⚘. ▎35 Pt:2
❝Él es demasiado bueno para alguien como yo.❞
╰─────╮•╭─────╯
—Olivia, ¿qué haces aquí?
Asustada y de manera violenta giré logrando que mi espalda chocara con las grandes puertas del sótano. Frente a mí aquella persona de cabellera rubia mantenía una postura recta y demandante que sin dudarlo estaba provocándome escalofríos. Yo me encontraba encogida en el lugar, pero a pesar de eso la mirada expectante de la otra persona estaba sobre mí.
Este era mi fin, literal.
—Te hice una pregunta —volvió a cuestionar, litigante, esta vez posicionando sus brazos al costado de su delgada cintura.
Tragué saliva con dificultad dando tiempo a que alguna vaga excusa se formara por mi cabeza, pero para mí desgracia, hoy no estaba creativa. Encaré a mi propia trampa y sutilmente abrí la boca.
—Lisa...yo...
—Tú.... —fui interrumpida por su vacilante voz—. Tú también lo sientes....¿verdad?
Ante sus palabras fruncí mi ceño notablemente confundida. ¿A qué se estaba refiriendo?
Lalisa se alejó un poco para observar a todos lados en la búsqueda de alguien, y al comprobar que estábamos totalmente solas se acercó a mí y comenzó a buscar en su pequeño bolso.
—No eres la única que nota algo raro en todo esto —declaró sorprendiéndome—. Yo también, y créeme que no es nada bueno.
Me miró fijamente a los ojos cuando mencionó eso. Yo solté un suspiro más aliviada al sentirme fuera del peligro real, pero sabía que no debía bajar la guardia. La rubia sacó una llave al cabo de los segundos y sin perder más tiempo la colocó en la cerradura, abriendo la puerta por consiguiente.
—¿Tú sabes algo? —quise hablar aún titubeando.
—He investigado por mi cuenta, pero nada me suena lo suficientemente coherente... —suspiró algo frustrada—. Nunca he entrado aquí ya que lo tengo prohibido, y ese motivo me hace dudar más de lo que hay ahí dentro...
Sus ojos estaban clavados en el interior del misterioso lugar, y por inercia hice lo mismo. Podía ver una tenue luz asomarse en lo profundo, aquello le daba un aspecto más horripilante a la situación y no me gustaba. Inesperadamente, Lisa tomó mi muñeca con delicadeza llamando mi atención para proceder a observarme, y sin previo aviso me jaló un poco para darme a entender que quería entrar.
—Ven, debemos apresurarnos antes de que noten más cosas raras.
Sin pensarlo dos veces asentí y me adentré junto a ella en el lugar. Tenía la adrenalina recorriendo cada pedazo de mi interior; era como si estuviera cometiendo algún delito. No obstante, los nervios eran muy palpables, tanto que erizaban los bellos de mi piel. Estaba temerosa, específicamente por esa familia ahí fuera, quienes verdaderamente no me daban su mejor impresión. Por un lado tenía la idea loca de que Lisa estaba fingiendo, sin embargo, sabía que ella no era como ellos. En su presencia había algo diferente; más dulce y natural a diferencia de sus papás, quienes solamente implantaban temor y oscuridad.
Mi acompañante en esta aventura prendió una de las luces del centro que prontamente llegó a alumbrar todo el sótano. Era un lugar grande y con mucho contenido, ¿por dónde podría empezar sabiendo que todo era importante? Habían millones de cajas, gavetas en los estantes, papeles y más.
Quería comentar algo, pero ella se adelantó. —No tengas miedo, estoy de tu lado, créeme por favor...
En sus ojos había un brillo desesperado, por el cual mostré una débil sonrisa y asentí. Sin perder más tiempo comencé a revisar dentro de las cajas y rincones para encontrar algo que sirviera bajo la ligera mirada de la rubia.
Por el rabillo del ojo noté como titubeante caminaba por ahí en búsqueda de algo interesante, pero no revisaba las cosas en concreto a diferencia de mí.
Lo primero que noté dentro de las cajas fueron periódicos antiguos con noticias de empresas en su mayoría. Le eché un vistazo a cada hoja vieja y arrugada viendo fotografías en blanco y negro de periodistas rodeando algo no muy notable. Leyendo los enunciados noté que ese "algo" parecía ser muy relevante en aquel momento, y lo pude comprobar cuando vi las dos letras que últimamente se habían convertido en mi peor pesadilla.
K-M
«¿Qué significaban esas letras exactamente?» Continué revisando, y para mi buena suerte encontré una foto más clara de aquellas personas.
Y por un momento me sentí fallecer.
Las mismas personas del sueño.... acompañados de otro dúo.
Mi ceño se frunció con irritación y sin dudarlo mucho comencé a fotografiar las imágenes y noticias relevantes. Lisa me miraba de reojo, pero sabía que confiaba en mis actos por su manera tan tranquila de actuar.
Otra de las noticias nombraba a K-M-J. Y por culpa de ello estaba comenzando a confundir a mi propia cabeza.
¿Y si aquellas siglas correspondían a las iniciales de las tres familias?
Volví a acomodar todo en su lugar para proceder a revisar otra caja. En esta habían papeles de trabajo, incluyendo firmas y contratos no muy recientes. Leí débilmente mientras continuaba revisando las demás hojas, y nuevamente las siglas K-M-J hacían presencia.
¿Por qué sentía una horrible sensación en el pecho?
Le saqué otras fotos a las hojas y posé mi atención en otra de las cajas. Rápidamente la abrí con la esperanza de encontrar algo detonante a todo, pero para mí confusión —y asombro— se trataban de registros de hospital.
«¿Qué demonios...?»
Esta vez sí dejé que todo tipo de singularidad se plasmara en mi rostro, cosa que atrajo a la rubia inmediatamente.
—¿Qué es esto? ¿Acaso lo único que hay aquí son papeles? —espetó con igual de confusión.
—Todo es muy raro, ¿por qué estos registros de hospital?
Extrañada saqué algunas fotos a las hojas para continuar revisando los enunciados de cada una, y hasta ahora no había nada imprescindible. Con la ayuda de la rubia guardé todo en su lugar y procedí a revisar dentro de las gavetas, abriéndolas de una en una hasta ver algo que captara mi atención.
Así lo hice por unos minutos, pero cuando mis ojos captaron un dibujo peculiar detuve todos mis movimientos. Nerviosa tomé la fina hoja entre mis manos y la observé detenidamente.
Era un dibujo de la horquilla...
Teniendo los pelos de punta tomé una foto al dibujo, y debido a eso capté algo que a simple vista nadie notaría. El flash proveniente de la cámara iluminó el fondo de dicha gaveta, permitiéndome ver algo así como un compartimento secreto.
Sin pensarlo dos veces coloqué la hoja en su lugar y palmeé el interior del compartimiento hasta abrirlo por completo, y al instante un papel cayó. Ajetreada lo desdoblé y noté un pequeño verso algo confuso para mí.....
“El lugar donde todo inicia, es donde prevalece la verdad. Entre las sombras y la avaricia, bajo la fuente de la ciudad”.
Esto era acaso.....¿una dirección en código?
Volví a fruncir mi ceño dispuesta a comentar algo, pero el sonido de unos pasos en la parte superior me hicieron estremecer. Observé a Lisa alarmada, quién se encontraba igual de atenta que yo. Ella hizo un gesto de silencio con sus dedos y sin hacer ruido se acercó a mí para susurrar: —Ya debemos irnos, nos van a encontrar.
Aún algo asustada asentí y tiré la última foto al papel para proceder a guardar y acomodar todo en su debido lugar. Cuando vi las cosas en orden me giré hacia la muchacha y sonreí débilmente. Ella comenzó a subir las pequeñas escaleritas hasta llegar a la puerta, pero antes de abrirla se dirigió a mí.
—Buscaré una excusa para justificar nuestro retraso, tú solo sígueme la corriente.
Y sin más tomó mi muñeca para rápidamente sacarme de ahí. Con sus manos temblando cerró las grandes puertas y procedió a esconder la pequeña llave entre su mano libre. Acto seguido me arrastró por los casi infinitos pasillos, deteniéndose a cada momento para vigilar que no hubiera nadie.
Al cabo de los segundos comencé a reconocer el camino, dándome cuenta de que ya estábamos frente a la puerta del comedor. Lisa se detuvo un momento para regular su respiración y acomodar un poco su revoltosa cabellera rubia. Copié su acción, pero para mi desgracia no era capaz de controlar los innumerables nervios que en ese instante reinaban mi interior.
Lalisa notó eso en el instante en que divisé una pequeña sonrisa en sus labios. —Tranquila, estoy aquí...
Su intento de consuelo no sirvió de mucho, pero al menos me ayudó al pensar que podría manejarlo junto a ella. Observó el reloj en la parte superior de la puerta y por consiguiente una inaudible maldición salió de sus labios.
Había pasado mucho tiempo.
Luego de inhalar y exhalar repetidas veces abrió la puerta del comedor llamando rápidamente la atención de ambas familias.
—¡Oh! Ahí están, tardaron mucho.
Escuchar la voz de ese hombre nuevamente me estaba quitando la poca cordura que me quedaba. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal y de manera involuntaria dejé salir un suspiro.
Mis ojos hicieron encuentros con los de Jennie. Ella me miraba con los ojos entre cerrados en la búsqueda de algún motivo, pero ya sabía que no sería capaz de hablar.
—Perdón por eso —reverenció Lisa con su cabecita—. Me encontré a Olivia por el camino y decidí darle un pequeño recorrido por la casa.
—Si. De no ser por su hija estaría perdida por aquí —reí débilmente tratando de ahuyentar la tensión.
La señora Lawai mostró una sonrisa falsa y procedió a señalar la mesa. —Espero que la casa te haya parecido agradable. Ahora tomen asiento, es momento del postre.
Y aquí me volvía a encontrar: sentada en una mesa donde probablemente se encuentren mis peores enemigos.
El último platillo fue traído a la mesa. Constaba de un trozo de pastel con sabor a arándanos acompañado de un pequeño recipiente con helado. Como la vez anterior esperé a que todos probaran, y luego lo hice yo titubeando.
No me juzguen, de esta familia se puede esperar lo peor.
Ellos continuaban hablando sobre temas que aún no comprendía, y durante ese tiempo compartía pequeñas miradas con Lisa.
La rubia era una pieza muy importante en todo este rollo. Me encontraba muy segura de eso, pero hasta el momento no tenía la información necesaria para encontrar un porqué.
Cuando la horrible cena dió por terminada, la familia Manoban invitó a la mía a caminar por el lugar, sin embargo, yo no quería hacerlo. Por algún motivo sentía la rara sensación de mantenerme alejada para evitar algo, y cuando yo sentía eso, era para tomarle importancia.
Por décimo quinta vez en el rato observé a Lisa tratando de pedir ayuda, y al notar la misma desesperación en sus ojos me dí cuenta de que podía sentir lo mismo que yo. Ella con algo de miedo alzó su mano débilmente para llamar la atención de los mayores, y cuando lo hizo habló.
—Creo que llevaré a Olivia a mi habitación, así tenemos más tiempo para conocernos...¿estaría bien?
Su voz salió algo apagada, como si ella tuviera...miedo. Disimuladamente posé mis ojos sobre los rostros de sus progenitores para así analizar cada detalle de su expresión. Ellos se veían complacidos por la decisión de su hija, pero al mismo tiempo, una pizca de maldad era notable.
—Es perfecto. Vayan, vayan. Disfruten ustedes dos —deseó la madre de la rubia.
La joven asintió suavemente con su cabecita antes de observarme. Hizo un ligero ademán con dicha parte de su anatomía invitándome a seguirla por los largos pasillos antes de iniciar a caminar. Algo dudosa di varios pasos tratando de alcanzar a la chica, y al hacerlo me convertí en el punto principal de todos los presentes.
Yo realmente odiaba sentirme observada.
Tuve sus profundas miradas clavadas en mi espalda durante unos interminables segundos hasta que doblé por uno de los pasillos, perdiendo toda la incomodidad instantáneamente. Lisa —quién caminaba tensa frente a mí— se giró un poco para verme y regalarme una pequeña sonrisa.
—Será mejor que estemos alejadas de ellos por un rato —declaró con más alivio—. Ahora sígueme.
Asentí con suavidad ante su propuesta y continué con mi labor de seguirla. ¿Por qué esta casa era tan grande? Parecía que caminaba kilómetros en cada pasillo.
Al cabo de los segundos llegamos a unas escaleras. Lisa las subió decidida, yo por el contrario miré a todos lados en la búsqueda de algún peligro. Cuando noté que todo estaba bien copié sus pasos por los escalones escuchando claramente el sonido de mis tacones chocar con el pulido suelo. Al llegar arriba fui consciente de otro pasillo, e internamente maldije.
En esos momentos ví pocos cuadros a diferencia del primer piso, pero la decoración antigua se mantenía en toda su expresión. A los pocos segundos divisé varias puertas marrones exactamente iguales, excepto una, en la cual Lisa se detuvo para proceder a buscar otra llave de su bolso. Supuse que era su habitación, ya que incluso habían unos pequeños adornos plateados en los costados.
Cuando la puerta fue abierta se escucho el sonido peculiar de una campanilla, y por inercia observé a la parte superior del marco. Ahí se encontraba aquel pequeño objeto, que por su localización solo era capaz de sonar cuando la puerta era abierta desde afuera.
Cualquiera pensaría que solo era decoración, pero conociendo la situación..... aquello se trataba de una advertencia para cuándo alguien entrara ahí.
Pero....¿por qué?
Cuando estuve dentro de la habitación me dediqué a analizarla. Era muy hermosa y elegante, justamente para el estilo de Lisa. La pared tenía una tonalidad lila que complementaba con los muebles blancos y antiguos. La cama con dosel era muy grande y bonita; había una pila de almohadas blanquecinas y anaranjadas que la adornaba. Al costado se encontraba un gran puerta de cristal que aproximaba a un lindo balcón, y al estar entre abierta movía débilmente las cortinas grises. Pude notar el gran clóset abierto, de seguro lo dejo así mientras elegía el atuendo. Y en el centro del lugar no podían faltar unos pequeños muebles acompañados de una mesita.
Luego de terminar el recorrido por el lugar posé mis ojos en la rubia. Ella con lentitud dejó su pequeño bolso sobre la cama y tomó asiento en uno de los sofás. —Ven, siéntate.
No me negué ante la propuesta. Con rapidez me acerqué a su lado y puse mi trasero en el cómodo mueble, quitando con suavidad la correa perteneciente a mi bolso de mi hombro.
—Tu habitación es muy bonita —comenté instantáneamente, cosa que captó la atención de la contraria.
—Oh, gracias —rió dulcemente—. No me dió mucho tiempo a recoger, así que perdón por el desorden.
—No te preocupes, mi habitación suele estar peor —bromeé.
Su bonita risa resonó por el lugar acompañada de la mía. Ella acarició un poco su cabellera mientras observaba atentamente a mis ojos, y por su expresiva mirada supuse que deseaba preguntar algo.
—Olivia...se que tal vez sea información confidencial, pero.... —lo dudó un poco—, con respecto a todo esto, ¿tienes algo?
Su pregunta no me había tomado totalmente desprevenida, ya que una parte de mí la estaba esperando atentamente. Me acomodé un poco sobre el sofá y acaricié ansiosamente mis manos.
—Hasta el momento solo son piezas incompletas del rompecabezas, nada en concreto...
Ella asintió débilmente satisfecha con mi respuesta, sin embargo, no esperaba que continuara.
—El día que me desmayé durante tu presentación, no fue debido a los nervios.....
Su mirada estaba puesta sobre mí, mientras la mía estaba sobre otro objeto llamativo ante mis ojos.
—Sino por la horquilla —señalé con mi dedo hacia la prenda encima de un tocador.
>> Dijiste que era única en el mundo, ¿cierto?
Lisa volvió a mírame, esta vez un poco confundida por mis palabras. —Si....
Y ahí era donde soltaba lo peor.
—Pues... tengo una exactamente igual desde pequeña.
La cara de la rubia se transformó completamente. Su rostro pasó de tener una notable confusión a convertirse en desesperación y asombro. Sus ojos se abrieron más de lo normal, de la misma manera que su boca quedaba abierta, siendo su labio inferior un completo temblor.
—¿Qué....? —su baja voz salió desconcertada, y antes de que dijera algo más la interrumpí.
—Eso confirma que nuestros padres se conocían desde antes, y que para nuestra desgracia.... hay algo maligno en su relación.
La muchacha parpadeó repetidas veces y por consiguiente quitó sus ojos de los míos al no soportar la tensión. Soltando un agotador suspiro pasó la mano por su cabello y maldició por lo bajo. —Esto es de locos.
Guardé silencio por unos segundos en lo que pensaba sobre una pregunta curiosa. Necesitaba algo que pudiera ayudarme en la investigación, pero no podía ser directa.
—¿Naciste en Corea? —una pregunta leve podría ayudarme a empezar. Capté su atención con aquella cuestión, la cual no tardó en responder.
—No, nací en Tailandia. Pero como las cedes empresariales de mis padres estaban aquí viajábamos constantemente. Así que... —hizo una pequeña pausa—, viví mi infancia en ambos lugares hasta que cumplí los nueve años; tiempo dónde nos quedamos aquí definitivamente.
—¿Y esta casa? ¿Desde cuándo viven aquí?
—Mis padres la construyeron hace muchos años atrás, por lo que ha sido nuestro hogar desde siempre. Y la decoración es un aspecto que llama la atención por ser antiguo y elegante.
—Lo sé, es lo que más me ha fascinado hasta el momento —sonreí débilmente.
Tenía una pregunta importante que hacer, pero para mi mala suerte, no sabía cómo llegar a ella sin sonar desesperada. Y por otro lado no quería incomodarla o hacerla sentir presionada. Pero lo cierto era que no podía irme de aquí sin resolver mi pregunta de la noche.
—Lisa... —llamé en un bajo volumen—, ahora que hablamos de tus papás, yo quisiera cuestionarte algo.
Mis ojos se conectaron a los suyos por un instante antes de que ella mostrara una sonrisa.
—Dime.
Nerviosa solté un suspiro y procedí a preguntar:
—Por alguna casualidad...¿le tienes miedo a tus padres?
Joder, sonó más fuerte que en mi propia cabeza. Detallé los rasgos de su expresión, y para mi sorpresa se mantuvo tensa pero con tranquilidad. Al parecer ya esperaba la pregunta.
—Tu comportamiento hoy me pareció raro, por eso yo.... —quise aclarar, pero fui interrumpida.
—El sentimiento no es muy fuerte pero..., sí, ellos me provocan miedo...
Sabía que su respuesta sería esa, y aún así me fue imposible no asombrarme. El tono de su voz disminuyó notablemente, y por el ajetreo de sus manos entre sí confirme que se encontraba muy nerviosa.
—No suelo demostrar mis emociones, con ellos no soy la excepción. He tenido miedo frente a ellos, pero como dicen: la presa nunca debe demostrar el terror hacia su depredador.
>> Mis padres y yo no tenemos una buena relación por motivos de los que yo no tengo total conocimiento —lamió sus labios con suavidad al hacer una pausa—. Suelen ser muy estrictos y... demandantes. Tampoco son de demostrar mucho cariño, y eso sólo logra afectarme.
>> Otro aspecto que influye es mi falta de relaciones sociales. En la escuela la mayoría intenta alejarme, dicen que por mi “vacía” personalidad —soltó una irónica risa—. Aquí en casa no tengo a nadie con quién hablar, ya que incluso las sirvientas tienen prohibido entablar una conversación conmigo. La única persona que suele verme constantemente es el secretario de mi padre y... —la muchacha volvió a repetir esa risa con sorna—, ese malnacido sólo me jode la existencia.
El relato que Lisa me contaba era más que impresionante para mí. Sabía que la chica tenía sus problemas, pero conocerlos me hacía darme cuenta de su gravedad. A pesar de la impresión causada, mi rostro se tensó cuando la joven mencionó lo último.
El tema al que quería llegar era sobre Kang JaeHyun. Y ahora.... debía aprovechar la oportunidad.
«¿Quién es exactamente? ¿Por qué anteriormente me observaba con tanta intensidad? ¿Y por qué demonios me acosaba en todos lados?»
Quería preguntar todo esto, pero debía mantener el autocontrol para no perder la paciencia.
—Ese hombre....no me dió muy buena espina....
Mi forma de iniciar el tema era tonta, pero era lo que existía.
Lisa me volvió a mirar para luego asentir con su cabecita. —Creeme, sus intenciones nunca son buenas. No sé cómo lo he aguantado por todos estos años...
Muy bien Lisa, continúa así.
—¿Cuántos años tiene?
—Tiene 29, y para mi desgracia su relación con mis padres es mucho mejor que la mía.
>> Él perdió a su familia cuando era muy pequeño. Vagaba de callejón en callejón buscando con que vivir, mis padres al ver esto decidieron hacerse cargo de él —suspiró durante la pausa—. Lo criaron como un hijo, enseñándole todo lo necesario para que en un futuro se convirtiera en la mano fiel de mi padre, y así fue.
>> Él me vio nacer, jugó conmigo de pequeña, me acompañaba a todos lados como un chicle en el zapato, y lo sigue haciendo. Solo para resumirlo: es un desgraciado.
Su información era muy importante en este momento. Y ahora que sabía un poco más sobre el sujeto, el terror aumentaba.
Sacarlo de aquí iba a ser más difícil de lo que imaginaba.
Asentí débilmente a su relato estando completamente satisfecha. Sentía la necesidad de hablar con Jin para contarle todo esto, y aquello se debía a la sensación de que jamás saldría de esta casa.
No me juzguen, con esos locos ahí fuera cualquier cosa podría pasar.
Decidí no indagar más antes de poner incómoda la situación. Por el contrario, traté de cambiar el tema hacia la escuela para relajar la tensión que ambas poseíamos.
Lisa a mi parecer era una chica natural. Seria, tranquila y muy reservada con todos. Su aura desprendía paz, pero al mismo tiempo una sensación de terror; esta última implantada por todos los alumnos del colegio. No obstante, había aprendido a no juzgar a alguien por como parecía, sino por quién era, y hasta el momento ella era lo único bueno en este lugar.
Los temas se cambiaban constantemente. Por un momento hablamos de pinturas y literatura, al otro estábamos hablando de comida y moda. Como último tocamos el tema de la obra, riéndonos al recordar algunas escenas y momentos. Ella era divertida y espontánea, no lo negaría.
Me estaba sintiendo muy cómoda con ella, y no sabía la verdadera razón.
—¿Sabes? Ahora que hablamos de la obra, quiero preguntarte algo —en sus ojos había un brillo pícaro y deslumbrante, mismo que se reflejó en la sonrisa de su rostro. Ella acomodó su codos sobre sus muslos echándose un poco hacia adelante y por consiguiente apoyo su mentón en la palma de sus manos, mirándome expectante.
—Si, dime —pedí esperando por su pregunta, pero al escucharla rápidamente me arrepentí.
—¿Estás enamorada de JungKookie?
Maldición, creo que dejé de respirar.
Mis mejillas de forma inmediata se tornaron rojizas hasta llegar a la punta de mis orejas. Bajé mi cabeza lentamente para tratar de ocultarlas, pero en cuanto divisé una sonrisa más grande en el rostro de Lisa no pude aguantar.
—¡Yah~! ¿Por qué me preguntas eso? —dije entre risas.
—Porque soy muy observadora —declaró—. Tus comportamientos junto a él son más que obvios, no sé cómo el imbécil no se da cuenta de que estás loca por él —reí por su forma de llamarlo—. Y por otro lado, JungKook se pasa las 24 horas hablando de tí. Si ustedes dos no se hacen novios, voy a llorar.
Volví a soltar una carcajada cuando falsamente limpió una lágrima de su rostro. Negué varias veces con mi cabeza tratando de sacar el sonrojo.
—Lisa... —llamé con una débil sonrisa—, se que tú y él son amigos, pero... ¿alguna vez...?
—¿Si alguna vez he sentido algo? —completó con una sonrisa a la cual asentí—. En la actualidad no, pero cuando nos conocimos sí.
Cuando escuché eso mis ojos se abrieron en su totalidad de la misma manera que mi mandíbula cayó al suelo. —¿En serio?
—Ajá. No te asombres tanto, JungKook es un ángel caído del cielo —sonrió—. Cómo mencioné hace rato, yo era muy poco sociable; todo el tiempo estaba sola, hasta que llegó él.
>> Tan dulce, carismático, amable, cariñoso, jodidamente encantador y por supuesto, coqueto. Fue la única persona que no me juzgó por mi comportamiento, y aquello me hizo sentir una clase de cariño diferente hacia él. Pero no duró mucho, ya que me di cuenta de que ambos no podríamos tener nada y que... él es demasiado bueno para alguien como yo.
Lo último que dijo me estrujó el corazón, por lo que rápidamente fui a aclarar.
—No eres mala Lisa, al contrario...
—Lo sé —sonrió—, pero no puedo exponerlo al peligro de mis padres, y lo primero que me prometí al conocerlo fue nunca lastimarlo.
>> Pero continuando con el tema. Superé rápido esos sentimientos y sin ningún problema seguimos nuestra amistad. Al poco tiempo, JiMin y Nam se unieron al grupo; parece que siempre peleamos, pero en realidad me aman más de lo que podrías imaginar.
Solté una ruidosa carcajada al escuchar eso, y ella no tardó en unirse. Noté que ya había terminado de hablar, eso me invitó a responder la pregunta original aunque ya fuera obvia.
—Estoy enamorada de JungKook, eso es lo cierto —declaré en un bajo tono debido a la timidez que inundaba mi cuerpo.
—Solo pediré algo y es que... —hizo la ligera pausa—, no lo lastimes, por favor.
Escuchar esas palabras ahora no era bueno, y odiaba mentir, pero en este momento debía hacerlo.
—Lo prometo.
Ella mostró una pequeña sonrisa acompañada de un asentimiento, y cuando iba a mencionar algo más unos toques en la puerta nos interrumpieron.
Por consiguiente el miedo volvió a apoderarse de mi cuerpo. Observé a la joven frente a mí notando como su semblante volvía a estar tenso.
—¿Sí? —habló ella en un tono alto pero titubeante.
—Señorita Manoban —fue la voz de una empleada. Suspiré aliviada—, sus padres quieren que baje junto a la joven Kim. Los invitados ya se irán.
—Si, ahora bajamos, gracias.
Luego de eso sentimos como los pasos de la mujer se alejaban poco a poco. Aún con el miedo recorriendo mi cuerpo vi a Lisa levantarse del asiento, rápidamente copié su acción.
—¿Sabes? Creo que tú y yo iniciamos con el pie contrario debido a la falta de comunicación entre ambas —sonrió leve—. Y quiero confesar que realmente me gustaría ser tu amiga...
Una sonrisa enternecida se mostró en mis labios al escuchar eso.
—Entonces, ¿amigas? —ella extendió su mano hacia mí, pero en vez de tomarla me acerqué hasta ella y la abracé con mucha fuerza.
Al inicio la sentí demasiado tensa, como si de repente no supiera que hacer, pero a los pocos segundos sus brazos rodearon mi espalda de la misma manera en que su mentón cayó sobre mí hombro. Sonreí ante eso y sin dudarlo pronuncié: —Claro que sí, yo igual quiero ser tu amiga.
Cuando separé mi cuerpo del suyo pude apreciar la linda sonrisa en sus labios, mostrando la felicidad que actualmente poseía. Tomé mi bolso sobre el sofá y lo coloque en mi hombro para segundos después encontrarme caminando junto a ella por los largos pasillos.
Nuevamente la fragancia de los jazmines se adentró en mis fosas nasales, y aproveché el instante para hablar al respecto.
—El olor es muy satisfactorio.
—¿Verdad que sí? —alzó sus comisuras lentamente—. Siempre les pido a las empleadas que limpien con ese aromatizante.
—¿Te gustan los jazmines? —pregunté curiosa.
—Son mis flores favoritas desde pequeña —afirmó con total seguridad.
Asentí ante eso y continuamos con el paso. Las malas vibras volvieron a inundar mi cuerpo de manera automática cuando nos estábamos acercando a las escaleras. A lo lejos podía escuchar unas voces, de seguro se trataban de nuestros padres.
Pero antes de que pudiéramos llegar a las escaleras, Lisa me detuvo posicionando su mano en mi brazo.
—Olivia, olvidé darte el libro del que hablamos. Espérame un segundo, voy a buscarlo a mi habitación. Soy muy despistada —rió débilmente por la vergüenza.
>> ¡No te muevas! —avisó mientras corría nuevamente por los pasillos.
Moví mi cabeza en afirmación antes de que ella desapareciera de ahí. Un poco nerviosa y ansiosa comencé a jugar con uno de los anillos en mi mano deseando que llegara rápido.
Durante la espera volví a observar un poco más del segundo piso. Hice un recorrido con la vista, pero fue detenido cuando mis ojos captaron un adorno muy bonito. Decidida me acerqué a la pequeña mesita donde descansaba la preciosa rosa de cristal, echando mi cuerpo hacia adelante para verla mejor. Una débil sonrisa se posó en mis labios, pero de manera inmediata fue borrada cuando detrás mío se escucharon unos pasos.
Al inicio no giré deseando que fuera producto de mi imaginación, sin embargo, cuando por el rabillo del ojo vi a una figura cerca me giré bruscamente, y lo próximo que sentí fue mi cara chocar contra una musculatura masculina.
El impacto me provocó un leve dolor en el rostro, así que por inercia acaricié mi nariz con los ojos cerrados. Así estuve por unos escasos segundos hasta que la voz del sujeto me provocó un gran escalofrío.
—Oh, señorita Kim, discúlpeme por esto...
Rápidamente alcé mi rostro para encarar al joven, y cuando di exactamente con sus ojos una gran corriente eléctrica recorrió mi cuerpo. Mis piernas estuvieron a punto de flaquear de no ser por mi agarre en una pared.
—No, n-no pasa nada —balbuceé con la respiración notablemente agitada y una horrible sensación en mi pecho y estómago.
Estaba teniendo un ataque de pánico.
—¿Segura que está bien? —preguntó con falsa preocupación—. Tiene sangre en su nariz.
—¿Eh...? —llevé uno de mis dedos a dicho lugar y efectivamente había un poco de sangre.
—Tome este pañuelo, le servirá para limpiarse.
De su bolsillo trasero sacó un pañuelo blanco para extenderlo frente a mí. No quería parecer grosera, así que lo tomé dudosa aún sin limpiar mi nariz.
—¿Qué hace...?
—Ella está esperando por mi —la voz de Lisa a pocos metros interrumpió al muchacho rubio. La vi caminar desesperada hacia mí, casi corriendo. Y cuando me vio una expresión de espanto se formó en su rostro—. ¿Qué pasó Olivia? Estás pálida.
Negué débilmente con mi cabeza, pero eso no fue suficiente para ella. Cuando notó aquel pañuelo en mi mano sin pensarlo dos veces lo lanzó al suelo. Tomó mi brazo con delicadeza para llevarme a la primera planta.
—Le diré a una de las empleadas que traiga algo para limpiar esa nariz —dijo con voz dulce para tratar de calmarme, cosa que funcionó de a poco.
Pero antes de continuar bajando las escaleras se giró hacia el muchacho, el cual nos veía fijamente con una expresión difícil de identificar. Ella le dijo algo que no pude entender, era...¿tailandés? No sabía, pero la curiosidad me estaba matando.
Cuando llegamos abajo pude visualizar a mis padres en la puerta, en cuanto me vieron en tal estado no dudaron en correr hacia mí.
—Olivia, ¿qué sucedió? —quiso saber mi papá con notable desespero.
—Me di un pequeño golpe en la nariz, nada más....
—Toma, límpiate con esto —Lalisa me tendió una pequeña toalla húmeda que sin dudarlo pasé por mi nariz.
—Gracias... —hablé en un hilo de voz.
—Ya debemos irnos, necesitas descansar —dijo mi madre mientras acariciaba mi cabello.
—De acuerdo. Espero que te mejores pronto pequeñita —deseó el señor Manoban en un tono que empeoró mi ataque.
No podía más, ya no.
Segundos después nos encontrábamos en la puerta del auto dispuestos a entrar, pero a mi querido padre se le ocurrió hablar.
—Gracias por la invitación, señores Manoban.
—El placer es nuestro, son bienvenidos cuando deseen —sonrió—. Esta es su casa.
Luego de ese momento me vi dentro del auto aún con las palpitaciones del ataque en mi anatomía. Miré por la ventana polarizada con el único objetivo de mirar a la rubia, quién me estaba sonriendo débilmente mientras hacia un ademán de despedida con mi mano.
De manera inesperada el viaje a casa se hizo extremadamente largo, y aquello solo empeoró mi situación. ¿Por qué no terminaba? A pesar de que mis padres y hermana intentaban animarme, no era posible, ya que mi mente aún continuaba en ese lugar y en la misma situación.
Cuando llegamos a mi hogar no perdí tiempo y sin que nadie dijera algo, yo abrí la puerta del auto y salí. Algunos guardias nos esperaban en la entrada con las puerta de la casa abierta, y sin pensarlo dos veces corrí hasta llegar adentro.
Podía escuchar los gritos de mi mamá a lo lejos, pero en ningún instante giré hacia atrás; solo corrí lo más rápido que pude hasta mi cuarto.
Cuando entré a mi habitación prendí el interruptor y me giré hacia la puerta para cerrarla con pestillo. Al verme sola y en completa paz apoyé mi frente en la madera de la entrada intentando controlar mi respiración. El ataque de pánico aún no se había ido, por el contrario, continuaba con la misma fuerza que antes.
Pero todas esas emociones empeoraron notablemente cuando sentí una muy fuerte presión en mi pecho, para ser más específica en el lugar donde se encontraba mi corazón.
Y el miedo aumentó.
Conocía ese dolor a la perfección, no era nada bueno. Mis ojos se cerraron con fuerza dejando caer las millones de lágrimas acumuladas en todas estas horas de la misma forma que comenzaba a respirar agitadamente.
Presioné mi mano en mi pecho como si con eso el dolor pudiera cesar, pero no fue así. Con mi vista vidriosa observé encima de una de las mesas tratando de buscar las pastillas, y cuando las vi no dudé en correr hacia ellas. Junto a un vaso de agua dejé que el medicamento entrara en mi sistema, y a pesar de que las punzadas continuaban, el ataque estaba cesando.
Lentamente me dejé caer al suelo colocándome en posición fetal mientras las lágrimas continuaban cayendo por mi rostro.
«¿Qué estaba pasando?»
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Buenas noches :')
Segunda parte de esta locura (súper larga por cierto, pero se lo merecen) publicada.
¿Cómo están gentita?
¿Que les pareció el capítulo de hoy?
¿Más teorías o ganas de matar a alguien? Háganme saber XD.
Se que estos últimos caps han estado intensos. Probablemente los próximos sean igual ya que nos encontramos en una etapa importante de la historia, pero créanme que no he olvidado a nuestras parejitas UwU.
Ya tendrán más romance dulce :D
Ahora sí, me iré por ahí estando atenta a sus notificaciones ya que realmente las necesito para levantar mi ánimo 👀
Así que, bye bye. Cuídense mucho, descansen, coman bien, etc.
Y por supuesto, si se sienten mal hablen y saquen todo eso: consejo de su loca escritora 😉
L@s amo <3
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