09
Después de escuchar a Damiano gritando con su hermano Jacopo un montón de barbaridades que me parecen súper divertidas, como por ejemplo lo que han dicho en el vídeo que me ha mandado. Su hermano le preguntaba qué coño estaba haciendo y también le preguntó si era tonto. Damiano, mientras corría, le dijo que le comiera el coño.
Ahora al recordarlo, me estoy riendo.
La pobre Rosa, la madre de estos dos, siempre tiene que estar separándolos aunque adora que ambos hermanos estén juntos. Siempre acaban insultándose y Rosa intenta castigarlos, pero es imposible porque los chicos tienen más de 20 años. Ya son unos muchachos bien crecidos.
Bueno, volvamos a mi relación con esta diosa que es lo que importa realmente.
Han pasado unos siete días entre besos, alcohol y bailes muy idiotas.
Ahora estoy sentado en un sofá de una discoteca y ella está sentada en mi regazo. Sostiene una copa llena de tequila.
Escucho su risa cuando empieza a mover sus caderas en círculos. Trago saliva y me quejo.
¡Está intentando que esté cachondo!
No ha parado de intentar excitarme a todas horas esta noche.
Se colocó delante de mi entrepierna y movió su trasero contra este mientras bailaba.
Pasó su lengua sobre mis labios para luego atrapar mi labio inferior y morderlo antes de besarlo.
Y ahora está en mi regazo y no para de moverse creando fricción.
—Stella, para —le pido y su respuesta es una carcajada.
Me ve y da un buen trago a su bebida, la cual tiene un gran porcentaje de alcohol.
Sé que está borracha y esto me preocupa porque tengo miedo a que le pase algo.
Yo también estoy algo borracho, pero no tanto como ella.
Stella se ríe por cualquier cosa y hace muchas locuras.
—¿No te apetece atacarme? —me pregunta acercándose a mi boca mientras acaricia mi mejilla.
Apesta a alcohol.
—Thomas, eres muy afortunado. Estás con una tía que está buenísima y te niegas a tener placer con ella. ¡Pedazo viejo!
Dice antes de levantarse y perder un poco el equilibro mientras se ríe.
Sostengo su cuerpo y la siento a mi lado.
—Stella, ya basta —le pido preocupado al ver su estado.
—Ay, hermanito, cállate la boca —dice molesta y comienza a reírse acostumbrada a que su hermano le diga eso para detener sus locuras.
Coge su móvil y se lo quito de las manos.
No quiero que le mande ningún mensaje a su hermano ni ningún audio. Si lo hace, estaré muerto.
Dante se preocupa mucho por su hermana y quiere que esté bien.
Stella no está bien ahora.
Me mira molesta y me lanza la bebida en la cara.
Ambos gritamos. Ella sorprendida por lo que acaba de hacer y yo porque el líquido está helado y no me esperaba esto de ella.
Me ve decepcionada y varias lágrimas corren por sus mejillas en silencio.
—Lo siento, Thomas. Lo siento mucho —deja la copa ahora vacía en el suelo.
—Nos vamos.
Abro la puerta de su casa sosteniendo su cuerpo.
Está decepcionada por lo que ha hecho, pero las risas aparecen sin querer.
Se choca con un jarrón y este casi cae.
Avanzamos por el pasillo para llevarnos la sorpresa más grande de la semana.
Sus padres están con los brazos cruzados mientras nos ven muy serios.
Me asusto mucho al verlos.
Menuda manera de conocer a los padres de la chica que tanto amo.
Stella sonríe al verlos.
—¡Mamá! ¡Papá! —exclama e intenta deshacerse de mi agarre. Dejo que se vaya y abraza a sus padres a la vez.
Trago saliva al verlos.
Martina me ve con una pequeña sonrisa sin saber quién soy.
Stefan me ve algo serio.
—Lo siento —digo por fin y Stella se ríe de mis palabras.
—Dice eso porque me trajo a casa cuando ni siquiera era capaz de sostenerme en pie, mamá —dice Stella y sonrío un poco al oír como le cuenta a sus padres que yo le ayudé.
Stefan me mira de arriba abajo mientras sostiene a su hija por la cintura.
—¿Qué te ha pasado, muchacho? Estás empapado —dice el hombre y me encojo de hombros.
—No es nada, señor. Solo ha pasado un pequeño accidente —explico.
Stella levanta un brazo riendo diciendo que fue ella la culpable.
A los pocos minutos, ya me dirijo a la salida de la vivienda dejando a Stella en los brazos de sus padres.
Me alegro que sus padres hayan sido amables conmigo, pero no me ha hecho gracia el comportamiento de la chica rubia.
He quedado como el ser más idiota delante de sus padres. Se rio de mí y les contó numerosas cosas sobre mí, como por ejemplo mis bailes tan característicos.
Suspiro una vez que estoy en el coche controlando mis lágrimas.
Veo la casa que hay delante de mí y me cuestiono si debería de tocar el timbre.
Son las tres de la madrugada.
Unas risas me hacen saber que las personas que viven allí no están durmiendo.
Toco el timbre y escucho unos pasos que se acercan al portal marrón de la casa.
Este se abre y veo a un chico bastante alto, creo que es más alto que yo. Su pelo está un poco despeinado.
Sonríe al verme.
—Hola, Thomas. ¿Qué te trae por aquí? —me pregunta con un tono muy amable.
—Hola, Jacopo —saludo y me deja entrar en la vivienda. Cierra el portal detrás de nosotros—. Solo quería ver a tu hermano.
Asiente sonriendo.
—Al mocoso de mi hermano, entonces —dice y río al oír como llama a su hermano pequeño.
Me mira y acaricia mi hombro con cariño.
—Estás mojado y esto no es bueno. Te pondrás enfermo. ¿Quieres darte una ducha? Te dejaré algo de ropa —dice con una sonrisa y pienso que soy muy afortunado por conocer al hermano de Damiano. Puede ser mucho más amable que mi amigo—. Encontraremos la ropa perfecta para ti, amigo.
Sonrío y voy a hablar, pero una voz realmente familiar nos interrumpe.
—¡Raggi, amigo mío! —exclama feliz y se acerca a mí. Al hacer esto, recibe un golpe de Jacopo en las costillas. Damiano se retuerce de dolor, pero acaba riéndose.
—Pedazo imbécil, no puedes meterte en las conversaciones de los demás —le echa la bronca su hermano mayor. Eso me hace reír—. Mamá y papá tienen que educarte de nuevo. Eres un desastre.
Damiano sonríe orgulloso y le enseña el dedo medio a su hermano.
—Mangia la mia figa —dice mi amigo y gime alto después de meterse el dedo en la boca. Esto me recuerda a una parte de nuestra canción I Wanna Be Your Slave.
—¿Cómo te voy a comer el coño? ¡No tienes! —dice Jacopo y me río a carcajadas al oírlo—. Les voy a decir también que tienes que estudiar los genitales. No sabes lo que tiene un hombre.
—Una figa —dice Damiano sonriendo y coloca un brazo sobre mis hombros.
Ahora los hermanos David comienzan a discutir diciendo los nombres de los genitales.
—Un cazzo —dice Jacopo más serio que su hermano.
—Una figa!
—Un cazzo! ¡Pedazo merda! —exclama el hermano mayor.
—¡Niños, ya basta! —se queja Rosa, la madre de estos dos—. Me tenéis la cabeza saturada con vuestras peleas. ¡Tenéis 25 y 22 años!
Veo su pelo rizado. Rosa se acerca a sus hijos idénticos y me mira con una sonrisa, pero sé que está avergonzada.
—Hola, Thomas —me saluda muerta de vergüenza mientras está entre los dos hermanos—. Has tenido que presenciar las tantas peleas de estos dos. Lo siento.
Río y niego.
—Hola. No te preocupes —digo con una sonrisa—. No es nuevo escuchar las tonterías de mi amigo.
—Fuera de mi casa —dice serio Damiano señalando el portal marrón. Intento ocultar mi sonrisa.
—¡Damiano! —exclaman madre e hijo.
Una vez dentro de su casa, me ducho y me visto con la ropa que me ha dado Jacopo.
Una camiseta blanca y unos pantalones deportivos azul marinos. Damiano se encargó de prestarme uno de sus calzoncillos.
Mi amigo entra en su habitación y me ve allí.
Dormiremos juntos.
—¿Ha pasado algo? —me pregunta una vez sentado a mi lado. Ha dejado las tonterías a un lado.
Controlo mis lágrimas, pero me echo a llorar.
Damiano me abraza con fuerza y hace que nos acostemos en su cama.
Me abraza mientras acaricia mi pelo.
—Eso es, amigo —susurra y besa mi cabeza—. Deja que todo salga. Estoy aquí, a tu lado.
Lloro en su pecho y él sigue abrazándome con fuerza.
Me alejo un poco para poder verlo una vez que mis sollozos han parado.
—He ido con Stella a una discoteca y se emborrachó bastante. Apestaba a alcohol porque me echó el alcohol en la cara.
—¿Qué estás diciendo? —pregunta sorprendido. Asiento.
—Luego, ya en su casa, encontramos a sus padres. Nunca antes me habían conocido y va ella y dice muchas mierdas sobre mí.
Lloro de nuevo y él me acerca a su cuerpo, abrazándome.
—Ay, mi Thomas —dice acariciando mi espalda—. El alcohol puede sacarle información a todo el mundo. Y esta vez le tocó a ella hablar sobre ti.
¿Por qué ha hecho eso?
No me esperaba esto de ti, Stella.
•••
****
¡Hola!
Me siento muy feliz porque he podido escribir este nuevo capítulo hoy por la mañana.
Es triste, pero a la vez es divertido por los hermanos David.
No me ha gustado nada el comportamiento de Stella...
AHHHH, hablando de esta bella diosa, una de mis lectoras me preguntó cómo es Stella, así que os dejaré varias fotos para que podáis verla.
Os cuento la historia de este personaje. Creé a Stella pensando en una chica rubia y con muchas curvas. Su cuerpo es real, es una mujer real que puedes encontrar en numerosos lugares. No es delgada.
Así que, un día mientras estaba en TikTok, apareció un vídeo de una chica llamada Julia Berit, la cual es modelo curvy.
En ese momento, esa chica se convirtió en mi Stella. Es perfecta. Es la chica en la que estaba pensando desde que apareció la hermana de Dante en esta gran trama.
Amo a esta chica. ¡Es muy hermosa!
Ahora sí, os dejo fotos de ella:
Que, por cierto, una vez escrito y publicado el capítulo en el que conoce a Thomas en una fiesta, esta modelo publicó la foto en la que lleva un conjunto blanco semanas después. ¡Stella llevaba un conjunto blanco esa noche!
Es algo que me hizo gracia y pensé ¡qué coincidencia!
¿Qué opináis de la chica que tengo en mente como Stella?
Gracias por vuestro gran apoyo. Me hacéis muy feliz.
¡Nos vemos!
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