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⚘. ▎15

❝Debo decirte algo.❞
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Viernes, 18 de octubre de 2019
10:32 hrs

—¿En serio debo ir? —cuestioné frustrada.

—Si, siento mucho si tenías planes —rió—, pero entiéndelo, tal vez tu compañía lo haga pensar con claridad.

—Es que...¿scaso soy una psicóloga?

Olivia, por favor, ella está preocupada por el comportamiento de su hermano —aclaró Jennie.

—Está bien —acepté a regañadientes.

— Genial, nos vemos este fin de semana, ten un buen día hermanita —colgó.

Observando la pantalla de mi celular suspiré con cansancio, dejando dicho aparato sobre la mesa para entonces tomar mi soda y beber un poco, pensando en lo que recién me habían informado.

Resulta que Jennie quería que conociera al hermano de su mejor amiga este fin de semana. Su compañera me parece una muchacha muy agradable, por lo que siempre me había llevado bien con ella; sin embargo, conocerlo a él y mucho más bajo las razones planteadas me parecía agobiante. Su hermana estaba preocupada por el comportamiento del muchacho, pues parece que es despreocupado, arrogante, molesto, egocéntrico y más. En fin: quieren que me lleve bien con él y lo ayude a mejorar un poco ese comportamiento.

Acaricié mi cabello con frustración sabiendo que mañana debía conocerlo. No es que no quisiera conocerlo, sólo...me agotaba.

En ese justo momento la presencia del pelinegro se sintió, pues todos en la cafetería mantuvieron una postura seria. Eso me llevaba a confirmar el alto puesto que poseía en esta escuela. No iba solo, sino acompañado por la rubia, quién también estaba demostrando esa aura dominante sin ni siquiera intentarlo.

En su camino por el local llegaron a verme, cosa por la cual no dudaron en acercarse con unas amplias sonrisas en sus rostros.

Y entonces recordé lo sucedido el día anterior.

“¡JungKook!”. Grité.

Rápidamente corrí hacia el pelinegro quien yacía en el suelo completamente debilitado. Por otro lado, los amigos de WoonJin corrieron hacia dicho, quién también se encontraba de la misma forma.

Me arrodillé frente a Kook observando cómo se retorcía mientras agarraba su cabeza, rápidamente posé mis manos en sus mejillas para que me observaba.

“Estoy bien, tranquila”. Musitó débil.

Él observó a WoonJin en el suelo, siendo testigo de como este se veía peor, pues casi ni abría los ojos. Levantándome del suelo ayudé al pelinegro, poniendo su brazo izquierdo sobre mí hombro para ayudarlo a caminar. Rápidamente lo saqué de ahí para llevarlo al salón vacío más cercano y así curar un poco las leves heridas que tenía. Al divisar un local con las condiciones perfectas, decidí adentrarme y dejar a JungKook en una silla, para entonces comenzar a curarlo.

Tomé un asiento y lo posicione frente al suyo, sentándome en dicho para iniciar mi labor. Él hizo algunas muecas, pero nada que lograra alarmarme.

“No debiste pelear”. Reproche.

“¿Y que hacía? No dejaré que te ofendan de esa forma”. Aclaró, posando sus ojos sobre los míos.

“Pero mira...saliste lastimado”. Creé un puchero en mis labios.

Me acerqué más a él y pase la mano por su cabello, el cual se encontraba mojado por el sudor. En el comienzo solo se dedicó a observar mis movimientos con detenimiento para luego cerrar los ojos debido a las placenteras caricias que mis dedos hacían entre su pelo. Se veía agotado, y era razonable, esa pelea no fue para nada agradable.

“Viví algo como esto cuando era pequeño”. Susurró.

Y al escuchar eso, fue como si algo dentro de mí quedará detenido.

“¿En serio?”.

“Mjum....”. Suspiró “Defendí a una amiga cuando era muy pequeño, no sabía absolutamente nada del taekwondo”. Con eso rió. “Terminé en el hospital ese día, pues la patada que recibí en la cabeza se sintió mucho peor que ésta”.

Sentí mi corazón volverse más pequeño por el hecho de que JungKook haya recordado ese día. Mis ojos se nublaron y mis manos temblaron como nunca, sintiendo de repente unas inmensas ganas de contarle toda la verdad.

¿Esta es mi oportunidad? ¿Ya es momento?

Tragué duro ante los pensamientos que pasaban por mi mente y sentí derrumbarme por dentro cuando los ojos de JungKook atraparon los míos.

“¿Sucede algo?”. Cuestionó preocupado.

Con mucha inseguridad y miedo asentí con mi cabeza, logrando que él se acomodara para prestarme atención.

“Si, debo decirte algo.

“Mh...dime entonces”. Pidió.

“Yo...yo...”.

El sonido del celular de JungKook inundó nuestros oídos. Al chico le había llegado una llamada inesperada e inapropiada para el momento. Pidió disculpas y se levantó para atenderla, por lo que en ese tiempo de soledad sólo pude respirar con calma y obtener más inseguridades de las que ya tenía.

“Hey....mmmm debo irme”. Anunció al regresar. “KyungSoo me está esperando, olvidé que hoy tenía que asistir a una reunión”.

Él simplemente sonrió con inocencia.

“Te mataré, Jungkook”. Advertí. “¿Cómo se te pudo olvidar eso?”

“Ya ves que eso de que soy irresponsable es verdad”. Rió. “¿Podemos hablar mañana?”.

Asentí ligeramente obteniendo una sonrisa de su parte.


—Hola Olivia —saludó JungKook.

—Hola —sonreí.

—¿Podemos sentarnos? —cuestionó la rubia.

No dude en aceptar.

—¿Qué hacías?

—Solo comía mi almuerzo y hablaba con mi hermana —respondí al chico.

—Nosotros venimos de una mañana muy divertida, ¿verdad Lisa?

La susodicha bufó y le dió una mirada de muerte a Kook, logrando que este riera levemente.

—Si, tener que organizar en tu casillero todos los regalos de tus fans fue divertido —el tono sarcástico no pasó desapercibido.

Estaba confundida pero al mismo tiempo disfrutaba de la escena que veían mis ojos.

—Aceptalo, ¡fue divertido como los ponías en un lugar y se caían! Además, no fueron muchos.

—Habían más de 20 —recalcó.

—Aún así.

—Juro que un día de estos lo mato —me habló a mí.

Reí un poco con ella para luego decir:

—Te ayudó, tranquila.

—¡Yah~! ¿Que ha pasado? Pensé que me querías Olivia —dramatizó.

La rubia y yo nos observamos justo antes de romper en carcajadas. Su risa era muy linda y adorable, algo contradictorio a su personalidad.

—Eres un tonto, no sé cómo puedes vivir recibiendo regalos diarios —comentó ella.

—¿No te gustan los regalos? —cuestioné por curiosidad.

—Si me gustan, pero no cuando son cosas exageradas; así como joyas caras, autos, viajes a lugares u otras cosas. Soy una chica sencilla —aclaró muy amablemente.

Me sorprendió un poco su respuesta, pues a simple vista ella parecía de esas féminas presumidas y que amaban las cosas con mucho presupuesto.

Pero como dice el chico: no se puede juzgar a un libro por su portada.

—Somos iguales, me gustan las cosas sencillas —añadí.

—Vaya, anotaré eso para cuando tenga que darte un regalo —guiñó un ojo—. Por cierto, ¿cuándo es tu cumpleaños, Olivia?

Realmente no había problema en responder eso, a no ser por el hecho de que si decía la verdad, JungKook podría sospechar de las “casualidades” de la vida, ya que cumpliría el mismo día que su antigua mejor amiga: yo.

¿Irónico? Si.

—El 27 de marzo —respondí, conociendo las consecuencias.

JungKook frunció el ceño y pareció recordar algo que ya sabía, sin embargo, me sorprendió el hecho de que Lisa estuviera igual de confundida.

—Que casualidad, una amiga de mi infancia y Lisa cumplen también ese día.

Esta vez la sorprendida fui yo, pues no me esperaba que la rubia y yo tuviéramos tantas semejanzas. Ambas conectamos miradas siendo testigos de cómo un ambiente incómodo hacia presencia, interrumpido por el celular de la chica.

—Oh, debo ir a la biblioteca un momento —avisó levantándose de su asiento.

—Está bien, nos vemos en clase, Lisa —se despidió Kook.

—Hasta luego.

Hice un ademán de despedida con mi mano observando cómo salía de la cafetería, logrando que los ojos de JungKook se posaran únicamente sobre mí.

—Hey....¿que debías decirme ayer? Me quedé con la curiosidad —sonó interesado.

—Yo...mmmm....no era importante.

—¿A no?

— No, olvídalo.

—......¿okey? —siguió bebiendo de su soda.

∙ · • • • ❀ • • • ∙ ·

17:23 hrs

Las compras eran algo que realmente compensaba mi tiempo a pesar de no ser mi cosa favorita. En New York siempre iba a las tiendas y compraba lo que sea con el fin de mantenerme distraída; solía hacerlo cuando mi cabeza quería explotar y en casa no había nada productivo.

Me encontraba buscando mi caja de cereales favoritos, pues las que tenía en casa se habían terminado. Observé en todos los estantes, pero no la encontraba. Cuándo estuve a punto de darme por vencida mis ojos se conectaron con la caja de color amarillo, la cual era sostenida por un chico que logró que mi cuerpo temblara.

Oh my god.

—Vaya, no pensé que te encontraría aquí, dulzura —habló con ese tono burlón que tanto lo caracterizaba.

—Ni yo lo pensé, chico desconocido.

Su grave risa resonó en el pasillo vacío, logrando que mi sistema nervioso se pusiera en alerta.

—El apodo apesta, ¿lo sabes?

—Si conociera tu nombre sería mucho mejor, pero bueno, el señorito es difícil —jugué, sacándole una sonrisa de costado.

—¿Buscabas esto? —señaló la caja de cereales.

—Si, ¿en dónde están?

—Esta era la última —mencionó de lo más normal.

Mi labios mostraron un puchero inevitable mientras observaba la cajita.

—Son mis favoritos —reí, sosteniendo el carrito.

—Oh, lo siento mucho —se aprovechó del momento.

—Si, como sea. Nos vemos, ya no tengo más nada que hacer aquí —aclaré—, que te vaya bien.

Agité mi mano sin esperar una respuesta de su parte y me dirigí a la caja para pagar mis compras. Una vez que todo estuviera listo salí del centro comercial para dirigirme al auto donde Carlos me esperaba, pero fui detenida por una voz a mis espaldas.

—¡Olivia, espera! —llamó el peligris.

Giré sobre mis talones cuando estuvo lo suficiente cerca de mí, notando que estaba un poco frustrado.

—Se que me arrepentiré de esto, pero toma.

Me entregó la caja con los cereales dejándome con esa expresión confundida en mi rostro.

—Oye, no es necesario, toma...

—Hey, estoy perdiendo mi orgullo en esto, así que tómalo —advirtió.

Sonreí ligeramente por el ligero rubor de sus mejillas.

—Gracias.

—Si, como sea. Me voy, adiós.

Antes de que pudiera responder el chico se fue a quien sabe dónde. Mis labios formaron nuevamente una sonrisa tratando de ver a dónde se había ido el odioso.

Bueno, tal vez no tan odioso.

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