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⚘. ▎34

❝Misma sinfonía.❞
╰─────╮•╭─────╯


Viernes, 10 de enero del 2020
07:50 hrs.

—Tenga un buen día, señorita.

—Gracias Carlos, le deseo lo mismo a usted —realicé una reverencia antes de cerrar la puerta del coche.

Girando sobre mis talones para encarar al instituto sonreí. Acomodé un poco los mechones rebeldes que molestaban mi vista e inicié mi caminar al interior del lugar.

Directamente y sin prestar atención a lo demás me dirigí a los casilleros. Para el primer turno de la mañana tenía el taller de teatro, y aquella realización me hizo comenzar a repasar los diálogos en mi mente. Si bien había practicado la mayor parte de la noche, aún me confundía en algunos aspectos.

Mi cabeza pudo concentrarse totalmente en eso de no ser por las voces de unas cuántas chicas cerca de mí. Curiosa observé a mi lado, y automáticamente me arrepentí.

Muchas féminas se encontraban rodeando a JungKook, quién en ese momento estaba guardando algunas cosas en su casillero. Las demás le sonreían y coqueteaban de manera indirecta, mientras el pelinegro intentaba ser lo más amable posible con ellas. Sin embargo, eso no evitó que diera algún guiño desapercibido.

Y eso me molestó.

Sabía que él no le prestaba atención a ellas, pero a pesar de eso, la sensación rara en mi pecho no se iba. Sin ser consciente de mis actos evité mirar ahí para proceder a cerrar mi casillero, azotándolo tan fuerte que llamó la atención de algunos. Con un cuaderno y mi bolígrafo en las manos comencé a caminar por los pasillos sin ni siquiera observar atrás.

Los celos y yo no éramos los mejores aliados. En realidad me parecía un sentimiento algo tonto, uno que no deseaba experimentar tan a fondo. Conocía sus consecuencias y para mí lo mejor era evitarlos. Recordaba que cuando pequeña solía estar celosa con las niñas que rodeaban a Kook; no quería perderlo, y por eso durante esos instantes me mostraba indiferente para captar su atención. ¿Ridículo? Claro que sí.

Ahora veo que no se diferencia mucho de la actualidad.

Decidí ignorar esos sentimientos. Mi día recién iniciaba, tenía un ensayo importante y también otras cosas en las cuales concentrarme. Además, me conocía a la perfección. Si sobrepensaba todo terminaría atrapada en el laberinto de mi mente. Eso sí que no.

Pero... ¿Qué me aseguraba que no sería así?

—Tierra llamando a Olivia.

La voz de HoSeok a unos metros me tomó realmente desprevenida, tanto que el respingo de mi cuerpo fue testigo. Los presentes en el lugar rieron levemente mientras mis mejillas obtenían una tonalidad rosada.

Y ahora me preguntaba: ¿En que momento llegué?

—Te ves... distraída, ¿estás bien?—preguntó la pelirroja.

—Eh... si, estoy bien —fruncí un poco mis labios—, solo pensaba en los diálogos.

En eso las voces masculinas de Nam y JungKook se hicieron presentes. Ambos jóvenes venían caminando desde la entrada con unas enormes sonrisas en sus labios mientras se daban pequeños golpes el uno al otro. El castaño nos observó cuando estuvo sobre el escenario.

—¿Ya estamos todos?

—No, falta la profesora y...

—¡Aquí estoy! Si se atreven a comenzar sin mí juro que los mato.

La diosa haciendo su entrada legendaria.

—Vaya, parece que alguien se levantó de mal humor —bromeó JiMin mientras levantaba sus cejas sucesivamente.

—Ajá, y por ese mismo motivo soy capaz de pegar a alguien —Eun Byul enseñó su puño cerrado, cosa que provocó las pequeñas risas de nosotros.

>> Me encontré a la profesora en el camino. Dijo que venía en cinco minutos y que mientras tanto le gustaría que Rosé y YoonGi practicaran su parte.

Ante esa declaración todos nos sentamos en una esquina para que los mencionados realizarán su práctica, que hasta el momento iba demasiado bien. YoonGi y Rosé eran muy buenos para interpretar a los antagonistas; ambos se fluían muy bien en el comportamiento de los villanos, tanto que no parecía actuado. Min era más serio y centrado, característica predominante en su personaje: un chico arrogante y rencoroso que deseaba tomar venganza hacia Kook por haberse llevado el corazón de su amada, en este caso, yo. Mientras que Rosé era más explosiva y envidiosa, alguien con el mismo objetivo que YoonGi, pero con la diferencia de que el pelinegro era su principal interés.

El típico cliché: los malos intentan romper el lazo de los protagonistas haciendo una alianza para conspirar hacia ellos. Podría parecer aburrido, pero el trasfondo de la obra lo hacía interesante.

—Es una maldita arpía —refunfuñó la pelirroja en un susurro—. ¡Agh! No la soporto.

—Calmada, jovencita. Ya tomaremos las cartas sobre eso.

—No soporto que ambos se lleven tan bien. La odio por haberse llevado a mí chico.

—Y yo lo odio a él por lo mismo —secundó Min—. Pero como dije: no podemos quedarnos de manos cruzadas.

Rosé de manera lenta posó sus ojos sobre YoonGi y algo dudosa preguntó:

¿Qué sugieres?

Una venganza, y por consiguiente... a nuestros amores de vuelta.

Con esa frase la escena dió por terminada. Preparé mis manos para aplaudir, sin embargo, todo acto quedó detenido cuando una voz reconocida surgió tras nosotros.

—¡Excelente trabajo chicos! Dios, son unos actores maravillosos.

—¿Señora Song? ¿Desde cuándo está ahí? —cuestionó una asombrada Lisa.

—Oh, desde que iniciaron —soltó una carcajada—. Fue un truco que utilicé para verlos ensayar sin mi presencia, y puedo confirmar que ha sido excelente.

—Gracias, profesora —reverenció la de cabello rojizo.

—¿Hay algún consejo que deseé darnos?

—Si joven Min, y es que continúen ensayando —sonrió genuinamente—. Manejen un poco más las expresiones y listo, estarán muy bien a la hora de actuar.

>> Ahora, voy con una de las parejas que más curiosidad me genera... —la fémina abrió la gran carpeta en sus manos y tardó algunos segundos en encontrar lo que estaba buscando. Fue entonces cuando su mirada cayó sobre dos de mis compañeros—. Kim TaeHyung y Ahn Eun Byul, al centro.

—Mierda...

Sin poder evitarlo solté una risa que no pasó desapercibida, misma que quiso repetirse cuando vi las expresiones del peligris.

Su rostro era muy gracioso.

—¿Saben sus diálogos?

—Si profesora. ¿Ya podemos iniciar? —inquirió Byul. Por el tono de su voz comprobé su nerviosismo.

Mi atención estaba totalmente centrada en esos dos, pero la aparición de otra persona en mi campo de visión hizo que automáticamente quitara mi concentración de lo principal.

—Esto será divertido de ver, ¿no crees? —preguntó Jeon al instante en que se sentó a mi lado.

Me dediqué a verlo por unos interminables segundos antes de asentir vagamente con mi cabeza, incapaz de comentar algo.

«¿Qué demonios me pasa?».

—Oye, ¿estás bien?

Quise responder a su pregunta con algo menos inmaduro que mis actos, sin embargo, me vi interrumpida por la actuación de los dos tortolitos.

Realmente intenté no reír, en serio lo hice, pero ver como parecían robots en lo que sería una escena romántica no ayudaba. Ni siquiera se miraban a los ojos, solo decían de manera mecánica cada uno de sus diálogos.

—Sabes que te quiero, ¿no es así?

Si, lo sé perfectamente, mi dulce chico...

—Ya, paren un segundo —ordenó la señora Song con un semblante serio, o más bien el intento de uno, que rápidamente fue sustituido por uno divertido.

Ante eso no pudimos contener las ganas de reír. Todos los demás estaban intentando recuperar el aliento, mientras yo por mi parte limpiaba algunas de las pocas lágrimas en mis ojos. JungKook a mi lado estaba mordiendo su labio juguetonamente haciendo el vago intento de contenerse.

—Chicos, ¿han ensayado juntos?

La pregunta de la profesora hizo que Tae y Byul se observaran rápidamente, siendo ésta última quién tomó la palabra.

—No señora, no hemos tenido mucho tiempo...

—Ay, niños... —ella sonrió un poco—. Son una pareja, deben ensayar juntos todo el tiempo.

>> Se que no se llevan muy bien, pero si quieren que esto salga de la mejor manera deben intentarlo.

Luego de aquello ambos continuaron practicando hasta que hubiera una mejoría. De vez en cuando reíamos por sus absurdas peleas; la cosa estaba en que esos papeles no se identificaban a su verdadera relación.

El pelinegro se mantuvo a mi lado la mayor parte del tiempo intentando sacar alguna conversación, pero de la forma más rara era incapaz de responder con algo más que un si o no. ¿Por qué actuaba de esa manera cuando no era lo que quería?

Un rato después, él fue llamado por YoonGi y ahí fue cuando se alejó un poco; no obstante, su atención continuaba sobre mí.

A la hora sonó el timbre indicando el fin del turno. Recibimos algunas indicaciones de la profesora y sin más dejó que nos fuéramos. Mientras yo recogía algunas de mis cosas, Eun Byul y Rosé me esperaban a unos cuantos metros. Estando lista para irme con ellas mi vista se posó sobre el pelinegro, y nuevamente me arrepentí de ello.

Esta vez estaba teniendo una amigable charla con Lisa al mismo tiempo que la ayudaba a recoger unas hojas del suelo. Por motivos desconocidos los celos invadieron mi cuerpo.

Sí, celos.

Unos malditos celos.

Sabía perfectamente la relación que llevaban ambos jóvenes. Ella era su mejor compañera en la actualidad, y no me podía meter ahí conociendo las circunstancias, por lo que realmente nunca ví nada malo en eso, excepto la primera vez que los presencié. Hasta ahora no tenía conocimiento acerca de posibles sentimientos mutuos, pero tampoco era algo que me llamara la atención. Y con esta sensación en mi cuerpo solamente podía prestarle atención a eso.

La parte necia de mi cerebro —y aquella que sólo existía para molestarme— comenzaba a crear millones de escenarios dónde Lisa y Kook tenían una relación luego de que yo quedara como la mala al negar mi identidad.

Eran los efectos de mi mentira al parecer.

No negaría que pensaba mucho sobre ese momento, debido a ello era que siempre me negaba a hablar. La posibilidad de perderlo me abrumaba, especialmente ahora teniendo a tal sentimiento como acompañante.

Y con esto confirmaba que mi día no sería para nada bueno.

O tal vez... solo estaba equivocada.



∙ · • • • ❀ • • • ∙ ·

09:56 hrs.



Idiota, idiota, idiota...

—¿Byul? ¿Te encuentras bien? —cuestioné algo extrañada por sus murmuros sin sentido.

—Ese maldito desgraciado...

Siguió hablando de manera baja, aún manteniendo su paso y la mirada fija en un punto.

Daba miedo estar a su lado en este momento.

—Eh... ¿Byul?

—¡Que se joda Kim TaeHyung! —explotó.

En ese instante sus ojos se abrieron más de lo normal y su voz salió en un chillido. Con sus manos realizó un movimiento desdeñoso antes de iniciar a respirar con dificultad.

—¿Qué sucedió?

—Que no lo soporto. Esta obra a su lado realmente aumentará mis ganas de tomarlo por el cuello.

>> ¡Maldición! ¿Por qué a mí? Los dioses me odian, los cielos me odian, el universo entero me odia —dramatizó.

Sin entender absolutamente nada ladeé mi cabeza. Ella dejó salir un alargado suspiro y fastidiosa pasó la mano por su frente despeinando con este acto su flequillo. Para cuándo la vi más calmada, decidí hablar.

—¿Qué sucedió?

—Odio formar pareja con Tae —refunfuñó de mala gana—. Él y yo nunca vamos a congeniar, ni siquiera a la fuerza.

De repente me entraron ganas de reír, pero sabía a la perfección que era mejor no provocar a la fiera, por lo que simplemente me quedé callada y continué con el paso a la cafetería.

—¿Y tú? ¿Por qué andas tan inexpresiva?

Bien, no negaría que su pregunta me tomó desprevenida. Sin duda me había estado comportando rara toda la mañana, y tampoco estaba haciendo el esfuerzo para ocultarlo. Mi molestia era demasiado grande.

—Estoy bien, no te preocupes por mí —mostré una sonrisa que lamentablemente se vió como una mueca.

—Ay Olivia, a mí no me puedes engañar —sonrió orgullosa—. Algo te pasa y no es nada bueno.

Genial, estaba jodida.

Un leve temblor invadió mi cuerpo debido a los nervios, ya que nunca antes había imaginado una situación cómo esta. Eun Byul me observaba expectante, teniendo sus ojos más grandes de lo normal y sus otros sentidos sobre mí, mientras yo tenía un debate conmigo misma entre hablar o no hablar.

Pero, ¿valía la pena negarlo?

«¿Saben? No lo soporto, los celos son más grandes que yo.»

Agh, esto es miserable —murmuré luego de suspirar profundo—. Es JungKook...

—Oh, ¿sucedió algo con tu príncipe azul?

Reí débilmente ante la mención, posando mis ojos sobre ella dispuesta a hablar.

—Hoy lo vi con sus fans, y no negaré que me sentí mal por eso. Lo ignoré, pero automáticamente lo vi charlar amigablemente con Lisa y...

Ni siquiera tuve que terminar, ya que la dulce risita de Byul me interrumpió. La susodicha acomodó uno de sus mechones tras la oreja para luego posar una mano sobre mi hombro.

—Ya, no te pongas celosa —pidió con suavidad—. Tienes a Jeon en la palma de tu mano, no sé porqué te preocupas.

«Claro, eso es porque no sabes la verdadera razón tras mi inseguridad.»

—Aún así...

—Y no solo a él —interrumpió con diversión—; Tae también es apegado a ti.

Ay no.

—Eun, no, Tae no —reí al ver su rostro en una expresión pícara.

—Realmente hacen una linda pareja. Ay, esto parece un K-Drama: el triángulo amoroso entre dos chicos guapos y una joven dulce, ¿quién será el afortunado de tomar su corazón?

—Ya basta —cubrí mi rostro con ambas manos—. No puedes hablar, tu niegas todo tipo de conexión con TaeHyung —ataqué de vuelta.

Vi como abrió su boca algo impresionada para luego fruncir su ceño dulcemente.

—No existe ninguna conexión.

—¡Sí la hay! Recuerda: del odio al amor sólo hay un paso.

Byul rodó sus ojos y volvió a retomar la antigua conversación.

—En serio lo digo, no tienes que preocuparte por esos sentimientos. En cambio, debes tomarlos a tu gusto.

>> Se que probablemente no funcionará, ya que dentro de una hora volverás a los encantos de Jeon, pero vale la pena intentarlo —alzó sus comisuras—. ¿Qué tal si aplicas la ley del hielo?

Al escuchar eso fruncí levemente mis cejas. Sabía a que se refería... ¿pero estaría dispuesta a realizarlo? Mis celos no eran tan grandes, o al menos eso le decía a mi mente. Prefería mantenerlos ocultos antes de evitar algún problema.

—¿Por qué lo haría?

Byul abrió su boca para decir algo, pero automáticamente la cerró y frunció ceño. Creo que mi inocencia estaba provocando la pérdida de su paciencia.

—Bueno... hay razones que tal vez no has pensado —con sus dedos índice y pulgar acarició su mentón—. Por un lado, JungKook necesita saber que no la tiene fácil, debes hacerte la difícil con él; esto ayuda a que su lazo sea más fuerte... —hizo una pequeña pausa— y que evite portarse como un patán en situaciones futuras.

Sin poder evitarlo solté una carcajada, la cual invitó a Byul para reír.

—Y también... es divertido verlo llamando tu atención mientras lo ignoras.

Manteniendo la sonrisa en mi rostro negué divertida. Esta chica no tenía remedio.

—¿Eso sugieres?

—Ajá, deberías intentarlo —me dió un golpecito con su codo sin eliminar la picardía en su rostro.

Y entonces lo consideré. Tal vez un poquito de inquietud no hará mal... ¿cierto?





JEON JUNGKOOK
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10:11 hrs.





—Piedra, papel o tijera... —dijeron todos los presentes en la mesa mientras hacían los símbolos con sus manos.

—¡Agh! ¿Por qué siempre ando perdiendo en estas cosas?

Ver la frustración de NamJoon realmente me provocó una carcajada. Y no fui el único: YoonGi, Tae y HoSeok se unieron al instante. Estábamos decidiendo quien iría a comprar nuestras sodas y hamburguesas, y para eso no se nos ocurrió algo mejor que esto.

¿Parecíamos tontos? Si. ¿Nos importaba? No.

—Quiero una hamburguesa con doble queso y una soda bien grande —cantureé solo para molestarlo.

—Y yo quiero una con mucha carne —secundó HoSeok.

—Los odio, el karma les llegará pronto —espetó NamJoon con un poquito de molestia.

Iba a levantarse de su asiento dispuesto a buscar lo pedido, pero en ese momento Tae señaló un lugar con su dedo índice.

—Allá están Olivia y Byul.

Giré un poco mi cuello para verlas, y efectivamente estaban ahí. Ambas se encontraban conversado de un tema desconocido para nosotros, pero que parecía divertido ya que no paraban de reírse. Alcé mi mano intentando captar su atención, pero al ver que no dió resultado decidí hablar.

—¡Chicas!

A pesar de mi alto llamado, ellas no respondieron, al contrario, continuaron con su camino sin ni siquiera observarnos. Y luego de eso lo único que pude escuchar fueron las risas de los demás.

—Vaya, creo que Jeon JungKook ha sido ignorado —bromeó el pelirrojo.

Y era cierto.

Pasaron justamente por nuestro lado, por ende debieron haberme escuchado. ¿Ignorar? ¿Qué les pasaba?

—Les dije: el karma hizo su trabajo.

Ante el comentario de Nam solté una risa nasal. Posé mi mano sobre la mesa mientras dejaba salir un alargado suspiro. Pero al parecer hoy estaba destinado a obtener molestias.

—Dime JungKook: ¿qué se sintió ser ignorado por el amor de tu vida? —inquirió el peligris intentando colmar mi paciencia.

Y bien que lo hizo. Pero lo que no sabía es que tenía mejores jugadas para atacar.

—¿Y como se sintió el golpe de tu futura esposa en ese lugar?

El “uhhh” de los demás no pasó desapercibido. Con diversión alcé una de mis cejas para molestar a TaeHyung, quién actualmente tenía la mandíbula notablemente marcada.

Recordando que tenía cosas para hacer me levanté del asiento dispuesto a irme. —Debo monitorear la escuela, así que me voy yendo.

Luego de hacer un pequeño ademán con mi mano me acerqué a dónde el peligris descansaba para proceder a acercar mis labios a su oído.

—Ten un buen día.

Riendo por mi victoria me alejé de los demás para proceder a soltar un suspiro. Realmente amaba ganar. Si bien era una persona competitiva, especialmente con las cosas importantes para mí, y no era tonto, sabía del interés de Tae hacia Olivia, por lo que no negaría que eso me hervía la sangre.

De repente la pelinegra comenzó a reinar en mi mente. El día de hoy estaba un poco rara, lo había notado desde la primera hora. Parecía un poco distraída, cortante y desinteresada de todo. ¿Me preocupaba? Si, pero no quería interrumpir en su espacio personal, tal vez necesitaba un poco de tiempo... creo.

Tenía como objetivo seguir pensando en la joven hermosa, pero cuando frente a mis ojos apareció aquella familia que siempre intentaba evitar... sólo pude centrar mi atención en eso.

De la oficina del director salían los Manoban, quienes a pesar de ser la familia de mi mejor amiga siempre me trasmitían una mala vibra. Además, saber que no eran buenos con mi compañera solo me hacía querer despreciarlos.

Nuestras familias no eran muy cercanas, incluso apenas recordaba encuentros entre ambas. Solía ser Lisa quién visitaba mi hogar, ya que ella —además de sentirse cómoda con mi ambiente— siempre evitaban que entrara a su casa por razones que desconocía, pero que podía suponer. Tampoco tenía buena relación con sus padres; casi ni me conocían, y por sus expresiones cada vez que me veían parecía no agradarles.

Quise ocultarme de ellos, pero no me dió tiempo. Ellos comenzaron a caminar lentamente hacia mí, así que me quedé estático en mi lugar esperando a que estuvieran un poco más cerca para realizar una reverencia.

—Buenas tardes, señores Manoban.

—Buenas, Jeon, es un gusto verte —habló la señora Lawai.

—Igualmente —limité a decir.

Y con esa mísera interacción, terminamos. Ellos continuaron su camino mientras yo sólo los veía desaparecer por los pasillos. Sentía una extraña sensación, algo que jamás llegué a percibir por esa familia, y no era bueno.

¿Por qué tenía la impresión de que algo tramaban?

Moví mi cabeza en una ligera negación para tratar de alejar esos pensamientos. Metiendo las manos en los bolsillos de mi pantalón continué el paso por los casi solitarios pasillos del colegio.

Durante mi trayectoria por el lugar comencé a tararear una canción por lo bajo, esto me propiciaba la tranquilidad y paciencia que muchas veces solía necesitar. Pero de repente me vi interrumpido cuando escuché un sonido proveniente del salón de teatro, por lo que de manera automática giré un poco para notar que los grandes portones estaban abiertos.

«¿Quién estará ahí? La señora Song ya debería haberse ido...»

Mi curiosidad por saber fue más grande que mi intención por irme de ahí, y por ese mismo motivo era que estaba atravesando la entrada al lugar.

La mayor parte del teatro poseía las luces prendidas, cosa que dejaba ver claramente cada rincón. Mientras más me acercaba el sonido de unos violines plasmando una escalofriante melodía se hacía presente. Mis ojos hicieron un recorrido por el gran espacio, desde los asientos y las plantas superiores hasta el gran escenario donde una cabellera rubia resaltó. Me mantuve estático en mi lugar para estar atento a los movimientos del joven a lo lejos.

Park JiMin se encontraba sobre el punto central del lugar bailando y cantando una canción desconocida para mí, pero que recién empezando se escuchaba genial. Cuidadoso caminé hacia uno de los asientos lejanos para sentarme y poder apreciar a mi amigo. Sus movimientos y propia voz eran delicados como una pluma, pero fuertes como una roca, tanto así que lograba impresionar al espectador con su talento.

Su espectacular talento.

Se mostraba completamente decidido y absorto a sus acciones. Ni siquiera me había notado. Y de esa forma continuó por unos cuantos minutos hasta que la melodía dió fin con los espeluznantes violines.

Los primeros segundos no dije nada, solo me limité a ver cómo JiMin se dejaba caer al suelo y murmuraba algo que debido a la lejanía no pude comprender.

Y debido a eso, pensé lo peor.

Lo noté tenso, demasiado, y esa simple realización fue un aviso de que necesitaba hacerme notar ya.

Wao... —hablé lo suficientemente alto mientras aplaudía con lentitud.

Los orbes oscuros de JiMin me observaron automáticamente luego de haber dado un respingo. Su rostro demostraba confusión y algo de asombro por mi presencia.

—Tu...

—Estoy aquí desde que iniciaste... y juro que las palabras correctas para describir lo que he visto no salen de mi boca.

Levemente alcé las comisuras de mis labios en el intento de darle ánimo, cosa que logré al escuchar su risa nasal. Bajo mi atenta mirada se levantó del suelo y tomó sus cosas dispuesto a acercarse a dónde estaba.

—Gracias gusano, en serio aprecio tu halago.

—Eres un dios del baile —pasé mi brazo por su hombro, invitándolo a salir del local—, te mereces más de lo que he dicho.

La luz natural impactó nuestros cuerpos cuando salimos de ahí. Estando afuera él me observó con su reluciente sonrisa.

—Te adoro, conejo.

—¿Puedes dejar de ponerme apodos?

—No, es mi manera de quererte, mayor idiota —guiñó un ojo en mi dirección para luego comenzar a dar saltitos.

Débilmente reí.

—Estás loco.

JiMin giró sobre su eje y me observó divertido.

—Lo sé, Jeon.

Entre risas negué. Realmente no tenía remedios.

Sin embargo... ¿por qué escuchar esa respuesta me hacía sentir triste?



∙ · • • • ❀ • • • ∙ ·

12:04 hrs.



Creo que dejaré de ser presidente del consejo.

Yo de verdad no sé qué estaba pensando cuando me postulé para el lugar. Si bien era un trabajo tedioso que luego de experimentarlo no me pareció tan genial, fue lo que desee para obtener más conocimientos acerca del mundo de los negocios.

Ser presidente era algo similar.

Sin embargo, odiaba que los maestros me usaran para su beneficio, justo como ahora. Todo mi disgusto se debía a que el querido director no era capaz de levantar su holgazán trasero para ir a buscar un libro, y en cambio me llamaba a mí para ello.

¿Podía protestar? No, solo debía obedecer.

Y aquí estaba. En cuanto entré a la biblioteca obtuve algunas miradas y murmullos de los presentes que rápidamente se detuvieron por el "shhh" de la secretaria. Ignorando aquellos sucesos me adentré entre los estantes para buscar el libro pedido por el señor holgazán, y por un momento me visualicé durante horas buscando tal objeto.

Mis ojos ágiles —y ahora cansados por el esfuerzo— inspeccionaban cada libro con el fin de dar con el correcto, pero hasta el momento nada. Agotado dejé salir un suspiro mientras pasaba la mano por mi desordenado cabello.

—¿Sucede algo, príncipe conejo?

Aquella voz a mi lado hizo que mi cuerpo diera un salto involuntario y que sin poder evitarlo una de mis manos fuera a mi pecho. La joven pelinegra a un metro de mí rió con timidez mientras yo solo maldecía por lo bajo.

—Casi me matas, Olivia.

—Lo siento, pero si no quieres no lo siento —bromeó.

Su risita inocente me hizo negar con la cabeza. Ella era... era demasiado hermosa.

De repente los sucesos del día invadieron mi mente, provocando que mis labios formaran un lindo puchero hacia ella.

—Yah, me ignoraste todo el día, ¿estás bien?

La ví arrugar su nariz cuando trato de sonreír. Enternecida acercó sus manitas a mi cara para pellizcar mis cachetes dulcemente.

—Perdón, he estado un poco desorientada hoy —bajó un poco su cabecita mientras jugaba con la punta de sus pies.

Tierna.

Con mis dedos en su mentón alcé su rostro para que pudiera verme, pero rápidamente me arrepentí cuando quedamos demasiado cerca.

—Eres... eres demasiado bella para mi cordura —susurré con la voz inesperadamente ronca—. Me volverás loco un día de estos.

Los labios de Olivia formaron una pequeña sonrisa al escuchar eso. Ella cerró sus ojos con fuerza en el vago intento de ocultar el sonrojo en sus mejillas, cosa que me pareció lo más adorable del universo.

—Gracias... —musitó con debilidad—. ¿Y qué haces aquí?

El cambio repentino de conversación hizo que fuera prudente y me alejara un poco de su cuerpo. Solté aire disimuladamente al mismo tiempo que apoyaba mi brazo sobre uno de los estantes.

—El señor director me envió a buscar un libro que no encuentro —ante la explicación, ella simplemente dejó salir una carcajada.

—Debes retirarte del consejo, Kook.

—Ni que lo digas —rodeé mis ojos provocándole más risas.

—¿Cuál es el libro? —se alejó un poco para comenzar a buscar, y mientras eso se escuchó el sonido de sus zapatos contra el suelo.

—Es... ¿recuerdas aquel que leímos en la última clase de literatura?

Ajá, hoy es tu día de suerte, ya que sé en donde está.

Rápidamente se dirigió a una de las escaleras y comenzó a subir hacia uno de los estantes altos. La ví buscar con su mano algo, y justo al mostrarlo juraría que apareció un brillo en mis ojos.

El libro.

—Olivia, te adoro —confesé con felicidad. Ella rió mientras bajaba—. Eres mi...

Antes de que pudiera continuar, ví a la joven enredarse con uno de los escalones y comenzar a caer. Todo pasó demasiado rápido, lo único que supe fue que si no la atrapaba a tiempo tendríamos un accidente.

Justo antes de que tocara el suelo la sostuve entre mis brazos, provocando que debido a la posición nuestros rostros quedaran muy cerca. El libro en sus manos cayó al suelo al instante, y con eso todo quedó en silencio.

Lo único que podía escucharse eran nuestras respiraciones algo agitadas y probablemente los latidos de nuestro corazón. Sus ojos brillosos estuvieron sobre los míos por no se cuántos segundos hasta que pude hablar.

—¿Estás bien?

La pelinegra asintió rápidamente con su cabecita mientras murmuraba un “mjum” casi inaudible. Lentamente aflojé el agarre de mis brazos sobre su cuerpo para que pudiera moverse con comodidad. Algo nervioso rasqué mi nuca presionando a mi mente en buscar algo que decir.

Disimulando mi inquietud me recosté sobre el estante para proceder a soltar un suspiro. La joven frente a mí se agachó al suelo y recogió el libro para dármelo, momento en donde formulé una pequeña sonrisa.

—Gracias.

—No es nada.

Hubo un instante de silencio que gracias a la vida se sintió cómodo y sin ningún tipo de tensión. En ese tiempo decidí examinar a la chica. ¿Ya había dicho lo bien que le quedaba el uniforme? Porque así era. Su cabello oscuro caía lacio por su espalda y hombros, este se encontraba algo desaliñado por los bruscos movimientos de la situación anterior dándole así un aspecto más natural y hermoso en mi opinión. Sus orbes negros tenían un especial brillo, uno que demostraba alegría y dulzura en su máxima expresión. Poseía poco maquillaje en su rostro, aquello me gustaba mucho. Pero en el instante en que llegue a sus labios... algo en mí se formó. Aquella parte de su rostro era muy atractiva: tenían una tonalidad rojiza y a simple vista se veían tan esponjosos como una almohada y dulces como un caramelo.

Estaba demasiado sumiso en ella, me había adentrado en su inigualable belleza. Y cuando recordé al viejo gruñón, todo ámbito de tranquilidad en mi cuerpo se esfumó haciéndome volver a la cruel realidad.

—Creo... creo que ya debo irme.

—Si... —se apresuró en decir, estaba nerviosa.

Iba a irme en ese momento, sin embargo, sentí el impulso de dejar un beso en su mejilla, sólo un simple beso. No había nada malo, ¿cierto?

De manera lenta me acerqué a ella dando pequeños pasos que sin duda la alertaron, pero antes de que pudiera reaccionar la tomé sutilmente del brazo para pegarla a mi proporcionado cuerpo. La sentí tensarse bajo el roce de mis manos, e inconscientemente sonreí.

Antes de besar su mejilla inhalé el dulce aroma a vainilla que desprendía su cuerpo, impregnando a mis sentidos en su esencia. Luego de hacerla sufrir con la espera, dejé que mis labios se reposaran en la piel cálida y suave de su cachete.

Hasta ahí quedaría, sólo un simple besito. No obstante, el pensamiento y deseo de querer ir más allá sin que hubiera objeción estaba controlando a mi subconsciente. Tanto que ya no era capaz de pensar con claridad.

«No Jungkook, ahora no.»

Pero es que... agh, joder.

Era la oportunidad perfecta. Perderla solo me haría un idiota y eso sí que no. Así que tomé toda mi valentía y con lentitud dejé otro beso en su mejilla, pero esta vez más cerca de su boca.

Mi corazón dió un violento vuelco ante la realización de nuestra cercanía. ¿Había alguna manera de tenerla más cerca? Porque en ese instante era lo único que deseaba.

Continué dejando un rastro de besos húmedos por su mejilla, sintiendo esta caliente con cada roce, hasta que llegue al lugar que más ansioso me tenía: sus labios.

Busqué en su rostro algún indicio de incomodidad o duda que lograra apartarme, pero al contrario de lo que imaginé, Olivia estaba nerviosa pero al mismo tiempo tranquila, como si realmente estuviera conforme con mi próximo movimiento.

Y eso fue todo.

Con mi sistema fallando, la respiración agitada, mi piel estremecida bajo su cercanía y olvidando hasta mi propio nombre, me dejé llevar por el amor y frenesí en mi interior, dejando rápidamente que mis labios chocaran al fin con los suyos en un dulce y tierno beso.

Fue apenas un perceptible roce, solo nuestros belfos juntos por un segundo. Pero con eso simplemente llegué al cielo. Mis mejillas se calentaron, en mi interior ocurrieron millones de cortos circuitos, mi corazón comenzó a latir con mucha fuerza, e incluso sentí como dejaba de respirar.

Maldición, en apenas un roce pude sentir la calidez y dulce sabor de sus labios.

En el instante en que me separé un poco de ella me dediqué a examinar sus expresiones. Olivia estaba impresionada y al mismo tiempo en su propia burbuja. Sus ojos se encontraban cerrados, tenía la respiración agitada y por este último motivo mantenía sus labios entre abiertos. Verlos de esa manera me daban ganas de volver a besarla, sin embargo, no quería parecer insistente o asustarla, por lo que debía conformarme con eso.

Pero lo que sucedió nunca lo esperé.

Dispuesto a irme sentí como la pelinegra aferraba sus manos en el cuello de mi blazer para atraerme de nuevo y así unir nuestras bocas.

De veras que no esperaba tal suceso.

Fue un beso sin movimiento, sólo nuestros labios juntos por un poco más de tiempo. Ella se sentía titubeante, como si el más mínimo vaivén de su parte estuviera mal, pero no era así. Escuchando un leve chasquido se alejó de mi boca dispuesta verme, y creo que por un momento me fue imposible manejar su mirada.

Había demasiada ternura e inocencia en sus ojos, una que sin duda estaba causando el revoltoso hormigueo en mi vientre. Debido a la gran cercanía de nuestros rostros podíamos sentir el aliento de cada uno caer sobre nuestras bocas, y eso solo estaba tentando mis ganas de corresponder a su acto.

Teniendo la misma euforia corriendo por mis venas observé sus belfos y acto seguido su rostro, tratando de cuestionarle con mi mirada si podía hacerlo o no. Y al notar una ligera sonrisa en sus labios y como asentía débilmente... dejé todo a un lado y obedecí a mi corazón.

Formando una sonrisa posé mi mano en su cintura y la pegué más a mi cuerpo, para de esa manera proceder a unir mis labios con los suyos.

Moví mi boca en sincronía con la suya, de manera lenta y profunda para disfrutar de la inexplicable sensación que cada célula de mi cuerpo podía experimentar. Esta vez ella fue más intrépida al corresponder de la misma manera y sin ningún tipo de duda. Su mano izquierda reposaba en mi hombro mientras que la otra acariciaba dulcemente la parte trasera de mi cabeza. Todo esto parecía un sueño, uno del que nunca deseaba despertar. 

Estaba totalmente enamorado de Olivia, no podía negarlo. Mi corazón, mi alma y mi propia mente vivía gracias a su presencia, y ahora....ya no había retorno. Ya que ambos habíamos sido creados el uno para el otro.

Nuestras manos encajaban como las piezas de un rompecabezas, creando así una perfecta obra.

Nuestros ojos estaban destinados a encontrarse para formar aquel brillante destello de luz.

Nuestros labios se crearon para formar la perfecta simetría en la palabra del amor.

Y por último...nuestros corazones habían sido creados para latir en la misma sinfonía.


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Buenas noches 🤭
Ay Chin, creo que me iré yendo de la app antes de que me caigan a comentarios XD.
¿Cómo están todos?
¿Que les pareció el capítulo de hoy?
¿Dudas o teorías?
¿Están satisfech@s con el besito?😏

Me tienen que amar hoy, ¡El beso no era para ahora! Jaja, cabe destacarlo. Cuando hice este capítulo me encontraba muy romántica, demasiado para mi gusto, y salió esto :D
Así que denme un abrazo jaja.

Ahora sí, ya debo irme.
Espero que se estén cuidando, recuerden: coman bien, duerman bien, tomen awita y no se pongan tristes.
Espero y tengan una linda noche <3
Los quiero.

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