⚘. ▎26
❝Mi baile es donde tú estés.❞
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Canción del capítulo: Someone Like You — Noah Kahan ft Joy Oladokun.
Lunes, 23 de diciembre del 2019
09:58 hrs
La fresca y delicada brisa existente movía de un lado a otro las hojas de los árboles que rodeaban aquel gran patio. El suelo era cubierto por el color verdoso del césped, al igual que algunos senderos de piedra eran visibles. A un costado había una gran pared correspondiente a una enorme mansión, la cuál a simple vista se encontraba como nueva.
Estaba usando un vestido blanco de tela sedosa que llegaba cerca de mis rodillas y poseía unas mangas cortas. Dos mechones de mi cabello se encontraban recogidos en la parte trasera con una horquilla en forma de rosa, mientras que algunos cabellos rebeldes resaltaban a los lados y todo lo demás caía liso por mi espalda.
¿Qué hago aquí? Este era un lugar completamente desconocido para mí, sin embargo, la sensación de que no era de esa forma estaba presente en mi interior. Intenté adentrarme más en aquel patio, pero antes de que pudiera dar algún paso una voz femenina me interrumpió.
Pero no fue su voz lo que me hizo estremecer, sino aquella canción que susurraba. Giré mi cabeza hacia la derecha, dando rápidamente con una persona sentada en un banco a pocos metros de distancia.
Mi mandíbula tembló levemente y una corriente eléctrica recorrió todo el largo de mi columna. Aquella mujer se encontraba sumisa en sus acciones mientras aquella melodía era cantada. A su lado había una niña muy pequeña —podía suponer que de dos o tres años— que miraba con curiosidad lo que esa mujer sostenía.
Con millones de nervios y tensiones corriendo por mi cuerpo, me acerqué hacia donde estaba esa señora escuchando cada vez más claro la canción y provocando que unas ganas de vomitar se colocaran en mi interior cuando pude reconocer a esa fémina como mi madre. Quise saber que era lo que sostenía entre sus brazos, pero antes de dar un paso más un fuerte estruendo se escuchó por todo el lugar.
Giré abruptamente sobre mis talones siendo capaz de ver un montón de hombres con armas provenir de la casa. Todo sucedió tan rápido que me fue imposible procesar algún tipo de información. Balazos, fuertes estruendos y los innumerables gritos me llevaron a un estado de pánico y ansiedad, el cuál se había vuelto desconocido para mí desde aquel suceso hace doce años.
“Olivia...”
“Olivia, ¿estás bien?...”
—¡Olivia!
Ante aquel grito mi cuerpo salió del trance donde se encontraba, provocando que con mucha impresión y desorientación me sentara en la cama. Mis ojos estaban abiertos en su totalidad al mismo tiempo que mi respiración era entrecortada, ni siquiera era capaz de reconocer las cosas a mu alrededor debido al gran shock, pero la voz de esa persona que me había despertado sonó a mí lado.
—Hija, ¿estás bien? —cuestionó mamá con preocupación—. Fue una pesadilla, ya pasó.
Las caricias de ella en mi espalda lograron que poco a poco me calmara, retomando la compostura y dándome cuenta del horrible dolor de cabeza que poseía.
—¿Qué...?
—Vine a despertarte y automáticamente entré pude verte revolcándote bajo las sábanas —explicó—. Estoy segura que esa pesadilla se debe a la fiebre...
—¿Cómo? ¿Tengo fiebre? —pregunté con asombro.
—Afirmativo. Eso te sucede por salir sin abrigarte sabiendo el frío que hay —reprochó—. Pareces una muerta.
Solté una risa nasal para luego acariciar mi frente siendo consciente del calor que poseía. Observé a mi alrededor con lentitud hasta dar con mi celular, rápidamente lo tomé y prendí la pantalla.
Eran las diez de la mañana del 23 de diciembre. Hoy sería un día como los anteriores; encerrada en casa sin....esperen....¡El baile!
Mis ojos se posaron velozmente sobre mamá, la cual tenía una ceja arqueada.
—Mamá...
—No irás al baile.
«¿¡Qué!?» No, esto no puede estar sucediendo.
—Pero mamá, yo....
—Hae —llamó con serenidad—, conoces tu situación en la salud, y también conoces que un simple resfriado para tí no es así. No puedo correr el riesgo de que algo te pase en ese lugar —iba a decir algo pero interrumpió—. Y también se que irías con JungKook, puedo confiar plenamente en ese muchacho, pero es mejor que te quedes descansando, ¿okey?
La decepción invadió mi cuerpo mientras ella hablaba. Solté un suspiro agotador para luego pasar una mano por mi cabello. Asentí sin ánimo alguno, cosa que hizo sentir mal a mamá.
—Lo siento cariño, es por tu bien —aclaró—. Ahora ve a darte un baño para que esa alta temperatura baje, te traeré algo de comer.
Con delicadeza y cariño besó la coronilla de mi cabeza para proceder a salir de la habitación. Con lentitud y cuidado me levanté de la cama, tomando alguna prenda del armario y entrando al baño.
Mientras las gotas de agua recorrían mi cuerpo fue inevitable no pensar en el sueño tan loco que había tenido. Se había sentido demasiado real, era como si....
No, definitivamente no podría ser eso. No pienses cosas sin sentido, Haenul.
Decidí olvidar lo que había soñado, enviando lejos todas mis locas teorías y concentrando a mis neuronas en la situación actual. Minutos después salí del baño, encontrándome con mi madre nuevamente y sintiendo un delicioso olor entrar a mis fosas nasales.
—Te amo mamá.
Ella soltó una carcajada ante mis palabras.
—Sabia que te iba a gustar —sonrió—. Ahora come y descansa, estaré abajo.
Sin previo aviso comencé a comer los deliciosos pancakes que había preparado mi progenitora mientras a mi mente venían millones de pensamientos, siendo el chico de cabello negro el protagonista.
Luego de unas largas semanas llenas de exámenes, entramos a las vacaciones de Navidad y fin de año. Hoy, 23 de diciembre, era el famoso baile de invierno, aquel que había mantenido a todos alerta. Los preparativos estaban hechos, y JungKook se había esforzado demasiado para que quedara perfecto.
Ahora, con todo este problema me sentía mal por tener que rechazar su propuesta a última hora. En parte podía entender a mi madre, no había tenido unas muy agradables experiencias cuando me encontraba resfriada; pero me ponía muy molesta que hoy, justamente el día de hoy, tenía que ser de ésta forma.
Con mucha culpabilidad y decepción marqué el número de JungKook, el cual atendió a la llamada segundos después.
JEON JUNGKOOK
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10:36 hrs
El ruidoso sonido de mi celular hizo que rápidamente despertara del mundo de los sueños. Mis ojos se abrieron con lentitud y pesadez en lo que trataba de asimilar todo a mi alrededor. Aún adormilado tomé torpemente mi celular, poniéndolo frente a mis ojos segundos después para ver al responsable de la llamada.
El contacto de aquella chica resaltaba en la pantalla, cosa que me hizo restregar mis ojos para espabilarme un poco y posar el teléfono en mi oreja una vez atendí a su llamado.
—¿Aló? —mi voz sonó más ronca de lo usual.
—Buenos días Kookie —saludó Olivia con su dulce tono de voz—. Te he despertado, ¿cierto? —cuestionó con pena.
Solté una ligera risa al mismo tiempo que me movía sobre la cama.
—No, ya estaba despierto —mentí—. Buenos días~ mi hermosa princesa. ¿A qué se debe tu llamada? ¿Estás ansiosa por el baile o qué? —me burlé.
De repente un corto silencio hizo presencia haciéndome dudar y sentir confusión. Mi ceño se frunció levemente en lo que esperaba una respuesta, la cual fue dicha segundos después.
—Bueno... es sobre eso...—susurró— Yo...lo siento JungKook.
—¿Qué sucedió? —la desesperación y preocupación fue notable en mis palabras.
—Me enfermé~ —refunfuñó con mucho enojo—. Mi madre está paranoica y no me deja ir al baile...
Ante aquella confesión lo único que pude hacer fue mantenerme en silencio. Un sentimiento de decepción y tristeza invadió mi cuerpo, cosa por la cuál cerré mis ojos y pase la mano por mi alborotado cabello. Decidí ignorar todos mis pensamientos al respecto, concentrándome en el hecho de que Olivia se encontraba enferma y que lo mejor para ella en este momento era descansar.
—¿Estás bien? ¿Qué es lo que sientes? —pregunté preocupado.
—Es un feo resfriado —murmuró con un toque de frustración—. Lo siento mucho JungKook, estabas muy...
—Olivia...—interrumpí con rapidez— te quiero.
Ante aquellas dos palabras todo entró en un silencio total. Una sonrisa se posó en mis labios debido a la imagen mental de ella en éste instante: toda avergonzada y sonrojada. Nada de eso venía al caso, pero necesitaba que dejara de pensar en su arrepentimiento, no quería hacerla sentir mal por no poder ir.
—No sucede nada, todo está bien Olivia —hice una pausa—. Es mejor que te quedes descansando para que ese resfriado pase rápido. Y por el baile no te preocupes, no estoy enojado o sintiéndome mal... —reí— bueno, tal vez un poquito decepcionado pero eso no es lo importante. Prefiero tu bienestar antes que cualquier cosa.
Y era cierto, su bienestar era lo más importante para mí en este momento.
—Jungkook...—rió con timidez— ¿En serio no estás molesto?
—No —aclaré—. Estoy preocupado, mucho, por favor llámame ante cualquier cosa, ¿ikey?
—Vale, eso haré —soltó una risa.
—Ahora colgaré, debés descansar~ —aconsejé—. Duerme y come bien, pasaré a verte cuando pueda.
—Gracias, mi príncipe conejo —bufé ante el apodo, provocándole una carcajada—. Nos vemos....¡Espera!
No dije nada en esos segundos, simplemente esperé con ansias aquello que me diría, pero nunca pensé que dos palabras podían crear un efecto tan grande.
—Yo también te quiero...—susurró—. ¡Ahora si! ¡Adiós~!
Y sin más colgó, dejándome completamente atónito y con un sonrojo más grande que mi casa. Una gran sonrisa se formó en mi boca al mismo tiempo que una risita se escapaba de la misma. Había logrado que Olivia me dijera esas palabras y me hacía sentir condenadamente feliz, tanto que parecía un hormonal de primera con todas las emociones a flote.
«Lo eres, idiota.»
La puerta de mi habitación se abrió dejando ver la silueta de mi progenitor, el cuál poseía una enorme sonrisa de costado.
—Buenos días hijo, ¿estás listo para conquistar un corazón hoy? —solté una carcajada—. El baile es dentro de unas horas, ¿qué demonios haces en tu cama?
—Papá —hablé una vez que se acercó a dónde me encontraba—, sobre eso.....
Hice una mueca intentando buscar las palabras correctas, pero no fue necesario, ya que la voz de ese hombre volvió a resonar por el lugar.
—¿Qué sucedió JungKook? —inquirió al verme tan apagado, sentándose en la esquina de mi cama sin quitar sus ojos de los míos.
—Ella se enfermó y no podrá ir....
—Oh....oh... —me observó con una expresión difícil de comprender—. Hijo, ¿qué...?
—No sé —interrumpí—. Ya ni siquiera tengo ganas de ir al baile, sin ella no es lo mismo, pero soy el presidente del consejo estudiantil....y lamentablemente debo estar ahí.
Me lancé a la cama sin nada de elegancia, dejando salir un largo y agobiado suspiro bajo la intensa mirada de mi padre. Comencé a pensar sobre alguna forma de arreglar esto, pero en realidad no existía una, o eso pensaba hasta que la voz de mi papá se hizo presente.
—No tienes que ir.
Con lentitud levanté mi torso de la cama quedando sentado. Mi mirada expresaba confusión total, cosa que invitó a mi progenitor a explicar.
—Puedes ser el presidente del consejo estudiantil, pero eso no quiere decir que necesariamente debes estar ahí, y muchos menos cuando no disfrutarás nada —aclaró—. En vez de eso.... deberías estar con esa chica misteriosa —sonrió.
No puede ser.
Mis ojos se abrieron hasta su límite al mismo tiempo que mi corazón latía completamente desbocado. La insinuación que mi padre estaba dando era inesperada y muy tentadora, sin embargo, no estaba seguro de si era posible.
—¿Qué tratas de decir?
—Sabes perfectamente que digo, JungKook —rió—. ¿Está mal? Si, mucho, pero... —sonrió de costado— romper las reglas a veces es muy bueno, ¿no es eso lo qué dices siempre?
Tragué duro asintiendo con mi cabeza, eso logró que la sonrisa de mi padre se volviera mucho más grande y que con muchos ánimos dijera:
—¿Qué estás esperando? ¡Anda Jeon! Levanta tu holgazán trasero de ahí...
KIM HAENUL
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19:02 hrs
El peor día de todos.
El reloj situado sobre mi mesa de noche marcaba exactamente las 7:00 PM, y con ésto el baile de invierno daba su inicio.
Mientras todos de seguro se encontraban festejando, yo estaba aquí, en el suelo de mi habitación soltando mocos sobre aquellos pañuelos debido al horrible resfriado que cargaba y por culpa de la serie tan sentimental y romántica que estaba viendo.
No tenía idea de cuánto había llorado, pero si lo suficiente para que mis ojos y nariz se encontrasen rojas. Alrededor mío habían alguno que otro pañuelo, de la misma forma que pequeños pretzels se encontraban esparcidos por el suelo. Mi mano sujetaba un té que para muchos podía saber delicioso, pero para mí era peor que una medicina.
Era la millonésima vez que mi rostro formaba una mueca debido al amargo y ácido sabor de la bebida. Odiaba estar enferma por básicamente todo. Mi aspecto era del asco: estaba usando un pantalón de algodón rosa pastel y aquella sudadera de unicornios que JungKook había comprado para mí, mientras mi cabello se encontraba totalmente desaliñado a pesar de estar recogido en una coleta.
Estaba sumisa en los sucesos de la película que no fui capaz de reaccionar cuando llamaron a mi habitación. Segundos después la puerta se abrió, dejando ver a mi madre con una radiante sonrisa.
—¿Hija? ¿Qué haces? —preguntó con curiosidad.
—Sobreviviendo, gracias —ironicé.
De sus labios salió una ligera carcajada antes de observar a su alrededor.
—Deberías limpiar un poco ésto —reparó en mí—, y también peinarte un poco.
—Gracias mami, pero no —declaré—. Estoy enferma y sola en mi cuarto sin nada que hacer, así que todo perfecto —alcé mis dedos.
—Vale~ —hizo el ademán de cerrar la puerta—. Suerte.
Me pareció raro su comportamiento, pero dejé de tomar importancia a todo cuando la situación en la serie se puso realmente buena. Sin embargo, inesperadamente unos toques a mí puerta volvieron a tomar mi atención.
—¿¡Qué quieres mamá!? —vociferé antes de que comenzara a toser.
En vez de obtener una respuesta, los toques en la puerta volvieron a hacer presencia, eso causó que me levantara del suelo y con mucho fastidio volviera a gritar.
—Agh, ¿qué quieren? Déjenme ver la serie o....
Mis palabras se vieron en el aire cuando abrí la puerta, aquella presencia masculina y bien esbelta causó que diera un involuntario respingo y que los latidos de mi corazón se intensificarán notablemente. Mis ojos se abrieron como platos al mismo tiempo que mis labios formaban una “o”. Aquella aparición me había tomado completamente desprevenida, razón por la cual ni siquiera podía articular alguna palabra.
—Hola, preciosa —susurró con esa sonrisa de costado.
Maldición, está condenadamente guapo.
—¿JungKook? ¿Qué haces aquí? —cuestioné completamente atónita.
—Oh, vengo a jugar a la mamá y el papá contigo —comentó con sarcasmo haciéndome bufar.
—Que gracioso —ironicé, perdiéndome por completo en sus encantos.
El chico realmente se veía guapo: su esmoquin consistía de un blazer y pantalón negro combinado a la perfección con la camisa blanca que usaba, la cual tenía los primeros botones desabrochados dejando a la vista parte de su pecho. Su cabello poseía algunos rizos y ondas, haciéndolo ver mucho más hermoso y rebelde de lo que ya era. Sus manos portaban algunos anillos de plata y un reloj elegante de una prestigiosa marca. Éstas al mismo tiempo, sostenían una hermoso ramo de flores que dejaba un delicioso olor en el lugar.
—¿Me dejas pasar o qué? —inquirió, sacándome del trance dónde actualmente me encontraba.
La realización de lo que eso significaba me golpeó demasiado fuerte, pero no tanto como el portazo que solté en cuestión de segundos.
—Un momento Jeon, tengo un vergonzoso problema aquí —reí con timidez.
—Por el amor de Dios, hubieras avisado antes y así evitaríamos un ataque cardíaco —dramatizó con diversión.
—Lo siento~, ahora abro la puerta.
Rápido como un rayo me dispuse a recoger los pañuelos del suelo y botarlos en el cesto del baño, aproveché el momento para limpiar mi rostro y sacar rastros de lágrimas. Regresé a la habitación y quite vagamente los pedazo de comida del suelo para luego incorporarme frente al espejo, arreglando un poco mi cabello y aspecto.
Estuve a punto de abrir la puerta, pero recordé el cuadro sobre mi mesa de noche y eso me hizo volar hasta él. Lo tome entre mis manos y lo escondí bajo la cama, no podía correr el riesgo de que hoy descubriera la verdad, sería demasiado. Con los nervios a flor de piel tomé el pomo de la puerta y lo giré dejando que se abriera por completo.
JungKook alzó sus ojos con una expresión divertida en su rostro. Mostré una avergonzada sonrisa al mismo tiempo que dejaba un espacio para que pasara.
—¿Terminaste? —preguntó en un burlón tono.
—Ajá —reí inconscientemente.
—De seguro el reguero que existía aquí dentro era enorme —recalcó esa última palabra con suma diversión.
—¿Qué haces aquí?
Ante mi pregunta giró sobre sus talones, regalándome una muy hermosa sonrisa y posando el ramo de flores frente a mí.
—Mi baile es donde tú estés, Olivia —susurró lo suficientemente alto para que lo escuchara.
Y con esas simples palabras mi corazón se arrebató por completo. Mis mejillas se tiñeron de un color rosa al mismo tiempo que mis labios se alzaban en una adorable sonrisa. A pesar de mi estado él seguía haciendo efecto en mí.
—Kook...—murmuré con asombro cuando sostuve las flores entre mis manos.
—Tomé la decisión de no ir al baile —se acercó a mí sin desconectar nuestra mirada—. Al ser el presidente del consejo es mi deber, pero eso no tiene ningún tipo de importancia cuando se trata de tí.
Sus palabras calaron muy hondo en mi interior, cosa que causó una corriente eléctrica por todo el largo de mi columna. Mis ojos se pusieron vidriosos de repente; era increíble este muchacho y todo lo que me hacía sentir.
Me ponía sensible el hecho de que había dejado atrás semejante celebración para estar junto a mí. Nadie nunca lo había hecho, nadie... excepto él.
—Ay Kook —limpié una lágrima que se escapó de mis ojos—. ¿Qué hago contigo?
Ante mi reacción el chico rió, mostrando todos sus dientes de conejo y ese peculiar brillo en sus ojos. Sin previo aviso me envolvió entre sus brazos, haciéndome entrar en ese calor tan placentero que solo él podía crear.
—Ya, no te pongas así de sentimental —rió mientras acariciaba mi cabeza.
—¿Cómo no quieres que lloré cuando eres tan lindo? —cuestioné ocultando mi cabeza en su pecho—. Gracias por todo.
Él me pegó mucho más a su cuerpo a pesar de que ya no era posible. El delicioso aroma de su perfume inundó mis fosas nasales, el dulce calor de su cuerpo me mantuvo tranquila y sus caricias me llevaron al paraíso.
—No tienes que agradecer nada —murmuró con esa ronca voz—. ¿Ya te dije lo hermosa y tierna que te vez con la sudadera que te compré?
Intenté esconder mucho más mi rostro de sus ojos, provocando que su pecho vibrara al soltar una risita. Sus caricias en mi cabello no cesaron aún así cuando se alejó un poco para verme a los ojos, enviando nuevamente millones de corrientes eléctricas por mi interior.
—¿Cómo me puedo ver hermosa cuando en realidad parezco una muerta? —abulté mis labios.
—Mh...es tu efecto —sonrió mientras todo en mi interior se volvía loco—. ¿Cómo te sientes?
Mis labios formaron una rara mueca, dándole la respuesta automáticamente.
—No muy bien —reí—, pero mucho mejor al tenerte aquí.
Ante mi confesión las mejillas del pelinegro se tiñeron de ese color carmesí que tanto amaba.
—Pero también muy avergonzada... —comenté con un puchero en mis labios—. Tú estás extremadamente guapo y yo parezco un zombie.
—Hey —habló entre risas—, tu belleza natural no se compara conmigo —aclaró.
—¡Yah~! Déjame ganar —rió estruendosamente.
—Cambiando el tema... —bufé— hoy tú y yo tendremos nuestro baile —tocó la punta de mi nariz con su dedo índice—, luego veremos alguna película, comeremos algo mientras te cuido y paso todo éste día a tu lado. ¿Qué te parece?
Era imposible no amar a este chico cuando poseía una pureza y cariño tan grande. Asentí frenéticamente ante su propuesta, sintiéndome muy emocionada cuando sacó su celular y rápidamente una canción comenzó a reproducirse. Someone Like You de Noah Kahan se escuchó por toda la habitación, creando un ambiente amoroso y completamente cálido con el cual pude sentirme cómoda. JungKook se acercó más a donde me encontraba y tendió su mano frente a mientras una sonrisa de costado comenzaba a deslizarse sobre sus labios.
—¿Me concede esta pieza, bella dama?
El delicado y cariñoso tono de su voz provocó una calidez en mi pecho imposible de explicar y un gran sonrojo en mis mejillas. Como una niña pequeña tomé su mano y asentí completamente decidida, acercándome lo suficiente a su cuerpo para poder sentirlo. Coloqué mis manos sobre sus tonificados hombros mientras él posaba las suyas en mi cintura acercándome por completo, todas éstas acciones sin romper el contacto visual.
Nuestros cuerpos se convirtieron en uno solo justo cuando comenzamos a mecernos en un lento y delicado movimiento. Mi rostro volvió a verse escondido en el pecho de JungKook, sintiendo claramente los impetuosos latidos de su corazón y ese calor tan usual en él. Su cabeza quedó reposada sobre la mía al mismo tiempo que me abrazaba más a su musculatura sin perder el ritmo de los movimientos, y en ese momento deseé ver esta escena desde un tercero.
La canción y el tiempo avanzaba fuera de nosotros, pero en el mundo donde ambos nos encontrábamos todo estaba detenido: solo éramos nosotros en aquella burbuja llamada amor. Esa melodía relajante y agradable estaba complementando el momento, nuestros movimientos eran leves, pero aún así demostraban una increíble seguridad.
Sin previo aviso JungKook bajó su rostro hasta que sus labios chocaron en mi oído, provocándome un escalofrío cuando su cálido aliento chocó contra ese lugar.
“...Now that I can't hold you
I wish that I had tried to
Do more not to lose you
Now that I can't find you
Because the second you left, yeah
The voice in my head screamed, "What did I do?"
Now you're gone and all I want is someone like you...”
La severa y baja forma en que cantó esa estrofa hizo que un zoológico se armara en mi interior. Los latidos de mi corazón entraron en un completo estado de ímpetu con aquella acción y una sonrisa mucho más grande se dibujó en mi rostro. Ante la reacción involuntaria de mi cuerpo JungKook rió, haciendo que alzara mi cara para poder verlo.
Sus ojos poseían aquel deslumbrante brillo que tanto los caracterizaba; ese brillo amoroso y puro que lograba estrujar mi pecho.
Nuestros labios tuvieron una enorme sonrisa durante el resto de la canción, los movimientos se volvieron mucho más severos cuando el final de la canción se acercaba y por ende, el final de éste simple —pero jodidamente significativo— baile. El último verso de la canción llegó, provocando que ambos detuviéramos nuestros pasos y con mucha valentía y dulzura enunciáramos:
“Now you're gone and all I want is someone like you”.
Con mi mente en otro universo tomé el atrevimiento de besar su mejilla derecha, sintiendo mi cara arder ante la coqueta sonrisa que sus labios formularon.
—No me mires así —refunfuñé alejándome de su cuerpo.
—¿Así cómo? ¿Sin creer los que acabas de hacer? —bromeó—. Bailas muy bien señorita.
—¡Yah~! Voy a morir de la vergüenza, JungKook —aclaré con diversión.
—Mh.... me gusta verte rojita así que....—lo pensó un poco— no, no pararé.
Tan terco como siempre.
Kook rió con fuerza al percatarse del puchero en mi rostro, acercándose a dónde me encontraba para despeinar mi cabello. Solté un ligero bufido en lo que JungKook posaba sus ojos sobre el televisor y fruncía su ceño.
—¿Estás viendo El Hada de las Pesas? —inquirió con asombro.
—Ajá, estoy disfrutándola por segunda vez.
—Vaya... —sonrió abiertamente— recuerdo haberla visto hace dos años, no estaría mal verla nuevamente.
JungKook observó a su alrededor antes de sentarse en el suelo donde antiguamente me encontraba, invitándome a imitar su acción con un ademán. Una vez que estuve sentada alrededor de todos los cojines y cerca de su cuerpo le puso play a la reproducción, poniendo atención a todo lo que ocurría.
—No sabía que te gustaban éstos tipos de series románticas...
JungKook mostró una tímida y avergonzada sonrisita con aquel comentario, delicadamente rascó su nuca en busca de alguna respuesta: el muchacho se veía muy lindo cuando de nervios se trataba.
—Olivia, soy un chico demasiado romántico —rió con inocencia—, este tipo de amores melosos y llenos de cariño son mis favoritos.
—¿En serio? —cuestioné ignorando los fuertes latidos de mi corazón.
—Si. Échale la culpa a mis padres —rió más fuerte—, ellos dos son unos románticos de primera, en especial mi papá.
Y era cierto. El señor Jeon siempre había sido un coqueto y romántico, mostrando su cariño hacia la madre de JungKook en cualquier lugar dónde se encontrasen. La mujer solía ser más seria y relajada en comparación con su esposo, el cuál se pasaba el día bromeando y demostrando su alegría. JungKook había nacido en ese ambiente, razón por la cual desde pequeño poseía esas características tan amistosas y cariñosas, sin embargo, la adolescencia había sido el golpe de suerte haciendo que aquellas cualidades sean más poderosas. Actualmente el pelinegro era una réplica de su progenitor, literalmente.
—Esa parte atrevida y cursi que tanto te encanta —aclaró lo obvio— es por mi padre.
Bufé levemente en lo que evitaba su mirada.
—¿Quién dijo que me gusta? —levanté una ceja.
—Resumiendo lo suficiente....tus sonrojos hablan por tí —sonrió—, exactamente como este momento.
El instante se vio inundado por dulces risas y sonrisas, las cuales por un segundo nos hicieron olvidarnos de todo. Mientras el capítulo avanzaba nosotros charlábamos de temas triviales, iniciando por la relación de nuestros progenitores, algunas cosas de la escuela, las celebraciones de fin de año y mucho más. Era increíble pasar el rato a su lado, siempre que sucedía mi cuerpo entraba en un completo estado de paz y calidez, cosas que sólo él podía crear.
Algunas risitas se nos escapaban con las escenas de la serie, esas donde los protagonistas pasaban por momentos vergonzosos y al mismo tiempo amorosos, sin embargo, lo que sucedió después ni siquiera fue algo que esperaba.
Ambos jóvenes a través de la pantalla se dieron un beso, y por inercia giré mi rostro hacia el de JungKook, notando que él también lo había hecho. Los ojos del chico seguían poseyendo ese resplandor tan increíble, pero ésta vez el sentimiento de amor era mayor.
Tragué saliva cuando fui consciente de como se removió, quedando mucho más cerca de mí...y de mi rostro. Nuestras miradas estaban conectadas, pero en el instante en que la suya cayó sobre mis labios solo pude desfallecer.
Instintivamente me acerqué un poco más, sintiendo mi corazón bombear fuertemente contra mi pecho en lo que millones de corrientes eléctricas recorrían todo en el interior. Nuestros rostros estaban demasiado cerca, con el más mínimo movimiento lo que tanto ansiaba sucedería. El aliento de JungKook chocó contra mis labios haciéndome abrir éstos sutilmente; nuestras narices estaban pegadas en un tierno movimiento y nuestros ojos no se habían separado en todo el momento. El “nosotros” quedaba totalmente plasmado en este instante, solo éramos él y yo: dos adolescentes con sentimientos encontrados, teniendo como único objetivo amarse libremente sin adversidades ni prejuicios.
Observé a JungKook una última vez antes de cerrar mis ojos por completo, sintiendo como el ligero e insignificante roce de nuestros labios hacía presencia, llevándome a otro universo con este simple tacto; pero lamentablemente no duró mucho, ya que el sonido de la puerta abriéndose provocó que ambos nos alejáramos abruptamente, prohibiendo que aquel acto tan deseado sucediera.
La silueta de mi madre apareció en el espacio entreabierto de la puerta. Sus manos sostenían un plato con lo que suponía que serían galletas, pero lo más épico era su rostro, el cuál poseía una expresión rara de definir.
—Hola chicos —sonrió inocentemente—, ¿he interrumpido algo?
—No —contesté en modo automático—, no has interrumpido nada.
La mujer entró por completo en la habitación, acercándose a dónde ambos nos encontrábamos para dejar la bandeja llena de esos dulces. Su mirada paso del chico a mí con una expresión pícara en el rostro.
Por favor tierra, trágame ya.
—Vale~ —sonrió—, dejaré esto aquí y me iré para que continúen con sus cosas —dijo ésto último de modo burlón.
—Gracias, señora Kim —murmuró un muy avergonzarlo JungKook.
—No es nada cariño —despeinó el cabello del muchacho—, espero que le gusten.
Sin tener más nada que hacer aquí optó por salir de la habitación, pero automáticamente lo hizo comencé a extrañarla, ya que no me encontraba lista para enfrentarme a JungKook luego de lo anteriormente sucedido.
El ambiente se había vuelto tenso e incómodo, Jeon tenía su vista sobre el televisor fingiendo prestar atención y yo me dedicaba a jugar con mis dedos. Mi corazón seguía latiendo con una fuerza descomunal mientras todo dentro de mí se sacudía con la misma intensidad. Una sonrisa amenazaba con posarse en mis labios con el simple hecho de pensar: «¿Qué hubiera sucedido si nos besábamos?», de seguro estaría mucho peor que actualmente
Observando de reojo al muchacho estiré mi mano para tomar una de las galletas que había preparado mi madre, pero como si estuviéramos viviendo dentro de un cliché, JungKook realizó la misma acción provocando que nuestras manos rozaran sin nada de sutileza.
—Oh, lo siento —susurré.
—No pasa nada, toma —extendió uno de los dulces hacia mi dirección con una genuina sonrisa.
—Gracias —correspondí a ésta con la misma acción.
Al morder la galleta pude sentir ese delicioso sabor; dulce y fascinante. Sin duda mi madre no había perdido el toque en la cocina, cada vez que preparaba algo le quedaba exquisito y una de esas cosas eran la galletas con chispas de chocolate. Desde que era pequeña las comía, pero lamentablemente por mi enfermedad debía mantener un límite, el cuál era vigilado por el propio Kook cuando estábamos juntos.
Rápidamente la realización de lo que eso significaba golpeó con mucha fuerza todo mi cuerpo y mente. Mis ojos se posaron sobre el muchacho, quién ahora mismo se encontraba comiendo una de las galletas mientras ponía aquella expresión enojada.
Aquella tan clásica en él desde que tengo uso de razón.
—¿Está rica? —cuestioné con el temor de que se diera cuenta.
—Mjum —afirmó con ese sonido—. Está deliciosa, tu madre tiene un excelente toque en la cocina —declaró limpiando su labios.
El brillo en sus ojos se desvaneció notablemente, mostrando ahora una expresión nostálgica y algo triste, provocando que una oleada de nervios invadieran mi cuerpo.
«Demonios, lo recordó.»
Sonrió ligeramente, pero ésta acción no llegó a sus ojos, sino que logró hacerlo ver peor.
—JungKook, ¿estás bien?
Duele, duele tener que preguntar eso cuando ya se conoce la razón. JungKook posó sus ojos sobre mí con rapidez, saliendo de su trance y volviendo a sonreír con más emoción.
—Si, solo recordé algo —rió con inocencia.
No finjas por favor, eso me destruye más y evita que en algún momento pueda decirte la verdad.
—¿Seguro?
—Que si~, ¡Aigo jovencita! —acarició mi cabeza.
Pero su acción se vio interrumpida ante el horrible ataque de tos que me dió. Tuve que girarme hacia otro lado para que mis gérmenes no cayeran sobre el chico, pero inesperadamente cuando me incorporé él poseía un vaso de agua en su mano.
—Toma —se acercó y acarició mi espalda.
—Gracias —musité con debilidad.
Bebí del vaso, calmando un poco mi cuerpo al cerrar los ojos y sentir las delicadas caricias del muchacho.
—Debes descansar, tu temperatura está alta nuevamente —avisó un tanto preocupado—. ¿Dónde están tus medicinas?
Señale sobre una de las mesas. El pelinegro se levantó y las tomó, tendiendo una hacia mí para que la tomara. Luego de obedecer sin objeción —ya que realmente me estaba sintiendo mal— el chico tomó muchos de los cojines y los acomodó de una forma más cómoda, recostando su cuerpo sobre estos y haciendo un ademán para que me acostara junto a él.
—Ven, acércate —pidió una vez que llegué a su lado.
JungKook posó parte de mi cuerpo cerca de suyo, dejando que mi rostro quedará recostado sobre su hombro y mi mano alrededor de su cintura mientas me rodeaba con su brazo. Sus caricias en mi cuero cabelludo me llevaron a sentir total satisfacción y cariño, aquel que sólo él sabía dejar.
—Me has cuidado mucho —reí tímidamente, sintiendo cosquillas cuando su proporcionado pecho vibró.
—Ese es mi objetivo aquí, princesa —confesó—. Estoy aquí para cuidarte.
—¿Ya te dije lo lindo que eres?
—Creo que si —rió bajo—, pero...¿sabes qué? Quiero escucharlo nuevamente.
Mis mejillas se pusieron mucho más rojas y una sonrisa imposible de contener se formó en mis labios. Estreché mi cuerpo al suyo, sintiendo esa inigualable calidez apoderarse de mí.
—Gracias, no sabes lo mucho que agradezco tu presencia aquí hoy —declaré con total valentía.
—Y tú no sabes lo mucho que yo adoré estar contigo hoy. Éste ha sido el mejor baile de mi vida, en serio.
Ante su confesión algo se desató en mi interior: millones de escalofríos me invadieron al igual que los latidos de mi corazón se volvieron frenéticos. Su declaración había calado demasiado hondo en mi interior, tanto que ya era imposible sacar al chico de mi corazón. Su mano libre se entrelazó a la mía, dejando suaves y dulces caricias llevándome derechito al precipicio.
—Prometo que siempre te cuidaré y protegeré: no dejaré que nadie te lastime, Olivia, ni siquiera yo lo haré. Es una promesa que estaré dispuesto a cumplir....
Sin embargo, nadie era consciente de que las cosas iniciarían a cambiar en este justo instante, mucho menos él, quién solo prometió algo....que desde siempre iba ser imposible de cumplir.
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Buenas🤧
Antes que todo, pido perdón por tres cosas:
1- la demora, este capítulo me fue súper difícil de escribir :')
2- el largo, madre santa, soy una persona muy expresiva cuando de escritura se trata *llora*
3- por ser tan buena arruinando momentos XD (parte final del cap)
¡Ahora sí!
Díganme, ¿Que les ha parecido?
¿Cuantos Jungkook quieren en su vida? Los tengo en venta por si desean😎
¿Me quieren matar porque no hubo beso? XD
¿O alguna teoría sobre el inicio? 👀
Este capítulo me gustó muchísimo a pesar de haber sido muy complicado de escribir, espero que haya sido de su agrado 🤧
Recuerden que ya inicie el colegio y por ende, me demoro un poco más en escribir, aún así intentaré mantenerme estable :D
¿Están bien? ¡Se me cuidan mucho chikis! No sean como yo: una persona que se enferma cada un mes :')
Ahora sí, me voy.
<3
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