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Zulema.

- Helena - me grita Alfredo - Hoy viene mucha gente, y alguna de ella importante.

Helena, es el nombre que elegí cuando Alfredo me metió en todo este lío. No le iba a decir mi verdadero nombre.
Mi nombre real es Zulema, Zulema Castro Rodríguez.

- ¿Están las cosas en la habitación? - pregunto, él asiente.

- Acuérdate de darle el placer que ellos quieran y hacer todo lo que te digan.

- Si, Alfredo.

- Bien, puedes retirarte.

Me voy hacia la habitación viendo todo lo que hay esparcido sobre  la cama. Un tanga con una simple transparencia que con esto se me ve todo. Un sujetador conjuntado con el tanga y encima un body negro con transparencias también para que se vea un poco el sujetador y el tanga.

- Zulema ¿te ha dicho ya Alfredo lo de la gente esa? - me pregunta Naira.

- Sí, a saber quién viene.

- Gente importante, pero a saber qué gente importante.

Llegamos hace dos días a Barcelona. Dos días en los que no nos han dejado ni ir a dar un triste paseo por la ciudad. Todo el día nos hemos quedado aquí encerradas.

- Hoy es nuestro día para escaparnos - me susurra Naira al oído.

- ¿Tú crees?

- Por supuesto, si no ya nos encargaremos de hacerlo por las malas.

Me miro al espejo de la habitación cuando ya estoy vestida y me doy un asco increíble.

Toco la medallita que me dejó mi abuela y la beso.

- Nuestro último día - susurra Naira antes de salir.

- Venga salir que ya están aquí - indica Julián, otro de los que más poder tienen en el negocio. El hijo de Alfredo.

Miro a mi alrededor y veo a mucha gente. Mi mirada se posa en un chico moreno, de estatura media y que ríe junto con unos chicos.

- Hay muchos actores - susurra Naira.

- ¿Conoces a alguno?

- No, pero lo he escuchado antes.

Alfredo enciende la pasarela y vamos pasando una a una mientras nos movemos como si fuéramos modelos, moviendo las caderas de un lado a otro.

Noto la mirada del chico moreno sobre mí y sonrío. No sé porqué pero me ha llamado la atención, aunque claro se muy bien donde estoy.

- Ya podéis elegir a la chica. - informa Alfredo, la mirada de todos los hombres recaen sobre nosotras.

Un rubio de ojos azules, que parece amigo del chico moreno, señala a mi amiga. A continuación, el chico moreno me señala a mí, mientras me da una sonrisa.

Le sonrío discretamente y este me guiña un ojo.

Alfredo nos da las llaves de la habitación 93, una de las habitaciones más lujosas y grandes. Además de insonorizada.

- Sígueme - le digo al chico.

- A dónde quieras morena.

Llegamos a la habitación y abro la puerta. El chico pasa mirandola con detenimiento. Se da la vuelta y se acerca a mi.

Pongo una mano en su pecho y empiezo a desabrocharle los botones de la camisa blanca.

- ¿Así que puedo hacer lo que quiera contigo?

- Estoy a tu disposición - digo y él sonríe.

- Estupendo.

Se sienta en una silla y me mira fijamente.

- Quiero que me bailes.

- Pone algo de música.

Enseguida me la pone, empiezo a moverme sensualmente acercándome a él, este pone sus manos en mi culo.

- Lo haces muy bien, haber que más se te da bien.

- A mi todo se me da bien - le guiño un ojo.

- Quítate el body.

Me quito el body dejándolo caer, abre los ojos al verme con el sujetador y el tanga. Se levanta de la silla agarrandome de la cintura.

- Vamos a jugar un poco. - susurra en mi oído.

Saca del mueble, que hay pegado en la pared, unas esposas y me las pone en las muñecas. También saca un látigo y una pluma.

Me quedo pegada en la pared, baja los tirantes del sujetador y me pasa la pluma por ahí y va bajando por todo el cuerpo.

- Date la vuelta. - susurra con voz ronca.

Me doy la vuelta y pego un brico al sentir el látigo en mi culo.

Nos acercamos a la cama y me baja el tanga.

- Ahora si que te voy a dar lo tuyo, morena.

Mete del tirón dos dedos dentro de mi, intento no gritar con todas mis fuerzas, aunque me lo está poniendo complicado.

- Quiero que grites fuerte.

Empieza a mover los dedos y digo que si grito.

Cuando estoy apunto de llegar, mete su lengua dentro de mi clitoris.

- Ahora ponte en cuatro.

Me pongo en la posición que él me indica. Se pone el preservativo para introducirse dentro de mi. Se mueve rápido y duro.

- Quiero empotrarte contra la pared.

Me pone contra la pared y me embiste fuertemente.

- Voy a tener que repetir más veces contigo, morena.

- O lo mismo no.

Me ha dejado con las piernas temblado.

Llego de nuevo a la habitación y miro a Naira que asiente cogiendo las mochilas que hemos dejado preparado antes.

- Es nuestro momento. - me dice Naira, asiento.

Salimos a la terraza que hay arriba. Por suerte, no hay nadie. Hacemos como que vamos a fumar y empezamos a bajar por las escaleras de emergencia.

- Ahora corre Zulema - me dice mi amiga.

Empezamos a correr con las mochilas en nuestras espaldas donde llevamos nuestras cosas. Corremos sin mirar atrás.

- Comienza nuestra nueva vida, Zulema.

- ¿Pero a dónde vamos Naira? No tenemos nada, ni siquiera dinero.

- Zulema, lo tengo todo bajo control hazme caso - asegura, asiento no muy convencida.

- No sé si estamos haciendo bien.

- Zulema, si quieres volver a ese infierno puedes irte, pero no tendrás un futuro asegurado y somos jóvenes.

- No quiero volver allí - murmuro.

- Eso ya lo sabía yo - dice sonriendo.

Vemos un pequeño hostal que parece estar en buenas condiciones, Naira tira de mi para entrar.

- Vamos a pasar la noche aquí. - propone y yo asiento.

Saca el dinero y paga 30 euros al empleado por la noche.

- Mañana ya hablaremos - me dice y yo asiento. - Buenas noches, Zulema.

- Buenas noches, Naira.

Naira se duerme a los minutos de tumbarse en la cama, yo sin embargo no puedo dormirme. Me quedo mirando al techo tocando la medalla de mi abuela, mientras deseo que todo cambie y que esto sea el inicio de algo bueno.

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