08
Stella
Mi móvil me despierta. Miro la pantalla de este como puedo ya que Thomas no para de abrazar mi cuerpo.
Dante.
No cojo la videollamada por miedo a que me vea completamente desnuda con Thomas a mi lado.
—Stella, el móvil no. Cógelo o siléncialo —oigo como dice Thomas un tanto molesto con su rostro casi entre mis pechos.
—Tengo que cogerlo. Es mi hermano —explico y él suspira—. Si no respondo, me matará.
Ríe y besa mi piel.
—Es tu hermano. No tu padre.
Sonrío y no digo absolutamente nada de lo que ha ocurrido en mi pasado para que Dante se comporte de esa manera conmigo.
Cuando era una niña, la gente se burlaba de mi cuerpo y me llamaban cosas horribles. Mi hermano siempre estaba ahí para decirles un parte de cosas.
Cuando era una adolescente, varios chicos, los cuales eran todos amigos, decían que tenía mucha carne para coger y así follar conmigo mucho mejor.
Nunca me han tocado, pero siempre me sentía insegura al escuchar comentarios como estos.
Un asco de comentarios que me hacían sentir un objeto para sus pollas.
Mi hermano estaba ahí para apoyarme y para hacerme feliz.
Gracias a sus palabras, empecé a ser fuerte y a amar mi cuerpo.
Dante le daba un susto a todos los chicos que eran así conmigo. Un susto como, por ejemplo, amenazarlos con decirle a todo el mundo lo que me habían dicho y así quedar como los chicos más asquerosos del instituto.
Todo el mundo sabía que ese grupo de amigos era excelente en el instituto tanto por su comportamiento como por sus notas.
Pero nadie sabía como me trataban cuando se encontraban conmigo, estando completamente sola con ellos. No había nadie más a nuestro alrededor.
Decían unas cosas así:
Un día iremos a tu querida biblioteca y te follaremos en el baño sin importar tu opinión.
Tengo unas ganas tremendas de comer esas tetas tan grandes que tienes. Mis amigos estarán tocando tu cuerpo y, el más afortunado, te estará follando.
Me alegro tanto de que estés en este instituto. La mierda es que somos muy populares aquí y no podemos hacer absolutamente nada contigo en los pasillos ni en los baños. Eso es muy triste.
Yo me quedaba en silencio y me escapaba sabiendo que no vendrían detrás de mí porque, claro, eran los mejores en todo el instituto y si hacían eso, quedarían muy mal.
Recuerdo llegar a casa ocultando mis sentimientos para que mis padres no se enteraran de nada. Acudía a la habitación de mi hermano y él ignoraba los tantos papeles que tenía que estudiar.
Se centraba en mí, en mis llantos y en mis palabras.
Me abrazaba muy fuerte y me decía lo maravillosa que soy. Repetía una y otra vez que esos idiotas se irían muy pronto.
Y así ocurrió.
Mantuve en secreto lo ocurrido. Solo Dante y yo lo sabíamos.
Mi hermano sabe muchas más cosas sobre mí que mis propios padres.
Dante ha estado en todo momento conmigo ignorando sus exámenes y sus planes con sus amigos.
Quería verme feliz. Quería saber que amaba con locura mi cuerpo. Quería que estuviera bien.
Soy como soy hoy en día gracias a mi hermano.
Cuando me llama de nuevo, respondo.
—¡Stella! ¿Por qué no has contestado mis llamadas? —dice una vez que respondo. Sonrío.
—Buenas noches, mi querido Dante —digo con tranquilidad.
—Hola, hermana mía.
—¿Qué tal todo por allí? ¿Ya tienes planes para mañana?
Thomas se mueve un poco y acaricia uno de mis pechos. Lo aprieta un poco.
Tengo muchas ganas de besar su cabeza, pero si lo hago, mi hermano escuchará el beso.
—Pues, mañana por la mañana iremos a la playa —dice mi hermano y la última palabra suena un poco rara.
Juraría que está temblando, intentando controlar su voz, pero esta ha fallado.
¿Me ha llamado mientras está montándoselo con Ethan?
Alzo una ceja al pensarlo.
No sería la primera vez que estamos juntos, Ethan a su lado, y su voz cambia porque su novio hace algo debajo de la mesa. Y no solo Ethan, Dante se lo devuelve cualquier día y el chico de pelo largo se tensa mucho, agarrándose a la mesa.
—Hermanito, ¿todo bien por ahí? —pregunto curiosa. Sé lo que está pasando.
—Sí, sí. Todo bien, todo bien.
Mentiroso.
Río un poco y Thomas me ve.
Agradezco mucho que no tenga barba. Si la tuviera, lo apartaría de mi piel porque me molestaría bastante. Lo digo porque el bobo de mi hermano se ha acercado a alguna parte de mi cuerpo pasando su barba por esta.
¡Me molesta mucho! No me gusta nada sentir la barba en mi piel.
—Sois muy cerdos a todas horas. Las 24 horas, para ser sincera.
Thomas intenta no reírse y se esconde entre mis pechos, acercándome más a su cuerpo.
Con una mano acaricio su pelo rubio, el cual está bastante largo.
—Stella, cállate. Eso es mentira. No somos atrevidos las 24 horas del día. No mientas.
Río escuchando la gran mentira de mi hermano.
Venga ya, Dante. Casi todos los días estás con Ethan entre gemidos y palabras bastante guarras.
—Claro, claro —digo dándole la razón.
Escucho un suspiro, sé que es de mi hermano.
Dice algo de que si Thomas me hace algo, que se enterará. Así que cuelgo y dejo el móvil en mi mesita de noche.
Thomas me mira con su rostro dulce y beso sus labios sonriendo.
Su mano pasa por mi espalda y la acaricia mientras me besa con ternura.
Me siento en la silla con el móvil en la mano mientras espero a Thomas.
Respondo un mensaje de mi amiga:
«Me alegro mucho de que todo vaya bien por ahí. También me alegro de que Vic esté feliz y cómoda con tu familia.
Hoy te toca conocer a tu abuela. Espero que sea muy maja y que te quiera con locura.
Las mejores abuelas son así, mi pequeña Coraline»
Responde segundos después:
«¡Ya estoy con ella!
Ha llorado mucho y me ha dicho que está muy feliz.
Nunca antes me había visto, Stella. ¿Sabes la pedazo de mierda que es eso? Mis padres son horribles. Nunca pararé de odiarlos.
¿Cómo es posible que no dejes que la abuela de tu hija no vea a su pequeña? ¡Eso es muy cruel para la pobre mujer! Además, la pequeña siempre querrá conocer a su abuela»
—Aquí lo tienes —dice Thomas cuando me entrega un café con leche para llevar. Sonrío y él también sonríe.
Se sienta delante de mí y bebe su leche con cacao para llevar mientras pasa un dedo por la pantalla de su móvil.
Es muy adorable.
—Anda, mira. Damiano ha enviado un vídeo —dice y le presto atención a Thomas.
—El pobre chico me da pena. Está muy solo. Debes ir con él, Thomas —digo y él niega cuando ve el vídeo.
Escucho la voz de nuestro amigo y una voz detrás de la suya. También habla una mujer.
—Thomas, mira, amigo mío. Estoy con mi familia y lo estoy pasando muy pero muy mal aquí —escucho como dice Damiano una vez que Thomas repite el vídeo y me lo enseña.
Damiano se mueve a un lado. Está en un espacio abierto, es decir, no está dentro de una casa. Mueve el móvil y un chico muy parecido a él mira a la cámara.
—Che cazzo fai? Ma sei coglione? —grita el chico y Damiano comienza a correr cuando ve que el muchacho se levanta del asiento y lo persigue.
Damiano se ríe corriendo.
—Mangia la mia figa! —exclama nuestro amigo y pongo una mano delante de mi boca controlando el grito que estaba a punto de salir porque me ha parecido muy gracioso lo que acaba de decir.
—¡Niños! —exclama una mujer y el vídeo acaba.
Thomas y yo nos reímos sin parar. No nos importa que haya muchas personas viéndonos.
Damiano está loco y eso me encanta.
Río y bebo un poco de mi bebida.
Mi móvil vibra y veo una notificación.
Damiano te ha añadido al grupo "Måneskin".
•••
****
Holaaa.
¡Es tardísimo para publicar! Lo sé y lo siento mucho.
Hoy he estado ocupada y, además, no tenía escrito este capítulo. Hace unos minutos lo acabé y por aquí lo tenéis.
Lo siento.
Me encanta saber que Thomas y Stella cada día están más juntitos. ¡Los amo!
Damiano de loco siempre JAJAJAJA.
Espero que os haya gustado este capítulo.
Muchas gracias por seguir leyendo mi libro. Significa mucho para mí.
Se os quiere mucho.
¡Nos vemos!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro