⚘. ▎49
Notita♡: chiquis, les informo que hay alto contenido de diabetes en este capítulo, así que vayan preparando la insulina, y... quedó larguito, sorry. Pero en fin, disfruten la lectura <3
❝Un completo sueño.❞
╰─────╮•╭─────╯
—¡No! ¡No lo hagas frente a mí! No...
Demasiado tarde.
Antes de que pudiera detenerlo con mis palabras, la toalla en su cintura cayó al suelo mientras la sonrisa de su rostro sólo ascendía con diversión. Fui demasiado rápida en cubrir mis ojos para no ver a pesar de que mi mente me incitaba a lo contrario, tambien girando un poco para quedar de espaldas.
—¡JungKook! —chillé avergonzada mientras escuchaba su risotada.
—Eres tan dulce.
—¡Vístete!
No escuché nada más luego de mi grito, cosa que ocasionó miles de corrientes nerviosas por mi espina dorsal, mismas que aumentaron considerablemente cuando sentí su piel desnuda chocar contra mi espalda y como el calor comenzaba a adentrarse en mi cuerpo.
¡Madre mía!
—Oye, no, aléjate —pedí entre risas mientras trataba de romper su abrazo por detrás.
Estaba desnudo, ¿cómo podía?
—Shhh, ya, que tierna te ves así de avergonzada —bromeó, dejando un besito sobre mi coronilla y ajustando su acto cariñoso.
—Voy a pegarte —advertí litigante, sintiendo la musculatura de su pecho pegarse cada vez más contra mí.
—¿En serio crees que estoy desnudo? ¿Mh? —sus labios quedaron a la altura de mi oreja, logrando que su cálido aliento chocara con dicho lugar y mi propio cuerpo reaccionara con respingo.
—Si, eso es lo que creo —afirmé con la voz cortada debido a las miles de sensaciones que experimentaba.
—Pues déjame decirte que no —tan pronto como pronunció eso, se alejó de donde estaba y me hizo girar un poco la cabeza para verlo, instante donde pude confirmar sus palabras.
Estaba usando un pantalón corto de color negro.
Maldición.
Ante mi cara de desconcierto sólo pudo soltar una pequeña carcajada. —La broma quedó mejor de lo que esperaba.
—Idiota —me levanté de la cama y le di con mi puño en el pecho, repitiendo esa acción varias.
JungKook siguió riendo y retrocediendo con cada golpe que yo daba. Estaba disfrutando la situación como ninguno, y eso era algo que en vez de enojarme lograba enternecerme.
Pero eso dejó de ser dulce cuando detuvo mis acciones con sus brazos y realizó el contacto directo de nuestros ojos.
Ahí volví a caer en cuenta de que su torso si estaba desnudo, momento donde los nervios volvieron a invadirme.
Él no quitó aquella unión de miradas hasta que decidió acercar nuestros rostros y cortar la brecha existente con un beso profundo. Nuestras bocas comenzaron a moverse en perfecta sincronía, manteniendo un ritmo constante y decidido que me llevaría derechito al precipicio.
Nuestro precipicio.
Como reacción involuntaria de mi cuerpo comencé a acariciar su esculpido pecho suavemente, dándome cuenta de un tacto que me generaba placer y extremada calentura, así que no dudé en descender un poco más hasta acariciar su abdomen. Lo escuché gruñir ligeramente y afianzar el ajuste en mi cuerpo para pegarlo más al suyo, y ahí supe que si continuábamos no podríamos detenernos luego.
Y era cierto.
Fui yo quién rompió el contacto con sutileza, dejando unos cortos besos sobre sus labios antes de alejarme lo suficiente para examinar su rostro.
Joder, él era hermoso.
Lamió y mordió seductoramente su labio inferior antes de soltar un ligero suspiro. —Me dejas con ganas de más.
—Ese es el objetivo —bromeé, tocando delicadamente la punta de su nariz.
—La tarde es larga, ya me vengaré —acurrucó mi cabeza en su pecho al mismo tiempo en que decía eso, abrazándome con dulzura y sumo cariño.
Amaba tenerlo así de cerca.
Él dejó un beso sobre mi frente y sonrió un poco.
—Ahora si me lo permites, debo cambiarme este pantalón, por lo que te recomiendo que gires ésta vez.
Solté una risita ante eso. —De acuerdo.
Obedecí a lo que dijo dándome la vuelta y sentándome sobre su cama. Escuché el movimiento de su gaveta, luego como una prenda era retirada —momento donde me sonrojé, cabe destacar—, y al cabo de varios segundos me avisó que ya se encontraba listo.
Al girar mi cabeza lo ví pasar una camiseta negra por su cabeza, cosa que inesperadamente me desilusionó ante la idea de que ya no vería su hermoso cuerpo.
¿Pero qué demonios me sucedía?
Jeon se acercó hasta donde me encontraba y me tendió su mano.
—Ven aquí, acuéstate conmigo.
Aquella propuesta sutil y sin segundas intenciones de por medio me revolvió el corazón. Advertí entonces que mis hormonas habían rebasado su propio límite, ahora desbordando todo mi calor corporal y haciendo que mi cerebro malpensara las cosas.
«Tonta, tonta, tonta.»
Sujeté su diestra suavemente y dejé que me llevara hacia su cama; él se acostó con la cabeza en la almohada mientras yo copiaba la misma acción a su lado, no sin antes retirar los tacones de mis pies para estar más cómoda.
Ya sin ninguna interrupción de por medio, él me observó de la misma forma que yo lo hacía con él, sonriendo de costado y estirando su mano para acariciar dulcemente la piel de mi mejilla.
—¿Estabas buscándome en la tienda? —interpeló luego de unos segundos, con su voz rasposa y en un tono bajo.
—Si, fui a comprar una blusa que me encantó la última vez que estuvimos ahí, y pensé que tal vez te encontrabas cerca. Aunque al final terminé conociendo a tu mamá —conté entre risas.
—¿No te dijo nada raro? Ya sabes, mh, ¿insinuante?
—No que recuerde. Pero ya olvida eso —pellizqué su cachete—, hablemos de algo más.
—¿De qué te gustaría hablar? ¿Uhm? —preguntó en un tono bajo.
—Mh... —lo pensé un poco—. Te haces cargo de la empresa en diciembre, ¿no es así?
Él asintió.
—¿Cómo te sientes con eso?
Mi pregunta fue algo importante, no podía tomarse a la ligera y su rostro me lo confirmaba. Ver cómo sus facciones comenzaban a tensarse y verse más abrumadas fueron la suposición de su respuesta, pero decidí no sacar conclusiones hasta escuchar su contestación.
JungKook soltó un suspiro profundo y cerró los ojos como si buscara las palabras correctas para responder, no tardando mucho en hacerlo. —Yo... bueno, no... no tengo idea.
No fue algo claro, sin embargo, podía comprenderlo, creo.
—A veces soy inseguro con todo esto de mi futuro —añadió luego de unos segundos—, llego a pensar que no seré capaz de manejarlo o que en su defecto, la empresa no estará en buenas manos.
—Hey, no pienses eso —traté de tranquilizar con mi suave voz—. Te he visto dar conferencias y ser parte importante de las reuniones, ¿y cuál ha sido el resultado? Ser tendencia en todas las redes por tu increíble trabajo.
>> Además, tienes los negocios en la sangre, Kook —sonreì—. Tu capacidad mental e inteligencia son perfectas para el manejo de algo tan importante como lo es la empresa de tus padres, por lo que estás listo.
Vi como tragó saliva con dificultad y acto seguido dejaba salir un suspiro, estaba nervioso.
—Confía en mí —tomé su mano entre la mía, sintiendo rápidamente la calidez de dicha adentrarse en mi frialdad—, todo saldrá bien.
Kook ladeó un poco la cabeza al mismo tiempo en que formaba una pequeña sonrisa en sus labios.
—¿Sabes? Mis padres dijeron lo mismo y estuve a nada de llorar —el limpió un poco su ojo al instante dónde dijo eso, dándome a entender que se había puesto sensible, ay—. Imagínate como me siento cuando viene de tí.
—Awww, estás chiquito —me alcé un poco sobre mi brazo para poder llevar mi rostro al suyo y dejar un besito en su mejilla.
—Yah~ —rió con timidez.
Yo sólo sonreí divertida.
—Serás un CEO muy guapo y encantador —dije lo obvio.
En cuanto Jeon escuchó esas palabras fui consciente del brillo que apareció en sus ojos y como sus labios comenzaban a curvarse en una sonrisa de costado.
«Se viene», pensé en cuanto lo vi acariciar un poco su belfo inferior con su lengua y levantar una ceja.
—¿De verdad? —inquirió socarrón.
Yo asentí. —Tendrás a todas las chicas atrás de tí, ¿debería ponerme celosa?
JungKook rió jocoso y decidió comenzar a actuar sin cautela.
—Ven aquí —demandó al mismo tiempo en que me tomaba de la cintura con firmeza para acercarme a su fornido cuerpo.
Aquella acción me tomó desprevenida, y mientras intentaba procesar que había sucedido, él atacó mi boca con la suya en un beso lento y con movimientos suaves.
Colapsaba en cuestión de segundos.
Mis manos dejaron pequeñas y tímidas caricias sobre su pecho, el cual se veía golpeado por los latidos de su corazón, mientras que a su vez mis labios se movían torpemente sobre los suyos.
Jeon rompió el contacto rápidamente pero sin dejar de rozar nuestras bocas y dejar que nuestros alientos se mezclaran.
—Si supieras que sólo tengo ojos para tí —murmuró con la voz ronca, dejando al mismo tiempo varios besos sobre mi boca—. Y que por supuesto, soy completamente tuyo.
Lo último ocasionó que todo mi cuerpo temblara de emoción, cosa qué lo hizo sonreír ampliamente.
—Puedes hacer lo que demonios quieras hacer conmigo, cariño —aclaró entre ligeras risitas mientras tomaba un poco de distancia.
—¿Lo que quiera?
—Si, lo que quieras.
No sabía cómo podía mirarlo a los ojos con el enorme sonrojo de mi rostro, al parecer ya me había acostumbrado a este tipo de situaciones.
Sin embargo, era mi momento de hacerlo avergonzar.
—Bien, entonces quiero ver tus medias de Iron Man.
—¡Oye! —se quejó, a lo que reí—. Agh, por eso no debí presentarlas a ambas.
Después de aquel momento las conversaciones fluyeron con naturalidad. Creo que lo había dicho varias veces, pero estar con él era un completo sueño, literalmente.
Estuvimos hablando sobre la escuela, un poco del futuro y recuerdos de sus padres, riéndonos con las ocurrencias repentinas y entrando en el ambiente romántico cuando los besos hacían presencia.
Ya sabía que nos habíamos vuelto un poquito bastante adictos a ellos.
Dos horas habían transcurrido desde eso, tiempo en el cual pude disfrutar mucho de su presencia. Y entonces recordé un tema que aún no había hablado con él, por lo que aproveché el momento para ello esperando que tuviera una reacción bonita.
Esperando, dije.
—Por cierto —me acomodé mejor sobre el colchón para verlo—, TaeHyung me pidió un favorcito para mañana.
Sólo bastó con la mención del peligris para que la mandíbula de JungKook se tensara.
Ay por Dios.
—Quiere que le dé un pequeño repaso, así que mañana vamos a estar juntos y eso... —bajé un poco mi cabeza para no ver a esos ojos prendidos en fuego puro—. Te lo digo porque no quiero enojos.
Y no dije nada más, sólo esperé su respuesta.
JungKook se mantuvo inexpresivo al primer instante, tratando de mantener la calma y no explotar en enojo como las venas de su cuello lo demostraban. Lo vi inhalar y exhalar aire repetidas veces para luego verme a los ojos con más sutileza.
—Si te soy sincero, odio que ambos estén juntos —confesó lo que estaba más que claro—. Pero confío en tí, así que... sólo me queda a aceptar. Aunque no confío en él...
—¿Nunca se llevarán bien? —pregunté divertida.
—Lo más probable es que no.
Negué varias veces con mi cabeza.
—Ya pero, si él hace algo, lo dejas sin descendencia —advirtió con su dedo.
—No pasará nada, Kook.
—Por si las moscas. Y también te demostraré lo mucho que debes quedarte a mi lado.
Tan pronto como comentó eso sentí el peso de su cuerpo caer sobre el mío sin llegar a aplastarme, cosa que de una forma u otra me alarmó, pero quedó en el aire cuando JungKook comenzó a dejar varios besos suaves y dulces por toda mi cara.
Ay, este chico.
El roce de sus labios me hizo cosquillas que ocasionaron mis risitas y también las suyas. Esto era demasiado.
—Mh... JungKook detente.
—No quiero~ —refunfuñó, provocando que su cálido aliento chocara con mi mejilla.
«Dios, aquí estoy.»
Solté una pequeña risa ante su comportamiento infantil y a su vez no tan infantil.
—Alguien entrará por esa puerta —traté de excusarme mientras lo apartaba, sin embargo, mi fuerza física en comparación con la suya no servía para aquella labor.
—Ni que esto fuera un película —murmuró al mismo tiempo en que dejaba suaves besos sobre mi mejilla. Estos fueron descendiendo de a poco hacia mi mandíbula, y ahí se detuvo para aspirar aire.
Por Dios, él iba a matarme.
Volvió a subir para encarar mi rostro, momento donde aprovechó la cercanía para besarme lentamente.
Estábamos rompiendo el récord él día de hoy.
No obstante, todo aquel ajetreo se vió interrumpido cuando unos pasitos se escucharon por el pasillo y la puerta de la habitación fue abierta, momento exacto donde JungKook se lanzó al suelo para disimular no estar haciendo nada, cosa por la cual reí sin detenimiento.
—Noona, ¿jugarás conmigo?
Aquella inocente cuestión por parte de EunWoo me hizo sentar sobre la cama para verlo con más claridad. El pequeñín tenía un brillo muy dulce y esperanzado en sus ojos, y ante eso no podía negarme.
También era muy débil con los niños.
Estaba a punto de abrir la boca para responder cuando de repente JungKook pone sus brazos sobre la cama y lo observa.
—No.
—¡Pero hyung! —refunfuñó el menor.
—No irá a jugar y punto —dijo él mientras se acercaba a dónde yo estaba y me abrazaba como si tuviera la misma edad de su hermano.
—Kook, déjame ir con él —pedí suavemente al girar un poco mi cabeza para observarlo, siendo testigo de como en sus labios se formaba un puchero.
—Yo te quiero aquí conmigo —me abrazó el doble de fuerte.
Al rodar mis ojos volví a capturar al chico, mismo que tenía sus hombros agachados y la mirada triste, y de esa misma forma dió media vuelta y desapareció por la puerta.
Ante eso solté una maldición al aire y le pegué un golpetazo a JungKook en la cabeza. —Eres un idiota.
El pelinegro se alejó un poco aún con el puchero en sus labios, encogiéndose en su lugar ante mi mirada tan molesta.
—¡EunWoo! —llamé al pequeño con la esperanza de que volviera, acción que no tardó mucho en suceder.
El niño volvió a aparecer en la puerta de la habitación con una expresión asombrada en su rostro.
—Vamos a jugar, andando —dije mientras me levantaba de la cama.
—¡Sí! Ven, noona, vamos a mi cuarto —tendió su pequeña manito hacia mí, dando saltos eufóricos en su lugar.
—Yo lo sigo, jovencito —bromeé tomando su mano.
Estábamos a punto de caminar por los pasillos cuando decidí girar la cabeza para encarar a JungKook, quién aún seguía en la misma posición, solamente observando.
—Hey, vamos —hice un ademán con mi cabeza sin perder la molestia de hace un momento.
De repente me encontraba muy enojada con él.
El Jeon mayor chistó su lengua y se levantó del colchón como única opción que tenía, uniéndose a nuestro lado para comenzar a caminar.
—¿Jugaremos a la mamá y el papá o qué? —inquirió burlón, no obstante, aquello se fue bien lejos cuando lo fulminé con la mirada.
La habitación de EunWoo estaba justo al lado de la de su hermano, por lo que no tardamos mucho en llegar y entrar. Era bastante parecida a la de JungKook, sólo que más infantil y dulce como sería la habitación de un niño.
—¿Estás enojada conmigo?
Ignoré su cuestión por un momento para seguir al pequeño que, muy emocionado, me llevaba hasta el centro de su cuarto para sentarnos en el suelo y jugar con unas figuritas de cómics.
—¿Qué tú crees? —respondí sin más.
—Cariño, yo...
—Vamos a jugar con él, olvida eso ahora.
Me senté en el suelo junto a Eun y examiné los juguetes regados, se veía muy dulce organizándolos en posición y observando cada uno como si fuera oro puro.
—¿Quién te gustaría ser? ¡Yo soy el capitán América!
Reí tiernamente ante la advertencia.
—Mh... me gusta esta de aquí —señalé la viuda negra, aquel personaje de Marvel que tanto amaba.
—Ella es muy bonita —dijo dulcemente—. Entonces Iron Man es para mi hyung.
El pequeño buscó a su hermano por toda la habitación, yo realicé lo mismo, no tardando en encontrarlo sentado junto a una ventana mientras observaba al exterior.
—JungKook hyung, ¿no vas a jugar? —preguntó el niño un tanto curioso.
Al principio no habló ni una palabra, sólo negó con su cabeza.
—Ahora no quiero jugar, pequeño. Disfruten ustedes dos.
Su voz sonó tranquila y a su vez apagada, como si estuviera a punto de quedarse dormido en su lugar.
—¿Te encuentras bien? —cuestionó un poquito preocupado.
Él giró su cabeza para observarlo y regalarle una sonrisa. —Si, estoy bien, no te preocupes.
Esa respuesta no convenció totalmente al niño, pero al menos sirvió para que no dejara de cuestionarle. Aunque solamente con él, ya que conmigo no estaba dispuesto a eso.
—¿Estás molesta con mi hyung?
—Sólo un poco, ya se pasará —tranquilicé.
Y era consciente de eso. Esto se trataba de un pequeño enojo que no duraría por mucho tiempo, y es que en realidad no tenía idea de porqué me sentía así, sólo... agh, me odiaba.
—Mh... está bien —asintió con un pucherito en sus labios.
A partir de ese momento el pequeñín comenzó a idear escenarios y diálogos entre los juguetes, los cuales intenté seguir para poder recrearme con él.
Era divertido.
De esa forma transcurrieron los minutos donde millones de cosas ocurrieron dentro del juego; la mayoría eran referencias a las películas de Marvel, lo cual podía entender bastante ya que era amante de dichas. El ambiente se encontraba muy severo y cómodo, razón que me permitía estar enajenada, o al menos hasta que sentí una mirada sobre nosotros.
Alcé un poco los ojos para capturar a JungKook mirar a su hermanito jugar, teniendo en sus labios una dulce sonrisa media y sus ojos con su usual brillo. Pocos segundos después conectó nuestras miradas, no tardando en formular la misma sonrisa y rápidamente romper el contacto.
Ya conocía este tipo de comportamientos en él y podía entenderlo. Cuando éramos niños se había dado una situación parecida dónde terminé bastante enojada con él, y recordaba perfectamente que su comportamiento fue el mismo; alejado. Y no era como venganza o porque se sintiera igual, sino que se trataba de una forma para dar espacio y analizar sus errores, asimismo para que la otra persona tuviera su tiempo.
Ver qué muchos de sus hábitos no habían cambiado me hacían sentir nostalgia y por supuesto, preguntarme varias cosas, una en específico.
«¿Él de verdad no me reconoce?».
Han existido tantas similitudes entre ambos que me parece imposible el hecho de que no pueda saber quién soy, cosa que me parecía muy raro y a la vez, me provocaba un poco de miedo.
Sin embargo, decidí dejar esos pensamientos atrás al momento dónde lo invité con mi cabeza a unirse, a lo cual negó titubeante.
Ladeé mi cabeza y volví a intentar, pero el sólo se mostró abstente y concentró su mirada hacia el exterior de la ventana.
Solamente me quedaba una opción.
—Eun —llamé la atención del pequeño—, quédate aquí un momento, hablaré con tu hermano.
Asintió con su cabeza sin ningún tipo de quejas, volviendo a concentrarse en organizar las figuritas.
Apoyándome con mis manos logré levantarme, por consiguiente di algunos pasos hasta llegar a dónde estaba y como último me senté sobre el mueble copiando su acción.
—Kook...
Él me miró instantáneamente, estando neutral.
—Perdón, yo en realidad no estoy enojada —aclaré—, bueno, tal vez sólo un poquitín.
No pudo contener una risita nasal al escuchar esas palabras. Eso era bueno.
—Es que los niños son mi debilidad, y creo que me tomé muy en serio tu comportamiento hace un rato —rasqué un poco la parte trasera de mi cabeza—. Lo siento.
Se apresuró en negar con su cabeza y tomar mi mano entre la suya, dejando un cálido beso sobre dicha y observándome fijamente a los ojos.
—A veces bromeo en los momentos menos indicados, perdóname a mí.
—No, a mí.
—¿Estaremos de esa forma todo el rato?
Solté una risotada ante el comentario, acción que contagió al pelinegro.
—Prefiero besarte y ahorrarnos todas las palabras —jugué en voz baja para que el niño no se diera cuenta.
Estaba en esos momentos donde actuaba sin prudencia, y eso a él le fascinaba.
Lo ví abrir la boca con asombro para luego morderse el labio y cerrar los ojos.
—Si mi hermano no estuviera aquí yo... —detuvo lo que diría automáticamente, haciéndome reír con suavidad.
—No te queda de otra, Jeon —dije juguetona—. Ahora ven, vamos a jugar.
Me levanté sosteniendo su mano, acción que copió para luego caminar hacia dónde estaba el menor, quien sonrió ampliamente cuando vió a su hyung.
—¡Si! ¡Ahora podemos jugar! —aplaudió frenéticamente.
—Aigo~, preparen sus armas porque Iron Man acaba de llegar a la acción —dijo mientras sostenía la figurita de dicho personaje.
Ahí íbamos.
No sabía el enorme lazo que ambos hermanos poseían hasta verlos jugar juntos. Básicamente al cabo de varios minutos mi presencia en el juego quedó de lado ya que los dos se unieron como uno, y no me desagradaba, por el contrario, lo amaba.
Ellos sí que eran amantes de Marvel, pues conocían de pies a cabeza cada personaje y su correspondiente labor. En poco tiempo reí y me enternecí con el comportamiento de ambos, mismo que me hacía recordar esos momentos junto a mi hermana mayor.
—Y con esto Thanos queda completamente vencido y obtenemos la victoria.
—¡Yei! Si hyung, lo hicimos —celebró el niño.
—Ahora ven aquí, enano.
Sin aviso alguno el mayor sostuvo al pequeño y lo abrazó fuerte mientras dejaba cosquillas por todo su cuerpo. Rápidamente las risas y divertidos quejidos de EunWoo se escucharon por el lugar, haciéndome sonreír sin remedio.
—¡Yah! Déjame, hyung.
—Nop —rió suavemente—. Tú también ven acá.
—No —advertí en cuanto lo ví acercarse—. No Kook, no... ¡Ah!
Se lanzó sobre mí y dejó varias cosquillas sobre mi estómago, ocasionando que ésta vez fuera yo quién riera fuertemente.
—¡Pégale noona! —dijo el niño al mismo tiempo en que lanzaba una almohada a la cabeza de JungKook, pero nada.
De repente unas risas desde la puerta fueron escuchadas, lo que provocó que todos viéramos a ese lugar para dar con los señores Jeon disfrutando de la escena.
—¿Deberíamos intervenir? —inquirió el hombre de manera divertida.
—No, creo que no —respondió ella con una sonrisa en su rostro.
Enfoqué los ojos brillosos de JungKook después de eso, siendo consciente de como se acercaba hasta mis labios para dejar un casto beso.
—Ay, que hermosos son —se enterneció.
—Ya, déjenme estar con mi novia —refunfuñó él, sentándose en posición de indio y ayudándome a acomodarme en el proceso.
—Tendrán mucho tiempo después de la cena, ya casi está lista por lo que pueden ir bajando —avisó la mujer.
—¡Comida! —gritó el pequeñín sumamente emocionado, levantándose del suelo y corriendo hacia el exterior de la habitación.
Los Jeon y yo reímos fuertemente ante ello. El pelinegro me ayudó a levantarme del piso segundos después para luego sostener mi mano con dulzura y caminar hacia sus padres.
—Ambos me recuerdan a nosotros cuando teníamos su edad —declaró el tío Jeon repentinamente mientras avanzábamos por los pasillos.
—Con la única diferencia de que fue mamá quién te buscó —señaló Kook divertido.
Ah, era cierto. Conocía la historia de la pareja de pies a cabeza, pues de pequeña solía escucharlos hablar mucho sobre el amor.
Y de ahí surgía el comportamiento de JungKook.
—Si deseas te podemos contar la historia —propuso la mujer hacia mí con suma amabilidad.
A pesar de saberla con detalles, deseaba volver a escucharla, recordando los momentos de hace diez años atrás.
—Por supuesto que sí, sería un gusto —sonreí genuinamente.
—Y tal vez le contemos la nuestra —dijo el chico a mi lado abrazando mis hombros.
—Me encantaría saber cómo esta chica pudo dominar tan bien a nuestro hijo, de verdad que la admiro.
Luego de reír por el comentario de YounSoo, bajamos los escalones hasta el primer piso y nos adentramos al comedor de la casa. Rápidamente un olor exquisito a comida fue percibido por mis fosas nasales, asimismo como mis ojos examinaron superficialmente el espacio; era grande, muy acogedor, con adornos de madera que le daban el toque rústico y la comodidad para convivir ahí.
Antes de sentarnos en la mesa JungKook y yo fuimos a lavarnos las manos, teniendo una pequeña pelea de agua con algunos salpicones, nada preocupante, por el contrario, sumamente divertido.
Un corto ratito pasó en aquel lugar con la familia Jeon, tiempo dónde noté varias cosas. Sin duda sus comportamientos no habían cambiado en lo absoluto; ellos seguían siendo los mismos bromistas, románticos y agradables padres que siempre estuvieron para mí. Y a pesar de que no me reconocían como Haenul, me daba gusto que tuvieran el cariño hacia mí como la novia de su hijo. Aquello era algo que me tocaba profundamente el corazón, lo cual probablemente se tratara de la melancolía de volver a verlos luego de tanto tiempo.
Estaba muy enajenada en mis pensamientos y recuerdos que apenas pude reaccionar cuando hablaron frente a nosotros.
—Bien, la comida está lista. Vamos a servir —anunció ella un tanto entusiasmada, dando palmadas en su lugar mientras formaba una sonrisa en sus labios.
Pocos segundos después llevaron los alimentos a la mesa, y ahí fue donde verdaderamente disfruté del aroma y la hermosa imagen. Ahí recordé lo mucho que la señora Jeon amaba variar en las comidas, podía confirmarlo con esto. Se trataba de una cena un poco diferente a lo usual en Corea, ya que era más al estilo americano.
Se veía exquisita aquella ensalada de verduras y frutas con esa carne.
Madre mía.
—JungKook nos contó que viviste por un tiempo en los Estados Unidos, por lo que decidí preparar algo con ese toque —explicó.
—Se ve delicioso, y apuesto a que sabe así —fui totalmente sincera, ya quería darle un bocado.
—Vamos a servir en nuestros platos.
Así hicimos. Yo tomé un poco de la ensalada y una pequeña parte de la carne, digamos que no era de comer mucho, me llenaba bastante fácil. JungKook por el contrario si era glotón, desde pequeño era así. Se había servido un gran pedazo de carne y una buena porción de la ensalada, por lo que comencé a cuestionarme si verdaderamente se comería todo eso.
Dejando esos pensamientos de lado decidí darle el primer bocado a la comida, quedando en el mismísimo cielo en cuanto el sabor llegó a mis palpitas gustativas.
Ya extrañaba las comidas de la tía Jeon.
—¿Qué tal está? —preguntó el hombre con curiosidad.
—¡Está delicioso! —afirmé con la emoción corriendo por mis venas—. De verdad, es muy rico, hace mucho no probaba una comida americana de tan buena calidad.
—Mamá siempre ha tenido un excelente toque con la comida —informó JungKook con un sonrisa en sus labios.
Lo sabía. Era más que consciente de ello.
En los primeros minutos no se dijo nada, pues todos estábamos más concentrados en la comida que en algún tema de conversación, sin embargo, aquello no duró demasiado.
—¿No iban a contar su historia de amor? —preguntó un Kook bastante curioso, con sus mejillas llenas de comida y los ojos más abiertos de lo normal.
—Ah, cierto —el señor Jeon limpió un poco su boca con una servilleta antes de hablar—. Bueno, la historia es algo larga.
También lo sabía, pero valía la pena escuchar, por lo que acomodé mi mentón sobre la palma de mi mano
—Ambos hemos formado parte de los conglomerados desde que somos bebés, así como ustedes. Nos conocimos en la secundaria por un trabajo que debíamos realizar, pero sólo quedó como eso: un trabajo, o al menos en mi caso —dijo con diversión.
La progenitora de los hermanos Jeon rió un poco. —Desde ese momento yo me sentí atraída por él, pero no sabía que hacer cuando YounSoo era un chico sumamente difícil y reservado. Básicamente era imposible de conquistar, por lo que decidí ir con calma y ser su amiga, lo que fue difícil.
>> No obstante, las cosas no salieron como lo había planeado, ya que él se enteró de mis sentimientos y comenzó a evitarme como el idiota que era en aquel momento —soltó una pequeña risita—. Ahí tuve que hacer lo imposible para lograr obtener la confianza de nuevo, y a partir de ese momento muchas cosas cambiaron.
—Ella era la primera mujer que verdaderamente se interesaba en mí, por lo que poco a poco comencé a darme cuenta de los sentimientos que comenzaban a florecer. Fue cuestión de unos meses para que cayera a sus pies y terminara enamorado de ella; al principio mi orgullo no me dejó confesarme, pero fue ella misma quién terminó robando mis palabras.
—Los dos tuvimos un romance de tres años hasta terminar el primer año de universidad, todo estaba bien, pero se fue por la borda cuando hubo un inconveniente con mi familia y se formularon rumores falsos de la empresa —contó con un poco de tristeza—. Los padres de YounSoo lo alejaron de mí y lo comprometieron con otra mujer. Todo se desmoronó, y los dos nos rompimos mutuamente por meses ante algunas peleas por culpa de esos problemas.
>> Y en el día de la boda yo fui por invitación, aunque doliera como el infierno. Grande fue mi sorpresa cuando él negó el matrimonio y vino conmigo, exponiendo lo mucho que me amaba frente a todos.
—Tuve muchos problemas con mis padres en aquel momento, pero al final terminaron aceptando nuestros amor y ayudaron a eliminar todos esos rumores cuando decidieron creer que eran falsos —explicó—. Y a partir de ahí todo volvió a ser como antes; nos convertimos en pareja nuevamente, al año nos casamos y creamos el conglomerado actual, y mucho tiempo después nació JungKook.
—Y ya, esa es nuestra historia de amor —concluyó con un poco de timidez.
Volver a escuchar aquello se sintió igual de interesante que la primera vez, e incluso podía jurar que estaba a nada de llorar.
Mis ojos estaban lacrimosos. Maldición.
—Que bonito todo —sonreí con melancolía, limpiando una pequeña lágrima que había caído por mi mejilla—. A pesar de las dificultades, el amor triunfó.
—Eso es cierto —sonrió ella—. Cuando el amor es verdadero... puede romper todas las barreras que aparezcan.
Asentí con mi cabeza ante eso.
Eso me hacía recordar a JungKook y yo. Nuestro amor había superado mucho, era verdadero, siempre lo había sido, y yo realmente esperaba que continuara de esa forma.
Pero... ¿qué seguridad existía de aquello?
—Hicieron llorar a Olivia —bromeó Kook mientras posicionaba una de sus manos en mis mejillas.
—Soy sensible, no puedo hacer nada —reí un poco nerviosa.
—Ahora cuenten cómo se conocieron ustedes dos —pidió la señora Jeon bastante curiosa y entusiasmada, ocasionando que mi cuerpo entrara en un completo estado de nervios.
Ay, ya sabía que esto llegaría.
JungKook rió algo tímido ante eso. —Es una historia un poquito curiosa.
Y sí que lo era. Él comenzaría a contar desde el momento donde nos reencontramos, pero en realidad la historia tenía su inicio hacía más de diez años.
Claramente no podía decirlo, sólo debía seguir la corriente.
—Olivia recién llegaba al país en aquel momento. La primera vez que la ví nos encontrábamos en la escuela, ella sentada en el pupitre a mi lado.
«Corrección, la primera vez que me viste fue un parque cuándo teníamos cinco años.»
—Me llamó mucho la atención, pues... no podía negar que era deslumbrante —sonrió tímido mientras contaba aquel dato—. Es la primera vez que digo esto, pero yo realmente te seguí hasta ese parque sólo para poder hablar contigo.
Y ante aquella declaración... yo no sabía que decir.
Mi mirada cayó sobre sus ojos llenos de brillo, formando una amplia sonrisa en mis labios poco a poco.
—Habías tenido un mal día, y me pareció tan lindo verte refunfuñar al respecto que... fue como sí desde ese instante hubieras capturado a mi corazón —declaró—. Te di una pequeña toalla para que te limpiaras un poco, luego nos presentamos y te conseguí un taxi a casa porque de repente estabas algo pálida, me preocupó bastante.
>> Al día siguiente me convertí en tu guía, y no sabes cuánto me emocionó eso. Conversamos, nos conocimos más, intercambiamos números y quedamos en tener una cita disfrazada como “salida de amigos”. Aún recuerdo cómo latió mi corazón al verte ahí, tan preciosa y dulce; no sabía que demonios me sucedía, pero estaba a nada de colapsar.
>> Siempre amé coquetear de manera sutil y atrevida contigo, lo que más disfrutaba era ver ese tono rojizo en tus mejillas que te daba aquel aspecto tan tierno. Y por supuesto, me encantaba la forma en que me hacías sentir así de bien, natural, como si me encontrara en mi lugar seguro.
En ningún momento eliminó la sonrisa de su rostro, cosa que me tenía a punto de morir y claramente, llorar de felicidad.
—Y llegó el momento donde ya no podía contenerlo —continuó—. Me había enamorado de tí como nunca en la vida; no era capaz de negarlo, por lo que ante la primera posibilidad te invité a salir y te confesé todo, yendo hacia el jodido cielo cuando los sentimientos fueron correspondidos.
>> Porque te quiero tanto, Olivia, como nadie nunca a podido hacerlo.
Y fue sólo cuestión de escuchar eso para que mi corazón se saltara un latido.
Mis ojos se cristalizaron por tal declaración, no pudiendo evitar llorar segundos después debido a lo frágil que era mi alma.
Eso... eso había sido mucho.
Incluso la familia frente a nosotros se encontraba sentimental; la señora Jeon se encontraba sorbiendo por la nariz sobre un pañuelo, el señor Jeon tenía los ojos cristalizados, mientras el pequeño estaba atento a la conversación sin entender mucho, aunque un poco enternecido.
Miré al pelinegro a mi lado y le pegué un pequeño golpecito en el muslo. —Mira lo que me haces, JungKook.
El aludido rió dulcemente, asimismo como los demás.
—Perdóname, pero hoy ando muy expresivo —se acercó un poco hasta mi asiento y me propició un abrazo, seguido de un pequeño beso en los labios.
—Ha sido una bonita historia —comentó ella con sinceridad—. Ahora entiendo porqué JungKook regresaba a casa con cara de tonto.
—¡Mamá~!
—Y tú eras la chica de aquellas fotos en el centro comercial —señaló YounSoo algo impresionado.
Sin embargo, yo me confundí.
—No te lo dije pero... me metí en un pequeño problema luego de esa salida —manifestó Kook con algo de timidez—. Y no te sientas culpable, al contrario, alégrate de haber robado mi corazón.
El chico usó un tono coqueto para decir lo último, haciéndome sonrojar y avergonzar justo frente a sus papás.
«¡Ayuda!».
—Creo que criamos muy buen a JungKook, es igual a tí —dijo SunHee hacia su esposo, mismo que sonrió ladino.
—Ese será el rompehogares de la familia.
—Y EunWoo será el próximo —bromeó con dulzura hacia su hermanito.
Él alzó la cabecita y frunció su ceño. —¿Yo qué?
—Nada, ignora a tu tonto hermano —jugué con fuego al decir eso, pero si era sincera... no importaba.
Sin miedo al éxito.
—Me lo esperaba de todos menos de tí, cariño —hizo un gesto ofendido al poner la mano en su pecho—. Eres cruel.
En la mesa todos reímos por el dramatismo del primogénito.
Luego de aquel momento tan agradable el ambiente se sintió cómodo. Las conversaciones fluyeron naturalmente, así como las risas no fueron controladas por nosotros mismos, sino que salieron sin permiso alguno.
Extrañaba esto, muchísimo.
Cuando la deliciosa cena terminó me dediqué a ayudar a la tía Jeon con los trastes. Fue difícil convencerla para que me dejara ayudar, pero con un poco de insistencia pude lograrlo.
Pasaron otros minutos más, después tuve una pequeña conversación con el señor Jeon y su hijo mayor sobre el futuro y esas cosas, hasta que noté la hora y supe que, lamentablemente, ya debía irme a mi hogar.
A los pocos instantes me dirigí con JungKook hasta su habitación para tomar mi bolso. Él me acompañaría con su chofer hasta mi casa, sin embargo, despedirnos con él justo en frente iba a ser un poquito incómodo, por lo que tocaba hacerlo aquí, antes de volver a bajar al primer piso.
Y Jeon de verdad que no me dió tiempo a nada, pues en el mismo instante donde entramos a su habitación y se aseguró de cerrar la puerta, él se lanzó hacia mí y atrapó mis labios entre los suyos.
No fue muy intenso o duradero, sólo un pequeño contacto de bocas que ocasionó una oleada de nervios por toda mi columna.
El efecto JungKook.
Me abrazó fuertemente mientras conectaba nuestras miradas, conformando un pequeño pucherito con sus labios de repente. —No quiero que te vayas.
—Yo tampoco quiero irme, pero debo —sonreí sin mostrar los dientes.
—Ojalá vivieras aquí.
—¿Quieres que venga a vivir contigo? —bromeé, arqueando una ceja.
—¡Sí, si quiero~!
Reí débilmente ante su comportamiento infantil. Decidí alejarme un poquito de su musculatura para tomar mi bolso sobre la cama y colocarlo en mi hombro, pero mientras eso realizaba, algo pasó por mi cabeza.
—Hace un rato, cuando estabas con tu hermano —recordé, volviendo a acercame—, me causó mucha ternura verte jugar como si aún fueras un niño.
El bajó su cabeza y rió con un poquito de timidez.
—Si, hay cosas que a veces no se pierden. Aunque si te soy sincero, hay momentos donde me es incapaz crear ideas para jugar con él.
—Antes la imaginación fluía demasiado, pero la madurez nos quita muchas cosas en el transcurso del tiempo —dije haciendo una pequeña mueca con los labios.
—Esto es ser adulto —tomó mis manos entre las suyas y las balanceó un poco—. Por eso me encantaría volver a ser un niño; sin preocupaciones ni problemas, sólo... con la inocencia y alegría de siempre.
Al momento dónde dijo eso pude divisar sus ojos obtener un brillo melancólico y algo triste, como si los recuerdos de su niñez estuvieran volviendo con suma fuerza.
Y yo sabía de qué eran cada uno de esos recuerdos.
Sonreí débilmente y añadí:
—Yo también quiero volver a la niñez...
«... Para poder estar más tiempo contigo, Kook.»
Luego de esas palabras volvió a abrazarme, regalándome aquella sensación cálida en el pecho y las ganas de nunca irme de su lado. Acaricié las terminaciones de su pelo con mis dedos, asimismo como él se concentró en dejar algunas caricias sobre mi espalda.
Me encantaba estar así.
Sin embargo, por más tiempo que pasaba, menos quería irme, así que ya debía poner una pausa.
—Ya debo irme, JungKook —le recordé al alejarme un poco y dejar una pequeña caricia en su mejilla.
—De acuerdo, bonita —sonrió, mostrando sus hoyuelos.
Me alcé sobre mis puntas para dejar un besito dulce en su cachete y acto seguido caminé un poco para llegar a la puerta de su cuarto.
No obstante, él me lo impidió al tomar mi mano y regresarme, haciendo que chocara con su fornido pecho y nuestros rostros quedaran extremadamente cerca.
La expresión de JungKook era coqueta al cien por ciento, siendo su sonrisa el principal factor.
O al menos así fue hasta que escuché su voz ronca y profunda.
—¿Qué fue eso? ¿Uh? ¿Un beso en la mejilla? —rió jocoso, girando su cabeza un momento y regresándola para encontrar mis ojos—. Despídete bien, nena.
Ay. Por. Dios.
Ahora si fallecía, era un hecho.
Sus palabras calaron hondo en mi interior, tanto que incluso sentía el corazón quererse salir de mi pecho. La respiración se me cortó por un instante debido a la cercanía y los nervios placenteros que mi cuerpo estaba originando, ocasionando que unas inmensas ganas de acabar con su cordura se apoderaran de todo mi ser.
Lo cual no tardé en hacer.
Era momento de tener valor.
Solté un pequeña carcajada y volví a alzarme con la punta de mis pies para alcanzar su rostro, besarlo y pasar las manos por su cuello para sostenerme.
Lo sentí sonreír contra mi boca ante aquella acción, y yo me contuve las ganas de acariciar su espalda porque de verdad no quería alargar la despedida.
Me conocía.
Jeon pasó su brazo por mi cintura mientras que su otra mano acariciaba parte de mi mandíbula y cuello, guiando a mi rostro contra el suyo para provocar aquella sensación tan maravillosa.
Estaba a nada de colapsar.
Lo que pareció eterno sólo duró apenas segundos, tiempo suficiente para quedarnos sin aire y tener que separarnos el uno del otro. JungKook unió nuestras frentes, narices y dejó un pequeño espacio entre nuestros labios antes de murmurar las palabras que me llevarían al cielo.
—Así me gusta, así es —depositó dos o tres pequeños besos mientras decía eso, ocasionando que millones de espasmos recorrieran todo mi cuerpo.
Ay, esto era mucho.
Abrí un poco mis ojos para encararlo, viendo cómo su sonrisa se ampliaba por culpa del rojo de mis mejillas.
Inspiré aire suavemente y alejé sólo un poco mi rostro del suyo.
—Ya debo irme antes de querer quedarme aquí.
Él rió fuertemente por eso, decidiendo dejar otro besito más dulce en mi mejilla al mismo tiempo en que tomaba mi mano.
—Vamos.
Los dos salimos de su habitación en silencio pero con un ambiente cómodo, lo cual siempre era posible. Me regaló una pequeña sonrisa y comenzó un paso por el pasillo, sin embargo, grande fue mi sorpresa cuando la señora Jeon apareció frente a nosotros.
Y al examinar un poco nuestros rostros, sonrió con picardía.
«Ay no, no, no, no.»
—¿Qué pasa, mamá? —preguntó Kook para evitar que tocara el tema.
—Oh, estaba buscando aquella foto de tu padre y yo cuando nos casamos para enseñársela a Olivia antes de irse, pero no la alcanzo porque está sobre el mueble grande —comentó un poco nerviosa—. ¿Crees que podrías cogerla un momento? Eres una torre.
Su hijo rió, soltando mi mano para comenzar a alejarse. —Esta bien, mami, ahora vuelvo.
Y sin más que decir caminó por el pasillo hasta entrar por una de las puertas, momento donde la mujer frente a mí comenzó a verme con atención.
No sabía porqué, pero estaba muy nerviosa y con un mal presentimiento.
—¿Pasaste bien la tarde? —inquirió con amabilidad.
—Si, me divertí mucho con ustedes —sonreí sinceramente—. Muchas gracias por todo.
—Gracias a tí por alegrar a mi hijo —pasó su mano por mi cabello con dulzura, haciéndome recordar un poco al pasado.
Estaba pasando algo, era lo cierto. Sus ojos..., sus ojos me estaban diciendo lo que sus labios no expresaban.
Y había algo que no me gustaba de esto.
No me gustaba para nada.
—Olivia...
Su llamado me confundió; ella suspiró profundamente y mostró una media sonrisa, cómo si de repente estuviera a punto de decir algo.
Yo tragué saliva con fuerza y asentí con la cabeza.
—¿Sí, señora Jeon?
Y eso fue todo.
—¿Por qué no me dices "tía" como hace diez años atrás, Hae?
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Se prendió esto 🔥
¡Hola! ¿Cómo están? ¿Todo bien?
Creo que me expresé demasiado con este capítulo jaja. ¿Les gustó? ¿Tuvieron infartos? ¿Más ganas de tener un JungKook? ¿Y qué piensan de esto último?
Iba a actualizar hace unos tres días, pero sucede que ando súper enferma y casi no he tocado el celular :(
Sorry. Trataré de regresar prontito.
Mh, creo que ya no hay mucho que decir. Así que, cuídense mucho, coman, tomen awita. L@s amo (●♡∀♡)
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