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Siempre voy a estar contigo, esa es mi promesa.❞
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JEON JUNGKOOK
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Martes, 11 de febrero del 2020.
06:36 hrs.

No pude dormir absolutamente nada.

Ni siquiera diez minutos.

Mi cabeza había estado trabajando toda la noche en el proceso de interiorizar todo lo que ahora conocía. En toda la noche no dejé de sentir las miles de emociones controlarme tanto física como mentalmente. Por ende, el hecho de no haber pegado el ojo me tenía agotado. Literalmente me la pasé mirando el techo, la ventana, mi almohada, cualquier cosa que me encontrara en la habitación con el fin de aburrirme y poder dormir.

Si me aburrí, pero en ningún instante cerré los ojos.

Tal vez en un esporádico momento entré al mundo de los sueños, pero lo más probable era que sólo por cinco minutos. La alarma que tenía para despertarme en tiempo de colegio ya había sonado, sin embargo, estaba muy claro que no iría a clases.

No me sentía lo suficientemente bien como para eso.

Me pesaban los ojos no sólo por el sueño insaciable, sino también por todo el rato que había estado llorando. Tomé varias pastillas para aliviar el dolor de cabeza, un tranquilizante y además una píldora para dormir, pero nada. No sucedió absolutamente nada.

Mi mente no era lo suficientemente capaz de procesar lo que en apenas unas horas había pasado. Aún así teniendo toda la explicación no podía.

Lo primero fue saber o más bien, confirmar que Olivia era HaeNul. Eso lo consideré como el primer y principal golpe, el más doloroso de todos.

Luego al llegar a casa tuve que lidiar con mis padres y también con el hecho de que no pude disfrutar con mis amigos. Ahí entraba el recuerdo de JiMin, mismo que se iba en muy poco tiempo y no pude aprovechar el rato, por ende, me sentía culpable con eso.

No obstante, eso no era nada comparado con el contexto de todo esto.

Todo. Absolutamente todo.

¿Enterarme del pasado de mis padres, los Kim y los Manoban? ¿Ser consciente de la gran relación? ¿Entender que Lisa y HaeNul eran hermanas? ¿Qué los Manoban están medios locos y quieren venganza?

Pero más importante... ¿Qué mis padres siempre mintieron con respecto a todo lo que significábamos ella y yo?

La explicación y todas las respuestas era mucho para digerir. Entré en un estado de shock en ese momento mientras los escuchaba, sin embargo, fue lo último contado aquello que me hizo reaccionar de la peor forma.

Mh... Dígamos que la tormenta en el exterior no era nada comparado con lo que existía dentro de mi casa.

Literalmente me puse a gritarles. Fue tanto mi enojo y coraje que necesité liberarlo. Mi decepción aumentó, ya no sólo con la persona que amaba, sino que con ellos, mis propios padres. ¿Son conscientes de la gravedad del asunto?

Ahora era más consciente de las cosas que sucedieron a lo largo de mi vida. Todas esas limitaciones en la empresa... Ellos no querían que encontrara a los Kim por mi cuenta. Básicamente me tuvieron distraído de la situación que acontecía para que no sospechara.

Todo fue un maldito plan.

Eso, incluyendo a lo demás, fue suficiente para que me derrumbara. La presión de todas esas emociones me volvió débil, tanto que los gritos y cosas lanzadas al suelo cesaron de manera instantánea y por el contrario, me dejé caer al suelo para llorar sin remedio. Además de eso, fui consciente de que EunWoo lo estaba mirando todo y por eso me detuve, pues él era el menos culpable en todo esto.

Si bien la pelea terminó, aún continuaba la fuerte tensión en el ambiente. ¿Y qué era lo peor? Que nada pudo estar bien luego de las palabras de mi papá antes de dejar mi habitación a petición mía.

«Sea lo que sea que haya sucedido entre tú y Olivia, será bueno que lo pienses antes de que sea demasiado tarde».

¿A qué demonios se refería con eso? No tenía una idea clara, sólo era consciente de que ella no estaba pasando por el mejor momento y que se encontraba en peligro.

Y fue todo esto el motivo de mi insomnio.

Pasé una mano por mi pelo antes de tomar mi celular. Tenía una gran cantidad de mensajes por parte de mis amigos. JiMin, NamJoon, HoSeok, Rosé...

... No vi ninguno, pero si me fijé en los dos chats que no parecían conectarse desde el día anterior.

Estaba preocupado por Lisa. Mis padres me habían puesto al tanto de la situación y no pude evitar sentir un gran dolor. No imaginaba lo difícil que era su situación, más porque se encontraba en el lado contrario. Ella estaba siendo la marioneta de los Manoban y también la principal víctima, así que el hecho de no tener noticias al respecto me tenía tenso.

No sabía que hacer.

Justo debajo de su chat se encontraba el de Olivia, y no pude evitar que una lágrima se escapara de mis ojos cuando abrí la conversación del día anterior.

Todo estaba tan bien... ¿En qué momento las cosas se deterioraron?

Quería ir con ella y abrazarla por siempre. La necesitaba. Desde el primer momento en que le pedí distancia supe que sería imposible, pero terminé dominado por el dolor.

Y ahora me arrepentía.

Dejé el teléfono a un lado mientras cubría mis ojos con ambas manos en el intento de controlar a mi sensibilidad. Ya no quería llorar más, mi cabeza dolía y mis ojos ardían como el mismísimo infierno. Fue entonces cuando decidí que por hoy no llorarí, así que me senté en la cama y observé a mi alrededor.

En ese momento caí en cuenta de la luz que comenzaba a filtrarse a través de la cortina. Estaba empezando a amanecer. Mis ojos se desviaron a la bolita bajo mis sábanas, misma por la cual sonreí.

EunWoo se había quedado a dormir conmigo luego de mucha insistencia de su parte. Quería estar sólo, eso era lo cierto, pero no quise lastimarlo con la negación, así que simplemente cedí.

El recuerdo llegando a mi mente me sacó una pequeña risita.

“Hyung, ¿quieres que me quede?”.

“No es necesario, pequeño”. Despeiné su pelo tratando de actuar con normalidad cuando lo que más deseaba era echarme a llorar. “Mejor ve a jugar, me dijiste en la mañana que jugaríamos juntos, así que...”

“Hyung, no soy tonto. Sé que estás muy triste, sería egoísta pedirte jugar cuando estás mal”. Hizo un pucherito con sus labios. “Quiero quedarme para que no estés sólo, ya que tú mismo me dijiste que cuando estamos tristes lo mejor es tener a alguien de apoyo. Así que hoy seré tu apoyo”.

Recordar eso me hizo sentir orgulloso de tenerlo. Más porque yo era parte de su crianza, y saber que se estaba convirtiendo en un buen chico me daba parte de los créditos.

Lo quería mucho.

De repente vi como se movió y por consiguiente abrió sus grandes ojos. Estos me enfocaron al instante, sorprendiéndome un poco.

—¿Ya estabas despierto? —pregunté.

—La alarma lo hizo, pero no quise moverme porque pensé que dormías —explicó mientras se sentaba, tomando la misma posición que yo—. ¿Cómo estás?

Sonreí débilmente por su interés.

—Aún no estoy lo suficientemente bien —«y creo que no lo estaré en mucho tiempo», pensé—. Pero no te preocupes.

Él me miró por un par de segundos antes de moverse sobre el colchón para abrazar mi cintura, acto que me conmovió muchísimo. Correspondí a su abrazo con fuerza, dejando un besito en su coronilla.

—Me daré un baño, ¿de acuerdo?

Asintió frenéticamente con su cabecita luego de separarse un poco.

—Ve a buscar a mamá y papá, ya deben estar despiertos —propuse.

No fue necesario decir nada más. Después de dejar un golpe travieso en mi hombro corrió hasta la puerta y desapareció entre algunas carcajadas.

«Vaya, sí que es rápido».

Sacudí mi cabeza y junto a ella toda mi cabellera, eliminando de mi mente todo tipo de pensamientos por el momento. Con lentitud me levanté de la cama y caminé hasta el ropero en donde no me tardé demasiado para elegir un conjunto cómodo. Un pantalón ajustado y sudadera enorme, ambas prendas de tonalidad negra.

Luego tomé una toalla limpia junto a la ropa interior y me adentré al baño personal de mi habitación, lugar que desde ya sabía que se convertiría en mi santuario por un buen tiempo. Dejé las cosas acomodadas en un lugar y acto seguido me encontré a mi mismo en el espejo, observando el reflejo de quién era ahora.

Y me daba asco verme.

Tenía los ojos rojos y visiblemente irritados, dando entender a cualquiera que pudiera verme que estuve llorando durante horas seguidas. Justo debajo de ellos eran notables las manchas negras, producto de mi falta de sueño. Mi nariz se encontraba igual de rojiza como mis mejillas, y tenía una pequeña e insignificante herida en mi labio por la presión establecida con mis dientes en un par de ocasiones.

Era sin duda la peor imagen que alguna vez pude tener de mí mismo.

Solté un agotador suspiro mientras bajaba la cabeza hacia el suelo de mármol. Cerré los ojos y respiré profundo cuando una serie de pensamientos vinieron a mi mente, mismos que volvieron a generarme ese punzante dolor en la cabeza.

Decidí no tardarme en entrar a la bañera, pues al menos serviría para relajarme un poco. Despojé la ropa de mi cuerpo y tan rápido como me adentré a la zona de aseo abrí la ducha para que el agua recorriera toda mi anatomía. Luego de regular la temperatura me quedé estático en mi lugar, sintiendo la tranquilidad invadirme por completo luego de mucho tiempo.

Amaba el agua porque siempre conseguía paz junto a ella. Era como el mejor calmante mientras afrontaba situaciones difíciles. Y este momento no era la excepción, pues por primera vez en todas las horas trascurridas estaba sintiéndome bien.

Al cabo de un par de minutos comencé a enjabonar cada parte de mi cuerpo con la mayor calma y lentitud posible. Después me enjuagué y volví a quedarme un buen rato en mi lugar sin hacer absolutamente nada. Las gotas de agua iniciaban en mi cabello empapado y seguían por todo mi rostro, pecho, abdomen, hasta llegar al suelo, como si en todo ese largo recorrido quisieran tener los detalles de cada parte de mi musculatura.

Y se sentía satisfactorio, tranquilo, en paz.

Cuando imaginé que una hora había pasado decidí salir de la bañera. Rápidamente alcancé la toalla y me sequé por completo, envolviendo mi cintura con la misma. Me paré frente al lavado para cepillar mis dientes y acudir a los productos que poseía para el cuidado del rostro, los cuales necesitaba en ese preciso momento para disimular lo mal que me encontraba. Apliqué cremas hasta cansarme de ello y entonces supe que ya era suficiente; no fue muy útil, pero algo era algo.

La intención vale.

Al regresar a mi habitación no tardé demasiado en colocarme el conjunto elegido. Después me senté frente al espejo y cepillé un poco mi pelo mojado, para entonces colocar en mis pies un par de Converses.

Eso era todo.

Me observé una vez más en el espejo y traté de relajarme un poco. Ahora, al bajar a la sala, tenía que enfrentar a mis padres y a la nueva realidad que, confieso, me asustaba. Sin embargo, por más que lo intenté, no dió los resultados que originalmente deseaba.

No tenía solución. Sólo podía continuar una vida de la cual no veía un futuro claro.

Sintiéndome inseguro salí del cuarto y caminé lentamente por los pasillos silenciosos de mi hogar, bajando las escaleras por consiguiente y llegando al primer piso en donde fui capaz de percibir un aroma peculiar desde la cocina. No escuchaba ruidos claros, pero si sabía que mis padres estaban en casa, lo cual no me tranquilizaba mucho.

No quería verlos.

Miré la hora en el reloj de la sala, comprobando entonces que mi hermano debía estar en la escuela. Un suspiro se escapó de mi boca cuando digerí esa realización y, como si de un reflejo se tratase, por toda mi espalda recorrió un escalofrío que definí como el peor de los presentimientos.

Porque esta situación era tan idéntica como un terremoto de enorme magnitud. La tierra tembló, edificios cayeron, miles de catástrofes sucumbieron por todos lados... Y aún así siendo el final, faltaba lo peor: el gran e inigualable tsunami.

Así, justo así, era todo esto.

A pasos titubeantes me encaminé hacia la cocina en donde mi presencia capturó la atención de los presentes. Mi madre parecía terminar un platillo mientras papá se encontraba estático cerca de las ventanas realizando una llamada. Ambos me observaron en silencio y de arriba a abajo, examinando minuciosamente mi estado tan lamentable.

Pero justo como lo quería, no comentaron nada al respecto.

—Buenos días, hijo —habló la mujer.

Yo sólo me limité a hacer un movimiento de cabeza mientras abría la puerta del refrigerador para tomar un vaso de agua. Serví el líquido en el recipiente y no tardé en llevarlo hasta mis labios, pero antes de dar el primer sorbo volvió a aparecer la voz femenina.

—¿Cómo te sientes?

Tragué saliva al sentirme acorralado de alguna forma. Llevé el vaso a mi pecho y suspiré con agotamiento.

—Como si me hubieran golpeado por todas partes sin ninguna clase de piedad —respondí, acercando el borde del recipiente a mis labios para beber hasta la última gota.

Me giré hacia el fregadero y limpié el objeto, dejándolo en su lugar correspondiente y volviendo a acercarme al refrigerador para tomar mi desayuno: leche de banana.

No se me apetecía algo más.

Comencé a abrir el envase en mis manos con toda la calma posible, concentrándome en introducir la pajita en la parte superior, pero al parecer todos tenían como objetivo molestarme hasta morir.

—¿Tienes pendiente hacer algo el día de hoy?

Llevé el absorbente a mis labios y degusté del dulce sabor del lácteo cuando finalmente pude lograr mi cometido, pensando en una respuesta que lanzarle a mi progenitora para que me dejara en paz. Miré inconscientemente a la figura de mi padre a pocos metros, y me pregunté a quién demonios intentaba contactar cuando me pareció notarlo extremadamente tenso.

Fruncí el ceño confundido, pero volví a la realidad cuando sentí el timbre resonar por toda la casa.

«¿Uhm? ¿Quién podría ser?».

Las empleadas ya dirían, así que decidí concentrarme en la pregunta hecha por mamá, aunque no por eso evitando mi mal presentimiento.

—No sé que hacer, mamá. Ya veré qué demonios decidiré con mi vida —volví a ser cortante.

Tal vez no era lo correcto, pero mi enojo no me hacía pensar en algo más.

Ella estuvo a punto de responder algo, no obstante, fue interrumpida cuando una de las empleadas apareció en la cocina, mirándome fijamente.

—Joven Jeon, sus amigos están aquí.

La botella en mis manos estuvo a punto de caer al suelo cuando todo mi cuerpo tembló. Tragué saliva duramente y de forma inconsciente cuando un miedo enorme me invadió de pies a cabeza, y sin saber el porqué, me sentí acorralado.

No quería ver a nadie el día de hoy. Sin embargo, me comporté muy mal hacía unas horas y lo más probable era que estuvieran preocupados, así que consideré una mejor idea salir a verlos.

Murmuré un "de acuerdo, ahora voy" antes de terminar de beber la leche en mis manos. Sabía que mi madre deseaba decirme algo, era obvio que se trataba de los hechos acontecidos, pero al parecer se dió cuenta de mi incomodidad al respecto y decidió mantener silencio.

Agradecí eso.

Sin decir nada más caminé nuevamente hacia la sala, no sin antes desechar el envase en uno de los botes de basura cercano. Mientras avanzaba hacia la entrada del hogar sentí mi cuerpo tensarse como nunca antes, y eso me inquietó ya que no era muy común cuando de mis amigos se tratara.

Supe entonces que algo malo iba a suceder.

Al abrir la puerta y salir al exterior en donde noté un clima parecido al de ayer, todas las miradas de los presentes cayeron directamente sobre mí. En otra circunstancia me habría puesto a analizarlas, pero hoy... hoy no tenía deseos de nada. Aunque sí fui consciente del aumento de preocupación por algunas de sus expresiones.

—Mierda, Jeon, ¿acaso dormiste?

Traté de formar una sonrisa a las palabras de JiMin, pero terminó siendo una incómoda mueca.

Entonces me acordé de varias cosas que estuvieron planeadas para ayer y que por mi culpa debieron haber quedado en el aire.

—Lo lamento por mi comportamiento hace unas horas, chicos —hablé entre susurros mientras bajaba la cabeza al suelo.

—Oye, no. No te disculpes, no es importante —tranquilizó Byul dando un par de pasos hacia mí y alzando mi rostro—. Lo esencial eres tú ahora. ¿Cómo te sientes?

Mi labio tembló cuando sentí que necesitaba echarme a llorar. Todos, excepto Lisa y Olivia, estaban ahí queriendo saber mi estado; y probablemente se debía a la sensibilidad, pero realmente quería llorar.

Inspiré aire tratando de controlarme y entonces hablé.

—Desearía sentirme mejor, si les soy sincero.

Pasé una mano por mi cabello y por consiguiente la metí en el bolsillo de mi pantalón, mirando al suelo sin saber que más decir.

Y justo en ese momento algo pasó por mi mente haciéndome sentir cada vez más miserable.

—Mierda, Rosé, hoy es tu cumpleaños —di unos pasos hacia ella—. Felicidades, yo... tengo tu regalo en mi cuarto.

—No te preocupes por eso —formuló un leve sonrisa—. Ahora mismo no es necesario. Y gracias, JungKook.

Dejé salir un suspiro y entonces me giré hacia el rubio, quién no tardó en mostrarme una expresión divertida con tal de hacerme reír.

Lo cual no logró.

—Ayer se supone que celebraríamos antes de que te fueras, y me siento como una completa mierda por todo esto —cubrí mis ojos con ambas manos y volví a suspirar por décimo quinta vez—. Chicos, realmente lo siento.

—¡Yah! Deja de decir eso, idiota —reprochó Park—. Eres tú quién no está bien en este momento, así que tú eres lo importante.

—Pero te irás mañana, tenemos muy poco tiempo...

—JungKook, ya han hecho todo lo que han podido por mí, y no pido más —me tomó de los hombros con suavidad e hizo que lo observara fijamente—. Ahora tú eres lo único importante, y bueno, las dos personas ausentes también.

Un escalofrío me invadió por completo.

—No podemos comunicarnos con Lisa y Olivia —comentó Nam.

—¿Qué ha sucedido?

Mordí mi labio fuertemente mientras buscaba una respuesta correcta para ellos. Por el momento no podían saber todo el contexto, pero una parte de mí decía que ocultarlo sería peor.

—Es una historia muy larga, ¿okey? Apenas puedo digerirlo todo.

—¿Es... algo malo? —volvió a preguntar YoonGi.

—Es más que eso. Es lo peor que puede estar sucediendo —aseguré, y tan pronto como lo hice pude percibir la enorme preocupación en sus rostros—.  No sé cuándo vayan a mejorar las cosas, pero por el momento todo está mal.

—¿Olivia se encuentra en peligro? —se apresuró en cuestionar Byul.

Y yo no supe como responder, así que mi silencio fue suficiente.

Sin embargo, todo el ambiente inquieto pasó a ser confusión por la próxima pregunta de HoSeok.

—JungKook, por casualidad... ¿lo sabes?

Escuchar eso fue la confirmación a una de las sospechas que tuve durante la noche.

Él lo sabía, y era obvio.

No obstante, ¿qué tanto sabía?

—Se más específico, porque en las últimas horas he sido conocedor de mucho.

Vi como tragó saliva con cierta dificultad antes de soltar:

—Sobre la verdadera identidad de Olivia.

No pude evitar que una risa irónica se escapara de mis labios, así como tampoco controlé que mis ojos se llenaran de lágrimas reprimidas.

—Fue lo primero que supe y el motivo por el cuál llegué de esa manera a casa —me crucé de brazos y le di una ojeada a todos, haciéndome una pregunta en la mente que no me contuve en realizar a los presentes—. Ahora tengo curiosidad, ¿cuántos lo sabían?

—¿Saber qué?

Ignoré la confusión de NamJoon cuando la pelirroja y el peligris —quien estuvo muy callado— alzaron la mano. No me enojé, pero si sentí una mayor curiosidad al respecto.

—¿Desde hace mucho?

Ambos asintieron.

—Yo lo sé desde el día del festival por la foto que tiene contigo en su cuarto —respondió Rosé.

«¿Tiene una foto nuestra? ¿Por qué nunca la ví?», me pregunté, sintiendo la bomba de dolor estallar nuevamente en mi pecho.

—Y yo desde hace un mes, pero no era algo que me correspondía decirte, así que me mantuve en silencio.

Asentí con calma a las respuestas de ambos, pues no tenían la culpa y no era muy sensato enojarme más de lo debido.

—No estoy entendiendo nada, ¿podrían explicarnos, por favor?

—JiMin... ella es HaeNul —respondí de golpe.

—¿¡Qué ella qué!?

—Espera, ¿de qué demonios están hablando? —quiso saber YoonGi.

—Oigan, cálmense un momento, ¿sí? La historia es larga —me apresuré en decir cuando los noté a punto de perder el control—. Prometo que les contaré todo a lujo y detalles, pero lo mejor en este momento es que se mantengan fuera. No traten de comunicarse ni con Olivia ni con Lisa, no vayan a sus casas y si alguien les pregunta, no saben nada. Déjenme esto a mí.

—Ya me estoy asustando —dijo Byul abrazándose a sí misma.

—Tranquilos, por favor, los necesito cuerdos a todos —pedí—. Ahora sólo manténganse juntos, y tampoco vengan a acá, es... peligroso.

—JungKook, sea lo que sea que esté sucediendo, por favor cuídate.

—Lo haré, HoSeok. Ahora... creo que lo mejor es que se vayan —comenté cuando sentí que algo malo estaba a punto de suceder. De repente una gran inquietud me gobernó hasta el punto de provocarme paranoia. Miré a todos lados con disimulo, examinando con mis ágiles ojos todo el perímetro en caso de encontrar algo.

—Está bien. Realmente cuídate, mocoso —pidió el rubio.

—¿Mañana a qué hora te irás? —pregunté. Ese tema era otra cosa que me ponía vulnerable.

—En la tarde, cerca de la noche. Pero si crees no poder ir, no hay problema con eso, ¿de acuerdo?

—Haré lo posible para estar ahí —palmeé su hombro con suavidad.

Se tardaron un par de minutos más antes de irse, tiempo en donde no pararon de pedir que tuviera cuidado. No había sido mi objetivo preocuparlos, pero era algo que de todas maneras sucedería y tal vez lo mejor era que supieran al respecto.

Sí, si, lo era.

Me quedé en la puerta viendo cómo se iban y no la cerré hasta que desaparecieron de mis ojos. Tenía miedo de que algo pudiera pasarles, más porque seguía sintiendo el horrible presentimiento de hace un rato.

Y eso, lamentablemente, significaba que lo peor estaba por venir...

Bastante inseguro de mis propios pasos volví a ingresar en la casa, misma que la dominaba un silencio abrasador y para nada cómodo. Estaba sintiendo la insana necesidad de salir de ahí, pero no era consciente del porqué debía ser de esa manera, o al menos no hasta llegar a la sala en donde mis padres se encontraban estáticos y los cuales al verme aparecer actuaron inquietos.

Me detuve frente a ellos y fruncí mi ceño cuando noté su alteración. Ninguno de los dos dijo nada, yo tampoco lo hice. En aquel espacio sólo reinaba una completa mudez que me resultaba demasiado intranquila, así que sin ser capaz de contenerme, pregunté:

—¿Qué sucede?

Para ese entonces fui consciente de como mi padre sostenía el celular cerca de su oreja, hecho que me hizo comprobar que se encontraba en una llamada telefónica.

—Oh, hijo, no es nada importante —respondió mi madre con simpleza, aunque claro, no fue muy buena ocultando su miedo.

Y eso me enojó.

—¿Realmente creen que confiaré en esa absurda mentira? —arqueé una ceja al mismo tiempo que de mis labios se escapó una risa para nada agradable—. Ya déjense de rodeos y díganme la verdad por una maldita vez.

—JungKook, tranquilízate, ¿sí? —calmó papá, volviendo a acercar el artefacto a su oreja cuando del otro lado parecieron hablar.

Y desde mi posición fui capaz de escuchar lo que dijeron, así como reconocer aquel peculiar tono de voz.

“¿JungKook está ahí?”.

Mi boca se abrió un poco mientras soltaba el aire contenido en mis pulmones, de la misma manera que un temblor sacudió mis piernas para hacerme trastabillar en mi lugar. Mi madre se alarmó por eso, pero no fue capaz de acercarse cuando fue consciente de lo que estaba a punto de suceder.

—Si... —contestó mi progenitor sin ni siquiera quitar la vista de mis ojos—. ¿Cuándo se van?

—¿Qué? ¿Cómo que irse? Papá...

—JungKook, cálmate un momento...

—¿¡Cómo quieres que me calme, mamá!? —me alejé bruscamente cuando vi sus intenciones de tomarme por el brazo. Entonces volví a incorporarme frente a mí padre—. ¿A qué se refiere el señor Kim?

—Hijo, espera —detuvo él, regresando toda la atención a la llamada y abriendo sus ojos de par en par al escuchar algo desconocido para mí—. ¿Ahora? ¿Cómo...?

No le di tiempo a concluir sus palabras cuando de manera ágil me lancé al artefacto para arrebatarlo de sus manos. Ni siquiera me importaron los gritos que ambos adultos lanzaron hacia mí; yo sólo me alejé dos o tres metros para tomar control de la conversación al llevar con manos temblorosas el celular a mi oreja.

—¿Tío Kim? —pregunté teniendo la voz hecha un desastre, como si estuviera a punto de empezar a llorar.

Del otro lado escuché un poco de ajetreo, pero lo más predominante era la respiración cortada de una persona.

Misma que al hablar terminó de quebrarme.

JungKook...

Cubrí mi boca para ahogar un sollozo reprimido mientras observaba a mis padres con sorpresa. Por sus expresiones supuse que no tenía todo el tiempo del mundo, así que decidí apresurarme.

—Tío, ¿qué está sucediendo? ¿A qué se refiere...?

Lo lamento por todo, pequeño. De verdad lo siento —lloró, sí, lloró. Lo hizo sin ninguna clase de calma, y eso me provocó más miedo del que ya sentía.

—No, espera. ¿Qué sucede? ¿A dónde irán? —quise saber con bastante impaciencia.

Él se tardó unos segundos en responder, tiempo que tomó para calmarse y respirar profundo, y en cuanto respondió a mi pregunta... quise que la tierra me tragara.

Olivia tiene que irse.

Eso, sin duda, fue el primer impacto del fenómeno desastroso.

Mi respiración se cortó de repente, haciéndome inspirar aire de manera desesperada para mantenerme de pie. Toda mi cabeza se nubló por un momento, justo como sentí la gravedad atraerme al suelo; fue gracias a un mueble cercano que pude recomponerme, porque sino, hubiera sido el peor de los resultados.

Y aún así, no era capaz de procesar la información.

—¿Qué?

Ella está en peligro. Necesita salir de aquí lo antes posible.

—¿A dónde se la llevan?

—Muy lejos, JungKook. Y no sabemos cuando podrá regresar.

Golpeé con mi pie uno de los sofás en la sala mientras jalaba mi cabello con fuerza. Sentí que los mechones estaban a punto de salir de mi cuero cabelludo, pero me importaba un demonio cuando percibí una fuerte punzada incrustarse en mi pecho.

No estaba entendiendo nada.

No quería seguir sintiéndome así.

Y tampoco podía quedarme de brazos cruzados.

—¿En dónde están?

Seguimos en la mansión...

—Por favor, sólo diez minutos necesito.

¿Para...?

Ni siquiera di tiempo a que concluyera la pregunta. Lo único que hice fue correr hacia la salida luego de dejar el celular en manos de mi progenitor, escuchando los desesperados llamados del mismo mientras me alejaba de ahí sin mirar atrás.

No estaba pensando con claridad, y tampoco era como si pudiera hacerlo. Tanto mi cabeza como mi corazón se encontraban en un estado de colapso: no terminaba de procesar la información y mucho menos podía apaciguar el dolor en el interior de mi pecho. Aquello era la peor de las combinaciones y como resultado traían que sólo pudiera actuar por mi instinto, el cual en este momento sólo tenía como intención llegar a la casa de los Kim.

Corrí por el estacionamiento hasta llegar a mi auto, pero para mi mala suerte, no traía las llaves y regresar a casa no era la opción más factible. Giré la cabeza al escuchar un ruido, siendo consciente de como mis padres salían del hogar mientras me buscaban con la mirada. Supe entonces que no podía quedarme ahí mucho tiempo, así que tuve que actuar con rapidez.

Sin importarme los daños rompí el cristal de la ventanilla con mi codo e introduje la mano para abrir desde adentro. En cuanto logré el cometido no me tardé en entrar y encender el motor, huyendo velozmente de ahí antes de que mi familia pudiera detenerme.

Los portones de la propiedad fueron abiertos antes de que el auto avanzara, dándome luz verde para avanzar por el gran camino que me llevaría hasta la ciudad. La velocidad estaba en su punto máximo; tenía sólo diez minutos para estar en la casa de los Kim y sentía que no llegaría a tiempo.

Tanta era la desesperación que no me contuve en llorar fuertemente dentro del vehículo. Solté un grito desgarrador y golpeé varias veces el volante, sintiendo un inmenso dolor en mi codo producto del golpe que había dado para abrir la puerta. No obstante, aquel dolor no era absolutamente nada.

De verdad, no era nada.

Al encontrarme en las carreteras supe que debía tener cuidado, pero al mismo tiempo necesitaba apresurarme. Así que luego de dar una mirada a mis espaldas y notar el camino despejado, avancé con el pie pegado al acelerador y la mirada fija en el camino. Iba como alma que lleva al diablo sin importarme un poco lo que encontrara en el camino; de repente ya no me importaba ser precavido y por el contrario, quería ser ágil para poder llegar a tiempo. Eso era una presión que colmaba mi paciencia.

Escuché las bocinas de un auto justo a mis espaldas, y al mirar por el retrovisor noté que se trataba de mis padres, lo cual me hizo soltar una maldición al aire cuando supe que debía tomar el atajo arriesgado.

Había tenido buena suerte de no encontrarme con alguna luz roja, sin embargo, sabía que eso no duraría mucho. Y lo comprobé cuando frente a mis ojos el semáforo estuvo a punto de cambiar, mientras que un camión enorme estaba listo para avanzar en la carretera contraria.

«Tengo que hacerlo», pensé en cuanto me vi sin escapatoria. Suspiré profundo y pisé el acelerador con muchas ganas, pasándome la luz roja y avanzando a un lado del camión que, si me hubiera tardado más, pudo haberme arrollado.

Escuché las exclamaciones de los transeúntes desde mi auto, y yo no fui una excepción.

—¡Con un demonio! —observé por la ventana al auto de mis padres detenerse por el semáforo mientras trataba de recobrar la respiración. Sentía que el alma se me saldría del pecho en algún momento—. No puedo volver a hacer eso, no.

Olvidé la situación anterior y que probablemente me metería en problemas, concentrándome en lo importante. Estaba a muy pocas calles de la propiedad de los Kim, así que debía apurarme.

Y grande fue mi alivio cuando supe que había llegado, aunque también sentí miedo, demasiado.

No sabía que carajos iba a encontrarme, así que debía irme preparando para lo peor.

Al adentrarme en el condominio traté de tranquilizarme. Limpié mi rostro empapado en lágrimas, respiré profundo y me convencí de que todo estaría bien, o al menos lo intenté. Toqué mi codo lastimado por encima de la sudadera, viendo mi mano mancharse de un líquido rojo.

«Mierda». Pasé la izquierda por mi pantalón para quitar los rastros de sangre, no importando si la prenda se ensuciaba ya que no era lo imprescindible.

Mi mayor interés era Olivia.

Y sentí que todo mi intento de calma se fue al demonio cuando vi los portones llenos de guardias frente a mis ojos. Detuve el auto y salí del mismo con rapidez, acercándome a los barrotes para llamar la atención de los hombres.

—¿Pueden abrir, por favor? —pedí con la respiración agitada.

—No podemos hacerlo. Son órdenes del señor Kim.

—Mierda... —cubrí mi rostro con ambas manos, sintiéndome frustrado. Al alzar la cabeza me sostuve de los barrotes y suspiré rendido—. Por favor, señor, ¿puede hablar con Kim y decirle que Jeon JungKook está aquí necesitando entrar? Se lo pido, por favor.

Mis ojos se llenaron de lágrimas cuando sentí que no pude más. Sostuve mi cuerpo con los portones para no dejarme caer al suelo mientras esperaba impacientemente una respuesta. El guardia pareció pensarlo un poco, y luego simplemente dijo algo a través de su auricular que no pude comprender; sólo supe que los portones comenzaron a abrirse, y yo me llené de felicidad.

—Muchas gracias, señor —reverencié repetidas veces y sin esperar que dijera algo, comencé a correr hacia la mansión.

Mi cabeza daba vueltas alrededor de mi objetivo, dando innumerables martillazos hasta romperme el cráneo. Me sentía muy pero muy mal, y no cesaba de ninguna manera.

Sólo quería que esta mierda terminara.

Toqué el timbre del hogar repetidas veces hasta que el señor Carlos —a quién ya conocía por los múltiples encuentros— se dignó en abrirme, y no fue necesario decir palabra alguna. Él parecía conocer mi intención, así que simplemente me dejó pasar mientras murmuraba: "están en la azotea".

Y yo agradecí aquel acto comprensivo de su parte.

Sin tomarme mucho tiempo recorrí la casa hasta llegar al según piso, lugar en donde me volví loco buscando como avanzar a la maldita azotea. Al parecer mis plegarias fueron escuchadas, ya que por arte de magia aparecieron unos escalones que continuaban hacia arriba, así que no tardé en subir.

Mientras más rápido ascendía por los peldaños, mucho más fuerte se hacía un ruido que no supe identificar en el primer momento, pero que si estaba aturdiendo a mis oídos.

Todo en mí tembló cuando me encontré frente a una puerta semiabierta y que permitía la entrada del sonido que reconocí como el de un helicóptero. Tuve un enorme miedo, pero eso no me detuvo para salir y enfrentar la realidad.

Misma que, desde el instante en que mis ojos la vieron, supe que me haría llorar sin fin.

La enorme azotea de la mansión estaba ocupada por un helicóptero a punto de volar. Cerca del mismo habían cuatro personas: Jennie, a quien no había visto desde que era pequeño, la señora y señor Kim... y a HaeNul.

Justo al conectar miradas, sentí todo mi mundo caer.

Ella usaba un vestido blanco de mangas largas que le llegaba a las rodillas junto a unos zapatillas cómodas. Tenía el cabello suelto y sujetado con dos mechones en la parte trasera, viéndose tan hermosa como siempre había sido.

Sin embargo y justo como yo, se notaba cansada. Tal vez incluso más de lo que yo podría estarlo. Se encontraba llorando en ese momento, y creo que verme ahí intensificó el dolor, ya que fui consciente de como su rostro se contraía en llanto.

Verla de esa manera me dolió como un infierno.

¿Pero saben que más me dolió? La manera en que sus pasos fueron inseguros en el intento de acercarse a mí. Estaba teniendo miedo, lo supe por sus expresiones que además de reflejarme aquella emoción, me hicieron pensar en que tal vez dudaba de que fuera real.

Así que para darle seguridad y porque también lo quería, caminé hacia donde estaba y la estreché entre mis brazos, no tardando en llorar con fuerza cuando la tuve junto a mí otra vez. Esta vez no me contuve ni un poco, y ella tampoco lo hizo, ya que correspondió con la misma intensidad al abrazo y dejó salir una gran cantidad de sollozos.

Me hizo recordar el momento de hacía diez años atrás, ese en donde ambos éramos separados.

Y esta situación no era muy diferente de ese recuerdo.

Decidí alejarme un poco para verla y detallar su rostro una última vez. Mantuve la cercanía entre nosotros porque no soportaba la idea de tenerla lejos, a lo cual ella no protestó. Sostuve su rostro con mis manos y con el pulgar detallé sus pómulos suaves, su linda nariz, sus párpados, sus labios voluptuosos, queriendo dejar el retrato de su gran presencia en mi memoria para nunca olvidarlo.

Olivia sorbió por su nariz y negó varias veces con su cabeza mientras llevaba la vista al suelo, lo cual me desconcertó.

—¿Qué está sucediendo, bebé? —pregunté con voz tranquila.

—JungKook, por favor...

—Kim HaeNul, vámonos de una maldita vez.

—¡No, papá! ¡No volveré a irme!

La chica pelinegra aferró el agarre en mi cintura con más fuerza mientras escondía su rostro en mi pecho, dejando salir más sollozos y negando repetidas veces con su cabeza.

No estaba entendiendo nada.

—Princesa, mírame, por favor —pedí alzando delicadamente su rostro para que nuestros ojos llegaran al encuentro, y realmente me dolió verla de esa forma—. Todo está bien, quédate tranquila.

—No quiero dejarte, Kook, no quiero...

Estaba demasiado alterada, así que lo único que supe hacer fue enrollarla entre mis brazos y acariciar con debilidad su linda cabecita. Solía hacer aquello cuando éramos niños para ayudarla en este tipo de situaciones, y comprobé que continuaba funcionando habiendo pasado diez años. Eso, unido a todas las emociones del momento, estaban provocando mi falta de fuerzas para darle el apoyo que merecía.

—¿Qué está sucediendo, nena? —volví a cuestionar cuando la sentí temblar bajo mi cuerpo.

—Yo... —su voz fue temblorosa y débil, demostrando el miedo en toda su expresión.

—¡Debemos irnos, HaeNul! ¡Por favor!

El pedido desesperado de su hermana hizo que mi ceño se mostrara fruncido. Alcé mi rostro para encarar a los familiares de la joven a solo unos metros de distancia.

—Tíos Kim, ¿por qué tiene que irse?

—Quedate tranquilo, JungKook, todo estará bien...

—No, explíquenme que sucede.

—Debemos irnos, por eso Hae...

—No, no dejaré que se la lleven de nuevo —negué—. No lo voy a permitir.

Mis ojos se habían llenado otra vez de lágrimas que poco a poco se iban derramando por mis mejillas. Escondí mi rostro en el hueco de su cuello para que no vieran que me encontraba igual de devastado, usando ese pequeño espacio como refugio . Y estando así, deje salir un tembloroso suspiro que a continuación se convirtió en un pequeño sollozo.

—JungKook...

—¡No dejaré que la alejen de mí nuevamente! —interrumpí antes de que el señor Kim quisiera continuar.

Y cuando pensé que todo estaba destruido... la vida me demostró que podía ser más hija de puta.

—Hijo... déjala ir...

La suave y ahora afligida voz de mi mamá resonó a poca distancia de nosotros. Algo aturdido volví a alzar mi cabeza para ver a mis padres, quiénes actualmente estaban llorando por la escena.

—¿Qué...?

—Dejala ir, JungKook, es lo mejor para todos.

—¿Por qué es lo mejor para todos? ¿A donde debo dejarla ir? ¿Qué...?

—Solo hazlo. Sus vidas corren peligro en este momento —aclaró mi padre—. Todo está relacionado con lo que ya sabes, así que por favor, déjala ir. Es la única manera de salvarla.

El nudo que anteriormente se había formado en mi garganta me estaba impidiendo la entrada del aire. Un malicioso revoltijo se sintió en mi vientre y una fuerte presión fue impuesta en lo más profundo de mi pecho, cosa que logró el aumento de mis lágrimas.

Volví a mirar a Hae, quién se había separado un poco para observar mis ojos, y en cuanto notó el estado emocional de mi cuerpo simplemente se acercó y acuñó mi rostro con sus manitas.

—JungKook, tranquilo, te prometo que volveré...

—No te vayas Hae, no me dejes otra vez...

El llanto que salía de mi garganta impulsó al suyo para que nuevamente cobrara vida, lo que ocasionó que nuestros corazones crujieran en un punto de quiebra. Ella se acercó más hasta el punto en que unió nuestras sudadas frentes, mientras que yo posé mis manos en sus brazos para propiciar unas leves caricias.

—Te amo, JungKook, no sabes cuánto —declaró repentinamente.

Me dolió todo.

—Yo te amo más, HaeNul. Joder, no puedo vivir sin tí —sollocé—. No me dejes, por favor, no me dejes solo...

—Lo siento, JungKook, de verdad lo lamento  —sorbió por su nariz—. Esto no tenía que suceder así...

—No te eches la culpa ahora.

—La tengo, ¿ok? Es mi culpa —enfocó mis ojos—. Pude salvar a todos, me propuse eso; sin embargo, no pude salvarnos a nosotros. Lo siento tanto...

Sollocé con fuerza cuando sentí que era más que suficiente. Bajé mi rostro para que no me viera, pero fue imposible. Ella misma alzó mi cabeza y se acercó hasta que nuestros labios chocaran en un suave y dulce beso, mismo que profundicé un poco en el intento de que jamás se alejara.

Quería que fuera una pesadilla. Era una necesidad, pero cuando al alejarnos y caer en cuenta que ya era el momento de decir adiós, quise desaparecer.

—JungKook, escúchame un momento —pidió con la voz hecha un desastre—. Cuidate mucho, ¿okey? Por favor, es lo único que pido. Mantén al grupo unido y nunca dejes que la luz se apague. Estate atento a Lisa y cuidala por mí; dile que la quiero demasiado y que espero que algún día me perdone. También dile eso a los chicos.

»Pero lo más importante... esta vez no deseo que esperes por mí, ¿de acuerdo? —sollozó—. No quiero que sufras el mismo infierno por más tiempo, y no tengo idea de cuando regresaré. Así que, por favor, no me esperes.

—No, no me pidas eso —negué con la cabeza—. Siempre voy a estar contigo, esa es mi promesa.

—JungKook... —acarició mi cabello con delicadeza—. Sólo no me olvides. Has sido el mejor novio y mejor amigo que he podido tener.

—No te vayas, por favor —me aferré a su cuerpo una última vez, sintiendo como todo se desvanecía en mis propias manos.

Nos mantuvimos en ese abrazo por un par de segundos, sintiendo que este sería el último que alguna vez podríamos tener. Y aquello me aterró. Pero supe muy pronto que... realmente tenía que irse.

Así que, no queriendo soltarla, me separé un poco y dejé un beso en su frente antes de murmurar.

—Te amo.

Y ella me regaló una triste sonrisa antes de responder de vuelta.

—Te amo.

De esa forma, con el dolor tomado posesión de mi alma, vi como se alejaba aún sosteniendo mi mano, hasta que simplemente... se soltó.

Olivia caminó a paso rápido hacia el helicóptero y se giró una última vez hacia los presentes, no perdiendo el tiempo en llorar de manera desconsolada antes de entrar por completo.

Quise detenerla, quise echarme a llorar, pero tuve que ser fuerte hasta que realmente se fuera. Así que, conteniéndome, vi como el medio de transporte comenzaba a ascender y poco a poco iba alejándose, cada vez más desapareciendo de nuestras vistas.

Y fue ahí cuando dejé de soportar.

Mi garganta dolió cuando solté el primer grito lleno de dolor, mismo que me provocó caer de rodillas al suelo. Negué varias veces con la cabeza por todo lo que estaba sintiendo, siendo incapaz de calmarme.

No podía ser cierto.

Ella no podía hacerse ido.

Pero lo hizo, y no fue su culpa.

Cubrí mi boca con ambas manos y traté de callar mis altos sollozos, pero no pude. Mis padres y los tíos Kim vinieron a ayudar, sin embargo, no valió la pena.

Nada lo hacía.

—Ya no quiero sentir esto. No, ella no. No puedo soportarlo —sollocé.

Y no fui capaz de hacerlo cuando perdí la conciencia y caí al suelo, viendo cómo todo mi campo de visión se volvía oscuro...

... Justo como mi vida lo haría desde ese mismo instante.

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Escribir esto ha sido lo más difícil. De verdad lo digo. ¿Ustedes están llorando? Yo sí 😭💔

Psdt: Hay una notita después de este capítulo. Lean, por favor. Es algo importante.

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