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Querer a una persona que ama a alguien más.
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PARK JIMIN
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09:48 hrs

Estaba solo.

Esa era la única conclusión a la que había llegado en las últimas horas, y a pesar de que dolía como el diablo, creía que sería lo mejor para mí.

Y también, para todos.

Después de lo que hice no sabía cómo verle la cara a mi familia, amigos e incluso al propio Jeon. Yo simplemente....deseaba irme lejos hacia un lugar dónde nadie pudiera encontrarme, para así pensar con claridad y sanar las heridas.

Pero entonces recordé que no había salida alguna y que probablemente él me consumiría.

Alcé un poco mi rostro empapado de lágrimas para limpiarlo con mis pequeños dedos, y luego de eso volví a enrollar mis piernas entre mis brazos para abrazarme a mí mismo. Desde lo sucedido había estado solo en aquella habitación. En la orden del médico se dictaba que era lo mejor para mi mismo, ya que de esa forma podría meditarlo todo con calma. Pero entonces, ¿por qué me sentía más inquieto que antes?

Ahí recordé que el remordimiento de mis actos estaba matándome poco a poco. Quería ver a JungKook para abrazarlo y disculparme por todo, sin embargo, otra parte de mí lo quería lejos para no provocar más daño.

Y yo realmente no sabía a quien hacerle caso.

Volví a agachar mi cabeza para esconderla entre mis piernas, pero sin haber pasado un segundo de eso, unos toques en la puerta hicieron aparición.

Inspiré aire por el susto no pudiendo evitar que mi cuerpo se tensara ante la persona que imaginaba tras esa puerta. Me encogí más en mi lugar debatiendo sobre que hacer, a pesar de que la persona entraría sí o sí. Así que, tratando de evadir el miedo musité un “pase” casi inaudible, y por consiguiente la puerta fue abierta.

Por el pequeño espacio se asomó la cabecita traviesa de aquella chica, la cual al verme esbozó una media sonrisa. Mi ceño se frunció notablemente ante lo que veía. «¿Qué está haciendo ella aquí?»

—Olivia...

La pelinegra aún sin quitar esa curvatura de sus labios, se adentró por completo a la habitación no sin antes ir a cerrar la puerta a sus espaldas. Sin embargo, en cuanto vi esto me apresuré en detenerla.

—No... —murmuré con la voz temblorosa notando como ella terminaba sorprendida—. Déjala abierta, es por precaución.

Mis palabras le provocaron abrir su boca en forma de "o", por lo que al no saber que decir simplemente la cerró y asintió con su cabeza. Comenzó a caminar hacia donde me encontraba, y nuevamente me vi en la obligación de pararla.

—No te acerques mucho —advertí mientras señalaba vagamente a nuestro costado—. Toma el aparato en caso de emergencias.

Ella posó su mirada en dicho aparato frunciendo su ceño, pero en cuanto la realización la golpeó sólo me observó con una pizca de dolor. —JiMin...

—Por favor Olivia —pedí o más bien, imploré con la voz hecha un desastre—. Necesito estar tranquilo.

La vi tragar con dificultad antes de soltar suspiro.

—De acuerdo —sin más extendió su brazo hasta alcanzar el aparato que contactaba a los doctores. Ya teniéndolo entre sus manos procedió a acercarse más hacia mí lugar para luego lentamente sentarse en el borde de la cama. Yo por pura inercia me moví un poco, siendo ese acto el indicio de que debía mantenerse al margen.

>> ¿Cómo te sientes? —preguntó titubeante sin quitar sus ojos de los míos.

Alcé mis hombros con suavidad.

—Ni siquiera sé cómo sentirme... —murmuré mientras jugaba con mi dedo meñique—. Todo dentro de mí está quebrado.

—Y lo comprendo —aseguró—. La situación no es nada fácil, sin embargo, aquí estamos para apoyarte, JiMinnie.

Su diestra, misma que no sujetaba el aparato, se arrastró por la cama hasta encontrar la mía, y a pesar de que puse resistencia, ella se las arregló para calmarme.

—Valoro el apoyo de todos, pero... —tuve que detenerme para respirar hondo debido al nudo que comenzaba a formarse en mi garganta—, estoy seguro de que JungKook ni desea verme, él....

—Está preocupado por tí —interrumpió apresurada—. No tienes idea del grado de su preocupación.

—Yo lo lastimé...

—JungKook sabe que no estabas en tus cinco sentidos, y créeme que eso no es lo que le preocupa —me miró severa—. Él me llamó llorando en la mañana porque no pudo soportar verte así. Y es que.... joder —vi como sus ojos se volvieron lacrimosos—, ni siquiera yo puedo creer que vivas esto.

Para ese instante, ya me encontraba con las lágrimas recorriendo mis mejillas, y ante los primeros sollozos sentí como sus brazos me rodearon completamente. Traté de alejarme, regocijando y murmurando negaciones inentendibles a las que ella hizo caso omiso; por el contrario, me estrujó más entre su cuerpo logrando que al cabo de varios segundos pudiera ceder.

—Soy un maldito monstruo.

—No lo eres, ni siquiera lo digas o te pego —advirtió seria, pero aún poseyendo la voz quebrada.

—Entonces me prepararé para tus golpes....¡Auch! ¡No pensé que lo tomarías literal!

La melodiosa risa de Olivia logró calmar un poco la tensión en el aire. Y es que ella era una completa nube de inocencia y pureza; animando a todos a su alrededor en los peores momentos.

Luego de unos instantes despegó un poco su cuerpo del mío con el fin de encontrar mis ojos. Al hacerlo, me regaló una dulce y sincera sonrisa, misma que se reflejó en sus grandes orbes.

—Confía en mí, te prometo que esto mejorará —dijo serena y demasiado decidida. Al principio no pude evitar dudar, sin embargo, algo en mí me invitaba a confiar en su palabra.

Cosa que demostré al afirmar con un movimiento de cabeza. —Muchas gracias Olivia.

—No es nada, corazón —acarició mi cabellera de forma cariñosa—. Sabes que siempre te apoyaré.

Luego de esas palabras todo entró en completo silencio. El ambiente se sentía balanceado; no era cómodo, pero tampoco incómodo, al menos para mí. Olivia parecía estar más tranquila, su lenguaje corporal me lo demostraba. Yo por el contrario no podía sentirme lo suficientemente sereno, y eso se debía a que, además de la pelinegra, había alguien más en esa habitación.

Alguien que solamente yo podía ver.

Mi “otro yo” estaba situado en la puerta del baño, recostando parte de su cuerpo en el marco mientras observaba fijamente sus manos. No hacía nada, solamente se mantenía ahí sin ningún fin de atacar. Usualmente cuando las crisis sucedían no podía parar de verlo al menos en las próximas 24 horas; eso no significaba que volvería a tener otro episodio, pero si era una indicación de que aún me encontraba lo suficientemente sensible.

Por ello debía estar alerta.

Entre todo eso, mi mente se concentró en una persona, misma que fue nuestro tema de conversación hace unos minutos atrás. Nuevamente posé mis ojos sobre la chica pelinegra, y al captar su atención pregunté:

—¿JungKook está tras la puerta?

No tuvo que decir nada, ya que la sonrisa de su rostro fue una simple respuesta para mí. Dejó salir una carcajada traviesa luego de mi fastidioso bufido para proceder a tomar mis manos entre las suyas.

—¿Quieres verlo? —inquirió con un toque emocionado.

—Yo... —balbuceé aún con la duda de lo que pudiera suceder, sin embargo, al captar ese resplandeciente brillo en sus ojos no pude negarme—. Sí, si quiero verlo.

Ella sonrió abiertamente para luego asentir con su cabecita. Sin perder tiempo se levantó de la cama y corrió hacia la puerta, cosa que volvió a incrustar el miedo en mi cuerpo. Aún estaba asustado conmigo mismo y la horrible imagen de verme lastimando a todos no ayudaba.

Tragué saliva con dificultad al verla tomar el pomo para girarlo, y en cuanto la puerta fue abierta, un JungKook tambaleándose y confundido por tal acto capturó mi campo de visión.

«Tan adorable como siempre.» pensé.

Olivia rió con debilidad y yo realmente no pude quedarme atrás. El muchacho con un poco de nervios rascó su nuca y observó a la joven, sonriendo avergonzado debido a lo sucedido. Ambos se murmuraron algo que no llegué a comprender, pero por el alzamiento de cejas de mi “otro yo” a pocos metros de ahí, supuse que eran sus clásicas cursilerías.

—Vayan a una habitación, por favor —hablé fastidiado mientras escuchaba la risa nasal del pelinegro.

En eso miré el rostro de Olivia, no pudiendo evitar sonreír por sus reacciones. Tenía la boca y los ojos bien abiertos, las mejillas de un color rosado, mismo que podía notarse en sus orejas. «¡Tan linda~!»

Suspiró con sutileza para luego acercarse a mí y besar la piel de mi mejilla. Ese acto me tomó desprevenido, pero simplemente me dediqué a sonreír como respuesta.

Ella volvió a alejarse hasta la puerta, y próximamente fue el chico quién comenzó a caminar en mi dirección. Algo dentro de mí se revolvió, pero era consciente de que los nervios no me dejarían tranquilo por un buen rato, así que inspiré y solté aire repetidas veces para calmarme.

Al tenerlo sentado frente a mí comencé a sentirme muy pequeño: era el jodido sentimiento de culpa. Primero su mano se posó encima de mi hombro y ahí dejó algunas palmaditas, pero no actué precipitadamente a pesar de que me estaba muriendo de los nervios; quería estar tranquilo. Alcé un poco la vista con el fin de ver esos expresivos ojos, pero fue un error hacerlo. Tenía varios rasguños en la cara, su pómulo rojo en tonalidades moradas y el labio con un pequeño corte. En resumen: lo había destruido.

Las lágrimas se acumularon en mis ojos por eso, y en cuanto lo notó, me regaló su hermosa sonrisa de conejito.

Sin embargo, cuando pensé que no podía llorar más, él me demostró lo contrario.

—¿Dónde está tu risa de desquiciado? Necesito escucharla —bromeó provocándome una risa nasal y débil.

De mis ojos salieron algunas lágrimas que lograron contenerse por su abrazo tan cálido y sincero. No pensé dos veces en corresponder, sintiendo de manera automática la paz que necesitaba.

—Perdóname...

—Shhh, ni lo digas —murmuró mientras dejaba palmadas sobre mi espalda.

Así estuvimos por unos cuantos segundos hasta que él mismo separó el abrazo. Pasó la mano por mi cabello para despeinarlo, y yo simplemente maldecí por lo bajo escuchando sus carcajadas.

—¿Sabías que te quedan lindos eso rasguños? —jugué con una sonrisa formándose en mis labios.

—Soy consciente de lo guapo que soy, gracias —peinó su pelo hacia atrás con orgullo.

Le di un golpe en su hombro por copiarme.

—Ah, por cierto, dentro de un rato vendrán los chicos a verte —avisó con más serenidad—. Pero el doctor mencionó que solo puede pasar uno a la habitación, ¿hay alguien en específico a quien quieras ver?

Su pregunta me dejó pensando por varios segundos. No tenía algo claro. —Yo...

Pero entonces recordé.

Mi detenimiento hizo que Jeon alzara una de sus cejas en espera de más argumento. Me percaté de que Olivia estuviera concentrada en su celular, dando por hecho que era mi oportunidad para acercarme a él y murmurar:

—Si, hay alguien, y creo que sabes perfectamente de quién hablo....

∙ · • • • ❀ • • • ∙ ·

15:38 hrs

A pesar de que hace un rato había logrado calmarme, los fuertes latidos de mi corazón seguían sintiéndose y mucho más al estar acompañado. Aquella sala blanca se veía deprimente y sin ningún tipo de emoción; la poca luz proveniente de la ventana iluminaba vagamente dicho lugar, no siendo suficiente para dar un ambiente más positivo.

Excepto la presencia de ella.

El silencio incómodo nos estaba hostigando a ambos. No habían diálogos, tampoco miradas, solamente nuestras existencias a distancias considerables entre un silencio que solo era interrumpido por los latidos de mi corazón en el monitor. Por el rabillo del ojo la vi alzar su cabeza y suspirar, tal acto me hizo comprender que hablaría, pero yo mismo me apresuré a interrumpirla.

—Rosé...

El llamado de su nombre saliendo de mis labios le propició un brillo resplandeciente a sus ojos que a pesar de intentar evadirlo, me hizo sentir una calidez en el pecho. Pero entonces recordé el motivo de su presencia aquí, y me contuve para concentrarme en responder todas sus dudas.

¿Mh?....

Murmuró sin verme a los ojos. En los pocos minutos juntos noté que evitaba el contacto de nuestros ojos, pero entonces estaba yo; quién no podía quitar su atención de ella, logrando que al final cediera. En mis orbes se presenciaba una capa lacrimosa que intentaba no quebrar, razón por la que suspiré con fuerza mientras cerraba mis puños con nerviosismo.

—Lo siento —musité logrando que sus ojos dieran definitivamente con los míos.

Ella era consciente de lo que pasaba. Había hablado con JungKook anteriormente para que la pusiera al contexto de todo, incluyendo mis actos hacia ella hace unos meses atrás. Por tal motivo no sabía cómo mirarla sin sentirme un asco; probablemente ella pensaba lo mismo.

—¿Por qué específicamente? —inquirió titubeante, dejándome escuchar su voz por primera vez en el día.

Noté una expresión dura en su mirada que me hizo caer en mi propio abismo. Tragué saliva con dificultad, aún no teniendo las fuerzas suficientes para responder.

—Por haberte lastimado de esa manera y nunca decirte algo al respecto —mi voz se cortó debido al nudo que poseía mi garganta—. Soy un maldito idiota.

Esas palabras hicieron que algo dentro de mí se estrujara, y mucho más cuando divisé una lágrima traicionera deslizarse por la mejilla de Rosé. De manera rápida se levantó del asiento dispuesta a acercarse más a mí, sin embargo, no le fue posible al momento en que la detuve.

—No, no te acerques, por favor...

Ahora mi cuerpo estaba temblando como gelatina. Apostaba que desde su perspectiva me veía como un cachorro asustado.

—¿Por qué lo hiciste? —
cuestionó a pesar de que conocía la respuesta

No respondí.

—¿Por qué lo hiciste, Park? —su voz sonó algo demandante.

Y ante tanta presión, tuve que decirlo.

—Quería que te olvidaras de mí. No quería lastimarte, Rosé. Estaba intentando protegerte de la horrible bestia que reina en mi interior —hice una pausa para respirar dificultosamente—. ¿Sabes las cosas que soy capaz de hacer estando en ese estado? Maldita sea, no podía correr el riesgo de hacerte daño.

—JiMin, tú no...

—Sí Rosé, estando bajo el mando de mi trastorno soy capaz de hacer cualquier cosa —declaré con la voz hecha un completo hilo—. He tenido dos crisis en apenas 24 horas, créeme que no voy a ponerte en esa situación.

—No, JiMin no...

—Rosé, tengo que hacerlo, no lo hagas más complicado por favor —pedí estando al borde del colapso al verla llorar sin frenos.

—JiMin.

—Rosé; vete de aquí.

Limpié una lágrima que corrió por mi mejilla para luego proceder a cerrar los ojos con notable fuerza. La sentí moverse un poco mientras dejaba salir algunos suspiros temblorosos, por lo que al abrir mis ojos y notarla tan cerca de mí, una calidez me invadió.

—Aunque sea déjame abrazarte —murmuró—. Por favor, solo una vez....

Sabía que si la abrazaba corría el riesgo de aferrarme más a ella, sin embargo, yo también quería —y necesitaba— un abrazo de su parte. Por lo que no dudé más y la enrollé entre mis brazos.

El aroma a fresas que desprendía su cabello rojo me poseyó por unos segundos. Sentirla acariciando las terminaciones de mi pelo sería la perdición, mi perdición, pero no quería que eso me alejara. Solo dejé de pensar para comenzar a enfocarme en nuestro cálido abrazo.

Probablemente, él único que tendríamos de esta forma.

Al separarnos la escuché sorber por la nariz. Ella era demasiado adorable a pesar de encontrarse llorando. Le regalé un media sonrisa mientras acariciaba su pómulo derecho, y en cuanto enfocó sus ojos sobre los míos, me apresuré a hablar.

—¿Puedes prometerme algo? —mi voz era muy baja, pero aquello no fue impedimento para que pudiera escucharme. Aún estando dudosa, decidió asentir—. Necesito que te quieras a tí; nunca te menosprecies por los comentarios de los demás. Eres única y hermosa, no dudes de eso, pequeña florecita —pellizque su nariz haciendo que riera como niña—. Prométeme esto, por favor.

Sus ojos estaban llenos de lágrimas reprimidas así como su respiración estaba notablemente cortada. Ella bajó un poco su rostro, pero luego de alzarlo y examinar mi fisonomía a detalle, pronunció:

—Si, lo prometo...

KIM TAEHYUNG
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15:47 hrs

El ambiente en esa sala de espera era sin duda abrumador. Los médicos caminaban de un lado para otro en un completo ajetreo, pasándose informes y órdenes a las que no presté atención; sin dejar de mencionar a todos mis compañeros en la espera del paciente a quien veníamos a visitar.

En plenas clases, Lisa había recibido un mensaje de su amigo idiota indicándole lo sucedido con JiMin. Con esa información, todos acomodamos nuestros horarios para poder venir a verlo, pero a pesar de que ya estábamos aquí, por órdenes del doctor solo una persona podía entrar.

Y no podía negarse la impresión de la mayoría al conocer que JiMin pidió exclusivamente a Rosé.

Habían pasado varios minutos desde que ella entró ahí, tiempo que no sabía cómo aprovechar en el inicio, pero al final procedí por tomar una pelota y lanzarla de forma sucesiva contra la pared con el único fin de saciar mi aburrimiento.

No sirvió de mucho, pero algo era algo.

Lanzaba la pelota azul oscura contra una pared despejada haciendo que esta rebotara con el clásico sonido para luego volver hacia mi mano. Poseía la mirada neutra, no había ninguna expresión en mi rostro que pudiera definir mis pensamientos, además de que me encontraba demasiado concentrado en mi “entretenimiento” para hacerlo.

Pero entonces, la puerta del pasillo que dirigía a la habitación de JiMin fue abierta, y junto a ello aparecieron unos sollozos que capturaron mi atención. Alcé un poco la vista para notar a Rosé, misma que se encontraba llorando entre los brazos de Olivia y murmuraba cosas que por la distancia no podía entender.

«¿Qué habrá sucedido?»

No quería entrometerme a pesar de mi curiosidad. Si era sincero, aún no me sentía parte de ese grupo como para actuar con toda la confianza del mundo. Ellos me trataban bien, lo suficiente para crearme comodidad; pero a pesar de eso, seguía con la sensación de que era una pieza sobrante en el rompecabezas.

No estaba seguro del tiempo que pasó, ya que únicamente me había concentrado en lanzar la pelota constantemente. Y yo hubiera podido continuar así de no ser porque una voz a mi lado me interrumpió.

—Hasta que esa pelota no caiga sobre tu cara no te detendrás.

Solté una risa nasal mientras paraba de tirar dicho objeto para luego encarar a la pelinegra a mi lado con una media sonrisa en el rostro. —Afirmativo, mi querido Watson —guiñé un ojo en su dirección haciendo que dejara salir un bufido.

—Ay, TaeHyung —rió un poco después de tomar asiento a mi lado—. ¿Qué estás haciendo aquí tan solito?

—La pregunta está de más, dulzura —lancé la pelota al aire y la atrapé con agilidad.

—¿Sabes algo? Tú y yo deberíamos tener una salida pronto —aseguró mientras pasaba sus dedos índice y pulgar por su mentón—. Tienes que ayudarme a planear algo.

—¿Es en serio? —la miré incrédulo.

Olivia asintió frenéticamente con su cabecita al mismo tiempo que me regalaba una gran sonrisa. —Sí, sin duda debemos hacerlo. Usted y yo tenemos mucho de que hablar.

—¿Y sobre qué, si se puede saber?

Yo realmente podía comportarme como todo un pícaro a su lado, pero las emociones dentro de mí eran completamente distintas. Estaba hecho un manojo de nervios sin ningún motivo, mi corazón latía desenfrenado y le faltaba poco a mis mejillas para poseer el color rojizo.

«¿En qué momento pasó esto?»

—Mh...no sé, al parecer también debemos idear una lista con temas de conversación... —abultó sus labios pensativa, y tal acto me derritió el corazón.

El mayor encanto de Olivia era su inocencia y pureza. Y yo fui uno de los tontos que cayó por eso.

Verla sonreír era un paraíso para mí, pero a su vez, aquel acto era mi pecado. No tenía precio ver su dentadura perfecta demostrando felicidad.

Y es que su felicidad, también se convertiría en la mía.

—De acuerdo —sonreí—. Realicemos esa salida.

Mis palabras la hicieron aplaudir muy rápido y con demasiada emoción, cosa que me provocó una enorme carcajada que se vio interrumpida por la presencia de un tercero.

—Oh, perdón por interrumpir —hizo una mueca de pena—. Pero Olivia...¿podemos hablar un momento?

Mientras el otro pelinegro hablaba me dediqué a detallar la fisonomía de Olivia, y ahí confirmé por décimo quinta vez que yo a un costado de JungKook era solamente un cero.

No tenía absolutamente nada en contra de Jeon; solo unos pequeños aspectos que nos chocaban demasiado. Era consciente del increíble chico frente a mis ojos, por lo que me aliviaba saber que Olivia estaba en buenas manos.

Porque sí, confiaba en ese tonto.

Ella me observó con un poco de pena, sin embargo, la sonrisa de mi rostro la animó un poco.

—Anda —dije mientras me levantaba del asiento y le daba un pequeño empujoncito hacia Jeon.

Ella rió antes de tomar la mano del pelinegro y girar para sonreírme. Moví mi mano indicándole que se fueran, cosa que no tardaron en hacer al alejarse por el largo pasillo del hospital.

Mis ojos siguieron la silueta de ambos pelinegros. Los dos estaban unidos por el roce de sus manos y probablemente, por los latidos de sus corazones. Giré sobre mi eje dispuesto a caminar por ahí, no pudiendo evitar sentirme decaído por la situación acontecida.

El amor me había lastimado una vez; conocía ese dolor, era algo que no deseaba para nadie, y mucho menos para aquellos dos chicos. Sin embargo, aquí estaba de nuevo con esa horrible presión en mi pecho.

Divisé una máquina expendedora a pocos metros de donde me encontraba, por lo que la idea de comer algo me pareció excelente. Pero en mi trascurso hasta el aparato sentí una mirada sobre mí, provocando que por pura inercia mis ojos recorrieran el lugar hasta dar con la chica castaña.

Estaba recostada a un lado de la  máquina bebiendo de su cajita de jugo. Su mirada decía preocupación en su totalidad, cosa que me hizo cuestionarme si notó lo sucedido hace un momento.

Le dediqué una vista severa al llegar a su lado para luego no prestar atención a su presencia. Saqué del bolsillo de mi pantalón algunas monedas que rápidamente metí en la máquina y simplemente esperé a que hiciera su trabajo. Sentía sus ojos sobre los míos tan decididos e insistentes, que a pesar de que no deseaba mirarlos, lograron hacerme ceder.

Ella me estaban diciendo un “suelta todo” con ese simple contacto de miradas, y entonces supe que ya no debía ocultarlo.

—Duele, ¿no crees?

Frunció su ceño. —¿Qué cosa?

En mis labios se posó un sonrisa triste.

Querer a una persona que ama a alguien más...

Ante mi confesión se mantuvo neutra, no mostrando ninguna expresión de asombro. Sin embargo, al cabo de varios segundos la vi suspirar débilmente sin quitar sus ojos de los míos.

—Así que es cierto —murmuró antes de volver a tomar la pajita entre sus labios.

—¿Tanto se nota? —quise saber en un tono curioso. La máquina expendedora terminó de hacer su “complicado” trabajo al dejar salir una soda para mí. La tomé entre mis manos y por consiguiente vi a Byul acercarse más.

—No sé que piensen los demás al respecto, pero sólo para que lo tengas en cuenta: soy muy observadora —se alzó sobre las puntas de sus pies dispuesta a tocar la punta de mi nariz con su índice—. Ese brillo en tus ojos cada vez que ella aparece no es normal.

Suspiré con cansancio. —Supongo que ya no puedo hacer nada.

Bajé un poco la cabeza mientras alzaba vagamente mis hombros. Ella solamente miraba con unas expresiones que no decían mucho, y que por supuesto me inquietaban.

—¿Te gustaría caminar un rato? —propuse para romper un poco la tensión.

Ella asintió con su cabeza, acercándose a mi lado para comenzar a andar por los pasillos. Los profesionales de salud seguían caminando de un lado a otro, pero eso no fue interrupción para nuestro momento.

Un momento muy silencioso, cabe destacar.

Ninguno de los dos decía nada, simplemente teníamos la mirada al frente y la boca en nuestras respectivas bebidas. Así se mantuvo un instante hasta que Eun tomó la palabra

—Estás esperando un consejo de mi parte, ¿no es así? —cuestionó con diversión provocándome una grave carcajada.

—No como tal, pero tus opiniones son bienvenidas, así que: ¿qué harías en esta situación? —declaré con serenidad, notando por el rabillo del ojo como sonreía abiertamente.

—Si me lo preguntas a mí no sabría que decirte. A la única persona que he amado, amo y amaré es a mí misma —respondió con simpleza mientras alzaba sus hombros.

Y ante eso no pude evitar reír con fuerza. Tuve que cubrir mi boca con una de mis manos para no molestar a la gente, ya que realmente no me esperaba tal respuesta.

—Tú eres increíble —comenté, recibiendo un guiño como respuesta que me provocó rodar la mirada.

—Esta bien, no te enojes, solo era una broma —dejó salir una melodiosa carcajada para luego jugar un poco con el anillo entre sus dedos—. Es raro que vengas a mí y me digas esto, pero algo que he aprendido es que amar a alguien significa arriesgarse a que esa persona no te quiera o te ignore. Sin embargo, no es tú culpa; uno no manda sobre los sentimientos y si ella no te quiere... —me miró severa— solo queda aceptar y seguir adelante.

Por primera vez desde el día que nos conocimos pude sentirme gratamente aliviado con sus palabras. Nunca la había visto en su momento filosófico, y no negaría que eso me encanta de una forma inconsciente. Verla hablar con tanta concentración y seguridad me confirmaba lo atractiva que podía ser, y es que Byul era un diamante que no todos lograban valorar.

Sus palabras me hicieron sentir una agradable calidez en mi pecho, una calma y paz inexplicable.

—Bueno, supongo que...¿gracias? —dudé mientras rascaba mi nuca y hacía reír a la castaña.

—No es nada —sonrió—. En fin, debes pagarme por darte terapia gratis, no pido mucho; un departamento y un auto estaría perfecto.

Podría jurar que de sus ojos salían corazones...

.... Yo la miré con notable fastidio.

—Esta bien~, era una broma —dijo con un tono agudo—. Agh, que aburrido eres. Cómo sea, ¡ánimo mi querido viejito! No es divertido verte con esa cara de perrito triste.

Volví a darle una mirada juzgona, sin embargo, no pude contener las ganas de reír justo como ella. Para nuestra buena o en realidad, mala suerte, habíamos quedado en la misma sala que nuestros compañeros, esta vez viendo a Jimin fuera de su sala. Byul y yo nos observamos con tranquilidad antes de que ella tomara la palabra.

—Creo que aquí termina nuestro recorrido —me regaló una media sonrisa—. Fue un gusto hablar contigo, viejito.

—Igualmente, señorita Ahn —correspondí a su acto—. Gracias.

—De nada. Ah, y por supuesto —hizo una pausa mientras me señalaba con su dedo—. Sigo odiándote, Kim Taehyung.

Lancé una carcajada al aire por sus palabras, y sin más la vi girar para encaminarse hacia nuestros compañeros. Yo solamente me quedé viéndola, admirando como su cabello se movía de un lado a otro con cada saltito que daba y sintiendo algo en mi corazón.

Unos latidos demasiado fuertes...

.... Indicando solo una cosa.

«Maldición. ¿Qué estás haciendo Tae?»

≫ ──── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──── ≪

Buenassss, gente ya vol...
*le lanzan una chancla*

Buenos días, tardes o nochessss mis chikis.
¿Cómo están? Yo muriendo en la 3ra semana de clases XD.
¿Qué les pareció el cap de hoy?
¿Ganas de llorar o matar a alguien? Díganme 👀

Creo que con esto ya dejamos los caps intensos para pasar a los tranquilos jajaja. Ya fue mucho para ustedes por ahora.
No sé si lo notaron, pero la estética del cap cambió (los separadores y eso) así como lo haré con todos. Voy a esperar hasta la semana de vacaciones para hacerle una segunda edición a la historia; ya saben, los pequeños errores y también quisiera agregar algunas cositas que cuando comience a hacerlas pues entraré en detalles. Pero no es para ahora, yo les aviso :D

Ya, mucho texto jaja. Ahora sí me voy. Perdónenme por la demora, intentaré actualizar más rápido :D
Cuídense mucho, coman bien y descansen. L@s amo mucho
<3

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