Capítulo 9
La luz de la oficina se desvanecía mientras el día laboral llegaba a su fin. Jungkook recogía sus cosas casi por inercia. Llevaba varios días en los cuales apenas podía descansar, entre su trabajo en la oficina y luego en la casa, pues la verdad es que estaba comenzando a agotarse.
Si bien no estaba seguro de lo que estaba pasando con Jungkook, si tenía problemas o si simplemente no tenía los mejores ánimos, Yoongi notó su cansado semblante. Tal vez fue por eso que le extendió una invitación a cenar en su casa. Un gesto amistoso que Jungkook, no podía aceptar en esos momentos. Tenía algunas cosas en los informes que no había podido comprender, por lo que quería concentrarse un poco más esa noche.
— Lo siento, Yoongi, pero hoy tengo que trabajar en algo urgente, — podría parecer mentira, pero no lo era, mismo si no era de carácter urgente, para él y su curiosidad creciente si lo era.
— ¿No preferirías trabajar en mi casa, como solías hacer cuando vivías allí, en lugar de en la casa de tus padres? — Un atisbo de confusión cruzaba el rostro de Yoongi.
La pregunta del mayor abrió una puerta a la verdad que Jungkook no podía cruzar. La necesidad de privacidad y discreción en su trabajo actual lo obligaba a inventar una excusa para regresar a su hogar anterior. No quería arriesgarse a estar estudiando los documentos que Taehyung le entregó y que por un descuido su mejor amigo los leyera. Confiaba en él, pero no le correspondía revelarle secretos comerciales que Taehyung le confesó.
— Es solo que... Tengo algunas cosas que necesito en la casa, — murmuró Jungkook, evitando mirar directamente a los ojos de su amigo.
— No sé, pero es muy extraño que lleves días sin joderme, la tranquilidad me asusta si viene de tu parte.
— ¿Quién te entiende? Siempre me dices que te deje en paz, que ya yo no vivo contigo, bla, bla, bla... Ahora te hago caso y estás asustado.
— Exactamente por eso, porque tú nunca has hecho caso. Regresaste a tu casa cuando tu papá se enfermó para ayudarlos un poco más, pero no ha habido una semana en la que no te quedes a dormir al menos dos veces en nuestro apartamento. — Jungkook se acercó rápidamente para apretarle la cintura, logrando que el mayor rodase los ojos.
— Ves, sigue siendo nuestro apartamento, tú mismo lo has dicho. Yo sé que no puedes vivir sin mí, hyung, pero no te preocupes que en cuanto me desocupe, iré a hacerte compañía.
— No he hablado tan despacio, ¿quién te dijo que yo quería que vinieras a la casa? Solo me parece extraño que no hayas venido, pero puedes quedarte tranquilo en tu sitio.
Entre risas, los dos salieron juntos del edificio. Sin embargo, en todo el camino a su casa la incertidumbre flotaba entre ellos. Jungkook, sintiéndose presionado por las circunstancias y Yoongi preocupado porque algo estuviese ocurriendo con el menor. Porque sabía que nunca le gustaba decir lo que le ocurría, prefería tragárselo todo solo hasta que explotaba o él lograba hacerlo hablar. Lo vio descender de su auto y entrar a la casa con una sonrisa que le correspondió. No obstante, una vez más, no pudo evitar observar con extrañeza cómo Jungkook se desvanecía en la distancia. La sospecha se instaló con mayor profundidad en su mente, con una ligera arruga de preocupación marcando su frente. La dualidad de la vida de Jungkook y las sombras que oscurecían su rutina en las últimas semanas, eran una incógnita que ahora rondaba la mente de Yoongi.
Tras ayudar a su padre a cambiar algunas bombillas, tomar una ducha y cenar con ellos, Jungkook se dirigió a su habitación como cada día durante las últimas dos semanas para ponerse a analizar los documentos que Taehyung le había vuelto a entregar esa tarde. Ni siquiera había terminado con los primeros, pero, de igual modo, decidió analizarlos.
La noche se extendió en su pequeño dormitorio con él sentado en el escritorio iluminado por la luz tenue de la lámpara. La información confidencial se esparcía frente a él, una maraña de estrategias y decisiones corporativas que no entendía por qué Taehyung le confiaba. Por esto, la necesidad de entender más allá de lo que los documentos revelaban lo llevó a tomar una decisión impulsiva, enviarle un mensaje a Taehyung. De cierta forma, esto servía también como una excusa, una pregunta sutil, una apertura para la comunicación con su jefe fuera de la oficina.
"Tengo una duda sobre los documentos. ¿Puedo llamarte para discutirlo?"
Ese fue el mensaje que le envió y del cual esperaba ansioso una respuesta mientras jugaba con la piel de su brazo. Los minutos se estiraron como horas antes de que Taehyung respondiera y cuando finalmente lo hizo, sus palabras resonaron con una invitación inesperada.
"Mejor lo discutimos en persona. ¿Te gustaría venir a mi casa?"
Lo primero que hizo el menor fue controlar la hora, ya pasaba de las 09:00 P.M., por lo que esa pregunta retumbó en su mente. El pulso de Jungkook se aceleró. La propuesta, envuelta en la penumbra de la noche, llevaba consigo un matiz de intimidad que él no quería sobrepasar, pero de todas maneras lo hacía. ¿Qué podría significar discutir esos asuntos en la casa de Taehyung tan tarde en la noche?
Podrían discutirlo durante el día, ya fuera en su oficina o en otro lugar más privado, una llamada telefónica también hubiese bastado, pero no. Kim Taehyung lo estaba invitando a su casa y se odiaba por sus tramposos pensamientos. Tal vez porque estaba demasiado consciente de la atracción que sentía por ese hombre. De alguna manera había escalado en ese tiempo y podría deberse a que no consumaron el acto inmediatamente. De haberlo hecho, probablemente ya hubiese dejado de pensar en lo que pudo haber sido y no fue.
Es que ni siquiera entendía el motivo para seguir deseándolo, normalmente, cuando no podía estar con alguien que le atraía, podía pasar de ello rápidamente o superarlo con facilidad. ¿Por qué con Taehyung no estaba sucediendo del mismo modo? Una causa probable era el verlo diariamente, el tener que pensar en él incluso cuando llegaba a su casa y tenía que estar trabajando con cosas mandadas por su jefe.
La curiosidad y la necesidad de respuestas lo impulsaron a aceptar. Jungkook dejó los documentos guardados bajo llave en el escritorio. Descendió procurando evitar que sus padres notasen que iba a salir para evitar dar respuestas innecesarias, cerró la puerta de su casa para luego encaminarse hacia el lugar donde las respuestas y las incertidumbres se entrelazaban: la casa de Kim Taehyung.
El viaje hasta allí fue una mezcla de anticipación y nerviosismo. La ciudad nocturna zumbaba a su alrededor mientras se dirigía hacia el destino que prometía respuestas, pero también nuevas preguntas. Un lugar que escondía situaciones embarazosas como la de la primera vez que lo visitó o las dudas de la segunda vez cuando lo escuchó hablando por teléfono.
Al llegar, Taehyung lo recibió con un gesto tranquilo, una sonrisa enigmática que no revelaba sus pensamientos. La casa, iluminada solo por luces tenues, se transformó en un escenario donde sus deseos intranquilos no podían actuar.
La conversación, en un rincón de la sala de Taehyung, giró en torno a los documentos y las inquietudes que los rodeaban, fue estrictamente profesional, sacando a Jungkook de su tórrida imaginación. Aun así, flotaba una tensión no dicha, un eco de las preguntas personales que se mantenían fuera de los límites de lo profesional y Kim Taehyung lo notó. De vez en cuando lo miraba en silencio y desviaba la mirada cuando Jungkook desviaba los ojos en su dirección.
Aunque pareciera ignorar este hecho, Jungkook lo notó varias veces de soslayo, cuando en la periferia de su visión lograba divisar sus gestos, incluyendo esa caricia sutil que con sus dedos le daba a sus labios o mentón.
— ¿Te gustaría ir a cenar? — La pregunta repentina de Taehyung tomó por sorpresa al menor que estaba comenzando a levantarse para marcharse.
— ¿Perdón? — Sin poderlo evitar, Jungkook comprobó la hora en su teléfono. — ¿Cenar? — Repitió incrédulo. — Ya he comido, Taehyung.
Taehyung, con una sonrisa enigmática, simplemente asintió, confundiéndolo. Ese hombre había estado mortalmente serio durante tiempo que llevaba en su casa, hablando lo justo y necesario. Ahora, sin más, le sonreía e invitaba a cenar, simplemente no lo comprendía.
— Confía en mí, será algo especial. — ¿Por qué motivo debería haber algo especial entre ellos?
Jungkook no tenía ni idea, pero una vez más, cegado por la curiosidad decidió acompañar a Taehyung hasta un restaurante del que solo había oído hablar. El lugar estaba desierto, cosa que no le extrañaba debido a la hora, a pesar de que la mayoría de los restaurantes seguían abiertos y abarrotados, muy diferente de ese. Lucía como si todo el establecimiento estuviera reservado para ellos. Las luces suaves conferían al ambiente una intimidad que se sumaba al misterio de la noche y de Kim Taehyung.
Jungkook llevaba un atuendo deportivo y ancho, mismo si fue a hablar con su jefe de trabajo en su casa a esa hora de la noche, no consideró vestirse para algo tan informal, aunque envolviese trabajo. Taehyung llevaba un simple pantalón con una camisa, pero lucía más acorde que él para ese restaurante. No es que a Jungkook le importase mucho eso, pero por instante se sintió incómodo.
— ¿Cómo conseguiste esto? — Indagó sin poder esconder su curiosidad
— La ventaja de ser conocido en algunos lugares, a veces un nombre sirve para resolver muchas cosas.
Desgraciadamente, en la sociedad en la que se vivía, Jungkook sabía que eso era cierto, pero volvió a tomar una nota mental de esa frase. Se sentaron en una mesa elegantemente preparada y debido al pulcro silencio, el bullicio de la cocina resonaba como una sinfonía lejana. El camarero se acercó, y Taehyung, con una seguridad que solo alguien que conocía bien el lugar podía tener, hizo algunas sugerencias.
— Aunque ya hayas comido, estoy seguro de que hay algo aquí que te encantará, — comentó Taehyung, su mirada intensa y sería.
Jungkook, aunque inicialmente escéptico, se dejó llevar por la experiencia. La cena fue más que una simple comida; era un banquete de sabores exquisitos y una paleta de aromas que inundaban sus sentidos. No sabía si era casualidad o coincidencia, pero todos sus platos preferidos estaban ahí, como si Taehyung lo conociera de toda una vida o hubiese adivinado todos sus gustos. Su jefe ordenó y recibió todo tal cual a Jungkook le gustaba. Hasta ese momento, el propio menor no había estado consciente de ciertos gustos hasta que los vio frente a él.
Entre bocados ligeros y conversaciones fluidas, la atmósfera se llenó de una conexión diferente a la que compartían en las reuniones de negocios. En ese rincón íntimo, rodeados de la armonía de un lugar reservado solo para ellos, el vínculo entre Jungkook y Taehyung parecía profundizarse de manera inesperada.
— ¿Te ha gustado? — Preguntó Taehyung cuando los platos se vaciaron, viendo al contrario asentir, algo que profundamente le complació.
— Sí, ha sido increíble. — Estaba genuinamente sorprendido y agradecido. No esperaba esto.
— A veces, las sorpresas son necesarias, ¿no crees? — Esa fue la respuesta de su jefe quien, por primera vez, le mostraba una chispa diferente en sus ojos.
La velada continuó, la conversación fluyendo como un río sereno entre ellos. En aquel sitio exclusivo, compartieron no solo una cena, sino también un momento que trascendía los límites de lo profesional hasta que decidieron irse. Jungkook se dirigió hacia el vehículo del mayor, pero la mano que lo tomó del brazo para indicarle que continuaran caminando, se lo impidió.
El aire de la noche los envolvía mientras caminaban por las animadas calles de la ciudad. No conversaban realmente, eran abrazados por un silencio cómo, miradas furtivas y algunas sonrisas tímidas, casi retraídas. A lo lejos, el resplandor de las luces de un teatro capturó la atención del pelinegro que lentamente se peinaba el cabello con los dedos.
— Hey, ¿quieres entrar y ver si hay alguna función? — Taehyung sugirió, señalando hacia el edificio iluminado. — Jungkook, aunque no era un aficionado al teatro, consideró la propuesta.
— No suelo ser fanático de estas cosas, pero... — Sus miradas se encontraron y como si hubiera sido embrujado, el castaño asintió. — ¿Por qué no? Podríamos ver si hay algo interesante.
Se adentraron en el vestíbulo del teatro convertido en cine, el aroma de palomitas de maíz llenando el aire. Mientras revisaban la cartelera, Jeon no pudo evitar observar con cierta fascinación el ambiente teatral que lo rodeaba. Recordaba el día que vio a Taehyung en aquel lugar de Jazz al cual Jackson lo invitó. Ahora lo invitaba a ese teatro convertido en cine, lo que le hacía confirmar la hipótesis de que Taehyung era un aficionado de lo clásico, incluso su atuendo lo gritaba constantemente. Una vez en el interior y notando la mirada de Taehyung hacia el escenario, sonrió.
— ¿Alguna vez has pensado en probar el teatro, Tae? — ¿Tae? El nombrado se volteó velozmente para observarlo, pero no dijo nada por escucharlo por primera vez llamarlo así. Se limitó a hacer una mueca.
— No es realmente mi estilo. — Negó con un deje de nostalgia que confundió a Jungkook, porque pese a lo que su boca decía, los ojos de su jefe mostraban una nostalgia única mientras miraba todo a su alrededor. — Prefiero estar tras bambalinas, orquestando todo."
— Sí, eso suena más a ti. — Jungkook rio apartando cualquier idea de su mente.
Finalmente, decidieron ver una película que, aunque no era teatro, prometía entretenerlos. Mientras se acomodaban en sus asientos oscuros, la pantalla iluminada frente a ellos, la dualidad de sus vidas, llena de ignorados secretos y tensiones, pareció desvanecerse momentáneamente. Hasta que de repente, como un destello de luz en medio de la penumbra, Taehyung rompió el silencio.
— Feliz cumpleaños, Jungkook. — El aludido, sorprendido, parpadeó en la oscuridad.
Siendo totalmente sincero, con todo lo que había estado haciendo en los últimos días, el propio Jungkook había olvidado que se acercaba su cumpleaños. Como si de una señal se tratara, comenzó a sentir su teléfono vibrar, varios mensajes llegando a su teléfono. Al parecer su madre había ido a felicitarlo creyendo que estaba en su habitación trabajando, también recibió un extenso mensaje de Yoongi que le arrancó una sonrisa porque muy rara vez su hyung le decía abiertamente que lo amaba. Incluso Jackson lo había felicitado, pero ninguna de esas presentaciones lo sorprendió tanto como la que escuchó justo a su lado.
— ¿Cómo... cómo sabías? — El mayor desvió la mirada con un deje de nerviosismo en su expresión.
— Vi tu expediente laboral hoy. Es una coincidencia que estemos juntos en estos momentos, ¿no? — Jungkook, aún procesando la revelación, asintió con incredulidad.
— Sí, es una sorpresa. — El pelinegro sonrió, intentando restar importancia al hecho.
— Solo quería asegurarme de felicitarte. ¿Cómo olvidaría el cumpleaños de mi mejor empleado? — El tono ligero de la respuesta no ocultaba la incomodidad latente en Taehyung.
Jungkook, aunque agradecido por el gesto, no pudo evitar preguntarse si había algo más detrás de la casualidad de que el contrario estuviera al tanto de su cumpleaños. A medida que la película continuaba en la pantalla, se sumergió en la trama, pero esas palabras continuaban resonando en su mente.
— Creo que he recibido un regalo de cumpleaños de tu parte sin saberlo. — Mencionó el menor mientras abandonaban el teatro. — ¿Me invitaste a cenar y me trajiste aquí porque sabías que era mi cumpleaños?
— Fuiste tú quien me llamó para trabajar, esto no fue más que una fortuita coincidencia. — El castaño asintió, dedicándole una sonrisa al mayor que no le fue devuelta, al menos no tan ampliamente. — Vamos, te llevaré a tu casa.
Como parecía ser una costumbre, el silencio se interponía entre ellos mientras el automóvil se deslizaba por las calles nocturnas, llevándolos de regreso a la realidad que habitaba fuera de la pantalla del cine y las luces tenues de la cena especial.
— ¿Puedo hacerte una pregunta? — Jungkook rompió la quietud, su voz tranquila, cargada de la incertidumbre que se había ido acumulando a lo largo de la noche. — Taehyung, ¿por qué estás yendo en contra de tus padres? — No recibió siquiera una mirada de su parte, pero pudo ver como las manos se tensaban sobre el volante. — No me malinterpretes, no intento inmiscuirme en tu vida, solo estoy tratando de entender.
El semblante de Taehyung se tensó, su mandíbula resaltaba el doble, sus blancos nudillos y el relamer de sus propios labios demostraban su incomodidad, logrando que Jungkook quisiera retractarse.
— No todo es blanco o negro, Jungkook. Hay matices, hay razones que van más allá de lo que se ve en la superficie. — El mencionado, sintiéndose como un navegante en aguas turbulentas, no pudo evitar ir más allá de esa respuesta.
— Pero, ¿por qué esto? ¿Por qué ir en contra de tu familia de este modo? Lo que estás haciendo, o mejor dicho, los que estamos haciendo, porque de cierta forma yo estoy involucrado, podría causarles una gran pérdida económica. — El auto se llenó con una exhalación cargada de pesar.
— Mis padres no son blancas palomas, Jeon. — Taehyung lo miró en silencio porque había cosas que ni Jungkook ni nadie más sabía. Cosas que él nunca perdonaría y por lo que les haría pagar toda su vida. — Sobrevivirán.
Su tono fue frío y tajante, dejando claro que no quería seguir hablando del tema y Jungkook comprendió el mensaje. Una vez más, se sumieron en un silencio incómodo, las palabras de Taehyung resonando en la atmósfera cargada de preguntas. Jungkook, mientras observaba las luces de la ciudad parpadeando en la oscuridad, se preguntaba cuánto más se escondía detrás de la fachada serena de Kim Taehyung.
— ¿Puedo pedirte un regalo de cumpleaños? — Ese sofocante silencio se quebró cuando Jungkook, antes de despedirse, dejó caer una pregunta inesperada y con aire juguetón. Taehyung, ligeramente confundido, pero dispuesto, asintió con una sonrisa intrigada, dejando atrás su molestia inicial.
— Claro, puedes pedirme lo que quieras. — El menor, no perdió la oportunidad de sacar una risa.
— Ten cuidado con eso, Tae. Podría pedirte desde un auto nuevo o una casa hasta que muerdas las sábanas para mí. — Ante su descaro, Taehyung relamió y mordió su labio inferior antes de reírse abiertamente ante la osadía de Jungkook.
— Confío en tu inteligencia para no pasarte de los límites con tus peticiones. — El tono ligero de la conversación cambió cuando Jungkook, con un brillo travieso en los ojos, decidió tomar una dirección diferente.
— No haré un pedido entonces... — Posó la mirada en sus labios y luego lo miró con todo el deseo contenido en ese tiempo. — Tomaré lo que quiero.
Antes de que Taehyung pudiera procesar completamente esas palabras, Jungkook selló la declaración con un beso. No era un beso suave y calmado, era una afirmación, una toma de posesión intensa y demandante.
Los labios se encontraron en un torbellino de pasión, como si Jungkook estuviera reclamando algo que siempre había estado ahí, esperando ser reconocido. Fue un beso que hizo temblar los cimientos de la noche, una fusión de deseo y anhelo que rompió las barreras entre ellos.
Cuando se separaron debido a los brazos de Taehyung que pusieron espacio entre ellos, mirándolo fijamente, la intensidad del momento aún vibraba en el aire. El mayor estaba, sorprendido, pero no ajeno al magnetismo de Jungkook, simplemente estaba envuelto en una mezcla de asombro y complicidad en sus ojos.
— Gracias por mi regalo. — Jungkook lo miró por última vez y descendió del vehículo, pero antes de que pudiese entrar en su casa, fue detenido por los mismos brazos que lo separaron del beso segundos antes.
En la penumbra de la noche, como si fuese un típico drama nocturno, sus miradas se encontraron, cargadas de una tensión que había estado latente durante demasiado tiempo. Un susurro de conexión se deslizó entre ellos, una conexión que trascendía la barrera entre lo profesional y lo personal.
Sin palabras, como si hubieran acordado un pacto silencioso, se acercaron el uno al otro. Jungkook entrelazó sus dedos con firmeza en el cabello negro del mayor, que se dejó acercar con una sonrisa ladeada. Entregándole ese control del cual parecía adicto. El aire se volvió denso con la expectativa, una electricidad que flotaba entre ellos. Incluso si ambos sabían que estaban a punto de dejarse llevar por sus deseos, si Kim Taehyung estaba consciente de lo que eso podría ocasionar en una noche en donde él no estaba en pleno uso de sus facultades emocionalmente, no pudo detenerse. No podía pensar con claridad cuando se encontraba frente a ese hombre y ese era uno de sus secretos más profundos. Porque lo había perdido una vez y no tenía derecho de volverlo a poner en su órbita, debía dejarlo libre, pero era difícil si Jungkook iba hacia él como una polilla a la luz.
Entonces, finalmente, como si estuvieran en el medio de una casa de cartas que comenzaba a derrumbarse a su alrededor, lo terminó de atraer para abrazarlo y unir sus labios. El primer roce fue un suspiro en la noche, un beso calmo, pero profundo, que dejó a ambos sin aliento. Los labios se encontraron en una danza íntima, explorándose mutuamente con una intensidad inesperada.
Para Jungkook, cada vez que lo besaba sentía que conocía esos labios desde siempre, que eran suyos o al menos estaban hechos para él, porque el modo en el cual se acoplaban era tan perfecto que sería casi un crime que no fueran suyos. La calidez de su lengua, su saliva intercambiada, el tacto de sus dientes estirando su labio inferior y la manera en la cual ambos profundizaban más lo hacía entrar en estado de embriaguez. Fue como si un remolino de emociones represadas se desatara, un torrente que los envolvía en su abrazo apasionado.
Las manos encontraron su propio camino, acariciando suavemente las curvas del rostro del otro. El mundo exterior se desvaneció, y solo quedaron ellos dos, atrapados en la espiral del deseo compartido. La intensidad del beso era como una revelación, una confirmación de algo que había estado latente en las sombras. Era calmo, pero jodidamente ardiente y sofocante. Cuando finalmente se separaron, quedaron suspendidos en ese espacio entre la realidad y la posibilidad.
— Llévame a tu casa. — Kim lo miró confundido, mirando a la puerta que se encontraba detrás del menor. — Quiero estar contigo esta noche y sé a lo que me debo atener si lo quiero, pero estoy dispuesto.
— Eso Luana como una obligación, una autoimposición y así no funcionará. — Jungkook negó con su cabeza, acercándose a sus labios con un tibio suspiro.
— Funcionará porque lo quiero. — Fue todo lo que dijo antes de atraerlo a un nuevo beso, más profundo, más demandante, justo como el que compartieron en el carro. — Lo quiero.
Taehyung quiso negarse, lo hizo, mentalmente lo hizo, pero su cuerpo difirió de sus pensamientos y, antes de darse cuenta, sus dedos se habían entrelazado a los de Jungkook, arrastrándolo de regreso a su vehículo. No recordaba jamás haber conducido tan rápido, el flash de la cámara de tránsito le avisó de la multa que pronto le llegaría por exceso de velocidad, pero no le importaba.
Todo parecía una especie de Déjà vu cuando llegaron a casa de Taehyung. No hubo trago brindado o preámbulos. Como si hubiesen sido hechizados, ambos se besaban desenfrenadamente mientras avanzaban por el lugar. Las manos del mayor se desplazaban por el cuerpo contrario, palpando cada músculo por encima de la ropa, pero sin tocar cualquier lugar indecente, al menos no hasta que fue el propio Jungkook quien tomó sus manos para ubicarlas sobre su trasero en una invitación abierta.
De algún modo llegaron a una habitación, la misma en la que Jungkook había dormido con anterioridad, pero ellos parecían reacios a poner distancia. El sonido distante de un reloj sirvió como un recordatorio inquietante de los segundos que avanzaban.
— Necesito respirar. — Logró decir Jungkook separándose muy brevemente de los labios del mayor, había una mirada oscura y hambrienta en sus ojos. De verdad, por primera vez, el Taehyung templado y enigmático mostraba un lado más humano y salvaje a la vez. — Tae.
El nombrado lo acalló, presionando con fuerza sus cabezas para dejar sus labios unidos, pero sin abrirlos, sin profundizar el beso. — Sé que esto es como construir castillos en la playa—, susurró él, su voz apenas audible sobre los ecos de sus corazones latiendo al unísono. — Pero en este momento fugaz, parece que somos reyes de este puto infierno, aunque solo sea por esta noche... — Cortó sus palabras para volverlo a besar, arrinconándolo contra la cama. — Solo por esta noche...
La habitación parecía encogerse a medida que la tensión entre ellos se intensificaba. Sus ojos delataban una lucha, divididos entre el anhelo de su calor y la voz racional que le advertía del colapso inevitable. Sabían que estaban jugando con fuego, pero la atracción era una fuerza demasiado fuerte para resistir.
— Ojalá pudiera aferrarme un poco más, — murmuró el menor, extendiendo la mano para acariciar su mejilla. No sabía por qué se comportaba así, él nunca fue cursi ni se involucraba demás con las personas con las cuales se acostaba, pero Taehyung causaba estragos en él.
Su toque le enviaba escalofríos por su columna al mayor que, por un momento, cerró los ojos, tratando de ahogar la culpa que amenazaba con consumirlo.
— Estamos bailando en el borde de un sueño que se desmorona, y puedo sentir las cartas colapsando a nuestro alrededor, — admitió, sus palabras impregnadas de arrepentimiento. — Pero por esta noche, olvidemos las consecuencias y finjamos que el tiempo se detiene.
Jungkook asintió, un acuerdo silencioso que hablaba volúmenes. La habitación se convirtió en un refugio para momentos robados y confesiones susurradas, mientras navegaban el delicado baile entre el deseo y el arrepentimiento. En el silencio que siguió, se aferraron el uno al otro como si intentaran desafiar el inminente colapso de su casa de naipes, sabiendo que la luz de la mañana traería la realidad desplomándose a su alrededor. Sin embargo, la mañana todavía estaba lejos y ellos le sacarían provecho a lo que restaba de noche.
¡Hola, hola! ¿Cómo han estado? Espero que se encuentren saludables y que hayan disfrutado este capítulo. Les dejaré un obvio spoiler, pero en el próximo capítulo, estos dos finalmente harán el rikiti rakata.
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