XXX
Cada cierto tiempo, los días se vuelven repetitivos. El silencio es tan esencial como monótono, tétrico y explícito, y los vuelve a todos víctimas procurando no dejar a nadie por fuera.
Matt cierra los ojos, suspirando pesadamente. Hay silencio. Silencio ensordecedor, casi espeluznante, pero están a plena luz de amanecer. Debe deslizarse fuera de la cama hasta caer sentado en el piso para acostarse y permitir que el frío acogedor de este lo envuelva. En las noches es un martirio, pero en el día es bastante agradable considerando que a los Pasamontañas nunca se les ocurrió ponerle cortinas a las ventanas de sus habitaciones.
Vuelve a cerrar los ojos; no hay llanto. Entonces suspira con alivio porque Danger se ha dormido y porque Lindsey dejaría de temblar en su sueño sobre uno de los sofás en la plata baja gracias al sufrimiento de la menor. Escucha pasos resonar contra el suelo, le hace abrir los ojos pero no voltea sino que se pierde en las miles de grietas en el concreto del techo. La humedad del frío se cuela y se deja llevar por ese olor a tierra mojada. Descansando ahora que la pequeña Danger se ha calmado, calmándolos a todos a su par.
Frank parpadea lentamente cuando la puerta suena, ignorando el fuerte ardor que eso le produce. Tiembla al ver a Gerard asomarse por la ranura entre la poca claridad, y cuando quiere adentrarse a la habitación que hace a sus pasos sonar, Frank vuelve a temblar llevándose el índice a su boca en señal de silencio. Gerard capta y asiente, Danger duerme plácidamente a su lado, estremeciéndose cada vez menos a medida que Morfeo va arrastrándola fuera de ahí. Pero el mayor fue a hablar con él, a sacarlo de ahí aunque fuese por diez minutos.
Frank necesita respirar, alejarse, despegarse. Probablemente desahogarse también, Gerard le dará tal oportunidad. Aun así, no muestra ningún indicio de querer dejar a Danger a pesar de que su respiración ya es pacífica. Gerard lo intenta de nuevo a través de susurros, señas y también miradas que a duras penas el tatuado corresponde, pero lo convence. Está perdido, eso le asusta. Frank no deja de ver a Danger en ningún momento, temiendo quizás el que se esfume si deja de mirar. Sólo cuando están fuera de la habitación que la puerta de madera se interpone es que Frank se limita a verlo. Lo primero que Gerard denota es su rostro hinchado y magullado, sus mejillas levemente sonrojadas y las bolsas oscuras bajo sus ojos dándole el toque cansado que los caracteriza a todos en ese lugar, incluyéndose.
El mayor toma la mano de Iero, guiándolo a la terraza con total paciencia. Como si estuviese guiando a un niño hacia su siesta de la tarde. El frío les golpea a pesar de que el sol pega con fuerza. Frank se ve tentado a preguntar por la hora, pero no le interesa demasiado así que desiste. Ese espacio al tope del edificio desprende paz para él y Gerard lo sabe, es por lo mismo que lo llevó. Han hablado poco las pasadas veinticuatro horas, a Frank sólo le interesaba consolar a Danger y él no interrumpiría, pero también notó cuando el llanto cesó y el silencio reinó. Aprovechando que no pudo dormir en toda la noche y que tampoco tenía intensiones de, fue en su búsqueda.
Totalmente neutro Frank observa el naciente sol y luego deja caer la cabeza, exhausto. Pronto Gerard va hacia él, porque de qué sirve el querer conversar cuando puede manifestarse en acciones. La frente del menor cae sobre su hombro derecho y poco le importa que el avellana no corresponda, lo rodea con sus brazos para reconfortarlo. Se balancean por la inercia ese buen rato hasta que las manos tatuadas tantean su cintura, aferrándose primero superficialmente y entonces con urgencia. Deja de ser el hombre rudo que siempre demuestra ser para volver a esa faceta vulnerable la cual le ha visto con más frecuencia, pero no sería él quien dijese algo. A Frank no le hace falta comentarios innecesarios.
—Es injusto —susurra casi en un chillido amortiguado. Gerard cree que en cualquier momento romperá a llorar de nuevo, pero no es así, se mantiene firme contra él. La mano del pelinegro va a su cabeza, descansando ahí sin repartir caricias. Frank se estremece.
—Lo es —concede—. Es injusto. Dang..., no lo merece.
Las decaídas manos en las que residen cantidades de tinta suben a su pecho quisquillosamente. Gerard piensa que las dejará ahí, pero se desconcierta cuando Frank no hace más que empujarlo para alejarlo de su agarre. Lo ve dar traspiés, restregarse el rostro con fuerza y despeinarse el cabello con notable exasperación. Way lo deja tranquilo, que reaccione es una buena señal. Verlo tan ajeno a su presente se le hace desconocido, desde que lo conoce Frank no es así. Perdió la cordura por un instante, pero ahora lo ve gruñir con ira y empuñar sus manos al punto de ver sus nudillos también tatuados tornarse pálidos, y no sabe porqué, pero logra tranquilizarlo.
Las palabras se atoran en gruñidos, hasta que explota.
—P-pero... ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué a ella, Gerard?! ¡¿Por qué no a uno de nosotros?! ¡¿Qué mierda es lo que ha hecho Danger?! ¡¿Qué?! ¡Danger es buena, Danger es amable, Danger no lastima a nadie! ¡Esto es pura mierda!
El mayor logra detenerlo antes de que sus pasos se aproximen a la cornisa, tira de su brazo y vuelve a pegarlo a él. Frank esconde su rostro en el cuello de Gerard, recibiendo la rígida muestra de afecto que el ojiverde le brinda. No dicen nada más porque ciertamente no hay nada que decir.
La muerte de Rafael y Kellin fue muchas cosas. Fue imprevista, fue injusta, dolorosa e impactante. Primero reaccionó Frances, lejos de todos, se aisló para romper en llanto. Después Victor se encerró en su habitación y el resto se esparció. El llanto de Lindsey era silencioso, fueron Andy y Matt quienes se encargaron de abrazarla. Billie nunca dijo nada, Mikey y Tré tampoco. Pero aun así, sabían que la verdadera persona a la que debían consolar se hallaba de rodillas frente al portón, con sus manos en el metal y sin la más mínima expresión. No fue hasta el cuarto de hora que Danger estalló. Y ahí estuvieron ellos, todo el tiempo.
Cuando Frank toma grandes respiros decide que regresará junto a la castaña a su habitación, porque teme que despierte y no lo encuentre ahí. El pelinegro se queda callado y sigue sus pasos, es mejor de esa manera. Apoyaría a Danger tanto como a Frank si es necesario, pero por otra parte agradece que ya las miradas de Mikey no sean pesadas. No tiene ganas de soportar su culo en estos días. Ambos llegan a la habitación con cautela y ve al tatuado sentarse en el piso. Desconoce si Danger tiene el sueño pesado o ligero, pero tomando en cuenta las acciones de Frank puede que se haga una idea. Va a sentarse a su lado en silencio, sólo mirándola a ella dormir.
— ¿No te dijo nada? —pregunta Gerard por lo bajo. Frank suspira.
—No. Sólo lloró y la fiebre la atacó por esas horas. Pero tampoco esperaba a que dijera algo, ¿sabes? Estuve... igual cuando Ray murió. Ella tampoco dijo nada entonces. Es posible que vuelva a su mutismo, como hizo cuando llegó acá o como cuando Will despertó. Seguro tampoco querrá saber sobre él ni tener ninguna muestra de afecto de su parte, al menos no directamente, quién sabe. Will lo comprende, hablé con él mientras ella aun no reaccionaba.
Gerard le asiente. No le sorprende que Frank tenga todo calculado para el cuidado de la menor, de hecho, esperaba que hiciera algo similar y es asombroso saber que no se equivocó. Ve a Frank como la única familia que ahora le resta a Danger. Lo ve como su hermano porque tienen tal confianza, lo ve como su mejor amigo, ese con el que se ve todos los días en el colegio y siempre está ahí cuando lo necesita, y ahora lo ve como su padre. No falta agregar una razón a eso. De todos modos, quiere decírselo. Quiere decirle que está siendo un buen padre para con Danger porque Frank le ha repetido en más de una ocasión lo buen padre que él es para Bandit a pesar de que sólo ha llegado a ver cómo trata a Danger y no a su verdadera hija. Si eso es suficiente para Frank, ¿por qué no puede ser suficiente para él?
Poco le costó realizar el que Frank nunca fue una mala persona, sino que era lo que aparentaba ser porque ¿de qué otra forma debería actuar de estar metido en un lugar así con personas que comenzaron siendo totales desconocidos? Tiene lógica. Él también es uno de ellos. E incluso Mikey se soltó, fue ahí cuando supo que el Way menor se siente a gusto estando rodeado de todas esas personas, incluyendo a su presunto hermano gay que solía follar en las duchas con el hombre que lo sacaba de quicio.
Sonríe pensando en eso. Frank realmente se convirtió en alguien especial, pero eso sí teme decírselo. No porque Frank no sienta lo mismo o vaya a rechazarlo, sabe que sus sentimientos son correspondidos por el menor, pero prefiere hacérselo saber mediante acciones. Decírselo... Sí, demasiado incómodo. Le gusta verlo en sus momentos vulnerables, puede abrazarlo y quizás besarlo también. Por eso cuando se acerca a él, Frank enseguida se deja hacer por su agarre yendo a rodear su torso con los brazos también. La camisa negra expone suficientes tatuajes, no evita pensar lo mucho que en serio le gustan estos nada más por el hecho de pertenecer a él. No recuerda haberlo visto tan exhausto tampoco, pero ya descansaría. Y si no lo hace, es cuando entra él a persuadirlo para que lo haga.
—Cada vez siento que hablamos menos —murmura el menor. Ajustando el agarre por su espalda, Gerard frunce el ceño.
— ¿Danger y tú?
Frank niega.
—Tú y yo.
El semblante del mayor se relaja, en cambio restriega su mejilla contra el costado de la cabeza del tatuado.
—Nunca fuimos de los que hablan demasiado. Creí que no estabas interesado en nuestras conversaciones.
El avellana exhala una risa.
— ¿Cuándo entenderás que si es sobre ti todo me es interesante?
—Oh —suelta un quejido—, no te pongas cursi, por favor.
—No estoy siendo cursi —Frank vuelve a reír, el mayor arquea una ceja—. Bien, quizás sí, ¿pero por qué a este punto debería importarte si soy cursi o no? Ya no me apego al papel de delincuente engreído, Gee. ¿Por qué tú sí?
Gerard frunce el ceño nuevamente. Frank tiene razón, ya no se apega a ese papel porque ya no desea vivir esa vida. Una vez que salgan de ahí y no tengan ningún antecedente por delante, tendrán la oportunidad de comenzar una nueva vida como personas normales. Todo este tema de las misiones y las personas cercanas que han fallecido ha dado un giro drástico a sus vidas. Ya no serían los mismos. Ni siquiera sabe cómo es que Mikey sigue vivo, o mejor aún, no sabe cómo es que él sigue vivo. Gerard debió morir en las primeras misiones, pero Mikey estaba aterrado por más que no lo dejase ver al resto. Y es su día a día cada vez que despierta en la mañana.
Él ya no tiene por qué apegarse a ese papel tampoco. No tiene por qué pensar como delincuente, no tiene que dejarse llevar por ese rol. Ese ya no es él, ha cambiado.
Se ha enamorado. Y de alguien que no es su hija, fraternalmente hablando. Se enamoró de Frank. Y una vida delincuente no va a arrebatarle eso.
Cuando menos lo nota su trasero se desliza un poco más cerca del tatuado y las yemas de sus dedos comienzas a acariciar las facciones de Frank, dejando al menor confundido por ese breve instante. Detalla sus labios, su nariz con una leve marca que deja a su suposición creer que se trató de un piercing, hasta la pequeña marca de varicela entre sus cejas y las curvaturas de éstas para entonces bajar a su mentón y a sus labios de nuevo. Visualiza otra marca cerca de su comisura izquierda, otro piercing habitó ahí, lo sabe. Nunca fue fanático de las perforaciones, pero bien sabe diferenciar ese tipo de marcas. Y sabe que Frank tuvo perforaciones hace un tiempo porque ya cicatrizó y sus labios han quedado libres. Quiere creer que quedaron libres para él, para poder besarlo sin que un molesto aro de metal interrumpa el sabor característico que estos poseen.
Con eso realizado en mente se acerca, comenzando un lento beso que el avellana recibe con soltura, como si en verdad lo estuvo esperando. Una vez Gerard cierra los ojos, se pierde. Viaja a otro universo y vuela ahí por un largo rato, saluda a un Dios que es probable que exista y viaja de regreso en esos tres simples segundos que su lengua roza con la de Frank en un parsimonioso vaivén. Las manos tatuadas están heladas y acarician su cuello, hace a su piel erizarse pero Frank no lo nota siendo que los brazos del mayor se hallan bajo un holgado suéter gris que le robó a Mikey antes de ir hacia su habitación. Entonces las manos pálidas y también frías de Gerard se cuelan hasta el rostro contrario, encargándose de acariciar con la misma calma y esperando que su cariño se expresa en ese solo toque. Siente los dedos del menor escabullirse hasta enredarse en su cabello, profundizando el contacto y casi haciéndolo soltar un gemido que se ahoga en su garganta, impidiéndole salir.
Ambos se sobresaltan ante un carraspeo de garganta que los lleva a alejarse del otro. Danger los mira con parte de su rostro escondido pesadamente en la almohada y Frank se levanta del suelo como rayo para ir a chequear su estado. Suspira llevando sus manos lejos de ella y lo ve arrodillarse al borde de la cama para preguntarle entre murmuros cómo se siente y si necesita algo, mientras que él desaparece los rastros de saliva con el dorso de su mano y se limita a ver y escuchar todo lo que Frank hace aun desde el suelo. Danger le pide algo en un susurro y el tatuado asiente, dándole al ojiverde una mirada y una seña de espera antes de salir de la habitación. Aprovecha el ponerse de rodillas y avanzar así hasta el borde la cama para dedicarle una tenue sonrisa a la niña de ojos opacos.
— ¿Te duele la cabeza? —le pregunta, ella no responde. Sólo parpadea lentamente y suspira con pesadez, dándole a entender su cansancio. Es por eso que no le insiste, pero va a peinar su cabello con los dedos. Como una de las señoras en el centro de adopción le dijo que hiciera cuando era muy tarde y él tenía que irse pero Bandit no quería. Debía llevarla hasta su cama y cantarle para dormir, hasta que ella finalmente se dormía y él salía. Entonces pensaba en eso cada día, casi todo el día. E incluso se llegaba a quedar hasta tarde a propósito, simplemente para ayudar a su hija a conciliar el sueño siempre que ella no quería que se fuera.
Frank regresa a la habitación con cautela y la ayuda a sentarse sobre la cama para entregarle un vaso de agua. El cabello de la menor es un desastre peor al del usual y su rostro está incluso más hinchado, apagado y exhausto que el de Frank. No los mira a los ojos en ningún momento ni tampoco habla, se mueve con lentitud y a duras penas respira sin entrecortarse. Gerard no se percata del cruce de palabras entre ellos, quizás porque sus tonos son bajos o simplemente porque nunca cruzan palabras, pero Frank vuelve a acostarse sobre la cama boca arriba, y calzándose un enorme suéter que el tatuado previamente recogió del suelo, Danger rodea su torso descansando la parte derecha de su rostro sobre su pecho. El avellana besa el tope de su cabeza y Gerard desea tener una cámara consigo. Es un panorama que valdría la pena capturar, enmarcar y poner de adorno en el centro de cualquier mesa o repisa.
La habitación se ilumina por la ventana siempre descubierta y le parece extraño que el reflejo no sea molesto sino más bien agradable. Obviando el frío que de pronto comienza a emanar de las paredes, va a acostarse a un lado de ellos, quedando de su lado izquierdo para contemplarlos. Se percata de Danger con su vista puesta en él y le corresponde el contacto visual por un largo rato hasta que la voz de la castaña resuena.
—Él siempre me cuidaba —murmura con la voz ronca y quebradiza, con su acento más marcado que de costumbre y dejándoles saber a tientas lo cansada que está.
—Shh —pronuncia Frank—, no hables, Dang.
Pero Danger no le hace caso.
—Mi padre me golpeaba —suspira—, él era mi vecino. No sé... cuándo fue que- empezó a cuidar de mí. Ni siquiera mis hermanos, sólo era yo. Porque papá sólo me golpeaba a mí.
Iero presiona la mandíbula, tomando un gran respiro al tiempo que cierra los ojos. Gerard lo ve tensarse y a sus manos volver a temblar, llevándolas a la cabeza de Danger para depositar otro beso.
—Todo está bien, kid —le susurra—. Te prometo que todo está bien.
—Cuando robaba..., papá sabía y me buscaba. Pero... Rafael me escondía, y me regañaba —se ríe, lacónica. Sus ojos vuelven a cerrarse y las lágrimas se resbalan por su rostro mojando la camisa de Frank, quien sigue con su mandíbula notoriamente marcada—. No quería que lo siguiera haciendo, pero terminaba robando conmigo. Para cuidarme. Fue a la cárcel un par de veces por mi culpa, cargos menores, no era gran cosa.
En algún momento el tatuado gira la cabeza a Gerard quien pasó a incrustar sus dedos en la almohada, con la vista siempre puesta en la melancólica Danger y una expresión neutra.
»Recibió demasiada mierda por mí... Y yo nunca tuve la oportunidad de agradecerle.
Danger comienza a llorar de nuevo contra el pecho de Frank, pero ésta vez en silencio. Como para ella. Como queriendo que su llanto sea privado. Pero se aferra a un costado de la camisa de Frank lo que les da a entender que lo que menos quiere es estar sola, así que sólo cierra los ojos con fuerza e irregulariza su respiración.
—Es suficiente, Dang —le susurra Frank de nuevo—. No te sigas torturando.
El llanto cesa de a poco, con las caricias del tatuado sobre su cabeza y espalda. La arrulla y a Gerard se le hace un nudo en la garganta. Tuvo un deja vù. La respiración de Danger vuelve a calmarse y el agarre en la camisa del avellana se deshace. El ojiverde, que había apartado la vista, vuelve a posarla sobre ella cuando siente que ésta regresa a mirarlo. Ésta vez le brinda una sonrisa y va a tomar su mano, dejando simples caricias con el pulgar sobre su dorso.
—Se ven bonitos cuando se besan —murmura ella. Hace que ambos hombres suelten una risa e intercambien breves miradas—. Deberían besarse en mi presencia más seguido.
—Mejor descansa, Dang —murmura el ojiverde presionando la bonita mano entre la suya.
—Lo digo en serio —suspira.
—Haz caso, Danger —reprende Frank en otro murmuro. Se oye otro suspiro de su parte cuando el silencio regresa a ensordecer.
—Ana.
Más que silencio junto al sonido de sus respiraciones no hay, pero el par de hombres se miran al instante que Danger emite sonido, y sus ceños van a fruncirse con un gran signo de interrogación dibujándose sobre sus cabezas, como en las caricaturas.
— ¿Cómo? —pregunta Frank.
—Ana —repite ella—. Así me llamo.
Frank y Gerard se tornan en un manojo de miradas, tanto que desisten en romper el contacto nuevamente y quedan viéndose el uno al otro a medida que sus ceños van relajándose.
— ¿Con dos "n"? —pregunta Gerard. Ella niega.
—Sólo una.
—Ana es un bonito nombre... ¿Quieres que de ahora en adelante te llamemos así? —cuestiona el tatuado nuevamente. Hay un pequeño silencio antes de que la chica vuelva a negar.
—No. Tú me pusiste Danger. Danger es especial. Me gusta Danger. Nada más creí que es justo para ustedes el saber mi nombre real, pero no quiero que me llamen así. Soy Danger.
Un último cruce de miradas entre Frank y Gerard es suficiente para estar de acuerdo con las palabras de la menor. Si es eso lo que ella quiere, entonces es eso lo que ella tendrá.
Frank deposita otro beso en su sien, recibiendo una sonrisa completa por parte de Gerard.
—Está bien, Dang.
Nota: Me quiero disculpar tanto por ser tan jodidamente lenta con las benditas actualizaciones. Hace un tiempo que no pongo notas al final de los capítulos y creo que me hacía falta. Es jodido querer actualizar y ser tan lenta y tener el ánimo por el culo y la motivación también por el coño de la madre. Si leen Secuestro Fallido también me quiero disculpar pero es que tanto mi inspiración como las ganas de escribir me carecen por demás ahora mismo, y eso me deprime y no sé si deba tomar un descanso o algo, pero al parecer es lo que tengo que hacer sin la preocupación de pensar en que voy a perder lectores o que esto se les hará realmente aburrido, así que en verdad, si esto les aburre o ya no quieren leer está más que bien, pero nada más me quería disculpar porque ya siento que no tengo el mismo interés en éstas cosas y el contenido es cada vez más mierda y ugh. Es complicado pero igual gracias si leen hasta acá y lo comprenden.
De todos modos espero seguir por aquí y actualizar de vez en cuando, pero debo liberar algo de la presión que no tengo pero que yo misma me estoy creando sin ninguna necesidad, por lo que las actualizaciones serán bastante lentas pero intentaré tenerlas siempre que me sienta motivada o inspirada.
Gracias por todo, un beso.
Moni x.
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