Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XIX

         

                —¿Tienes algún sueño?

Frank hace un sonido con la garganta.

— ¿Abrir una tienda de tatuajes? —Danger asiente— Abrir una tienda de tatuajes. ¿Tú?

—Ah... ¿Escribir?

— ¿Escribir? —ríe él, ella sonríe.

—Sí. Español. Traducir... no viene conmigo.

—Puedes aprender a hablar mejor el inglés —aconseja. Danger arruga la nariz—. O quizás no.

Ella se ríe, levantando la cabeza de sus piernas para sentarse frente a él. Acomoda su traje y ve al resto preparar el equipo al borde del edificio en la azotea.

— ¿Tienes miedo? —le pregunta ella. Frank ladea la cabeza.

— ¿Por qué siempre que tenemos conversaciones en la azotea se tornan a este tipo de conversaciones nostálgicas de película?

—Uno: gracias por hablar lento. Dos: haré todo de manera nostálgica mientras pueda. Y tres: intento hacernos olvidar que seguimos encerrados, miserables, y... a punto de saltar de un maldito edificio.

—Lenguaje —alarga él arqueando las cejas. Danger bufa.

—Rafael está abajo, por favor, compórtate como Frank y déjame ser.

Frank ríe echando su cabeza hacia atrás, entonces suspira.

— ¿Miedo en general o miedo en particular?

—Ambos.

—Estoy cagado.

—Lenguaje —alarga ella arqueando las cejas. El tatuado le apunta amenazante, haciéndola carcajear—. Todos tenemos miedo, Frankie. Vamos a morir.

— ¿Morir? —el avellana frunce el ceño— ¿Dónde quedó tu positivismo?

—Escucha, no le temo a las alturas, de hecho, me gustan. Pero alguno morirá al bajar. Puedes ser tú, puedo ser yo, Ray, Gerard. Quien sea. Y nos vamos a despedir antes de saltar. Determinado. Nos están engañando, Frank. Juegan con nosotros. Les divierte. Primero viene la calma, entonces la tormenta. Todo esto de las ventajas... Como para distraernos... ¡Incluso nos dieron una piscina! —jadea— El positivismo se fue. Todo se reduce a... muerte.

El tatuado hace una mueca de disgusto.

No le gusta que Danger utilice la palabra "muerte". No le gusta que ninguno utilice la palabra "muerte". Siquiera podrían disfrazarla y decirle "palabra con M". Pero entonces él sabría que están hablando de "muerte" y sería la misma idiotez.

—No todo tiene que ser bendita muerte, Danger.

— ¿Esperas algo más por parte de nosotros? —ladea— Se llama: aceptar la realidad, Frankie.

—No quiero aceptarla, entonces —se murmura viendo al resto.

La misión fue dada con un par de días de anticipación, ¿motivo? Prepararse, quizás, porque saltarían del jodido edificio a quién sabe dónde. Habría algo abajo que ninguno tiene la menor idea de qué sea, y deberán combatirlo. Pero no es tanto eso, la advertencia fue que, si no tenían cuidado preparándose, pueden incluso morir mientras estén cayendo. ¿Tiene sentido? No. ¿Es demasiado patético? Sí. ¿Qué mierda tiene eso que ver con robar? Es para eso que están ahí, ¿no? Robar a cambio de números para abrir una jodida puerta cuyos códigos él debe deducir porque es él es el de los números, él es el que hace el verdadero trabajo intentando sacarlos y el resto es sólo su ayuda. Quedaría con ese pensamiento para sí mismo, por supuesto. Y Danger. Y probablemente Ray también, pero a él no le interesa. En cambio a Danger le hace reír.

— ¿Cómo te va con...? —la rizada apunta con el mentón al grupo de personas. Entrecerrando los ojos bajo el sol del atardecer Frank observa por encima de su hombro— Ya sabes.

— ¿Gerard? —ella asiente. Encoje un hombro— Como siempre. Distante. Ha estado pensando bastante. No pienso meterme.

— ¿Así es como funciona su relación?

Frank se ríe.

—No hay relación, Dang. Digo, quisiera, pero... —suspira con pesadez— ¿Y si mejor hablamos de otra cosa?

—No quiero. Me gustaría saber. ¿Tú realmente te enamoraste de él, Frankie?

El avellana desciende la vista a sus manos tatuadas. Si le pagaran por cada noche que se ha desvelado dándole vueltas a ese simple pensamiento junto a otro par más; estaría en las benditas Vegas con quién sabe cuántas mujeres. U hombres. Pero se tornó fastidioso a tal punto que ya no lo molesta. Después de todo, nada cambiaría: Gerard estaría distante y él no lo fastidiaría, pero cuando Gerard le diga para ir a follar en las duchas, él irá corriendo a su encuentro porque ya no tiene dignidad y no puede esconder sus sentimientos acerca de lo mucho que lo necesita. Entonces él quedará humillado y pisoteado y a Gerard no le importará. Es cuando el ciclo se repite.

—Enamorarse es algo... fuerte, kid. He querido a personas, pero no las he amado. O al menos no al punto de "enamorarme" de ellas. ¿Entiendes?

—... Quizás sólo te gusta mucho —ella encoje un hombro, Frank ríe—. Mucho demasiado —vuelve a recostarse sobre sus piernas—. Mucho bastante.

—Ya comprendí, Danger —asiente bajando a verla, la hace reír.

—Enamorarse es algo difícil. Escuché decir que, una vez estás dentro, ya no hay salida. Pero eso me asusta, por eso es mejor dejarlo en... gustar. Por ejemplo... —muerde su labio, el mayor la mira quietamente— A mí me gusta Will.

No evita respingar. Sus ojos de pronto parecen querer salirse de órbita y en el rostro de la castaña se postra una mueca de culpa instantánea. Frank balbucea.

— ¡¿Tú qué?! —vocifera haciendo al resto girar. Danger se endereza subiendo la cabeza de sus piernas, viendo a Billie acercarse a ellos.

— ¿Todo bien? —pregunta él. Y Danger no hace más que sonreír.

— ¡Sí, mi capitán! —hace un saludo militar que le provoca a Billie una sonrisa, pero el tatuado sigue estupefacto a su respalda y la sonrisa se torna a una confundida. Agradece cuando el pelinegro no le da importancia y regresa a los demás para dejarlos solos en la esquina nuevamente.

— ¡¿Tú qué?!

— ¡Cállate! —masculla la menor entre dientes.

— ¡No! —grita él en un susurro— Danger, ¿es en serio?

— ¿Qué tiene de malo?

— ¡No lo conoces!

— ¡Tú tampoco conocías a Gerard!

—Pero es diferente, Gerard ha estado con nosotros desde el principio, tú no sabes de dónde viene Will, si está mintiendo diciendo que no recuerda nada, cuántos años tiene, mierda, ¡no sabes nada!

—Estuvo medicado incorrectamente por mucho tiempo, Frank, ¡a penas está en sus sentidos! Es su primera misión con nosotros y no has hecho más que alejarlo cuando no me ha hecho nada —el avellana hace el ademán de hablar, ella lo interrumpe—. Además, yo lo salvé, y si yo lo salvé, entonces puede gustarme si me da la puta gana.

— ¡Danger!

Pero la rizada se levanta de su lado antes de poder detenerla, yendo hacia donde los demás se preparan para saltar. Se siente jodido de la nada, como si un costal de piedras le hubiese caído encima y a penas pudiese respirar. Ha intentando ver a Will de una forma diferente, sacarle algo bueno a su personalidad y no acusarlo de rufián cuando el muchacho aun es lo suficientemente torpe como para tropezarse con sus pasos, pero no puede. Está solo en cuanto a su instinto de protección a Danger, y seguiría así por un largo tiempo.

Se levanta del suelo, sacudiendo la maya gris que Billie los ha hecho utilizar encima del traje de entrenamiento. El chaleco antibalas es pesado y lo asfixia, tendría que utilizarlo hasta que estuviesen abajo y deban quitarse la maya. Sería todavía más molesto si Gerard no luciera terriblemente bien en él, en comparación a los otros. Lindsey tiene un buen cuerpo, Andy también y Vic tiene un buen trasero, pero la polla de Gerard es grande, y se marca, y no le ayuda. Es por eso que los hombres no utilizan putas mayas.

Su vista se posa en él, y lo ve nervioso. Truena los dedos de sus manos y camina de aquí para allá. No se acercaría. Quizás ya duda en que pueda hacerle algo, pero no lo conoce teniendo un ataque nervioso, y mejor no hacerlo. Su intriga prevalece y se desvanece cuando Tré avisa que todo está listo, que no queda más que saltar. Entonces todos se ven entre todos por un largo rato en el que decide ir a sentarse junto a Danger y Ray al borde de la cornisa, con sus piernas colgando. Rafael y Vic hacen lo mismo y los demás se pasean por el espacio con la brisa soplando entre ellos.

—Aún me sigue provocando fobia su inexistente vértigo —la voz de Kellin casi se siente temblar al tomar asiento a su lado, las risitas nerviosas se abren paso y se dedican a observar el panorama antes de realizar cualquier movimiento.

Saltarían. Realmente saltarían. A más de treinta metros del suelo, con un pequeño paracaídas que bien podría no funcionar y armas de fuego en los bolsillos que bien podrían hacer explosión con un paso en falso. Maldición.

— ¿Pueden creer que siempre tuvimos esto aquí y no lo supimos hasta ahora? —Matt abre sus brazos a la vista, el sol decreciente y los tonos naranjas.

—No nos vamos a despedir —respinga Frank—. Regresaremos vivos.

—Eres tan tierno, Frankie —gruñe Frances, arrancándole risas al resto. Tras una mala mirada por parte del avellana, la pelinegra suspira—. No le temo a morir, realmente... Allá afuera no tengo nada. Así que sea lo que el universo quiera.

Danger resopla una risa al lado del tatuado, que sin quitar la mirada de lo que asegura ser los suburbios del estado de Detroit se acerca a él para susurrar:

—Eso sí te lo puedo traducir: que sea lo que Dios quiera.

Y retoma su postura, dejándolo como un secreto entre ambos. Da una sonrisa de lado. No es religioso, pero parece que ella sí, y no pretende estallarle su burbuja. Algunas veces hay que creer en algo y aferrarse a eso. Le hace pensar en que no estaría mal unírsele.

— ¿Qué les parece cantar una canción para relajarnos? —pregunta Lindsey. En el intercambio de miradas el sol acaba por descender y tan rápido como éste baja, grandes masas de nubes negras se posan sobre ellos, dando la impresión de que caerá una tormenta más temprano que tarde— Dang, ¿alguna sugerencia?

Danger suspira.

—... Tengo la perfecta —aclara su garganta enderezando la espalda—. Is this the real life? Is this just fantasy? Caught in a landslide, no escape from reality...

Por encima de las risas, un bufido se oye.

—Delincuente y viviendo en el barrio más peligroso de su país, pero se sabe el maldito Bohemian Rhapsody —ríe Brendon irónico, acomodando su traje para tomar impulso tras dar varios pasos hacia atrás—. No sé cómo terminé en esta mierda de inadaptados.

Corre hasta dar con el borde de la cornisa, y pronto está cayendo al gran vacío terrenal. El reducido grupo de personas observa hacia dónde ha caído el pelinegro, comenzando a sentir las primeras gotas caer desde el cielo.

Matt toma aire.

—Ojalá se muera.

—Iba a decir lo mismo —murmura Danger fingiendo sorpresa.

— ¡Conexión! —alarga el rubio tendiendo su mano para chocar los cinco con ella, hace al resto reír y es cuando deben abandonar la cornisa para tomar impulso.

—Hija —Rafael tiende su mano a la castaña.

—Padre —dice Danger tomando ésta, ambos toman impulso y un grito resuena una vez están cayendo. Inhalando y exhalando ve a cada quien caer, pero la mente del tatuado está en blanco, a penas si puede moverse.

La muerte fue algo que aceptó cuando ingresó junto a Ray para trabajar en DD. Vio a morir a cientos de personas, porque mandaban a ser matados por sus compañeros, pero nunca por él, y al parecer por Gerard tampoco ya que la función que ambos cumplían en esa industria no era más que robar limpiamente. U otras veces de manera bastante sucia, aun así, siempre cuidando de no dejar rastro. Pero probablemente aceptó la muerte de los demás, mientras que la suya seguía siendo incierta. Le lleva a pensar en su vida, qué vale la pena o qué lo valió en su momento, cómo lo desperdició y cómo es que llegó al punto de ser tan desgraciado como para darle la razón a Frances en cuanto a que allá afuera no hay absolutamente nada.

— ¡Eh! —Frank respinga, haciendo a Gerard respingar hacia atrás. El mayor arquea una ceja— ¿Saltarás?

—Yo... Tú... ¿Qué haces acá arriba todavía?

Ahora él titubea, luciendo su nerviosismo frente al avellana. Quizás sus pies se clavaron en el suelo mojado y no se percató de la lluvia, pero sus pálidas manos continúan liberando su ansiedad mientras su labio comienza a temblar y su oscuro cabello a gotear. El vello facial del tatuado comienza a hacer aparición, y su creciente cabello gotea también. Ambos se quedan petrificados en medio de la azotea completamente solos; Frank mirándolo fijamente de brazos cruzados y Gerard evitando el contacto.

— ¿Por qué estabas molesto hace rato? —cuestiona Gerard de pronto. Frank frunce el ceño— Cuando hablabas con Danger.

—Ah —arquea las cejas, dejando ir un bufido que enseguida acompaña a su cara de culo. El mayor da una mueca, divertido—. Me dijo que le gusta Will.

La mueca vacilante del ojiverde pasa a ser una completa sonrisa burlona, delineándose los dientes la lengua.

— ¿En serio?

—No te burles, hijo de puta —gruñe el menor. Olvidó su enojo por el segundo de distracción, pero volvió para hacerle frente a Gerard y que éste le dijera "te lo dije" en su cara—. Esto es serio. Danger no sabe lo que está haciendo.

— ¿Podrías dejarla ser por primera vez en tu vida? —los hombros de Gerard caen con fastidio, sigue los pasos del almendrado hasta estar cerca de la cornisa cuando decide ignorarlo— Mierda, Frank, ¡escúchame! Desde que llegamos acá estás encima de ella. Déjala respirar, por amor a Dios. Esa niña puede morir hoy y no ha vivido todo lo puede estar viviendo allá afuera porque está acá encerrada con un imbécil desconocido que la sobre protege más que su propio padre cuando ni siquiera sabe su verdadero nombre. Es una suerte que ese tipo se le pusiera en el camino, se está dando el tupé de aprender aun cuando el mundo se gira en su contra diciéndole que no puede por represión, ya deja de joder, ¿quieres?

La indignación domina al menor. Ahora está seguro: es el único que entiende su sentimiento de protección a Danger. Mientras le da una mirada bajo las gotas de lluvia pesándole en las pestañas, se propone a buscar la razón por la cual decidió defenderla cuando llegaron ahí y pareció tomarle cariño rápidamente. No le cuesta demasiado hallarla.

—Mi madre tenía una esencia similar —murmura alto para que lo escuche, con su vista en los pies contrarios y luego en los propios—. Tenía un aura inocente, que fue destruida por su adicción a las drogas y al alcohol. Los hombres que traía la maltrataban, me ofrecían droga. Uno casi me mata y ella estuvo de su lado —jadea una risa—. Danger sólo me recuerda a su forma de ser. Antes de todo eso. No creo permitirme que otro hombre, o quien sea, la lastime.

Gerard hace su cabello hacia atrás para mirarlo. Frank luce afligido ante ese recuerdo, y no sabe por qué demonios le ha dicho algo así a él, pero luego de contarle sobre su hija supone que ha de tenerle un voto de confianza, ¿no es así? Aunque no pretende que vaya a abrazarlo y decirle que todo estará bien, ¿cierto? Porque no lo haría. Y mucho menos estando en mayas, bajo la lluvia torrencial en una azotea que bien podría tener cámaras. Danger dijo que no, pero quién sabe, pasó tiempo desde que lo hizo.

Ve al avellana alzar la cabeza y despeinarse con la mano tintada, para regresar su vista mecánicamente a él cuando se acerca.

—Mira —suspira—, lamento lo de tu madre; pero es Danger. Nadie más, nadie menos. Es una niña, y de alguna forma está segura. Sólo no lo hagas parecer tedioso.

Frank suelta una risita.

—Y dices que no eres buen padre.

—Sentido común, Frank.

—Entonces usa tu jodido sentido común para saltar del edificio sin tener un severo ataque de ansiedad, Way.

— ... ¿Qué?

— ¡Le temes a las alturas! ¿Crees que no me he dado cuenta?

— ¡Yo no-! —el pelinegro se interrumpe a sí mismo cuando el avellana tira de sus brazos apegándolo a él, llevándolos a solo centímetros del borde. Los largos dedos pálidos se incrustran en los hombros del menor— ¡Frank! ¡Joder!

Las risas no tardan en resonar por parte del tatuado, consiguiendo que el pelinegro se alarme y no aparte su vista del vacío siendo simplemente sostenido por los brazos de Frank, que cada vez lo aprietan más hacia él. Gerard hiperventila, queriendo alejarse tanto del avellana como de la cornisa, pero a pesar de que es más alto que Frank; la falta de nutrientes le es escasa, y la vulnerabilidad se apodera de su resistencia. Sólo piensa en que caerá.

— ¿No le temes? —le murmura, sintiendo su pecho subir y bajar. Sonríe— Al muy macho Gerard le aterran las alturas. ¿Quién lo diría?

— ¡Muérete! ¡También me aterran los payasos, soy alérgico a los gatos y odio los jodidos adolescentes! ¡No sé cómo mierda he soportado a Danger! ¡Ya déjame!

Frank ensancha su sonrisa sintiéndolo removerse aun contra él. Gerard está indefenso, enfrentando uno de sus mayores miedo y dejándole a él las riendas de su destino. Piensa rápido, y quizás así como ha logrado sacarle su confesión sobre qué le aterra, también podría aprovecharse y obligarlo a confesar un poco más. Sería cruel, más lo desea y no lo estropearía.

— ¿Gerard? —la mirada desesperada del pelinegro sigue siendo hacia el acantilado, su voz resuena contra su cuello y aun así no le hace girar, pero sabe que tiene su atención— ¿Qué sientes por mí?

Gerard gira a verlo, su mandíbula se presiona constantemente y la lluvia junto sus movimientos bruscos por querer alejarse hicieron a su cabello pegarse a su rostro. Intenta alejarse nuevamente, no lo logra.

—Mierda, Frank, ¡no me sobornes!

— ¡No te soborno, necesito saber!

— ¡No te diré!

—Genial. No lo hagas.

El tatuado juega por soltarlo, empujándolo su torso mientras deshace el agarre con sus brazos. Pero el mayor suelta un grito ronco, aferrándose con sus dedos primero a sus hombros y luego a su cuello, tomando el instinto de rodearlo con los brazos. Frank vuelve a tomarlo con fuerza desde la cintura e hincándose de su costado derecho logra mantener el equilibrio. Gerard respira agitadamente encondiendo su rostro en el hueco que hace su brazo encima de su hombro, justo al lado de la mandíbula del avellana. Frank decide jugar otro poco más. Con sus brazos lo atrae hacia él, haciendo a sus miembros rozar por encima de la tela ajustada que gracias al agua ahora se ha ceñido a ellos. El ojiverde suelta un gruñido, separando la cabeza de él y golpeando con su puño la espalda del menor.

— ¡No hagas eso, idiota! —farfulla. Frank ahoga una risa.

—Me hablaste de tu hija, me besaste, y por si fuera poco, admitiste que eres gay, pero aun así no veo progreso.

— ¡Fue para que Will se callara!

—Igual te gustan los hombres.

— ¡No me gustan los hombres, me gustas tú!

— ¡¿Y qué mierda soy yo?! ¡¿Un caballo?!

— ¡Jódete, Frank!

— ¡Sólo dime!

— ¡No lo sé, ¿bien?! ¡No tengo idea! ¡Estoy confundido, no lo he hablado con Mikey, y él es el que me ayuda! ¡Ahora, por favor, quédate quieto!

Hace lo que le pide como un instinto, luce realmente aterrado y sólo pretendía jugar un poco con ello, sin embargo, obtuvo algo más de lo que quería y tal parece que debe conformarse con eso. No sabe si van por buen camino, si lo que están haciendo tendrá un futuro o qué es lo que pasará una vez estén abajo, pero toma en cuenta sus palabras y se dice que está a la vuelta de la esquina para lograr algo. Sólo espera que nada se interponga, porque si sucede, está dispuesto a debatirlo a puños y sangre si es necesario.

Otro pensamiento que tiraría al baúl y lo sacaría sólo para mostrárselo a Danger, luego lo regresaría a su sitio.

—Bésame —le dice firme. Gerard frunce el ceño.

— ¡¿Qué?! ¡No te escucho!

— ¡Bésame! —exclama más cerca.

— ¡¿Para qué?!

— ¡Tenemos que saltar y no quieres hacerlo solo, tenemos que saltar juntos, no nos queda tiempo y Billie nos matará! ¡Cierra los ojos, sujétate y bésame!

Gerard titubea antes de hacer lo que el tatuado le indica. Primero se aferra a su cuello con los brazos y cerrando los ojos parcialmente cubiertos por su cabello, presiona los labios contra lo del avellana. Entonces aferrándose al torso del mayor, Frank se impulsa haciéndolos caer. Temblorosa y firmemente Gerard se pega a su cuerpo, y cuando ambos brazaletes les indican que están próximos a llegar al suelo debe empujarlo lejos de él presionando al mismo tiempo el botón en el cuello de su traje para activar el paracaídas, dejándose caer unos segundos más antes de activar el propio. Son escasos los segundos para llegar al suelo aun bajo la fuerte lluvia, y al llegar lo ve dejando caer la maya gris al suelo para acomodar su armamento, darle una última mirada y desaparecer entre el humo y las gotas constantemente chocando contra el suelo.

No tiene prisa, pero al escuchar un grito de aviso por parte de Andy toma la pistola de su costado y dispara hacia donde le indica su suerte, no oye nada y le hace estar tranquilo. Aun así termina por salir del traje y correr en dirección adonde Gerard desapareció. No ve nada y sabe dónde esconderse. La adrenalina no es suficiente y se toma el momento de analizar su reciente conversación. La esperanza hace presencia, dándole toda la fortaleza que tenga para convidar. Sale sabiendo adónde ir, adónde disparar y a quién lastimar.

Pero cuando se halla de frente con Mikey, decide seguir sus pasos desde lejos y cuidarle la espalda hasta que Lindsey logre conseguir el número que deben robar.

Después de todo; su futuro amoroso parece depender del flacucho.



Perdón por la actualización lenta, intentaré ponerme al día

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro