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❝Por favor, sosténme en tus brazos.❞
╰─────╮•╭─────╯

Martes, 8 de octubre de 2019
08:13 hrs.

Recuerda tomar tus pastillas, Olivia.

—Si~ oppa —dije a regañadientes mientras cerraba mi casillero.

¿Lo estás haciendo? —preguntó.

—Si, Hope.

En eso, el timbre retumbó por los pasillos solitarios del colegio.

Veo que ya debes ir a clases. Adiós Olivia, ten un buen día.

—Duerme bien, Hobi, adiós —colgué y seguido de eso sonreí.

Estuve hablando con HoSeok en la mañana ya que era uno de los horarios posibles para ambos. Él como siempre sacando su lado sobre protector en mí cada vez que podía.

Me dirigí al salón —en el cuál estaban todos los estudiantes— y procedí a sentarme en mi asiento ignorando los murmullos. Recién estaba comenzando el día y ya sabía que no iba a ser de los mejores.

Era 8 de octubre, el décimo aniversario de mi ida a los Estados Unidos y como deben suponer, JungKook estaba en Busan. ¿Qué significaba eso? Pues que me encontraba completamente desprotegida de los insultos de mis supuestos compañeros.

Al parecer cuando el presidente del consejo no estaba las cosas comenzaban a descontrolarse.

La primera clase avanzó con mucha lentitud, algo desfavorable para mí, porque mientras más rápido pasara el tiempo era más cercana mi salida. Sin embargo, a la vida le encantaba jugar conmigo y mi sufrimiento.

Esa clase de física se encontraba tediosa; estaban quienes la disfrutaban y quienes simplemente se dormían, yo siendo un intermedio entre ambos.

Sentía constantemente las miradas llenas de emociones negativas de mis compañeros hacia mí. Realmente no era algo cómodo, me hacía sentir como si no encajara en ese lugar. Lo único que pasaba por mi mente en ese instante era llamar a JungKook, aunque fuera consciente de que se encontraría ocupado.

Tomé el celular bajo mi mesa, pero corría el riesgo de ser descubierta por la señora que impartía la clase. Así que con algo de duda alcé mi mano y utilicé la vieja confiable.

—Profesora, ¿puedo ir al baño?

Y al momento en que tuve una afirmación de su parte, no tardé en salir del salón.

A paso rápido avancé por los pasillos vacíos del colegio hasta llegar al baño. Me cercioré de que la puerta estuviera cerrada y que también no hubiera nadie en los cubículos.

Despejado.

Con eso en cuenta, busqué su contacto en mi celular. Al principio dudé en si llamar o no, pero no pasó ni un segundo cuando esos pensamientos se desvanecieron para dar paso a los timbres constantes.

Timbres que no duraron mucho al ser interrumpidos por su voz saludando desde el otro lado de la línea.

¿Diga?

—Hola, Jungkook —hablé tímida debido a la gran vergüenza que estaba comenzando a sentir en ese momento.

Vaya, hace menos de 24 horas desde que me fui y ya me extrañas. ¿Tanto me amas?

—Ya quisieras, jovencito.

Él sólo carcajeó.

¿A que se debe tu llamada? ¿No se supone que debes estar en clases?

—Bueno... —hice una pausa que próximamente se convirtió en una risita traviesa—, vine al baño para realizar la llamada ya que no quería obtener un regaño de la profesora.

Todo se quedó en completo silencio... hasta que su voz resonó por todo el baño.

—¿¡Quién usa su teléfono en clases?! ¿Uh? Tienes que concentrarte... —se detuvo— en mí, perfecto, has hecho un buen trabajo.

Cubrí mi boca en el intento de no reír tan fuerte.

¿Sucedió algo?

—No en realidad —y aquí era dónde los nervios hacían su trabajo—, lo que pasa es que... como tú no estás... tus compañeros han estado un poco raros conmigo, ¿tal vez? —conté con timidez, a lo que él suspiró profundo.

Esos tontos aprovechan que no estoy para molestar. Sólo ignora todo lo que hagan o digan, ellos solo buscan llamar la atención. No te preocupes, yo me encargaré de eso —habló en un tono serio.

—Me veo patética llamándote para esto.

Para nada, entiendo tu preocupación.

En ese momento se escuchó un silencio por parte de ambos, hasta que opté por mencionar algo.

—Escuché que estabas en Busan.

Si, vine por asuntos personales, mañana estaré de vuelta para el festival.

—¡Ah! verdad, mañana es el festival —recordé emocionada.

Si, y como presidente del consejo estudiantil debo estar presente —dijo fastidioso—. Me hizo bien sentir tu voz, realmente lo necesitaba.

Y esas palabras me calentaron la cara como el infierno.

Estás sonrojada ¿verdad?

—Ya cállate.

Shh, ve a clases, las estás perdiendo por mi, aunque tampoco quiero que vayas ya que así puedo ser tu tutor —su tono fue más bien pícaro, haciéndome soltar una carcajada.

—Debo irme, llevo demasiado tiempo en el “baño”.

Su hermosa y sonora risa inundó mis oídos.

Está bien, ten un buen día.

—Espero que tú también lo tengas, adiós Kook.

Adiós, princesita.

Una enorme sonrisa se plasmó en mis labios ante sus palabras, y aquí conformaba que sólo él podía hacerme sentir así de bien.

Al llegar al salón obtuve un pequeño interrogatorio por parte de la profesora, pero nada que llegara a mayores.

El festival escolar mencionado por JungKook consistía en la relación entre varias escuelas. En dicho se podrían ver talentos, exposiciones y mucho más, siendo su celebración al día siguiente.

Un rato después, Rosé y yo nos dirigimos a la cafetería para disfrutar el receso, y en ese tiempo un anuncio proveniente de las bocinas capturó la atención de todos.

Especialmente la mía.

¡Buenos días!. Queridas y queridos compañeros, soy Jeon JungKook, el presidente del consejo estudiantil. Como deben saber no me encuentro en la escuela en este momento debido a problemas personales, pero un pajarito me ha mencionado que... algunos de ustedes están siendo molestos —destacó con una pizca de diversión, aunque en realidad estaba tratando de expresar su dominio—. Y quiero advertir esto: puede que no esté, pero eso no les da la libertad de crear algún tipo de problemas, así que si me entero de algo, no lo pensaré dos veces y tomaré medidas drásticas —el tono serio en su voz causó impresión en todos los presentes—. Ahora si, tengan un buen día.

«Esto no puede ser cierto...»

Ese chico era realmente increíble. Mi corazón no podía con tanto, pero él se esforzaba diariamente en demostrarme que a su lado todo era posible.

La mirada de Rosé cayó sobre la mía con confusión. —Es muy raro, nunca había hecho un anuncio como este estando fuera de la ciudad.

«¿¡Qué!?»

—¿Nunca?

—Nunca —reafirmó—. Aquí hay gato encerrado.

Ahora había entrado en un pequeño colapso mental. No imaginaba que haría algo como eso con el fin de hacerme sentir mejor. Mi corazón se sintió bien al saber que esa hermosa amabilidad seguía en su corazón, y que nunca dudaba en demostrarla con sus seres queridos.

Debía decirle la verdad pronto.

O eso intentaré.



JEON JUNGKOOK
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10:46 hrs.



Colgué la llamada que había hecho al instituto luego de lograr mi objetivo. Volví a sentarme en el banco de aquel parque, sintiendo la brisa chocar contra mi cuerpo y despeinar un poco el flequillo que caía por mi frente.

Haber realizado ese acto me ayudó a liberar la pequeña inquietud que sentí con esa conversación junto a Olivia, tomando el tiempo de aclararle a todos esos idiotas que bajo mi dirección nada malo podía sucederle.

Sin embargo, escuchar la voz de ella fue suficiente para mejorar el inicio de mi día.

Llegué a Busan a las 4 AM, por lo que no dormí mucho. Desde eso he estado visitando los lugares donde solía jugar de niño, mi antigua escuela, las cafeterías en las cuales venía a comer con mi madre y el lugar en el que actualmente me encontraba: el parque donde conocí a Haenul.

Miles de recuerdos vinieron a mi mente al mismo tiempo que un sentimiento de nostalgia se apoderó de mí corazón. Me levanté del banco y comencé a caminar con lentitud por las calles, teniendo como fin llegar a mi antigua casa.

Estando frente a ella la observé por unos minutos sintiendo unos apretones en mi pecho y las lágrimas a punto de salir. Se encontraba exactamente igual, cosa que beneficiaba para traer los recuerdos abrumadores a mi mente. Entre titubeos caminé por la entrada, atravesando la valla que rodeaba el hogar y subiendo por los peldaños justo antes de llegar a la puerta principal.

Al encontrarme dentro, tuve que inspirar aire para poder controlarme.

Duele entrar aquí otra vez y sentir todos esos recuerdos.

Examiné los adornos y muebles de la sala, esbozando una triste sonrisa por ello. Caminé un poco más hasta llegar a las escaleras, no dudando ni un segundo en subir a la segunda planta donde las habitaciones se encontraban. Atravesé el pasillo no tan largo hasta llegar a la última puerta, misma que correspondía a mi cuarto.

Y al entrar, los ojos se me llenaron de lágrimas. Miré todas mis cosas acomodadas justamente como las dejé en la última vez que vine, confirmando que nadie más había estado ahí. Me adentré con ambas manos en los bolsillos, procediendo a sentarme en la cama para tener otra vista de la habitación.

Volteé hacia mi ventana y pude ver la casa de mi amiga. Rápidamente me acerqué hasta ella y la abrí siendo consciente de la poca distancia que existía entre ambos.

—Y saber que estábamos tan cerca —reí levemente, sintiendo las lágrimas en mis ojos—. ¿Por qué nunca volviste? —pregunté como si pudiera obtener una respuesta.

Porque así mismo era.

Miré nuevamente hacia dentro y noté aquella guitarra que tanto amaba cuando era niño. Aquella guitarra con la cuál compuse la canción que le dediqué a ella. La tomé entre mis manos y le saqué un poco de polvo con mis manos, notando la frase que escribí en la parte trasera:

Still With You.

Acomodé el instrumento entre mis brazos para iniciar a tocar las primeras melodías melancólicas y a su vez relajantes de la canción, viendo los recuerdos pasar por mi mente como si de un proyector se tratase.

Escribí esa melodía unos días antes de que se fuera. Quería que fuera nuestra despedida y nuestra promesa, una que hasta ese momento no estaba cien por ciento cumplida.

Mi voz era lo único que se escuchaba en la solitaria habitación, pero esta rápidamente se detuvo debido a que no pude contener las lágrimas. Comencé a llorar como lo hice aquel día en el que se fue, intentando creer que todo era una pesadilla, pero lamentablemente... no lo era.

Luego de mucho tiempo pude tranquilizarme, suspiré pesadamente y limpie los restos de lágrimas que quedaban en mis mejillas. Observé la hora notando que ya había pasado demasiado tiempo y era momento de irme.

Salí de la casa no sin antes ver la de mi amiga, dibujando en mis finos labios una nostálgica sonrisa que al instante se vio acompañada por las fuertes gotas de lluvia. Todo mi cuerpo comenzó a mojarse, sin embargo, aquello no estaba importando.

Sólo caminé por las calles solitarias, con el único fin de perderme entre la tiniebla.

«Incluso si bailo solo en los recuerdos de esos momentos fascinantes, aún sigue lloviendo. Cuando está niebla se disipe, correré hacia ti con mis pies mojados, por favor, sosténme en tus brazos.»

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