9
Narra Zulema.
- Preciosa, ¿te queda mucho para terminar? - me pregunta Ansu acercándose a la barra.
- Ansu, ¿qué haces aquí? - pregunto sorprendida.
- Venir a por un café y de paso visitar a este bombón. - responde haciendo que yo me sonroje.
- ¿El café de siempre?
- El café de siempre - asiente guiñandome un ojo.
Yo asiento sonriéndole. Me doy la vuelta y preparo su café. Naira no está, se ha ido a Cartagena de Indias para estar con su hijo y traerselo a España. Tras muchos meses y años ya era hora de que lo volviera a ver. Tantas noches que ha pasado llorando por él.
- Aquí tienes el cappuccino.
- Le falta algo - dice, lo miro confundida.
- ¿El qué?
- Al cliente le falta un beso de la trabajadora - indica con una sonrisa.
- No pides tú.
Se apoya sobre la barra acercando su cara a la mía para robarme un beso.
- ¿Te queda mucho para terminar o no?
Miro el reloj que se sitúa en frente de mi y empiezo a quitarme el delantal.
- Mi turno acaba de terminar.
- Genial.
- ¿Tienes algún plan?
- Unos cuantos, ¿me acompañas?
- Si el señorito Ansu me lo pide.
- Pon la música - dice dándome su móvil.
Unos días atrás, mientras estábamos en mi casa viendo una película nos dio por hacernos una Playlist conjunta, donde tenemos música que a los dos nos gusta. Tenemos casi el mismo gusto musical.
- ¿A dónde me llevas?
- Ya verás.
- ¿Es fuera de Barcelona? - pregunto al ver que estamos saliendo de la ciudad condal.
- Si y ya callaita, que no te digo más.
- Aburrido - ruedo los ojos.
- Si aburrido mis cojones - dice haciendo que me ría a carcajadas - Has visto te ríes y me llamas aburrido.
- ¿Falta mucho? - pregunto después de aproximadamente unos veinte o treinta minutos.
- No, impaciente.
- Como si tú tuvieras la mayor paciencia del mundo.
Él sonríe y me saca la lengua. Estamos constantemente picandonos y vacilandonos, y sinceramente es algo que me gusta muchísimo.
- Hala, ya hemos llegado.
- Bien, ¿y dónde estamos?
- En Sitges.
- ¿Y qué hacemos aquí?
- Pues pasar un día, tú y yo relajaditos, en un pueblo precioso y con mucha tranquilidad. ¿Te parece bien?
- Me parece bien.
- Pues vamos a por nuestro día, preciosa.
Entrelazamos nuestras manos y nos disponemos a pasear por las calles del pueblo. No sabía de este pueblo, pero es que no conozco la mayoría de los pueblos de Cataluña.
Paseamos por el casco antiguo y las calles circundantes que están llenas de tiendas, restaurantes, bares y discotecas. Damos un paseo por los florecientes jardines y la arquitectura modernista de la ciudad, visitando iglesias, palacios y palacetes.
Sobre las dos, dos y quarto, nos entra hambre y nos vamos a comer a un restaurante cerca de la playa.
- ¿Te está gustando? - me pregunta y yo asiento.
- Me está gustando mucho.
El pueblo es precioso, tiene rincones muy bonitos y aunque hay bullicio de gente, no es agobiante, es tranquilo y sereno.
Por la tarde, nos sentamos a merendar y a tomar un café en el café Roy, que según hemos oído es un clásico en el pueblo, nos sentamos en el interior que está decorado con decoración clásica de la época.
Hemos pasado la mayor parte de la tarde paseando por la playa, hasta que nos hemos cansado y nos hemos sentado en la arena.
- Se está poniendo el sol. - me dice.
Abre sus piernas para que me siente entre ellas y apoyo mi cabeza en su pecho. Contemplo el atardecer mientras una sonrisa se forma en mi cara.
- Zulema.
- Dime, Ansu.
- Quiero decirte algo.
Giro mi cabeza un poco para mirarlo, agacha la cabeza unos segundos, está nervioso y se lo noto. Me mira y me pierdo en sus ojos marrones.
- No sé cómo decirte esto.
- ¿Es malo?
- No, bueno no lo sé.
- Pues si no lo sabes tú.
- Haber puf... Me gustas, me gustas muchísimo. Cuando te vi en el local aquel día te elegí a ti porque despertartes algo en mi, pero nunca me imaginaba esto. Y ya cuando te vi en la cafetería, vi el cielo. Zulema cada vez más me gustas mucho más.
Me he quedado en shock. No sé ni que decir. ¿Esto es real? ¿O estoy soñando y ahora llega el momento en el que la alarma suena y me toca despertar? A mi que me pellizquen, porque no me lo creo.
- Zulema, dime algo por favor.
- Emm si si perdón.
- ¿La he cagado diciendo eso verdad?
- ¿Qué? No claro que no.
- ¿Entonces?
- Es simplemente que no me lo esperaba Ansu, pero tú a mí también me gustas - digo acariciando su cara - Y muchísimo.
- ¿De verdad?
- De verdad.
Él sonríe para besarme, los dos sonreímos a mitad del beso y cuando ya nos hemos quedado sin respiración ninguna, juntamos nuestras frentes.
- Es muy pronto para etiquetarnos - le digo y él asiente.
- No te voy a negar que me muero por ser tu novio, pero podríamos decir que estamos juntos sin una etiqueta que nos catalogue como algo.
- Exactamente, pero Ansu una cosa te voy a pedir.
- Dime preciosa.
- si encuentras a otra chica o algo mejor que yo, no me pongas los cuernos por favor, simplemente dímelo.
- No pasará eso Zulema. Solo estaremos tú y yo, no más.
- Ansu, nunca se sabe lo que puede pasar.
- Preciosa, confía en mi.
- Confío en ti.
La confianza hacia las personas no es muy punto fuerte, a lo largo de la vida he aprendido que hasta quien te quiere te puede fallar. La confianza hay que tenerla en una misma. Antes era la típica niña que confiaba en todo el mundo y que de buena era tonta. Pero era pequeña e inocente. A medida que fui creciendo y madurando me di cuenta de las puñaladas que te meten por detrás. Desde que estoy en Barcelona, no voy a negar que me ha costado lo mio abrirme con la gente, socializar y confiar, pero que poco a poco lo voy haciendo. Eso sí, con las personas que me transmiten good vibes.
Confío en Ansu, no al cien por cien porque aún no confío ni en mi misma al cien por cien, pero si que un buen porcentaje. Porque me hace sentirme cómoda y a gusto.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro