Capítulo 21: Un nuevo empezar
Un par de jóvenes gritaban con todas sus fuerzas dentro de un ascensor, pidiendo que los saquen de allí.
Imposible parece que no nos oyeran, decía Gokú, con la mayor calma posible.
No, no puede estarme pasando esto, respondía la pelinegra.
No comprendo, el ascensor debería de haber tenido un letrero que indicara que estaba fuera de servicio, decía el joven de cabello alborotado.
Sí, es cierto, debería de haberlo tenido, pero no tuvo nada, de lo contrario no lo hubiera abordado, respondía la pelinegra, mientras bajaba la mirada.
Tranquila, dijo Gokú, con calidez.
¿Cómo me pides tranquilidad en este momento?, respondió Milk, con amargura.
No podemos hacer nada, solo esperar, contesto el apuesto joven con calma.
¿Esperar?, ya estoy cansada de esperar, los minutos siguen pasando y nadie se da cuenta que estamos aquí, respondió la pelinegra con nostalgia.
Lo sé, pero no sé qué más podamos hacer para que noten que estamos atrapados, expreso Gokú.
Estás diciendo que tenemos que resignarnos, respondía Milk, tratando de mantener la calma.
Es que no se me ocurre nada más, dijo el joven.
Este ascensor podría sufrir un cortocircuito, agrego la pelinegra.
No seamos negativos, dijo Gokú, tratando de mantener la calma, ante lo dicho por la joven.
Como puedes estar tan calmado, respondió la pelinegra, con molestia.
No gano nada desesperándome, dijo el joven de cabello alborotado con calma tomando asiento en la plataforma del ascensor.
Tal vez tengas razón, pronunció Milk, tras asimilar la situación que estaba pasando.
Siéntate, te cansaras parada, dijo Gokú con una cálida sonrisa.
Bien, respondió la pelinegra, haciendo una pausa para decir con nostalgia: Ya has pasado más de dos horas, solo faltan minutos para noche buena y Navidad.
Cierto, solo faltan minutos, acoto Gokú, haciendo una pausa para añadir: ¿Tú padre sabía que tras el compartir en la preparatoria vendrías a este centro comercial?
No, mi papá fue a su trabajo hoy muy temprano, no tuve tiempo ni de darle los buenos días, aunque ya debe estar en casa y muy preocupado de no verme en ella, es más, conociéndolo, ya debe estarme buscando en las estaciones policiales y hospitales, respondió Milk, con una ligera sonrisa en su rostro.
Es normal, es el único familiar que tiene, ¿no?, siempre escucho que dices eso en la escuela cuando platicas con tus amigas, dijo Gokú con calma.
Si, solo nos tenemos a los dos, respondió la pelinegra con nostalgia.
¿Y tú madre?, se atrevió a preguntar el joven de cabello alborotado, haciendo que la pelinegra enarque una ceja.
¿Qué quieres saber de ella?, dijo Milk con calma.
¿Por qué nunca la mencionas?, respondió Gokú.
Ella falleció cuando nací, expreso la pelinegra con nostalgia.
Lo lamento, respondió el joven de cabello alborotado.
¿Y tus padres?, ¿saben que viniste a este centro comercial?, dijo Milk para cambiar el tema de conversación.
No, solo les llame para decirle que demoraría una hora, que saliendo de la preparatoria tenía que ir a ver a alguien, pues tenía que darle algo, respondió Gokú con calma.
¿Entonces podrían estarte buscando también?, dijo la pelinegra.
Posiblemente, aunque, mis padres no son muy sobreprotectores, ellos dejan que mi hermano y yo descubramos la vida por nosotros, respondió el joven con calma.
Claro por ello eres así, dijo Milk de repente.
¿Qué?, respondió Gokú.
Nada, confiemos en que nuestros padres nos busquen, así ellos no te sobreprotejan mucho de hecho notaran tu ausencia, dijo la pelinegra.
Sí, claro que sí, confiemos en que nuestros padres al notar nuestra ausencia nos estén buscando, o que alguien de los responsables de este centro comercial note que uno de sus ascensores ha caído al vacío, contesto el joven de cabello alborotado, mientras buscaba algo en una de las bolsitas que llevaba en su mano.
Espero que eso suceda antes de que amanezca, respondió Milk, con la mayor calma posible.
Si confiemos en ello, acoto Gokú con una cálida sonrisa, mientras, miraba una bolsita de papel que sostenía en una de sus manos al tiempo que pensaba: Creo que este es el momento para darle lo que le compre.
Ya son las 12 escucho el joven de cabello alborotado.
¿Qué?, dijo el apuesto joven, reaccionando de sus pensamientos.
Ya son las 12 volvió a decir la pelinegra con cierta nostalgia en su voz.
Cierto, respondió Gokú tras ver en la pantalla de su celular la hora, al tiempo que parecía meditar algo, tras algunos segundos el apuesto jovencito dijo: Toma, es para ti, recíbemelo ¡por favor¡ lo elegí para ti.
¿Qué?, respondió sorprendida la pelinegra.
No me tocaste en el intercambio, pero de igual manera tenía pensado darte un presente para esta Navidad, ya que de hecho será la última Navidad que pasaremos juntos, ya vez que en tres meses acabamos la preparatoria, y pues quería darte algo como recuerdo, recíbemelo ¡por favor¡ decía Gokú en tono de súplica.
Esta bien, ¡gracias¡ dijo Milk, tras recibir la bolsita de papel que el joven de cabello alborotado le había entregado.
¡Feliz Navidad¡ acotó el joven de cabello alborotado.
¿Qué?, dijo la pelinegra.
¡Feliz Navidad¡ ya son las 12, ¿no?, ya estamos en Navidad, respondió Gokú con una cálida sonrisa.
¿Cómo puedes desearme felicidades en este momento?, decía Milk con seriedad, mientras miraba la bolsita que el joven de cabello alborotado le había entregado.
La circunstancia es lo de menos, lo valioso es que tenemos vida y estamos recibiendo una nueva Navidad, seamos pacientes, esto se solucionara, y solo quedara como una anécdota para los dos, dijo Gokú con una cálida sonrisa, dejando pensativa a la pelinegra.
Tienes razón, respondió tras algunos segundos la joven con una ligera sonrisa en su rostro.
Fue una inesperada Navidad, ¿verdad?, dijo Gokú.
Sí, jamás pensé que la recibiría contigo, respondió Milk sonriendo.
Yo tampoco, sin duda está es una de las más felices navidades que he pasado en mi vida, dijo el joven de cabello alborotado sonriendo.
¿Felices?, respondió la pelinegra intrigada.
Sí, porque a pesar de las circunstancias estoy contigo, dijo Gokú sonriendo, haciendo una pausa para decir: Pero ábrelo.
¿Qué?, dijo la pelinegra.
Tu obsequio, ábrelo, respondió Gokú.
¡Eh¡ claro, dijo Milk, mientras abría la bolsita.
Es una cajita musical, en forma de flor, respondió el apuesto joven.
Está muy bonita, ¡gracias¡ dijo la joven.
¿Me darías un abrazo?, respondió Gokú un tanto sonrojado, mientras la pelinegra meditaba la respuesta que daría.
¡Eh¡ claro, dijo Milk apenada, mientras el apuesto jovencito de cabello alborotado se acercaba a ella.
¡Feliz Navidad¡ volvió a decir el joven, mientras abrazaba a la pelinegra.
¡Feliz Navidad¡ dijo Milk en voz baja, al tiempo que correspondía el abrazo del apuesto jovencito de cabello alborotado.
No hay Navidad sin chocolate, añadió Gokú sonriendo.
¿Y de dónde sacaremos chocolate?, expreso la joven, con una ligera sonrisa en su rostro.
Aquí tengo una barrita, respondió Gokú mientras le mostraba una pequeña cajita a la pelinegra.
¿Y eso?, respondió Milk.
Chocolates, dijo Gokú.
¿Chocolates?, respondió intrigada la pelinegra.
Para festejar esta inesperada Navidad, no tenemos una buena taza chocolate caliente para festejar esta Navidad, pero si tenemos una deliciosa barrita de chocolate, dijo el joven, sonriendo, sacando una de las barritas de la caja para entregársela a la jovencita.
¡Gracias¡ respondió pelinegra, recibiendo su barrita de chocolate, al tiempo que pensaba: Está es la Navidad más extraña de mi vida.
De nada, dijo Gokú mirándola con ternura, mientras pensaba: Sin duda está es una inesperada pero bella Navidad.
Minutos después:
Los pelinegros comían una barrita de chocolate, mientras platicaban entre ellos para tratar de sentirse menos ansiosos por la circunstancia que estaban pasando.
Jamás me hubiera imaginado que pasaría una Navidad en un ascensor, decía Milk con la mayor calma posible.
Yo tampoco, ni en mis más locos sueños, estaría contigo pasando una Navidad de esta manera, respondía Gokú.
¿Sueñas conmigo?, dijo la pelinegra intrigada.
¡Eh¡ respondió el joven.
¿Sueñas conmigo?, volvió a repetir la pelinegra.
Bueno si, pero te aseguro que son sueños nada maliciosos, decía un nervioso Gokú agitando sus manos.
Yo jamás pensé que soñarás conmigo con malicia, respondió la pelinegra.
Soy un tonto cuanto se trata de ti, siempre termino arruinando los momentos que estoy contigo, dijo Gokú, tornándose pensativo, para tras algunos segundos romper su silencio y continuar diciendo: ¿Me perdonas?
¿Qué?, respondió Milk intrigada.
Sea lo que sea que te haya hecho, ¿me perdonas?, dijo el apuesto joven con una cálida sonrisa.
¿Me estás pidiendo perdón por algo que ni sabes que fue?, respondió sorprendida la pelinegra.
Si, solo quiero tú perdón y que me permitas acercarme a ti, aunque sea un poquito, como en estás horas, dijo Gokú haciendo una pausa para decir: Milk es Navidad, y Navidad es perdón.
La Navidad es perdón, dijo la pelinegra en voz baja tornándose pensativa.
Si, solo debe reinar, la paz, la unión y el amor, decía el joven, haciendo énfasis en la última palabra, pero la pelinegra ni lo noto por estar meditabunda, pensando en una respuesta para el pedido del joven de cabello alborotado.
La pelinegra tras algunos minutos de silencio dijo: Está bien, te perdono, te daré mi amistad.
Bien, respondió Gokú feliz.
Pero...., decía Milk.
No te preocupes, sabré cuidar esta oportunidad, pero al menos ¿podrías decirme que te hice?, respondió Gokú.
No, eso es algo que tú tendrás que descubrir, dijo la pelinegra, al tiempo que unas voces decían: ¿Hay alguien allí?
Los pelinegros se miraron entre sí y luego a coro dijeron: Si, auxiliooooo, auxilio.
Tranquilos, permanezcan como están, no se muevan o el ascensor volverá a caer, ahora los sacamos, escucharon los pelinegros.
Bien, dijeron los pelinegros mirándose entre sí.
Tras algunos minutos los pelinegros fueron rescatados con ayuda de arnés del ascensor.
Hijos, decían los preocupados padres de los jóvenes quienes se acercaron a abrazar a los jovencitos.
Ya todo paso, decía un gigantesco hombre mientras abrazaba a una pelinegra.
Si, decía Milk.
¿Estás bien?, preguntaba una mujer, mientras dos hombres miraban a un joven de cabello alborotado.
Sí, respondió Gokú, al tiempo que un hombre de bigote se acercaba a ellos.
¡Disculpen la interrupción¡ el gerente de la tienda, les invita a disfrutar de una cena navideña en el restaurante del centro comercial, a una manera de disculpa por el incidente, decía el hombre.
¡Una cena¡ decían los padres de los jóvenes.
Sí, respondió el hombre.
Bueno, creo que la cena que prepare ya estará fría, decía la madre del joven de cabello alborotado.
No tuve tiempo para preparar la cena padre, decía Milk, mirando a su padre.
¿Qué dicen?, ¿aceptan la invitación?, dijo el hombre de bigote.
Los padres de los jovencitos hablaron entre ellos, mientras estos se miraban entre si y levantaban sus hombros.
Si, si aceptamos, dijeron los padres de los pelinegros.
Entonces acompáñenme, respondió el hombre, al tiempo que empezaba a caminar y tras de ellos iban los invitados a la cena Navideña.
Luego de algunos minutos el hombre de bigote detuvo sus pasos junto a una mesa circular, y les indico a los Son y Ox que se sentaran, al tiempo que un joven de cabello largo se unía al grupo.
¡Hermano! decía Raditz, mirando con disimulo a la pelinegra.
Ella es Milk, compañera de aula y ahora mi amiga, expreso Gokú, haciendo que su hermano sonriera ante la respuesta.
Minutos después:
¡Feliz Navidad¡ decían las personas que estaban en la mesa levantando una copa.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro