XXIII
La fiesta comienza, cada quien está en su lugar, la gente es tanta que Gerard siente asfixiarse y quisiera desaparecerlos a todos con solo chasquear los dedos. Ojalá fuese tan fácil. En cuanto llegaron se dispersaron, todos saben a dónde deben ir. Tienen la ventaja de conocer uno que otro rostro del grupo contrario, ventaja que —aseguran— ellos no poseen. Todos a excepción de Tré y Mikey se hallan alrededor, entre las tantas personas vistiendo ropa de marca y bebiendo de copas finas.
Siente asco.
Tré cuida los movimientos de las cámaras y Mikey se encarga de informar lo que Tré ve a través de un woki toki, escondidos tras una de las tantas puertas del gran lugar. Ellos los escuchan a través del auricular integrado a uno de sus oídos y si requieren de comunicar algo, deben presionar la luz de su brazalete para hablar. Fácil. Pueden hacerlo. Si es que no mueren primero.
Desvía la mirada de Frank para enfocarse en su entorno. Hay guardias de seguridad que nota sospechosos, visten traje y bien puede que sean los tipos de Pasamontañas. Sacarían al grupo perdedor y permitirían al grupo ganador quedarse a disfrutar el resto de la fiesta, pero no dejarían que nadie se escapara, así hayan ganado. Las acciones de cada quien están medidas, y no pueden poner un pie fuera de ese lugar si uno de esos tipos no está vigilando, ya sea o no disimuladamente. Por lo que si quieren irse, sólo bastaría con pedirle las llaves de uno de los autos a Billie y salir de ahí. Con los Pasamontañas vigilando a sus espaldas, por supuesto.
Defenderse entre tantas personas quizás sería lo difícil. Tré dijo que pueden hacerlo, pero sin que nadie lo notara. ¿Cómo se defenderían sin que nadie lo notara si están hasta el culo de gente en ese lugar? De no ser por la estruendosa música y las resonantes voces de los presentes, cada paso podría sentirse o escucharse plenamente. Resulta aterrador; para aquél que no tiene la menor idea de lo que puede llegar a pasar. Cuidar la espalda de Danger nuevamente va por su parte, y no pretenden dejarla sola. Por poco comenzó a entender el atisbo de protección que Frank desprende siempre que se trata de ella, y nunca quiso compararla con Bandit, pero parece ser lo único que lo motiva a cuidar de ella correctamente. Su mano pálida se cuela por una de sus mangas, sintiendo con la yema de los dedos el filo de una de las navajas, y el arma bajo el brazo también empieza a molestarle. Todos esconden armas en sus vestuarios, pero no duraría demasiado. Al menos Danger demuestra confianza y luce más calmada que otras veces. Acepta la ráfaga de orgullo que lo invade.
En un largo y poco estrecho pasillo, Gerard pega la espalda de una de las paredes con la mirada puesta todavía en la multitud. Frank se posa frente a él en la pared contigua sin prestarle la más mínima atención, y por una vez en un par de semanas, deja de interesarle el querer llamar su atención.
Se convierten en completos extraños.
Billie llama a Andy y a Rafael a por él, mientras que Danger se dirige a su puesto con Gerard, Frank y Will a corta distancia, todavía mezclándose con el resto.
Es cuando todo da inicio.
Cambiando de dirección intencionalmente, Billie tropieza con un tipo de su misma estatura, haciéndolo tropezar con otras personas alrededor y distrayéndolo lo suficiente como para meter una de sus manos a su saco sin que éste se percate y tomar una pequeña tarjeta. Claro que éste lo insulta por empujarlo, y claro que el pelinegro lo ignora, desviando el rostro para que a penas pueda verlo y acabe por escapar ileso de la situación. A metros lejos, presionando el micrófono del brazalete indica que tomó la tarjeta y que pueden proseguir. Se toman la molestia de actuar con naturalidad, porque si alguien sospecha pueden desarrollarse problemas en pleno salón y arruinar lo poco que han avanzado. En conclusión: sería el fin.
Con una seña de manos, Andy se acerca a Billie tropezando intencionalmente de nuevo para tomar la tarjeta y continuar caminando de largo. Andy pasa la tarjeta a Frank, Frank a Gerard, Gerard a Will, y girando de los talones a la castaña al ritmo de la música, le hace entrega de la dicha tarjeta. Ahora es turno de Danger para ir por sí sola. Frank la ve desaparecer por uno de los pasillos hasta el ascensor, haciendo resonar las agujas de sus tacones y sonriendo cordialmente a quien le pase por el lado. El tatuado sacude la cabeza en una risa antes de perderla de vista por completo, y es cuando deben subir las escaleras al siguiente piso que es donde Vic, Kellin, Frances y Lindsey merodean en vigilancia. El jodido lugar es enorme, se imagina cómo sería de no desactivar esa bomba a tiempo y debe disipar tales pensamientos. El pesimismo no es conveniente ahora.
— ¿Chicos? —la voz de Danger resuena por lo auriculares— Está despejado, llegamos primero y creo que todas las puertas están cerradas. La tarjeta puede abrirlas, pero no me importaría algo de ayuda.
El avellana detiene sus pasos cuando se dispone a ir hacia donde está Danger, no sólo porque la mano de Gerard toma su muñeca, sino también porque Lindsey se adelanta junto a Frances del otro lado de la planta.
—Vi unas perras poco disimuladas por ahí —vacila la pelinegra mirando hacia la multitud de abajo—, Frances y yo estamos contigo, Dang.
Vic suelta un silbido.
—Esto se volvió cosa de chicas, y no creo que debamos meternos —canturrea. Kellin ríe a su costado—. ¡Pelea de gatas!
— ¿Podemos ver algo de sangre? —dice Kellin desde el brazalete de Vic, haciendo un puchero y juntando las manos— Digan que sí.
—Me gusta la sangre —Iero delinea su labio inferior con la lengua. A Gerard no se le escapa el gesto, sonríe.
—Hagan de esto algo interesante por primera vez... —el tono de Andy se arrastra, pero también sonríe— Por favor.
—Tus deseos son órdenes, dulce Hurley —musita Frances regresándole la sonrisa al castaño entre la multitud de la planta baja. Gerard intercambia miradas con el par de mujeres antes de verlas desaparecer, y ellos pasan a un claro segundo plano. Estarían para ayudar, pero ya no forman parte esencial de la misión. Y no es como si quisieran hacer demasiado, tampoco. Mientras sus huellas dactilares permanezcan con ellos, es mucho mejor.
La mirada de Gerard busca distraerse, pero su atención va a donde quiere ir y no es muy bueno con eso del auto control. Hasta donde puede llegar su cordura; Frank luce de puta madre en ese jodido smoking, y tiene la certeza que de no ser porque están en plena misión, no le importaría encerrarlos a ambos en unos de los baños y arrancarle todo de una miserable vez. Hasta donde puede llegar su cordura..., está comenzando a rebasar límites. El avellana apoya los codos de la baranda, dándole la espalda al semi teñido y alzando leve e inconscientemente su trasero.
Han pasado semanas de la última vez que lo besó, desde que saltaron del edificio. Olvidó la textura de sus labios, y sintió lástima al verlo afeitado porque de sus fantasías nunca se escapó el sentir ese cosquilleo. Pero los tatuajes en su cuello resaltan más, y sus manos se ven tan suaves pero al mismo tiempo tan fuertes que le hacen recordar a las veces que pidió ser el activo y él se lo negó. Pero... ¿Por qué no considerar...?
— ¿Vas a dejar de verme en algún momento? —pregunta el menor por encima de su hombro, firme. Y obligándolo a sacar la mirada de su trasero ajustado entre la tela de ese pantalón.
El ojiverde arquea una ceja con las manos en los bolsillos, le hace volver a sus sentidos. Las conversaciones entre ambos dejaron de ser iguales también, ahora es él quien siempre las inicia y muchas veces debe ser desde el punto del vacilo. Casi temiendo lo que Frank pueda decirle de vuelta, siendo que su actitud hacia él cambió de la nada. La muerte de Ray está de por medio, y eso él lo comprende. Pero tampoco sabe en qué momento se intercambiaron los papeles. Era Frank el que buscaba a Gerard, no viceversa. Era Frank el que siempre jugaba por joderlo y demás, no viceversa. Fue Frank quien prometió estar ahí para Gerard, no viceversa.
Era Frank quien estaba enamorado de Gerard, no viceversa.
Camina hasta llegar a su lado en la baranda, Frank no se inmuta ni retoma su posición, permanece igual e incluso se inclina más sabiendo que ahora la mirada del ojiverde ya no está escarbándole el culo. Gerard suspira.
— ¿Cómo estás? —le pregunta, y Frank jadea una risa que denota como irónica. Es lo mismo que le preguntó la última vez que hablaron, y a lo que Gerard recuerda, para él no terminó demasiado bien.
— ¿Esperas que te dé una respuesta diferente a la anterior? Porque no creo que haya cambiado mucho, sinceramente.
Los hombros del mayor vuelven a caer en otro suspiro. Es cierto que las ganas de discutirle se le quitaron. Quedó muy vulnerable luego de tanto. Se abrió a Frank de formas que sólo habría hecho con Michael y sin embargo Frank lo está tomando como si nada. ¿O es que acaso él lo está tomando como si todo?
Debió hacerle caso a Mikey cuando le dijo que se alejara de él.
—No, no esperaba que cambiara —murmura, llevando sus codos a la barandilla también—, pero al menos esperaba que progresara.
Frank resopla otra risa sin mirarlo.
Maldición, ¡eso le jode tanto! ¿Cuál es la necesidad de comportarse indiferente? Comprende que la pérdida de Raymond le haya afectado, pero él no dejó de tratar a los demás como lo hacía antes. Su actitud con Danger permanece intacta e inclusive con Mikey era igual. ¿Por qué con él no? ¿Por qué no puede seguir tratándolo como antes? Sí, le fastidiaba de sobremanera, ¡pero eso le gustaba! Le gustaba que Frank lo jodiese de vez en cuando, porque sin darse cuenta, terminó por cambiarlo, por hacerle pensar diferente, por hacerle tomar en cuenta muchas otras cosas que por sí solo nunca habría tomado y porque, a pesar de estar encerrados en un almacén sin tener un futuro asegurado, es por Frank que ahora logra ver un jodido mañana, con el rostro de su hija en el fondo y una posible maldita vida normal.
—Estoy mejor —dice el tatuado luego de un rato, ladeando la cabeza. Gerard lo mira cuando su vista se posa en él—. ¿Eso te sirve?
—Bastante —asiente tras suspirar. Frank ríe de nuevo y vuelve a desviar la mirada hacia abajo. Sabe que quiere decir algo, pero no lo hará. Es por eso que decide hacerlo él—. ¿Sabes? —da la vuelta, apoyándose de la baranda ahora con su espalda baja. Frank hace un sonido con la garganta— Jamás comprendí por qué le decías todo a Danger cuando casi nunca le decías a Raymond, incluyendo nuestras sesiones de sexo en las duchas. Yo tampoco le dije a Mikey, pero... —suspira— Igual te escuchó hablar con ella una vez, y tuve que darle cientos de explicaciones. Y no quiero culparte, pero me metiste en problemas con mi hermano, Iero.
La sonrisa tranquiliza al tatuado, porque sin razón aparente le alarmó que trajera ese tema de nuevo a flote, y sobre todo de forma tan calmada siendo que dichas sesiones solían ser un tema privado. Sí, incluso entre ambos. Es algo que no les gusta mencionar. Pero ahí está Gerard, hablándole sobre eso. Tras un suspiro, decide bajar las defensas.
—Al parecer soy demasiado obvio, porque Danger siempre me hacía decirle. Tiene ese... don, de persuadir, y como podrás recordar, yo estaba demasiado molesto, y abatido, y ella sólo lo supo —encoge un hombro. Gerard frunce el ceño.
— ¿Sólo lo supo? ¿Así? ¿Sin más?
—Sin más —asiente—. Quizás estuvo algo sorprendida, pero después lo tomó bien. Al punto de que pudo comprenderme. Conversamos un rato acerca del tema, y luego ella te dio la paliza. ¿Recuerdas?
—Ojalá no —bufa el mayor, riendo luego—. Lo hizo para entrar en la segunda misión, la primera para ella. Y nada más me alegra que Will también obtuvo una —él vuelve a reír, Frank presiona los labios asintiendo.
—Sobre Ray —suspira, vuelve a encogerse de hombros—. No lo sé. Sí le decía, pero luego de decirle a Danger. Éramos... como hermanos, Gerard. Él debía saberlo. Por más absurda que fuese la situación y lo avergonzado que yo estuviese, sabía que él iba a entender. Se burló de mí, después de enojarse por haberme metido contigo, por supuesto —sonríe, con la vista fija en sus manos tatuadas—. Y acerca de Mikey, ya ese es tu problema. Supongo que lo bueno es que seguimos acá para vernos la cara de imbéciles luego de tantos sermones.
Gerard asiente mirando a sus zapatos. Y girando la mirada, el tatuado lo observa por ese breve segundo que no se percata. Tampoco luce mal en ese smoking. Su cabello volvió a tomar color a pesar de que aun se le delata lo pelinegro y se diferencia de los demás. Sin quererlo lo diferencia de los demás. Desde que comenzó ha considerarlo hace un tiempo es así, pero no lo admitiría. Ya no.
Desde los auriculares escuchan a Danger discutir con Matt y Rafael los colores de los cables que debe cortar. Les hace reír cuando la menor pierde la paciencia y Rafael debe darle las indicaciones en español para que lo comprenda mejor. Gerard viaja a las noches que ha escuchado al avellana junto a la chica reírse por eso, sin importarles que los demás estuviesen escuchándolos mediante el eco de las paredes. Hubo veces quiso bajar, conversar con ellos, pero Danger insinuaría muchas cosas entre Frank y él lo cual haría del momento algo incómodo, así que prefiere ahorrarse eso.
—Detesta el inglés —comenta Frank de pronto, tomando la atención de su acompañante—. Digo, no lo detesta, pero cuando se le dificulta es estresante para ella, entonces es casi-
— ¿Siempre tienes que hablar de Danger? —frunce el ceño. Frank calla abruptamente ante el espéculo del teñido. Sus comisuras tiemblan.
— ¿Disculpa?
—Eso. Siete de cada diez conversaciones que hemos tenido a lo largo de éstos meses, todas la han tenido a ella incluida. ¿Siempre tienes que hablar de Danger?
Frank titubea divertido, alzando las comisuras y dándole una sonrisa tanto vacilante como irónica. Alza una mano.
— ¿Acaso hay algo más de lo podemos hablar?
Gerard balbucea. Tiene el impulso de decirle que pueden hablar sobre ellos. Pero nunca ha habido un "ellos" en particular, y se debe morder la lengua si no quiere cometer una idiotez.
—Yo qué sé —sacude la cabeza—. Ab- ah... ¿Qué hacías antes de entrar a Death?
El menor fija su vista en él, tranzando con la punta de su lengua su mejilla interna antes de lanzar una risita.
— ¿Qué hacía antes de Death? ¿En serio? —Gerard asiente. Frank jadea otra risa— ¿Y a ti qué mierda te importa, Way? —el tintado hace el ademán de hablar, es interrumpido— No hay nada más sobre lo que tú y yo podamos hablar, Gerard. De nada sirve hablar contigo, y tampoco es como si me interesara demasiado, ciertamente... —da un paso adelante, quedando a unos cuantos centímetros de la mirada verdosa— ¿O es que acaso estás celoso?
Entrecerrando los ojos al avellana, es el turno de Way para reír irónico. Retoma su postura para quedar de frente a él.
— ¿Celoso? ¿De Danger? —Frank asiente. No evita soltar otra risa— Bien, te diré algo. Estaría celoso de Danger, si —alza un dedo— ella no te quisiera como un hermano mayor —alza un segundo dedo—, no estuviese detrás de Will y —alza un tercer dedo—, oh sí; no fuese una niña, Frank.
—Fuese Danger, fuese Frances, Lindsey, el jodido Matt —Frank da vuelo a sus manos—, tus celos se sienten de aquí a Pekín, Gee. ¿Qué pasó con el "jódete, Frank"? ¿"No me mires así, Frank"? ¡¿"Sólo te quiero para sexo duro, Frank"?!
Gerard inhala rodando los ojos, acabando por bufar.
»Fueron incontables las veces que me dijiste que dejara de joderte, y ahora que dejo de hacerlo, ¿eres tú el que me jode a mí? Eres un puto raro, Way. Te jode que no te dé la atención que te daba antes, eso es lo que pasa. No soportas no tenerme en la palma de tu mano, el no manipularme como te gustaba, el que ya no demuestre desvivirme por ti. ¿Pues adivina qué? —vuelve a dar un paso adelante, ésta vez asegurando acercarse tanto que sus narices rozan, y la respiración de Gerard se detiene al tener las orbes almendradas y relucientes clavadas en él, sin siquiera parpadear o inmutarse— No te pertenezco, Gee.
Su aliento pega contra sus labios cerrados, sintiendo los vellos de su espalda erizarse a la sensación. Dibujando una sonrisa, Frank se desliza hasta su oído para susurrar:
»Y si a mí me canta el culo hablarte sobre Danger, voy a hablarte sobre Danger, ¿comprendes?
Ahora no es sólo su aliento, sino que la punta de su nariz la que roza su piel y le hace estremecerse lejos del menor, mirándolo con esa furia naciente que Frank reconoce como un triunfo de su parte. Nuevamente, le cerró la boca al Way mayor. Y se siente satisfecho con ello.
Gerard intenta hablar nuevamente, pero ahora es interrumpido por Victor y Kellin, quienes corriendo hacia ellos alegan que Danger perdió la conexión de su auricular y que de Lindsey y Frances no se sabe, por lo que deben ir a ellas lo antes lo posible. Y la situación lo amerita, pero esa conversación queda en el aire. Aun cuando Frank pareció ponerle punto final.
*
Dos horas después, todo parece estar demasiado borroso como para mantenerse de pie. Puede mantenerse de pie, sí puede. Quita la mano de la mesa y sonríe cuando se estabiliza, camina hacia donde quiere pero todo sigue balanceándose a su alrededor. Se pregunta cómo es que Mikey lo ha dejado beber tanto, cuando ni siquiera ha probado una puta cerveza en cinco años. Los alcohólicos caen fácil, recuerda que le dijeron.
Tal parece que es cierto.
Rebobina todo como un flash.
Él corriendo junto a Frank, Kellin, Vic, Will y Andy hacia una de las tantas puertas de la planta. Muchas chicas. Una de ellas golpeando a Danger, todos viéndolo todo. Gritos a través de los auriculares. Danger dándole una paliza a esa chica por haberla cacheteado y llamado perra. Frank desactivando la bomba a once segundos de que estallara. Él golpeando a uno de los tipos fuera de la habitación por haberlo llamado marica cuando defendió a Frank, permitiéndole a Kellin y Victor llevarse a las chicas fuera de ahí y despejando el espacio. Él tomando el arma escondida bajo su brazo para noquear a ese imbécil, no sin antes informarle que la palabra correcta es gay.
Ellos ganando la misión.
Ellos limpiando la sangre de sus manos.
Ellos sonriendo cuando todo pasó. Cuando los guardias sacaron al otro grupo a la fuerza, esposándolos y llevándolos sin vergüenza por medio de los invitados de la fiesta.
Todo calmándose. Billie diciendo que podrían disfrutar de la fiesta. Will llevando a Danger a bailar. Mikey con una chica rubia y desconocida. Tré invitándole tragos a todos, Matt aceptando y arrastrándolos hacia allá, no recuerda haberlo visto tan feliz. Lindsey guiando a Andy al centro del salón para encontrarse con Danger, y haciendo que Rafael y Frances los imitaran.
Frank hablando entusiasmado con un tipo, también desconocido. Con múltiples tatuajes y corpulento. Frank sonriendo. Frank riendo. Frank tomando. Frank sonriendo, riendo y tomando, con ese tipo.
Él cabreándose.
Él caminando a la barra. Él llegando junto a Kellin y Vic que no tardan en tenderle un trago seco de tequila. Con el ceño fruncido y la mirada puesta en Frank escuchando algo que le dice el tipo al oído, lo toma de una sentada. Le quema la garganta.
No le importa.
Ese trago se convierte en dos, y esos dos se convierten en siete.
Entonces Frank deja de interesar. Frank ya no está ahí. Frank está bien con su jodido tipo musculoso y de tatuajes, que puede llevarlo a algún cubículo y follarlo mejor de lo que él nunca podría hacerlo. Lo deja en paz, deja que lo trate como si lo conociera más que a cualquiera, y pretende no estar dolido por eso.
Es el hijo de puta Gerard Way, a él no le duelen ese tipo de cosas. Frank no es nada. Frank es uno más. Es un igual. Y ni siquiera lo pone como un hombre, lo pone como persona.
Frank es una persona más entre la refinada multitud de mierda en esa fiesta mierda, donde a él no le importó perder los estribos y prenderle fuego a su hígado con una maldita botella de whiskey, como los viejos tiempos.
— ¡¿Se puede saber qué mierda estás haciendo?!
Esa voz, ese acento. Él conoce ese acento.
— ¡Dang! —alarga abriendo los brazos hacia la castaña que, a pesar de haber destrozado a cuanta persona se le pusiera en frente y recibido unos cuantos golpes de vuelta, sigue luciendo radiante en ese vestido platinado y los tacones guindando de una de sus muñecas. Se ve tan pequeña a un lado de Will, por más que pareciera que la protegiera.
¿Qué tan mal momento es para decirle que tampoco confía en ese tipo? ¿Que lo vio hablando furtivamente con uno del otro grupo mientras noqueaba a uno de ellos? Frank dijo que... ¡¿Y por qué mierda a él debe importarle lo que Frank diga?! ¡A él no le importa ni lo que su madre dice!
Danger está molesta y lo sabe por su tono de voz al momento de querer levantarlo de la silla, pero no está del todo estable y pesa como un plomo, así que le pasa la tarea a Will de levantarlo para llevarlo a no escuchó dónde. Pero puso el nombre de Frank tras el de Billie, y entonces se opone a moverse de su sitio. Danger le grita. En serio le grita, pero la música es tan fuerte que a penas si puede escucharla, y con la poca cordura que posee, agradece el no hacerlo, porque ya comienza aturdirse. Sus pies vuelven a moverse como costales, Mikey no aparece, y en lo que ve como dos segundos, están frente a Frank, quien dejó al tipo con el que hablaba solo en uno de los sillones para acercarse a Danger cuando ésta lo llama.
Will lo toma de los hombros cuando quiere irse, y su primer instinto es escupirle las primeras barbaridades que le crucen la mente, así que eso es lo que hace para evitar a Frank discutiendo claramente con la castaña. Se jode mentalmente por no poseer una vista periférica controlada, puesto a que lo observa todo por el rabillo del ojo así no quiera.
Will lo empuja y vuelve a caminar, y sabe que es hacia fuera cuando siente la brisa y la música se desvanece para tornarse a sólo voces. Es cuando Michael aparece. Le dice algo sobre matarlo y otras cosas a las que no le presta atención por más que puede. Frank estando enojado le causa gracia y no pierde la oportunidad de reírse del tatuado cuando quieren forzarlo a subir a uno de los autos. La risa se transforma en un revoltijo y el ácido sabor del vómito lo acalla, llevándolo a un extremo a botar todo el licor que consumió, junto a ese almuerzo que tuvo con Bandit hace unos tres años. O eso es lo que le parece.
Danger es la que lo guía a la parte trasera del auto y se queda con él, con Will de copiloto y Frank conduciendo.
No recuerda haberlo visto con la mandíbula tan presionada.
No tiene sueño, y logra mantener la vista en la ventana hasta que llegan a su almacén. Frank es el primero en salir del auto, azotando la puerta con fuerza. Will sale después, y por alguna razón Danger se queda para cuidar que no vaya a pegar la nariz contra el suelo en cualquier momento. Gerard sólo piensa en el amargo sabor en su boca y en lo cuánto desea cepillarse los dientes.
También en que no dejará que Frank continúe enojado con él.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro