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❝¿Por qué mi día ha sido tan horrible?❞
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Lunes, 9 de septiembre del 2019
7:00 hrs.

La mañana hubiera sido perfecta de no ser por el ruidoso aparato que sonó a un lado de mi cabeza, interrumpiendo mi sueño de bella durmiente como si fuera un príncipe encantado.

«Maldito despertador...»

Tomé mi almohada y la lancé hacia dicho causando que parara ese tan molestoso ruido, volviendo a hundir mi cabeza en la almohada de forma instantánea.

—Vaya, que carácter, corderito.

Ante esa voz levanté mi cabeza  encontrando a mi hermana recostada en el marco de la puerta.

—Vete —gruñí cuando volví a recostar mi rostro en la cama.

—Hae, hoy es tu primer día de clases, si no te levantas ahora llegarás tarde.

—No quiero ir —hablé somnolienta.

—Pues tienes que ir —sentí su voz y sus pasos acercarse.

—Pero no quiero~ —comencé con un indeseado berrinche.

—¿Te levantas a las buenas o a las malas?

—A ninguna de las dos.

De pronto sentí como quitaron las sábanas de mi cuerpo, solté un bufido molesto mientras me giraba sobre la cama para verla, y aquello fue una mala idea cuando toda la luz del día se adentró por las ventanas.

Parecía un vampiro en este instante.

—Decidiste por las malas, así que no te quejes —rió un poco.

La miré mal.

—Vamos, en quince minutos te quiero ver en el comedor, si no estás ahí te llevo a rastras —advirtió con su dedo índice justo antes de salir por la puerta.

—Te odio —hablé entre dientes.

—¡Te escuché! —gritó desde fuera, cosa que me provocó refunfuñar.

Con mucha pereza me levanté de mi cama y me dirigí al baño para tomar una ducha. El agua fresca relajó mi cuerpo al mismo tiempo en que quitaba todo rastro de sueño, y entonces pensé...«¿por qué no puede quitar el desánimo que tengo?»

Lo del día anterior aún me tenía un poco mal. Toda la noche estuve pensando en él; si se cuidaba, si estaba comiendo y descansando bien, como estarían sus padres, más otras preguntas que poco a poco surcaban en mi mente. ¿Lo extrañaba? Por supuesto que sí, y dolía no saber sobre él.

Estaba gastando demasiada agua en la ducha, por lo que me apresuré en terminar para salir nuevamente a mi habitación y cambiarme de ropa. El uniforme escolar descansaba sobre uno de los muebles, haciéndome pensar sobre qué cosas sucederían en los próximos meses. Me maldije a mí misma por desconcentrarme tanto, así que no tardé en colocarme la prenda y arreglar un poco mi cabello.

Estando lista, tomé mi bolso y enrosqué una liga para el cabello en mi muñeca, para entonces bajar al comedor donde mi familia esperaba. Sonreí en cuanto los vi. —Buenos días.

—Buenos días —respondieron mis padres al unísono.

—Que rápido cambias de humor —murmuró las castaña en el asiento de al lado.

—Es un don —guiñé un ojo en su dirección provocando que una risa nasal se escapara de sí misma.

-—¿Están listas para su primer día de clases?

Ambas asentimos a la pregunta de mamá.

—Hoy me voy al campus, tal vez venga los fines de semana —anunció Jennie.

—Y yo que quería estar más tiempo contigo —abulté mis labios—. Te extrañaré.

—Lo sé, hermana, yo igual te voy a extrañar —puso una de sus manos en mi hombro como forma para consolarme.

Después de eso el sonido de los cubiertos fue lo único que reinó en la mesa. Saboreé la comida con calma, notando que sin duda era el toque de mi madre.

Ella es una excelente cocinera.

Y hablando de mamá, decidió romper un poco el silencio con una de sus advertencias.

—Hija, ya hablamos de esto: recuerda no decirle a nadie tu nombre real, se cuidadosa con tus acciones.

— Lo sé, mamá —hablé en un tono leve.

Nuestras conversaciones con respecto a eso siempre se sentían incómodas, pero no era mi culpa que ella fuera una completa paranoica.

Pasaron varios minutos más donde apenas se habló para que yo terminara mi desayuno. Me despedí de mi familia con rapidez luego de notar la hora para entonces salir de la casa y dirigirme al auto donde Carlos me espera.

—Buenos días.

—Buenos días, señorita —sonrió—. ¿Se siente mejor?

—Solo un poco, intento afrontarlo —correspondí a su sonrisa.

Después de estar en el auto comenzó a conducir hacia mi nueva escuela; la más prestigiosa de todo Corea del Sur, cabe destacar. Ahí están las personas de la clase alta, por lo que no sabía que esperarme de ello.

Solo deseaba tener un buen día.

Como dije: deseaba.

Al cabo de varios minutos el coche se detuvo, dándome a entender que ya habíamos llegado. Curiosa, miré por la ventana polarizada, y si mi mandíbula no cayó al suelo pues era todo un milagro.

Este lugar era enorme.

—La esperaré aquí a la hora de la salida.

—No es necesario —me apresuré a aclarar—. Hoy deseo irme sola, quiero conocer un poco Seul, y no te preocupes, ya a hablé con mis padres.

—Está bien, señorita, tenga un buen día —sonreí.

—Adiós —agité mi mano justo antes de salir del auto.

No pasó ni un segundo cuando algunas miradas se posaron en mí; unas para bien y otras para mal, pero eso no me importaba.

Avancé por el aparcamiento sin ningún tipo de temor hasta llegar a la entrada del instituto. Por dentro era mucho más grande y hermoso, fue lo primero que capté; las paredes estaban pintadas de un color blanco y amarillo con algunos toques azulados, al alzar un poco mi cabeza noté el logo de la escuela, comprendiendo así que eran los colores iniciales.

J.Y.S High School.

«¿Por qué se me hace familiar?»

Dejé de prestarle atención a ello y caminé por los largos pasillos llenos de estudiantes dispuesta a llegar a secretaría para obtener mi salón. Me costó un poco encontrarla, pero al hacerlo fui muy amablemente recibida por las señoras que atendían dicho lugar. Luego de alguna que otra pregunta me entregaron el pase que debía darle al maestro guía una vez llegara al salón, y agradecí por ello hacia cada una.

«Clase 3-C. ¿Dónde estás?».

Estuve caminando apurada durante unos minutos, pues el timbre ya había sonado y no encontraba mi salón. Había pasado por todos los pasillos y también le pregunté a varias personas, pero esto último no funcionó ya que me perdía a la mitad de las indicaciones.

Sin embargo, como si la vida me hubiera escuchado, la puerta del salón 3-C apareció frente a mis ojos. Suspirando con fastidio llamé a la puerta con tres toques, obteniendo un “pase” de la profesora por consiguiente.

—Buenos días —hice una reverencia en cuanto abrí la puerta y me adentré en el lugar.

—Buenos días, ¿por qué llegó tarde, señorita?

—Soy nueva y... me perdí —bajé un poco mi cabeza como si intentara ocultarme de la mirada de todos.

Odiaba ser el centro de atención.

—Oh, eres la señorita Kim Olivia —afirmó un una sonrisa—. Venga, preséntese a sus compañeros —sutilmente sostuvo mi brazo y me atrajo al centro del salón—. Niños atiendan, tienen una nueva compañera este año.

Si antes me miraban, ahora era peor ya que la atención de todos estaba únicamente sobre mí.

«Vamos Hae, respira.»

—Buenos días, mi nombre es Kim Olivia... espero que pueda llevarme bien con todos —enseñé una media sonrisa hacia los demás.

—Bien, señorita Kim, puede sentarse.

Con mis ágiles ojos busqué entre todos algún asiento vacío, y al hacerlo me dirigí a dicho con pasos lentos y tímidos.

Era la jodida ansiedad de ser observada.

Coloqué mi bolso sobre el pupitre y procedí a sentarme en el asiento correspondiente. Mientras la profesora daba una introducción al curso estuve mirando a cada uno de los presentes, notando distintas cualidades que los hacían diferentes.

Sin embargo, cuándo observé a mi lado, una chispa se prendió en mis ojos.

«¿Tan guapos son los chicos de acá?».

Tenía a un ángel en persona como compañero. Su cabello era negro como el azabache y sumamente largo; tenía la tez blanca, ojos brillosos y grandes, una nariz pronunciada, sus labios eran finos y rojizos, así como su musculatura se veía enorme.

Era jodidamente hermoso.

Decidí dejar de mirarlo antes de que notara algo raro y sus ojos cayeran sobre mí. No quería pasar la mayor vergüenza de mi vida, por lo que moví un poco mi cabeza y concentré toda mi mente en las palabras de la profesora.

∙ · • • • ❀ • • • ∙ ·

10:15 hrs.

El recreo había comenzado cuando el timbre hizo presencia. Todos los estudiantes se apresuraron en salir, mientras yo simplemente tomaba calma para organizar mis cosas. Por el rabillo del ojo vi al chico guapo levantarse e ir al encuentro con otro de cabello rubio, pero no le presté tanta atención.

Luego de salir me dirigí a mi casillero y guardé todo de manera organizada. ¿Era una persona minuciosa? Si, mucho.

No obstante, cuando cerré la puerta me vi dando un respingo por tener a una chica a mi lado.

—Hola, eres Kim Olivia, ¿verdad?

Me quedé en blanco antes de responder. —Sí...¿y tú eres?

Mis dudas la hicieron reír.

—Mi nombre es Park ChaeYong o Rosé, como desees llamarme. Soy la hija del señor Park, el secretario de tu padre —aclaró con serenidad, y en ese preciso momento mis ojos parecieron querer salirse se su órbita.

Park ChaeYong / Rosé


—¿Eres la hija del señor Park? —pregunté estupefacta, recibiendo una afirmación—. Mucho gusto, tu padre ha hablado un montón sobre de tí.

—Lo sé —sonrió con timidez—. Quería conocerte, él también me ha hablado sobre tí.

—Es una gran persona al igual que tú madre, la conocí una vez en una conferencia —mis comisuras se alzaron inconscientemente ante el recuerdo.

—¡Gracias! Eres muy amable —tomó mi mano con suavidad—. Me dirijo a la cafetería, ¿quieres venir conmigo? —cuestionó con un notable brillo en sus ojos, a los cuales no pude negarme.

—Pues obvio, me cuesta un poco relacionarme con la gente —rasque mi nuca algo penosa.

—Tranquila, ya tienes la primera amiga.

Eso me hizo sonreír el doble.

—Gracias.

A pasos lentos nos dirigimos a la cafetería, no dejando de hablar sobre el trabajo de nuestros respectivos padres por el transcurso. Ambas pedimos nuestra comida, la cuál consistía en alimentos ligeros y saludables.

Cosas de dieta.

Íbamos de camino hacia una de las mesas aún sin dejar de hablar, y en eso pensé en como mi día estaba comenzando bien.

Si... ese pensamiento duró apenas unos segundos cuando alguien chocó contra mí y derramó toda su comida sobre mi uniforme de forma accidental.

—¡Oh por dios! Lo siento mucho —dijo la muchacha con arrepentimiento mientras observaba como había quedado mi ropa.

Su cabello era rubio y lacio cayendo por su espalda, tenía los ojos grandes y los belfos voluptuosos, así como sus piernas eran largas y tenía una estatura igual a la mía.

—Tranquila, no pasa nada —relajé mientras sacaba una papita de mi corbata.

—En serio lo siento mucho, pero debo irme, lo lamento —dijo con desesperación, como si tuviera que llegar lo antes posible a un lugar.

—Estoy bien, ve.

Ella reverenció una última vez para luego irse.

—Toma —Rosé me tendió una servilleta.

—Gracias.

Luego de ese pequeño incidente se me quitó el apetito, solo estuve conversando con Rosé un rato más hasta que el timbre sonó indicando la próxima clase.

∙ · • • • ❀ • • • ∙ ·

13:30 hrs

La primera jornada escolar de este curso había terminado finalmente. Solté un suspiro agotador mientras recogía todas mis cosas, procediendo a salir del salón junto a la pelirroja.

Primer día y ya odiaba las clases. Tan casual.

—Bueno, aquí debemos separarnos, adiós Olivia —agitó su mano con una sonrisa luego de que nos encontráramos en la salida del colegio.

—Adiós, Rosé —me despedí de igual forma.

Al verla alejarse solo sonreí. Parecía una chica agradable, siendo muy adorable y cariñosa. Ambas estábamos en la misma clase, cosa que beneficia al vínculo floreciente que estábamos formando, como por ejemplo, intercambiar números fue un gran paso.

Dejando de pensar en todo eso decidí concentrarme en mi camino a casa. Yo verdaderamente deseaba irme sola para conocer más la ciudad, además de que odiaba estar todo el día con un guardia detrás.

Muchas veces no me gustaba ser alguien con fama.

Las horas pasaban y con eso los lugares visitados aumentaban. Yo realmente debía convencer a mi consciencia con que Seul era muy hermosa, totalmente diferente a Busan.

En el camino encontré una heladería, y para ese entonces un helado no me parecía mal.

Estaba a punto de dar el primer bocado...

... Pero entonces alguien chocó contra mí de nuevo, haciendo que mi helado cayera sobre mi uniforme.

«Genial.»

—¡Oh! Lo siento señorita —se disculpó un señor muy mayor que apenas podía ver.

—No hay problema —dije con calma.

Esa era una de mis mejores cualidades: la paciencia.

—En serio lo siento —se disculpó una vez más antes de largarse.

Observé mi uniforme al momento, sabiendo que en cuanto llegara a casa necesitaría ser lavado con urgencia.

Estaba del asco.

Seguí con mi camino esperando que ninguna otra desgracia sucediera, esperando. Fui a distintos lugares para apreciarlos, sintiéndome tranquila por el momento.

Solo por ese momento.

Parada en la entrada de un edificio miré el mapa de mi celular para no perder la ruta de camino a casa, y entonces siento un peso caer sobre mí: un balde de agua fría, LITERALMENTE.

Mi rostro no pudo ocultar mi descontento esta vez al observar arriba y ver a una señora arrepentida.

—Señorita, lo lamento, no era mi intención.

—No pasa nada, tranquila —hablé con un poco de fastidio, intentando aguantar la poca paciencia que me quedaba.

Dato: era paciente a veces.

Rápidamente me fui de ahí corriendo para que nadie me notara en tal desastre. Daba asco, eso lo sabía desde el inicio. Al cabo de varios minutos divisé un parque con todos sus asientos vacíos, y eso fue una invitación para llegarme ahí y descansar un poco.

Entonces empezaba a cuestionarme... «¿Por qué mi día ha sido tan horrible?».

Estaba completamente mojada y sucia desde mi cabello hasta mis pies. La realización de eso me provocó tapar mi rostro con ambas manos.

Estaba frustrada.

—No ha pasado ni una semana desde que estoy aquí y mira lo que sucede —un toque de burla e ironía se hizo notable en mis palabras—. Genial, Olivia, la suerte está de tu lado —al igual que el sarcasmo.

—¿Has tenido un mal día?

Quité mis manos de mi rostro con rapidez y levanté la cabeza, encontrándome con el chico lindo de mi salón a unos metros de mí.

«¿Qué...?»

—Sí —respondí a su pregunta luego de unos instantes.

—Se nota —buscó algo en su mochila al decir esas palabras—. Toma esto.

Me tendió una pequeña toalla blanca, la cual no dudé en tomar.

—Muchas gracias —agradecí con una sonrisa a la cual correspondió.

—Estamos en la misma escuela, eres la chica nueva de mi salón, Olivia, ¿verdad?.

Asentí con un impresionante nerviosismo, de seguro se debía a que no todos los días podía ver a un chico tan guapo.

—Soy Kim Olivia, mucho gusto —estiré mi mano hacia él, quién no dudó ni un segundo en tomarla

—El gusto es mío, soy Jeon Jungkook.

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¡Hola~!
¿Como están?
¿Qué les ha parecido hasta ahora?
Realmente es mi "primera" historia, así que pido perdón si hay algo mal.
¡Ya apareció JK!

Tengan un buen día, tarde o noche 💜

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