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Capítulo 4: El Salón Maldito

Narrado por Tiffany

—No puede estar pasando esto nuevamente —dije para romper el silencio en el que nos habíamos envuelto.

Danny y Caroline no paraban de marcar a sus padres. Amber estaba tirada en el suelo intentando no romper en lágrimas; Dylan solo se había quedado estupefacto y, Lizeth trataba de no perder la cordura ante lo ocurrido.

No sabía qué hacer o qué decir. Una parte de mí quería salir de este lugar y jamás volver, rehacer toda mi vida en otro lugar lejos de todo lo que había vivido. Sin embargo, por otra parte no podía simplemente tomar mis cosas y huir de la realidad en la que estaba envuelta.

—No fue una coincidencia —dijo Danny dejando de lado su teléfono.

—¿Qué dices? —preguntó Dylan.

—No estamos aquí por haber sido alumnos ejemplares...

—Danny, escucha...

—¡No! Incluso ustedes lo sabían. Están conscientes de que todo esto fue planeado desde tiempo atrás y que solo estamos aquí porque él así lo quiso.

—¡Esto es una mierda! —exclamó Lizeth—. Debemos decirle a alguien, no podemos simplemente quedarnos como si nada.

—¿Qué no leíste? ¡TIENEN A NUESTROS PADRES! No podemos tomarlo como cualquier cosa, no esta vez.

—¡Basta! —gritó Caroline—. No peleen.

—¿Qué hacemos? —pregunté para poder hacer algo de una vez por todas.

—Seguiremos las indicaciones que nos mande.

—¿Qué? ¿Estás loco? —dijo Amber levantándose del suelo.

—¿Entonces qué Amber? ¿Quieres que tus padres mueran o qué?

—No... Es solo que no quiero morir...

Al escuchar esas palabras todos nos quedamos callados. Ninguno de los seis quería morir. Ninguno quería que nuestros padres pasaran por todo esto que estaba sucediendo.

Nos sentamos todos en la sala a pensar cual sería nuestro movimiento ante el giro inesperado que había tomado nuestra estancia en Stewartville. Danny tenía razón en seguir su juego, era la única opción que teníamos si queríamos ver a nuestros padres con vida. Pero también correríamos el riesgo de ya no volver a nuestras vidas, todo se acabaría aquí.

—No los obligaré a participar en esto. Sé que todos tenemos miedo y estamos asustados por lo que pueda suceder en estos tres días que estaremos aquí —dijo Danny volteando a ver a cada uno de nosotros.

—Estoy dentro —dijo Caroline sin dudarlo.

—Yo también —respondí volteando a ver a Amber mientras que Dylan y Lizeth también decían que estaban de acuerdo.

—Amber, sea lo que sea que decidas te vamos a apoyar —le dijo Caroline mientras la tomaba de las manos—. Entiendo el miedo que estás sintiendo porque yo también lo estoy viviendo.

—Lo haré —respondió finalmente mientras intentaba sonreír—. Pero cuando las cosas se pongan feas voy a tomar mis cosas y me iré de aquí.

—Entendido Amber...

—Bien, entonces es hora de volver al lugar de la graduación —dijo Danny decidido.

Salimos de la casa y nos dirigimos hacia el salón en donde había perdido a Alex y a mis amigos. Un lugar que jamás imaginé volvería a pisar.


El lugar lucía tal y cómo había sido la última vez que lo vi. Lo único diferente en el edificio era que tenía una cinta de clausurado. Después de la graduación nos habíamos enterado que el salón sería cerrado por el evento catastrófico ocurrido esa noche.

Esa construcción ya estaba en trámite de cierre por su mal diseño de interiores. Habíamos vivido en un laberinto el terror más grande de nuestras vidas y ahora solo quedaba un edificio baldío.

Atravesamos la cinta que bloqueaba el acceso al interior. Encendimos las linternas de nuestros celulares y avanzamos hacia las escaleras. Las escenas que viví dentro, comenzaban a brotar dentro de mi mente. Imaginaba a Caroline y Danny reviviendo cada momento lleno de terror corriendo entre cada piso con tal de sobrevivir.

—Aquí es —dije viendo el piso en donde había sido nuestra fiesta.

—Entremos...

Continuamos avanzando hasta entrar al lugar en donde todo había sido diversión y alegría. Todo estaba completamente lleno de telarañas, incluso todavía se encontraban mesas y sillas de nuestra graduación.

Lo nuevo se ubicaba en el escenario principal, en donde estaban seis sillas colocadas con un sobre en el asiento. Danny comenzó a voltear a todos lados intentando encontrar a alguien, a Evan. Sin embargo, solo nosotros estábamos en el lugar.

Los seis caminamos hacia las sillas y al llegar vimos que cada una contenía nuestro nombre. Nos movimos cada quien a la suya y las tomamos para abrirlas y leer su contenido.

Al abrir el sobre saqué el papel que estaba doblado. Lo volví a su forma normal y leí lo que decía.

Nivel 1. La Preparatoria

—¿Qué quiere decir esto? —preguntó Lizeth.

—Es un juego, nuestro juego —respondió Danny.

—¿Cómo? —esta vez Amber era la que había preguntado.

—Cuando éramos adolescentes los ocho inventamos un juego —dijo Caroline tomando asiento en la silla—. Consistía en ocho niveles en el que debíamos buscar ciertos artículos u objetos escondidos en lugares específicos.

—Esos lugares corresponden al nombre de cada nivel —complementó Danny—. Christopher conoció el juego cuando teníamos quince años y seguramente se lo contó a Evan y ahora aquí estamos, atrapados en nuestro propio juego.

—¿Qué hacemos ahora?

—Esperar el siguiente sobre con los objetos que debemos buscar. Y como bien leyeron, el nivel uno será ir a la preparatoria.


Salimos del edificio, cabizbajos por haber tenido que pisar nuevamente ese lugar.

Nos adentramos nuevamente en Stewartville dirigiéndonos a la casa. Todo el camino fue completamente en silencio, como si todo se hubiera apagado.

Entrando a nuestro hogar temporal nos dimos cuenta de que había sobres esparcidos en la mesa de la sala. Habían entrado a nuestra casa.

—Maldita sea. Está aquí entonces, en Stewartville.

—Pero no es posible, alguien lo hubiera visto.

—Nada es imposible para una persona como Evan —dije volteando hacia todas las habitaciones de la planta baja.

—¿Seguros que no diremos nada a las autoridades? —preguntó Amber.

—Por última vez, no podemos. Quiero que todos estemos de acuerdo en que únicamente nosotros podemos jugar esto, nadie más. Y estamos jugando por las vidas de nuestros padres...

Danny tomó el sobre que traía su nombre y al abrirlo se llevó una sorpresa.

Sacó una foto polaroid en donde estaban sus padres atados a una silla y con cinta sobre la boca. Las reglas habían quedado claras:

Nadie debía saber del juego.

Todos corríamos peligro.

Y el tiempo era nuestra limitante.

—Tenemos una hora para encontrar las cosas o los padres de alguno de nosotros morirán. 

¿Están listos para este último juego? 

Voten y comenten. ¿Qué creen que suceda ahora?

Compartan con sus amigos, vecinos, familiares, novios, crushes y todos los que conozcan para que seamos más en esta trilogía.

Gracias por todo su apoyo. (:

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