¿Y sobre qué era esa discusión?

──¿¡Cómo puedes decir que Cristiano Ronaldo es mejor que Messi!? Te falta cultura, Min.

──Eso te digo yo a tí. Ronaldo es mucho mejor.

──No sabes de fútbol.

──Tú menos ──contraatacó, suspirando rendido──. Mejor preguntemos a Jeon, él concluirá esto.

──¿Yo qué?  ──a pesar de estar al tanto de su pelea, me alarmé cuando escuché mi nombre.

──A ver ──habló Tae, rodeando al pelinegro para quedar a mi lado──. Dime, ¿te gusta Ronaldo? ¿O te gusta Messi, como a mí?

──Oh, TaeHyung, que esté claro que no me gustas ──bromeé.

Automáticamente entendió mi referencia por la forma en que hizo una mueca de asco.

──¡No, imbécil!

──Me parece que la insinuación está muy clara.

──¡Te voy a matar, Jeon! ──advirtió con rabia, yo sólo me limité a reír.

──No entiendo, ¿por qué tanto alboroto?

──YoonGi, realmente te falta cultura ──reprochó Kim evidentemente incrédulo, pero dispuesto a explicar──. Es una referencia a "El Hada de Las Pesas". La protagonista le pregunta a su Crush si le gustaba Messi, ya que es considerado una manera de coqueteo.

Min solamente murmuró un "ah" casi inaudible mientras Tae se tomaba el tiempo para suspirar. A su vez, yo entré en un viaje hacia el pasado gracias a la memoria que llegó a mi mente  con esta situación.

Especialmente, a causa de la serie nombrada.

Mi cabeza trajo los recuerdos de hace unos años, cuando se realizó el baile de invierno y fui a casa de Olivia para estar con ella. En esa noche ambos vimos un episodio de esa serie romántica, y ni hablar de lo sucedido justo después.

De repente mis mejillas se calentaron ante el pensamiento.

──Pero ya, Jeon. Finalmente, ¿a quién elijes?

Pensé por pocos segundos la pregunta del peligris aunque ya tuviese una respuesta clara.

──Soy team Messi.

Instantáneamente Tae gritó con euforia y por consiguiente empezó a cantar victoria, restregando ese hecho en la cara de su amigo. Negué bastante divertido ante la situación, pero aún sin quitar a cierta chica de mis pensamientos.

No había visto a Olivia desde ese día en mi departamento. Me ocupé demasiado en esta semana y poder vernos fue algo difícil; sin embargo, ahora mis ganas de estar junto a ella eran muy grandes como para frenarlas, lo cual me hizo tener una idea.

Mi emoción iba en aumento.

Saqué el celular del bolsillo de mi pantalón y opté por alejarme de los chicos en la búsqueda de más tranquilidad, dispuesto a llamarla para proponerle vernos. Desde el primer instante en que toqué la opción de llamar sentí mi cuerpo llenarse de nervios, y dichos incrementaron al notar como la llamada era atendida.

──¿Aló?

Mi alma dejó mi cuerpo.

Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza, y si no hubiera sido por la poca fuerza que me quedaba, estaría en el suelo.

──Hola, Olivia. Mh... ¿cómo estás? ──balbuceé, y quise matarme en ese momento por actuar de esa forma.

—Oh, JungKook —soltó una leve risa—. Estoy bien, ¿y tú?

──Mh... sobreviviendo al trabajo y estudios, pero bien ──también reí, intentando que no notase como los nervios me carcomían por completo. Tragué saliva con dificultad y mi labio sufrió de una mordida espontánea mientras tomaba el valor para continuar──. Te llamaba para preguntarte, ¿estas libre en este momento?

Ella pareció pensarlo un poco.

──Si, estoy libre ahora.

—¿Te gustaría que nos viéramos? Y no sé..., hablamos un poco —propuse, casi que arrastrando las palabras cuando sentí a los chicos más cerca.

──Por supuesto que sí. Casualmente estoy paseando cerca de tu tienda ahora mismo.

«¡Gracias, Dios!».

──Perfecto ──dije con alivio, a punto de empezar a reír de la euforia──. ¿Podemos vernos ahí?

──Ahí estaré ahora mismo ──aseguró, notándose algo alegre ante ello.

Eso me devolvió el alma al cuerpo.

──Entonces ahí nos veremos ──aseguré sin poder dejar de sonreír──. Ah, y cuando llegues, ve hacia nuestra sección.

──¿Nuestra sección...? ──al principio pareció no ubicarse, hasta que con una risita me lo afirmó──. Ya caí. Ahí estaré.

──De acuerdo, nos vemos.

──Nos vemos.

Y la llamada finalizó.

Me quedé observando como tonto la pantalla del celular, recordando su dulce voz y pensando que estaría a punto de verla. Ese simple hecho hizo que mi corazón latiera eufórico, en completa emoción, como un niño pequeño en Navidad.

Nuevamente volvía a ser ese niño.

Aún con el celular en la mano di media vuelta y caminé de regreso con los chicos. Tenía una grandísima sonrisa en los labios, podría jurar que hasta me salían corazones por los ojos, y ellos me confirmaron ese hecho ya que al estar ahí, me observaron con sorpresa.

El primero en hablar fue TaeHyung.

──¿Y a tí que te pasó?

«Hablé con mi chica y ahora soy un ser rebosante de amor»

──Nada ──me limité a decir, pero aún sin quitar la estúpida sonrisa de mi rostro.

──Una persona a la que no le sucede nada no sonríe de esa manera ──secundó YoonGi, ladeando la cabeza y entrecerrando los ojos──. ¿Seguro qué no te pegó la esquizofrenia?

Solté unas risas discretas por ese comentario.

──Yo digo que se le subió el azúcar al cerebro ──opinó Tae.

Lo más probable.

──Sea lo que sea, no les concierne ──dije mientras abría la puerta de mi coche──. Debo ir a un lugar ahora, así que nos veremos mañana.

──Uy, ¿el Romeo va con Julieta?

Mordí mi labio inferior ante la pregunta del peligris.

──No responderé a eso.

──¡Es un sí entonces!

Reí una vez más.

──Cuídense de regreso a casa ──les advertí.

──Cuídate tú también, Jeon. Y mañana quiero el chisme completo.

Moví mi cabeza de lado a lado como respuesta al comentario de Tae, evidentemente divertido por aquello. Sin más que hacer entré a mi coche y encendí el motor, con la mayor disposición de llegar hacia el centro comercial.

Cosa que no me tardé en hacer.

El viaje fue más rápido de lo que imaginé que sería. Mi curso de música no estaba tan lejos del lugar y, cómo también tomé un atajo, pude llegar en pocos minutos.

El tráfico estuvo de mi lado, para añadir.

Al estar frente por frente a la enorme tienda sentí mi pecho revolverse con emoción, nervios y un poco de miedo. No sabía a que se debía esto último, pero de que estaba ahí, estaba ahí, y no me ayudaba a mantenerme tranquilo.

En cualquier momento me pondría a dar brincos para desestresarme.

Luego de colocarme una mascarilla para evitar que me reconocieran, entré al centro comercial sin ningún problema; siendo el dueño podía hacer lo que me diera la gana. Rápidamente me encaminé hacia las escaleras de servicio, pues era lo más seguro si quería ser precavido con las mil personas en el lugar. No me tardé más de tres minutos en llegar al piso en donde se encontraba la sección, y estando ahí, justo en la puerta, sentí mi corazón latir con fuerza.

«¿Ya habrá llegado?», me pregunté, aunque supuse que sí. Me dijo que estaba cerca de aquí, por lo que probablemente estaría esperándome ahí dentro.

Los nervios estaban a punto de matarme, pero no me prohibieron caminar hacia el interior de aquella sección, la cual para mi buena suerte estaba más vacía que en otras ocasiones.

«Gracias de nuevo, Diosito»

Con la mirada comencé a examinar todo el espacio, en búsqueda de aquella pelinegra a la cual deseaba tanto ver. Me fijé en cada rincón desde mi posición y entonces, como si alguien hubiera escuchado mis plegarias, apareció frente a mis ojos, tan deslumbrante como siempre.

La joven observaba atentamente uno de los vestidos elegantes de la sección, con un precioso brillo en sus ojos que aún con la distancia posición era capaz de ver. Parecía una niña pequeña al ver un lindo juguete, y esa imagen fue capaz de derretirme el alma por completo.

Sonreí ampliamente ante eso.

Retiré la mascarilla de mi rostro y, antes de ir con Olivia, caminé hacia uno de los guardias que se encontraba cerca.

El hombre mayor hizo una reverencia al verme.

──Buenas noches, joven Jeon.

──Buenas noches, Jun ──reverencié con la cabeza──. Quería pedirle, ¿podría cerrar la sección por hoy?

Sus ojos se abrieron por completo.

──Pero...

──Todo quedará bajo mi responsabilidad ──aseguré.

Su expresión fue confusa, mas no trató de cuestionar a mi petición.

──De acuerdo. Cómo usted diga, joven.

──Muchas gracias ──le regalé una sonrisa.

Ahora era momento de ir con la chica a unos metros de distancia.

Tragué saliva con cierta dificultad cuando tuve esa realización. De repente todos mis nervios aumentaron, justo como la emoción lo hizo; y ambas sensaciones mezcladas eran algo... único.

Me sentía jodidamente bien.

Metí ambas manos a los bolsillos de mi pantalón y caminé lentamente hacia ella, admirando con cada paso los detalles que se hacían visibles ante mis ojos. El día de hoy la chica usaba un outfit muy a su estilo. Constaba de un vestido negro, corto hasta sus muslos y de tiras finas, el cual iba por encima de una camisa blanca que cubría sus brazos y parte de su pecho. Sus piernas modelaban unas botas altas y, como usualmente era, su cabello iba suelto, cayendo por su espalda con esas ondas tan hermosas.

¿Ya había dicho lo hermosa que Olivia era? ¿No? Pues ya lo saben.

Pocos segundos después y estando mucho más cerca, ella me notó, y la sonrisa que se formó en sus labios me hizo volar por los cielos.

Iba a morirme si seguía jugando de esa manera con mi corazón.

Al estar completamente frente a la joven, ladeé la cabeza y correspondí a esa linda sonrisita.

──Buenas noches, mi hermosa princesa ──tomé su mano y la llevé hasta la posición de mi boca, dejando un suave beso en su dorso.

Ella se estremeció por ese toque.

──Buenas noches, JungKook ──dijo entre sutiles risas.

──¿Cómo estás, otra vez?

──Bien. Estoy... muy feliz de verte ──comentó con sinceridad, mostrando en esos grandes ojos una completa galaxia.

«¡Denme una presión que se me bajó la coca!»

──Yo también estoy muy feliz de poder verte ──aún sostenía su mano, por lo que no dudé mucho en acariciarla suavemente—. Han sido días muy estresantes, pero tenerte aquí conmigo es una recompensa de la cual me siento muy afortunado por tener.

La pelinegra rió debido a mis palabras, bajando la cabeza con el fin de que no viera el rojo de sus mejillas. Sin embargo, fue muy tarde.

Y no me abstuve a decirlo.

──Te sigues viendo linda sonrojada.

──¡Pero ya no lo digas o me sonrojaré más! ──tocó su cara con la mano desocupada, mientras que sus labios hacían un tierno pucherito. Ganas de besarla no me faltaron──. No sé qué clase de efecto tienes en mí.

──Es un amarre de esos que aparecen en TikTok.

La jovencita volvió a reír sutilmente, pero antes de que pudiera responder, un anuncio se dió a través de las bocinas.

“A todos los presentes en la J.Y.S Shop, pedimos disculpas por las molestias, pero por el día de hoy la sección de ropa debe cerrarse. Tenemos una serie de problemas técnico y necesitamos que todos salgan. Nuevamente pedimos disculpas por las molestias y prometemos devolver esto. Gracias”

Fue lo que se escuchó. Sentí a las pocas personas en el lugar exaltarse y sorprenderse por ello, pero no me importó, ya que en ese momento la chica frente a mí era todo lo que necesitaba.

El amarre probablemente me lo puso ella.

Olivia frunció el ceño y puso una expresión de duda.

──¿Tan temprano? —inquirió con evidente confusión, pero toda esa carita dudosa pasó a ser una sorprendida al caer en cuenta de algo──. ¿Acaso tú...?

Mordí mi labio inferior para controlar las ganas de reír, y entonces pregunté:

──¿No te trae recuerdos?

Automáticamente pareció entender lo que sucedía, y eso fue motivo suficiente para que una pequeña sonrisa, casi invisible, apareciera en sus comisuras.

──¿De verdad acabas de orden que cierren la sección para...?

──¿Estar solos? Sí, y lo haría diariamente si es necesario.

Olivia abrió su boca con sorpresa, demasiado tímida debido a todo lo que le decía.

──Bueno, al menos eso evitará que nos persigan, ¿no?

No me contuve a reír luego de esa referencia a nuestra primera cita.

──Si, pero no descartes la posibilidad ──advertí con mi dedo──. Aquella vez que nos persiguieron fue muuuy divertido.

──Ay ajá. Para tí porque eres grande y enérgico ──remarcó, formando otra vez ese puchero──. Yo soy un fideo pequeño y sin fuerza.

Solté una estruendosa carcajada al escuchar eso y, de la ternura que me generó, no me contuve a abrazarla por detrás, posicionando mi rostro a un lado del suyo.

──¿Qué dices? Tus músculos son más duros que una roca.

──Son los huesos, Jeon.

──Cállate y no discutas lo que digo ──murmuré en su oreja, sintiéndola estremecerse bajo mis brazos──. ¿Sabes también que eres?

──¿Qué más soy, JungKook? ──preguntó entre risas.

──Mi chica ──dije en un ronroneo──. La más dulce, linda y sexy de todo el mundo.

──¿Tienes fiebre, por causalidad? ──bromeó, riendo ligeramente.

──Estoy más lúcido que nunca.

──Mh..., no lo sé, creo que se te subió el azúcar.

──Ya ni decirte cosas lindas puedo ──esta vez fui yo quién hizo un puchero mientras la soltaba con suavidad, dejando que girara para verme.

──Awww, el bebé grande se enojó ──pellizcó mi mejilla.

──Tú bebé grande.

Sus comisuras se alzaron lentamente.

──Mi bebé grande...

La mano pequeña de ella comenzó a acariciar mi mejilla izquierda, tan delicadamente como si quisiera sentir cada facción de mi rostro. El tacto era tan placentero que no me contuve a refugiar mi cachete en su manita, al igual que lo haría un gato buscando calor de su dueño.

Quería quedarme así para siempre.

Y ella al parecer también, porque a pesar de alejar la mano hacia mi pecho unos segundos después, no eliminó la cercanía que poseíamos. Por el contrario, dió un paso para estar un poco más cerca, y ahí procedió a examinar mi postura con minuciosidad.

Su concentración me asustó, aunque no duró mucho cuando divisé sus labios ascender una vez más.

──¿Vienes de la empresa? ──cuestionó, evidentemente curiosa por eso.

──Si y no ──respondí, rememorando las acciones de mi jornada──. El día de hoy ha sido bastante ajetreado. En la mañana estuve en la universidad, luego en la tarde fui a la empresa... Y en las últimas dos horas tuve mis tutorías de música.

──¡Oh! ¿Finalmente tomaste el curso? ──se sorprendió.

Asentí frenéticamente.

──Me gusta la música, aunque es un poco difícil ──reí──. Uh, y ahora que recuerdo, tengo tarea de la universidad.

──¿Entonces que haces aquí, tontín? No descuides tus estudios ──reprochó, tratando de verse seria o molesta cuando en realidad era extremadamente tierna.

──Soy un estudiante con honores, cariño. Puedo hacer esas tareas en un pestañeo.

──Humilde me saliste ──entrecerró los ojos──. Ya veremos si es cierto eso.

Me quedé en silencio.

──Bueno, tal vez no todas ──vacilé, provocándole una carcajada──. Lo importante es que estoy contigo ahora, por el momento, eso es todo.

Olivia sonrió sin mostrar sus dientes y dirigió el rostro a otro lado por un instante, ocultando una vez más ese rojo en sus mejillas.

Tan linda.

──¿Y tú qué has hecho en tu día?

Se tomó el tiempo para debatirlo un poco en su cabeza, suspirando antes de hablar.

──Clases virtuales en la mañana, me dejaron tantas cosas que me pasé la tarde entera estudiando ──bufó con exageración──. Necesitaba liberar un poco mi mente, así que por eso decidí salir a tomar un poco de aire.

──No te llenes la cabeza, preciosa ──dije en un bajo susurro, sosteniendo sus manos entre las mías y dejando ligeras caricias──. No es bueno para tí, más porque ya tienes mucho peso sobre tus hombros.

──Lo sé, es algo que estoy aprendiendo a tratar ──confesó, intercalando su mirada desde la unión de nuestros dedos hasta mis ojos──. Pero por ahora no quiero pensar en eso, sólo quiero... estar aquí, contigo.

Todo mi pecho se estrujó por sus palabras, así como todos mis nervios hicieron de las suyas con la adrenalina en mis venas.

──Los dos necesitamos distraernos. ¿Qué tal te parece la idea de tontear juntos sólo por hoy?

Ella rió, permitiéndome escuchar esa melodía tan dulce y mágica salir de sus labios.

──Me parece más que perfecta.

──Entonces eso haremos ──toqué la punta de su nariz con mi dedo, acto que la hizo arrugar todo su rostro.

Olivia era tierna por naturaleza propia. Por más que en varias ocasiones intentara ser dura y seria, no era capaz de lograrlo porque sin ni siquiera pensarlo actuaba como una chica dulce.

Era su esencia.

Y en ese preciso instante me lo había demostrado, viéndose tan pequeñita frente a mí, provocándome ese deseo de apretarla en mis brazos para cuidarla de todo mal.

Me di cuenta pocos segundos después que no había alejado mi mirada de la suya, lo cual me invitó a dirigirla hacia otro lado cuando no fui capaz de sobrellevarla. Carraspeé mi garganta y simultáneamente observé hacia las prendas a nuestro lado, viendo entonces el vestido que la jovencita tanto admiraba hace un rato.

──¿Te gusta este? ──saqué la prenda junto al perchero y se la mostré.

Automáticamente vi un brillo reflejarse en sus lindos ojitos.

──Si, está muy bonito.

──¿Quieres probártelo? ──sugerí.

──¿Qué? No, no, claro que...

──Te lo probarás, en definitiva, y no se discute ──aclaré sin ningún cambio de opinión, regalándole una sonrisa de lado──. Quiero verte usándolo, así que acompáñame.

Siendo discreto y cuidadoso con mis acciones tomé su mano, invitándola a seguirme hacia los vestidores. Para buena suerte de ambos no habían muchas personas en esa zona, así que pudimos avanzar sin el temor de ser vistos por alguien.

Al llegar a ahí me detuve y giré para observarla, soltando un suspiro.

──Toma ──le tendí la prenda──. Aquí te espero.

La pelinegra sostuvo el vestido y dejó de tomar mi mano, siendo ese el instante dónde extrañé la calidez que emanaba su tacto.

──Gracias, Kook. Ahora regreso ──avisó, caminando lentamente hasta desaparecer en los vestidores.

Yo sólo me limité a soltar un suspiro mientras agarraba mi pecho con mi diestra, intentando calmar a mi emocionado corazón que latía como nunca antes. Decidí sentarme en la banca frente a mí para esperar a la pelinegra, y así también aprovechar para calmar al niño hormonal que tenía adentro.

Literalmente, me sentía como un puberto de diecisiete años.

Con mis puños cerrados comencé a golpear mis muslos, entreteniéndome con eso durante la espera. Me sentía muy nervioso de repente, también me encontraba feliz de estar haciendo esto.

Hacía bastante tiempo que no vivía esta clase de emociones.

Lo confirmé una vez más cuando el vestidor frente a mí fue abierto, dejándome contemplar a una de la más únicas y preciosas maravillas de este mundo: ella.

Mi primer amor.

Mi verdadero y único amor.

Olivia brilló ante mis ojos como una luciérnaga en un campo oscuro, bajo el papel de la mera luz capaz de iluminar mi camino. No sabía cómo describir todas las emociones que me atraparon durante ese instante, pero si algo podía decir era que, en mi interior, se había desatado todo un caos. El simple hecho de verla ahí parada luciendo ese vestido fue suficiente para acabar con mi estabilidad emocional, física y mental, llevándome a un lugar de fantasías donde sólo éramos nosotros dos.

Uno frente al otro, en silencio, en paz...

Lentamente y sin tener las fuerzas suficientes logré levantarme del sofá, repasando con la vista cada detalle de su presencia para guardarlo en mi memoria durante toda mi vida y las próximas que vendrían.

Aquel vestido negro le sentó mucho mejor de lo imaginado. Iniciaba con dos tiras finas en sus hombros, iba pegado a su torso en la talla exacta y al llegar a la cintura realizaba un corte al estilo princesa, cayendo sin problemas hasta sus pies descalzos. Consistía en una prenda sencilla y sin muchas complicaciones, pero le quedaba increíblemente perfecta. El contraste del negro con el tono blanco de su piel fue el toque final, unido a su ahora alborotado cabello que definitivamente terminó como la cereza del pastel.

Di un paso hacia ella, aún sin ser capaz de decir nada, aprovechando la cercanía para fijarme en los más mínimos detalles de su rostro. Sus ojos galácticos y grandes, esa nariz pequeñita, el rojo de su mejilla acompañando al diminuto lunar que ahí se encontraba, sus labios esponjosos y voluptuosos, tan tentadores que me hacían querer probarlos para saciar mi deseo.

De esa manera, tomando en cuenta cada parte de su presencia, confirmé una vez que Olivia era...

──Preciosa.

Murmuré sin siquiera pensarlo, mas no me arrepentí de ello, necesitaba dejárselo en claro. La jovencita ladeó su cabeza con palpable curiosidad, conteniendo una sonrisa en sus labios y limitándose a preguntar:

──¿Mh?

──Estás preciosa, y mucho ──declaré una vez más, dando otro paso para quedar más cerca──. Nunca me cansaré de decir que eres la chica más hermosa en todo el universo.

Olivia inspiró aire debido a la sorpresa, sin contenerse a reír con timidez mientras cubría su rostro con ambas manos.

──No digas esas cosas ──susurró.

──¿Qué cosas? ¿La verdad? Porque eso hago.

──¡Me estoy sonrojando! ──protestó, tratando de verse molesta, pero en realidad estaba siendo mucho más tierna.

──Te ves más linda con cara de tomate ──bromeé, soltando múltiples carcajadas por su mirada fulminante.

──Eres un chico malo.

──No me considero así, pero si a tí te gusta, puedo serlo.

La muchacha golpeó mi hombro visiblemente divertida, a lo cual yo pude responder riendo con fuerza.

──Ya deja de bromear ──pidió sin una pizca de seriedad, también soltando unas leves risitas.

──Pero es que no he bromeado en ningún momento ──aseguré, observándola fijamente──. No miento cuando digo que realmente eres hermosa, Olivia.

Ella sonrió sin mostrar sus dientes y bajó la cabeza, muy tímida por todo lo que decía.

──Gracias, JungKook. Aunque no me considero como tú dices que soy ──confesó por lo bajo, pero a un tono donde yo pudiera escucharlo.

──¿Cómo que no? ¿Es eso una indirecta de que debo repetirlo más seguido? ──entrecerré los ojos, intentando jugar con ella pese a no hacerlo por mucho tiempo──. Porque si es así, lo haré todo el tiempo. Eres linda, bella, bonita, preciosa, perfecta...

──¡Jeon JungKook! ──chilló al mismo tiempo en que cubría sus mejillas, no conteniéndose en reír con fuerza──. Ya no digas eso.

──Te aguantas porque lo diré siempre.

──Idiota.

──Pues este idiota te mostrará ahora mismo lo bellísima que eres ──sosteniendo sus hombros hice que girara hacia el espejo atrás de ella y que quedara de espaldas a mí, pero permitiéndome ver su reflejo frente a nosotros.

Y entonces, cuando pudo verse con sus propios ojos, se quedó en completo silencio.

Con cuidado apoyé mi cabeza en su hombro y descendí las manos hacia su cintura, aunque manteniendo una considerable distancia entre ambos.

──¿Ahora ves lo que digo? ──pregunté en un tono bajo──. Ojalá pudieras verte desde mis ojos y así comprobarlo.

──Si eso pasara tendría el autoestima por el cielo entonces.

──Porque así de linda eres.

Olivia volvió a sonreír al escuchar aquello.

──Gracias por siempre recordarme esto, JungKook. Lo valoro muchísimo ──fue sincera.

──Para mí es un placer ──simultáneamente como dije eso, pasé un mechón de su pelo tras la oreja y le sonreí devuelta──. Aunque ahora que lo pienso, tengo curiosidad, ¿cómo pasamos de sudaderas con unicornios a un vestido tan sexy como este?

El codo de la pelinegra golpeó mi abdomen justo después de eso, provocándome una enorme carcajada que en cuestión de segundos se contagió hacia ella.

──No me recuerdes esas cosas.

──Uy, tarea difícil.

Olivia negó repetidas veces con su cabeza y lentamente giró hasta quedar frente a mí, lo suficiente cerca como para sentir la calidez que emanaban nuestros cuerpos. Mi mirada se conectó con la suya al instante, y por un momento sentí que sobrellevarla era un completo reto.

──Eres tan linda que me haces sentir mal ──formé un puchero──. Parezco un vagabundo a tu lado.

Y no mentía. Mi esmoquin para ese entonces era un desastre: sólo traía el pantalón negro y la camisa blanca con varios botones sueltos.

La señorita rió suavemente y movió su cabeza de lado a lado, negando mis palabras.

──Desarreglado te ves mucho más guapo, ¿sabías? ──confesó, llevando sus manos hacia el cuello de mi camisa.

Sentir su mano rozar contra la piel sensible de mi cuello ocasionó una serie de temblores a través de mi anatomía, así como también los deliberados bombeos de mi corazón contra mi pecho. Al ella realizar esa acción su cuerpo quedó mucho más cerca, dándome el permiso de ajustar el agarre en su cintura y pegarla a mí, percibiendo entonces con una mayor fuerza ese calor que no tardó en transmitirme.

Esa posición entre los dos estaba generando una enorme tensión en el ambiente.

Tragué saliva con dificultad y procesé sus palabras, ni siquiera sabiendo que decir.

──¿Estás diciéndome que debo parecer más vagabundo a partir de ahora?

Olivia rió otra vez, ajustando mi camisa y no alejando en ningún momento el contacto de nuestros ojos.

──Siempre te ves bien, JungKook. De traje, de ropa formal, para estar en casa, pijamas ──sonrió de lado──. Encajas muy bien con cualquier estilo, pero debo confesar que este... este es mi favorito.

Sentí que mi alma salió volando de mi cuerpo después de esas palabras. El órgano cardíaco en mi pecho bombeó sangre como nunca antes y cierta parte llegó hacia mi rostro, mientras que las demás se esparcieron por todo mi cuerpo hasta lograr que todo en mí gritara "calor".

Por supuesto, los nervios tampoco se quedaron atrás haciéndome temblar hasta las pantorrillas.

Y para completar mi situación, tenerla tan cerca no ayudaba, por el contrario, incrementaba mis nervios.

Fue por eso que mientras observaba sus lindos ojos opté por llevar mis labios a su mejilla, depositando un beso suave que desde el primer instante en que la vi deseaba dejar.

Como acto de reflejo Olivia rió, arrugando su rostro una vez más en una expresión enormemente tierna.

──El vestido te queda exacto, así que es tuyo ahora ──dejé en claro mientras procedía a poner un poco de distancia entre nosotros, antes de que mis impulsos me hicieran acabar con nuestra cercanía.

Ella frunció el ceño por mis palabras.

──¿Cómo que es mío?

──Si, es tuyo. Te lo llevarás.

──Pero...

──Queda bajo mi gastos ──tranquilicé, mostrándole una sonrisa──. Aunque la tienda es mía, así que no habrá gastos.

──¡Yah! ¿De verdad me estás diciendo esto? ──inquirió sin creerlo, con un brillo en sus ojos que me reflejó lo feliz que se encontraba.

Yo simplemente asentí como respuesta y eso fue más que suficiente para que Olivia abriera la boca impresionada.

──¿De verdad?

──Mjum. Y ni se te ocurra decir que no debo hacerlo porque...

Y sin dejarme terminar, Olivia saltó en mis brazos, abrazándome con muchísima fuerza. No reaccioné, tampoco me dió tiempo a hacerlo, ya que en menos de dos segundos se alejó de mí y se mantuvo estática, con sus ojos sobre los míos.

──Gracias, Kook ──murmuró con la curvatura en sus labios y la timidez palpable en su faz──. Mh... voy a cambiarme esto.

Volví a asentir con la cabeza y le permití cumplir con eso, sin decir absolutamente nada.

Cuando ella regresó al vestidor no se tomó demasiado tiempo, pero dicho lo aproveché una vez más para regular mis emociones, lo cual fue una tarea difícil al no ser capaz de controlar siquiera mis manos.

Estaba hasta temblando.

Pocos minutos después la jovencita salió hacia donde me encontraba usando su anterior outfit y teniendo el vestido en las manos. Automáticamente dirigí la vista hacia una de las empleadas a nuestro alrededor y con la mano le indiqué que se acercara, acto al cual asintió.

Mientras tanto la pelinegra a mi lado jugó con el anillo en sus dedos, evidentemente nerviosa como hace unos minutos, y tal imagen me hizo sonreír.

──Te sigues viendo linda, por si no lo sabes.

Abrió la boca dispuesta a responderme, pero fue interrumpida por la presencia de la empleada.

──Joven Jeon, ¿qué lo trae por aquí?

──Estoy de visita con una invitada especial —observé de reojo a la chica a mi lado, siendo testigo de cómo mordía su labio inferior con nerviosismo──. ¿Podría guardar este vestido en una bolsa? Se quedará con él.

──De acuerdo, joven. Señorita, me permite... ──dijo, estirando sus manos hacia Olivia.

La susodicha comprendió al instante.

──Oh, si, tome.

──Gracias ──hizo una referencia, volviendo a incorporarse frente s mí──. ¿Se lo traigo ahora, joven?

──No, déjalo contigo hasta que te diga.

──De acuerdo ──asintió amablemente──. Con su permiso, me retiraré.

Tanto yo como la pelinegra realizamos un gesto de afirmación ante eso y, cuando la mujer estuvo lo suficientemente lejos, me giré hacia mi acompañante con una sonrisa en los labios.

──Bien, ¿y ahora que hacemos? ──pregunté bastante emocionado, como un pequeño infante dentro de un parque de diversiones.

¿Se dan cuenta de que siempre parecía un niño?

──Mh..., no estoy segura sobre que podríamos hacer ──me indicó una Olivia pensativa, dando una ojeada a nuestro alrededor.

Yo también hice lo mismo, dándome cuenta de que pese a ser un niño, no me encontraba en un parque de diversiones.

La sección ya se encontraba vacía. Todas las personas que se permanecían dentro habían desaparecido y por consiguiente, las puertas del espacio quedaron cerradas para el exterior. Literalmente, los únicos dentro éramos los guardias, empleados, Olivia y yo. Nadie más.

Y si era sincero, sentía que solamente estábamos nosotros dos.

Guardé ambas manos en los bolsillos de mi pantalón y suspiré profundamente, preguntándome que haríamos ahora en este lugar sin diversión.

En otras ocasiones, como hace unos años atrás, planeaba nuestros encuentros a lujo y detalles. El lugar, lo que haríamos, si tendríamos que comer algo... Muchas veces todo surgía de imprevisto, pero mi cabeza funcionaba correctamente y me ayudaba; sin embargo, como ahora estaba viejo ninguna de esas habilidades me servía.

Me estaba arrepintiendo un poco de planear esto sin antes pensarlo mejor. ¿Qué demonios pasó por mi cabeza?

Oh, ya sé: azúcar.

Un exceso de dulce azúcar.

Mordí mi labio mientras pensaba al respecto, rompiéndome el cerebro con la circunstancia y sin ser capaz de encontrar una solución. Pero entonces, maravillosamente, una canción comenzó a sonar a través de las bocinas de la tienda a un alto volúmen.

Tanto Olivia como yo alzamos la cabeza y préstamos atención a eso, aunque a diferencia de ella, por mi cabeza pasó la simple solución.

──Ya sé que haremos ──le anuncié, capturando nuevamente su atención.

La pelinegra arrugó las cejas y me observó curiosa, expectante a un argumento que pudiera darle más información para comprender lo que decía.

Yo sólo sonreí de lado mientras tomaba sus manos entre las mías, haciendo que se acercara a mí y que seguido de eso, me siguiera.

Entonces, sin más, le respondí con una sola palabra.

──Divertirnos.

Alcé mis cejas repetidas veces en completa diversión, dando pasos hacia atrás simultáneamente llevaba a la chica conmigo, teniendo a Cake By The Ocean de DNCE sonando a nuestro alrededor. Mi cabeza comenzó a seguir el ritmo de la canción, moviéndose de un lado a otro sin consentimiento propio, lo cual provocó en la pelinegra frente a mí una carcajada.

──¿Qué haces?

──Te haré una presentación especial ──susurré con mi clásico tono coqueto.

Hace tanto que no lo usaba.

──Uy, ¿una presentación especial? ──inquirió, entrecerrando los ojos──. ¿Debo sentirme afortunada por eso?

──¡Claro! Es un show sólo para tí, corazón ──toqué la punta de su nariz e hice que nos dirigiéramos hacia un espacio entre todas las prendas, escuchando como se aproximaba el coro de la divertida canción.

Y justo antes de que dicho llegara, tomé una bara de metal que se encontraba a mi alcance y empecé a cantar a todo pulmón.

“Talk to me, baby.
I'm going blind from this sweet, sweet craving, whoa, oh.
Let's lose our minds and go fucking crazy.
I-I-I-I-I keep on hoping we'll eat cake by the ocean

Olivia rió con muchísima fuerza mientras hacía eso, no pudiendo controlarse a sí misma cuando debió acudir a cubrir su boca.

──¿¡Qué haces!? ──preguntó entre risas.

──¡Ven, canta conmigo este temazo!

Volví a sostener la mano de la pelinegra y la acerqué hasta mí, procediendo a continuar con la canción.

Walk for me, baby.
I'll be Diddy, you'll be Naomi, whoa, oh.
Let's lose our minds and go fucking crazy.
I-I-I-I-I keep on hoping we'll eat cake by the ocean

Esta vez no se contuvo a cantar conmigo, aunque a diferencia de mí, que cantaba como si mi vida dependiera de ello, su tono fue más bajo y discreto.

Pero vamos, ¿quién se resistía a semejante rolón? Tocaba una funa hacia esa persona de ser así, porque a opinión personal, esa canción fue la bomba del 2016 y lo seguía siendo en la actualidad.

──¡Suban el volúmen, joder!

──¡Jeon JungKook! ──me reprochó con la mirada debido a lo último que dije.

Susurré un "perdón" mientras reía, no tardando en correr como un criminal huyendo de la policía hacia la zona de gafas para colocar en mi rostro la más graciosa que me encontraba.

Al girar hacia ella otra vez, la escuela reír.

──¿Me veo bien?

──Divino —bromeó, acercándose y tomando otro par de gafas parecidas──. ¿Y yo como?

──Espléndida ──también bromeé, contemplando los espejuelos coloridos y que se caían del puente de su nariz por ser demasiado grandes.

Aún así, se veía linda.

Mientras ella se quitaba esa prenda yo comencé a mover mis piernas en un ágil movimiento, lo cual también la hizo reír fuertemente. Retrocedí unos pasos y la observé desde mi posición, no dudando ni un segundo en cantarle el verso antes del coro.

You're a real-life fantasy.
You're a real-life fantasy.
But you're moving so carefully.
Let's start living dangerously

Con el icónico estribillo tronando a través de las bocinas comencé bailar sin siquiera pensar en lo que hacía, por el contrario, sólo me estaba dejando llevar por la adrenalina y el ritmo pegadizo que tenía la canción. Pese a no verla por esta de espaldas hacia ella, sentí su melodiosa risa no cesar en ningún momento, indicándome que realmente estaba divirtiéndose conmigo.

Todo lo que estaba haciendo era algo de lo que me arrepentiría luego, pero no me importaba eso con tal de hacer feliz a mi chica.

Eso era lo más importante ahora.

En un determinado momento uno de los guardias pasó por mi lado y, sin ni siquiera pensarlo, comencé a bailar con él entre innumerables risas. Aquello terminó de romper a Olivia y fue suficiente para capturar la atención total de los demás empleados, convirtiéndome entonces en el completo centro.

Me puse nervioso, pero ni siquiera eso me impidió continuar.

Luego de hacer una corta reverencia hacia el guardia me incorporé una vez más frente a mi chica, aprovechando un momento para tomar aire y acercarme a ella.

Lo único que hacía era negar con la cabeza mientras reía de forma hilarante.

──Estás loco, Jeon ──afirmó.

—La esquizofrenia me pega duro a estas horas. Pero en mi defensa ──me quité las gafas y las lancé a sabe Dios donde, inclinando mi rostro para quedar a muy pocos centímetros de ella──, tú me vuelves loco, Olivia.

Simultáneamente como dije eso inició el último coro de la canción y, sin dejarla procesar, no me lo perdí, regresando hacia atrás y cantando a todo pulmón. Desde mi lugar vi a la pelinegra sonreír ampliamente, volviendo a negar con la cabeza con evidente diversión.

Eso era todo para mí.

Me aseguré de que ella también cantara conmigo cuando sostuve sus manos y la pegué a mi cuerpo, sin importarme que los empleados nos estuvieran observando con dulzura, ya que para mí sólo éramos nosotros: Olivia y JungKook.

Cómo siempre había sido.

Si bien se encontraba un poco tímida, no se negó a cantar, lo que a un nivel más bajo. Iba riendo al mismo tiempo, un acto que me contagió hacia mí, pues en las última parte ni siquiera fui capaz de cantar debido al ataque de risa que me dió.

Y así, de esa manera, el show que había formado terminó.

Instantáneamente escuché una serie de aplausos por parte de los presentes, lo cual me generó el enorme deseo de abrir un hueco en el suelo y enterarme ahí para no salir jamás.

Ahora tocaba la vergüenza.

Olivia también estaba riendo junto conmigo, mientras que a su vez acariciaba mi pelo con cierto cariño.

Para cuando alcé el rostro y la encaré, empezaron sus burlas.

──No sabía que eras tan fan de Joe Jonas.

──¿Sabías que es el único hombre por el cual me volvería homosexual? ¡Es maravilloso! ──declaré sin detener mis carcajadas.

──Es mi Crush desde pequeña ──realizó un puchero.

──Tenemos una rivalidad entonces ──bromeé con ella, provocando su risa otra vez.

Me gustaba cuando reía por mí.

Mordí mi labio inferior y giré mi torso, encontrando la imagen de los empleados expectantes a nuestras acciones.

Y se rieron cuando les indiqué, divertido, que se fueran de ahí, mas no pusieron objeción a mis palabras.

Entonces, estando solo otra vez con la chica frente a mí, me dediqué a examinar sus microexpresiones. A diferencia de hace un rato, fue evidente el aumento de su felicidad; habían dos marcas en sus mejillas debido a que no paraba de sonreír, tenía toda la cara colorada, sus ojos brillaban como nunca antes y su cuerpo era un fiel portador de la palabra alegría. Verla así, como hace tres años estuvo conmigo, fue lo que me hizo sentir vivo una vez más.

Sólo ella tenía ese efecto en mí.

Carajo, la amaba demasiado, tanto que quería llorar.

Con suavidad tomé otra vez su mano y empecé a caminar, llevándola conmigo.

──Sígueme.

No me apuré y ella tampoco se mostró en desacuerdo, por el contrario, caminó a mi lado a pasos lentos y en un cómodo silencio.

El ambiente se sentía completamente natural.

Pocos segundos después llegamos hacia una esquina de la gran sección, misma que automáticamente me trajo una gran cantidad de recuerdos, y no fui el único, pues ver la sonrisa de la chica a mi lado me lo confirmó.

Cada vez que veníamos a la tienda solíamos quedarnos en esa parte, acostados en el suelo, conversando o jugando entre nosotros, aprovechando esos momentos de privacidad sólo para los dos. Miles de memorias inundaron mi cabeza como si de un proyector se tratase, haciéndome sentir en el pecho una grandísima calidez acompañada de nostalgia.

Simplemente sonreí por ello.

Sin nada de elegancia me lancé al suelo e invité a Olivia para que copiara mi acción, aunque por el contrario, ella se sentó con precaución mientras se reía de mí revolcado en el piso.

Me hacía autobullying.

De repente sentí mi estómago gruñir, bastante audible para mi gusto, provocándome un puchero en los labios.

──Tanta acción me dió hambre ──pasé la mano sobre mi pancita.

Y casi al instante de decir eso, algo se interpuso en mi campo de visión.

Un paquete de gomitas.

Fruncí el ceño y giré el rostro hacia Olivia, quién sostenía aquel alimento con una grata sonrisa en los labios.

──¿No te trae recuerdos, Jeon?

Solté una pequeña carcajada por ello mientras me colocaba en posición de indio, teniendo entonces una mejor visión de la chica.

──Por supuesto que sí. Aún no se me olvida cuando acabaste con mi paquete de gomitas.

Ella se quedó en silencio.

──Mh..., fue al revés: tú acabaste con el paquete ──aclaró al mismo tiempo en que abría la envoltura y llevaba la primera gomita a su boca.

«Si es cierto», recordé.

Dejé escapar una risa traviesa y sin pensarlo dos veces me robé uno de los ositos del paquete, saboreando el sabor a frambuesas que poseía en mis palpitas gustativas.

Entonces y por arte de magia, Olivia empezó a reír.

La observé curioso, aunque también muy divertido.

──¿De qué te ríes? ──pregunté, robando otra gomita de color morado.

Ella me respondió con otra risa, esta vez un poco más fuerte y dulce, como si tuviera algo en la cara para llegar a divertirla de esa manera. Luego de un momento negó con su cabeza y me miró fijamente, aún sin quitar la sonrisa en sus labios.

──Sólo estoy muy feliz, JungKook ──terminó confesando.

Ya lo sabía, pero que me lo dijera con sus propias palabras se sintió mucho mejor.

──Si tú estás feliz, yo también ──mi mano se colocó sobre la suya y comenzó a acariciarla, sintiendo ese calor que emanaba apoderarse de nuestro toque──. Es lo único que necesito.

Sus lindos ojitos descendieron hacia al unión de nuestras manos, encajando perfectamente una con la otra como dos piezas de un rompecabezas.

Al alzar la mirada, confesó:

──El miedo todavía se encuentra en mí, me agobia. Es algo que no puedo evitar ──se tomó una corta pausa──. Sin embargo, estar aquí contigo, el sólo hecho de tenerte a mi lado, me genera la seguridad que nunca antes sentí.

Mi corazón se encogió luego de escuchar aquello, aunque al mismo tiempo comenzó a latir con demasiada emoción, llevándome a un estado de frenesí en donde sólo ella me importaba.

Y cuando pensé que había sido todo, agregó:

──Desde que era pequeña lo supe, lo confirmé hace tres años y hoy puedo reafirmarlo —sonrió genuinamente, sin desconectar nuestras miradas──: eres mi lugar seguro, JungKook. Y realmente confío en tí cuando dices que podemos lograrlo.

«No llores... No llores... No llores», me dije a mí mismo cuando sentí mis ojos picar y cristalizarse, así como un nudo formarse en mi garganta. Había sido conmovedor todo lo que expresó hasta el punto de tocarme lo más profundo que podía llegar, y ahora sólo era una víctima de los innumerables espasmos provocados por la emoción.

Carajo, realmente quería llorar.

Sonreí con alegría como respuesta hacia ella y bajé la mirada hacia nuestras manos juntas, deleitándome con la imagen tan única, preciosa, inigualable, que podría tener.

Y al encontrarme con sus ojos expresivos, sentí que mi cuerpo tuvo todo un colapso.

Ella era peligrosa para mí.

──Olivia... ──me quedé en blanco. No sabía que decir, se había llevado todo mi aliento como para ser capaz de vocalizar. Sin embargo, algo estaba claro──. Gracias por confiar en mí y darme el permiso de mostrarte todo lo que siento. Prometo que haremos esto, juntos.

La muchacha asintió sin dudarlo dos veces, regalándome una sonrisa.

──Te agradezco a tí.

También correspondí a sus palabras con una sonrisa, pero justo al instante y como si de una caricatura se tratase, a un lado de mi cabeza se encendió un bombillo.

Tenía una idea.

──Olivia, dime un número del uno al siete.

Ella frunció el ceño, pero no se contuvo a responder.

──El cinco, como siempre ha sido.

──¿Qué te parece si hacemos cinco citas? —pregunté, apoyando la barbilla sobre la palma de mi mano y observándola curioso.

──¿Cinco citas? —cuestionó de vuelta, evidentemente confundida.

Por lo que me anticipé a aclarar.

──Dijimos que haríamos esto a nuestro tiempo, pues no sólo debemos superar nuestros problemas, sino que también recuperar lo que alguna vez tuvimos. Así que, ¿qué piensas sobre hacer cinco citas, en donde ambos nos concentramos en esto?

Fui testigo del brillo que apareció en los ojos de Olivia mientras explicaba todo eso, lo cual me generó una gran cantidad de nervios por la respuesta que podría obtener.

Ella colocó sus dedos en su barbilla como gesto pensativo, aunque sin ocultar la sonrisita en sus labios.

──Mh... tendría que pensarlo ──vaciló con sus ojos entrecerrados.

Estaba bromeando conmigo.

──Hágalo bien, señorita Kim ──me incliné hacia adelante, un poco más cerca de ella, mientras esbozaba una sonrisa de costado──. Incluso, considere el día de hoy como la primera cita de esas cinco.

──Valorando la experiencia en esta noche, va ganando, joven Jeon.

──¿De verdad? Pues le aseguro que si ha disfrutado hoy, lo hará mucho más en nuestros próximos encuentros ──aseguré, utilizando mi coqueteo para hacerla perder en este juego, y por la manera en que se aguantaba una sonrisa supuse que lo estaba logrando──. Mi objetivo durante todo esto es conquistarla, señorita.

──¡Vaya reto, JungKook! ¿No crees que estás muy confiado sobre eso? ──su tono fue burlón, tratando de retarme.

──¿Y no crees qué estás muy decidida a no caer? ──reí entre dientes──. No me subestimes, nena. Mucho menos dudes de mí...

Esta vez Olivia no pudo contener su risa, bajando la cabeza y cubriéndose con sus manos debido al lindo sonrojo que apareció en sus mejillas. Yo tampoco me detuve a reír por esa reacción.

──Ya pero, dejando las bromas a un lado ──hablé con más seriedad──. ¿Qué me dices?

La jovencita alzó la cabeza y suspiró con suavidad, quedándose en silencio mientras parecía sacar cuentas en su cabeza.

──Si no quieres, no hay problema con ello. Recuerda que estamos haciendo esto en conjunto y a nuestra comodidad ──me anticipé a aclarar, dejando una caricia en su mano.

Al principio estuvo sin decir absolutamente nada, sólo en silencio. Pero a los pocos segundos regresó su mirada hacia mí y me mostró una sonrisa sincera, acompañada de unas palabras que me generaron un completo alivio, así como también una enorme euforia.

──Acepto hacer cinco citas contigo, Jeon.

Y entonces, a partir de ese momento, nuestro amor comenzaría a cobrar vida.

Si es que ya no lo había hecho.

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Buenas nochessss, ¿cómo andamos? Yo actualizando el último día de vacaciones JAJAJA.

No es risa, es llanto.

Lamentablemente en estos dos meses no pude concluir la historia por más que me lo prometí. Sin embargo, todo lo que se encuentra en borradores es prueba de lo mucho que he adelantado con la historia, así que dándoles un aproximado, me quedan menos de diez capitulos para terminar la historia :D
Así que anticípenlo.

Pero en fin. ¿Qué les pareció el capítulo de hoy? Cuénteme 👀

También prendan velitas para que tenga un buen inicio de clases, aaaaa.
Cuídense mucho, l@s amito <3

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