⚘. ▎50
❝Culpable.❞
╰─────╮•╭─────
—¿Por qué no me dices "tía" como hace diez años atrás, Hae?
Aquellas palabras se sintieron como un golpe demoledor. Todo a mi alrededor se detuvo; el tiempo, las acciones, mis latidos y respiración. Todo, absolutamente todo. Y no era capaz de reaccionar. La realización de lo que su frase significaba me aturdía, asimismo como ocasionaba esa horrible presión en mi pecho.
No podía estar sucediendo, no era correcto, pero si estaba pasando.
Ello lo sabía.
Y eso sí que no estaba en mis planes.
No dije nada, sólo comencé a respirar con dificultad mientras veía sus expresiones relajarse y alegrarse un poco.
—Te extrañé mucho, pequeña.
Sin embargo, fue sólo cuestión de decir eso para que la primera lágrima corriera por mi mejilla y tuviera que apretujar mi pecho para eliminar aquel dolor tan fuerte. Ella al notarlo se preocupó, por lo que no tardó en tranquilizar.
—Oye, no llores, cariño, no ahora —su dedo pulgar acarició mi cara para eliminar esa gota de añoranza, decidiendo abrazarme con fuerza para intentar relajar a mis nervios. Y aquel acto suyo me demostró lo mucho que había extrañado todo. Estar en sus brazos y recibir sus mimos como si fuera mi segunda madre logró que quisiera decirle todo, sin embargo, en esta situación no podíamos, no cuando a pocos metros se encontraba JungKook. —. Respira hondo y tranquilízate, no es el momento indicado.
Hice lo que me pidió varias veces hasta volver a retomar el control de mis emociones aunque sea por un pequeño instante. Ella me alejó de su pecho para verme, delineó nuevamente su dígito por debajo de mis ojos para sacar el rastro de lágrimas y como último me sonrió.
—Sigues siendo igual de hermosa que antes.
Sonreí leve por aquel comentario, murmurando un "gracias" apenas audible.
Apresuradamente metió la mano en su bolsillo y sacó una pequeña tarjeta, no tardando en esconderla en mi mano. —Este es mi número de teléfono. Mañana en la tarde llámame, estaré libre para poder reunirnos y hablar, ¿te parece?
—De acuerdo —asentí, sorbiendo un poco por mi nariz.
Ella iba a decir algo más, no obstante, ante la aparición de su hijo se detuvo. Disimuladamente pasé mis dedos por mis ojos para quitar las pocas lágrimas y de paso encontrar alguna excusa en caso de que preguntara.
—Aquí está —le entregó el cuadro mediano a su madre, no sin antes sacar un poco el polvo de encima.
—Gracias, cariño —revoloteó su cabeza con dulzura, ocasionando que él rechistara un poco.
Solté una pequeña risita por eso.
—Mira, esta es la foto de nuestro casamiento —señaló la mujer con su dedo sobre la fotografía que sostenía, invitándome a dar un vistazo y examinarla. En realidad ya la había visto miles de veces, ambas lo sabíamos, pero debíamos aparentar que sí—. Aquella noche estaba muy helada, pero fue muy memorable.
—Y puedo imaginar eso. Un momento como ese es muy hermoso.
—Créeme que sí —sonrió genuinamente—. Voy a guardar esto, los dos pueden ir bajando.
JungKook y yo asentimos, el primero tomando mi mano para retomar nuevamente el paso.
Me encontraba muy nerviosa, ya que luego de todo lo sucedido... no sabía que esperar. Y por supuesto, los ojos observadores de mi acompañante lo notaron.
—¿Estás bien? —preguntó curioso.
Y fue ahí donde quise que la tierra me tragara.
No sabía que demonios decir como excusa, así que busqué lo primero que pasó por mi mente basándome en mi alrededor.
—Eh... Tengo un poco de alergia, si —reí tímida—. El aire que venía de esa ventana ha provocado eso.
—Oh, ¿necesitas algún antihistamínico?
Por la forma en que lucía preocupado supe que lo había creído.
Un motivo para respirar en paz.
—No, no te preocupes, ya se me pasará —respondí sin importancia.
Mientras manteníamos ese pequeño debate llegamos a la planta baja, lugar donde se encontraban el mayor y el menor de los Jeon teniendo una charla graciosa sobre comida, misma que detuvieron al vernos.
—Señorita Olivia, ¿ya se va? —preguntó el pequeño con un lindo puchero en sus labios.
—Si, es tarde y debo llegar a casa —me acerqué hacia dónde se encontraba y acaricié suavemente su pelito.
—¿Regresará pronto?
—Si aquí me lo permiten, sí —observé a Kook luego de responder a la pregunta, obteniendo de su parte una sonrisa sincera.
—Siempre serás bienvenida aquí, princesa —afirmó.
—Exacto. Nuestra casa es tuya —añadió el señor Jeon con amabilidad, enseñándome una curvatura de labios muy dulce.
—Gracias por todo, ha sido un placer estar aquí.
—El gusto es nuestro por haber conocido a la novia de este fenómeno.
—¿De verdad eres mi papá?
Reí un poco debido a sus comentarios, escuchando instantes después las carcajadas de la señora Jeon unirse.
—Ustedes tres son igualitos —señaló a los varones presentes, quienes al escuchar eso mostraron un completo poema en sus rostros.
Aquello ocasionó que la mujer y yo volviéramos a reír, siendo cómplices de las burlas.
—Eres cruel, mamá —Kook abultó sus labios.
—Ay, tan dramático como su padre —comentó hacia mí.
—¿Eres consciente de que puedo escucharte, SunHee?
—Lo sé, amor mío.
Negué repetidas veces con mi cabeza de forma juguetona.
Nada había cambiado.
El local cayó en un corto y cómodo silencio donde las miradas se posicionaron en mí. Traté de no mostrar los nervios que sentía, así que por tal motivo no dudé en hablar.
—Ya pero, siendo más seria, me siento muy agradecida por haber estado con ustedes —sonreí con timidez—. El día estuvo lleno de emociones positivas, tanto que me siento viva, y hace mucho que no tenía tal sensación. Espero que pueda repetirse en un futuro, la verdad.
—Nosotros también esperamos eso, cariño —dijo ella, prosiguiendo a abrir los brazos—. Ahora ven aquí.
Solté una dulce risita justo antes de acercarme y corresponder a su abrazo, sintiendo calidez y paz entre su cuerpo. La fémina acarició mi cabeza repetidas veces, acto que me traía varios recuerdos de mi niñez ya que solía hacerlo cada vez que nos despedíamos.
Todo era tan lindo en aquel momento.
Luego le di un fuerte abrazo al señor Jeon, notando instantáneamente algo.
«Vaya, sí que se mantiene en forma», pensé al sentir sus músculos.
Él realizó el mismo acto al acariciar mi pelo y abrazarme con fuerza, como si no quisiera soltarme... y ahí supe que él también sabía quién era. Pude confirmarlo cuando al separarnos asintió con su cabecita disimuladamente y sonrió.
Quería llorar ahí mismo, por lo que era un completo milagro que no me hubiera roto.
El siguiente era el pequeño de la familia, quién alzó sus bracitos y dió varios saltos, dándome a entender que deseaba que lo cargara, acción que no tardé el realizar. Deposité un beso en su mejilla, mismo que le provocó cosquillas y junto a eso algunas risitas. Era muy tierno.
Y por último quedé frente al chico que me volvía loca, quién sonreía con dulzura al ver todo eso. Cómo todo el coqueto caballero que era, tendió su mano para que la tomara y al hacerlo se atrevió en robarme un beso corto.
Los “uhhh” de la tía y el tío Jeon no pasaron desapercibidos para nosotros, cosa que me provocó un horrible color rojo en el rostro.
Iba a matarlo.
Los miré con un poquito de pena y agité mi mano. —Adiós.
—Adiós Olivia, cuídate mucho —dijeron ambos padres al unísono.
—Igualmente para ustedes.
Y sin más, JungKook y yo dimos media vuelta para comenzar a caminar hasta la salida de la casa. La mirada de ellos estaba sobre nosotros, pero a diferencia de otras veces, no me incomodó, lo cual era bastante curioso.
Unos pocos segundos después nos encontrábamos fuera, en la parte del parqueo, a punto de llegar al coche donde KyungSoo nos esperaba.
Pero de manera inconsciente giré mi cabeza para observar la casa a mis espaldas, pensando principalmente en lo que había sucedido poco antes de irme con la señora Jeon y las consecuencias que eso podría traer.
Y por supuesto, aquello no pasó desapercibido para JungKook.
—¿Todo bien?
Ante esa pregunta lo miré y sonreí, siendo consciente de que debía mentir...
... Una vez más.
—Si, todo bien.
∙ · • • • ❀ • • • ∙ ·
Sábado, 25 de enero del 2020.
14:05 hrs.
La pequeña brocha con pintura se deslizó por la uña de mi dedo meñique del pie hasta dejarla con aquella tonalidad rosa pastel que tanto me encantaba. Sonreí complacida por ello decidiendo terminar con ese color para tomar entre mis manos el gel que le daría brillo y mantendría a la uña cuidada. Siempre era muy quisquillosa con eso.
No tardé mucho en terminar con mi labor, por lo que rápidamente me levanté del asiento y caminé con varios saltitos por toda mi habitación para dejar las cosas en su lugar. Luego me observé frente al espejo de mi habitación y organicé un poco mi cabello, asimismo como acomodé la camiseta ancha que cubría todo mi torso.
Un outfit casual de casa: short relativamente corto y negro, camiseta blanca —holgada como ya había mencionado—, y mi pelo suelto sin estar lo suficientemente peinado.
Parecía que no estaba esperando a ninguna visita cuando en realidad si era así.
TaeHyung estaba a punto de llegar para repasar como bien habíamos dicho hace unos días. Ya tenía todo preparado sobre mi mesita; los libros y cuadernos de matemáticas estaban ahí junto a mis bolígrafos y apuntes, tambien estaba el plato con galletas que mi madre había preparado, mismas que me había contenido a probar para esperar al peligris.
«Y hablando del rey de Roma...», pensé en cuanto escuché unos toques en mi puerta.
Entusiasmada corrí hacia dicha y la abrí, sonriendo ampliamente cuando vi a Tae con su clásica expresión de amargado.
—¿Vienes del más allá o qué? —pregunté burlona, a lo que bufó.
—No quiero escuchar —dijo con voz pesada, ignorando que me encontraba situada en el medio de la puerta y pasando a mi habitación.
—Uy, pues déjame decirte que tendrás que escucharme, ese repaso de matemáticas no se dará sólo.
Él giró al escuchar mis palabras y me fulminó con la mirada, acción que me hizo reír sin freno.
—Ya, ya, no te enojes. ¿Todo bien?
—¿Te parece que estoy bien? —cuestionó un tanto incrédulo.
—Ya veo que estás sumamente irritable —sonreí sin mostrar los dientes, acercándome a la mesita para agarrar una galletita—. ¿Quieres?
Primero me observó raro, mas no tardó en sostener el dulce y llevarlo a su boca, momento donde ví sus expresiones relajarse y su faz llenarse de más alegría.
Siempre funcionaba.
—Gracias, y perdona mi comportamiento, ando un poco frustrado —aclaró lo obvio, sonriendo un poquito arrepentido.
Yo sólo negué con mi cabeza. —No te preocupes. ¿Quieres contarme qué te sucede?
—¿No habíamos dejado atrás la supuesta ayuda? —inquirió con burla.
—Nop. Aunque no lo creas, sigo ayudándote, un ejemplo es ahora.
TaeHyung me miró fijamente por unos segundos hasta desviar su mirada hacia la mesa.
—Bueno, ¿ya empezamos?
Su forma de cambiar el tema no me impresionaba, pues ya me había acostumbrado a ella desde hacía bastante tiempo. Supe que no quería hablar por el momento, así que preferiría intentarlo luego.
Solté un ligero suspiro y asentí con mi cabeza, invitándolo a sentarse a mi lado para empezar con el repaso.
—Bien, ¿en qué especifícame tienes dudas?
Casualmente el contenido que no comprendía en su totalidad era algo en lo que yo tampoco me encontrara lo suficientemente segura, pero aún así sentía que podría ser de ayuda. Cómo había mencionado una vez, no era mala en las matemáticas, sólo que en realidad no me gustaban; eran sumamente tediosas, demasiado contenido para interpretar que llegaba a abrumarte. Así que entendía a cada uno de los estudiantes en el mundo.
Ambos estuvimos un buen rato resolviendo ejercicios mientras yo le explicaba como hallar las cosas y aplicar las fórmulas, cosa que captó bastante rápido. A veces nos deteníamos unos tres minutos para relajar la mente y comer un poco de las galletas, pero en ningún momento me atrevía a preguntar lo que quería preguntar. Estaba esperando a tener todo claro con respecto al objetivo principal de la tarde para luego intentar sacarle información. Cosa que no tardó mucho en llegar.
—Ah, ¿podemos tomarnos quince minutos? —pidió, casi asfixiado.
—Lo apruebo, yo también lo necesito —dije dejando el lapicero sobre la mesa y recostando la cabeza en el respaldar de la silla.
No mentía con eso.
—Mi cabeza no da más con tantos números, ya ni sé cómo me llamo.
—Eres Kim TaeHyung, alias viejito o Chico desconocido.
—Ja.Ja.Ja. Que chistosita eres, dulzura —sonrió de soslayo, obteniendo un pequeño golpecito en su brazo de mi parte.
—Ya pero, conversemos un poco, será bueno para liberar la mente —propuse en un tono emocionado, cosa que lo hizo reír.
—¿Tan ansiosa estás por saber que me sucede? —preguntó juguetón, tomando la última galletita de la mesa, partiéndola a la mitad para darme un pedazo y procediendo a introducir la otra parte en su boca.
—Por supuesto, así que habla. ¿Qué te sucede? ¿Estás así por Byul?
Y en cuanto dije lo último fui consciente del momento en que se atoró con el pedazo de comida. Tae tosió fuertemente para quitarse esa molestia, motivo por el cual dejé unos golpecitos en su espalda para calmarlo.
Su pequeño accidente no duró mucho, a los pocos segundos ya no estaba tan mal, así que decidí continuar.
—Veo que fui muy directa, pero también noto que toqué un punto importante —apoyé mi barbilla sobre la palma de mi mano.
—No sé de qué mierda hablas.
—¿Me lo negarás a mí, Tete?
Estaba acorralado, lo sabía muy bien, por lo que no tardaría mucho tiempo en ceder.
—En serio es inútil mentir, más cuando los dos han estado muy raros últimamente. Así que anda, dime qué pasó.
Probablemente estaba siendo muy intensa, pero la verdad era que si me preocupaba lo que sucedía. Ambos estaban muy raros, no era normal.
No cuando Tae y Eun Byul eran eso: Tae y Eun Byul.
Esperé todo lo necesario para que pudiera hablar. Al inicio sólo se quedó mirando al suelo, no sabiendo que hacer. Fue cuestión de unos instantes para que conectara nuestras miradas, suspirara y por último, soltara aquellas dos palabras que yo jamás esperé.
—Nos besamos.
Me quedé en shock luego de eso.
Mi mandíbula cayó al suelo sin ningún tipo de remordimiento y mis ojos se abrieron hasta su límite. Asimismo como el primer grito no tardó en llegar.
—¿¡Qué ustedes dos qué!?
—¡Shhh, cállate!
—¿¡Cómo quieres que me calle!?
—Habla más bajo, por favor —pidió, teniendo sus mejillas extremadamente rojas.
Ay por Dios.
—¿Cómo pasó? ¿Cuándo? ¿Donde? Dime absolutamente todo.
—¡No lo sé, Olivia! ¡No sé qué mierda pasó! —se exaltó, tomando una pausa para calmar a su enojo y buscar las palabras correctas—. El último fin de semana nos reunimos en el colegio para ensayar nuestras escenas como nos indicó la profesora, todo bien hasta ahí. El momento fue agradable, la verdad, a pesar de que peleamos un poco, todo se sintió bien. Estábamos practicando el diálogo antes de nuestro beso como personajes, el cual no debíamos ensayar, y yo no sé qué carajos me sucedió... pero la besé. ¡Y ella correspondió! O sea, es que... ¡Agh!
Cubrió su rostro con ambas manos mientras yo trataba de procesar lo que había dicho.
Me esperaba de todo, menos eso.
—Y ahora no sé cómo remediarlo. Ella no me habla, no me mira, se irrita mucho más que antes con mi presencia —hizo un movimiento raro con sus manos antes de pasarlas por su pelo—. Ya no sé qué hacer.
—Bueno... esto... joder, es más difícil de lo qué pensé —expresé luego de un momento de colapso.
Tae soltó una risa seca.
—Lo es.
—Primeramente, ¿qué sientes por ella?
Vi su cuerpo tensarse ante la pregunta, al parecer eso lo había tocado.
—Yo... no sé. Estoy muy confundido, Olivia —volvió a cubrir su rostro—. Hay mucha tela por donde cortar.
Pensé un poco en su argumento, no sabiendo si lo que diría estaría correcto, pero intentándolo.
—En mi opinión, siento que deberías hablar con ella de todas las formas posibles —comenté, capturando su mirada de nuevo.
—¿Cómo hago eso? Ni siquiera tengo el valor de mirarla a los ojos.
—Mh... ¿y si la invitas a salir? —propuse dudosa, pero al ver su reacción confusa decidí argumentar la idea—. Ya sabes, pasar el día con ella y hacer lo que quieran, ahí aprovechan para hablar sobre lo sucedido y aclararlo todo, asimismo como te das la oportunidad de ver más a fondo tus sentimientos. ¿Qué dices?
Estuvo atento a todas mis palabras, como si fuera un niño pequeño viendo algo impresionante. Vaciló un poco con su cabecita, titubeando sobre la decisión.
—Podría intentarlo, pero eso de aclarar mis sentimientos lo veo muy difícil... —evitó mi mirada—. Al menos no cuando hay algo más en todo esto, algo de lo que aún no quiero hablar.
—Oh... ¿Es grave?
—No estoy seguro, tal vez —agitó sus hombros—. Primero veré qué pasa al intentar eso que dijiste, y ya luego... luego tomaré mi decisión.
Formé una pequeña mueca con mis labios que se asemejó a una sonrisa media, misma que fue correspondida por él.
—Sea lo que sea, aquí estoy para tí, Tae —sostuve su mano con la mía, siendo consciente de como daba un pequeño respingo.
«Tierno.»
—Muchas gracias, Olivia —sonrió dulcemente.
—No es nada —sonreí de vuelta—. Ahora vamos a continuar con el estudio.
—¡Dulzura~! No quiero.
—Shh, cállate y vamos.
—Eres cruel.
—Si soy.
No tardó en romper en carcajadas, tomando su lapicero azul entre un pequeño berrinche y abultando su labio inferior.
Yo sólo negué con diversión.
Este chico era increíble.
∙ · • • • ❀ • • • ∙ ·
16:28 hrs.
Le entregué el dinero necesario al conductor del taxi luego de agradecer con una pequeña reverencia, no tardando en salir del vehículo para comenzar a caminar hacia el parque cercano. Observé a los alrededores del lugar notando que se encontraba casi vacío; sólo existía una pareja de ancianos y una mujer que revisaba su celular.
Bastante tranquilo.
Me senté en uno de los bancos y saqué mi teléfono para revisar los mensajes, asimismo para cerciorarme de que existiera alguna respuesta por parte de la persona que desde el día anterior me tenía sumamente tensa.
Como bien me había dicho la señora Jeon, le escribí en la tarde luego de que Tae se fuera para ver dónde podíamos vernos, quedando en darme la dirección de este parque y diciendo que estuviera atenta a su llegada.
Tal vez se preguntaban como estaba... pero lo cierto es que ni siquiera yo lo sabía. Tenía miedo, nostalgia, confusión... todo. Quería llorar y sacar lo que tenía dentro, pero me era demasiado difícil en tales circunstancias. Necesitaba hablar con ella, sería lo más óptimo, sin embargo... estaba totalmente aterrada.
«Debes calmarte, Hae...», me convencí a mí misma mientras soltaba un suspiro.
Observé un poco los alrededores del parque para matar al tiempo. No se veía como un lugar muy transitado, y aquello se debía a su localización despejada del centro de la ciudad. Habían varios edificios a los lados, todos viéndose pacíficos, asimismo como pude notar algunas tiendas de conveniencia cercanas. Nada fuera de lo común.
Entendía el porqué de reunirnos aquí, pues debíamos cuidarnos de la prensa y, en un lugar como este, sería un poco más fácil.
Yo sólo esperaba que todo saliera bien.
Fue cuestión de cinco o siete minutos para que un auto de color blanco se detuviera cerca del parque. Aquello captó mi atención ante el pensamiento de que ya había llegado, por lo que estuve atenta a cualquier movimiento. Y en cuanto vi la puerta del coche abrirse para dejar salir a una mujer... todo en mi interior se revolvió.
Era ella.
Los nervios invadieron cada célula de mi cuerpo instantáneamente al pensar en las mil cosas que podrían pasar durante nuestro encuentro. Todo lo sucedido en los últimos meses había sido imprescindible, por lo que me esperaba cualquier cosa a partir de ahora.
Y ahí estaba el temor.
En cuanto estuvo fuera del vehículo procedió a buscarme con la mirada por todo el parque, mostrando una deslumbrante sonrisa en el mismo momento donde nuestras miradas quedaron conectadas. Yo le correspondí de igual forma mientras agitaba una mano como saludo. A paso lento la ví dirigirse hacia dónde yo me encontraba, y mientras más se acortaba la distancia, más nerviosa me ponía.
Quería que la tierra me tragara por milésima vez.
O tal vez podría esconder mi cabeza como búho, pero debí haber considerado eso un segundo antes de que la mujer estuviera frente por frente a mí.
Dudosa me levanté del banco y me quedé quieta en espera de algún diálogo o acción de su parte... pero no hubo nada, lo cual me provocó más temblores.
Bajé la mirada hacia mis pies por un momento con el fin de buscar mis propias palabras para romper el hielo, y al volver a alzar la cabeza para verla, fui capaz de notar la capa lacrimosa que comenzaba a formarse en sus ojos. Su labio inferior tembló disimuladamente y su mirada se nubló de melancolía, imagen que fue demasiado para mi sensible corazón y me ocasionó las primeras lágrimas.
Ella soltó un pequeño sollozo disfrazado de risita y acto seguido abrió sus brazos. —Ven aquí, pequeña.
Ya no pude soportarlo.
Cubrí mi rostro con ambas manos para tratar de calmar mi llanto, pero me era imposible. Los brazos de aquella mujer que tanto había extrañado me rodearon por completo y me trajeron una calidez que desde hacía mucho no sentía. Correspondí a su acto segundos después, dejando que mi cabeza reposara en su hombro mientras ella se dedicaba a acariciar mi cabello.
—Te extrañamos mucho, Hae —susurró en mi oído.
—Yo también los extrañé a ustedes, no saben cuánto —sollocé, decidiendo alejarme un poco para verla.
—Hay mucho de que hablar —acarició mi mejilla con suavidad—, me imagino que tienes miles de preguntas, ¿no es así?
Asentí con mi cabeza.
—No hay mucho tiempo, pero si el suficiente para aclarar la mayor parte, yo también tengo varias preguntas —me regaló una sincera sonrisa—. Estás muy guapa, mírate, toda una señorita.
Reí tímidamente por eso al mismo tiempo en que evitaba su rostro para que no viera el sonrojo en mis mejillas.
—Gracias. Usted tambien está muy hermosa, sigue teniendo el toque juvenil —expresé admirando su outfit casual.
—Gracias, cariño. Ahora ven, sentémonos aquí.
Con su dedo señaló el banco donde anteriormente yo descansaba, invitándome a tomar asiento a su lado para comenzar con toda la conversación. Al principio hubo un silencio sin incomodidad que sirvió para encontrar los vocablos exactos para hablar, aunque claramente eso no iba a funcionar lo suficiente.
—Uhm... primeramente, ¿todo bien? —cuestionó con un poco de nervios.
—Si, si, todo está estable —respondí de igual forma, dudando en si aquello era el verdadero enfoque de la pregunta—. ¿Y ustedes, cómo han estado?
—Resumiendo los diez años, pues todo bien —alzó débilmente sus comisuras.
No sabía por donde empezar, había tanto que saber que... no me decidía. Y no podía dejar de lado el pensamiento de que ella sabía algo que yo no. Lo estaba presintiendo.
—Eso es bueno... —traté de sonreír, pero se vió como una mueca. Tenía muchas dudas, pero una en específico me estaba carcomiendo, así que me lancé directamente a preguntar—. Señora Jeon, ¿cómo pudo reconocerme?
Fui consciente del momento en que inspiró aire con disimulo y sus hombros se tensaron. Al parecer era una pregunta de respuesta importante.
—Eso es una larga historia, sólo puedo decirte que soy consciente de todo lo que sucedió en los últimos años —comentó con calma—. Pronto te explicaré todo, el momento indicado llegará pronto. No es algo que yo deba decirte.
Fruncí mi ceño ante aquella respuesta. No era lo que buscaba, pues me dejó con más dudas que antes. ¿Ella sabía sobre mí? ¿Había mucho más que eso detrás de todo? ¿Y por qué debía esperar a un momento determinado?
Confusión al cien por ciento.
—¿Tus padres? ¿Todo bien?
—Si, ellos están bien —solté un suspiro—. Pero... ustedes, o sea, pasaron muchas cosas en todo este tiempo.
—Es cierto. Muchas cosas cambiaron... —rascó un poco su cabeza antes de comenzar—. Luego de que se fueran, sufrimos mucho con JungKook; él te extrañaba demasiado, lloraba en las noches y... básicamente perdió su brillo. Estaba muy preocupada por su comportamiento que no sabía que hacer. Poco tiempo después nació EunWoo con algunos problemas de anemia, por lo que era óptimo viajar a Seul y empezar de nuevo, con mejores médicos y también... una nueva realidad para Kook.
>> Pensé que sacarlo de Busan iba a ayudarlo a superarte un poco más, pero aquello era algo totalmente imposible. Nos liberamos de la gran preocupación con la salud de Eun a los pocos meses, y tiempo después volvimos a tomar las empresas. A pesar de que JungKook se sentía más relajado de esa forma, no dejaba de estar mal, al menos hasta que conoció a sus amigos; ellos fueron su consuelo, su apoyo, la ayuda que tuvo para continuar, aún esperándote, pero siguiendo con su vida.
>> Se preparó para las empresas desde pequeño no sólo por invitación nuestra, sino porque él mismo lo quiso así. Con todo eso pudo distraer a su mente, concentrándose en sus responsabilidades y los estudios, olvidándose del dolor aunque sea por un tiempo —hizo una pausa para tomar aire—. También estar con sus amigos influyó, pues como te dije, ellos fueron su apoyo.
>> Sin embargo, algo cambió cuando llegaste. Fue cómo si su verdadero ser, el niño que sólo aparecía contigo, volviera a nuestras vidas, y yo de verdad tengo que agradecerte mucho por eso —tomó mi mano entre las suyas—. Lo he visto muy feliz en los últimos meses, más relajado, completamente enamorado de tí. Pero como lo supongo... no sabe quién eres en realidad.
Y este era el momento donde me sentía culpable de todo.
No dije nada luego de eso, sólo bajé mi cabeza con vergüenza y traté de que no me viera llorar, no obstante, fue demasiado tarde.
—No te escondas, habla conmigo...
No cedí al principio, pero cuando sentí sus caricias en mi espalda dejé que todo fluyera. Apoyé mi cabeza en su hombro y lloré en silencio, con sollozos inaudibles y unas enormes ganas de golpearme a mí misma.
—Perdóname tía —sollocé un poco más alto esta vez—. Perdón por todo. No estuve aquí para apoyarlo, no estuve aquí para ustedes, me perdí de muchas cosas junto a él, esto... lo estoy lastimando, estoy lastimando a Kook. Perdón, por favor.
—Oye, tranquila. Mírame —acuñó mis mejillas entre sus manos para que la viera, al mismo tiempo en que limpiaba las lágrimas que caían por mi rostro con sus dedos—, no fue culpa tuya, nada de esto fue tu culpa; no estabas porque debías curarte de algo importante, debías priorizar tu enfermedad antes que todo, así que por favor... no vuelvas a decir eso.
>> Y con respecto a eso de que lo lastimas... tampoco es tú culpa, al menos no en su totalidad —sonrió débilmente—. Ambos se enamoraron en el momento y lugar equivocado, bajo las peores circunstancias; ninguno tuvo la culpa, ustedes dos solamente son víctimas de toda esta locura. ¿De acuerdo? Tranquila, pequeña.
La abracé con fuerza luego de escuchar todo eso. A pesar de que me sentía menos alterada, ese sentimiento de culpa estaba empezando a abrumarme.
Algo más para completar a la situación.
—Pero... ¿por qué no le has dicho nada? —inquirió nuevamente.
Y esta vez no me negué a responder.
—Porque soy una estúpida cobarde que tuvo miedo de decirle la verdad en su momento y ahora no halla de que forma soltarle que su actual novia es su mejor amiga de la infancia.
Mi forma de expresarme le causó un poco de gracia, motivo por el cual me alejé un poco para verla.
—Ay, mi niña. ¿Sabes? No te juzgo por eso; el miedo es un sentimiento que debe ser valorado en todas las circunstancias, y es comprensible que te sientas insegura de decirle todo —acarició un poco los mechones rebeldes de mi pelo—. Sin embargo, debes confiar en él. Es cierto que JungKook es demasiado sensible con ese tema, y no te negaré que probablemente discutan, pero él no hará más que tomar un poco de tiempo... porque jamás podría odiarte, y lo sabes.
—Lo sé... Lo sé.
—Por eso te recomiendo que no tardes mucho, es lo mejor —me enseñó una sonrisa media—. Yo no le diré nada, no es algo que me corresponda, si es lo que te preocupa.
Reí un poco por ello mientras limpiaba un poco bajo mis ojos. —Gracias por todo, tía.
—No es nada, mi niña —besó mi coronilla—. Sabes que siempre estaré aquí para tí. Ha sido muy bueno verte.
—Lo mismo digo. Estar aquí ha sido una de las mejores cosas que me han pasado, de verdad —sonreí—. La extrañé mucho, por favor no se vuelvan a alejar de mí.
Soltó una pequeña risa. —Tranquila, no pasará. Estaremos aquí siempre.
Y esperaba eso.
Haber estado con ella realmente había sido una maravilla. La señora Jeon para mí era como una madre, siempre apoyándome como una y confiando en mí para todo. Yo la quería, la amaba muchísimo, y el hecho de que pudiera tener un momento junto a ella después de diez años se convirtió en mi cura luego de tantos malos ratos.
Hoy había resuelto algunas de mis dudas, pero más importante, había decidido algo que cambiaría todo.
Ya no quería mentir; ya era momento de enfrentar todo y decirle la verdad a JungKook, tenía que hacerlo para no lastimar más a su corazón y al mío, pero... ¿qué me confirmaría que todo sería así de fácil?
≫ ──── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──── ≪
Hi, ya volví, ¿cómo están? :D
Me puse muy sensible con la escena de la señora Jeon y Olivia, lloré un poquito 🤧. ¿Qué les pareció el capítulo? ¿Dudas? ¿Quieren abrazar a Tae o pegarle para que deje de estar confundido? ¿Qué piensan de la decisión de Olivia?
Esta semana... estos días han sido muy malos, de verdad. He estado mal física y emocionalmente, por lo que no he tenido ánimos ni siquiera para tomar el celular. Sorry :(
Ya no tengo mucho que decir además de que se cuiden. Manténganse saludables, cuiden su salud mental y eso. Descansen y tomen awita UwU.
L@s quiero mucho. Bye
(。・ω・。)ノ♡
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