XXVI
De un salto, Will baja las escaleras. Observa a los lados verificando que nadie esté siguiéndolo y suspira. ¿Debe preocuparse por las cámaras? El nerviosismo no le permite pensar con claridad. A las cinco con veinte de la mañana, el sol apenas sale. Es demasiado temprano como para que alguno esté merodeando por ahí, la preocupación es lo de menos. Aun así, se dispone ser cuidadoso y callado. Nunca se sabe, y prefiere no confiarse. Le alivia que ni Rafael ni Frank o Gerard buscaron a Danger. Pudo abrazarla más hacia a sí mientras ella dormía, pero él no pudo pegar un ojo en toda la noche. Sinceramente es una de las cosas que más le asustan; que puedan alejarla de él, y pensarlo le deja mal gusto. Acomoda sus prendas caminando hacia donde le indicaron, y al ver a uno de sus viejos amigos apoyado de la cubierta de un auto con sumo relajo, siente escalofríos.
Bosteza, estirándose sobre la cama. Los pies descalzos tocan el frío suelo y al ponerse de pie se marea, el dolor en las plantas causado por los tacones le llega de inmediato. Lindsey gruñe. Tomará días recuperarse de eso. Se calza una chaqueta que casi no la cubre del frío y decide descansar las plantas de sus pies, tuvo diversión demás la noche anterior. Al menos valió la pena. La taza de café le calienta las manos y cae cálido a su estómago; todo lo que necesitaba para tranquilizarse. Sube las escaleras dirigiéndose de vuelta a su habitación, pero se detiene.
La puerta hacia la piscina está abierta.
Cuando ellos llegaron estaba cerrada.
Sujetando la taza con una mano, va a cerrarla. Vuelve a detenerse, el sonido de unas voces la distrae y frunce el ceño. Es más de una, y se escuchan muy lejanas. Camina más hacia la plataforma y se limita a mirar hacia abajo, no hay nadie en el área de la piscina, están del lado opuesto al lugar. Da un paso atrás pegando la espalda de la pared. No puede ver, pero ahora escucha con más claridad.
—Y yo que decía que no vendrías —sonríe el trigueño, soltando la colilla del cigarro. Will suspira cruzando los brazos, todavía con la mirada en su entorno—. ¿Cómo estás?
—Mira, si vas a decir algo que sea rápido porque ésta gente es impredecible, pueden despertar cuando se les cante y no me conviene. ¿Qué quieres?
Saul presiona la mandíbula dando un paso adelante. La sonrisa burlona continúa ahí. Will no se inmuta, pero está nervioso y lo nota. Verlo así le divierte, y quisiera disfrutar de eso pero tiene razón. A él tampoco le conviene que cualquiera de esas personas lo encuentre ahí.
—Iré sin rodeos —suspira, metiendo las manos a los bolsillos. Will da un mohín—. Pensamos que estabas muerto.
—Claramente no lo estoy —se encoje de hombros. Saul entrecierra los ojos.
—Nos traicionaste.
—No, no lo hice.
— ¿Entonces qué haces aquí? —salta en defensa, con el cabreo empezando a brotarle— ¿Por qué sigues con ellos?
—No creo que te incumba.
—Tienes un maldito brazalete, Rose.
— ¡No me llames así, mierda! —gruñe regresando la vista paranoica a su alrededor— Aquí me llaman Will, y si quieres irte por el lado conveniente, llámame así —el pelinegro bufa rodando los ojos—. Yo planeo regresar, ¿está bien? Pero por ahora debo ser uno de ellos. Es todo.
—No, no es todo. No quieras actuar como si después de todo éste tiempo te importáramos, "Will" —remeda haciendo comillas con los dedos—. ¿Sabes quién tuvo que tomar tu lugar como líder porque "moriste"? Izzy. Izzy tuvo que tomar tu jodido puesto. Y Duff quiere matarte, seriamente. Han muerto muchos de nosotros, muchos. ¿Y tú sigues aquí? ¿Tú no haces nada? ¿Y con todo y eso me vienes a negar que no eres uno de ellos ? ¿Por qué no mejor-?
— ¿Por qué no mejor te callas y me dejas explicarte, quieres? —masculla entre dientes. Saul da punta pies.
—Espero que sea una buena, al menos.
—Cuando llegué aquí no recordaba nada, estaba en cero. Estuve desmayado cuando me trajeron para acá y luego me sedaron por semanas. Ustedes me dejaron en ese edificio a punto de estallar, mientras que ellos se regresaron para sacarme de ahí.
—Cuando regresamos por ti ya te habían llevado fuera.
—Pura mierda, el edificio estaba a segundos de estallar, de haberse regresado habrían muerto.
— ¿Y cómo coño piensas que murieron Steven y Kurt?
Will se paraliza.
¿Ellos se regresaron por él? Maldición. Con Kurt nunca tuvo buena relación, el tipo lo odiaba y a él no le quedó de otra que dirigirse a él de la misma forma. Pero Steven...
»Dave pudo morir también, pero él no se regresó cuando Steven lo pidió, él vio cuando ellos te sacaron de ahí y luego el edificio explotó. Tú no sabes nada.
—Acá las cosas tampoco eran bonitas, ¿sabes? —murmura amargamente— Ninguno me quería aquí. Pude morir más de una vez, pero ellos hicieron que-
— ¿Ellos? ¿Por qué mierda sigues diciendo "ellos"? No son ellos, es ella.
El castaño titubea.
— ¿Ella?
— ¡Sí! ¡Ella! ¡La niña!
—... No sé de qué hablas.
La risa del trigueño hace eco entre la neblina que comienza a disiparse, y Will tiene que presionar los puños con fuerza al bajar los brazos para no golpearlo.
—Erin perdió la puta cabeza estando allá... ¡¿Mientras que tú estás con una jodida niña?!
—Te voy a decir algo, hijo de puta —se acerca para murmurar. No alzará la voz, y quiere que el tono de su compañero baje de igual forma, por lo que su lengua duele al pegar contra sus dientes—: Danger no tiene nada que ver en esto, ¿está bien? Nada. Así que no la metas, porque tú tampoco sabes nada.
—Recordaste todo después, sabías quién eras, de dónde venías, qué era lo que hacías por una vida y aun así te quedaste. Por ella.
— ¡No me quedé por ella!
— ¿Ah no? —vacila con una sonrisa burlona. La mandíbula de Will tiembla, parpadeando repetidas veces— ¿Piensas que me tragaré tu mierda barata? Anoche la defendiste... Pendiente de ella, todo el tiempo. La mirabas... Y venías acomodando tu ropa. ¿Acaso me crees un niño que no sabe a qué huele el sexo?
En su tono se cuela la maldad. Cada palabra desprende veneno y la sangre del castaño hierve al escucharlo hablar de esa forma. Persuadido por la ira, se deja llevar por lo cruel. Lo dañino, que le jode increíblemente. Saul era su compañero. Años tras años juntos, cubriéndose mierda, tras mierda.
Y ahora lo desconoce.
»Te acostaste con ella. ¿Aparte de delincuente, drogadicto y asesino, ahora también eres pedófilo?
El castaño toma impulso para golpearlo, pero el pelinegro es más alto y por ende más fuerte que él; lo inmoviliza tomándolo bruscamente por la muñeca.
»Malditos veintisiete años tienes, imbécil —masculla—. Malditos veintisiete.
—Ella me salvó, ¿qué no entiendes? —gruñe zafándose del agarre, pero mantiene la poca distancia— Ella me sacó del edificio, ella me quitó el sedante, ella se arriesgó en este sitio, se puso en contra de todos por mí, estuvo de mi lado aun cuando no me conocía y nunca pensó en ella, sin ponerme a mí o al resto primero.
De un empujón el pelinegro lo aleja. No es nada parecido a como lo conoció. El Will que él conoció no tenía miedo. Tenía su mañana asegurado porque así se lo proponía y así le resultaba. Pero en cuanto algo salió mal, que vio su vida correr peligro, la muralla se derrumbó y quedó solo él. Antes le importaba lo que le venía en gana, y muchas veces sólo no le importaba. Pero Danger... Danger siempre estuvo.
Al principio sintió curiosidad, verdadera curiosidad. Estaba perdido y no era aceptado, pero ella nunca lo hizo a un lado. Recuerda que por mucho tiempo buscó a alguien que le brindara algo de calma a su vida cotidianamente ajetreada, no se siente orgulloso de nada de eso. Era suficiente con tener que respirar, cobrar y follar una que otra vez. Y jamás se percató, pero nunca le fue suficiente. Y entonces Danger no hablaba, le ofrecía objetos que lo guiaban alrededor. Le mostraba para explicarle y sonreía cuando hacía algo mal. Pero le habló, y le preguntaba cómo estaba, qué tal durmió, si tenía frío e incluso si comió bien, aun cuando ninguno lo hacía. Le instruía lo poco que sabía o recién aprendía, y la observó por tanto... que desistió.
Y Saul lo supo enseguida.
—Déjame decirte que tu inocente Danger... —remarca, delineando su labio con su lengua— No es tan inocente como piensas.
El desconcierto pinta el rostro de Will, dejándolo confundido. La malicia nunca abandona a Saul, le sonríe, y recuerda que de los dos: él es el coherente.
¿Saul? Se lo debe.
¿Hará algo? No.
Está vulnerable. Le pasará por encima. Y él dejará que lo haga.
— ¿De qué hablas? —la voz le tiembla y tiende a alejarse, da dos pasos atrás. Pero Saul se acerca.
—Danger mató a Jared.
La garganta del castaño se cierra, y los ojos se le llenan de lágrimas. La respiración le huye y el pecho le arde.
Jared.
Saul no es nadie comparado a Jared, por más jodido que sea aceptarlo, es la verdad. Will le salvaba el culo a Saul, pero Jared le salvaba el culo a Will sin esperar nada a cambio. Desde niños, terminaban en los mismos lugares, coincidiendo inesperadamente todo el tiempo. Lo vio morir, sangrar en el suelo. Pero Saul miente, porque él nunca vio a Danger. Tampoco pudieron llevarse el cadáver para verificar huellas, no es algo que les tienen permitido.
Así que lo lloró sin pensar en nada, y la rabia nunca le cruzó la mente porque no tuvo el tiempo. La depresión tomó lugar, vengar muertes no es de su agrado. Matar no le enorgullece, le deja marcas que lo desgarran con el paso del tiempo. Y Jared lo valió, y probablemente lo sigue haciendo... Pero no es capaz. Y aunque quiera demostrar lo contrario, él sabe que es así.
—No... —musita en un jadeo.
—Así es —Saul asiente, borrando su sonrisa—. Ella le disparó, para quitarle la medalla. Ella lo mató.
—No... —niega removiendo las lágrimas— Tú no la conoces. Danger- ella- no lastimaría a nadie. No lo haría...
—Pero lo hizo. Y no me parece justo que sigas defendiendo a una persona que te hizo daño, de alguna forma. Pero quién soy yo para decirte lo contrario, ¿cierto? —dice abriendo la puerta del auto. La respiración de Will es agitada, tragar casi le es imposible, pero no hace más que estar petrificado ahí— Es tu vida, y ahora estás con ellos. Yo me voy, los demás no saben que vine. Que te vaya bien, Axl. Por cierto —se regresa, tantea sus bolsillos por encima y extrae un brazalete. Es igual al que ambos tienen, al que todos tienen. Pero ese está apagado, y no entiende cuando lo tiende hacia él—. En la penúltima misión, antes de la fiesta, mientras... te deshacías de uno de los tipos de acá... Una pared se derrumbó, los escombros abrieron el suelo y luego... Nosotros no- ella... Erin no pudo salir...
La mano de Will aprieta el brazalete con fuerza, teniendo que alejarse de él para restregarse el rostro con frustración.
»Pensé que te importaría saberlo, pero después de todo esto... Lo dudo.
Tras el ademán de subirse al auto, Will toma el brazo del pelinegro, deteniéndolo de marcharse.
—Yo- yo voy- lo... Lo haré. Lo que sea. Voy a... volver, Saul. Por Steven. Y por... Erin. Lo que sea. Lo que sea.
El rizado pelinegro lo observa. Dio en el clavo, a pesar de que nada de lo que le está diciendo es mentira para haberlo hecho llegar ahí. Llevó cada una de las quejas que ha escuchado de sus compañeros los últimos meses acerca de él y se las hizo saber, pero sabía que las pérdidas serían lo que más le afectaría. Y le satisface, porque está seguro de que no es ni una cuarta parte de todo lo que él les ha hecho pasar.
Retoma su postura frente a él apoyándose de la puerta, y sisea:
—Mátalos.
Will jadea.
— ¿Qué?
—Eso —da un paso al frente. El castaño de hombros encogidos luce tan pequeño y frágil a su lado, casi como si no fuese uno de los mafiosos más grandes de Indiana—. Haznos ganar, siguiendo tú aquí. Avisarán cuando sea la última misión, será un nivel donde no pelearemos todos con todos, sino un nivel donde hay que jugar hasta ganar. Si pierdes te devuelve al inicio, game over. Pero se pierden jugadores, y es donde tienes que aprovechar para escapar una vez todo esté hecho. Tienes que hacer que pierdan jugadores. Haznos ganar.
Will balbucea. Lo que le está diciendo es una demencia. No puede hacer algo como eso. No puede...
— ¿A- a quién- a quién se supone que tengo que matar?
Saul se encoje de hombros.
—A quien creas clave. A quien sea necesario para continuar. Desaparece los menos importantes primero, entonces empieza por la verdadera mercancía. Sé preciso, y todo será pan comido.
Matar... Tendría que matarlos, ocasionar su muerte. ¿A quien sea clave o necesario? Tré, Matt, Billie, Lindsey, Rafael... Gerard, Frank...
—No puedo, Saul... Danger- para ella es importante-
— ¿Quieres volver? ¿Hacer justicia por la muerte de Steven, Erin, Jared y los demás? Hazlo. Danger... Danger no es importante, amigo. Ellos van a saber la verdad y te joderán, pero al menos haz que valga la pena. Haznos ganar, y te aseguro que nada será en vano.
No le da tiempo a respuestas, sube al auto y lo deja varado con el brazalete en la mano, enojado, tembloroso, jodido, y queriendo hacerlo de todo para poder arrepentirse, aunque sea una sola vez más...
Gerard talla sus ojos, caminando fuera del pasillo mientras sube sus pantalones. La cabeza le duele, pero la figura echa casi un ovillo en el suelo cerca de la plataforma lo hace detenerse. Se acerca lentamente, y al encontrar a Lindsey sentada en el piso con una mano ahogando sus sollozos y la otra sobre la taza a su lado, sale corriendo hacia ella. Cuando intenta hablar con desesperación le pide que se calle y posa su mano de uñas pintadas sobre la boca del pelirrojo. Gerard oye voces y debe concentrarse para escuchar mejor. Cae de rodillas junto a la pelinegra que no hace más que llorar y la abraza hacia él, sin dejar de prestar atención a la presunta conversación fuera del lugar.
Cuando las voces se detienen y el crujir de un auto resuena, sabe que tienen que salir de ahí. Se lo dice y Lindsey asiente, poniéndose de pie al tiempo que toma su taza. Ella camina con rapidez a su habitación y él quiere regresar hacia donde dejó durmiendo a Frank, pero Danger no abandona su mente. Entonces decide buscarla. A paso rápido va a su habitación; por supuesto que ella no está ahí. Es cuando va a la de Will, y al abrir la puerta la halla ahí. Tendida sobre la cama, boca abajo. Las mantas la cubren hasta los hombros y él tiembla, petrificándose. Siente pasos y debe cerrar a la puerta a su pesar. A su pesar, porque no quiere dejarla ahí con ese hombre. Quiere llevársela bastante lejos, donde Frank y él puedan protegerla y cuidarla de todo.
Pero ahí y en ese momento es imposible, y no hay nada que justo ahora le joda más que eso.
*
Con cautela se adentra a la habitación, deja la ropa que ha buscado sobre la silla a un lado de la puerta y el brazalete le pica la mano nuevamente. Presiona la mandíbula. Ya lloró lo suficiente. Su rostro comienza a desaparecer los rastros de hinchazón y pudo haber tomado una ducha, pero no quería movilizarse tanto teniéndola a ella todavía durmiendo sobre su cama. Así que se lavó la cara, respiró profundo y fue a buscarle un conjunto a su cuarto. Será mejor si nadie la ve saliendo de ahí, debe apurarse para que le dé tiempo. Pero su vista es fija a brazalete, y respinga cuando la aguda voz de Danger resuena a sus espaldas. El brazalete cae a la papelera por instinto, y dibujando una sonrisa se gira a ella.
—Buen día —murmura llegando a su lado. Ella sonríe, sonrojándose al tiempo que intenta cubrirse con las sábanas. Respinga levantándose de la cama para tomar la ropa que buscó, y sentándose nuevamente se la tiende—. Es bastante temprano, te traje algo de ropa, no sé si quieres tomar una ducha primero o si-
—Will —le interrumpe con una sonrisa, toma las prendas—. Estoy bien. Tranquilo.
El castaño le sonríe y la ve sentarse en el borde de la cama para comenzar a vestirse. Decide darle privacidad desviando la mirada, es lo menos que puede hacer. Su rostro sigue caliente por el llanto y su cabello es un desastre, pero le gusta mantenerlo largo, le da un estilo diferente y agradable. En cambio el cabello de Danger continúa lacio pero con ondas, y no es hasta que ella se gira y ríe que él que se percata de que la estuvo observando todo ese tiempo. Pronto su expresión se torna preocupada y antes de que él pueda decir algo, sus manos están acunando su rostro.
»Estuviste llorando. ¿Por qué?
La pregunta no le sorprende, la esperaba. Pero alcanza a sonreír y alejar las pequeñas manos para rodearlas con las propias.
—No es nada. Sólo... No pude dormir. Y recordé muchas cosas. Es todo.
Danger lo mira dudoso. "Es todo" es lo que siempre le dice cuando lo nota extraño, ella le pregunta, él pone alguna excusa convincente y logra deshacerse de ella. Pero Danger sabe que no es "todo". En Will siempre hay más. Tira de su brazo para llevarlo al centro de la desastroza cama y sus dedos pasan el cabello cobrizo tras sus orejas. Sonríe cuando le deja un casto beso sobre los labios. Danger es preciosa, a sus ojos. Desearía que ella también lo viera. Desearía que Saul lo supiera. Y desearía que Erin... no.
—No es todo —murmura ella—. Puedes decirme, Will. Qué recordaste. Te ayudará a no lidiar con eso solo.
El tatuado asiente, acariciando con sus manos las de ella. Puede utilizar ese chance para preguntarle acerca de Jared de forma indirecta, porque de todo lo que Saul le dijo, esa es una de las cosas que más le persigue.
Suspira.
—Cuando estaba en el otro equipo, yo... Dang —se estremece—, ¿has matado alguna vez?
Los hombros de Danger caen junto a su vista. Y en silencio, Will ruega. Ruega por que lo niegue, por que no sea cierto. Que todo lo que Saul le dijo sea mentira, y que fue otro quien tomó la vida de su amigo.
Pero Danger asiente.
—Cuando llegamos acá, entre las primeras misiones Billie dijo que yo debía dirigir una. Todo estaba bien planeado, nada podía salir mal. Y nada salió mal, pero en esa misión era yo quien tenía que tomar el número. Y lo hice, lo tomé. Pero... Un hombre llegó al mismo tiempo que yo, y para defenderme lo único que tenía era mi arma... —suspira entrecortadamente, sintiendo los vellos de sus brazos erizarse al tiempo que cierra los ojos y su voz se quiebra— Así que le disparé.
Will cierra los ojos, abriéndolos al instante para verla soltar las primeras lágrimas.
»Hubo... demasiada sangre. Le quité la medalla y su brazalete. Regresé a no hablar con nadie y sólo llorar, porque no pude hacer nada. Incluso le pedí- —risotea— disculpas, al cuerpo inerte. Fue estúpido —vuelve a reír—. Pero ahora que lo pienso..., no me arrepiento.
— ¿No te arrepientes? —frunce el ceño. La sonrisa de la menor se expande, removiendo sus lágrimas para entonces tomar sus manos.
—Después de matar a ese hombre, quedé con un peso. Algo me decía que no podía dejarlo pasar de nuevo, no haría algo como eso de nuevo. Y cuando te vi en el suelo de ese edificio, con pulso, lo primero que pensé fue en sacarte de ahí. Frank casi me hace dejarte, pero no lo hice. Así que no, no me arrepiento.
Formando una media sonrisa de lado, Will la abraza. Limpia los rastros de lágrimas que descienden y debe inventarse alguna historia sobre algo que "recordó". Danger le cree porque no le deja alternativa. Ella besa sus labios y él se encarga de llevar sus besos a su nariz y luego a su frente. Ella avisa que debe irse, y mientras termina de arreglarse, él toma el valor que necesita.
— ¿An? —la castaña hace un sonido con su garganta— Te amo.
Danger se paraliza, girándose a él. Sus comisuras amenazan con elevarse.
— ¿Cómo?
—Te amo —repite, asegurándose de mirarla con fijeza y de entrelazar sus manos. Danger sonríe.
—No parpadeaste.
Will sonríe, acercándose a ella para besar sus manos y entonces abrazarla.
A ese punto, Danger podría negar haber matado a alguien, o podría tomar una pistola, apuntarle a la cabeza, tirar del gatillo, y nada cambiaría. Así se llevara a Frank por el medio, a Gerard, a Rafael, a quien sea.
Él la seguiría queriendo.
—Por supuesto que no lo hice...
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