Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

17. ʚ communication ɞ˚‧。⋆

Una de las cosas que Harry más disfruta es cocinar al ritmo de su música favorita.

La pequeña bocina está encendida, conectada a su celular por bluetooth, y un extenso repertorio de canciones fluye sin pausa mientras él se dedica a preparar la comida.

Con buen ánimo, mueve las caderas al compás de la música, hace el lipsync perfecto y, a veces, incluso se atreve a cantar, dejando que su entonada voz se una a las melodías.

Está allí, terminando de marinar unos filetes de pescado, cuando de repente escucha el sonido de unos zapatos sobre el piso, anunciando la entrada de alguien a la cocina. Voltea hacia el acceso, y aunque por un segundo piensa que podría ser Louis, esa suposición desaparece al ver que quien lo ha visitado es una chica.

Específicamente, se trata de la mejor amiga de Dianey.

—Hola, Hazz —Ella lo saluda, antes de tomar asiento en una silla del desayunador—. ¿Cómo estás?

Él le ofrece una mueca amigable.

—Hola, Mich —contesta, al abrir la llave del fregadero—. Estoy bien, gracias por preguntar. ¿Tú qué tal?

—De maravilla también. —Toma un pequeño racimo de uvas del frutero que decora la mesa—. Pensé que estarías en tu casa. ¿No te habías ido ayer?

—Sí, pero hubo un cambio de planes. —comunica, en tanto enjuaga uno de los trapos sucios que ha usado para limpiar las salpicaduras—. Así que volví.

Michelle levanta ligeramente un lado de la boca y se lleva una uva a los labios, saboreándola con calma.

—Me da gusto —murmura, aunque sabe que esas palabras no son realmente lo que quiere decir—. También escuché que tú y Louis arreglaron sus diferencias...

Harry carraspea, frotando el trapo limpio sobre las hornillas de la estufa.

No quiere ser grosero, pero apenas la conoce, y no es el tipo de persona con la que se sienta cómodo compartiendo detalles de su vida personal.

Uhm, algo así —responde de manera breve, sin intención de profundizar—. Lo conversamos.

—¿Eso quiere decir que regresaron?

Sin embargo, ella parece bastante interesada en el tema.

Y no es que a él le moleste, simplemente no le tiene la confianza como para hablar más al respecto.

—Sí —Se limita a contestar.

—¡Qué alegría por ustedes! —Apoya el mentón sobre su mano y ladea el rostro, mirándolo con interés—. ¿Hace cuánto tiempo que se separaron?

El rizado la observa, intentando que sus facciones no delaten ni un ápice de incomodidad ante la pregunta.

—No lo recuerdo con exactitud —masculla, al secarse las manos en su delantal—. Hace dos años, quizá, o un poco menos.

—Vaya, eso es mucho tiempo —Su expresión proyecta un asombro casi auténtico—. ¿Nunca lo dejaste de querer?

—No —confiesa con transparencia—. Prácticamente es imposible olvidarse de alguien como Louis.

—¿En serio? ¿Por qué lo dices?

—Porque es el hombre perfecto.

Michelle cabecea, claramente convencida de que Louis es el hombre más irreal y atractivo del universo.

Sin embargo, opta por guardarse ese comentario para sí misma.

—Me imagino que sí lo es. —Concede, sin rastro de burla en su voz—. Entonces, ¿por qué se divorciaron?

Harry se humedece los labios, dándose un minuto para pensar cómo estructurar una respuesta que sea concreta, pero que no revele demasiada información.

—Supongo que pasamos por un mal momento en nuestro matrimonio —sintetiza, al encogerse de hombros—. Por fortuna, vamos a luchar para que esta vez las cosas resulten bien.

—Claro... —Toma otra uva y la examina con detenimiento—. Aunque me imagino que debe ser un poco difícil volver con alguien que te hizo daño.

Instintivamente, el ojiverde frunce el entrecejo.

—Espero que no tomes a mal mi pregunta, Mich, pero ¿qué sabes tú de lo que fue mi matrimonio?

Oh, nada en realidad. Solo estoy hablando por hablar, ya sabes, pensé que si tanto se querían y aun así se dejaron, debió haber sido por algún inconveniente que te afectó a ti —dice sin rodeos—. Dudo mucho que hayas hecho algo mal, no pareces capaz de dañar a otros.

—Entiendo —musita, alcanzando la tabla para picar y tratando de retomar su receta—. Pues, no sé qué decir. Creo que todos cometemos errores, y si la oportunidad se presenta, podemos redimirnos.

Michelle chasquea los dedos y asiente exageradamente.

—¡Exacto! Eso mismo digo yo. Es por eso que me alegra demasiado que ustedes estén tratando de resolver sus dilemas. Son una pareja muy linda, y su hija es adorable.

Harry sonríe, rescatando únicamente el halago hacia su pequeña princesa.

—Gracias —responde, colocando un par de zanahorias previamente desinfectadas sobre la tabla de plástico—. Nuestra prioridad siempre ha sido Alya.

—Se nota, han hecho un trabajo fabuloso educándola.

—Nos esforzamos. Es una niña muy inteligente y con bastante criterio para su edad.

Las cejas de la joven se levantan, pero la acción es casi imperceptible.

En cambio, se inclina por sonreír otra vez, pero esta vez lo hace con una expresión menos cordial.

—Me he dado cuenta —vacila, y tamborilea sus uñas en la orilla de la mesa—. ¿No le tiene algún tipo de rencor a Louis?

Los músculos de la cara de Harry se contraen, y detiene de nuevo su actividad para mirarla.

—No —refuta—. ¿Por qué habría de tenerlo?

Ella sube y baja los hombros, como si su deducción no fuera tan descabellada.

—Pues a ella también le falló, ¿no? —Come una uva más con total sosiego—. Digo, es lo que supongo.

—Pues no supongas —Él trata de que su tono no suene demasiado áspero, ya que no quiere ser descortés—. Porque Alya adora a su padre, y eso jamás va a cambiar.

—Lo sé, no lo digo por hacerte enojar, lo lamento —Crispa los labios en un mohín de disculpa—. Es que conozco a Louis, pero ahora sé que lo que él haya hecho no cambiará nada entre ustedes.

Harry arquea la ceja, y aunque intenta mantenerse centrado, la conversación lo está sacando poco a poco de su eje.

La fachada mordaz de Michelle es evidente.

—Por supuesto —adopta una postura altanera, porque la circunstancia lo justifica—. Además, si tú consideras que lo conoces, creo que yo también puedo decir que lo conozco. Después de todo, hemos estado juntos desde que nos conocimos.

—Y eso es tan romántico —tararea, con una acidez inmersa en su tono de voz—. Espero que su relación vaya bien y que no vuelvan a pasar por una ruptura.

—No te preocupes, haremos lo posible porque no sea así.

Michelle ensancha su sonrisa, notando que por fin Harry ha comprendido lo que ella busca al estar en esa casa.

No le parece justo que solo él tenga el beneficio de estar con un abogado forrado en billetes y malditamente guapo.

—Excelente —Alza el mentón, sin ganas de seguir aparentando simpatía—. Y, si me permites darte un consejo, cuídalo mucho. Sería terrible que se fuera de tu lado otra vez.

Harry muere de ganas por reírse.

No lo hace, porque eso sería muy desconsiderado y piensa que lo más prudente es simular que se siente amenazado.

—Gracias por tus buenos deseos —sisea.

Ilusa.

—Por nada —Michelle parpadea con elegancia y acto seguido, se levanta de la silla—. Solo lo hago porque sería terrible que alguien más lo conquistara.

—Sí, sería terrible —titubea, como si estuviera preocupado por la amenaza implícita de la chica—. Haré que no suceda.

—Fabuloso —Ella le arroja un beso al aire—. Nos vemos después, Hazz.

Tras la innecesaria dramatización de la despedida, Harry cierra los ojos y se cubre la boca, batallando por contener la risa ahora que se halla solo en la cocina.

Inhala hondo, abanicándose el rostro con la mano y niega con una sonrisa, porque todo este teatro le resulta tremendamente divertido.

Él no conoce la palabra inseguridad.

⋆。‧˚ʚ ☁️ ɞ˚‧。⋆

Alya ama salir a comer con su padre.

Su compañía es una de las cosas que más adora, cada vez que se presenta la oportunidad de compartir un momento con él, lo aprovecha al máximo. Ella no pierde ocasión para relatarle con lujo de detalle todo lo que ocurre en la escuela, explicándole las anécdotas con mucha emoción y los avances que logra en sus clases.

Afortunadamente, desde ahora, sabe que volverá a tener todo el tiempo del mundo para disfrutar de días como este.

Esta tarde se encuentran conversando en un restaurante de hamburguesas cercano a la playa, uno de los pocos que el abogado aprueba por su calidad y estrictas normas de higiene.

Es un establecimiento familiar que atrae a una gran cantidad de clientes, no solo por el excepcional sabor de sus productos, sino también por el ambiente acogedor que el personal logra crear con su cálida atención.

—Entonces, Emily me regaló unos moñitos como los que ella llevaba en el cabello —narra Alya, antes de beber un buen sorbo de su gaseosa a través del popote—. ¡Y me encantaron!

—Qué lindo, amor —dice Louis, pasándose la servilleta por las comisuras de los labios—. ¿Ya los usaste?

—Sí, mi papi me hizo un peinado muy bonito y me los puso para ir a la escuela —dice, con una sonrisa al recordar lo feliz que se sintió aquel día luciendo el accesorio que le habían regalado—. Mis amigas dijeron que me veía linda.

El abogado sonríe también, mientras limpia la mejilla de su hija, que se ha manchado de salsa de tomate.

—Tú te ves preciosa con cualquier cosa que uses, princesa —murmura con profunda adoración—. Eres la niña más bonita.

Alya se encoge en el asiento, pestañeando dulcemente porque ama que su padre la haga sentir tan especial.

—¡Gracias, papá! —dice, inclinando la cabeza hacia adelante y señalando su cabello con el índice, entusiasmada por mostrarle lo bonito que se ve—. Mira, ¿te gusta cómo me peinaron hoy?

—Por supuesto, cariño —asegura, al observar las lindas trenzas francesas que adornan la cabellera de su retoño—. Luces divina.

—Aunque mi papi me jaló un poco el cabello y me dolió, pero no le digas, a mí me gusta cuando me peina.

Louis suspira, sintiendo una enorme satisfacción al reafirmar, una vez más, que su hija es un ser verdaderamente maravilloso.

—No le diré, no te preocupes —concede, guiñándole un ojo con complicidad—. Es nuestro secreto.

—¡Sí! —exclama, celebrando mientras toma una papa frita y la agita de lado a lado—. Mi papi sabe hacer muchas cosas, y es por eso que no necesito una mamá, ¿verdad?

La inesperada conclusión de la pequeña hace que el ceño de Louis se frunza de inmediato.

—¿Una mamá? —pregunta, con pleno desconcierto—. ¿Por qué dices eso, cielo?

—Pues sí, yo no necesito una mamá que me cuide, porque para eso los tengo a ustedes —farfulla con seguridad, convencida de su razonamiento—. Y como ahora vamos a vivir juntos otra vez, seremos los más felices.

Siendo honesto, el ojiazul no consigue comprender de dónde proviene esa idea tan peculiar de su hija.

¿Una madre?

Ella jamás ha dado indicios de desear, y mucho menos de necesitar a alguien más en su vida.

—Sí, amor —Ladea la cabeza, mirándola atentamente para estudiar su expresión—. Nosotros siempre vamos a cuidar de ti, y desde ahora, yo también me encargaré de estar a tu lado todos los días.

Alya asiente en respuesta y luego, le da otra pequeña mordida a su hamburguesa.

—Gracias, papá —pronuncia, al balancear los pies de atrás hacia adelante—. Entonces le diré a Michelle que no quiero que sea mi mamá, ¿tú crees que se enoje conmigo?

Eso, sin duda, es algo que Louis no esperaba oír de ninguna manera.

Su semblante cambia rápidamente, transformándose en una mueca de confusión extrema.

—¿Cómo? —pregunta, apartando sus alimentos y acentuando al doble las arrugas en su frente—. No te entiendo, corazón.

—Es que ayer Michelle me dijo que ella podía ser una mamá para mí —explica con absoluta despreocupación y la inocencia propia de una niña—. Además, me dijo que no era lo mismo tener dos papás hombres que una mujer como mamá.

—¿Por qué te dijo eso? ¿En qué momento hablaste con ella?

—Cuando llegó del supermercado con mi tía.

Louis se pasa los dedos por el vello de su barbilla y se apoya en el respaldo del asiento, captando sin complicación el verdadero propósito de Michelle.

No hace falta ser un adivino para descifrarlo.

—Así que ella se ofreció a ser una madre para ti... —farfulla, sintiendo cómo la molestia comienza a picar en el centro de su estómago—. ¿Qué más te dijo?

—Me preguntó si en la escuela no me molestaban por tener dos papás —Le informa, mientras vierte más salsa de tomate sobre sus papas fritas—. Y yo le conté que a veces me decían que nuestra familia era rara, pero a mí no me importa.

Louis traga saliva con esfuerzo.

Le resulta inaudito que alguien pueda tener un grado de malicia tan alto y trate de manipular a una niña para ganarse su simpatía, con la esperanza de conseguir algo que, básicamente, es imposible.

Él jamás se fijaría en otra persona.

—Nosotros te amamos, princesa, Harry y yo te amamos más de lo que te puedes imaginar —asevera, tomando una larga respiración para calmar su enfado—. Haremos todo lo posible por entenderte en cada etapa de tu vida.

Sí, ellos se encargarán de que su hija viva plenamente, sin requerir nada de personas externas.

—¡Lo sé! Por eso voy a tener que decirle a Michelle que no quiero que sea mi mamá —La pequeña barbotea, masticando un bocado de su hamburguesa—. Pero, ¿y sí se pone triste?

—No te preocupes por eso, yo hablaré con ella para que no se sienta mal, ¿bien? —ofrece como solución, decidido a ponerle un límite a la joven—. Ella entenderá que tú ya nos tienes a nosotros.

Alya agradece con un gesto que su padre la ayude a evitar que Michelle se sienta mal, pues no desea que la mejor amiga de su tía pase un mal rato por su culpa.

—¡Está bien! —Endereza la espalda y empieza a moverse en su asiento, balanceándose de izquierda a derecha—. Tampoco quiero que mi papi se sienta triste, ¡yo no lo cambiaría por nada del universo!

—No vas a cambiarlo, cielo. Harry es una persona única, se merece mucho amor y nosotros se lo daremos, ¿de acuerdo?

—¡Sí! —Ella alza el meñique y lo extiende hacia su padre—. ¿Pinky promise?

Louis sonríe, los bordes de sus ojos se arrugan, y sin dudarlo, entrelaza su dedo con el de su hija, sellando el trato.

Pinky promise, amor —masculla, y después señala toda la comida que aún queda sobre la mesa—. Anda, terminemos y vamos a comprarle unas flores, ¿sí?

—¡Sí, sí! —responde, encantada con la propuesta.

A pesar de los sentimientos encontrados que embargan al abogado, trata de terminar su hamburguesa con la mejor disposición.

Mierda, está muy molesto con Michelle por su turbio intento de interferir en una relación, pero al mismo tiempo se siente tranquilo, sabiendo que Alya le tuvo la confianza suficiente para contarle lo sucedido.

Aún así, no permitirá que la actitud manipuladora de esa chica pase desapercibida. Aunque su hermana intente justificarla o defenderla, él no vacilará en tomar las medidas necesarias para proteger a su familia.

No dudará en enfrentarla si es necesario, porque lo único que le importa ahora es garantizar que su hija y su relación estén a salvo de cualquier interferencia o daño.

Debe hablar con Harry y ponerlo al tanto cuanto antes.

⋆。‧˚ʚ ☁️ ɞ˚‧。⋆

⋆。‧˚ʚ ☁️ ɞ˚‧。⋆

hola bestieeees, aquí les dejo la última actualización del año 🫶🏻🥹 gracias por el amor que le dan a la fic y por recibirla tan bien desde que empezó 💞 les amo mucho, nos leemos pronto!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro