Stella

—Ojalá hubiera familias felices —digo viendo la ropita de Felice cuando era un bebé.

—Tienes a la tuya —dice Coraline dejando la ropa que ha diseñado en la cama de mi habitación, en la casa de mis padres.

—Sabes que no —comento y suspiro. Doblo la ropa de mi hija y la meto en una caja.

—Podría ser feliz —dice mi amiga con una pequeña sonrisa.

Suspiro de nuevo y recuerdo lo que pasó en el cumpleaños de Thomas.

Me besó después de estar casi un año sin besarme ni tocarme.

Pestañeo y veo a mi amiga.

—Thomas me besó en la discoteca el día de su cumpleaños —confieso y mi amiga, como no, empieza a gritar.

—¡No me lo puedo creer! —exclama contenta—. ¡Si yo fuera tú, le pediría matrimonio allí mismo!

Río.

Está muy loca.

—¿Con qué le pido matrimonio, tontita? —le pregunto y ella rueda los ojos.

—No necesariamente necesitas un objeto. Además, han pasado tres meses de eso —comenta y asiento—. ¿No os habéis besado de nuevo?

Niego y ella me lanza un cojín en la cara.

—¡Oye! —me quejo. Se deja caer hacia atrás en mi cama y ve el techo.

—Podrías ir a su casa y besarlo. Bueno, dentro de dos días. Ahora está con la banda en mi casa practicando y practicando —dice teniendo las manos en el pecho.

Ocurre un silencio.

Desde que el mejor amigo de la banda ha vuelto, las cosas han cambiado a mejor.

Y Måneskin ha vuelto.

—No te recomiendo que vayas a mi casa porque puedes encontrar a Damiano semidesnudo subido en una silla bailando o cantando —comenta y ambas nos reímos.

—Ese chico está loco —digo viendo por la ventana.

—Tu novio sí que está loco.

—Ya no es mi novio, Coraline —le recuerdo.

Las risas de mi hermano son tan sonoras como las de mi pequeña.

Ambos están jugando en el jardín y ya se han caído en el barro.

Mi hija está bastante sucia de barro y parece que le encanta.

Dante me dijo que no me tengo que preocupar por esto porque se encargará de lavar la ropa de Felice y, además, se dará un baño con su sobrina cuando terminen de jugar.

Coraline se coloca a mi lado y pasa sus manos por mi cuerpo como hace a veces.

Veo a mi amiga. Una sonrisa aparece en sus labios.

—Si necesitas mi ayuda, estoy aquí. Thomas está en mi casa casi todos los días, así que, si le tengo que dar un tirón de orejas, me lo dices —comenta Coraline.

Río al oírla y abrazo a mi amiga, la cual se ha convertido en mi mejor amiga.

Amigas como ella no existen, al menos para mí.

Tengo amigas, pero ninguna es como esta pelirroja.

Siempre está conmigo y puedo acudir a ella, pero, la inseguridad me persigue. Me persigue porque sé que solo puedo confiar en mi hermano.

Muchas personas me han fallado y aquí sigo, con una sonrisa y viviendo con mi pequeña Felice.

Hace unos años tenía una amiga, pero se olvidó de mí cuando su novio le pidió matrimonio.

No nos vemos desde la fiesta en la Thomas me conoció. Hace ya tres años.

No me preocupa tampoco.

Veo a mi amiga Coraline acariciando mi mejilla. Se acerca a mí y besa mi frente.

—Cuéntame lo que quieras. No voy a agobiarte. Tampoco te fallaré.

Abrazo a Coraline rápidamente y con fuerza.

Ambas reímos feliz.

—¡Felice, corre corre! —exclama mi hermano.

Vemos lo que pasa por la ventana.

Ha empezado a llover mucho y mi pequeña tiene los bracitos sobre su cabeza. En sus labios hay una sonrisa.

Su tío coge su cuerpo rápido y la pequeña se ríe cuando Dante corre.

Oigo los pasos de mi hermano dentro de casa y la risa de Felice, también la voz del chico.

Al poco aparecen delante de mi habitación y, como no, llenos de barro.

—¡El suelo! —digo viendo las botas de Dante manchadas de barro.

Coraline empieza a reírse a carcajadas al oírme.

—Ya tiene ese instinto de madre. ¡Escapa, Dante, y no mires atrás! —comenta la pelirroja sin parar de reír.

Felice me ve y, mientras lo hace, le da un besito en la mejilla a su tío.

Sonrío y río.

Mi hija sonríe al ver que no estoy enfadada.

—Lo que me espera, Coraline. Lo que me espera —dice mi hermano sujetando a mi hija intentando no reír—. Vamos ya al agua. ¿Tiene su toalla en el baño?

Asiento y veo a mi hija aplaudiendo feliz.

Dante sonríe y camina hacia el baño mientras él y mi hija hablan.

—¿No te molesta que Felice vea a Dante desnudo? —me pregunta Coraline cuando estoy cogiendo ropa para mi pequeña.

—No. ¿Acaso es algo malo? —me giro para ver a mi amiga—. Me ha visto desnuda y también a mi hermano cuando pasa delante de su habitación.

Río al recordarlo.

Cuando cogí el pañal sucio para tirarlo a la basura, oí los pasitos rápidos de Felice. Espié a mi hija.

La vi inclinándose un poco para ver por la puerta entreabierta de la habitación de mi hermano.

Sonreía pilla. Estaba tramando algo y yo la estaba viendo.

Se movió un poco y, cuando vio algo, se llevó las manos a la boca y empezó a reírse corriendo por el pasillo.

La curiosidad me ganó y fui a ver qué había visto.

Mi hermano se había levantado de la cama y estaba igualito a como vino a este mundo: desnudo.

Estaba de espaldas y yo lo estaba viendo.

En la cama no estaba Ethan. Este se había ido a pasar el tiempo y dormir con la banda.

Mi hermano se quedó unos cuantos días en la casa de mis padres porque no quería estar solo.

—Bonito culito —le dije al verlo. Se giró y lo vi todo. Abrí mis ojos sorprendida y tapé mis ojos—. ¡Dante, por favor!

Comenzó a reírse.

—Me has visto desnudo desde que era un enano. ¿No te acuerdas de estar en casa corriendo desnudos y mamá y papá se reían y nos gritaban diciéndonos que teníamos que ponernos algo de ropa? —dijo y reí con él al recordarlo.

Aparté mis manos de los ojos y volví a verlo.

Llevaba unos calzoncillos blancos y ya estaba delante de mí.

—Pero ahora la tienes grande. No es microscópica como antes —comenté y Dante se rio más al oírme.

—Ethan sí que la tiene enorme.

Abrí mis ojos a modo de sorpresa y comencé a reírme a carcajadas al ver la reacción de mi hermano.

Parecía que estaba muy orgulloso del tamaño de la polla de su novio.

—No creo que a mí ni a nuestros padres les interese eso —dije y acaricié su pecho.

—No vayas a fantasear ahora pensando en mi novio mientras te tocas —empezó a tocar mi pelo mientras sonreía.

—¿Quién te dice a ti que no lo hago? —pregunté bromeando.

—Stella, por favor —me dijo y reí de nuevo—. Sé que está muy bueno, pero es tu cuñado.

Sonreí de forma pícara y me acerqué a su oído para hacer el tonto mientras él se reía.

—Pero puedo fantasear con él y con cualquier persona —susurré en su oído—. Pienso mucho. Es una pena que no puedas entrar en mi mente.

Me separé de él para ver su reacción.

Estaba sonriendo después de que le dijera eso.

—Ya te gustaría tener lo que yo tengo, querida —se apoyó en el marco de la puerta y vio su cuerpo tocando sus abdominales—. Soy muy afortunado.

—¿Por comer esa polla grande? —pregunté rápido antes de reírme a carcajadas sosteniendo mi cuerpo en el de mi hermano, el cual me rodeaba la espalda con un brazo.

—Eso y por más cosas —dijo muy convencido de lo que decía.

—Vas así por la vida y Felice te ha visto desnudo. Se ha ido riendo.

Sonrió y me dio un beso en la mejilla.

—Debe de sentirse afortunada al ver mi precioso culo.

Nunca había imaginado que Dante se convertiría en el mejor amigo de mi pequeña.

Nunca había pensado en la relación que podría tener mi hija con mi hermano.

•••

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Holaaa.

Este capítulo me dio vida porque me da mucha ternura que Felice esté con su tío.

Me los imagino felices, gritando y haciendo muchas tonterías sin importar lo demás. ¡Ambos disfrutando a lo grande!

Además, ya conocemos muy bien a Dante. No para de estar orgulloso de su pareja y tampoco para de hablar sobre cosas sexuales a casi todas horas.

¿Qué os ha parecido el capítulo de hoy?

Pronto nos despediremos de este libro... Es decir, dentro de unos meses acabará esta saga y yo estaré llorando con vosotrxs.

¡Nos vemos!