21
—Sí, nuestra casa es preciosa —dice Stella muy contenta hablando con Victoria.
—Me encantaría ir algún día —mi amiga sonríe muy feliz y nos ve con ternura.
Estamos sentados delante del matrimonio. Una de mis manos sostiene la mano de mi novia y la otra acaricia su pierna.
Coraline sonríe feliz viéndonos y ve muchas veces la gran barriga de Stella.
No sé cuántas veces le ha preguntado cuándo va a nacer el bebé.
Stella se echó a reír varias veces y le dijo que nacerá muy pronto.
Victoria, en cambio, ha cambiado el tema de conversación hablando de viajes, golosinas y de bailes.
Nos lo estamos pasando muy bien.
Nuestros amigos no están en casa y Graziella está en su habitación jugando con varios coches de juguete.
—Cuando fuimos a Francia con Graziella, unos chicos le enseñaron a montar en patinete eléctrico y nuestra hija casi lo robó porque se escapó muy lejos —explica Victoria.
Todos nos reímos.
Siento como mi mano se moja poco a poco.
Los leggings grises de Stella se mojan y cambian de color.
Stella para de reírse y mira mi cara de asustado. Luego ve sus muslos.
Las chicas se dan cuenta de lo que ha pasado.
—Has roto aguas, Stella —dice Victoria muy tranquila.
Coraline se levanta del sofá y camina de un lado al otro.
—Lo siento —dice mi novia levantándose rápido—. He manchado el sofá. Lo siento mucho.
Victoria niega con una sonrisa.
¡En menos de 24 horas nacerá mi pequeña Felice!
Sonrío mucho y controlo mis lágrimas.
—No te preocupes por el sofá —dice mi amiga rubia—. ¿Cómo te encuentras?
—Estoy bien —dice Stella sonriendo y me mira.
Se lleva las manos a sus labios y veo varias lágrimas en sus mejillas.
—¡Viene Felice! —dice muy feliz y me abraza, pero una contracción aparece y comienza a controlar su respiración.
Sonrío feliz mientras acaricio su espalda.
Pero no hay tranquilidad en el ambiente.
—¡Estás de parto! —exclama Coraline—. ¡Vamos al hospital!
Victoria ríe y sienta a su mujer a su lado.
—Cálmate, Coral. Deben pasar horas para que nazca —dice la rubia.
Han pasado nueve horas entre contracciones y sonrisas.
Stella se ha dado una ducha y yo he estado con ella para ayudarla en cualquier cosa.
Después, ha caminado tanto en el interior como en el exterior de la casa. Se ha sentado en la pelota grande moviendo su cuerpo con las piernas abiertas.
Ha comido algo ligero y ha bailado con Graziella.
Lleva nueve horas de parto y las contracciones han aumentado, pero se siente bien, o eso es lo que dice.
Damiano, Dante y Ethan han vuelto hace unas horas y los tres le han dado mucho cariño a Stella.
Damiano ha cantado canciones muy tranquilas haciendo sonreír a mi novia mientras le acariciaba el pelo.
Ethan ha besado su vientre varias veces cuando estaba acostada en mi cama. Mi amigo le agarraba la mano a Stella y ella la apretada a veces cuando una contracción fuerte aparecía.
En cambio, Dante ha actuado como un doctor serio, pero también como un hermano.
Nos ha informado de todo. No solo eso, sino que ha comprobado la dilatación de Stella.
Esto me sorprendió bastante. No me esperaba que el hermano de mi novia saliera del baño con las manos limpias y introdujera sus dedos en la vagina de su hermana.
No me he alejado de Stella en ningún momento, es decir, que he visto a Dante haciendo esto. Comprobando la dilatación de Stella.
Por cierto, Dante ha practicado su trabajo no solo a lo largo del embarazo de mi hermana, sino que también ha estado en prácticas en un hospital. Además, ha estado con todos nosotros cuando alguno no se encontraba bien.
Esto me hizo mucha gracia. Aún no ha acabado la carrera de medicina y ya está practicando... ¡Ah, espera! ¡Pero si esta semana tiene su último examen!
Dentro de muy poco se graduará e intentará buscar trabajo.
—Vale, es hora de ir al hospital —dice muy seguro y a Stella le da otra contracción—. Dentro de muy poco nacerá.
Stella está acostada en una camilla y ahora se queja mucho más que en casa.
Hemos pasado dos horas en el hospital y ahora veo a varias personas entrar en la habitación sabiendo que nuestra hija está en perfecto estado.
Mientras, todos nuestros amigos y su familia están en el pasillo.
Son ocho personas en un pasillo en el que pasa gente casi todos los minutos.
Stella se queja tanto que las lágrimas corren por sus mejillas.
—Tú puedes con esto, mi vida —le digo besando su mano.
Sonríe un poco y echa la cabeza hacia atrás.
—Esa sí ha dolido. Bueno, todas las últimas —dice intentando hablar claro. Río y le doy un beso en la frente, la cual está sudada.
El personal sanitario me pide que me ponga una ropa especial, la cual ya la tienen puesta todos ellos.
Preparan el lugar mientras solo se escuchan sus susurros, los quejidos de Stella y su respiración agitada.
Agarro la mano de mi novia y sonrío.
Está cubierta de una capa de sudor.
Su pelo está muy alborotado en un moño que le hizo anteriormente Ethan en casa.
Sus lágrimas se juntan con el sudor.
Su rostro muestra dolor y cansancio.
Quiero que esto acabe pronto.
Stella lo está pasando mal.
—Allá vamos, Stella —dice una mujer con una sonrisa—. Empuja y prontito tendrás a tu bebé en brazos.
El trabajo empieza entre gritos, lloros, dolor, apretón de mano, controlando la respiración.
Los minutos pasan muy lentos.
—¡Un poco más! —dice la mujer.
—Cariño, tú puedes —le digo emocionado y sonríe un poco.
Stella empuja por última vez mientras grita.
La mujer mira las piernas abiertas de mi novia y las demás personas se acercan.
No dicen nada. Ocurre un silencio bastante extraño.
—¡Jorge! —gritan varios de ellos alterados.
Un chico sale de la habitación corriendo.
Rápidamente aparece un hombre y se acerca al personal sanitario.
—Thomas, ¿qué pasa? —me pregunta muy cansada—. ¿Dónde está mi hija?
¿Qué te ha pasado, Felice?
•••
****
Holaaa.
Vale, sí. Lloré cuando escribí este capítulo por el final de este.
No diré mucho más...
Me voy a llorar sabiendo lo que va a pasar a continuación.
Espero que os haya gustado este capítulo.
Thomas y Stella se merecen ser felices.
¡Nos vemos!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro