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XVI

Desde que Billie comenzó a alardear sobre lo atrasados que han estado en sus entrenamientos, tanto su cabeza como la del resto se han vuelto un completo desastre. Casi al punto de que la voz de Billie se volvió más molesta que la alarma que suele llamar su nombre repetidas veces cuando lo necesitan. Siente que cada vez ve a Danger un poco más delgada y a Gerard más musculoso. ¿O es sólo su visión de imbécil enamorado de un desgraciado?

Su imagen tampoco mejora y la del resto tampoco. A excepción del nuevo integrante. Will pudo estar semanas inconsciente, pero su energía regresó tan de buena forma que incluso él se siente orgulloso del tipo. No quita que lo quiera lejos de Danger, pero dejando de un lado cualquier clase de enemistad que se pueda construir, no le parece un hijo de puta. Al menos no tanto como al principio.

— ¡Todos abajo! —grita Billie.

Pone los ojos en blanco dejando de acariciar el cabello de Danger recostada de sus piernas. La mueca de fastidio por parte de la castaña es inmediata y se pone de pie para ayudar al tatuado a levantarse también. Ninguno pudo dormir la noche anterior, y esa noche comienza a gritar los mismos planes. El insomnio está siendo frecuente últimamente, y Frank prefiere el pasar las noches en vela junto a ella, que lo distrae de sus pensamientos, a autodestruirse observando a Gerard dormir de una manera poco disimulada.

Si en ese lugar antes no había vida; ahora la hay menos.

El sol acaba por meterse dándoles tonos tranquilizantes al cielo, deduce que ya es pasada las seis de la tarde y supone que Billie los llama para la cena. Sin embargo, al verlos a todos reunidos en la mesa con sus vistas puestas en Billie que le da la espalda a la pantalla, sabe que no es así. Con Danger frente a él se juntan al resto. Ella va a tomar asiento junto a Rafael y él se sienta a un lado de Ray en la mesa. Es increíble lo cansados que todos lucen, incluyendo a Billie. No sabe cuántos años tiene, no ha querido compartir tal información, pero no se ve del todo mal. Espera que la situación no comience a afectarle también.

—Ya que hemos estado retrasados en todo este tema del entrenamiento y las misiones —comienza el pelinegro, Tré se posa a su lado—, decidí ir a averiguar el por qué no nos han asignado nada hasta ahora. Dijeron debíamos establecer un orden primero antes de comenzar nuevamente con las misiones.

—Por establecernos, ¿quieres decir integrar a Will? —pregunta Andy frunciendo el ceño.

—Así es —asiente Tré—. Dijeron que aún hay muchas cosas que debemos afrontar y que debemos estar lo más preparados posibles. En pocas palabras: no podemos dejar que ninguno de nosotros muera.

Matt alza su mano.

— ¿Qué pasa si morimos?

Billie suspira.

—Quisiera tener la respuesta a eso, pero llegamos a ese punto en donde ahora soy más uno de ustedes que su líder. Lo sigo siendo, pero no recibiré información detallada continuamente como solía hacer los últimos meses.

— ¿Y para qué nos llamaste? —pregunta Gerard.

Billie y Tré intercambian miradas. Es esa clase de mirada que suelen intercambiar cuando ninguno está de acuerdo con algo, lo que hace probable para ellos el no estar de acuerdo tampoco. Probablemente les dijeron que ya no habría esperanzas de salir de ahí para continuar con sus vidas porque después de todo, ¿quién podrá abrir una puerta de metal inoxidable con códigos interminables? No es porque ninguno haya pensado en ello, es algo de cada día el sentarse de piernas cruzadas encima de la mesa a intentar adivinar códigos, pero últimamente es una de las cosas que menos han estado haciendo y es cuando le da la razón a Billie al decir que todos se han desconcentrado de lo que han venido a hacer aquí.

No están encerrados en vano, se lo merecían, ellos lo saben, lo han hablado, asimilado y aceptado. Pero ya no se rendirían, saldrían de ahí a como dé lugar. Tan sólo no quieren esperar a que el pensamiento suicida los invada.

—Nos tienen una noticia —Billie suspira—. Pero a este punto, no sé qué tan mala pueda llegar a ser.

— ¿Por qué no puede ser buena? —Will arquea una ceja, haciendo a todos girar a él con extrañeza. Él da una breve mirada a todos antes de descenderla y acomodar la bandana azul que rodea su frente, acompañándola con una gorra de visera plana hacia atrás.

Nuevamente no evita captar la mirada de Danger sobre él, y presiona la mandíbula cruzándose de brazos. Poco después se percata de que tiene el entrecejo fruncido y una mueca de disgusto postrada en los labios. Quizás gracias a Gerard riendo a su lado. Rueda los ojos prestando atención a Billie.

—Las noticias dejaron de ser buenas hace mucho.

Frances sube su mano.

— ¿Cuándo nos darán la noticia?

A palabras de la pelinegra, desde espaldas de Billie comienza un sonido constante que se detiene a todos poner sus atenciones en ello. En la enorme pantalla, un fondo blanco empieza a cubrirse con manchas sin sentido que poco a poco van formándose en letras, de letras a palabras, hasta formarse una frase de cuatro palabras y dos simples líneas:


UNA VIDA,

CINCO VENTAJAS.


Entonces todo es silencio.

Pronto otro pitido constante se escucha, parecido al de la alarma, sólo más agudo y pausado.

Las miradas recorren el espacio, buscando el pitido, algo que señale el sonido o de dónde proviene. Billie restriega su rostro, imagina que es el pitido insoportable el que lo lleva al borde. Una sonora inhalación se oye entre ellos, y luego todas las miradas están sobre el brazalete de una Danger que se ha paralizado para mirar con temor al punto de luz púrpura que prende y apaga. Al ritmo del pitido.

—Chicos —susurra la castaña con su mano temblorosa suspendida en el aire. Por instinto todos se han alejado de ella.

El pulso del tatuado se acelera. Usualmente ese es un pitido que avisa una próxima explosión.

¿Una vida? ¿Cinco ventajas?

¿Harían a Danger estallar sólo para obtener cinco malditas ventajas?

Quiere creer que es Ray el que lo toma de los brazos cuando está por caminar hacia la niña, pero son nuevamente los de Gerard, y puede escuchar a Rafael susurrarle algo al oído. Ella sólo le asiente, pero lo ve aferrarse a su cintura, escondiendo su rostro en su cuello. Y sabe lo que el mayor tiene en mente: si Danger muere, él muere junto a ella. Como —por alguna razón— debe ser.

Intenta transmitirle su paranoia a Gerard. Lo siente apretar su mano. Su vista baja hacia donde el desteñido entrelazó éstas para después subir a mirarlo a él, y ahí está; seguridad. Está transmitiéndole seguridad. Opacando toda paranoia que pueda sentir. Con un suspiro logra tranquilizarse y le asiente. Billie intenta acercarse a ella, calmarla, hacerle saber que no está en peligro. Pero Danger a penas si aparta la mirada de su muñeca.

— ¿Qué es esto? —murmura Kellin, observando asustadizo el brazalete.

De pronto Billie baja sus hombros, luciendo más calmado. Suspirando vuelve a cruzar miradas con Tré y es algo que ya no puede soportar.

— ¿A esto se referían? —murmura Tré a Billie, y el pelinegro presiona la mandíbula.

— ¿Qué? —salta el avellana, ignorando el apretón que Gerard da a su mano— ¿Qué quieres decir con que a esto se refieren? Dejen de dar vueltas y dígannos de una vez, ¿pueden?

—Dijeron algo sobre salvar —dice Billie alzando su tono—. Dijeron... que alguien sería elegido por salvar, y que compensarían por ello. Pero no dijeron quién, y no entendía lo de "salvar" hasta ahora.

—Dang —Tré da un paso al frente, la castaña con ojos cristalinos sube a verlo—, tú salvaste una vida. Ellos nos darán cinco ventajas por eso, pero tú debes elegirlas.

El brazalete de Danger detiene sus pitidos, regresando a su punto de luz púrpura, como si éste no estuvo parpadeando en ningún momento. Frank ve a Rafael abrazarla con más fuerza, y del rostro de la castaña caen un par de lágrimas, acariciando con sus manos los antebrazos de su padre que rodean su torso. Pronto siente alivio también y el apretón de su mano entrelazada con la del pelirrojo se suaviza, pero extrañamente no se sueltan. Gerard no parece molesto con ello.

— ¿Qué? —Brendon se levanta de su puesto, sonando aparentemente enojado por lo que Tré acaba de decir—. ¿Ella? Tenemos cinco ventajas, ¿y la van a dejar elegir a ella? ¡¿Están jodiendo?!

—Brendon, no fue nuestra decisión —niega Billie.

— ¿Van a dejar nuestro futuro en manos de una niña? —reproche nuevamente, Lindsey carraspea.

—Una niña que es más inteligente que tú y tu frente de diez centímetros.

— ¡Yo tengo una pregunta! —salta Vic antes de que Brendon vuelva a reprocharle a la chica.

—No tenemos tiempo para preguntas estúpidas, Victor —Matt rueda sus ojos.

—Déjenlo hablar —murmura Danger, con su vista fija en el suelo. Ellos hacen silencio, ve a Brendon cruzarse de brazos, con el cabreo a roce de piel. Le satisface que algo que tenga que ver con Danger le deje tan jodido. Menudo hijo de puta.

—Gracias, Dang —el trigueño hace un mohín—. ¿Seguiremos recibiendo ventajas igual que siempre?

—Sí —asiente Billie—, las cinco ventajas son adicionales. De todos modos me aseguraré, pero debemos regresar al juego. Esto se nos salió de las manos. Ahora es que comienza el verdadero juego, por niveles. Si no pasamos un nivel, nos quedaremos encerrados en él. Si alguno muere, regresaremos al primer nivel, seguiríamos jodidos. No podemos morir, tenemos que matar.

—Vamos a morir y dejarán a una niña elegir nuestras ventajas —bufa Brendon—. Imbéciles.

El avellana se sorprende al ver que Matt y Lindsey son los primeros en insultar al trigueño. Frances se les une e incluso Ray junto a Mikey. Pero su vista se fija en Danger, en el cómo no dice nada, en lo indefensa que luce y cómo sin siquiera verlo, puede transmitirle todo su miedo. Su mano estrangula la de Gerard cuando la castaña se deshace del agarre de Rafael para salir corriendo escaleras arriba. Hace a todos callar y a Rafael querer correr atrás de ella. Su mano suelta la de Gerard para impedirle el paso al latino que frunce su ceño al verlo postrarse frente a él.

—Déjame a hablar con ella, por favor —le pide con rapidez. Ignora a Gerard mascullando su nombre y se mantiene firme frente a Rafael, quien acaba por bajar sus hombros y sacudir la cabeza.

—Ella confía en ti, ve.

— ¡Gracias! —exclama antes de tomar la muñeca de Gerard para obligarlo a subir las escaleras.

Escucha su voz por debajo de sus pasos y al llegar a la azotea, Danger está parada al borde la cornisa. Se detiene en seco, haciendo al pelirrojo tropezarse torpemente contra él. La ha visto pasar por esto antes, en sus ataques de ansiedad. Cuando mató al hombre en aquella misión, sus noches en vela junto a ella, el lío que puede ir en su cabeza. Ha llegado a conocerla.

Su vista gira a Gerard, lo ve igual de nervioso que él a pesar de que sabe que no le agradó el hecho de que lo trajese arrastrándolo por las escaleras. Titubea un par de veces antes de decir algo.

— ¿Dang? ¿Estás bien?

La cabeza de la castaña abundante gira a ellos, y para su mayor alivio, la ve bajar del pequeño peldaño que rodea la cornisa. Sus manos tiemblan y está llorando. Sabe que no es por el frío y sin embargo se acerca a abrazarla. Ella tarda en corresponderle, pero cuando lo hace lo aprieta con fuerza y esconde su rostro en el cuello.

Gerard eleva sus comisuras. Por su mente pasa el acercarse y rodear a ambos con sus brazos, pero lo descarta al saber lo incómodo que sería para él. Muchas veces se ha preguntado en dónde quedó ese lado de Frank que parecía rudo. Ese del que lo escuchó hablar tantas veces con Ray porque, ya no lo escondería, sí le gusta saber lo que piensa y hace el tatuado. Le intriga de cierta forma, y de por sí logra intrigarle el cómo le tomó tanto cariño a esa niña. Pero lo dejaría tranquilo, no se lo echaría en cara. Dicen que cada quien encuentra a alguien que te hace cambiar de parecer, y por más que él aun no halla a esa persona; parece que Danger logró cambiar parte de los pensamientos de Frank.

—Es sólo ansiedad —le escucha murmura cuando Frank afloja su agarre de su alrededor para pasar su brazo por su cuello. El avellana remueve sus lágrimas con sus dedos y besa el tope de su cabeza.

Se pregunta si alguna vez podrá hacer lo mismo.

—No tienes que elegir si no quieres —le dice Frank, y ella le sonríe. ¿Realmente le sonríe? Está hecha mierda... ¿Pero le sonríe?

—Tengo que hacerlo así el resto no quiera.

Frank sube a verlo, se inmuta por un segundo. ¿Qué es lo que quiere decir? ¿Por qué está abriendo sus ojos así? ¿Por qué parece cabrea-? ¡Ah, mierda!

—Eh, ¡sí! —respinga, haciendo al avellana rodar los ojos—. Ah... No debes sentir presión, Dang. Eres... inteligente. Has escuchado lo que nosotros necesitamos, y ahora te necesitamos a ti, ¿no es así?

—Así es —asiente Frank—. Le cerrarás la boca a Brendon dándonos buenas ventajas. Billie va a querer hablar contigo, no te dejes influenciar por lo que ellos digan.

—Sólo piénsalo bien antes de tomar una decisión, Dang —ladea el desteñido, Frank vuelve a asentir—. Si tienes alguna duda, sólo coméntale a Billie, o a Tré.

—Te comenzaron a tomar en cuenta hace poco —acota el tatuado, viéndola suspirar.

El aura depresiva vuelve a invadirla, y su vista se posa nuevamente en el ojiverde que encoje su hombro en señal de que ya no encuentra qué más decirle. Entonces él suspira, vuelve a abrazarla y deja otro beso a un costado de su cabeza.

—Si nos necesitas, aquí estaremos. ¿Cierto, Gerard? —sonríe al mayor, el pelirrojo titubea antes de asentir repetidas veces.

—Si requieres de nuestra ayuda, estamos... a dos celdas de ti —muestra su hilera de dientes pequeños que hacen a la chica reír. Ella asiente.

—Lo tendré en cuenta. Gracias —en la mejilla del tatuado deposita un beso junto a un abrazo, moviéndose luego hasta al ojiverde para repetir las mismas acciones. Quizás se deban acostumbrar a esa clase de afecto por parte de ella de ahora en adelante—. Regresaré con Rafael.

Ellos asienten, viéndola alejarse, casi como si nada hubiese sucedido en los últimos minutos. Frank suspira, restregando su rostro y despeinando su cabello. El cabello cubre el rostro del desteñido, pasa los mechones detrás de sus orejas. Su vista se posa en el tatuado cruzándose de brazos hasta que éste siente el peso de su mirada.

— ¿Qué?

— ¿Por qué fue toda esa... charla, al estilo Full House?

— ¿Full House? —el tatuado ríe entre dientes—. Gerard, ¿sabías que las personas a veces necesitan que alguien les diga que todo va a estar bien? ¿A pesar de todo? Danger es una niña, sabemos que no debería estar aquí entre nosotros. Sólo intento hacer que su infierno no empeore. Tú también podrías intentarlo.

—Eh, oye —sonríe tomando su brazo cuando él intenta irse. El menor se posa de brazos cruzados frente a él—. ¿Por qué dices que no lo intento? ¿Porque no le doy charlas a lo Tío Jesse? No es mi sobrina, pero he sabido tomarle cariño a Danger, Frank. Me di cuenta de lo que esa niña importa, no sólo para ti, sino que para el resto también, así nadie lo diga. No tienes que traer a flote lo que ya has dicho cientos de veces y que todos sabemos.

Frank balbucea.

— ¿En qué jodido momento de tu vida te viste una serie infantil de los noventa?

— ¿Te importa? —el pelirrojo arquea una ceja, Frank bufa—. Danger merece protección. ¿Por qué no dársela?

Frunce su entrecejo cuando Frank no dice ni hace nada más que simplemente sonreír. Pronto está descendiendo su vista y lanzando risitas que logran confundirlo. Sus hombros inclusos se elevan graciosamente con cada risotada.

—Danger es nuestra hija —dice cuando su risa cesa, sólo para comenzar a reír nuevamente.

— ¿Nuestra... hija? —el ceño del ojiverde se frunce todavía más—. ¿Cómo que nuestra hija?

—Ya sabes —Frank mueve sus manos—, tú y yo juntos, dándoles charlas a Danger como si fuese nuestra hija... Vamos, Gee, no me puedes decir que no es un buen escenario.

—Muy bien, tú —lo apunta—, estás loco. Yo —se apunta—, me largo de aquí. Y tuve vida antes de los veinte para poder ver Full House, gracias.

Su risa no se desvanece aun cuando lo ve alejarse. Se da la vuelta una vez él desaparece por las escaleras. Metiendo las manos a sus bolsillos observa el cielo nocturno escaso de estrellas, pero relajante de algún modo. Entiende porqué Danger adora venir hacia acá cuando sus ataques de ansiedad la invaden, le tranquiliza.

—De acuerdo, sólo una cosa —el tatuado se gira para ver a Gerard llegar a él con su índice en alto. Da un mohín indicándole que prosiga—. De ser Danger nuestra hija, yo sería el padre, ¿cierto? Porque tú eres el pasivo y lo más lógico sería que tú fueses la- ¿Qué haces? —se echa hacia atrás cuando ve al tatuado querer acercarse a su rostro.

—Voy a besarte, maldita sea. Cállate y déjame.

Tomándolo por la parte trasera de su cabeza prosigue a alzarse de puntillas para atrapar el labio inferior contrario entre los suyos. Por más que el desteñido se opone, acaba por desistir. Pronto está correspondiendo a su beso tras posar sus manos en la nuca del tatuado y ladear su cabeza cada cuánto.

—Puedes ser quien tú quieras, Gee —dice antes de plantear un casto beso sobre sus labios, soltándolo luego para dirigirse a las escaleras.

Poco le importa el dejarlo varado en medio de la azotea con su mente vagando por toda la instalación.



ESTO NO ES UN ADIÓS, ES UN HASTA LUEGO, PROMETO QUE VOLVERÉ PARA CONTINUAR CON MIS FICS PORQUE VENEZUELA SERÁ LIBRE Y YO PODRÉ SEGUIR JUNTO A USTEDES PARA REGARLES MARAVILLOSAS HISTORIAS (aunque esta me esté gustando poco). MUCHÍSIMAS GRACIAS POR TODO EL APOYO QUE ME HAN BRINDADO EN CADA UNA DE MIS FICS, SÉ QUE TODO VA A ESTAR BIEN, POR ESO NO ME DESPIDO. ESTE NO SERÁ EL ÚLTIMO CAPÍTULO DE STEALERS, AHORA ES QUE FALTA POR ESTA, Y LAS DEMÁS.

LXS RE AMO.

MONI X.

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