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⚘. ▎60

❝Lazo de hermandad.❞
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JEON JUNGKOOK
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19:49 hrs.


La vida: nuestro período de tiempo existente en la Tierra. Aquel que nos permitía experimentar los miles altos y bajos de los hechos inefables que día a día acontecían a lo largo del mundo. Era lo que nos invitaba a conocer las maravillas de nuestro alrededor, las emociones como el odio y el amor, a personas increíbles... Todo en general.

Pero justo como estar vivo era un privilegio, tambien podía convertirse en un infierno.

Y yo en este momento me sentía como lo último.

Ahora mismo la vida no significaba mi manera de existir o respirar para encontrarme firme sobre este mundo, sino que únicamente estaba representando ser mi enemiga cuando lo que más deseaba era desaparecer.

Tal vez era muy exagerado, pero después de lo sucedido ni siquiera deseaba seguir existiendo.

Mi cabeza daba vueltas. Eran muchas emociones las que sentía en cada parte de mi cuerpo, mi corazón siendo ese central que recibía esas miles de sensaciones. Me dolía fuertemente el pecho ante tanto sufrimiento que en apenas minutos me había llegado a someter, uniéndolo a todas las emociones acumuladas en el cabo de los años. Tenía los ojos hinchados, era lo más probable ya que no paraba de llorar; incluso me ardían con cada lágrima que se iba escapando de mis labios. Mi nariz estaba repleta de mocos para completar la situación y mis dientes estaban haciendo sufrir a mis labios tanto como mi corazón hacía doler a mi cabeza. Justo para convertirse en la cereza del pastel, estaba totalmente empañado por la lluvia que no parecía cesar en la ciudad.

Todo era un completo asco.

Cuando salí de la institución caminé por un buen rato bajo la llovizna en un completo silencio, mas no paz. Creo que aquello era lo único que no podía sentir desde ese día donde KyungSoo me soltó la bomba.

Era imposible de creer.

Incluso ahora me seguía resultando imposible.

Justo ese todos los hechos de los últimos meses comenzaron a unirse entre sí, atando los puntos por sí solos mientras yo continuaba negando que pudiera ser cierto. Para mí era una negación total, algo que no podía tener sentido por más que una parte en mi interior lo deseara.

Se sentía como una utopía.

Yo realmente me negué a aceptar lo que era obvio frente a mis ojos y, justo ahora, estaba pagando las consecuencias tanto como ella.

Con esto nos habíamos sometido a un sufrimiento sin fin.

Durante los minutos donde caminé sin rumbo sólo pensé en todo lo que había sucedido en apenas un instante. No se sentía bien, no lo era. No quise que nuestro reencuentro fuera así; en mi mente estuvo creado el pensamiento de cumplir al pie de la letra con esa canción que había escrito sólo para ella, pero las cosas sucedieron de una manera que ni en la mayor de las locuras hubiera podido imaginar. Al buen rato pude encontrar un autobús que casualmente pasó por mi lado y que podría darme un aventón a casa; estaba súper mojado por la lluvia y no me importaba, pero no era sensato enfermarme en estos momentos, así que dejé la terquedad y me monte en el vehículo.

Ahí estaba en ese momento.

Se encontraba muy vacío para ser aquella hora crucial donde los ciudadanos salían de sus respectivos trabajos. Estaba sentado en los primeros asientos con la mirada fija a los exteriores, justo en la lluvia que continuaba cayendo sin cesar sobre las calles de Seul.

Aquel fenómeno era muy bonito y relajante. Pero no lo suficiente para darme un consuelo.

El viaje se estaba haciendo super largo, no sabía si se debía a mis pocas ganas de llegar a casa o a los mil y un pensamientos que atravesaban mi mente sin parar. No quería hablar ni ver a nadie, mi objetivo al llegar a mi hogar era acostarme en la cama y llorar por un año.

Aquello era mi única forma de sacar el dolor y las emociones vividas.

Yo... yo realmente quería a esa chica. Olivia se había robado mi corazón justo como HaeNul hacía diez años atrás lo llegó a hacer. Era irónico porque me había enamorado de la misma persona sin ni siquiera saberlo, lo cual de alguna manera me generaba una enorme e inimaginable confusión. No sólo era el dolor de los hechos, sino también aquella situación que podría resultar graciosa.

Pero principalmente, estaba muy decepcionado de todo.

Y aún así, la continuaba amando tanto como esa primera vez donde la ví.

En el camino a casa pude divisar que me encontraba cerca, así que presioné el botón a un lado de mi asiento para que el chófer del autobús se detuviera. Al hacerlo no tardé en bajar sin ni siquiera decir palabra alguna. Sólo quería meterme en mi cueva y no salir por un buen rato.

La lluvia cesó un poco durante el tiempo en que estuve caminando hacia las propiedades de mi hogar. Los transeúntes estaban idos de la realidad, cada uno metido en sus problemas justo como yo.

Tal vez ellos vivían peores cosas y no lo sabía.

En cuanto caminé por varios minutos a través de la pequeña calle fui capaz de ver los grandes portones que darían paso a mi hogar. ¿Realmente tenía que llegar? De seguro mis padres preguntarían sobre todo, pero yo no quería responder absolutamente nada.

Ni siquiera saludé a los guardias, sólo caminé de manera sigilosa y veloz hasta entrar a mi hogar. Y fue ahí donde escuché unas cuantas voces provenir desde la sala, recordándome algo.

Mis amigos estaban aquí para disfrutar del éxito en la obra.

«Mierda.»

Lo primero que quería era estar solo, en silencio y evitando que pudieran verme. Pero con todos en la sala de mi casa iba a ser algo imposible, pues las preguntas no tardarían en surgir.

Fue entonces cuando mis ojos se llenaron de lágrimas nuevamente al mismo tiempo en que recostaba mi espalda sobre la pared en el vago intento de calmarme. En términos de soportar, no estaba soportando absolutamente nada. Simplemente quería desaparecer, morir si también era posible.

No aguanté más estar en aquel lugar con el riesgo de ser visto por alguien, así que rápido y sin disimulo caminé hasta la sala donde automáticamente todas las miradas cayeron sobre mí. Escuché que hablaron y me llamaron de la misma forma en que se levantaron de los asientos, pero no presté atención. Lo único que hice fue correr sin retorno hacia las escaleras de camino a mi cuarto, donde tal vez y sólo tal vez, podría sentirme en paz.

Una paz de la cual iba a carecer por un buen tiempo.

Percibí los grito y llamados de mis amigos tanto como de mi familia, sin embargo, no me giré en ningún momento. Sólo corrí con las lágrimas cayendo hasta entrar a mi habitación y cerrar la puerta, procediendo a acostarme en la cama y ocultar el rostro entre las almohadas.

Fue ahí donde no me contuve.

Lloré. Grité. Sollocé. Y me rompí justo en ese lugar en apenas cuestión de segundos. El dolor en mi pecho no se comparaba con ninguno, ni siquiera con aquel que sufrí hacía diez años; este era más fuerte, cruel, no estaba teniendo ninguna clase de piedad conmigo. La decepción invadía mi mente y corazón como una espada clavada en el corazón de un valiente guerrero, y me lamentaba de decir que el atacante había sido quién menos lo imaginé.

Porque aún siendo consciente de los hechos, no era capaz de creer que Olivia y HaeNul eran la misma persona.

Y era su forma de mentir lo que me traía la enorme decepción.

No me estaba controlando en sacar todo de mi pecho. Parecía que las lágrimas en mis ojos eran completamente infinitas, no cesaban de ninguna manera. Incluso continuaron a pesar de sentir como la puerta de mi cuarto era abierta.

Maldito el momento en que no pasé el jodido pestillo.

Sentí los tacones de mamá resonar en el suelo durante su corrida hacia donde me encontraba. Supe que se había sentado en la cama por la manera en que dicha se hundió y también por la caricia de su mano en mi pelo, la cual logró hacerme llorar muchísimo más.

—¿JungKook? ¿Qué sucedió? —preguntó preocupada. Fui capaz de sentir los temblores en su mano así como los de su voz, y eso me dolió mucho más. Negué con mi cabeza indispuesto a responder—. Cariño, por favor, ¿qué pasa?

No quería hablar, maldita sea, no quería siquiera respirar.

Lloré sin remedio al no saber que demonios responder. Sentí que del otro lado de la cama aparecía una presencia, y supe por la forma en que una mano descansaba en mi espalda que se trataba de papá. Me encogí ante el tacto de ambos y dejé salir un sollozo.

Fue entonces cuando traté de obtener un poco de aire para decir:

—HaeNul... —murmuré en un hilo de voz—. HaeNul es Olivia.

El silencio que reinó por mi respuesta se sintió incómodo, mas no me importó cuando tenía otras cosas más relevantes en mi asquerosa vida. Al cabo de varios segundos eternos percibí los brazos de mi progenitora enrollar mi espalda y abrazarme con muchísima fuerza; por la manera en que respiraba dificultosamente imaginé que lloraba.

—Ven aquí, ven aquí —dijo al alejarse un poco y extender los brazos para que me acurrucara a su lado, lo cual no tardé en hacer. Me moví un poco sobre la cama y la abracé por la cintura mientras escondía la cabeza en su pecho dispuesto a llorar durante mil años como si fuera el mismo niño de hace un tiempo—. Tranquilo, sácalo todo.

Justo al momento mi padre se acercó para abrazarme de igual forma mientras mamá acariciaba mi pelo. Y yo... yo estaba haciendo lo que mejor sabía hacer: llorar.

Los minutos interminables pasaron donde únicamente me concentré en eso. Lo que sentía era tan horrible que no parecía cesar de alguna forma. Había resultado muy lastimado entre toda esta situación de locos y ahora lo estaba sintiendo más que antes. Mis progenitores no dijeron más nada durante el momento para dejarme en paz, no obstante, decidieron hablar para preguntar:

—¿Ella está bien?

La cuestión de papá me hizo alzar un poco la cabeza para verlo. Ese instante mi madre lo aprovechó para limpiar un poco mis mejillas empapadas.

—No... No sé —respondí de manera baja—. Nosotros discutimos, y simplemente me fui. Ella se quedó en la azotea de la escuela.

—¿Sabes si alguien la esperaba afuera?

—No tengo idea —cubrí mi rostro un momento para calmar todo mi nerviosismo y las lágrimas aunque sea por un par de segundos—. Creo que Jin, el detective amigo suyo, la esperaba afuera...

Dejé salir aire disimuladamente mientras cerraba los ojos con fuerza para calmar la punzada en mi cabeza. Me dolía todo de repente.

No obstante, entre todo ese sufrimiento, algo destacó: el silencio y las miradas fijas de mis padres.

Al alzar mi cabeza un momento para verlos fui consciente del terror plasmado en sus rostros. Aquello me hizo fruncir el ceño un tanto confundido, y eso pasó a ser miedo cuando una lágrima cayó por la mejilla de mamá.

Quise preguntar, pero se me adelantó con una orden hacia mi padre que me tardé en procesar.

—YounSoo, llama a los Kim.

Fue ahí donde todo valió mierda.

Mis expresiones plasmaron en su totalidad la impresión que sentía al escuchar eso. «No, no podía ser eso...»

—¿Qué? ¿Cómo que los Kim?

—JungKook —mamá me interrumpió de forma abrupta tomando mis hombros y haciendo que la observaba fijamente. Por el rabillo de mi ojo vi a papá levantarse y proceder a hacer una llamada, mas no pude ver mucho cuando la atención recayó sobre mi madre y esas expresiones básicamente asustadas en su faz—. Primero necesitamos que te calmes y relajes, ¿de acuerdo? Hay mucho de que hablar...

Me quedé estático y sin decir palabra alguna después de eso. Lo único que realicé fue tragar duramente la saliva en el intento de buscar alguna clase de relajación, pero no era posible.

Menos cuando escuché las últimas palabras.

—Y lamentablemente las cosas no estarán bien a partir de ahora...






KIM HAENUL
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19:54 hrs.






El auto se encontraba en movimiento entre las calles pobladas de la ciudad como cualquier otro. Avanzaba sin frenos y de la manera más normal, pero desde el interior mi acompañante y yo conocíamos que era distinto.

Mi mirada perdida caía en la ventana y en las gotas de lluvia que impactaban sobre dicha, tratando de encontrar una tranquilidad momentánea antes de enfrentarme al verdadero problema que mi vida debía soportar. De mis ojos a cada rato se escapaban algunas lágrimas debido a los recuerdos oscuros de lo que ahora todo esto significaba; mi cabeza daba vueltas y vueltas en torno a esa afirmación, pero no podía encontrar un vínculo sólido y certero entre toda la demás información.

Probablemente también estuviera en un enorme shock que impedía mis pensamientos claros.

SeokJin a mi lado iba manejando por las calles manteniendo el silencio tedioso pero a su vez necesario en la situación. A veces sentía su mirada sobre mí, después la apartaba... Trataba de cerciorarse de que estuviera bien, lo cual estaba siendo muy difícil.

Me dolía la cabeza como el mismísimo infierno desde que toda la locura dió inicio. No sabía en qué pensar: JungKook, nuestra relación, mi culpa y error, la unión de todos los cabos... o el hecho inédito de que Lisa era mi hermana.

De sólo enfocarme en esto último sentía mi corazón apretarse.

Hacía un rato atrás llegué a tener un ataque de pánico que condujo a un desmayo ligero durante un par de minutos. Cuando desperté me encontraba en el coche con un SeokJin desesperado por encontrar alguna solución; al final terminó llevándome a una farmacia para conseguir los medicamentos que necesitaba y así ajustar mi frecuencia cardíaca. Justo después de eso nos quedamos parqueados en el mismo lugar mientras él trataba de ayudar en la situación.

A pesar de ya suponer los hechos, Jin parecía muy sorprendido.

Me habló varias veces con su serena voz y aseguró que las cosas iban a salir bien.

«Tranquila, ¿de acuerdo? Todo estará bien, así será».

Yo quería creer a sus palabras, pero no estaba siendo fácil.

Ahora íbamos de camino al lugar en donde menos deseaba estar: mi casa. No quería llegar y enfrentar a mis padres. Mis condiciones emocionales no eran las mejores debido al asunto de JungKook y la verdad absoluta, pero no creía soportar guardar esto último, por lo que ya sabía el rumbo que las cosas iban a tomar.

Desde ya era seguro que todo se iba a poner bien feo...

—¿Estás mejor?

La cuestión de Jin me hizo girar la cabeza para verlo.

—Mi frecuencia cardíaca ha vuelto a su ritmo, pero no estoy bien.

No dijo nada por el momento luego de esa respuesta. Mi mirada cayó sobre la carretera frente a nosotros, notando como los caminos comenzaban a ser conocidos.

Ya estábamos llegando.

—¿Estás lista para enfrentar la situación en tu casa?

—No... —murmuré de manera débil—. No estoy lista para nada.

—Hey, mírame un momento —pidió con calma mientras tomaba mi mano delicadamente luego de frenar debido al semáforo rojo—. Eres una chica fuerte, verás que las cosas saldrán bien... Será un tiempo difícil, pero todo estará bien. ¿De acuerdo? Yo estoy aquí para tí, y sabes que en cualquier cosa siempre te ayudaré.

Mis ojos volvieron a llenarse de lágrimas al escuchar esas palabras. Estaba muy agradecida con SeokJin desde el inicio, había sido súper atento conmigo sin importar la situación en la que nos encontráramos y eso era algo que yo valoraba.

—Muchas gracias, Jinnie...

Él me regaló una leve sonrisa como respuesta acompañada de un suave apretón a mi mano. Pero la circunstancia se vió interrumpida cuando el semáforo indicó que se podía avanzar y entonces el camino a casa se hacía realmente cierto.

Lo fue mucho más cuando al doblar una cuadra la propiedad pudo verse.

Ya habíamos llegado.

SeokJin avanzó de manera lenta por el camino entre el pequeño grupo de árboles con el fin de llegar a los portones. Los nervios volvieron a invadirme e inmediatamente mi cabeza pensó en como saldrían las cosas, abrumándome por completo y nublando a mi juicio.

No estaba actuando con la cabeza fría, y eso era el principal factor desfavorable en la circunstancia.

El vehículo se detuvo cuando las puertas fueron visibles frente a nosotros. Desde adentro ví a los guardias compartir un par de palabras, mas no realizaron alguna acción. Jin a mi lado se giró un poco para enfocarme de mejor forma, yo también giré mi cabeza para ver sus ojos.

—Ya hemos llegado... —expresó en un tono bajo—. Estoy en una crisis existencial entre quedarme o dejarte sola.

Traté de sonreír ante eso para relajarlo, pero estaba muy segura de que resultó siendo una mueca.

—Lo mejor es que te vayas. Yo... tengo que hacer esto sola —aclaré.

—La última vez que le hice caso a tus palabras no salió muy bien el resultado.

Una pequeñita risa nasal se me escapó justo como a él.

—Es cierto lo que dices, pero lo más sensato es que haga esto por mi cuenta —jugué con mis manos un tanto inquieta mientras decía aquello—. Si bien aseguro que las cosas no salgan bien, es lo que toca.

—¿Estás realmente segura de eso?

Dudé mucho debido a esa pregunta...

... Pero terminé asintiendo porque a pesar de ser difícil, quería hacerlo yo sola.

—Muchas gracias por todo, Jin. Si no hubiera sido por tí... —mis palabras se detuvieron cuando noté el mismo nudo insistente e incómodo formarse en mi garganta, justo como las lágrimas que amenazaban por salir de mis ojos.

—No llores. No lo hagas porque sino me quedaré —advirtió en un tono bajo mientras sostenía mis manos.

Bajé la cabeza un par de segundos en el intento de controlar mi vulnerabilidad. No podía mostrarme así en este momento.

—No te preocupes por mí, ¿sí? Estaré bien.

«O eso intentaré», pensé.

—Confío en tí, Olivia. Nunca dudes de eso. Cualquier cosa que necesites, solamente llámame, ¿de acuerdo?

—De acuerdo —le regalé una sonrisa leve como respuesta—. Ahora... Debo irme.

—Mucha suerte, pequeña —despeinó mi cabeza.

—Gracias —con inseguridad abrí la puerta del auto y toqué el suelo, sintiendo de manera instantánea una energía negativa que no me gustó para nada. Un aire congelado se esparció en mi cuerpo haciéndome temblar levemente, aún seguía mojada debido a la lluvia que había caído sobre mí. Me giré para ver al castaño en el interior del auto y agité un poco mi mano como forma de despedida, siendo correspondida por el mismo acto de su parte. Y fue entonces cuando cerré la puerta y encaré a la casa frente a mis ojos.

Una casa que ahora no tenía ningún ápice de seguridad.

Titubeante y con un horrible terror me encaminé hasta el portón donde los guardias me recibieron sin decir palabra alguna. Abracé mis brazos debido a la frialdad del ambiente; todo el clima se había vuelto húmedo gracias a la lluvia que, a pesar de estar más calmada, no cesaba y ahora se volvía fresco por la llegada de la oscura y solitaria noche. Al avanzar a través del parqueo sentí las vibras mencionadas incrementar el grado de incomodidad, como si cada paso dado representara estar más cerca de la desgracia, como si estuviéramos jugando al clásico juego de Frío y Caliente: mientras más se acercaba, más caliente era.

Era justo eso lo que sentía.

Fue entonces cuando mis ojos capturaron en el parqueo a un auto peculiar y que ya conocía debido a los múltiples encuentros.

Los Manoban estaban en mi casa.

La realización de lo que eso significó fue suficiente para crearme más y más nervios de los que ya poseía. Por un instante quise retroceder hacia donde estaba Jin, pero me negué a ser débil en ese momento. No podía huir toda mi vida de los hechos, así que solo quedaba enfrentarlos.

Y por más complicado que fuera, no me detendría.

Tomé la poca fuerza que me quedaba y caminé con pasos seguros hacia la verdadera entrada de mi casa. Cada pisada atraía un mal presentimiento mayor y no negaría que me afectaba, pero aún así continué sin cesar. Al tomar el picaporte mi mano tembló tanto como mis piernas; me sentía a punto de tener otro ataque de pánico, sin embargo, traté con todas mis ganas controlarlo ya que no era lo que necesitaba en este momento.

Y entonces, cuando moví la perilla para abrir la puerta, fue como si estuviera entrando al mismísimo infierno.

Además de percibir esa horrible energía en el ambiente, era capaz de sentir las voces en la sala continua al pasillo en donde me encontraba. Escuchar a mis padres hablar sobre un tema desconocido y las respuestas de la otra familia me provocaban un asqueroso deseo de vomitar lo que había comido horas atrás o probablemente, todos los nervios acumulados en mi interior hasta el punto de sofocarme. Cerré fuertemente los ojos y apreté mi pecho para obtener un poco de calma emocional, y una vez que me sentí lista... avancé directamente a la boca del lobo.

Arrugué inconscientemente la prueba de ADN en mis manos mientras caminaba hacia la sala como una terapia para la ansiedad, misma que incrementó considerablemente cuando me di a notar y toda la atención recayó sobre mí.

En cuestión de segundos detallé a las dos familias que descansaban en los muebles, enfocando principalmente a los señores Manoban que anteriormente me causaban miedo y ahora sólo era un enorme repudio. Sus miradas fijas representaban alegría cínica en toda su expresión; era obvio que conocían el contexto de todo.

Y eso me daba más coraje.

Pero entonces observé a la rubia a un lado de ellos... y mis ojos no tardaron en llorar.

Estaba viendo a mi hermana.

A mi maldita hermana.

Mamá abrió la boca para decir algo ante mi llegada, pero al ver mi estado se levantó del asiento de camino hacia donde yo estaba. Era un desastre vivo tanto físico como mental, y eso no iba a pasar desapercibido para nadie. Inspiré aire para relajarme, sin embargo, no sirvió.

—¿Olivia? ¿Qué ha sucedido?

No le hice caso a sus palabras, pero cuando tocó mis hombros para hacerme reaccionar yo me solté bruscamente y en un movimiento fuera de consciencia. Eso fue lo necesario para que todos, incluida ella, quedaran totalmente confundidos.

Excepto la familia contraria que parecía estar divirtiéndose con la situación.

—No me toques —escupí con un odio que me sorprendió a mí misma—. Me das asco en este momento. Todos me dan asco.

—¿De qué hablas? ¿Qué...?

—No se hagan los brutos, padre. Aquí saben perfectamente que carajos está sucediendo.

Todo el lugar se quedó en silencio después de que dijera eso. Mis progenitores estaban estáticos frente a mí sin ni siquiera pestañear mientras yo clavaba las uñas en la palma de mi mano para controlar todas las emociones que sentía. Quería gritar y llorar con fuerza.

—Ahora mismo estar viéndolos es lo que menos deseo. Me dan asco, coraje, todo en uno... No tienen idea de lo que esto significa.

—¿Pero de qué hablas, hija? ¿Qué...?

—¡Cállense! ¡Ni se les ocurra hacerse las víctimas! —reclamé enojada, traicionada, completamente dolida por toda la situación. Por el rabillo de mi ojo veía a los "padres" de mi hermana sonreír de soslayo como si estuvieran orgullosos de lo que habían hecho, mientras ella simplemente fruncía el ceño confundida por todo. Jennie justo detrás de mis padres estaba inquieta, y yo realmente no quise creer que lo sabía—. Son unos mentirosos de mierda. Toda mi jodida vida estuvieron ocultándome una parte de mí que debía conocer y que ahora lo cambia todo, ¿y aún así tienen el descaro de parecer estúpidos?

—Hija, cálmate por favor. Vamos a hablar.

—¿¡Hablar de qué, papá!? ¿¡De qué carajos quieres hablar!? ¿¡De esto!? —enseñé el papel en mis manos, mismo que observaron con confusión y a su vez un poco de temor—. ¿Pretendes que me calme en una situación así? ¿Realmente me estás pidiendo eso? De ser así, entonces miren esto y díganme cómo demonios puedo calmarme.

Les lancé el sobre arrugado con toda la fuerza del mundo mientras jalaba mis cabellos y respiraba entrecortado. La adrenalina me estaba consumiendo por completo acompañada de la ansiedad al tener a esa familia en el mismo lugar, pero no estaba pensando con la cabeza fría.

Realmente no.

Mi madre fue la primera en leer el contenido del papel, yendo directamente a lo último. Automáticamente sus ojos se llenaron de lágrimas incontenibles de la misma forma en que cubría su boca con una de sus manos. Papá le arrebató la hoja e hizo lo mismo, quedándose inexpresivo en ese momento.

Y yo no me quedé callada cuando supe que eran conscientes de la situación.

—¿Cómo pretenden que esté si recién descubro que Lisa es mi hermana?

La bomba explotó.

Mis padres abrieron los ojos de par en par cuando sin remordimiento alguno expresé aquellas duras palabras. Mediante sus expresiones me pedían tomar la calma, ya que no sólo era yo la afectada con esto.

Sino también Lisa, a la cual no me digné en mirar para comprobar su reacción.

Por el contrario, mis lágrimas explotaron en gotas saladas una nueva vez, como si fuera la única vía en la que pudiera soltar todo eso que en ese instante me consumía. Abracé mis brazos con fuerza mientras bajaba la cabeza intentando ahogar los sollozos, pero estaba siendo una tarea difícil.

La sala de mi hogar era un completo silencio, probablemente la casa también, ya que si mal no estaba la mayor parte de los empleados habían sido dados de un día libre por hoy.

Y que mal momento para eso.

Todos, sin excepción alguna, se encontraban estáticos en sus lugares sin abrir la boca. La situación era incómoda, el ambiente que de por sí empezó tenso logró incrementarse y ahora era casi imposible de afrontarlo. De igual manera, ese silencio estaba dando mucho que decir aunque las palabras no estuvieran presentes.

Fue ahí donde escuché un sollozo por parte de alguien, y en la búsqueda de su propietario caí sobre los ojos lacrimosos de la rubia. Lisa me observaba en un estado de shock: estaba conteniendo muy vagamente sus lágrimas mientras que una de sus manos tapaba su boca para no soltar ningún quejido de dolor. No pude sostener el sufrimiento plasmado en sus ojos, así que solamente dejé salir aire de manera temblorosa al mismo tiempo en que bajaba el rostro.

La vi levantarse del mueble y quedar estática en su lugar. Supe por el rabillo del ojo que mi familia la observaba atentamente, pero yo no era capaz de alzar la mirada.

Simplemente no podía.

—Esto... Díganme que no es cierto, por favor...

Su voz. Esa voz que siempre se mostró débil, apagada... Ahora lo era mucho más. Sabía que la pregunta era para mí, no obstante, mi cabeza se mantuvo en la misma posición.

Ella insistió con la pregunta a través de sus actos, porque cuando avanzó dos pasos para estar más cerca de mí me ví en la obligación de enfocarla. Tanto sus ojos como los míos expresaban todo lo que no era dicho en palabras, ella lo sabía. No era capaz de afirmar a lo que dijo con mi propia voz, así que tomé el papel en manos de mi madre y lo extendí, el cual con mucha duda tomó.

Examiné sus microexpresiones mientras leía lo escrito en la prueba. Justo cuando llegó al final y tuvo la afirmación absoluta de que lo dicho era completamente cierto, fue como si no pudiera soportar más. El papel cayó de sus manos y las mismas fueron directamente a su cabello. La imagen de verla tan destrozada me rompió a mí, así que intentando buscar algún consuelo di un paso hacia ella.

—Lisa... —llamé con la voz hecha un completo hilo. Por su parte obtuve un sollozo retenido que tocó cada punto en mi interior—. Yo... lo lamento mucho...

Negó con su cabeza tratando de expresar que no era mi culpa, pero no estaba muy segura de eso.

Tanto era mi daño emocional que me sentía como la única culpable.

Sin saber que hacer opté por abrazarla delicadamente, pero mucha fue mi sorpresa cuando correspondió con fuerza. De repente todas las veces que realizamos ese acto, los sentimientos encontrados... todo tenía sentido.

El lazo de hermandad era palpable desde la primera vez que conectamos miradas.

Escuché que sorbió por la nariz al mismo tiempo en que ajustaba el abrazo, y yo desde ese momento no me contuve en llorar.

—¿Cómo es que...? No... No comprendo nada —murmuró de manera débil.

Y fue en ese mismo instante dónde pensábamos que no podía ser peor... Pero lo fue.

—Dejen de ser tan patéticas... —escupió en un tono irónico acompañado de una risa cínica.

La rubia bajo mis brazos se estremeció por la voz de su "padre" al decir esas palabras. Un tanto insegura se alejó únicamente para verlo aún sentado en el mueble con la cabeza hacia abajo.

—Tu... Eres un maldito hijo de puta.

Sus palabras sonaron con mucha crueldad, tal vez tanta como la que él utilizó.

—Eres el ser más vil en este jodido mundo. Te odio como nadie lo ha hecho.

—Cierra la boca, mocosa —advirtió.

—¡No me voy a callar! ¡Eres un degenerado de mierda!

Y justo al decir eso todo ocurrió en cámara lenta.

El señor Manoban se levantó de su asiento y acto seguido un sonido seco se escuchó en toda la casa. Cubrí mi boca con ambas manos ante el acto que sucedió frente a mis ojos, no siendo capaz de procesar la información.

Abofeteó a Lisa.

La señora Manoban se levantó de su asiento después de eso, observando a su marido un tanto impresionada.

—Eres una maldita zorra...

—No... —repuse, dando zancadas amplias hasta él—. ¡Hijo de puta! ¡No la toques, asqueroso!

No fui capaz de hacer llegar mi puño a su rostro, ya que instantáneamente me tomó con fuerza y pegó mi espalda a su pecho, sacando una pistola de su bolsillo y apuntándola a un lado de mi cabeza.

Aquello fue un acto despiadado.

Los presentes en la sala se quedaron quietos ante eso, mientras que atrás de mí el desgraciado reía sin reparo.

—Vaya... Vaya... Esto es mejor de lo que imaginé.

—SomChai, suéltala —pidió mi padre.

—Cierra la boca, no creo que tengas derecho a hablar.

El lugar quedó en silencio por un par de minutos, tiempo interminable donde intenté calmarme para no mostrar miedo. La esposa del señor dijo algo que no pude comprender, pero por la reacción de él supe que lo había molestado.

«Mierda, mierda, mierda»

—Ay, pequeña Hae —acarició uno de mis cabellos con la punta de la pistola—. Has sido una chica muy buena; cumpliste al pie de la letra con todos los objetivos.

No estaba segura de a qué se refería, pero entonces las palabras de SeokJin dejando en claro que probablemente todo estuviera planeado resonaron en mi cabeza.

Claro, aquí es donde todo empezaba a tener un sentido.

—Descubriste tu propia verdad sin ayuda de tu familia, eso es bueno, así te das cuenta de que no son los padres perfectos. Y me imagino que sabes al respecto de todos los puntos que te hicieron llegar a acá, ¿verdad?

»Nosotros hicimos una promesa, y aquí estamos ahora. Dejaré que tus padres te den los detalles, pero lo clave es que siempre hemos estado detrás de ustedes, especialmente de tí, preciosa —soltó una risita que carecía de emociones positivas—. Desde antes de tu nacimiento has sido el objetivo principal. El atentado en tu propio hogar hace trece años, ¿quién crees que lo hizo? Debe ser obvio ahora. Sólo fue cuestión de aparecer un par de veces más para que huyeran como cobardes. Costó un poco encontrarlos de nuevo, pero al final todo resultó mejor de lo esperado. Y no tienes idea de la alegría que tuve al saber que regresarías junto a tu familia a Corea. Desde ahí todo esto inició.

»Primero encontrarte con Lisa, luego nosotros, el regalo de navidad y que te sintieras observada. Eso, la ansiedad creada en tu interior, fue la invitación para que corrieras a investigar. Pero no te bastó hacerlo sola, así que llamaste a tu amiguito detective para ello.

»En la cena, por Dios, más maravilloso no pudo salir el plan. Viste muchas cosas, te dejé hacerlo. Y por último, visitaste la casa donde viviste los primeros días de tu vida junto a Lisa, y eso fue el empujón perfecto para llegar a acá.

Me quedé en blanco luego de escuchar todo lo que tuvo para decir. Desde que tuve la afirmación ya me imaginaba todo lo dicho, pero se sentía muy impactante escucharlo de su propia voz.

—Lo demás te tocará saberlo mediante tu familia. Por hoy eso es todo —jugó con el arma en sus manos de manera peligrosa. Con una lentitud tortuosa hizo bajar el arma desde mi sien hasta mi mandíbula, delineando la curva con detalles y haciéndome tragar saliva en un acto nervioso—. La promesa hecha sigue en pie, así que nos volveremos a ver más pronto de lo que creen. Deberán cuidarse las espaldas.

El hombre apretó el arma en la piel de mi cuello, haciéndome soltar un quejido debido a la presión.

—Lalisa, vámonos.

—No, no se la lleven —pedí con la voz desgarrada.

—Callate. Lisa, muévete o le hago daño a tu querida hermana perdida.

La rubia se quedó quieta tratando de procesar la información. En mis ojos le pedí que no lo hiciera; lo imploré junto a las inevitables lágrimas, pero no sirvió.

Ella me sonrió con tristeza y avanzó lentamente.

Y yo quise que el señor Manoban apretara el maldito gatillo en ese momento.

—Cuiden mucho a la pequeña HaeNul —dijo como último antes de lanzarme bruscamente hacia mis padres.

Instantáneamente sentí los brazos de Jennie abrazarme con muchísima fuerza, mientras mis ojos estaban puestos únicamente en la muchacha rubia que avanzaba con un horrible temor tras su padre.

Entendí un "tranquila, estaré bien" en el movimiento de sus labios que no me tranquilizó para nada y que por el contrario incrementó mi miedo. La familia enemiga caminó hasta la entrada de la casa y, mirándonos una última vez, salieron de aquí dejando un horrible vacío.

Era imposible.

Todo estaba mal.

Muy mal.

Y si tal vez hubiera detenido que se la llevaran...

—Olivia, ¿estás bien?

Lloré por las palabras de mi hermana mayor. Lenta y sin ningún tipo de piedad me separé de su abrazo consolador, sintiéndome muy intranquila de repente.

—Tú... tú lo sabías, ¿verdad?

Se quedó en blanco ante mi cuestión, dándome a entender rápidamente una respuesta que no quería creer.

—Yo...

—Responde de una vez.

Su rostro mostraba tristeza y desesperación total, pero fue su silencio la confirmación. Una risa sarcástica se escapó de mis labios en lo que algunas lágrimas corrían por mis mejillas.

Esto era más que genial.

—Dejame explicarte... —pidió, haciendo notar aquel nudo en su garganta.

—¿Explicarme qué? ¿Qué todos me ocultaron la verdad durante años por "mi bien"? —pregunté incrédula— ¿Acaso no se dieron cuenta de lo que esto realmente traería?

—Si lo sabíamos, de la misma forma en que éramos conscientes de que algún día descubrirías la verdad —quiso acercarse, pero como acto de reflejo di un paso atrás—. No hagas esto, hay una justificación detrás de todo...

—No, no hay justificación —tomé la palabra—. Me lastimaron, me escondieron y me alejaron de esto por su propio beneficio. Todos ustedes son horribles. ¿¡Como fueron capaces de hacer eso!?

—¡Era por el bien de ambas! —gritó, llegando a un punto donde las emociones ya no podían ser controladas— ¿¡Sabes qué pasaría de no ser así!? Las dos estarían muertas.

No me esperé eso en ningún momento.

Mi rostro se frunció notablemente a pesar de que las lágrimas continuaban cayendo por mis cachetes.

—¿Qué?

—Hay mucho de que hablar, hija —dijo papá con la mirada fija en su celular. Al parecer estaba recibiendo una llamada—. Hay muchas cosas de las cuales hablar.

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Perdonen la tardanza en la actualización, ando muy ocupada estos días con miles de cosas abrumando mi mente 🤧

No hay nada mejor que escribir la parte más difícil de una historia en medio de exámenes finales :')

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