4
Narra Zulema.
- Zulema, hoy te tienes que poner más guapa de lo normal - me aconseja Naira.
- Vamos a trabajar Naira, no a pasearnos por Barcelona.
- Está bien, tienes razón - asiente mirándome con una sonrisa - Pero no te vayas a poner un chándal eh.
- Que no Naira, unos vaqueros y una camiseta.
Llegamos a la cafetería donde Carmela nos espera con una sonrisa en la puerta.
- Chicas, antes de que abramos para que los clientes lleguen me gustaría hablar con vosotras - nos dice y yo miro a Naira.
- ¿Nos vas a despedir? - pregunta mi amiga nerviosa.
Como nos despida, no sé que vamos a hacer.
- No no, nada de eso chicas.
Las dos soltamos todo el aire que estábamos conteniendo y Carmela ríe ligeramente.
- Venid, sentaros aquí.
Nos quedamos mirandonos las tres hasta que Carmela da el paso y habla.
- Quiero que me contéis qué os pasa, soy mayor y me doy cuenta de todas las cosas.
Naira y yo nos miramos y asiento con la cabeza. Contarle a Carmela nuestra vida no creo que sea algo malo, sino pienso todo lo contrario, así estaremos más tranquilas y ella puede ayudarnos.
- Sois muy valientes habiendo salido de allí - nos dice con una sonrisa - Si necesitáis ayuda con algo no dudéis en pedírmelo, que aunque sea vuestra jefa ante todo soy amiga.
Las dos asentimos levantándonos para darle un abrazo. Las dos estamos muy agradecidas con Carmela, nos contrató sin tener experiencia ninguna, nos ha puesto las cosas muy fáciles, y es una mujer encantadora. Me recuerda a mi madre.
- Y ahora a trabajar.
Estamos a punto de terminar nuestro turno, nos faltarán unos diez minutos. Termino de cobrar a una mujer y cuando me doy la vuelta me encuentro a Naira justo enfrente de mi.
- Joder Naira, que susto - me llevo las manos al pecho.
- Mira quien hay en la puerta.
Me vuelvo a girar y en la puerta me está esperando el chico moreno. Resoplo y Naira ríe.
- Te está esperando.
- Pues que espere.
- Chicas ya ha terminado vuestro turno - nos avisa Carmela sacando dos sobres blancos - Tomad, que paséis un buen día chicas.
Dejamos dos besos en las mejillas de Carmela y nos quitamos los delantal poniendolos en el perchero.
Salimos de la cafetería y el chico viene hacia mi.
- ¿Podemos ya ir a hablar?
Naira me mira asintiendo, yo suelto un suspiro y vuelvo a mirar al chico.
- Está bien, pero no muy lejos que no conozco apenas nada.
- Vale, vamos sube al coche.
Subo a su coche no muy segura. No soy una persona de coger confianza rápido con la gente, me cuesta y mucho, y aún mucho más con el pasado que tengo.
- Relájate que te noto tensa. - me dice y yo lo miro.
- Es que no sé que es lo que pretendes - indico, me quedo mirándole para que me diga su nombre.
- Ansu, me llamo Ansu Fati y no pretendo nada, morena.
- Si tú lo dices.
El camino en coche es completamente en un silencio bastante incómodo, él va concentrado en la carretera y yo voy mirando por la ventana.
- Ya puedes bajarte del coche, sígueme.
Lo sigo sin decir ni una sola palabra. Me doy cuenta de que estamos en la playa y me pongo un poco melancólica. Hace años que no voy a la playa desde antes de que mis padres murieran.
- Oye, ¿estás bien?
- Sí, si - respondo rápidamente, él me mira no muy convencido.
Nos quedamos los dos mirando a la playa, unos segundos después me giro para mirarle.
- ¿De qué querías hablar?
- De ti, de tu vida.
- No te voy a hablar de mi vida cuando no te conozco.
- ¿Quieres que te cuente yo mi vida y después tú me cuentas la tuya?
Chasqueo mi lengua y lo miro, ¿por qué querrá saber de mi vida?
- Solo si me transmites confianza - digo y él asiente.
- Bueno vale, siéntate.
Los dos nos sentamos y me quedo mirándole para que empiece a hablar.
- Yo nací en Guinea Bissau. Tengo cinco hermanos. Cuatro años antes de que yo naciera en mi país de origen estalló una guerra civil, y un año después de mi nacimiento un golpe militar. El país quedó en ruinas y completamente devastado por lo que mis padres decidieron huir del país. Mi padre era futbolista y primero fuimos a Portugal, pero las cosas no salieron bien. En Marinaleda, un pueblo de Sevilla, estaban ofreciendo trabajo a los inmigrantes y nos fuimos allí. Llegué a España con seis años.
Ficharon a mi hermano Braima en el Sevilla y yo me fui a jugar en Herrera, un año después me fichó el Sevilla. Y con nueve años el Barca me fichó. Y bueno ahora sigo jugando en el Barca.
Su vida tampoco ha sido de las más fáciles, el chico también ha tenido complicaciones para llegar a donde está hoy.
- ¿Esos chicos del otro día eran tus compañeros de equipo?
- Efectivamente.
No voy a negar que Ansu me ha transmitido mucha confianza, y que su vida no ha sido fácil, así que no creo que se burle de la mía.
- ¿Me vas a contar la tuya? - pregunta y yo asiento cogiendo aire.
- Sí, pero por favor no digas nada.
- Vale.
- Nací en Cartagena de Indias. Mi padre era policía y mi madre médica, vivíamos en un barrio bueno de la ciudad, aunque claro en Colombia al igual que en todos lados hay de todo. Yo iba al colegio, y aunque no era la mejor estudiante sacaba notas buenas. El mismo mes que entré en la universidad, mis padres tenían una cena de noche en la que yo no podía acudir, así que me quedé en casa ya que era mayor de edad, acababa de cumplir los dieciocho.
A las tres de la madrugada me llamaron del hospital para decirme que mis padres habían muerto en un trágico accidente de tráfico y que no pudieron hacer nada más por sus vidas. Un día mientras iba a comprar en el supermercado me paro un señor, me hizo montarme en su coche y me llevo hacia una fábrica cerrada, me hizo firmar un contrato, él decía que me iba a cuidar y que no había de que preocuparme. No sabía que era lo que ponía en el contrato ya que solo querían que firmará, con mi buena voluntad lo hice y fue la cosa más horrible que hice en mi vida.
Me llevaron a un puticlub de Cartagena y ahí empezó todo.
- ¿Ósea que te engañaron?
- Sí.
- ¿Y cómo habéis salido?
- Naira tenía un plan, yo no estaba muy segura de si saldría bien, fuimos a la terraza para supuestamente fumar, bajamos y empezamos a correr hacia el primer hostal que vimos.
- ¿Vivís en un hostal?
- Por ahora pasamos los días allí, pero queremos alquilar algo.
- Si queréis yo os puedo ayudar.
- ¿Por qué te preocupas por mí?
- Porque en tus ojos puedo ver que no lo has pasado bien, que has sufrido mucho y ya va siendo hora de que eso se quede atrás.
- No me conoces.
- No hace falta conocerte para verlo.
- ¿Por qué decidiste que yo fuera tu chica esa noche?
- Eras la que más me llamaba la atención.
- ¿Y porqué fuistes allí?
- Mis amigos me insistieron. - reaponde - Zulema, déjame ser tú amigo, déjame ayudarte.
- Ansu, no tienes porqué hacerlo.
- Zulema, por favor.
- Prométeme que no me vas a fallar.
- Te lo prometo, morena.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro