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Capítulo 16: La Segunda Noche

—¿Qué es lo que estás pensando Georgina? —preguntó Claire mientras empacaban sus cosas para mudarse de suburbio.

—Recordé cuando Evan nos ayudó a escapar de aquel psiquiátrico.

—Una deuda que siempre le deberemos —dijo una voz cerca de la puerta. Richard esperaba que ya estuvieran listas para partir.

Ambas terminaron de guardar sus pertenencias y bajaron con Evan que ya estaba en el auto esperando.

Habían decidido seguir a uno de los sobrevivientes de la graduación, pero no sin antes cometer otros asesinatos a una familia nueva. Evan sabía que las autoridades lo estaban buscando, por lo que siempre viajaba en autos con cristales polarizados.

Mantenía su perfil lo más bajo que podía. No iba a permitirse que nadie lo encontrara, ni mucho menos nadie que arruinara sus planes.


Viajaron a través de carreteras por aproximadamente ocho horas. Cada que se podía, se iban turnando para que el otro descansara. Finalmente, llegaron cerca del destino en donde se quedaría Claire por un buen tiempo, vigilando a Amber.

Evan se había encargado de encontrar una mansión lejos de la civilización. Sabía que esa vivienda le pertenecía a una persona que él conocía: el doctor que había cuidado de su padre.

Pensó que sería divertido acabar con su vida.

—¿Por qué él Evan? —preguntó Georgina.

—No lo sé. Simplemente conseguí su nueva dirección y aquí estamos.

—¿Cuántos son en su familia?

—Tengo entendido que solo es su mujer y su hijo de nuestra edad.

—Tres contra cuatro —dijo Claire pensando en cómo se iban a repartir a la familia.

—Esta vez yo no haré nada —decidida habló Claire que salió del auto.

Los tres no dijeron nada, simplemente aceptaron la decisión que su compañera había tomado. Claire se quedó esperando a que ellos fueran a hacer su trabajo, mientras sacaba un cigarro para fumárselo.

Esta vez al volante fue Richard. Se estacionaron a una distancia considerable en donde no pudieran verlos, pero que también permanecieran cerca de su objetivo.

Evan sacó de una mochila tres cuchillos, que en seguida dio a sus compañeros. Avanzaron sigilosamente entre la maleza que rodeaba la casa. El plan de Georgina consistía en hacerse la víctima junto a Richard, fingiendo que habían sufrido un atraco.

Evan se encargaría de cortar la energía eléctrica, mientras el otro par ingresaba a la casa para reconocer el panorama en el que se daría su segundo asesinato en grupo.

Toc, toc.

La señora de la casa sorprendida se quedó viendo hacia la puerta. Eran altas horas de la noche para que alguien estuviera por su hogar. Su pareja se quedó igual que ella, pero salieron de su parálisis en cuanto volvieron a tocar su puerta.

Su hijo apareció en las escaleras avisando que era una pareja que parecía encontrarse extraviada.

—¿Qué desea? —habló el psiquiatra con voz temerosa.

—Buenas noches, necesitamos ayuda. Por favor, no queremos ser gran molestia. ¿Nos dejaría usar su teléfono? —respondió Georgina.

—¿Qué hacemos? —susurró a su esposa.

—Ábreles, solo será una llamada —haciendo caso a su mujer, quitó el seguro de la puerta y abrió.

—Buenas noches, gracias por abrirnos.

—No hay problema, pasen —ambos cruzaron el umbral de la puerta y cerraron al entrar.

—Lamentamos la molestia, mi nombre es Merry y mi novio es Leonard.

—Oh, no se preocupen —respondió la esposa amablemente—. Mucho gusto, yo soy Cristina y mi esposo, es Ben.

—Les prometemos que será una llamada rápida, ¿sí?

—Claro, ahí está el teléfono —señaló Cristina cerca de las escaleras.

Georgina avanzó sigilosamente analizando toda la planta baja. Tomó el teléfono y marcó el número de Evan. En cuanto él respondió, le hizo la plática sobre el haberse perdido, pero que habían encontrado una casa. Buscarían el camino de regreso y esperaba que él los fuera a recoger.

Al finalizar la llamada lo último que dijo fue:

"Hazlo ahora..."

Evan cortó los cables de electricidad provocando que dentro de la casa todo se volviera oscuro. Merry soltó un pequeño grito, pero fue emboscada por Georgina tirándola al suelo. Richard tomó a Ben por detrás y lo noqueó con un florero que estaba cerca. Los arrastraron a la sala y aguardaron a que Evan entrara a la casa.

Mientras tanto, el hijo mayor había escuchado todo el alboroto. Por lo que decidió encerrarse en su habitación con seguro.

Evan entró a la casa y les preguntó por el chico, pero los dos se quedaron viendo porque lo habían olvidado por completo.

—Idiotas, donde escape será su culpa —dijo Evan furioso. Sacó el cuchillo de su bolsa trasera y comenzó a subir las escaleras.

Avanzó lentamente, pero la madera del suelo chirriaba en cada paso que daba. Intentó agilizarse para que su víctima no escapara. Pasó por la primera habitación que parecía ser la de la pareja. Siguió caminando hasta llegar al fondo donde se hallaba la otra habitación, pero se llevó la sorpresa de que estaba cerrada.

Giró la perilla recibiendo una respuesta negativa.

Toc, toc.

Dando media vuelta, levantó su pie derecho y con fuerza lo azotó en la puerta. Como resultado, la habitación terminó siendo abierta y el joven se encontraba preparado para saltar por la ventana.

Corrió rápidamente y alcanzó a jalarlo por la playera antes de que emprendiera su escape. Jalándolo con ambas manos lo derribó en el suelo implorando por su vida.

—¡Cállate! —gritó Evan mientras lo amenazaba con su cuchillo. Le pidió que se levantara y bajara para acompañar a sus padres.


Al llegar a la planta baja Claire ya se había unido a sus amigos.

—¿No que no ibas a participar? —preguntó Evan en cuanto la vio.

—Hace frío afuera, únicamente los veré a ustedes —respondió viendo al joven apuesto que bajó junto a Evan—. Pero que chico tan guapo tenemos aquí.

—¿Qué es lo que quieren? ¿Dinero? Yo se los daré.

—A ver niño, cálmate —dijo Evan aventándolo al suelo. Georgina en seguida lo tomó y sentó sobre el sillón.

Sus padres estaban frente a él atados en sillas. Sus bocas fueron cubiertas por las mismas sogas y permanecían inconscientes. Preocupado por ellos, las lágrimas bajaron sobre su rostro.

Richard se sentó a su lado y colocó su mano en la entrepierna del chico. Se tensó, al sentir la manos de aquel sujeto sobre de él. Tanto Georgina como Evan se rieron por la timidez que había reflejado el joven.

Ben fue despertando y al recobrar conciencia de todo, volteó a ver a todos para finalmente terminar en Evan.

—Hola doc, ¿me recuerda? —dijo burlándose de su rostro sorprendido de verlo nuevamente.

—¿Quiénes son ustedes? —habló el joven apuesto que comenzaba a relajarse.

—Ah, es cierto. Tu querido papá fue el especialista del mío durante un buen tiempo, ¿verdad que sí? ¿Ya recuerda a estos chicos que tiene frente a usted?

El psiquiatra se quedó petrificado en cuanto reconoció el rostro de los tres chicos que estaban junto a su hijo. Evan comenzó a reírse porque había sido un completo perdedor al no identificarlos.

—Es una broma, ¿verdad? No puedo creer que no se acordara de ellos. Sé que su apariencia física y estética cambio, pero no es para tanto. ¿O sí?

—¿Ya podemos empezar Evan? —dijo Georgina que con sus dedos acariciaba el rostro del chico.

—Sí, como sea.

Richard se levantó en dirección a Cristina y se colocó detrás de ella. Clavo el cuchillo sobre su cabeza y la sangre empezó a brotar.

El joven soltó un grito en cuanto vio aquella escena. Se levantó golpeando a Georgina y corrió hacia la entrada, pero fue detenido por Claire. Georgina se levantó enojada y acercándose a él clavo el cuchillo en su estómago.

Con ojos de furia clavo una, y otra, y otra, y otra vez el cuchillo hasta que se formó un charco de sangre en el suelo.

—Realmente quería divertirme contigo y lo estropeaste todo —dijo soltando el cuerpo en el suelo. Se sentó sobre de él enterrando el cuchillo sobre los ojos del chico muerto—. Tenías ojos bonitos.

Evan por su parte, volvió a ver a los ojos al doctor que había visto varias ocasiones. Podía ver el miedo correr por su cuerpo, las lágrimas que derramaba eran de miedo al saber que moriría al igual que su familia.

—Le confieso que yo ayudé a que ellos escaparan ese día. Y no sabe lo feliz que me hizo llevarlo a cabo.

Richard se colocó de lado derecho de Ben, mientras que Georgina se fue al lado izquierdo. Evan frente a él dio la indicación de que enterraran sus cuchillos sobre el cuello del doctor.

Los clavaron durante varias veces hasta que la cabeza cayó rodando al suelo. Georgina se soltó a reír en cuanto vio cómo rodaba por sobre sus pies.

—Bienvenidos a nuestro nuevo hogar.

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