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Capítulo 13: Nivel 2. El Cementerio

Narrado por Caroline

Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Estaba asustada por lo que pasaría en cuestión de minutos.

Caminé lo más rápido que pude para no atrapar la atención de las personas que estaban fuera de sus casas. Justo a dos cuadras del cementerio una sirena comenzó a sonar y soltó el anuncio del toque de queda.

Pensé que ya lo habían quitado, pero no fue así.

Me limité a llegar a las tumbas de los otros, ahí seguro habían colocado todas las cosas que estaban listadas en la nota.

Un listón, un reloj, una pulsera, una nota, una soga, un cuchillo y un baúl.

Sin embargo, cuando llegué a ellas únicamente encontré el baúl. En cada una de las tumbas había un cráneo con una veladora encendida. La escena era realmente aterradora.

Volteé hacia mí alrededor y no vislumbré ni una silueta cerca de mí. En seguida me acerqué más al baúl. Estaba acompañado de una llave y una nota.

"Ábrelo y sigue las instrucciones para encontrar los demás objetos."

Una parte de mí no quería abrir el baúl. Sabía que encontraría algo que me haría quebrar, estaba segura de que Evan quería hacer eso con todos. Rompernos emocionalmente para perder en algún punto de su estúpido juego.

Me armé de valor para meter la llave en el candado. La giré obteniendo quitar el seguro del baúl. Lentamente lo fui abriendo hasta que un olor asqueroso salió de él. Alumbré con mi teléfono y una mano estaba dentro pudriéndose, pero no era una mano cualquiera; era la de papá.

Aventé el baúl lo más lejos de mí. Las lágrimas comenzaron a caer y comencé a sentir una angustia inminente. Nuevamente giré la vista a mi alrededor, la ansiedad que estaba sintiendo comenzaba a tomar posesión de mí.

Uno, dos, tres, cuatro...

La cuenta siempre me hacía volver en sí. Comencé a calmarme lentamente hasta que mi respiración se aligeró. Me acerqué de nuevo al baúl para tomar la papeleta que estaba dentro. Al sacarla me manché la muñeca con la poca sangre que aún quedaba en la mano.

Froté la mancha sobre mi pantalón. Coloqué la nota frente a mí, iluminándola con mi teléfono para poder leerla.

Busca la sección de las tumbas que están en casas. Ahí encontrarás unos objetos.

Después ve al árbol que colinda con la tumba de las familias fundadoras de Stewartville. Ahí encontrarás el resto de los objetos.

Y finalmente, huye mientras puedas que estás siendo vigilada. Y si alguien te atrapa, deberá haber un cambio.

Una vida por otra.

Evan.

La ansiedad que me provocaba el sentir miradas fijas en mí, comenzó a hacerse notoria en mi agitación al respirar.

Me moví instintivamente porque sabía que estaba sujeta a tiempo y por los ojos que estaban encima de mí. Avancé entre las lápidas rápidamente hasta llegar a la sección de las tumbas que les habían construido casas por mero detalle.

Con la lámpara del teléfono fui apuntando a cada una de ellas, con el objetivo de encontrar alguno de los objetos listados. A cada paso que daba, más me adentraba en el cementerio y las probabilidades de perderme serían altas.

Hubo un momento en el que la luz que de mi teléfono chocó con un objeto brillante. Corrí hacia él y en cuanto llegué lo tomé entre mis manos; era una pulsera brillante. La guardé en la bolsa de la chamarra y continué mi camino.


Seguí adentrándome más entre las casas. Ya no había más objetos, parecía que estaban burlándose de mí en la cara. No podía ser posible que hubiera perdido tanto tiempo en esto.

Di media vuelta, pero me quedé inmovilizada al ver una silueta parada a unos pasos de mí. Con un pequeño paso hacia atrás agarré la fuerza para correr. Salí disparada del lugar en dirección al árbol en donde seguramente hallaría todos los demás objetos.

Otra vez estaba entre las lápidas. Corría sin mirar atrás, únicamente me enfocaba en llegar a mi objetivo. En el momento en que estaba a punto de dar vuelta a la derecha me tropecé cayendo al suelo, haciendo que mi teléfono saliera volando de mis manos.

De nuevo en dos pies seguí corriendo dejando detrás el teléfono. La poca luz que emanaba la luna hacía que me pudiera orientar entre la oscuridad.

Me orienté y vi el árbol a muy pocos metros de mí. Eché un vistazo hacia atrás y nadie me estaba siguiendo, por lo que continué avanzando velozmente. Llegué al árbol en cuestión de segundos y comencé a tentar el suelo con el objetivo de encontrar los objetos.

El reloj, el listón, el cuchillo, la soga y el cuchillo se hallaban en ese lugar. Solo faltaba la nota, pero ¿cuál nota?

Recordé el baúl y la nota con las instrucciones. Esa debía de ser la nota que estaba en la lista. Corrí sin mirar atrás, cuidando cada paso que daba para no volver a caerme.

Llegué a las tumbas del Club y el baúl seguía en el mismo lugar. El papel seguía a un lado de él, pero en cuanto lo tomé otra nota estaba acompañándolo.

"Hay un traidor entre ustedes."

—¿Qué? —solté al aire. No podía ser eso posible, nadie sería capaz de estar con Evan.

—Hola Caroline —un escalofrío recorrió mi cuerpo en cuanto volví a escuchar esa voz. Evan estaba detrás de mí y no quería girar mi vista para verlo.

—¿Qué significa esto? —respondí agarrando el valor para estar cara a cara.

—Oh. Solo es la verdad, deberías de ponerte a pensar en si realmente todos están juntos en esto. Porque al parecer alguien piensa para sí mismo y en beneficio de salir libre de todo este juego.

—No te creo. Nadie es capaz de aliarse a ti para jugárnosla de esa manera.

—¿Quieres el nombre? —preguntó tentándome a responderle que sí. Entendía la situación en la que estábamos envueltos, pero nadie nos traicionaría de esa manera tan sucia.

—Ven, acércate Care. Te mostraré algo...

Sacó su celular de la bolsa de su pantalón. El audio comenzó a sonar y en seguida reconocí la voz de la persona que estaba llegando a un acuerdo con Evan.

Lizeth.

—No, no es real.

—Lo siento Care, pero tal parece que alguien está jugando en su propio equipo.

Eché a correr en seguida, pero fue en vano porque Evan alcanzó a sujetarme por detrás. Grité por auxilio, sabiendo que era inútil que alguien me escuchara. Y menos en el toque de queda.

Tres personas encapuchadas aparecieron de la nada y se acercaron a nosotros. Uno de ellos sacó un pañuelo de su bolso y lo restregó en mi rostro hasta que quedé inconsciente. 

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