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K-M
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Sentía las caricias de mi madre sobre la piel de mi espalda en el intento de mostrarme todo su cariño y confianza. Mi cabeza se encontraba recostada sobre su hombro mientras jugaba con mis manos. Así estábamos desde hace apenas unos minutos luego de que ella descubriera que algo sucedía.

—Cariño —llamó—, ¿Me quieres contar que sucedió?

—Está bien —me acomodé un poco para estar frente por frente a ella—. Hoy en la escuela me asignaron a JungKook como mi guía. Él me llevó a conocer todo el instituto y conversamos un poco sobre nosotros; me dijo qué se mudó a Seul debido a problemas personales con su familia y que desde muy joven comenzó a prepararse para su lugar en el futuro —jugué con mis manos inquietas—. Le comenté un poco sobre mí, excepto quien soy verdaderamente y todo lo que pasó en New York. Al enterarse de que vine hace poco a Seul...me propuso mañana salir juntos para llevarme a conocer la ciudad...

Mi madre abrió los ojos como platos y sonrío de oreja a oreja, impidiendo que continuara.

—¿¡Me estás diciendo que te invitó a salir?¡  ¡Oh my God! ¡Que emoción! ¡Mi hija tendrá una cita!

—Mamá...

—Debemos ir a comprar ropa, necesitas un nuevo atuendo para mañana.

Sí, está mujer es mi madre.

—Mami, hay algo más que...

—No sabes cuánto tiempo esperé para esto, al fin se cumplió mi deseo, ¡saldrás con Jungkook!

—¡Mamá! —grité.

Su rostro quedó inexpresivo ante el repentino grito, pero cuando divisó algo de desánimo en mi faz llegó a confundirse.

—Tiene una nueva amiga —murmuré cabizbaja.

—Ay, pequeña —me otorgó un fuerte abrazo, al cual correspondí sin dudar.

—Ella estuvo con él en todo ese tiempo; cuando la pasó mal fue ella quien lo apoyó, y yo no hice nada mamá, no pude hacer nada.

—Hija, él tenía que seguir con su vida, es obvio que algo así pasaría.

—Lo sé, pero... me duele no haber estado ahí para él, ni siquiera puedo ir y darle el abrazo que tanto estoy esperando.

—¿Cuándo le dirás la verdad? —preguntó algo dudosa.

—No sé, es difícil, mamá —pasé mi mano por mi frente con algo de cansancio—. Y lo peor, adivina quién es su amiga: Lalisa Manoban, la hija de esa familia que trabajó con la nuestra.

Mi madre se puso pálida en el momento en que pronuncié su nombre. Automáticamente noté una tensión en la sala. «¿Habré dicho algo malo?», pensé. Ella tenía la mirada perdida, como si estuviera procesando algo.

—Mamá, ¿estás bien? Te pusiste muy pálida.

—No sucede nada, hija, ¿la conociste?

Asentí.

—Choqué con ella el primer día pero no la reconocí hasta hoy, parece una buena chica, aunque me siento rara al verla... —confesé—, es como si la hubiera visto antes.

—Bueno, pero eso no importa ahora —le restó atención—. Ahora lo único en lo que debemos pensar es en tu salida mañana —sonrió de forma pícara—. Vamos de compras.

—No es necesario, mamá —me levanté del asiento luego de que ella lo hiciera—, tengo mucha ropa.

—Lo sé, pero necesitas algo nuevo y muy bonito; así que ve a tu habitación, cambiate y nos vamos.

—Está bien, mami —acepté a regañadientes.

∙ · • • • ❀ • • • ∙ ·

17:23 hrs.

Tres horas ¡Tres horas en esta tienda tratando de comprar algo que a mí me sobraba!

—Mamá, ya quiero ir a casa —me quejé.

—Hasta que no compremos algo no nos vamos —pronunció tranquila, a lo que solo bufé. Sus manos y ojos se movieron ágiles por las distintas prendas en mostradores, hasta que llegaron a detenerse—. Creo que este estará bien.

Y en cuanto observé lo que sostenía quise gritar

—Mamá...¿esto es una broma, verdad?

Negó.

—¿¡Es enserio?! Mamá, hemos visto este outfit un montón de veces —dije angustiada.

—Vamos a comprarla —la emoción se notó en sus palabras como si realmente no le hubiera importado lo que dije.

∙ · • • • ❀ • • • ∙ ·

17:56 hrs.

—Ya está todo listo para tu cita de mañana.

—Gracias por todo, mamá.

—No es nada, cariño —acarició mi cabello— ¡Mañana tendrás tu cita! —canturreó con suma alegría.

—Pareces más emocionada que yo.

—Es tu primera cita, hija, es obvio que estoy emocionada.

—Está bien, mami —dije con pesadez—. Voy a afuera.

Así mismo como avisé, atravesé una parte de la casa para llegar al amplio patio de la mansión. Al momento de abrir la puerta sentí el aire chocar contra mi cuerpo propiciándome una grata satisfacción, abracé un poco mis brazos y procedí a caminar hasta el centro del lugar para sentarme en unos pequeños bancos y así admirar la belleza de dicho patio rodeado de árboles y arbustos.

Muy hermoso.

La brisa movía mi cabello desesperadamente, por lo que tuve que arreglarlo varias veces para que no se metiera en mi rostro. Pero en ese tiempo lleno de paz mi mente fue víctima de distintos recuerdos, desde malos y buenos que me hacían sentir diferentes emociones.

Y ahí me preguntaba, ¿qué hubiera pasado si tomaba otras decisiones?

∙ · • • • ❀ • • • ∙ ·

20:58 hrs.

Luego de la cena fui a mi habitación, me di una ducha y posteriormente me acosté en la cama dispuesta a dormir. Ya había realizado todas mis tareas escolares, por lo que me encontraba más libre en ese momento. Encendí la pequeña lámpara en la mesita de mi cuarto para no estar completamente oscura, y ahí recordé algo.

Desde pequeña le había tenido un tipo de fobia a la oscuridad y a las fuertes tormentas debido a un suceso que había experimentado cuando era niña, y que aún a mis 17 años de edad no podía comprender; porque a pesar de preguntarle tanto a mis padres al respecto, nunca obtenía una respuesta que confirmara mis dudas.

“Y Hansel y Gretel vivieron felices para siempre”. Dijo mi madre cerrando el libro.

“¡Si!”. Aplaudió Jennie frenéticamente.

“Bueno, mis hermosas princesas, es hora de dormir”. Anunció papá.

“Buenas noches papá, buenas noches mamá”. Besé la mejilla de ambos.

“Dulces sueños” Deseó mi progenitora antes de salir del cuarto junto a papá.

“Buenas noches, corderito”. Mencionó la niña.

“Buenas noches, Jennie”.

En ese momento ambas caímos profundamente dormidas, pues jugar todo el día había gastado cada una de nuestras energías.

La noche se encontraba serena, hasta que un fuerte estruendo de hace presente en el exterior.

Una tormenta.

Abrí lentamente mis ojos viendo la lluvia caer, los truenos se hicieron presentes y eso creaba un ambiente terrorífico. De repente se cortó la electricidad; todo se volvió oscuro y el miedo invadió cada parte de mi cuerpo. Al instante sentí a mi hermana levantarse a mi lado.

“¿Qué sucede, unnie?”. Pregunté asustada.

“No sé”. Su voz se notó tensa.

Ambas nos abrazamos con fuerza en el intento de protegernos. Y fue sólo cuestión de segundos para que nuestros padres entraran a la habitación, regalándonos una mirada de terror.

“¡Mamá! ¡Papá!”. Grité al verlos.

“Hijas”. Se acercaron a nosotras. “Debemos ir al sótano”. Advirtió papá mientras nos ayudaba a salir de la cama.

“¿Por qué? ¿Qué sucede, mamá?”. Preguntó Jennie.

“No es nada, hija, solo vamos”. Aclaró con un nudo en su garganta que le impedía hablar bien.

Con rapidez nos dirigimos a la planta baja, introduciéndonos en el sótano que ahí existía. De repente —y como si de una película se tratase— los disparos comenzaron a retumbar por todo el lugar, y junto a ellos un sentimiento de pánico se incrustó en nosotros.

Pasaron minutos y minutos que parecían eternos. Mis lágrimas y las de mi hermana se vieron presentes en todo ese tiempo mientras los disparos no cesaban. Podía escuchar el impacto de cosas romperse y caer, así cómo también los truenos fuertes de la tormenta.

Era una película de terror.

Al cabo del rato se escuchó la policía llegar y con eso los disparos se habían detenido. Nos costó demasiado salir, pues el miedo continuaba presente. Pero cuando confirmamos que todo había pasado salimos del sótano para encontrarnos con la policía, misma que estaba en búsqueda de los culpables.

La casa tenía muchos daños, pero lo más impresionante e impactante eran las dos letras pintadas con sangre en la pared.

K-M.

No supe más nada luego de eso, ya que debido a tantas emociones terminé en un coma leve. Fue cuestión de una semana para que despertara en la habitación de un hospital junto a mi familia, misma que había estado muy asustada debido a todo lo que aconteció en nuestra vida.

Los doctores me hicieron un chequeo y comprobaron que todo estuviera bien. Sin embargo, al cabo de los días se descubrió que comenzaba a ponerme ansiosa en la oscuridad y también en los días de tormentas. Por lo que mis padres decidieron tomar medidas para ello.

Recordaba ese día como si hubiera sido hace poco, y aquello era posible gracias al miedo vivido. Todas las noches —al menos en ese tiempo— estaba esa ansiedad de que volviera a pasar lo mismo. Debido a eso el insomnio se hizo presente, y al no descansar bien, mi enfermedad se ponía peor. Pero todo eso dejó de suceder cuando lo conocí a él; a JungKook.

Habían pasado dos meses desde el accidente, y al no estar tranquila mi madre debía ayudarme a encontrar distracciones.

Estaba en un parque cerca de casa junto a mi progenitora. Tenía una muñeca en mi mano mientras que con la otra la peinaba, mi vestido de princesa y mi pequeña corona me hacía ver adorable también.

En ese instante, una silueta femenina apareció a mi lado.

“¿Hyo-Ri?”. Preguntó la mujer a mi madre.

“¡SunHee, que bueno verte!”. Vlciferó mi progenitora antes de abrazarla. “¿Qué haces por aquí?”

“Nos mudaremos cerca”. Dijo esa señora.

“Eres la nueva vecina”. Confirmó ella. “¿Y cómo está YounSoo?”

“Mi esposo está realizando algunos papeleos, ¿y Dongju? Hace tiempo no lo veo”.

“En casa junto a mi hija, Jennie. Esta pequeña es Haenul”. Señaló mamá hacia mí.

“¡Oh! Hola, preciosa”. Saludó la señora acariciando mi cabello.

“Cariño, ella es la señora Jeon, una amiga de la infancia”.

“Hola, señora Jeon”. Saludé con mi adorable manito.

“¿Y ese hermoso príncipe?”. Cuestionó mamá hacia aquél niño que acompañaba a la señora Jeon.

“Él es JungKook, mi hijo”.

“Hola, Haenul”. Dijo el pequeño pelinegro con una dulce sonrisa.

“Hola, ¿quieres jugar conmigo?”. Cuestioné alegremente, recibiendo como respuesta un frenético asentimiento.

Recordar ese día se sentía realmente bien. JungKook fue el único que en esos momentos me causaba comodidad y alegría, así como también era el único que siempre estaba ahí para mí.

Y por esos motivos era que desde niños siempre existía algo más que una simple amistad.

«Si hubiera sabido que las cosas serían de esta manera, hubiera guardado más de esos recuerdos en mi corazón.»

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¡Hola hola!
¿Como andan?
¿Qué les pareció el capítulo?

Decidí dejar este para aclarar algunas cosas que me serán útiles para el desarrollo de la historia, además de que vi necesario que conocieran un poco más de la vida de la prota.

Y bueno.... cambiando de tema....¡VIERON LAS FOTOS CONCEPTUALES DE PROOF!
Es lo más hermoso que he visto en mi vida!! Y gracias a que estoy contenta, publicaré otro capítulo más tarde 😉 un capítulo realmente importante, así que nos vemos!

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