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XXXI


               Hace ya un tiempo que la violencia no se aplica dentro del almacén, pero Frank realmente quiso golpear a Billie cuando avisó que la próxima misión sería la semana siguiente.

El tatuado sabe que no es su culpa, que si hay alguien a quien deben culpar son a los Pasamontañas, pero pasó otro buen rato desde que las cosas dejaron de interesarle tanto. Son unos malditos que sólo utilizan a Billie para llevar a cabo todos sus planes, le dijo Danger. Cosa que le tomó por pequeña sorpresa porque Danger no suele maldecir, pero además de ser la verdad siente que lo merecen, así que Frank le dio la razón.

Dos semanas transcurrieron del último suceso, y sólo observó atentamente cómo la castaña se escabullía para abrazar a Vic a quien no vio por gran parte de esos días. Fue un momento íntimo que el grupo respetó y estuvo más que bien, pero tal parece que, a penas Danger logró levantarse de la cama; Billie anunció la siguiente misión. Eso le cabreó, y no sólo a Frank sino que a Gerard y al resto del grupo también. Danger luce demacrada, Will le daba miradas a lo lejos, pero ella nunca puso pretextos a la hora del entrenamiento. El llanto cesó increíblemente, y tuvo que ser él quien le dijera a Will que podía acercarse a ella porque lo necesitaba. Así Danger no se lo dijera, él lo sabía. Ignoró el que Gerard le dijera que no lo hiciera, que mientras Danger estuviese lo más alejada de él sería mejor, y por primera vez le dedicó una mirada fría y con rabia a Lindsey cuando ésta lo secundó.

No es de su jodido problema lo que Gerard y él hablen, no tiene porqué meterse, y la pelinegra lo comprendió al par de gruñidos del tatuado al decirle aquello, pero Gerard insistió. Por supuesto Frank no le dio importancia. Él sólo quiere que Danger se distraiga, por amor a Dios. Ya no tolera sus labios rotos ni su mirada perdida por incluso horas. Horas de una expresión neutra, sombría y pálida que con suerte le corresponden.

Frank está menos vivo que de costumbre, lo cual se reduce a bastante. Pero Gerard llega por las noches y duerme junto a ellos, abrazado a él porque con la mirada se lo implora ya que las palabras siempre están demás. Danger habla con todos tal como si Rafael estuviese descansando en la habitación de al lado, y descubrieron a Mikey con los nudillos destrozados tras haber golpeado una pared para drenar la ira que eso le hace sentir, pero hallaron a Danger abrazando al rubio desde la espalda mientras éste respiraba con agitada fuerza y eso pareció calmarlos.

Tiene en claro que han sido dos largas semanas de mierda, pero para como esperaban siendo que la suerte los repudia; todo está malditamente bien.

Entonces toma un respiro, un largo, largo respiro antes de que su mano se entrelace con la de Gerard y éste lo ayude a subir al techo del tren en un tirón. Aun cuando todos están en sus posiciones la mano del mayor continúa con la suya y Gerard se encarga de besar el dorso de ésta antes de soltarla. Un leve vuelco invade el pecho de Frank, lo toma como un simple gesto cariño, uno que le desprende seguridad, porque no quiere pensar en que es una despedida y menos cuando antes de salir del almacén le repitió que no lo dejaría. Más porque Gerard estaba nervioso que por otra cosa, y no quiso saber el por qué de su nerviosismo siendo que siempre lo ha visto relativamente calmado antes de una misión, pero sólo se limitó a suponer y a callar. Prefiere mantenerse al margen de la presión.

El tren comienza a moverse incluso con más rapidez que la última vez que subieron ahí, las vías se sienten inseguras y les hace tambalear cada cierto tiempo en el que todos deben correr y disparar sin pudor. Sostener un arma ya no es extraño como al principio, el tatuado piensa que hasta pudo haberle tomado cariño, después de todo parece ser la única dispuesta a mantenerlos a salvo. Y el saber que no son a nadie más que a los Pasamontañas a los que les dispara también le hace sentir algo de satisfacción, no ha visto ni la más mínima gota de sangre, pero escuchar sus gritos hasta que desaparecen en el vacío puede que equivalga a lo mismo.

Nota que el camino es más largo y la superficie más extensa, el calor se apodera de ellos y no son dignos de la lluvia esa vez; hasta que el botón parece hacerse visible a un extremo. Es algo diminuto que si entrecierra los ojos a duras penas puede ver, pero está ahí. Está ahí, y su pie se resbala dejando la sensación de terror en él cuando la mano de Tré va a su brazo trayéndolo de vuelta. El teñido tira de Frank haciéndolos correr a ambos, y los disparos no se detienen, aumentan. Sus piernas duelen, la cabeza le pulsa dolorosamente, y su indignación sobrepasa los límites cuando se percata de que, lo que a lo lejos veía como el adorado botón; no es más que otro jodido obstáculo.

Entonces el tren comienza a moverse lento, acompañando al silencio torrencial que la vista de unas montañas bañadas en blanco y un repentino frío le permite apreciar. Ya no hay más disparos y los Pasamontañas ya no van hacia ellos. El avellana intercambia miradas con Tré delante de él, ambos paralizados. A su izquierda Frances y Lindsey se muestran igual, y un poco más atrás de ellas el resto no está diferente. Piensa en que llevan la delantera, él puede esquivar cada obstáculo y llegar al botón, porque si el tren deja su curso y se detiene le parece más fácil la distancia entre él y el objeto.

Sin embargo, Danger está a su derecha, y por lo tanto: va primero que él y que todos.

Es ahí cuando Frank decide dar un paso hacia ella. Y es ahí también cuando se percata del gran abismo debajo de ellos, cómo su aliento y su respiración se hacen visibles con el humo, y cómo el tren comienza a moverse de nuevo acelerando el paso probablemente tres veces más que la anterior. Logra tomarse de uno de los tubos metálicos cuando pierde el equilibrio y así es como llega a Danger. La superficie es cada vez más inestable, pero ahora sí pueden ver el botón y los obstáculos acabando para dejarles el camino libre hacia éste. Aun así, las vías del tren no dejan de crujir causando que se desorienten.

Un grito resuena y Danger sólo es capaz de extender su mano hacia donde su reflejo le dirige, y sus uñas lastiman el brazo de Frank pero logra salvarlo de caer. Todo se paraliza y no tiene la menor idea de en dónde puede estar el resto que no la están ayudando a salvar al tatuado, pero a pesar de sentir su hombro comenzar a dislocarse se rehúsa por completo a soltar la mano de Frank. Con el tren yendo a excesiva velocidad, la menor observa las vías pintarse de llamas naranjas y amarillas, y un poco más allá el mar que espera por ellos en caso de que no pudiesen sostenerse más.

Entre sus mechones de cabello, Danger visualiza una estructura similar a un gran arco. Un arco que también se prende en fuego cuando el inicio del tren arremete contra él.

— ¡Un puente! —grita Danger abriendo los ojos— ¡Hay un maldito puente!

Espera a que sus demás compañeros escuchen pero ninguno es consciente de su situación. No sabe cómo es que ella y Frank llegaron tan lejos, o cómo es que el resto se ve a gran distancia de ellos, pero se percata de que es porque los Pasamontañas volvieron y que ahora sólo depende de ellos.

O de ella.

Tras un hondo respiro, la menor utiliza todas sus fuerzas, haciendo que cada uno de los músculos de sus brazos ardan en dolor por el peso de Frank. El mayor intenta colaborar, pero no es más que un intento absurdo porque Danger está débil y él no es necesariamente liviano. Tomando las manos de Danger correctamente escala hacia la plataforma, pero las plantas de sus piernas quedan en el borde y su cuerpo continúa encarando al vacío, mientras que una exhausta Danger intenta tirarlo hacia ella antes de que el borde del puente se lo lleve por el medio.

» ¡¿Qué mierda estás esperando?! —vuelve a gritar la castaña— ¡Sube!

— ¡Ve tú, Dang! —le grita Frank— ¡Suéltame y ve a presionar el botón!

— ¡¿Qué?! ¡No voy a dejarte! ¡Sólo ven, Frank!

— ¡Danger, tienes que ir a presionar el botón! ¡Yo voy a estar bien, pero tienes que ir! ¡Ahora!

— ¡Dejé a Rafael, no te voy a dejar a ti! —Danger ha comenzado a llorar, y sus sollozos le desgarran la garganta junto al pecho de Frank— ¡Eres lo único que me queda! ¡¿Qué no entiendes?!

Cada vez están más cerca del puente y los pasos redundantes de su compañeros le hacen eco en la cabeza, incluso escucha gritos de Gerard quien al parecer intenta llegar todavía más rápido hacia ellos sin importar la inestabilidad del tren. Le sorprende que lleven buen tiempo en el reloj, pero no piensa cantar victoria aun, no si Frank le está pidiendo a gritos que lo suelte en un abismo y es ella la única capaz de correr hacia donde éste le indica.

— ¡Vas a estar bien, ¿sí?! —grita Frank desesperado— ¡Hazlo!

Y las manos tintadas abandonan las manos contrarias.

Para cuando la castaña sale de su trance quedan menos de cuarenta segundos en el reloj y Gerard le grita. Realmente le grita. Pero Danger no lo escucha, Danger sólo retoma la postura y corre. Pierde los cabos del pensamiento, se pierde a sí misma y sólo son sus pies destrozando la plataforma al correr. Las vías hacen un sonido de estruendo cuando presiona el botón a cuatro segundos de todo estallar y son los brazos de Andy la que la sacan de ahí, con la ayuda de Will la bajan del tren por un camino que ella no ve por tener la vista fija en el mar y frunce el ceño cuando Gerard le pregunta que en dónde está Frank. Gerard no vio cuando Frank soltó las manos de Danger, así que con ese último ápice de esperanza la castaña le dice en dónde ha caído el tatuado, y el pelinegro no termina de pensarlo ni una vez cuando ya sus pasos están recorriendo el camino de vuelta hacia donde Danger señaló.

Matt va junto a él por órdenes de Billie, Gerard no le presta la más mínima atención a él o a Mikey gritándole que regrese a donde están mientras insulta a Billie también, repitiendo cuantiosas veces lo peligroso que es que el ojiverde vaya hacia allá. Cuando Danger también quiere ir con ellos Billie la detiene rodeándola con sus brazos, no importa cuántas veces Danger se retuerce por salir de su agarre no lo logra, y solloza cuando Lindsey se acerca a ella para entrelazar su mano con la propia.

— ¿Qué vas a hacer? —jadea Matt en pregunta, mirando hacia al mar con horror— No creo que haya forma de sacar a Frank de ahí, está en medio del océano, hermano, se fue, nosotros también tenemos que irnos, tienes-

—Si tú te quieres ir entonces vete —masculla el desteñido entre dientes, comenzando a deshacerse de sus zapatos y equipaje y todo lo que le pesa para dejarle más movilidad. En su voz se resalta el miedo y los nervios, tan palpable como el concreto—. Yo voy a sacar a Frank de ahí.

— ¡Gerard!

El grito del rubio es lo último que escucha antes de saltar al agua desde lo que parece una altura considerable. Quedarse quietos no parece una opción, por lo que al Billie aflojar el agarre alrededor de Danger es la primera en salir corriendo hacia donde Matt observa horrorizado.

El estar bajo el agua siempre ha parecido pacífico para Gerard. Hay un silencio que está lejos de ser molesto y la mayoría de las veces lo tomaba en cuenta cuando decidía aferrarse al fondo de la piscina en el almacén, buscando esa paz que ya no encontraría de nuevo. Y está seguro que de poder quedarse ahí a apreciar eso, lo haría, pero cuando ha avanzado bajo el agua y se queda sin aliento, debe volver a la superficie todavía sin indicios de Frank. No se rinde, regresa en cuanto sus pulmones se llenan de aire y agradece con fuerzas que aún sea temprano para ver por dónde va. Se exalta al ver una figura sobre una piedra, nadando hacia allá con pudor.

No piensa en el frío, no piensa en la profundidad en la que se hallan, sólo piensa en Frank. Piensa en su mano tomando la tatuada, piensa en la primera vez que lo vio, cómo no significó ni una cuarta parte de lo que significa ahora. Los primeros cruces de palabras, sus ojos mirándolo como si fuese único... Lo que parecía pacífico en él ya no está por el fuerte latir de su corazón al arrastrar el cuerpo del avellana a la superficie, pidiendo ayuda a gritos que lo demás acatan enseguida. Lo ve pálido y con los labios morados, los párpados cerrados e inmóvil. No está escuchando nada en su entorno y todo está pasando demasiado rápido. Temblando con conmoción se deshace de la maya de Frank, dejando su pecho libre y posando sus dedos en su muñeca para comprobar su pulso. Sin dejar pasar un instante más empuña ambas manos sobre su pecho y comienza a bombear fuertemente. Ninguno está ayudando y no sabe en qué momento comienza a llorar de la ira, pero sabe que no necesita que Frank lo abandone. No ahora, ni aquí, ni así.

—Vamos, Frankie —murmura respirando sobre su boca y regresando las manos a su pecho—. Lo prometiste, vamos. No puedes, Frank. No puedes.

La desesperación toma lugar por encima de la ira y gruñe golpeando el pecho tatuado como si estuviese clavando una navaja repetidas veces, dejando de un lado la prudencia que se prometió en un principio.

» ¡Dijiste que no me dejarías!

Cada palabra se desprende en un gruñido, cada palabra es un golpe brusco al pecho de Frank, y es justo cuando Mikey tiende a alejarlo del cuerpo del menor cuando éste reacciona en una convulsión, alzándose y escupiendo el agua que tragó. No es necesario que Gerard forcejee con su hermano porque éste lo deja ir enseguida. El Way mayor va a posar las manos en la nuca de Frank ayudándolo en sus arqueadas y aprovechando para abrazarlo contra sí y calmar algo del frío matador que los envuelve. Danger se escapa de Lindsey para ir hacia ellos, y Gerard besa el costado de su cabeza recibiendo el abrazo de la castaña desde la espalda mientras sus lágrimas se deslizan por su brazo.



No estoy nada satisfecha con esto, pero acá está y espero que sea suficiente para ustedes :)

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