Five
Después de que Jungkook le colgó abruptamente la llamada, un Kim indignado caviló en su mente mil y una formas sangrientas de asesinarlo.
El sueño reparador que se suponía debió menguar su ira un poco, solo un poquito. Durante las clases siguió laserando el perfil del pelinegro a tres mesas de distancia. Había perdido la cuenta de cuantas veces ya la profesora de Historia le había llamado la atención.
Pero el idiota ni siquiera hizo un movimiento en su dirección, ni por curiosidad siquiera.
Si existiese un concurso a la apatía se llevaría el primer puesto con diferencias.
Pero incluso Jeon, que parecía que todo le hedía y al mismo tiempo nada le perturbaba lo suficiente, tenía sus límites.
Ver llegar a Yeonjun junto al conocido castaño fue uno de ellos.
Ninguno de los dos había caído en cuenta de lo que la invitación del menor suponía hasta que se vieron caminando los tres por el parque en dirección al carrito de los helados.
Ambos tenían caras de pocos amigos, el único que parecía vomitar flores rosas por su paso era Yeonjun.
Cabe recalcar que aun así, no había nadie más inconforme con esto que Taehyung.
Al parecer el enano le había dicho a su padre -quien llegó esta mañana de Daegu- que no los recogiese con la tonta excusa de Tae estaba practicando para una obra de teatro y le esperaría.
Él. En una obra de teatro. ¿Aquello podía ser más falso?
Jungkook se dirigió al señor que atendía el carrito móvil de postres antes de girarse nuevamente al menor.
"Elige el sabor que quieras, corre por mi cuenta"
"Pero yo había dicho que te invitaría esta vez" objetó reticente con las comisuras de sus labios caídas.
"La idea fue cosa tuya, y gracias a eso estamos aquí" se encogió de hombros sin abandonar esa característica sonrisa suya, que Taehyung había descubierto, era mera cortesía. "Anda, insisto"
Y Yeon, como cualquier bobo enamorado cedió con facilidad.
Aunque su parte racional entendía aquella mentira, Namjoon no sería tan comprensivo como su madre. Si se hubiera enterado de la salida probablemente lo tendrían aquí ahora junto a ellos haciéndole una entrevista y escaneo verbal de antecedentes penales al pelinegro.
Todos seguían pensando en Yeonjun como un inocente bebé.
"¡Quiero uno de crema del cielo con chispas de colores y jarabe de dulce de leche!"
Porque aveces se comportaba como uno.
Los dos compañeros de clase, incluso el señor de mediana edad tras el puesto, le observaron como si hubiera descendido de algún platillo volador.
"Lo siento, chico. ¿Qué tal si intentas con algo menos extravagante?" informó el vendedor torciendo el gesto.
Al parecer la paciencia no era su fuerte.
Yeon se mostró decepcionado, pero se recompuso segundos después en los que le tomó recordar su segundo sabor favorito. Al final terminó pidiendo simple vainilla.
"Oh, ¡Hay algodón de azúcar por allá!"
Con su barquilla en mano corrió hacia la máquina de nubes de algodón azules e hizo fila. Taehyung bien conocía la debilidad del chico por todas las cosas cerúleas.
Y si estas podían comerse, mucho mejor.
"Hey, Kim. ¿De qué sabor quieres el tuyo?"
El aludido estrechó los párpados ante el despliegue de bondad inusual hacia su persona.
Tras haberse burlado abiertamente de su hambre y él en el cine, no se fiaba.
"No quiero nada que venga de ti" se acercó al carrito y exclamó su propia orden.
Gracias al cielo, le quedó algo del dinero gastado para el almuerzo.
Gimiendo del gusto tras la primera probada, se percató de Jeon cuando esbozó una mueca de asco.
"¿Cómo puede gustarte esa cosa?" el castaño miró de su helado de menta granizada hacia el mayor sin comprender. "Es igual que comer pasta de dientes congelada"
"Es por lo mismo que elegiste tu sofisticado moscatel para tu blandengue paladar de niño rico" se mofó. "¿En la alta burguesía se lavan los dientes con caviar, mi Lord Jungkook?"
La desaprobación en el rostro del pelinegro se acentuó.
"Eres insoportable"
"Un pensamiento que tenemos en común"
Lo común sería haber tomado el transporte público, como cada vez que Namjoon se encontraba de viaje y les tocaba regresar por su cuenta.
Pero por supuesto, gente acomodada como Jungkook tenían su propio auto deportivo desde que alcanzaron la edad para tener licencia.
No aceptó el helado, pero terminó aceptando una pequeña visita al arcade y el paseo de vuelta en el Maserati de Jeon.
El lujo siempre atraía, y su orgullo se vio seducido por él. No iba a perder la oportunidad de palpar una de estas bestias que solo de lejos había tenido la oportunidad de ver.
Tampoco es como si tuviera otra opción.
Así que después de echar un buen vistazo con disimulo para no elevar el ego del imbécil -todavía más- , se había relegado a mirar por la ventanilla de los asientos traseros mientras que su alegre hermano y Jungkook charlaban adelante.
O más bien Yeon parloteaba y Jungkook escuchaba. Fue así hasta que el recorrido culminó y se despidieron con una sencilla agitación de manos. Era evidente que el menor quería algo más pero se contuvo, el lenguaje corporal del pelinegro no fue muy receptivo tampoco. Como era de esperar.
Sin embargo eso no evitó que, como ya se había vuelto rutina cada que Yeon gravitaba cerca de Jungkook, hablase de él hasta por los codos.
Incluso el canario de la vecina ermitaña de la esquina sabía su nombre.
Y era molesto como el infierno.
Donde único obtuvo su momento de paz fue durante la cena en el que estuvieron los cuatro reunidos y Yeonjun se limitó a actualizar a su padre con sus avances escolares.
Pero apartando el sangrado de oídos que para él suponía tener que oír hablar a su hermano los sesenta segundos de cada minuto acerca de la persona que más detestaba en todo el maldito instituto, intentó razonar con él y tener una conversación seria que evitase un posterior corazón roto.
Intentó plantar la semilla de que quizás, tal vez, Jeon solo vea en él un entusiasta amigo y nada más. No lo consiguió.
Varias veces su discurso se vio empañado por su aversión hacia el pelinegro. Y agregando las palabras finales de Yeonjun, propinar consejos amorosos cuando ni siquiera has tenido la valentía para confesarte a tu crush era sumamente cínico.
Y quizás el enano tenía razón.
Su hermano podrá ser todo lo infantil que quisiera, pero haberle sacado una cita a la persona que le gusta siempre sería un punto a su favor en la escala.
Una escala en la que, sea cual sea, Taehyung estaba muy por debajo.
Había meditado esto con su almohada varias noches, incluso lo había debatido con Hobi la vez pasada. Ya era tiempo de que diera el paso adelante.
Había esperado que Seojoon lo hiciera primero pero si ambos eran tan tímidos en estas cuestiones, se derretirían los glaciares antes de que pudiesen iniciar algo.
Así que lo haría, estaba confiado. Mañana, daría un buen uso a sus quince minutos de receso y los emplearía en buscar al mayor y confesarse.
Feliz como una lombriz se removió en las sábanas con una sonrisa autocomplacida. Sin poder esperar a que el reluciente día llegase.
Hoy actualicé temprano, tengo que salir en dos horitas y no he dormido nada.
Spoiler que no es spoiler: tengo muchísimo sueño xd
Tengan un feliz día repleto de vitamina D
( ◜‿◝ )♡
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