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¿Era la realidad o una tonta ilusión?
╰─────╮•╭─────╯

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que me sentí así.

Apenas era capaz de controlarme, diría que hasta dejé de hacerlo. Mi mirada no podía alejarse de la suya por más que mi subconsciente lo ordenara; era como si ambos nos hubiéramos encontrado en un mundo totalmente distinto al real. Sabía muy bien que me encontraba desconectado de lo que acontecía, lo cual no me había sucedido en los tres años que llevaba con esta responsabilidad. Acostumbrarme a dar conferencias era un proceso tenso y lleno nervios, pero era algo de lo cual tenía que tomar práctica si deseaba hacerlo bien. Si bien costó mucho, lo logré.

Y ahora era como si tanto esfuerzo se hubiera desvanecido con sólo un chasquido de dedos.

Una parte de mí se encontraba eufórico por tenerla de vuelta. Lo único que quería hacer era correr hacia donde estaba y abrazarla por horas, reflejando toda mi añoranza por su presencia en los últimos años. Sin embargo, la otra parte quería llorar del dolor existente en mi pecho y el pensamiento de que verla ahí, tan hermosa como nunca antes, era una simple ilusión. ¿Tanto daño me había causado para lograr esto?

Cuando sentí que el contact visual o se volvió imposible de sobrellevar opté por dirigir la mirada hacia los primeros asientos. Mis ojos se encontraron con las expresiones asombradas y preocupadas de los chicos, quienes al notar mi estado alzaron los dedos en forma de apoyo. Algunos asintieron con la cabeza y otros sonrieron, pero mi vista fue directamente hacia Lisa, quién a pesar de controlar muy bien su lenguaje corporal, no se veía muy tranquila.

Yo era el más afectado en este momento.

Lo que para mí fue interminable resultó siendo unos pocos segundos. Luego de darle una rápida mirada a los Kim y enfocar nuevamente a la chica pelinegra, decidí concentrarme en terminar mi discurso. Era lo principal ahora a pesar de que toda la situación me había eliminado la completa seguridad.

Creo que fueron quince minutos llenos de tortura los que debí continuar en el podio. A cada rato observaba a la joven y sentía su expresión confusa, diría que hasta nerviosa. También la noté algo enojada con su familia, pero de eso no estaba muy seguro ya que sólo tenía su lenguaje corporal como respuesta. Justo al terminar con la conferencia recibí los últimos y más fuertes aplausos, a lo cual reverencié sin decir palabra alguna.

¿Qué podía decir? ¿Qué me encontraba a punto de llorar?

Al dar media vuelta y regresar al lugar en donde mis padres yacían, arrugué todo el rostro con el fin de controlar mis deseos de romperme ahí mismo. Mamá se acercó de manera disimulada y colocó la mano sobre mi hombro, murmurando un "tranquilízate" que no cumplió su función.

A pesar de haber concluido lo más difícil, aún quedaba el segmento de preguntas por parte de la prensa que probablemente no podría responder. Mi estado emocional se encontraba en el suelo después de todo aquello, me preguntaba si sería capaz de continuar con todo lo que aún quedaba.

Fue un rato tortuoso y agotador. Sobrellevar las cuestiones, atención y miradas de los presentes, especialmente de ella, fue una tarea difícil. Al concluir con aquella hora pedí permiso para regresar a mi camerino sin ni siquiera importarme que todas las personas se acercaran a felicitarnos.

En ese preciso instante el dolor en mi pecho era más importante.

No dando tiempo a absolutamente nada corrí hacia mi camerino. Durante el transcurso obtuve las felicitaciones de algunos miembros del personal, a los cuales únicamente respondí con una reverencia de cabeza.

Y justo al llegar a mi sala de preparación, me dejé llevar por las emociones.

Me aseguré de cerrar la puerta y caminé hacia el centro del lugar sin saber que hacer. Cubrí mis ojos con ambas manos y traté de controlarme, pero sentía que con cada segundo la situación se volvía más difícil.

Reposé mi cuerpo sobre una de las mesas y suspiré de manera temblorosa, sintiendo que en cualquier momento iba a romperme.

—No, JungKook, no ahora... —me dije a mí mismo.

Menos de un minuto pasó cuando la puerta del pequeño salón fue abierta. Alcé la vista para comprobar quién podría ser, encontrándome con la imagen de mi madre muy preocupada. En cuanto me vió no tardó en correr hacia donde estaba para darme un fuerte abrazo, mismo al cual correspondí sin ni siquiera pensarlo.

Las manos de mi progenitora acariciaron mi espalda y cabello como forma de consuelo, así como también murmuró un par de cosas para poder relajarme.

—Tranquilo, pequeño, tranquilo —susurró con serenidad mientras dejaba una serie de besitos en mi sien.

Yo simplemente me acurruqué en sus brazos y dejé que sus caricias hicieran todo el trabajo. En un instante una lágrima se escapó de mis ojos, sin embargo, supe controlar los deseos de llorar.

Poco tiempo después mi madre se alejó e hizo que la mirara, procediendo a limpiar la gota salada que descendía por mi mejilla.

—No llores ahora, JungKook —acuñó mi rostro entre sus manos—. Aún queda mucho por hacer y si no te tranquilizas puede resultar desastroso.

—Ya lo sé, mamá... —cerré mis ojos al mismo tiempo en que soltaba un suspiro—. ¿Sabías que ella estaba aquí?

—No —respondió sin duda alguna—. Créeme cuando te digo que estoy igual de sorprendida que tú.

Pasé una mano por mi pelo y eché la cabeza hacia atrás, sintiéndome frustrado por todo esto.

—Eres un chico fuerte, JungKook.

—No, mamá —reí sin gracia—. No lo soy.

—Sí lo eres porque yo soy tu madre y te conozco —pellizcó mi nariz—. Sólo trata de mantenerte tranquilo, ¿de acuerdo?

Al principio no hice nada más que observarla, hasta que moví la cabeza de arriba a abajo.

—¿Vienes conmigo o quieres estar un rato solo?

Dejé salir un agotador suspiro antes de dar un paso hacia adelante.

—Vamos.

No dije nada más y tomé el brazo de mamá para enrollarlo con el mío. Ella acarició mi mano y dejó que la llevara hacia el exterior nuevamente.

Si era sincero, lo único que quería era irme a casa y no salir durante un mes. Pero como todo esto era mi trabajo, no podía hacer algo así. Debía enfrentar mis problemas de la forma más brutal a pesar de que no me gustara para nada la idea.

Aunque me preguntaba, ¿qué sucedería ahora?

¿Debía hacer algo? ¿Era sensato... acercarme y hablar?

El enorme problema en mi cabeza hizo que no prestara atención a mi alrededor, al menos no hasta que nuevamente llegué al exterior. Me detuve cuando caí en cuenta de la multitud, pero rápidamente reaccioné a mi izquierda en el preciso instante dónde alguien me llamó. Mis amigos estaban ahí con semblantes muy preocupados.

Le murmuré a mamá un "dame un segundo" antes de soltar el agarre y caminar titubeante hacia los demás. Ellos, por el contrario, se apresuraron en llegar a donde estaba, siendo NamJoon el primero en posicionarse frente a mí.

No tuve que decir o hacer nada para que me estrechara entre sus brazos.

—Lo has hecho bien, muchacho —expresó mientras palmeaba mi espalda un par de veces.

Yo intenté sonreír, pero terminó siendo una mueca.

En cuánto el castaño dejó de abrazarme los demás copiaron la acción. Cada uno de ellos me aseguró que todo había salido increíblemente bien, y yo lo creí. Sin embargo, mi cabeza estaba pensando en algo más.

Una vez que todos terminaron de demostrar su apoyo, yo me dediqué a buscar con la vista a la jovencita pelinegra que en ese momento reinaba mi cabeza. En mis ojos era palpable la desesperación y deseo por querer encontrarla, hecho del cual mis amigos se dieron cuenta y no lo dejaron pasar.

—Ella se fue segundos después de que tú lo hicieras, su hermana la siguió.

Dirigí la vista a HoSeok en cuanto contó aquello.

—Tranquilizate, Jeon. Aún no se ha terminado esto —me recordó Rosé.

—Ya lo sé, pero... —volví a mirar a todos lados—. No sé qué hacer con esto.

—No tienes que hacer nada. Sólo mantente tranquilo y espera a que las cosas fluyan.

—Pero Nam...

—Pero Nam nada —espetó—. Sólo toma calma, JungKook, si no lo haces te volverás loco.

Restregué la mano en mi cabello y simultáneamente solté un suspiro. Di una mirada panorámica a mi alrededor y traté de encontrarla, pero seguía sin lograrlo

«Ya me volví loco, NamJoon...».

—Haz caso a lo que te decimos, Kook —aseguró YoonGi—. Hazle caso a tus mayores.

—Ni que fueran más grandes que yo.

—Shhh, nos haces caso y listo —reprendió NamJoon mientras dejaba un golpe en la parte trasera de mi cabeza.

—¡Oye!

—Ya, cállense o les pegaré.

Todos dejaros salir una pequeña carcajada por la clásica advertencia de Byul, y yo no me quedé atrás.

—Vengan, un abrazo grupal —Rosé abrió sus brazos.

Al inicio me negué a ello, pero al final terminé cediendo como el pequeño mimado que soy. El abrazo —como muchos otros— servía de consuelo en situaciones como estas y demostraba el cariño que nos teníamos unos a otros.

¿Ya dije que los amaba? ¿No? Pues lo declaro: ellos eran todo para mí y los quería tanto como el aire que respiraba.

Cuando tomamos distancia entre todos mis ojos fueron directamente hacia Lisa, quién había estado extremadamente callada.

—Oye, ¿estás bien?

La jovencita me observó ante la pregunta y simplemente asintió.

—Creo que estoy como tú, pero me siento bien —respondió con simpleza.

—Ambos deben tomar esto con calma, ¿sí? —sugirió Tae—. Veamos como continúa la noche y dejemos que todo fluya a su manera.

—TaeHyung tiene razón. Sean inteligentes —secundó Jin.

Tanto ella como yo susurramos un "gracias" que apenas pudo escucharse. Quería agregar algo más, pero justo antes sentí como llamaron mi nombre; era mi mamá pidiendo que fuera hacia donde se encontraba.

—El deber te llama, Jeon.

—Lamentablemente —respondí hacia Min—. Cualquier cosa, avísenme, y ustedes también tomen esto con calma. Nos vemos en un rato.

Y sin decir nada más di media vuelta para caminar hacia el lugar en donde mi progenitora esperaba. Al parecer algunos de los socios querían hablar conmigo, por lo que tuve que poner en mi rostro la más falsa de las sonrisas, alzar la cabeza y enfocarme en mi trabajo.

Esperaba que la noche fluyera de la mejor manera.




∙ · • • • ❀ • • • ∙ ·

21:05 hrs.




Las luces coloridas impactaron justo en mi rostro provocando que con mi diestra lo cubriera. Rápidamente Jhonny, el encargado de ello y de la ambientación musical, dirigió los focos hacia otro lugar y concentró sólo un poco de luz hacia mí. Sin dudarlo dos veces le enseñé mis pulgares hacia arriba y sonreí, caminando por consiguiente hacia el centro del lugar y capturando la atención de todos con un carraspeo sobre el micrófono que sostenía.

—Buenas noches, otra vez —aclaré divertido—. ¿Se encuentran bien?

Un "sí" al unísono fue lo que recibí.

—Como parte del gran evento se ha organizado esta actividad recreativa que, como pueden ver —señalé a mi alrededor—, no es nada más y nada menos que un After Party. Agradezco a todos los presentes el día de hoy por estar aquí, y espero que puedan disfrutarlo de la mejor manera —fui sincero, dando un par de pasos hacia atrás—. Ahora sí, que empiece la gran noche.

Unos cuantos chiflidos se escucharon por parte de los presentes, provocando que riera entre dientes mientras me alejaba de la multitud. Llegué hacia donde se encontraba el hombre de 39 años y aspecto occidental para entregarle el micrófono y de paso hacerle una pregunta.

—Jhonny, ¿está todo listo?

—En efecto, joven Jeon, no se preocupe por eso —aseguró junto a una sonrisa—. Vaya a divertirse y déjeme lo demás.

—Muchas gracias —palmeé su hombro con agradecimiento antes de alejarme de ahí en dirección hacia la pista, tiempo en que me dediqué a examinar minuciosamente cada rincón del espacio.

«Bueno, al parecer todo está en orden», pensé.

La azotea de la empresa se había convertido en una fiesta. Como ya había mencionado, parte de la actividad del día de hoy era esto. Había invitado a los socios y amigos cercanos, pues no quería que fuera algo demasiado extravagante. Dentro del lugar prevalecían cantantes, artistas y otros empresarios con los cuales tenía un vínculo, así que resultaba algo emocionante.

Mientras avanzaba sin rumbo por el lugar sentí como alguien se enganchaba en mis hombros, haciéndome trastabillar, motivo por el cual giré el rostro hasta encontrar a SeokJin.

—Oye, ya deja de preocuparte y vamos a festejar —reclamó con muchísima diversión, alzando la voz para que pudiera escucharlo por encima de la alta música.

—Espera, quiero cerciorarme de...

—Nada de eso, ven conmigo —sin ni siquiera dejarme hablar tomó mi brazo y me jaló consigo, llevándome a sabe Dios donde y haciendo caso omiso a mis quejas—. Silencio y sígueme.

—¿Cómo quieres que te siga si estás llevándome?

Escuché su ruidosa risa automáticamente, provocando que no pudiera contenerme a copiar su acción. En pocos segundos llegamos hacia los chicos, quiénes se encontraban cerca de la barra con algunos tragos.

—¡JungKook, amigo! —expresó el gato.

—¿Está borracho? —cuestioné en cuanto vi su comportamiento.

—Apenas ha bebido unas copas, pero es posible.

—JungKook-ah, has hecho un buen trabajo —me abrazó con fuerza e hizo que nos inclináramos de un lado a otro como en un baile.

Pedí ayuda con la mirada a los chicos, pero lo único que recibí de su parte fueron unas carcajadas. Justo después escuché el bufido de la pelirosa a unos metros, esta vez siendo yo quien no controló su risa.

—Estoy al dejarlo un día de estos.

—Paciencia, Rosé —dijo NamJoon acercándose a su lado—. Deja que disfrute.

Traté de apartar al pelinegro de mi cuerpo, no tardando en lograrlo con sólo un poco de fuerza. Rápidamente el muchacho se incorporó como si nada y volvió a colocar una expresión seria.

Tan bipolar como siempre.

—Oigan, chicos, tengo una idea —declaró HoSeok—. ¿Y si jugamos Just Dance?

—¡Ah! Si, si, ¡yo quiero! —Eun Byul saltó de emoción.

Mi mirada fue instantáneamente hacia Jin y Nam, los cuales se observaron entre sí y rieron con nerviosismo.

—NamJoon-ah, valimos —bromeó el mayor

—Vamos, digan que sí —pidió el pelinaranja con un pucherito.

Los chicos comenzaron una pequeña e inocente discusión sobre quién jugaría y quien no, divirtiéndome desde mi posición por la imagen tan tierna que poseía. Sin embargo, toda esa expresión en mi rostro cambió cuando en mi campo de visión volvió a aparecer Olivia.

Sí, estaba en la fiesta junto a su familia.

El lugar en donde se encontraba era apartado al tumulto de personas, sin embargo, continuaba brillando como siempre lo había hecho. Mis padres acompañaban a la familia, y si bien parecían mantener una conversación interesante, la pelinegra estaba distraída y diría que hasta nerviosa.

Joder, las ganas de acercarme y llevarla lejos era lo único que inundaba mi mente.

Estaba tan enajenado en ella que terminé dando un respingo cuando la mano de HoSeok tocó mi hombro.

—¿Qqué...?

—¿Jugarás?

Me quedé en silencio al inicio tratando de entender su pregunta, hasta que finalmente caí al suelo y lo entendí.

—Mh... Sí, si jugaré.

Dirigí la vista una vez más hacia la jovencita, encontrando su mirada, la cual no sostuve por más de dos segundos.

—¡Perfecto! Entonces elijamos los equipos.

Luego de un par de minutos los grupos terminaron bastante equilibrados. HoSeok estaría con Byul, YoonGi y Nam, mientras que yo tomaría a Jin, Tae, Lisa y Rosé.

Esto sería divertido.

Los enfrentamientos estuvieron muy reñidos y por supuesto, las risas no faltaron. Las canciones iban cambiando constantemente así como los participantes, y para ese entonces muchas personas nos tenían como la atención principal de la noche.

Canciones de grupos como Seventeen, Le Sserafim, TXT, New Jeans, Ateez, Twice y muchos más fueron reproducidas, lo cual creó un ambiente sumamente divertido y cómodo entre nosotros. Cada uno era muy competitivo, así que las batallas fueron fuertes. No obstante, aquella rivalidad era sustituida con diversión por las ocurrencias que a cada rato salían.

La noche estaba siendo muy agradable, y esperaba que continuara de esa manera.

No supe cuanto tiempo pasó en lo que estuvimos jugando, pero sí que fue suficiente debido a la poca resistencia física que me faltaba. Después del juego —y porque lo necesitábamos para recuperar fuerzas— estuvimos sentados por ahí únicamente conversando, compartiendo también unas cuantas bebidas. Las conversaciones no fueron tensas o con temas complicados de abordar, por el contrario, se sintieron ligeras y divertidas.

Cuando algunos de ellos quisieron ir a bailar a la pista decidí irme para hablar con algunos de los invitados. Mantuve pequeñas charlas con ciertos socios y amistades que encontraba por el camino, especialmente con alguien que durante el último año se había convertido en un buen amigo.

—La fiesta es increíble, Jeon —el joven alto y pelinegro palmeó mi hombro.

—¿De verdad lo crees?

—¡Claro que sí! —gritó para que pudiera escucharlo, la música se encontraba demasiado alta—. Y cuando bailaste Super... maldición, que orgullo.

—Sabes muy bien que amo sus canciones, MinGyu.

—Agradecidos estamos —señaló a su espalda, y al observar me encontré con los chicos de Seventeen saludando.

Moví mi mano con cierta alegría hacia ellos.

—Yah, ¿cuándo me invitarás a los conciertos? Estoy ansioso por ir a verlos —formé un puchero en mis labios.

—Cuando quieras, ¡yo encantado por tenerte ahí! —declaró sumamente feliz—. Ahora sí me disculpas, iré con los chicos antes de que me maten.

Solté una ligera carcajada.

—Ve. Hablamos más tarde.

Con una sonrisa en el rostro me alejé del altísimo joven con el objetivo de ir hacia la barra, sin embargo, todos mis actos fueron detenidos cuando la presencia de Lisa apareció en mi campo de visión, justo a un metro de mí.

—¿¡Ese era MinGyu!?

Y entonces mostré una sonrisa socarrona al recordar un pequeño dato de la jovencita: era fanática a Seventeen.

—Afirmativo, mi querida amiga.

—¡Yah! ¿Por qué no me dijiste que estaba aquí? —preguntó desesperadamente al mismo tiempo en que trataba de arreglar su aspecto.

—Se supone que era una sorpresa —reí—. Ve y pídeles un autógrafo.

—¿Qué? No, no...

—Dale, es tu oportunidad —le di unos empujoncitos que fueron respondidos con un golpe de su parte en mi hombro. Solté una carcajada—. Por cierto, ¿todo bien?

Ella asintió sin ninguna duda.

—Estoy tratando de sobrellevarlo, lo cual deberías hacer tú también —pellizcó mi nariz.

—Yo también lo estoy intentando, pero... —suspiré—, me resulta un poco difícil.

—Lo sé —mantuvo silencio por un instante—. Sigue a tu instinto, ¿de acuerdo?

Asentí como niño pequeño.

—Bien. Ahora ve con MinGyu y pídele un autógrafo —volví a empujarla un poco, nuevamente recibiendo un golpe. Fue entonces cuando chasqueé los dedos hacia mi amigo, quién rápidamente captó la situación.

Lisa me regaló una mirada fulminante.

—Dale, aprovecha —y sin más que decir comencé a correr lejos de ella.

—¡Yah!

Una fuerte carcajada salió de mi garganta por su reacción, mas no me detuve hasta llegar a la barra. Eché mi cabello húmedo por el sudor hacia atrás y abrí un poco el cuello de mi camisa, sentándome en un taburete y pidiendo la atención del encargado. Recibí un vaso con whisky que alcé hacia el hombre como agradecimiento y por consiguiente bebí un gran sorbo, dejándolo casi vacío. Me giré en la silla para quedar frente por frente a la pista de baile y entonces examiné por décimo quinta vez el ambiente.

Todo estaba bajo control. Las personas bailaban y disfrutaban al ritmo de la música, manteniendo la calma para evitar situaciones catastróficas que podrían darse en una fiesta. Algunos bebían como yo en la barra, otros estaban sentados en cualquier lugar mientras conversaban... Nada fuera de lo común.

Así me gustaba.

Di otro sorbo a la bebida y rápidamente le pedí otro vaso al Bar-man. Justo en ese momento vi una silueta sentarse en el asiento a mi lado, y para cuándo enfoqué el rostro de esa persona, suspiré.

—¿Más problemas en el paraíso?

—Estoy a nada de golpearte, JungKook.

—Ay, TaeHyung, llevas diciendo lo mismo desde hace muuucho tiempo —destaqué la palabra, burlándome un poco.

—Por eso mismo las ganas que tengo de destrozar tu rostro son enormes.

Solté risa entre dientes al mismo tiempo que tomaba el vaso de whisky. TaeHyung también pidió beber lo mismo.

—Ya pero, ¿qué sucede ahora? —apoyé mi mentón sobre mi puño y me incliné en una posición curiosa mientras movía el líquido del vaso.

—Quiero invitarla a bailar, pero sé que me rechazará.

Dirigí la mirada hacia Byul, quien en ese momento hablaba animadamente con Rosé. Dejé salir un suspiro agotador en lo que pensaba en una solución.

—Nunca sabrás si no lo intentas —remarqué, volviendo a enfocar la mirada en él—. Sin miedo al éxito.

—No es tan fácil, Jeon.

—¿Ir y preguntarle si desea bailar es difícil? Créeme, más complicado es hallar una X.

El peligris soltó una grave carcajada.

—Y entre tú y Olivia, ¿qué es más difícil?

Me quedé en silencio al escuchar eso.

Conecté mi mirada con la suya y esperé a que dijera algo más, pero lo único que recibí fue una mirada curiosa. Inspiré aire disimuladamente y vi el contenido del vaso en mis manos, el cual llevé rápidamente a mi boca para tragarlo por completo. Hice una mueca y exhalé con los dientes dispuesto a responder, sin embargo, Tae fue más rápido.

—Créeme, hallar la X es más difícil que ir y hablar con ella —copió mis palabras, logrando sacarme una sonrisa.

—No es así...

—Sí lo es —soltó una ligera risa—. Deberías ir y hablarle, JungKook.

—No es fácil, TaeHyung... —inspiré aire dificultosamente—. Yo...

—Lo que tienes es miedo, ¿no? —miró fijamente mis ojos, como si pudiera leer mi mente con una simple conexión de miradas—. Miedo a lo que puede suceder si le hablas.

No pude evitar la risa sin gracia que se me escapó.

—Parece que me conoces muy bien, Tae.

—Te resultará raro, pero eres un libro abierto ante mí —fanfarroneó.

Tanto él como yo reímos. Sin embargo, todo quedó en silencio luego de eso. Yo por mi parte miré disimuladamente a la joven que protagonizaba nuestra conversación, volviendo a encontrarla distraída y completamente ajena a su alrededor.

—Mi recomendación es que vayas a donde está y lo intentes.

—¿Intentar qué?

—Mantener una conversación, invítala a bailar... ¡Qué sé yo, mocoso! El experto en el amor eres tú —codeó mi brazo con cierta diversión—. Sólo ve a ahí e intenta lo que puedas antes de que sea demasiado tarde.

—¿Y si sale todo mal?

—Pues lo intentaste —concluyó, mostrando una expresión seria—. Estoy seguro de que esto no va a terminar así de rápido, ambos tienen una historia de por medio. Y tal vez ella se encuentra igual de asustada o indecisa como tú, pero no sabrán lo que pueda pasar a menos que lo intentes.

Escuché atentamente a cada palabra dicha por TaeHyung como un estudiante aplicado lo haría con su profesor. Él sonrió por esa atención y, antes de terminar, añadió:

—No cometan el mismo error que hace tres años y por el contrario, superen el miedo.

Tragué saliva con dificultad luego de escuchar todo lo que tenía para decir, sintiendo mi corazón latir emocionado ante la idea que había propuesto.

—Así que no lo pienses más y ve. ¡Andando!

—Oye, espera —reí junto a él—. Déjame prepararme.

Tae negó con diversión y bebió el último sorbo de su bebida, dejándolo en la mesa y levantándose del taburete por consiguiente.

—Todo saldrá bien, tal vez no ahora... Pero sí a largo plazo —aseguró con un brillo esplendoroso en sus ojitos—. Les tengo mucha fe, así que no me decepcionen.

Golpeé su hombro al escucharlo decir eso, sintiendo mis mejillas calentarse.

—Lo mismo digo. Byul y tú son mi pareja favorita, así que invítala a bailar y si es necesario, llévala a la pista.

—Créeme, eso haré —rió—. Mucha suerte.

—Igualmente...

Ambos chocamos puños antes de que el peligris diera media vuelta y corriera hacia la castaña.

Y entonces yo, estando solo en esa barra, me preparé mentalmente.

Iba a hacerlo.

Ya estaba decidido.

Dejé el vaso de whisky sobre la mesa y me levanté del taburete, suspirando unas dos o tres veces antes de empezar a caminar. ¿Era normal que con cada paso mi corazón latiera más rápido?

Mierda, tenía miedo. Estaba a punto de cagarme encima, pero tenía que mantener la calma porque al final encontrarme con ella era algo que sí o sí sucedería.

Del bolsillo trasero de mi pantalón saqué una menta y la introducí en mi boca, quería disipar un poco el sabor intenso del alcohol. Pasé ambas manos por mi cabello y lo acomodé en su lugar, peinando ambos lados y dejando que algunos mechones sobresalieran. También abrí un poco mi camisa y arreglé las mangas en mis codos, todo aquello mientras caminaba lentamente hacia la zona en donde mis padres y los suyos se encontraban. Mis ojos no dejaron de enfocarse en la chica pelinegra, quién al verme avanzar justo hacia donde se encontraba pareció exaltarse, ya que automáticamente observó a sus familiares.

«Todo saldrá bien... Todo saldrá bien...», me repetí a mí mismo justo en el instante en que abrí la puerta de la zona V.I.P y pude escuchar claramente la voz de mi familia. En cuanto me vieron se quedaron un poco sorprendidos, pero no dijeron nada y simplemente se levantaron para recibirme.

—Aigo~, ven acá, hijo —dijo mamá mientras acuñaba mi rostro y lo escondía en su hombro.

—¡Ah! Mamá, no —refunfuñé mientras me soltaba y volvía a peinar mi cabello. «¡Que vergüenza!».

—SoHee, JungKook ya no es un niño.

—Tú cállate, él es mi bebé —exclamó mamá hacia mi padre.

—No soy un bebé, soy un adulto responsable —declaré antes de dirigirme hacia Jennie, quién observaba todo con cierta ternura—. Me alegra que hayan venido.

—Todo estuvo increíble —me abrazó fuertemente, a lo cual correspondí de igual forma.

Al separarnos recibí un abrazo y felicitación por parte de los tíos Kim, cosa que sentí en lo más profundo de mi alma.

—Gracias... —sonreí.

Sin embargo, aquella curva en mis labios cayó cuando supe a quién debía enfrentar ahora. Ambas familias fueron testigo de la tensión que se creó en el lugar en apenas segundos, y ellos eran muy conscientes del porqué.

Con mi pecho siendo azotado por los latidos y los nervios controlando mi cuerpo asomé mi cabeza tras la tía HyoRi, encontrándome con la mirada de la chica.

En ese momento sentí que el corazón saltó a mi boca.

«Mierda, no me preparé para esto», pensé automáticamente.

Ver a Olivia frente por frente a mí luego de tres años parecía un sueño. No había cambiado en lo absoluto, hasta diría que se veía el triple de hermosa. Usaba un vestido gris que llegaba por encima de sus rodilla, tenía el típico corte de princesa y algunos brillos que daban el último toque; no poseía mangas, dejaba al descubierto sus brazos tan blancos como el azúcar. Su cabellera larga y oscura caía por su espalda con algunas ondas. Poseía poco maquillaje en el rostro, lo único que resaltaba eran sus labios con una tonalidad rojiza. Y sus ojos, mierda, sus orbes continuaban siendo un lago en el cual podría sumergirme de por vida.

Era, sin duda, la imagen más perfecta que alguna vez podría tener.

Se encontraba insegura y tímida, juraría que incluso miedosa. Y que hablar de mí: estaba temblando como gelatina. Había pasado demasiado tiempo desde que mi corazón latió de esa manera, lo cual me generaba temor y desconfianza en mí mismo. No sabía si sería capaz de confrontar todo esto. Sin embargo, tenía que mantener la postura.

No podía ser débil ahora.

Así que mostrándome decidido di un paso y formé una sonrisa de lado en mis labios.

—Señorita Kim, es un gusto verla —extendí mi mano hacia ella justo después de esforzarme en decir aquello. Maldición, me tembló hasta el páncreas.

Ella inspiró aire con cierta dificultad y observó a sus padres, quienes rápidamente se alejaron un poco junto a los míos. Lo mejor era que nos dejaran solos, pues el ambiente iba de mal en peor.

Olivia regresó su mirada a la mía y se mantuvo en silencio por unos segundos que parecieron una eternidad, justo antes de extender la mano y posicionarla sobre la mía, llevando por todo mi cuerpo una fuerte corriente eléctrica.

—Lo mismo digo, joven Jeon.

«Mierda. Mierda. ¡Mierda!», grité en mi mente luego de escuchar su voz. Joder, quería echarme a llorar. Luego de tres años finalmente volvía a percibir aquel tono dulce, suave, inefable; aquel que tanto extrañaba. Y su tacto, la puta mierda, nunca había extrañado su tacto como ahora.

Con mucho nerviosismo llevé su mano hacia mis labios y dejé un beso en el dorso, siendo consciente del espasmo que la invadió en ese momento.

Tanto ella como yo nos quedamos en silencio, tratando de procesar toda la información que en segundos se había dado. Ella observó la unión de nuestras manos con dedicación mientras que yo examiné sus microexpresiones, viendo en sus ojos un destello melancólico que trasmitió hacia mí.

—¿Por casualidad... cree que pueda bailar contigo esta pieza? —pedí sutilmente, utilizando mi coqueteo como único método para mantenerme con una postura recta.

No sabía si era por culpa del alcohol, pero me encontraba suelto y al mismo tiempo demasiado nervioso.

La pelinegra se sorprendió por aquella propuesta y lo comprobé debido a la manera en que observó a su familia. En el inicio no fue capaz de decir absolutamente nada, ni siquiera de reaccionar, pero luego de suspirar un par de veces y alzar la cabeza, balbuceó:

—¿Por qué no?

Y eso fue todo.

Con el corazón bombeando contra mi pecho, los nervios invadiendo cada célula en mi piel y el calor haciendo de las suyas, amplié mi sonrisa y sostuve su mano con más fuerza, dispuesto a caminar con ella hacia la pista de baile.

Y ahora me preguntaba: ¿qué cojones estaba haciendo?

Iba a morirme, eso era lo más seguro.

Estando fuera del área reservada fui capaz de escuchar nuevamente la alta música. Una melodía de Charlie Puth terminaba en ese preciso momento mientras caminaba junto a la chica hacia la zona de baile, o más bien, mientras la llevaba; aún sujetaba su suave y congelada mano.

Decidí que era mejor quedarnos en una parte alejada del centro, pues no quería llamar la atención de todos.

Deseaba un momento sólo para nosotros dos.

Por el rabillo de mi ojo noté claramente como los chicos nos observaban. Estaban completamente sorprendidos por verme junto a ella, sin embargo, al único a quién dirigí la vista fue a Tae, mismo que asintió con su cabeza en forma de apoyo.

Eso me animó un poquito.

Al quedarme quieto y dar media vuelta pude contemplar la dulce imagen de una Olivia curiosa, admirando y examinando todo a su alrededor. Sonreí por eso y prontamente jalé su brazo para que estuviera mucho más cerca de mí, y creo que a ambos nos faltó el aire en ese momento.

La melodía de And I Love You So de Elvis Presley sonó justo al instante, dándome a comprender que la acción iniciaba. Teniendo bajo mi tacto a una pelinegra cohibida por la situación, hice que sus brazos se colocaran en mi cuello mientras que yo dirigía ambas manos a su cintura, atrayéndola mucho más a mi cuerpo. Sus ojos se abrieron en demasía a causa de mis actos, motivo por el cual no evité una risita. Poco a poco su cuerpo —el cual se encontraba tenso— comenzó a aflojarse, y para ese entonces ambos nos movíamos en una lenta y calmada sincronía.

Mi corazón estaba latiendo como nunca y hasta podría decir que mi cara tenía un tono rojizo, pero ni eso fue capaz de detenerme.

Estábamos muy cerca. Tenía mi rostro a un lado del suyo, con nuestras mejillas chocando una con la otra. Un movimiento brusco y terminábamos con los labios unidos, lo cual no consideraba la idea más sensata a pesar de morir por probarlos otra vez. Podía sentir el calor de su cuerpo atrapar el mío en aquella danza, así como era capaz de percibir su aroma entrar en mis fosas nasales. Estaba tan embriagado con su presencia que no evité apretarla contra mi anatomía, siendo consciente del espasmo que la invadió.

Sin embargo, no puso objeción de ningún tipo, como si estuviera de acuerdo con todo lo que hiciera.

De esa manera nos mantuvimos durante el primer coro de la canción. Éramos sólo nosotros dos danzando en aquella pieza tan romántica y atrayente bajo la tenue luz que se reflejaba sobre ambos. Lentamente hice alinear nuestros rostros, conectando las miradas y haciendo que nuestras narices chocaran por un miserable instante, revolviéndome el alma por completo. Pasé la lengua por mi labio inferior y jugué con el piercing como acto nervioso, siendo testigo de como su vista se detuvo por un milisegundo en ellos.

«Denme una presión que se me bajó la coca»

No podía dejar que ella ganara la batalla, así que luego de suspirar disimuladamente le regalé una sonrisita y procedí a hablar.

—¿Sabes? Como fiel amante de la música antigua puedo decir que Elvis no cantaba, sino que más bien... acarciaba con su voz tan única —declaré en un tono bajo y grave, mirando fijamente a mi acompañante y alzando mi diestra en su cintura para tocar suavemente su mejilla.

Olivia tragó saliva con dificultad ante eso.

—¿"Acariciar con su voz"? ¿Cómo es eso? —preguntó con cierta curiosidad que, sabía muy bien, se trataba de una sutil forma de seguir mi juego.

Y me encantaba.

—Mh... Me refiero a que sus canciones eran y son capaces de tocar el alma de alguien; acariciarla y hacer que sienta lo que desea trasmitir. Es como el tacto de la persona que más amas cuando estás triste, es la bendita en la herida que de niños nos hacíamos, tal vez la medicina para cuando algo nos duele o incluso la manera de reparar un corazón ... —observé sus labios por un pequeñísimo instante cuando la vi copiar mi acto anterior—. Elvis Presley con su voz, canciones y más es capaz de generar todo esto. ¿Alguna vez alguien te han acariciado de esa manera?

La joven escuchó cada una de mis palabras con atención, no quitando la vista de mi rostro en ningún momento. Estaba enajenada conmigo, sin embargo, salió de aquel trance cuando afirmó:

—Tal vez sí...

Sabía a que se refería, y eso me hizo el hombre más feliz en toda la faz de la tierra.

Con una sonrisa en los labios y cerrando los ojos volví a encontrarme con su cuello, quedándome en esa posición hasta que la canción terminase.

Ese fue sin duda el momento más hermoso de la noche.

Continuamos de aquella forma durante el próximo minuto, olvidándonos de que estábamos en público y logrando entrar en un mundo en donde únicamente podríamos estar los dos.

Mierda, amaba tanto a esa mujer.

No quería que la canción terminara, ya que eso también significaría la conclusión a nuestro baile. Pero lamentablemente, dejé de estar en el cielo y volví a caer brutalmente contra la superficie.

La música terminó y junto a ello, nuestra cercanía. Ahora existía una mayor brecha entre nosotros. Ya extrañaba su calidez; ahora sentía mucho frío.

Y también miedo.

No iba a dejar todo así, pues ambos teníamos que hablar. Ese fue mi plan desde el inicio, así que volviendo a tomar su mano y temblando por la ansiedad, pronuncié:

—Ven conmigo.

No dejé que dijera absolutamente nada y por el contrario la jalé conmigo hasta la puerta de emergencia a pocos metros. La escuché protestar por eso, mas no presté atención y simplemente hice que ambos dejáramos la fiesta.

Ahora necesitaba buscar un lugar solitario.

Sin soltar su mano bajamos por las escaleras que nos llevarían al penúltimo piso. Había una sala que me pareció perfecta para que pudiéramos conversar, así que tenía como idea llevarla hasta ahí.

—JungKook...

—Shhh —hice un gesto de silencio.

Avanzamos o más bien, yo la arrastré por el pasillo solitario hasta que encontré la zona a dónde quería llegar.

«Bien, ahí vamos».

Mirando a ambos lados y cerciorándome de estar solos, aseguré el agarre de mi mano en la muñeca de Olivia y la jalé conmigo hacia la puerta cercana. Justo al entrar en lo que sería una sala de juntas decidí soltarla delicadamente, y acto seguido me recosté la pared mientras intentaba recobrar el aliento.

Eran nuestras respiraciones agitadas lo único que se escuchaba en el espacio.

Todo se encontraba en un silencio desgarrador e incómodo. No dijimos e hicimos nada durante ese primer minuto ya que, en realidad, ¿qué era lo que podría hacer? ¿Con qué objetivo la había traído a aquí? Si bien hace unos segundos lo tenía claro, ahora ni siquiera sabía que decir.

Entre titubeos di media vuelta y observé a la fémina completamente estática en su lugar con sus ojos sobre los míos, como si estuviera buscando en mi mirada alguna respuesta a aquella reacción tan desesperada de mi parte.

Tragué saliva con dificultad debido a su atención tan centrada. Antes habría podido leer su lenguaje corporal, pero ahora no sabía si tendría la misma suerte. Probablemente no. Ella soltó un ligero y agotador suspiro pocos segundos después y, con la voz hecha un hilo, preguntó:

—¿Qué hacemos aquí?

«Me pregunto lo mismo», concebí.

Olivia continuó observándome fijamente, lo cual m permitió entrar en su mirada. A diferencia de hace unos años, sus ojos expresaban frialdad y rigidez; sin embargo, en lo profundo era visible un destello luminoso que representaba su vulnerabilidad y melancolía.

Y al verla así, tratando de mostrarse segura de sí misma, comencé a preguntarme sobre lo que realmente tenía frente a mí.

¿Era la realidad o una tonta ilusión?

No estaba seguro, y aquello me causó un dolor enorme en mi pecho. Tanto que, sin ni siquiera pensarlo antes, me dejé llevar por las emociones y di dos pasos hacia adelante hasta poder abrazarla.

Sentirla otra vez bajo mis brazos, pero en esta ocasión de otra manera, fue como un regalo de navidad para un pequeño niño.

Yo era ese.

Mi corazón latió tan emocionado que por un momento pensé que saldría de mi pecho, tal cual como la adrenalina corrió a través de cada célula de mi piel, llenándome de una euforia inigualable. Sin embargo, al mismo tiempo todo aquello parecía debilitarse, dejando en mí interior una tristeza, inseguridad y miedo. Tres emociones que al estar mezcladas no traían los mejores resultados.

Mis ojos picaron debido a las lágrimas que pedían por su salida, y si era sincero, no sabía por cuánto tiempo podría aguantarlo. Me aferré al cuerpo de la chica y escondí mi rostro en su cuello, sintiendo la fragancia a vainilla que tanto amaba. Olivia se mantuvo quieta sin hacer nada durante el inicio, pero ya después de un minuto procedió a alzar sus manos a mis hombros y las dejó ahí.

Su tacto delicado provocó que nuevamente cayera en cuenta de lo mucho que la extrañé, y justo ahí fue suficiente.

Ya no pude más.

Rompí en un silencioso llanto de manera automática, soltando un pequeño sollozo junto a un espasmo. Ella se dió cuenta de eso, pues todo su cuerpo se tensó.

—¿Eres real? —pregunté cuando obtuve las fuerzas necesarias para ello. Volví a sentir un temblor por parte de la muchacha, pero en ningún momento me alejé—. Porque si esto es solo un sueño, realmente no quiero despertar...

La estrujé con mucha más fuerza luego de decir —o más bien, sollozar— aquellas palabras. Quería ver su expresión, pero no fui capaz de alejarme y por el contrario, decidí sentir. Y lo que percibí de su parte fue un apretón a mis brazos, como si estuviera correspondiendo a mi abrazo.

Con eso me confirmó que nada de esto era un sueño.

Entonces me quedé en esa posición junto a ella un par de minutos más, tiempo en donde únicamente estuve tratando de controlar mis ligeros e inaudibles sollozos.

Lo que estaba sintiendo en ese momento era inexplicable.

Al darme cuenta de que había pasado bastante tiempo, decidí que ya era momento de separarnos un poco. Con cierta vergüenza lo hice y enfoqué sus ojos ahora llorosos, lastimados... Me sentí muy mal.

Rápidamente limpié las lágrimas en mi mejilla y suspiré.

—Perdón... Yo... —miré hacia otro lado mientras sorbía por la nariz, y luego simplemente reí con falsedad—. Esto es patético.

Vi por el rabillo de mi ojo como ella negaba con su cabeza, pero no fue capaz de decir algo y sólo se limitó a copiar mi acción de limpiar sus lindos ojitos.

—¿No dices nada? —quise saber al cabo de unos segundos.

—¿Qué... Qué podría decir?

A pesar de demostrar la debilidad en su tono de voz, me impresionaron sus palabras.

—¿Mh?

—¿Por qué estamos aquí? —interpeló, volviendo a conectar nuestras miradas.

—Porque creo que ambos debemos hablar, y estar ahí no es co...

—No hay nada de que hablar —aseguró, interrumpiéndome bruscamente.

Sin decir algo más caminó hacia la puerta. Pero yo fui más rápido al dirigirme hacia el costado de una de las mesas y apretar el botón que la cerraría por completo.

De aquí no salíamos sin hablar.

Justo en el momento en que el pestillo fue colocado ella intentó abrir la puerta, mas no pudo. Hizo fuerza para ello mientras yo recostaba mi cuerpo en el mueble, viéndola frustrarse por no poder lograr lo que quería.

Fue entonces cuando su enojo apareció y dando zancadas volvió a posicionarse frente a mí.

—¿Puedes ser tan amable en abrirme la puerta?

—No hasta que hablemos.

La pelinegra me observó incrédula antes de golpear su frente con la palma de su mano.

—Hae, sólo quiero que ambos hablemos como personas civilizadas —traté de acercarme, pero simplemente me apartó.

«Auch»

—JungKook, por favor, sólo déjame salir —imploró algo desesperada.

—¿No podemos conversar?

—¡No! ¡No hay nada que decir!

Me quedé completamente helado en cuanto la escuché gritar de esa manera. Sus ojos reflejaron al instante un horrible dolor y desesperación, como si tratara de decirme de esa manera lo que su boca no era capaz de soltar.

—No quiero hablar de nada ahora —sollozó mientras la primera lágrima se deslizaba por su mejilla—. Sólo déjame ir...

—Olivia... —volví a intentar acercarme, pero nuevamente se alejó mientras decía "no te acerques a mí".

Joder, eso dolió como el mismísimo infierno.

Aquella imagen tan dolorosa que tenía de ella provocó que llorara otra vez, no sabiendo que hacer. Olivia estaba hiperventilando y su comportamiento me daba a comprender que algo no estaba bien, así que decidí mantenerme al margen.

Y a pesar de no querer, lo mejor era dejarla ir como tanto me pedía.

Fue por ese motivo que extendí mi mano hacia el botón y lo apreté, dejando que el pestillo en la salida se liberara. Sin ni siquiera mirarla avancé hasta la puerta y la abrí, obteniendo instantáneamente la atención de la joven.

Me posicioné recto en mi lugar y traté de que no notara mis lágrimas por más inútil que fuera.

—Si quieres salir, vamos, te llevaré de vuelta con tus padres —prometí con la vista en el suelo y el deseo de que ella se negara.

Pero por lo visto, la vida era demasiado cruel conmigo.

Al inicio dudó, simplemente se mantuvo quieta mientras me observaba y eliminaba sus lágrimas. Y justo unos segundos después, avanzó frente a mí y salió del lugar.

Eso fue todo.

Por un momento esperé que cediera a hablar, pero claro, siempre he sido un completo ingenuo.

Un maldito idiota.

Luego de suspirar con cierta agonía procedí a cerrar la puerta y entonces la encaré sin decir absolutamente nada, lo único que hice fue indicarle con la cabeza para que avanzara junto a mí.

Y así, con nuestros pasos en diferentes frecuencias, la mirada al frente y estando uno al lado del otro, caminamos en completo silencio hasta el último piso. Desde afuera escuchaba la música a todo volumen e incluso podían verse las luces filtrarse bajo la puerta que llevaba a la fiesta. El ambiente adentro era tan eufórico mientras que yo me sentía imposible de disfrutarlo.

Cosas que pasan. Muy casual.

Ignorando a los guardias a cada lado de la entrada avancé con Olivia hasta ahí, y entonces conecté nuestras miradas.

En sus ojos había tristeza y arrepentimiento, probablemente también lástima por mi situación tan lamentable. No quería que sintiera nada de eso por mí, así que decidí no generar más demora.

—Entra y ve con tu familia —le di un empujoncito por su espalda—. Ya hablaremos en otro momento.

Ella dió apenas un paso sin quitar la vista de mí, y por la manera en que abrió sus labios supe que quería decir algo, mas no lo dijo.

Ya no podía sostener su mirada, así que lo único que hice fue cerrar la puerta y quedar afuera.

«Esto ha sido una estupidez», pensé y afirmé en mi cabeza. Me sentía del asco por todo eso. Quería estar completamente solo, y por ese mismo motivo fue que me alejé rápidamente de ahí.

Pocos minutos después —después de haber utilizado en elevador— llegué hacia el piso en donde prevalecía mi oficina. Al llegar a dicha me encerré y prendí las luces, obteniendo una vista panorámica de mi lugar de trabajo. Lentamente caminé hacia el escritorio y me senté en la silla giratoria, estirando mis brazos y echando la cabeza hacia atrás en el intento de relajarme.

Aunque no sabría si podría.

Como acto de reflejo observé todo lo que se encontraba en mi buró: papeles, bolígrafos, libros, el ordenador, adornos... y mi placa.

Aquella que Olivia había hecho para mí cuando éramos novios.

Soltando una carcajada la tomé entre mis manos y observé como aún se mantenía como nueva. Recuerdo muy bien el día en donde la oficina pasó a mi mando; aquella manualidad fue lo primero que coloqué sobre la mesa. Mi papá quería que la cambiara por la de oro, pero siempre me negué a ello.

Lo que Olivia había hecho era mucho más importante.

Observé el apodo "Príncipe Conejo" sobre la tela, consiguiendo sonreír por los recuerdos que poseía. Pero asimismo como la curvatura de mis labios se alzó, logró decaer por las lágrimas que quisieron escapar de mis ojos. Abracé la placa entre mis brazos y bajé la cabeza para llorar en silencio, siendo esa la única manera de liberar lo que sentía.

El hecho acontecido hace unos minutos no me trajo la mejor de las emociones, sin embargo, me hizo darme cuenta una vez más de lo mucho que Olivia significaba para mí.

La amaba demasiado, y por ese mismo motivo no podía quedarme de brazos cruzados.

Iba a luchar por mi primer y único amor aunque tuviera que enfrentarme a innumerables batallas.

Lo haría.

Y no me rendiría hasta recuperarlo.

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Adivinen quien dijo hace tres días "voy a actualizar" y se le olvidó.

Así es. Péguenme.

Pido perdón por la demora, chiquis. Últimamente he tenido demasiada carga sobre mis hombros y mente, no ando muy bien que digamos jaja.
Pero sigo viva y es lo importante ✌🏻

¿Qué les pareció el capítulo de hoy? Déjenme sus comentarios, escribir esto fue un reto 👊🏻

Cuídense mucho, por fis. Nos vemos en la próxima actualización <3
Los amito.

Psdt: ¿Recuerdan la fiesta de J-Hope para el estreno de Jack In The Box hace un año? Imagínense exactamente lo mismo en este capítulo ✨

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