23
Las alas de murciélago estaban abiertas y se movían por el cielo con gran agilidad para evitar ser capturado por los miembros de Black Blood.
Pero en un intento de mirar hacia atrás para ver si los había perdido, chocó con una lámpara y calló sobre el techo de un edificio.
Rodó y se golpeó los codos y las rodillas. Maldijo y se transformó nuevamente en su versión humana.
Los murciélagos que lo seguían también volvieron a su forma humana, ladearon su cabeza pensando que él no se pondría a la defensiva.
—No tienes escapatoria —dijo uno de ellos—. Entrégate y así terminamos más rápido.
Este chico llevaba unos gafas con los cristales en forma de círculo sobre su cabeza y tenía una bufanda de piel de tigre sobre su cuello.
—No lo haré —anunció, se levantó del suelo con menor agilidad, pero sus rasguños se iban recuperando.
—Deja de estar tan a la defensiva —bufó el mismo hombre, mientras caminaba al frente—. Llamaste para entregarte, coopera.
—¿Cooperar? Nunca los llamé. Alguien debió haberse hecho pasar por mí —se defendió.
—Eso no es asunto nuestro. Tenemos pruebas que indican que traicionaste a tu raza y debemos eliminarte como castigo.
Jin vió como cada uno de esos hombres sacaba una navaja de su chaqueta de cuero antigua, en cambio suspiró fingiendo derrota, ya que eso no serviría para derrotarlo.
—¿Con eso planean eliminarme?
—No.
El depredador no había visto bien lo que ocultaban esos vampiros , tenían un diminuto ajo pinchado en la punta de la navaja.
—Esto —se lo enseñó, lo movía en círculos, muy alejado de él.
—Si me eliminas con eso todos moriremos.
Sin decir palabra, aquel hombre sacó una máscara antigas que ocultaba uno de los hombres que estaba detrás de él. Todos estaban a salvo, Jin no lo estaba.
—Gracias por nacer vampiro, pero lamentablemente es hora de decir adiós a tu existencia.
La manada se acercaba y acorralaba a Jin en un círculo, quitándole la posibilidad de escapar volando como antes había hecho. El olor del ajo lo estaba debilitando y lo hacía encorvarse arrodillado en el suelo.
—Lo llamaban Depredador y Seductor —el de la bufanda soltó una carcajada—. Vaya, bastante rápido lo capturamos.
Jin pensaba que tenían razón. Eran muchos contra uno, él estaba solo. Sin salida, nadie que lo pudiese ayudar. Con cada acercamiento de esos seres, más débil se sentía y como cuando cortas cebolla para echársela a la comida, él empezó a llorar.
Y no era porque estaba a punto de morir, sino porque se iría de este mundo sin poder despedirse de Jisoo y por lo menos salvarla de aquel hombre dentro del cubo de hielo.
—¡Aján! ¡Aján!
Como si alguien estuviera escuchando su llanto, los presentes buscaban al ser que se arrascaba la garganta fingidamente.
Jin estaba sobre el suelo, sin apenas fuerzas y miraba entre los pies de los vampiros, abrió los ojos como platos al ver de quienes se trataba. Era Soojin y Hoseok, este último había regresado para salvarlo.
—¿Y esta mujer ahora? —se quejó uno.
—Se ve deliciosa —alagó uno que llevaba botas extremadamente altas y tenía de adorno cabello de león —. Quiero hincar mis colmillos en su cuello —el otro lo silencio mirándolo.
—¿Quién mierda sos? —miró a Hoseok— Tú ¿por qué has vuelto? Te dejamos escapar, imbécil.
—Nunca dejaría tirado a un amigo —le sonrió, a Jin.
—¡Aján ! ¡Aján! —Soojin seguía tratando de llamar la atención.
—Puedo saber ¿qué haces? —le susurró Hoseok.
—Estoy tratando de ganar tiempo.
—¿Tiempo para qué? —Soojin lo fulminó con la mirada—. No entiendo —negó con la cabeza.
—Olvídalo —resopló.
Soojin estaba tratando de ubicar su espejo en una posición que condujera un rayo del sol hacia el grupo de amantes de la sangre humana que tenía enfrente.
—Ya te capto —comentó y los demás los seguían con la vista, esperando cuál sería su siguiente movimiento.
El de las gafas se acercó al par, se quitó la máscara y la arrojó al piso. Continuaba con la navaja en la mano, pero retiró el ajo. Estaba dispuesto a encajarla sobre el pecho de la chica, pero sin embargo ella fue más rápida.
Así que con su espejo ya listo para la acción atravesó al hombre que venía a por ella con un rayo de luz, al momento aquel sujeto se transformó en cenizas.
Los demás miembros se horrorizaron con ello, pero no escaparon. La manada fue tras ellos corriendo y eso fue una invitación para que Soojin moviera el rayo como si fuera una espada y se los pasara de forma horizontal por su cuerpo. Obligándolos a partirse en dos y volverse también cenizas que el aire se llevaba.
—Joder —Hoseok mostró una sonrisa—. Ya entiendo porque eres la directora de los cazadores.
Soojin no quiso decir ninguna palabra, solo movió su pelo a un lado y recordó a quien debía salvar.
Estaba todavía en el suelo, no en su mejor condición, pero sano y salvo.
—Caray Jin —Hoseok estaba abrazando a su amigo, su cabeza estaba sobre su pecho—. Pensé que te perdería, amigo —lloraba escandalizado.
—Estoy vivo —mordió su labio inferior—. Eso es lo que cuenta —murmuró con el poco aliento que le quedaba— ¿Qué haces aquí Soojin?
—Quería ver cómo les iba en persona. Cuando te llamé ya estaba de camino hacia aquí. Llamé a Hoseok para que me fuera a recoger al aeropuerto.
—Por eso me fui, sino me hubiese quedado —se excusó Hoseok—. Para nada era que les tenía miedo.
—Pudiste habérmelo dicho —le dijo a su amigo.
Soojin se quedó mirando la ropa que estaba dispersa por el piso, era de esas bestias, pero lo más interesante fue la calidad. La tela estaba hecha con piel de animal real.
—Si no me equivoco me contaron que Dimitri está vivo ¿No?
—Si, pero se llama Kim Taehyung —corrigió Jin.
—Me gustaría hacerle una visita —anunció Soojin.
•••
La ventana de la habitación de Giselle estaba abierta. Las cortinas se alzaban por lo brusco que era el aire y la frialdad aumentaba.
Se cubría con su sábana para evitar sentir el frío en su camino para llegar a la ventana.
La cerró de buena manera y suspiró a modo de alivio, ya estaba empezando a entrar en calor, pero en cuanto se giró, se encontró con una criatura que se le estaba acercando.
—¿Quién eres? —preguntó asustada, la sábana calló al suelo.
No le respondió.
Ella comenzó a correr por toda la habitación, tratando de escapar de aquel tipo que lo más probable fuese que no quisiese nada de ella.
—¡Yeonjun! ¡Mamá! ¡Taehyung! —gritaba desesperada. Tenía miedo— ¡Qué alguien me ayude, por favor!
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