Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

⚘. ▎59

Notita♡: les recomiendo leer escuchando "Bad Liar" de Imagine Dragons :D
¿Listos? ¿Si? Pues vamos.




Mala mentirosa.❞
╰─────╮•╭─────╯


—HaeNul... 

Aquel bajo susurro, tan doloroso y frío, fue mucho más de lo que me sentía capaz de soportar. Sus hombros habían caído a la par de su voz durante la pronunciación de ese nombre que, en mis pensamientos y probablemente en los suyos, no debió decirse así. No estaba en mis planes, tampoco en los de él. Se suponía que esto debía suceder de otra manera, una en donde ambos estuviéramos felices por el reencuentro y no totalmente devastados como en la actualidad era visible. Era muy distinta nuestra mente de la realidad, y era increíble como justamente en el momento de los hechos las cosas pudieran poseer tanto sentido, como también era doloroso saber que lo anhelado durante el tiempo no resultó ser lo sucedido.

Era una sensación difícil de sobrellevar, pues eran esas circunstancias las que te hacían sentir además de la tristeza y el dolor, una horrible decepción.

Y justo ahora, yo era la decepción de él.

Los ojos de Jeon no estaban reflejando más nada que un imperceptible vacío oscuro, lúgubre, carente de su verdadera esencia. Era muy obvio para mí saber que realmente no estaba bien. Y si yo me sentía morir por tenerlo de esa manera, no quería imaginar como se encontraba su corazón tan puro y frágil.

Su rostro empezaba a cambiar con el paso de los segundos. Trató de contener las ganas de arrugar su faz para dejar que las lágrimas fluyeran, lo hizo por un buen rato, pero simplemente llegó el momento donde no pudo más y me dejó ver que la afectación era más grande de lo que yo estaba imaginando.

Y fue justamente su cuestión la que me hizo querer desaparecer.

—¿Realmente eres tú?

No estaba soportando por más que quisiera hacerlo. Escuchar su voz tan vulnerable y sigilosa, como si no fuera capaz siquiera de hablar, ocasionó que las lágrimas se escaparan con más fuerza de mis orbes. Mordí fuertemente mi labio inferior y clavé mis uñas sobre la palma de mi mano sin importarme el dolor físico que pudiera sentir, ya que el prevaleciente en mi corazón estaba tomando todo lo que pudiera llevarse de mí.

Agaché la cabeza con tristeza, nostalgia, dolor, arrepentimiento... vergüenza. Era esto último lo que me estaba consumiendo de los pies hasta la cabeza. No sentía que era correcto tocarlo, verlo, escuchar sus palabras, ni siquiera recordar los miles de momentos juntos.

No merecía nada. No lo merecía a él.

Aún así, sentí que no hacer nada empeoraría todo, por lo que lentamente moví mi cabeza de arriba a abajo, asintiendo a sus palabras. Por el rabillo de mi ojo pude verlo bajar la cabeza e imitar mi acción de no verme cuando giró su cabeza a un lado, y ahí noté como mordía su labio con muchísima fuerza mientras trataba de contener los sollozos ahogados.

A los segundos se movió en su lugar hasta levantarse del suelo, acción que me hizo alzar la cabeza nuevamente para ver qué hacía. Me alarmé muchísimo en ese instante, pero él simplemente reposó sus brazos sobre el muro y se quedó mirando al exterior, justo a mi lado.

Dudé sobre que hacer en ese momento. No veía ninguna manera de tratar la situación, no sabía cómo reaccionar ni que realizar, ya que era cien por ciento consciente de que nada podría ayudarlo.

Nada.

Absolutamente nada.

Finalmente me levanté con lentitud y un enorme miedo de lo que podría pasar ahora. Me sentía muy mal, demasiado débil y vulnerable para llevar a cabo todos los hechos actuales, pero no me quedaba de otra.

Yo realmente merecía sentirme así.

Me quedé quieta a su lado sin ni siquiera respirar. Muchas veces lo había visto de perfil y todo el tiempo amaba la imagen que recibía, pero ahora... ahora no era como antes. JungKook giró su cabeza hacia otro lado en cuanto vió mis intenciones, como si estuviera evitando que lo viera de esa forma. Sin embargo, fue tarde porque pude verlo claramente.

Y eso no me alivió.

La lluvia seguía cayendo sobre nosotros con tranquilidad y calma. No era fuerte, sólo algo leve. Probablemente nos estaba acompañando en el momento, no sabía... Pero si algo conocía era que la tormenta recién estaba iniciando.

Acaricié mi brazo con una de mis manos y tragué saliva con dificultad, sintiendo las lágrimas de mis ojos involucrarse cada vez más en la situación. No estaba sintiéndome bien: de repente las ganas de vomitar me habían consumido, asimismo como una gran obstrucción en mi pecho apareció, como si fuera un puñal bañado de mentiras en mi corazón.

Todo estaba mal, pero aún así tenía que hacer algo. Por lo que luego de morder mis labios, decidí llamarlo.

—JungKook...

La única reacción que obtuve de su parte fue un visible espasmo en su cuerpo. El pelinegro respiraba con dificultad de la misma manera en que sus manos temblaban y parecían inquietas.

No quería verlo, de verdad que no.

Un sollozo se escapó de mis labios ante los hechos. Cubrí mi rostro con ambas manos en el intento de controlarme, pero era realmente imposible. El dolor estaba consumiéndome por completo sin siquiera dejar un ápice de cordura, lo cual no era bueno.

Llegué a jalar mi cabello por la desesperación antes de continuar.

—Por favor, dime algo... Dime algo, JungKook...

Él regresó la mirada al frente dejándome ver que lloraba sin reparo. Sus sollozos ahora eran más audibles, sintiéndose como una jodida cuchilla cortando cada parte de mi cuerpo. Bajó un poco la cabeza y suspiró entre temblores.

—¿Qué quieres que te diga? —murmuró con la voz hecha un hilo—. ¿Qué estoy feliz? Ojalá pudiera ser así.

Negué con mi cabeza mientras estiraba la mano dispuesta a tocar su hombro, pero me contuve ante el pensamiento de que no era lo más adecuado ahora, así que lentamente la bajé y simplemente sollocé en mi lugar.

No obstante, una nube confusa se plantó en mi rostro cuando vi la sonrisa irónica formándose en sus labios.

—Ya lo sabía...

Y aquella confesión fue suficiente para no comprender absolutamente nada.

—¿Qué...?

—O bueno —interrumpió, tomando una pausa para limpiar bruscamente las lágrimas de sus mejillas—, quise creer que no era cierto porque confíe en tí. Confíe en que jamás podrías hacerme algo así...

Cubrí mi boca debido a esa declaración tan fuera de lo que alguna vez había imaginado. No podía creerlo, no podía ser cierto, eso no...

No.

No.

Y no.

No podía ser así. Era imposible.

JungKook ni siquiera me dió tiempo a procesar la información cuando continuó hablando.

—Yo realmente no te reconocí cuando nos vimos en ese parque. Para mí eras Kim Olivia... Siempre lo fuiste —dijo con la vista al frente, tratando de mantenerse fuerte junto a la expresión visiblemente molesta en su rostro—. De vez en cuando veía las similitudes, pero no le presté atención hasta el día donde vi a tus padres. En ese momento algo apareció en mi pecho, sentí... sentí un déjà vu. Mi subconsciente decía que había algo en todo eso... y desde entonces empecé a sospechar al respecto.

»De repente eras idéntica a ella. Te veía y lo primero que llegaba a mi mente era esa niña a quién amé por años, y no me gustaba la sensación. Por eso decidí dejarlo a un lado y concentrarme en nosotros, en tú y yo... —me observó de reojo en ese momento, tragando saliva duramente ante la imagen que debía estar viendo de mí—. Quería intentarlo, quería probar enamorarme de nuevo y... seguir adelante. No significaba dejar todo atrás y romper la promesa; sabía que regresarías algún día, siempre tuve fe en ello... Simplemente deseaba continuar. Pero llegó un punto donde las cosas no estaban bien.

»Empecé a sospechar mucho más cuando las similitudes no podían ser sólo casualidades. Así que mandé a que investigaran y buscaran toda la información necesaria para comprobar los hechos... y entonces pasó. Ese día en tu casa, la llamada —recordó—, fue KyungSoo diciéndome quien eras.

Para ese momento no podía siquiera quedarme de pie, tuve que apoyarme del muro mientras trataba de recuperar el aliento perdido. No había detenido mis lágrimas en el trascurso de sus palabras, no estaba en mis posibilidades.

—No quise creer, me negué totalmente a ello porque confiaba en tí; confiaba en que la HaeNul de hace diez años no sería capaz de mentirme de esa forma —expresó molesto, dejando en evidencia su dolor. Trataba de mantenerse fuerte, pero aquello fue cayendo cuando las lágrimas volvieron a cobrar vida mojando todo su rostro—. Pero las cosas a veces te decepcionan hasta un grado inimaginable. Fui un puto imbécil cuando creí que lo obvio no podía ser cierto.

No iba a negar, me había dolido un infierno que confirmara el hecho de sentirse decepcionado. Eso había sido una completa punzada en cada rincón de mi alma. Era incapaz de sentirme bien cuando lo veía de esa manera; la impotencia estaba palpada en su faz de la misma forma en que reflejaba tristeza.

Yo me sentía igual por mí misma.

Estaba sintiéndome miserable.

Me abstuve a responder algo porque tenía razón en todas sus palabras. Simplemente bajé un poco mi cabeza mientras cerraba fuertemente los ojos y mis puños. Tenía un dolor de cabeza infernal. Él por su parte se incorporó frente por frente a mí y, debido a la pesada mirada perceptible, supe que me estaba observando fijamente.

—¿Por qué hiciste todo esto? —preguntó en un tono de voz duro, aunque manteniendo aquella debilidad.

Justamente me preguntaba lo mismo.

Abrí mi boca dispuesta a hablar, pero era como si nada pudiera salir. Dejé salir aire de mis pulmones al mismo tiempo en que posaba ambas manos en mi frente como si aquello pudiera retener las punzadas.

La situación no estaba siendo buena.

—Yo... —balbuceé. Él me miraba expectante—. No hay justificación, JungKook. No puedo decirte algo que al final resultará siendo no válido... Simplemente no encontraba el momento.

—Ya, claro. En todos estos meses no pudiste decirme nada.

«¡Maldición!», pensé. No sabía si eran sus palabras, el tono de su voz, verlo tan afectado, sentirme como la culpable o la combinación de todo eso, pero me estaba dañando demasiado. Me dolía muchísimo el pecho y no sólo a causa de las emociones vividas, sino también por culpa de mi maldita enfermedad.

Esa maldita enfermedad que inició toda esta porquería.

—Miles de momentos tuvimos juntos, ¿y realmente no fuiste capaz de decirme? ¿Uhm? Si fue así, ¿entonces por qué no lo hiciste el día que nos vimos por primera vez?

—JungKook...

—¿No te diste cuenta de que estabas siendo egoísta? ¿No eras capaz de considerar como me sentía?

—Ni se te ocurra decir eso, porque si hay algo que siempre considero es como te sientes, ¡y lo sabes perfectamente, más que nadie! —exploté de repente. Estaba abrumada, molesta, triste... Era todo en uno. Ahogué un fuerte sollozo mientras mordía mi labio inferior, tratando de calmarme de esa forma—. Siempre pensé en tí, pero el miedo de tu reacción era más grande que yo, JungKook. Y sé que no es justificación, lo acepto totalmente, pero si hubo algo que me impidió fue el hecho de que las cosas fueran tan distintas hasta el punto de sentir miedo por tu reacción.

—Debiste haber confiado en mí —susurró.

—Lo sé. Mierda, lo sé —cubrí mis ojos un momento. No me gustaba que me vieran de esa manera—. Y me odio mucho por eso. ¡Me odio demasiado! Porque debí haberlo hecho cuando pude, tuve que hacerlo, pero lo seguí aplazando hasta ese día donde hablamos de los momentos que vivimos juntos —le recordé, e instantáneamente pasó una mano por su pelo—. Me empezó a doler mucho más, pero aún así no lo hice.

—Es que no puedo creer que hayas hecho eso —aclaró en un tono casi inaudible. Enfocó mis ojos con aquella tristeza atrapante, logrando que me sintiera más inútil que antes—. Te entregué mi confianza, mi corazón, mi alma, todo de mí, y a pesar de que se sintió bien por el momento... es imposible no encontrarme mal ahora.

»Incluso hablé contigo sobre tí, ah, se siente irónico decirlo —rodó los ojos—. Incluso de esa manera no me dijiste nada. ¿¡Puedes entender la locura del asunto!?

—¡Lo sé, JungKook, lo sé! —vociferé frustrada—. Di todo lo que quieras, ¿de acuerdo? Suéltalo todo. Al final, me merezco eso y más.

La mirada en sus ojos cambió luego de eso, mas no pude identificar el motivo o en lo que llegó a convertirse.

—Cometí un grave error: hice algo que ahora me da el enorme riesgo de perder todo lo que alguna vez pude tener contigo —hablé con la voz cortada, el nudo en mi garganta se hacía cada vez más grande justo como la presión en mi pecho—. Yo lo siento tanto, Jeon. Lo lamento mucho. No debí hacer algo así —solté un sollozo ahogado—. No te merezco, ni siquiera debo ser recibidora del amor que tú corazón tan puro podría darme. Por el contrario, merezco que me odies tanto como yo lo hago a mí misma en este momento.

»A pesar de que vieras en mis ojos un paraíso, yo no podía seguir fingiendo algo que claramente no soy. No puedo siquiera decirte y ser lo que tú quieres que sea cuando cargo con la culpa de todo esto —sinceré, sintiendo mi corazón encogerse con cada segundo—. Deseé poder escapar de esa mentira, deseé borrarla, deseé regresar el tiempo, pero no pude. Ahora... Ahora sabes que soy una mala mentirosa, así que eres libre de odiarme y de irte si es lo que deseas. Eso es lo que merezco.

Limpié una lágrima que corrió por mi mejilla en ese momento, aunque fue en vano cuando otra ocupó su lugar. Posé una mano sobre mi pecho para medir los latidos de mi corazón, notando que se encontraban por encima de la frecuencia normal que podía adaptar.

Tenía que tomarme una pastilla urgentemente.

Los ojos de JungKook estaban reflejando un horrible dolor contenido, mismo que se contagiaba hacia mí con cada conexión de nuestras miradas.

—Estoy enfadado, molesto, triste —enumeró—, pero lo más importante es que estoy decepcionado de tí, porque de todas las cosas que llegué a imaginar... esto nunca estuvo en mi cabeza. Sin embargo, no puedo odiarte.

Mi ceño se frunció ante eso. Una pequeñita parte de mí trató de sentirse aliviada por ello, pero no fue suficiente.

Y en ese momento él se dignó en argumentar el porqué, dejándome con un dolor más intenso en mi corazón.

—Porque de verdad te amo como para sentir algo tan horrible como eso.

Eso fue la gota que derramó el vaso.

No evité que las lágrimas corrieron por mis mejillas una vez más con una intensidad mayor. Me sentía una horrible novia, una horrible amiga, una horrible persona, y aún así él confesaba amarme sin importar que.

Así que lloré. Lloré mucho en apenas un minuto a la par de él y las miles de gotas provenientes de la lluvia. Había tomado un poco de fuerza en apenas un momento. Seguía pensando que nos acompañaba en los sentimientos.

—Lo siento mucho, JungKook. De verdad lo siento por todo...

Él negó con su cabeza tratando de darme a entender que todo estaba bien, pero no era algo que pudiera creer, y el hecho de que lo dijera con miles de lágrimas en los ojos no beneficiaba a la situación.

No estaba pensando con claridad, y por tal motivo no lo consideré mucho antes de darle un fuerte abrazo y llorar en su pecho. JungKook no reaccionó, no correspondió al acto, pero tampoco me apartó. Simplemente se quedó en silencio mientras recostaba su cabeza sobre la mía de manera sutil, probablemente llorando de igual manera.

—Lo lamento mucho, lo siento —murmuré—. Te amo un montón, yo también te amo, JungKook. Perdóname, yo...

—No hagas esto más difícil... —murmuró en mi oído.

Sabía que esto no era lo más cómodo ahora, pero sentía la necesidad de darle un abrazo ante el pensamiento de no poder verlo jamás. Así que por ello lo estaba haciendo. Deseaba sentir la calidez de su cuerpo una vez más antes de someterme a una horrible oscuridad.

Sin embargo, supe que debía alejarme lo más rápido posible.

Al dejar de sostener su torso sentí el frió colarse por mi cuerpo, ocasionándome un escalofrío que no pasó desapercibido para él. Rápidamente se quitó el abrigo que traía y lo puso sobre mis hombros a pesar de las mil veces que me quejé.

—Hay frío, podrías resfriarte —se limitó a decir. No obstante, sus acciones hablaron solas. Jeon acarició por un esporádico momento mi mejilla, limpiándola de forma disimulada. Aquel acto me revolvió el alma en cuestión de segundos. Pero duró muy poco, ya que lentamente bajó su mano hasta el bolsillo de su pantalón, tragando saliva duramente—. Yo... uhm... Quiero estar sólo, ¿sí? Creo... Creo que necesitaré un tiempo.

Asentí sin objeción a sus palabras. Era más que comprensible su deseo, y a pesar de que doliera, debía aceptarlo.

Probablemente ambos necesitaríamos un tiempo.

—Así que... me voy...

Y sin ni siquiera mirarme a los ojos comenzó a caminar hacia la salida de la azotea. Me abracé a mí misma en ese momento en el intento de no derrumbarme, deseando que no se fuera. Sabía que lo mejor era estar alejados el uno del otro por un tiempo, pero aún así se sentía abrumante que todo haya resultado de esa manera.

Cuando escuché la puerta abrirse me preparé para llorar, no obstante, sus palabras capturaron mi atención antes de eso.

—No te quedes mucho tiempo aquí. Hay frío y empezará a llover con fuerza —comentó con un ápice de preocupación en su voz que no pasó desapercibido. Giré lentamente sobre mis talones para verlo, momento en donde se apresuró para salir y finalmente irse.

Entonces cuando la puerta se cerró me dispuse a liberar todo.

Caí de rodillas sobre el suelo duro y ahora empapado por el aguacero existente, no importándome el ardor que sentí debido a un posible raspón. El dolor en mi corazón era mucho más fuerte en ese momento.

Y era lo único que importaba.

No presté atención a la lluvia que me empapaba, tampoco a los truenos, mucho menos a mí propio estado. Sólo podía pensar en él, en mi error, en lo que había cometido y las consecuencias que ahora tenía que afrontar.

¿Realmente todo quedaba así?

No podía siquiera procesar información. Tenía un completo colapso mental así como una punzada horrible en mi corazón que me impedía estar calmada. Un ritmo cardíaco fuera de lo común se estaba desplazando por cada una de mis venas, comenzaba a sentirme decaída y el aire se estaba convirtiendo en el mayor deseo de mi organismo

Era una jodida reacción de mi enfermedad.

Eso me tenía inquieta, pero no era más importante que saber lo sucedido. Aún en el suelo, destruida, mojada, llorando y sollozando sentía que no merecía nada de las cosas buenas que vivía. Sentía que no debía recibir el cariño de ese chico, yo realmente estaba pensando así.

No obstante, desde el instante dónde dijo eso supe su motivo.

En otras circunstancias si lo hubiera hecho; JungKook me habría odiado, pero a pesar de la afirmación dada en ese instante... había algo más que no había recordado hasta ese mismo momento.

Diez años atrás, un poco antes de que la oportunidad de viajar se diera, estuve ingresada en el hospital por una de mis recaídas con la enfermedad. Mi hemoglobina había bajado a niveles inimaginables y por ende tuve que obtener atención médica. No fue un momento que recuerde como bueno, excepto los instantes donde él lo convirtió así.

JungKook me acompañó en el hospital durante aquella semana para que no me sintiera aburrida. Estuvo todas las tardes después de la escuela junto a mí viendo películas, jugando con mis muñecas, abrazándome... lo único memorable de esa situación. Uno de esos días marcó demasiado en la relación que ambos poseíamos. Podría decir que luego de esas palabras fue que la bomba de amor explotó entre nosotros.

“¿Estarás mucho tiempo acá?”, inquirió abriendo sus ojitos de bambi al tope.

“No lo sé, Kook. Creo que para la próxima semana”.

“¿Entonces no podrás ir al baile de primavera?”.

“Lo siento mucho”, mis ojos se llenaron de lágrimas, asimismo como un puchero se creó en mis comisuras. “Prometí acompañarte”.

“No te preocupes, mi princesa”, dejó un besito en mi mejilla. “Prometo no bailar con ninguna de esas niñas odiosas. Es más, ni siquiera iré. Sólo quiero que seas tú. Ya tendremos nuestro baile luego.”

A pesar de sonreír por ello, cuestioné:

“¿No me odias?”.

Y entonces él me regaló una de sus lindas sonrisas de conejito antes de responder.

“Nunca podría odiarte, Hae, porque te quiero mucho”.

«“No puedo odiarte. Porque de verdad te amo como para sentir algo tan horrible como eso.”»

Cubrí mi rostro con ambas manos ante la desesperación de sentirme como un jodido asco.

¿Por qué había hecho eso?

¿Por qué le mentí?

¿Por qué dejé que todo pasará?

¿Por qué?

No era merecedora de todo lo bueno que vivía. De verdad que no.

Y la vida también estaba de acuerdo con ello.

Un rato después de llorar acompañada de la lluvia en aquella azotea supe que había sido suficiente. No estaba en las mejores condiciones para someterme a un resfriado, así que lo mejor era adentrarme a la institución y salir del lugar hasta mi casa.

Creía que era lo más sensato.

Toda mi ropa estaba empapada justo como mi cabello, mas no importó en ese momento. Así mismo abrí la puerta del lugar para iniciar un camino por los peldaños, bajando con lentitud y debilidad los cinco pisos que conformaba la escuela; probablemente mojaba el suelo, pero tampoco era importante.

Nada lo era.

Mi alma continuaba rota debido a todo. En este instante no era sólo mi corazón el que sufría, sino también mi mente quién era víctima de mucha presión e inimaginable estrés. No era capaz de procesar los hechos, las declaraciones, los recuerdos... Nada.

Estaba vacía.

Completamente rota.

Con la impotencia corriendo a través de mis venas debido a una culpa que me pertenecía.

Y por supuesto, asustada

¿El motivo? Abarcaba mucho, pero algo en específico que había olvidado tuvo protagonismo en ese instante.

Minutos y minutos transcurrieron donde simplemente bajé las escaleras. El instituto estaba completamente vacío, no había nadie presente excepto el personal que debía quedarse haciendo guardia. Mis cosas se las había llevado mamá, así que no tuve que cambiar el rumbo y simplemente seguí caminando hacia la salida.

El primer piso se encontraba igual de solitario. Probablemente eso era lo que necesitaba: tranquilidad, silencio, soledad. Nada más.

No obstante, justo cuando doblé un pasillo para llegar a la salida, una silueta reconocida hizo presencia. Se encontraba jugando con una piedra entre sus pies, traía una sombrilla en sus manos y parecía inquieto mientras esperaba algo, lo cual supe que era relacionado conmigo porque justo cuando me vió se impresionó.

—¿Olivia? ¿Qué pasó? —inquirió notablemente preocupado mientras avanzaba a pasos rápidos para quedar frente a mí. No respondí absolutamente nada a su pregunta, sólo dejé que mis ojos continuaran hablando por sí solos—. Oye, ¿qué sucede?

Y fue entonces donde solté un silencioso sollozo.

—JungKook... —murmuré sin fuerzas, procediendo a apretar mi pecho cuando el dolor se hizo insoportable—. Ya lo sabe todo.

—Mierda...

SeokJin no tardó ni un segundo en abrazarme con fuerzas para demostrarme su completo apoyo, y yo no pude evitar corresponder al mismo tiempo en que lloraba de manera silenciosa.

A pesar de mi necesidad de estar sola, también me hacía falta algo como esto.

Luego de un instante fue él quien rompió el contacto para observar mis ojos. Hizo una pequeña mueca de lástima al mismo tiempo en que acariciaba un poco mis hombros.

—¿Discutieron?

Asentí ante ello.

—Tranquila, ¿sí? Todo estará bien. Sólo necesita, o bueno, ambos necesitan un tiempo —explicó sereno—. Lo más seguro es que esté dolido por todo, así que es lo mejor. Ya verás que las cosas regresarán a ser como eran.

Sus palabras de consuelo no ayudaron en su totalidad, pero al memos funcionaron para que lograra tranquilizar mis lágrimas en ese momento. Él pasó una mano por mi pelo dispuesto a despeinarlo, y fue ahí donde caí en cuenta de lo que traía en manos.

Un sobre.

Me quedé mirando fijamente el papel blanco pensando seriamente en lo que podría poseer. En ese momento SeokJin suspiró profundo haciéndome cambiar la vista a él, notando como parecía inquieto.

—No tienes que saberlo ahora...

Esa fue la confirmación de lo que había ahí dentro.

Y me entró el pánico.

—No estás bien emocionalmente ahora, así que...

—Quiero saberlo de una vez —expresé de repente, logrando entonces que toda su atención cayera de forma más seria sobre mí—. Necesito terminar toda esta locura.

—Olivia...

—SeokJin, quiero ver ese sobre —demandé sin titubeos. Tenía miedo, era cierto. Me encontraba muy nerviosa, abrumada y a la vez demasiado insegura; sin embargo, no podía desaprovechar que justo frente a mí estaba la verdad absoluta. Tenía que por un momento de mi vida dejar todas esas emociones a un lado para afrontar los hechos que conllevaban mi vida. Así que tomé toda la seguridad del mundo para no echar hacia atrás todo el trabajo duro realizado—. Realmente lo quiero.

Él dudó por unos segundos, lo supe por la forma en que examinó minuciosamente cada una de mis microexpresiones en búsqueda de alguna negación. Pero al no encontrar absolutamente nada suspiró rendido.

—De acuerdo. Pero antes quiero que sepas algo —dijo extendiendo el sobre hacía mí—: sin importar lo que hay ahí dentro... tienes que ser fuerte. Yo estaré aquí para ayudarte y ser de apoyo, te lo aseguro.

Tragué el nudo en mi garganta antes de que se rompiera y me hiciera llorar. Observé el sobre extendido hacia mí con detenimiento, pensando en las miles de cosas que podrían cambiar en cuanto viera su contenido. Sabía de que se trataba, y eso era lo que me daba más miedo. No obstante, era ahora o nunca.

No estaba en mis posibilidades negar todo eso.

Así que tomé el papel de sus manos y lo miré una última vez. Jin metió ambas manos en su bolsillo en la espera de que continuara, demostrándome con su mirada que todo iba a estar bien.

Aunque no fue así.

Lentamente y sintiendo la inseguridad invadirme comencé a abrir el sobre. Las manos me temblaban tanto como mis piernas, el órgano cardíaco en mi pecho bombeaba con fuerza y mis pulmones estaban necesitando de aire.

Me estaba entrando un ataque de pánico.

Cuando pude abrirlo en su totalidad expandí la hoja dispuesta a leerlo todo. Lo hice desde el inicio con lentitud, pues tenía miedo de llegar al final donde todas las conclusiones estaban planteadas.

Ese miedo se convirtió en terror cuando las cosas empezaron a llegar al rumbo que Jin y yo imaginábamos.

Y en cuanto leí lo último... todo pasó a ser un huracán.

Mi mente se quedó en blanco. No pude reaccionar.

Releí un par de veces lo último en el intento de encontrar algo distinto. Algo que no fuera lo que imaginaba.

Pero continuaba así.

Entonces todo se derrumbó.

Mis piernas perdieron la fuerza para mantenerme de pie, ocasionando que cayera de rodillas al piso nuevamente y todo dentro de mí se contrajera. Un dolor más insoportable se apoderó de mí pecho nublándome el juicio y Jin no tardó en darse cuenta de eso. Pero a pesar de los llamados, no respondí nada.

No pude hacerlo.

«No puede ser cierto, no...», traté de convencerme. Traté de no creer en lo que ahí existía.

¿Pero valía la pena? Eso era lo real y ahora nada podía negarlo.

Los recuerdos perdidos vinieron a mi mente como si me estuvieran haciendo una hipnosis. Nuevamente me ví en ese primer sueño en la casa abandonada; el patio que había visitado y la melodía cantada por mamá regresaron, volví a caminar hacia donde estaban y por consiguiente la guerra se desató. Esta vez no desperté y por el contrario ví todo.

Absolutamente todo.

Pero especialmente lo que mamá traía en manos: dos bebés.

Y como uno de esos era arrebatado.

Fue ahí en donde los hechos acontecidos en los últimos dieciocho años, específicamente en los meses recientes, comenzaron a tomar un sentido que me ocasionó miedo y a la vez confusión.

Jin me hablaba y preguntaba que sucedía, mas no le presté atención alguna.

En lo único que podía pensar mi mente era en ese sobre.

En lo que contenía.

En todo el tiempo dónde me mintieron.

Y por supuesto, en esa prueba de ADN afirmada donde se reconocía que ella, Lalisa Manoban, era mi hermana.

≫ ──── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──── ≪

:)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro