Capítulo 35: ¡Huye!
Danny no dejaba de llorar mientras corría por su vida. Pensó en lo que Amber había dicho antes de que iniciara su huida del laberinto.
Todos vamos a morir.
Siguió avanzando hasta que por fin encontró un mapa del sitio en donde se hallaba. Buscó el lugar en el que había sido asesinado Dylan, y desde ahí partió para saber dónde se hallaba exactamente. Pensó en Caroline, y anheló que hubiera salido de vida de la pesadilla en la que estaban.
La salida más próxima era la antigua casa de Malcolm Stewart. Arrancó el mapa para no perderse entre los pasillos de este nuevo laberinto al que había entrado.
Caroline decidió esperar a que alguno de sus amigos apareciera lo más pronto posible. Mientras aguardaba sentada en un extremo del pasillo, comenzó a pensar en todo lo que había pasado.
Desde su llegada las desgracias habían arrancado. El juego del Club terminó siendo el juego de Evan para destruirlos por completo. Seguía sin procesar lo que había pasado con Megan, el ver a sus padres muertos y ahora no sabía nada de los amigos con los que había vivido toda la vida.
Minutos después vio a Danny acercarse hacia donde estaba. Se levantó en seguida y corrió tras de él.
—¿Estás bien? —preguntó al soltarlo.
—Dylan... está muerto.
—Danny, lo siento mucho —dijo envolviéndolo nuevamente en sus brazos. No imaginaba el dolor por el que estaba pasando ahora, pero debían de armarse de valor para salir de aquel lugar.
Los sobrevivientes del Club de los Ocho comenzaron a caminar para poder hallar la salida pronto. Derrotados y cansados de haber estado corriendo durante mucho tiempo, empezaban a acercarse más a su objetivo.
Al cabo de unas vueltas más, encontraron el pasillo que llevaba a la compuerta que estaba en la casa de Malcolm Stewart. Pero antes de correr hacia ella, escucharon pasos correr a través del pasillo. Caroline jaló a Danny para que comenzaran a correr, pero este no cedió.
—Danny, vámonos. Tenemos que salir mientras podamos.
—Care, escucha.
—No, no empieces.
—Debes salir de aquí. Ve y busca ayuda.
—No Danny, no lo haré.
—Por favor, hazlo. Los voy a distraer el tiempo suficiente para que logres salir de aquí.
—Danny...
—Vamos Caroline. Vive por todos nosotros... continua tu historia. Te lo suplico, por favor.
Caroline con los ojos llorosos abrazó a su amigo una última vez. Le agradeció el acto de sacrificio que haría por ella, después de todo el tiempo que habían pasado, se habían convertido en los mejores amigos de toda la vida.
Danny le gritó a Caroline que huyera rápido. Ella simplemente salió disparada en dirección a su salida, al final de la pesadilla que estaba viviendo.
Los encapuchados aparecieron al instante. Danny solo se limitó a aceptar su destino y los observó esperando a que acabaran con su vida de una vez por todas, pero Megan comenzó a reírse en cuanto entendió lo que su amigo había hecho. Danny volteó a ver a todos, y se dio cuenta de que Evan no estaba entre ellos.
—No puede ser...
Caroline comenzó a subir las escaleras hasta que abrió la compuerta. Salió desesperada por buscar ayuda y lograr salvar a su amigo antes de que fuera demasiado fuerte. Pero alguien ya la estaba esperando en cuanto su cuerpo subió a la superficie.
Evan la golpeó dejándola inconsciente.
Al despertar se fijó en el sitio donde estaba. Su mente se llenó del recuerdo en que ella estaba atada junto a Violet, Danny y Bryan.
Evan se alegró de verla despierta. Danny a un lado también ya estaba consciente de las cosas. Por lo que se acercó a ellos para quitarles la mordaza que impedía su habla.
—¡Feliz Cumpleaños!
—¿Por qué Evan? ¿Por qué haces esto?
—No sé. A veces me pregunto lo mismo, ¿sabes? Ja, ja, ja. No es cierto, ustedes saben bien por qué hago esto.
—¿No te gustaría tener una vida diferente a tu padre y a tu hermano? —preguntó Danny intentando desamarrar el nudo con el que tenía las manos atadas, pero era inútil. Estaban muy apretadas.
—¿Diferente? Danny, Danny. Todo esto comenzó gracias a sus padres miserables que fueron con mi padre. Así que deberías estar agradecido de que estén muertos.
—¡Maldito bastardo! —exclamó Caroline.
—Oh, vamos. Lograron sobrevivir a mi juego y eso tiene una recompensa.
Megan apareció con un pastel en la mano. Sobre de él estaban ocho velas en total, haciendo referencia al Club de los Ocho. Todas estaban separadas a una distancia considerable, lo cual parecía raro.
Lo colocaron frente a ellos y comenzaron a soplar las velas. Una tras una hasta que solo quedaron dos encendidas. Entendieron lo que significaba el haber llegado hasta ese momento, iban a ser asesinados en ese lugar para terminar con todo de una vez por todas.
—Antes de que pase lo que tiene que pasar, me gustaría escuchar sus últimas palabras. Por favor, complázcanme por una vez en sus vidas.
—¡Los dos son unos malditos psicópatas y espero se pudran! —gritó Caroline, ocasionando que los dos comenzaran a reírse.
—¿Y tú Danny? —preguntó Megan viéndolo fijamente a los ojos.
—Acaben de una puta vez con esto.
—Deseo concedido.
Ambos se acercaron a ellos con un cuchillo en mano. Comenzaron a cortar sus prendas dejándolos libres de tanta vestimenta y los volvieron a amordazar para que sus gritos se ahogaran.
Megan fue la primera en iniciar haciendo pequeños cortes en las piernas de Danny. Las lágrimas de dolor caían sobre sus mejillas, mientras Caroline jadeaba.
Se levantó y se acercó a la parte trasera de la silla en donde se agachó, y fue cortando dedo a dedo de sus manos. Los gritos se ahogaron aún más por la mordaza. Posteriormente, se volvió a colocar frente a él para clavar el cuchillo en sus ojos. Cuido sacarlos para que quedaran las aberturas en su cabeza. Evan comenzó a reírse, pero se acercó para sujetar el cuerpo inerte de Danny mientras que Megan procedió a cortar la cabeza hasta que rodó al suelo.
Caroline no dejaba de llorar por ver a su amigo muerto. Evan decidió dejarla libre del habla. Por lo que con ayuda de Megan sujetaron su cabeza para que con un limpio corte se deshizo de la lengua de la rubia. La sangre brotó al instante y Evan disfrutó ver al fin en sus manos ese color rojo que tanto anhelaba de ella.
Pensó que iba a ser largo el proceso para matarlos, pero prefirió cumplir su propósito rápidamente. Tomó el cuchillo y viendo directamente los ojos de Caroline, lo clavó en su cabeza. Aquellos ojos perdieron el brillo al instante.
El Club de los Ocho ahora estaba completamente extinto.
—Ya sabes que hacer —le indicó Evan a Megan. Que asintiendo salió de la casa en donde se hallaban.
Sirenas se escuchaban por todo Stewartville, gritos de personas desesperadas por saber qué era lo que había sucedido. La gente estaba corriendo en todas direcciones, pero la vista de todas se centró en cuanto vieron a Megan corriendo a través de una calle. Su vestido estaba cubierto de sangre y tenía algunos cortes en su cabeza. Corrió gritando por ayudaba, parecía que realmente había sido una víctima de Evan.
Las autoridades en seguida fueron para auxiliarla. Una ambulancia se acercó para tratar las heridas que traía y comenzó a hablar sobre lo sucedido durante la noche. Trisha apareció para acompañarla hasta el hospital y con las lágrimas en los ojos soltó la frase que tanto quería decir.
—Están muertos, mis amigos están muertos.
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