❝Porque somos un complemento perfecto.❞
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KIM HAENUL
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Viernes, 13 de septiembre del 2019
08:02 hrs.

—Nos toca clase con el profesor Hwang a último turno, ¿cierto? —preguntó Rosé con una pizca de esperanza.

—Si, nos toca clase con él — respondí a su pregunta, siendo testigo de como sus ojos se iluminaron.

—Oh dios, lo amo.

Ante eso solo reí.

—Veo que alguien está loquilla por su profesor de química.

—Y yo veo que alguien está loquilla por Jeon JungKook —el tono burlón en sus palabras no pasó desapercibido.

Al igual que el sonrojo de mis mejillas.

—¿De qué hablas? No estoy “loquilla” por él —aclaré al momento en que entramos al salón.

—Claro, lo que tú digas —me dió una miradita pícara.

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11:54 hrs.

Un suspiro salió de mis labios cuando recosté mi espalda sobre la madera del tronco. Con mis dedos detallé la hoja del libro que mis manos sostenían y con la vista interpreté cada párrafo del texto, sintiéndome completamente enajenada en los escenarios de los protagonistas.

Pero entonces, una voz a los lejos me interrumpió.

—¡Olivia!

Levanté un poco mi visa para ver al chico pelinegro correr hacia dónde estaba, cosa que me hizo sonreír con ligereza.

—Te he buscado por toda la escuela y estabas aquí —pronunció una vez frente a mí, completamente agotado.

—¿Sucedió algo? —cuestioné dejando el libro sobre mis muslos.

—No es tan importante, sólo me pidieron que te llevara a conocer los talleres del instituto —sonrió sin mostrar sus dientes—. ¿Me puedo sentar un momento?

Asentí sin titubeos.

El chico se sentó junto a mí recostando su espalda en el tronco justo como yo, soltando un suspiro prolongado al cerrar sus ojos. Hubo un silencio para nada incómodo entre nosotros; mientras él estaba en su mundo yo me dediqué a observar cada rasgo del chico, no parando de decir que Jeon era una completa obra de arte.

Una brisa fuerte movió su flequillo largo haciendo que este cayera sobre su frente, seguido de eso pasó su lengua delicadamente por su labio inferior para luego morderlo y suspirar nuevamente de la manera más sensual que podría existir, dejándome babeando por su perfecta belleza.

De repente sus ojos se abrieron, y antes de que notara que lo observaba decidí poner mi mirada sobre el libro en el intento de ocultar el tono rojo de mi cara.

—¿Acaso estás leyendo “El Principito”?

—Yes. Hace tiempo que no lo leía, esta es la versión en inglés.

—La última vez que lo hice fue hace poco y... juro que sentí cada parte de mi cuerpo emocionarse como la primera vez.

—Hasta el momento me he sentido igual.

Luego de mencionar eso, el muchacho clavó los ojos sobre el libro.

—¿En que parte andas?

Señalé el párrafo en el libro, siendo testigo de como una tierna sonrisa se formaba en sus labios.

—“No son nada, ni en nada se parecen a mi rosa. Nadie las ha domesticado ni ustedes han domesticado a nadie. Son como el zorro era antes, que en nada se diferenciaba de otros cien mil zorros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo”.

La serenidad con la que pronunció aquel fragmento, logró que una llama se encendiera en mi pecho. Automáticamente mis mejillas se tornaron de aquel tono carmesí al mismo tiempo que el cosquilleo en mi vientre se hacía presente.

«Controla esas hormonas, Hae.»

—Esa... Podría decir que esa es una de mis partes favoritas.

—Si, ¿verdad? —volví a darle una hojeada para proceder a cerrar el libro—. Vamos a lo de los talleres.

El chico no tardó en copiar mi acción de levantarme de suelo, para luego proceder a tomar mi mano y acercame a su cuerpo.

—Let's go.

∙ · • • • ❀ • • • ∙ ·

13:35 hrs.

—¿Me estás diciendo que debo escoger un taller entre todos estos?

—Afirmativo. Sé que es difícil debido a la gran variedad, pero sólo elige lo que más te llamé la atención —aconsejó calmado.

—Eso llevamos haciendo desde hace casi una hora, nos hemos perdido el último turno de clases —comenté agotada.

El día que Kook fue asignado como mi guía me llevó a conocer cada uno de los talleres, sin embargo, hoy era el día de elegir en cuál de todos me gustaría estar. Sólo que lamentablemente, eran demasiadas opciones interesantes y no podía decidirme.

—Elige uno al azar y listo —habló agotado.

—De acuerdo... —en mis manos tomé el folleto, revisando por última vez todas las opciones hasta señalar con mi dedo la que más llamó mi atención—. Este.

—Taller de teatro, ¿te gusta? —preguntó con un toque de emoción.

—Si, de niña participé en algunas obras escolares.

Y no era mentira. En la primera obtuve el papel secundario, mientras que en la segunda y última tuve el protagónico junto a Kook.

Una de las mejores experiencias que tuve.

—Pues tendrás competencia, señorita —fanfarroneó con una sonrisa de costado en sus labios.

—¿Por qué?

—También estoy en ese taller, y créeme, actué cuando era niño —guiñó un ojo en mi dirección mientras se levantaba del asiento—. Vamos, debes inscribirte.

Su mano llegó hasta la mía, tomándola y ayudándome a levantarme para comenzar a caminar.

—¿Cuántas veces has actuado en el papel principal? —me atreví a preguntar.

—Dos veces, aunque la primera no la disfruté mucho; la obra era la bella durmiente y la protagonista realmente era una odiosa —hizo una mueca.

Tuve que controlar una carcajada ante el recuerdo. Esa chica había estado toda la obra tratando de provocarme celos, logrando su objetivo sin duda.

—¿Y que hay de la segunda? —cuestioné con una pizca de esperanza en mis ojos.

—Me encantó, fue uno de los mejores momentos de mi vida —dijo con su vista clavada en mí—. La obra fue Romeo y Julieta en una versión para niños, o sea, menos trágica que la real. Fue con la persona correcta, con la chica con la cual quería hacer la obra —sonrió nostálgico.

Ante eso sentí ganas de llorar.

«JungKook recordó la obra... él me recordó.»

En mi pecho se incrustó una incómoda presión. Sin embargo, tuve que controlarme y mantener la calma.

Al llegar al salón de teatro pude impresionarme mucho. El lugar era enorme y sumamente hermoso. Luego de adentrarnos un poco más, la profesora encargada hizo presencia.

—Oh, joven Jeon, ¿qué lo trae por aquí?

—Hay una nueva estudiante que quiere entrar al taller de teatro
—habló señalándome— Es una amiga....eh, ¿querida, cuál es tu nombre? —preguntó burlón.

—Kim Olivia, un gusto —reverencié ante la señora.

—Oh, eres Olivia, vengan por aquí.

Ambos hicimos lo que pidió hasta llegar a un buró lleno de papeles. Mientras ella estaba de espalda sin mirarnos, me acerqué al oído del chico.

—Que gracioso, Jeon.

—Lo puedo ser más, Kim —guiñó un ojo hacia mí, logrando que apartara la mirada.

—Llena este formulario, por favor.

Asintiendo tomé el papel y un bolígrafo para comenzar a llenar la planilla. Tenía una serie de preguntas relacionadas con el ámbito del teatro que pude responder con facilidad al tener conocimiento de ello. Por lo que una vez terminada se la entregué a la profesora quién me regaló una sonrisa.

—Las clases comienzan en la próxima semana. Aquí tienes lo horarios y toda la información, espero que tu estancia sea larga y agradable —sonrió—. Ahora si me lo permiten debo ir al despacho del director. Joven Jeon, ¿puede mostrarle el lugar a la señorita?.

Él sin dudarlo mucho aceptó, esperando a que la profesora saliera del teatro para entonces hablar.

—Este lugar abarca una gran parte de la escuela —mencionó Jungkook a mi lado.

—Ya veo... —expresé totalmente embobada por la hermosura de nuestra localización.

—Ven, sube.

Su mano encontró la mía de forma inmediata, haciéndome acercar a los pequeños peldaños para indicarme que subiera.

Al estar arriba y ver el teatro con mayor facilidad, sólo suspiré.

—Que... hermoso.

El chico sonrió como respuesta.

—Vi que escribiste en el formulario que participaste en una obra de Romeo y Julieta.

Esas palabras me dejaron en blanco, mientras que a su vez distintos escalofríos recorrían mi espalda.

—Si, participé en esa obra —comenté con nerviosismo.

—Bien, entonces si un día hacemos la obra... tú y yo deberemos ser los protagonistas

—¿Por qué? —fui curiosa.

—Porque somos un complemento perfecto.

Y fueron esas palabras el único motivo de mi descontrol. Tuve que esconder mi rostro de sus ojos para que no viera la vergüenza pintada en mis tan sufridos cachetes, pero al divisar su sonrisa de costado por el rabillo del ojo supe que ya era demasiado tarde.

El timbre sonó en toda la escuela haciendo que diera un respingo y provocara la risa del pelinegro.

—Vamos, ya es hora de la salida.

∙ · • • • ❀ • • • ∙ ·

14:42 hrs.

—Vaya, tu habitación es hermosa, Olivia —halagó la pelirroja con un notable brillo en sus ojos.

—Gracias, aún tengo cosas que remodelar, me mudé recién —comenté sentándome en el borde de la cama.

—Se ve súper organizada y limpia.

—Si, ahora, porque usualmente no está así —solté una carcajada que prontamente se vio contagiada hacia ella.

Había invitado a Rosé a mi casa para hacer las tareas pendientes y también para que finalmente conociera a mis padres. Estos la trataron realmente bien en cuanto llegó y la ayudaron a quitar esa tensión incómoda de su cuerpo. Ahora estábamos en mi habitación a punto de comenzar con las horribles tareas.

—Y cuéntame, ¿cómo te iba en donde vivías anteriormente? —preguntó la pelirroja con sus ojos clavados en el libro de matemáticas.

—¿New York? Pues bien, las cosas allá son completamente diferentes en comparación con Corea, y eso se debe a que es una cultura muy diferente. En la escuela no era de crear muchas amistades, pero la gente me trataba bien en algunos momentos —hablé recordando los últimos años—. Antes vivía en Busan, pero me mudé por asuntos personales a los 7 años.

Y al parecer había dicho algo interesante, ya que la mirada confusa de la chica se posó en mí.

—Que casualidad, Jungkook también es de Busan —una sonrisa se dibujó en su rostro.

Sólo disimule mi nerviosismo.

—Si, ya lo sabía.

De repente muchas preguntas pasaron por mi cabeza. Ella mencionó que conocía a JungKook aunque no con una gran confianza, así que....tal vez sepa algo.

—Rosé... esa chica... uh... Lisa —rasqué un poco mi cabeza—, ella... ¿desde cuándo conoce a JungKook? —el nerviosismo no faltó en mis palabras, pero a ella no pareció importarle mucho.

—Si mal no estoy, desde un poco después de que Jeon llegara a Seul. Su familia estaba comenzando a ser famosa cuando se conocieron, al parecer sus padres tenían algunos negocios —habló en un tono tranquilo—. Han habido rumores de que son pareja, pero en realidad no, se nota a leguas que ninguno de los dos se gustan —volvió su mirada al libro después de contar eso.

Suspiré un poco para liberar la tensión de mi cuerpo justo antes de que ella siguiera hablando.

—Aunque JungKook pasó por terribles momentos en su niñez, al parecer...

Y con esas palabras, toda mis sentidos se agudizaron.

—¿Terribles momentos? —interrogué, a lo cuál asintió.

—Pues eso he escuchado. Al parecer pasó por depresión cuando era más joven, algo que lo llevó a hacer cosas no muy buenas, cómo sacar alguna baja calificación o meterse en algún problema; pero... luego de un tiempo cambió. Todo eso sucedió antes de mudarse a Seul.

«¿Depresión? ¿Problemas en la escuela? ¿Acaso sucedió por... acaso fue por mí?»

—Hay una fecha en la que él siempre viaja a Busan y se pasa todo un día ahí. Nadie sabe la razón, él sólo aclara a la prensa que es por un asunto personal.

Escuchando eso, mi corazón se paralizó.

—¿Cuál es la fecha?

—Es aproximadamente dentro de un mes, el 8 de octubre.

Y con sus palabras, todas mis sospechas quedaron confirmadas.

Él iba a Busan el día en que me fui con la esperanza de volverme a ver. La realización de lo que eso significaba me ansiaba llorar desconsoladamente y hacer algo al respecto, sin embargo... me sentía frenada a actuar.

Su cumpleaños había sido hace dos semanas, luego inició la escuela y el próximo mes era el décimo aniversario exacto de mi ida a los Estados Unidos. Solamente saber que Jeon iría me hacía sentir una presión en el pecho.

—Sigamos con los ejercicios.

No podía llorar ahora. Debía estar preparada para las cosas que próximamente debería afrontar.