⚘. ▎19
❝No puedo destruirlo con esa noticia cuando está siendo feliz.❞
╰─────╮•╭─────╯
—Hola, Olivia.
Una lágrima solitaria corrió por mi mejilla cuando lo escuché pronunciar eso. Sin previo aviso corrí hacia el pelinaranja y le di un abrazo muy fuerte, el cual fue correspondido por él.
—Viniste —sollocé entre sus brazos, sintiendo el aroma a vainilla de su perfume.
—Obvio que vine, tontita. ¿Pensaste que te olvidaría? Eres cruel —dramatizó.
Le di un golpe en su pecho.
—Cierra la boca, Hoseok —rompí el abrazo limpiando mis lágrimas.
—Olivia, te extrañamos mucho —habló la señora Jung acercándose.
—Y yo a ustedes —le di un abrazo.
—Se ha puesto más hermosa en estos pocos meses, ¿no crees? —preguntó el progenitor de HoSeok a este.
—Supongo —recibió un golpe de su padre en la parte trasera de su cabeza—. Genial, ahora me pegan para callarme.
Reí alejándome de la mujer y observando a cada uno con una sonrisa.
—Mh...yo...creo que debo irme —habló esa voz a mis espaldas.
Oh my god, JungKook.
Me di una bofetada mental por olvidar al chico. Cuándo giré sobre mis talones lo vi jugando con la manga de su sudadera, dando a notar que estaba nervioso e incómodo.
Con temor me acerqué más a él bajo la mirada de mis padres, quienes parecían reconocer al pelinegro a mi lado.
—Mamá, papá, él es...Jeon JungKook —dije al fin.
Fui testigo de como a mi madre se le fueron los colores en ese preciso momento. Ellos dos formaron una leve “o” en sus labios, procesando la información que había dado segundos atrás.
—Hola, señores Kim —reverenció con mucho nerviosismo.
¿Los habrá reconocido?
—Hola, jovencito —mi padre fue el primero en hablar, acercándose a él para estrechar su mano.
—Un gusto conocerte —saludó mi madre con una sonrisa.
—El placer es mío, señora Kim.
Vaya, nunca había visto a JungKook tan nervioso como ahora. Literalmente, estaba temblando como gelatina.
—Y ellos son la familia Jung, unos amigos en New York —presenté.
—Un gusto conocerlos —saludó amablemente.
La familia Jung correspondió al saludo del pelinegro con la misma amabilidad. HoSeok me lanzaba miradas de asombro en algunos momentos; él conocía sobre JungKook, al igual que su familia.
—Bueno, ahora quiero saber que hacen aquí —cuestioné riendo.
—Venimos a quedarnos aquí definitivamente —explicó SoYeon, la madre de Hobi.
—No lo creo —dije sorprendida.
—¡Oh yeah baby! Me vas a tener que aguantar los 365 días del año —gritó Hoseok guiñando un ojo en mi dirección.
Todos en la sala reímos, incluyendo a JungKook. La energía positiva de HoSeok seguía existiendo sin importar las circunstancias.
—Hijo, ya para por favor —pidió el señor Jung.
—Te mentimos con lo de la reunión de emergencia —habló mi madre—, realmente estábamos preparando esto.
Trágame tierra y escúpeme lejos, es una orden.
Mis mejillas se tiñeron de ese color rojo en cuestión de segundos, y me odié por verme como una tonta. Observé de reojo a JungKook, notando que mantenía esa sonrisa burlona en su rostro hacia mi dirección.
—Planeamos una cena, así que vamos a la mesa —avisó mi padre para luego dirigirse al chico a mi lado—. JungKook, quédate a cenar.
Cuándo mi sentido del oído captó esa propuesta mis ojos parecían querer salirse de sus órbitas. Rápidamente observé al pelinegro, el cual mantenía una expresión de asombro en su rostro.
—Oh...no es necesario, no quiero incomodar esta cena, me iré.
—Hey, no incomodas, cielo. Quédate a cenar —pidió mi madre con cariño.
JungKook pareció dudarlo unos segundos.
—¿Están seguros? —cuestionó inseguro.
—Si, quédate.
El muchacho suspiró tembloroso para entonces posar sus ojos sobre mi padre.
—Está bien.
—¡Perfecto! Vamos —mencionó mi madre con una notable emoción.
Cuando todos desaparecieron por el largo pasillo ,el silencio reinó entre el pelinegro y yo, quienes nos quedamos en el mismo lugar sin hacer movimiento alguno. No quería observar su rostro, pues si lo hacía terminaría pasando la vergüenza de mi vida, razón por la cual comencé a caminar lejos de él, acción detenida por su mano alrededor de mi muñeca.
Levanté mi rostro hasta dar con sus expresivos ojos, los cuales me observaban con un espléndido brillo. No pude evitar que un tono rojo se posara en mis mejillas por la gran cercanía de nuestras caras, cosa que él notó al mostrarme esa sonrisa ladina que lo caracterizaba.
—Con que estaríamos solos...—se burló.
—¡Lo siento tanto! —refunfuñé molesta—. ¿Por qué no puedo hacer nada bien?
JungKook rió sonoramente mostrando sus hermosos dientes de conejito y comenzó a acariciar mi cabello en el intento de tranquilizar mi enojo de niña pequeña.
—No es tu culpa —aclaró sin quitar su sonrisa—, aunque me pagarás el hecho de que sigo asustado.
—Perdón —reí—, tenías que haber visto tu cara.
—Agh, olvida eso por favor.
—No~ —seguí riendo.
—Hazlo o le diré a tus padres que soy tu novio —advirtió.
¿Que le estaba pasando a mi corazón? Parecía querer salirse de mi pecho ante las palabras que pronunció. Mis mejillas se pusieron más rojas que antes, cosa que motivó al muchacho a burlarse.
—¿Sabes que es lo bueno de esto? Al menos ya conocí a mis futuros suegros —comentó.
Solté una risa nerviosa y adorable por sus palabras, ignorando los notables latidos de mi corazón y el zoológico en mi vientre.
—Ya quisieras, Jeon —seguí su juego, girando sobre mis talones para comenzar a caminar.
—Eso es lo que quiero~ —canturreó.
Volví a reír nerviosa. El muchacho y yo llegamos a la mesa dónde se encontraban ambas familias, sentándonos el uno al lado del otro. Minutos después las encargadas de nuestro hogar trajeron la deliciosa comida a la mesa, embriagandonos con el aroma que provenía de esta.
Mantuvimos una casual y cómoda conversación durante la cena; riendo por los chistes de mi padre, las ocurrencias de Hoseok y los regaños de su madre. Era un ambiente acogedor, tanto que notaba lo cómodo que se sentía JungKook aquí a pesar de no conocer a nadie.
—Así que...Jeon —llamó mi padre—, mi hija nos ha hablado de ti.
Voy a matarlo.
El aludido abrió sus ojos un tanto sorprendido mientras sus labios formaban una “o”. Automáticamente posó su mirada sobre mí, tragando duro y buscando algo que responder.
—Mh...espero que hayan sido cosas buenas —rió mientras rascaba la parte trasera de su cabeza.
—Demasiado buenas, se la pasa hablando sobre tí —comentó mi madre, manteniendo una sonrisa pícara.
Mis mejillas se volvieron a tornar rojas por todo lo que decían, y no era la única, pues Kook estaba igual o peor que yo; tenía su mirada en el suelo mientras sus mejillas se encontraban rosadas.
—¿Que te gustaría estudiar, muchacho? —cuestionó papá.
—Bueno...—JungKook pareció pensar un poco— hasta ahora deseo la administración de empresas. Cuándo cumpla la mayoría de edad debo comenzar a hacerme cargo de los negocios de mi familia, pues soy el heredero principal —habló con un poco de nervios.
—¿Eso es lo que tú deseas? —interrogó esta vez el señor Jung.
—Si, eso es lo que deseo. Desde pequeño me están preparando para esto, por lo que desarrollé cierta admiración al trabajo —aclaró.
Mis padres lo observaban con un resplandeciente brillo en sus ojos, cosa por la que noté las inmensas ganas que tenían de abrazarlo. Me dieron ganas de llorar por el sentimiento de nostalgia que se creó en mi interior; habíamos vivido un momento semejante a este cuando éramos niños, momento que yo y mis padres recordábamos a la perfección.
La cena transcurrió normal durante los próximos minutos hasta que el chico nos avisó a todos que debía irse a casa por cuestiones personales. Se levantó de la mesa y con una postura recta procedió a despedirse.
—Señores, gracias por la increíble cena, realmente la pasé genial aquí. Espero no haber incomodado a ninguno de ustedes, y de ser así, mis más sinceras disculpas. Señores Jung, espero que su estancia en Seul sea de su agrado —habló con total amabilidad.
—Gracias, jovencito —dijo la señora Jung.
—Te acompañaré a la puerta —me ofrecí, levantándome del asiento.
En silencio dirigí a JungKook hasta la puerta, quedándonos estáticos en nuestro lugar cuando el momento de despedida llegó.
—Gracias por tu invitación hoy, la he pasado súper bien —agradecí con una sincera sonrisa.
—No es nada, preciosa —enunció, mostrándome esa irritante pero irresistible sonrisa de costado.
—Y perdona por las interrupciones de hoy —reí leve.
—Tranquila —rió conmigo—, la pasé increíble.....¿y sabes por qué?
Una inevitable sonrisa se formó en mi rostro debido a la cercanía de nuestros rostros, provocándome cosquillas en el estómago con cada palabra que decía. Levanté mi rostro para dar totalmente con sus ojos, observando con este acto la preciosa galaxia que contenían.
—¿Por qué? —murmuré con las pocas fuerzas que me quedaban.
Sus labios se curvaron levemente enseñando una muy linda sonrisa justo antes de pronunciar lo que haría mi corazón salirse de mi pecho.
—Porque estuve a tu lado.
Y con esas palabras me hundí en lo más profundo. Mi corazón comenzó a latir a una gran velocidad al mismo tiempo que un calor se apoderó de mi pecho. Mis pobres mejillas estaban sufriendo con el sonrojo que se había formado, tanto que parecían estar en el mismo infierno. Rápidamente evité su mirada por la timidez que se había apoderado de mí, escuchando su leve risa.
—Ya debo irme —recordó.
—Si..
Sin pensarlo dos veces abrí la puerta, dejando que pasara y así salir al exterior. El chico giró sobre sus talones y me mostró una adorable sonrisa.
—Adiós, Olivia.
Hice un ademán de despedida viendo cómo se alejaba lentamente hasta entrar al auto. Una vez lo perdí de vista murmuré la frase que tanto había querido decir.
—Adiós....mi mejor amigo.
Negué repetidas veces con mi cabeza y cerré la puerta. A pasos firmes me dirigí nuevamente a la mesa sintiendo mis ojos llenarse de lágrimas por lo que veía: mi madre estaba llorado.
Rápidamente me acerqué a ella, abrazándola por la espalda en el intento de calmarla un poco. Sus lágrimas no eran de tristeza, sino de felicidad y nostalgia.
—Dios mío...ha crecido mucho —mencionó observándome.
—Juro que estuve a punto de un infarto cuando lo vi —comentó papá entre risas.
—Así me sentí yo aquel día que lo vi en el parque.
Mi madre limpió la última lágrimas que resbalaba por su mejilla, posando sus ojos en mí.
—Se ha puesto muy guapo, ¿no es así? —cuestionó en mi dirección, cosa por la que asentí—. La pubertad está haciendo su efecto; su rostro se ve más varonil, su voz es más gruesa, tiene un magnífico cuerpo...
—Mujer, ya basta, ¿no ves que tu hija es un tomate? —bromeó el señor Jung.
Automáticamente escondí mi rostro entre mis manos haciendo el vago intento de no sonreír, acción por la cual todos en aquel lugar rieron.
—Como si fuera tan guapo...—murmuró HoSeok.
—Es más guapo que tú —atacó su madre, dejando al pelinaranja sorprendido.
—¡Oh man! —grité con emoción.
Todo el lugar se llenó de risas por la adorable pelea madre-hijo que hacía presencia. Era muy bueno tener a la familia Jung de vuelta, los había extrañado demasiado.
—Bueno, Olivia. ¿Te ha gustado la sorpresa? —preguntó el padre de HoSeok cuando nos levantamos de nuestros asientos.
—¿Que si me ha gustado? ¡He amado esto! —aprecié con emoción—. Aunque estoy molesta porque no me avisaron —hice un puchero.
—Agh, era una sorpresa~ —dijo el pelinaranja con fastidio.
Bufé por lo bajo sin quitar el puchero en mis labios, observando al chico con rareza.
—Bueno, la familia Jung se quedará con nosotros toda esta semana hasta que los papeles para su nueva casa estén listos —avisó papá—. Sus habitaciones ya están preparadas.
En ese momento cada uno tomó su camino; yo me dirigí a mi habitación para tomar una ducha y colocarme el pijama rosa con estampado de conejitos. Ya estando lista bajé a la cocina y con cautela me robé algunos snacks para llevarlos a mi habitación. Organicé todo con delicadeza y corrí hacia la habitación de mi amigo, escuchando un “adelante” cuando llamé a su puerta.
Abrí esta, encontrándolo acostado en la cama leyendo un libro. Sus ojos se posaron sobre los míos, regalándome esa radiante sonrisa que lo caracterizaba.
—¿Que sucede? —preguntó.
—Ven a ver una peli conmigo —abulté mis labios.
El chico rodó sus ojos y se sentó sobre la cama, sonriendo levemente.
—Estoy cansado~
—¡Ay vamos! Hagamos como en los viejos tiempos —rogué con ojos de cachorrito—, ven a ver la película conmigo, ándale Hobi.
Tuve que continuar con el berrinche durante unos cuantos minutos más hasta que HoSeok aceptó mi propuesta. Di muchos saltitos de emoción y corrí con rapidez hacia mí habitación, unos segundos después el pelinaranja entró a mi cuarto, sonriendo al ver lo que tenía preparado.
—Veo que te tomaste literal lo de “volver a los viejos tiempos” —reí inocentemente—. ¿Robar comida a escondidas? Waaa~ daebak.
—Sabes que soy experta en eso —dije orgullosa.
Comencé a buscar en Netflix algo que ver, y mediante esta acción encontré algo que me hizo sonreír enormemente, pero no fue lo mismo para el pelinegro.
—¿Crepúsculo? ¡¿De nuevo?! —vociferó sorprendido.
—Ajá.
—Maldita sea, Olivia, hemos visto juntos la saga unas cinco veces, ¡cinco veces!
—Pues ahora serán seis —anuncié dándole play a la película.
El chico bufó notablemente en lo que su mano encontraba uno de los dulces sobre la pequeña mesita; sin duda su obsesión por el azúcar no había cambiado en lo absoluto.
La película inició, pero parecía existir un problema con la señal. Me levanté del suelo y corrí hacia el televisor, organizando los cables para que la película pudiera verse mejor, pero nunca imaginé lo que sucedería después.
Sin previo aviso mi vista se vio nublada y la debilidad invadió mi cuerpo, causando que mis piernas flaquearan notablemente y por un momento perdiera el control de mi misma. HoSeok corrió a mí, agarrando mi cuerpo entre sus brazos para evitar que cayera mientras me sentaba sobre la cama.
—Joder, estás pálida —tocó mi rostro.
—Ahí hay un vaso de agua —señalé con un hilo de voz.
El muchacho corrió a la mesa y me alcanzó el vaso de agua. Bebí todo el contenido, sintiéndome mucho mejor al cabo de los segundos.
—Demonios. ¿Qué ha pasado, Olivia? —cuestionó preocupado sin apartar sus ojos de los míos.
Comencé a pensar en la razón de este suceso, cayendo en cuenta en la estupidez que había cometido hoy.
—Creo que...hoy no tomé mi pastilla —murmuré.
HoSeok cerró sus ojos con fuerza buscando una forma de calmar su notable enojo. Suspiró con agotamiento y tomó mis manos.
—¿Por qué? Sabes que debes tomar esas pastillas diariamente para que no sufras este tipo de cosas.
—Lo se, HoSeok —bajé mirada—. Hoy hubo un incidente; llegaba tarde a la escuela y la olvidé por completo, en el día me sentí espectacular... hasta ahora —expliqué.
—¿Dónde están? —cuestionó.
Señalé con mi dedo índice sobre una mesita.
El chico sacó una pastilla del frasco y me la entregó. Sin quejas la tomé, pues eso me haría sentir mucho mejor. Un silencio incómodo reinó la habitación, y es que luego de la situación no sabíamos que decir, hasta que mi amigo de dignó en hablar.
—Estoy preocupado por ti —soltó sin más.
Mis ojos encontraron los suyos, sintiendo unas inmensas ganas de llorar cuando pude ver cómo las lágrimas amenazaban por salir de sus ojos.
—Lo se, Hobi.
—¿Ya le dijiste la verdad a ese chico?
En cuanto formuló esa pregunta una lágrima resbaló por mi mejilla. Evité su mirada y respondí en un hilo de voz.
—No, no puedo hacerlo —susurré tragando ese horrible nudo en mi garganta.
—¿Y cuándo lo piensas hacer?
—HoSeok, es difícil ¿okey? No puedo llegar de la nada y decirle que soy su amiga de la infancia; la amiga por la que ha esperado diez años. Se que lo estoy hiriendo al no decirle la verdad.... pero no puedo destruirlo con esa noticia cuando está siendo feliz, no puedo —dije con total seriedad.
—¿Sabes que con esto te estás estresando demasiado? No es bueno para tu cuerpo, podrías tener una recaída y....
—¡Detente! —ordené rompiendo en llanto.
El chico me observó con demasiada preocupación, sintiéndose culpable por lo que acaba de decir.
—Prefiero el bienestar de los demás mucho más que el mío —aclaré, dejando que las lágrimas cayeran por mis mejillas.
HoSeok pasó las manos por su cabello y sin previo aviso me abrazó con demasiada fuerza, dándome unas disculpas con ese acto.
—Lo siento, se que no te gusta que hablen de este tema —murmuró—, sólo tengo miedo de que suceda lo mismo de aquella vez.
—Lo se, Hobi —me separé un poco para observarlo a los ojos—. Prometo cuidarme más —sonreí—, ahora....¿podemos olvidar lo sucedido?
El pelinaranja asintió con delicadeza y se sentó a mi lado para prestar atención al filme, bajo la mirada que mis ojos le daban.
Lo entendía, yo también tenía miedo de revivir ese momento. Cada día de mi vida seguía recordando aquel instante en el cuál estuve a punto de tocar el otro lado.
≫ ──── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──── ≪
¡Hola!
¿Como se encuentran?
¿Que les pareció el capítulo de hoy?
¿Tienen teorías sobre lo sucedido?
Ahora sí, me voy, ¡espero que tengan un lindo día! <3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro