﴾6. Perdido en la ciudad﴿
POV JiMin
El primer día de clases consistió en la rutina a la que ya estoy acostumbrado: conocernos entre compañeros, escuchar el largo currículum de los profesores, reglas del salón, fechas importantes, temarios, etc., pero a pesar de ser algo un poco tedioso, lo disfruté bastante.
Aún me falta mucho por conocer de la escuela, tan solo he visto los edificios A y B de todos los que hay en mi facultad. Por ahora ya tengo dos amigos, los cuales son más hábiles que yo para orientarse, así que ellos podrán ayudarme a conocer la escuela. Ya no me siento tan inseguro al respecto, al contrario; quiero conocer cada rincón de esta escuela y sentirme parte de ella. ¡Nunca se sintió tan bien un inicio de ciclo escolar!
Y respecto a mi otro tema, todo se siente tan ligero y tranquilo. Sé que la homofobia es un problema que está presente en todos los rincones del mundo y que específicamente en este país es más agudo, pero me siento tan libre que podría gritar a todo pulmón "¡soy gay!". Si lo hiciera y alguien me juzgara o me rechazara por ser gay, no me dolería tanto como si lo hicieran mis padres.
Y hablando de ellos... Estos días no he recibido tantas llamadas y eso me hace sentir bien, menos asfixiado que los primeros días. Y aunque los extrañe, sobre todo a mi mamá, me siento mejor estando lejos.
Supongo que a mi padre ya se le bajó un poco su instinto sobreprotector. Le he contado que Jin es como una mamá y que cocina y cuida de mí, tal vez eso lo hace sentir más tranquilo, porque le preocupa que yo me alimente mal por no tener tiempo debido al estudio. Lo que omití fue que mis dos roomies son gays. Si se enterara, seguro vendría de inmediato a sacarme de aquí y ponerme a vivir en una horrible casa de asistencia. Tendré que entrenar a Jin y a HoSeok para actuar 'varoniles' para cuando mi padre me visite, sé que suena absurdo y prejuicioso, pero justamente así es mi padre y no nos queda de otra mas que adaptarnos a eso.
Con quien sí hablo a diario es con mi hermana, pero porque he estado intentando sondear la situación para ver qué tanto sabe sobre mi secreto. Ayer fue que descubrí cuál es el supuesto "secreto" que mi hermana prometió no decirles a mis padres. Cuando me enteré, me reí de mi mismo porque me puse paranoico por nada.
Resulta que hace un par de años, tuve un sueño húmedo y mis sábanas quedaron hechas un desastre porque boté un montón de semen. Esa mañana mi hermana corrió a despertarme y le tocó ver la terrible escena de mí despegando la tela de mi entrepierna. A pesar de que solo era semen nada difícil de lavar, en esa casa es demasiado difícil dar un paso sin que te cuestionen, por lo que no tuve el valor de llevarlas a lavar, así que mi hermana me ayudó a deshacerme de ellas, terminamos tirándolas a la basura. Sin embargo, esas sábanas eran las favoritas de mamá y, cuando empezó a echarles de menos, culpamos a la señora que nos ayudaba a hacer la limpieza. La despidieron y nos sentimos muy culpables, sobre todo yo, pero jamás tuve el valor de admitirlo.
Pero ahora, si a mi hermana se le ocurriera abrir la boca, no me importaría. Ese trágico suceso ahora ya es más bien un recuerdo gracioso-vergonzoso.
Pasando a otro tema, también he hablado con mi maravilloso futuro novio estos días. JungKookie me dijo que no podría verme tan seguido porque tenía mucho trabajo por hacer. Me ha contado un poco más sobre su vida: se entrena para la danza contemporánea y se mantiene ocupado debido a las arduas horas de práctica. Entonces, pese a su apretada agenda, quedamos para salir el día de mañana.
NamJoon y JinSil también me han hablado estos días, me dan aliento y mandan todo su amor para mí, deseándome una vida feliz. Todo parece ir bien con ellos a pesar de que sabemos que nos veremos poco. NamJoon está feliz de que viva con personas como yo y se alegra de que por fin estoy siendo libre, incluso le conté sobre Jin y lo mucho que se veía necesitado de un novio, así que bromeó diciendo que planearía un viaje a Seúl para el fin de semana y tal vez conocerlo.
Pero lo del viaje es cierto: mi mejor amigo egresó hace poco de la escuela de artes y ha estado enviando su currículum a varias galerías y escuelas aquí en Seúl, así que, si le llaman, es probable que se mude y podamos frecuentarnos como antes.
Le debo todo lo que soy a él. Gracias a su ayuda pude llevar más tranquilamente mi descubrimiento a los catorce años. El me enseñó a quererme un poco e incluso tuvo que explicarme cosas muy vergonzosas sobre el sexo entre hombres. Si no hubiera sido por él, no sé qué sería de mí ahora.
—JiMin —me despierta SeulGi de mi ensoñación. El timbre de salida suena, veo a todos a mi alrededor alistándose para salir.
— ¿Qué pasa? —Me siento un poco desorientado. ¿Cuánto tiempo estuve soñando despierto?
—Ya es hora de irnos. ¿Irás en bus a tu casa?
—Sí, lo tomaré a un par de cuadras de la facultad —me levanto y, como todos aquí, guardo mis cosas en la mochila.
— ¿Seguro? Si necesitas que te lleve, puedes decirme. Mi madre pasará por mí y podemos hacerte el favor.
—No te preocupes. Mi amigo Jin ya me ha dicho cómo regresar a casa. Tal vez la próxima vez, te lo agradezco mucho —le sonrío amablemente, luego nos despedimos con cordialidad.
TaeMin y SeulGi salien juntos y yo me quedo un poco más porque fui el último en empezar a guardar mis cosas. Al salir de mi salón, camino por varios minutos hasta la entrada de la universidad. Temía perderme de nuevo, pero logré orientarme casi perfectamente. Llego exitosamente a la parada del transporte público, aquí está lleno de estudiantes con diversos uniformes de muchos colores y con diferentes insignias bordadas orgullosamente.
El calor me inquieta un poco, permanezco por algunos minutos en la parada, viendo los deferentes autobuses pasar y, por más que me esfuerzo, no logro recordar cuál ruta me dijo Jin que tomara. Oh no... ¿En serio olvidé las instrucciones que me dio? ¡Debí anotarlas en mi libreta!
Me siento como cuando mis padres olvidaban ir por mí al kínder y terminaba llorando y sintiéndome abandonado y perdido. No sé cómo voy a regresar a casa y no quiero molestar a Jin, pero me da demasiada pena preguntarle a los demás, temo hacer el ridículo. ¡Ya sé! Intentaré adivinar, dejaré que los autobuses pasen otra vez y luego mi memoria se refrescará cuando vea los letreros de los autobuses, mi memoria no puede fallarme tanto.
Bueno, aquí vamos...
Reúno todo el valor que me queda para subirme, pagar e intentar no entrar en pánico. Pero es inevitable. El camión empieza a andar y rápidamente me sudan las manos y comienzo a arrepentirme de esta decisión. ¿Cómo pude tomar un autobús sin conocer siquiera las calles? ¿Por qué tuve que ser tan cobarde? ¿Por qué no pregunté a alguien, tan solo mostrándole la dirección de mi casa, que llevo anotada en una libreta?
Eso me pasa por no pensar antes de actuar. Pero bueno... aún puedo hacer algo útil. Si me ayudo del GPS en mi teléfono, podré saber qué tan lejos estoy de mi casa. Bien, la maravillosa tecnología me ayudará...
Pero... ¡NO PUEDE SER!
¡¿CÓMO FUE QUE MI TELÉFONO SE DESCARGÓ TAN RÁPIDO?! Y mi cargador... ¡NO ESTÁ! ¡MALDITA SEA, PARK JIMIN!
Perfecto, excelente, magnífico, ahora sí estoy jodido...
Bueno, piensa en un plan B, plan B... ¡Un taxi! Sí, me saldrá tal vez demasiado caro, pero es eso o continuar perdido...
Desesperado, busco mi billetera, pero... ¿Es en serio? ¿Qué clase de ser malvado fui en mi vida pasada para que justo hoy todo saliera mal? ¡Mi puta billetera se quedó en la mesa! ¿Por qué pasó esto? Yo nunca, nunca olvido mis cosas de esta manera, jamás...
Tranquilo, Park, no entres en pánico todavía, busca, sigue buscando...
Bien, genial, aún me queda un poco de dinero en el bolsillo para otra tarifa de autobús y, con muchísima suerte, para comprar algo de comer en... donde sea que esté yendo. Solo me siento ligeramente confiado porque este autobús tiene un letrero que indica que va al centro de la ciudad, ese es un lugar que sí conozco, ya he estado ahí, así que solo esperaré a llegar porque no pienso bajarme en medio de una calle que no conozco. Por mas opciones que busco para salir de esto, mi mente está en blanco y con solo un objetivo: bajarme en un lugar conocido y tomar valor para acercarme a alguien, pedir ayuda y llegar sano y salvo a mi casa.
Desgraciadamente, no puedo usar tampoco un teléfono público para pedir ayuda porque no me sé los números de teléfono de nadie, ni siquiera el de mis padres.
¡Maldita sea! ¿Por qué soy así de distraído? ¿Por qué no guardé mis cosas en la mochila anoche? En esos momentos me odio tanto a mí mismo, estoy a punto de explotar de rabia. Mi enojo es tal que mi estómago empieza a doler y a hacer sonidos. Supongo que estoy gastando tantas energías en mi enojo, que me empezó a dar hambre. Genial, ahora no solo estoy perdido, sino hambriento y lleno de estrés, sin saber cómo salir de esto... justo como un perrito callejero.
Vamos, intenta calmarte, intenta respirar... ¡Deja de ser un imbécil hipersensible!
Fijo mi vista en las calles para distraerme un poco, ya que respirar hondo no me sirve de nada, solo empeora todo y terminaré por pensar estupideces.
Como esto: si es que logro llegar a casa hoy en una pieza, seguro Jin me pondrá un buen regaño y no me dará postre (si, lo admito, ya acepté sus reglas y sus condiciones, además cocina un pastel de chocolate endemoniadamente bueno).
De solo pensar en Jin y en su comida, me da más hambre, mi estómago ahora suena como un gato molesto. Mi ansiedad se aminora un poco cuando empiezo a reconocer las calles, al fin estoy aproximándome a territorio seguro.
De las pocas veces que he venido a Seúl, aprendí a caminar en las calles del centro, así que pedo distinguir bien algunas donde hay plazas comerciales y algunas calles llenas de tiendas y restaurantes, cerradas solo para los peatones. Tan pronto como me siento confiado, me bajo del bus. Moverme por aquí es lo único que puedo hacer ahora que estoy perdido, al borde de las lágrimas por la frustración y el autodesprecio.
Me meto entre las calles comerciales e intento mantener la calma. Mientras camino, finjo ver tranquilamente la ropa de los anaqueles, pero si alguien me lee la mente en este momento, se aterraría con todo el caos que por mi cabeza transita.
Intento mantener la calma y, al mismo tiempo, hago dos o tres acercamientos hacia alguna persona para pedir ayuda, pero solo salen tartamudeos y otras veces me quedo mudo. La gente termina por verme raro y evitarme.
Estúpido JiMin, patético JiMin, te detesto.
Sigo odiándome, estresándome a cada segundo, y mi estómago solo empeora todo al clamar por comida. Bueno... tal vez si como algo pueda calmarme y pensar con más claridad.
Cuento minuciosamente mi dinero: si quito lo del pasaje, tengo suficiente para un ramen instantáneo o algo más o menos decente. Bien, aquí vamos...
Me pongo a buscar alrededor algún lugar para sentarme a comer, todo alrededor son tiendas de ropa y zapatos, pero los establecimientos de comida que hay no entran en mi presupuesto. El único lugar con el que doy (donde estoy seguro de que me alcanzará), es un edificio de cuatro pisos que presume algunos letreros de comida en el tercer piso, tal vez no la más limpia, pero sí barata...
Entro y subo por las escaleras eléctricas. El lugar me pone nervioso, está abarrotado de gente y huele a humanidad, pero al menos no hace calor aquí dentro. El primer piso es todo de tiendas de electrónica y celulares, en el segundo piso alcanzo a ver los cubículos donde venden figuritas de animes famosos, cartas, mangas, ropa y todas esas cosas de frikis. El tercer piso está más lleno que el segundo, pero huele bien porque es la zona de la comida.
Echo un ojo a todos los pequeños locales que, uno seguido del otro, tienen filas de gente y anuncian diferentes platillos. Aquí parece haber de todo, desde pizza hasta sushi, comida americana, mexicana, tailandesa... Esparcidas por todas partes, hay mesas llenas de chicos comiendo, riendo y jugando a las cartas. Al parecer he dado sin querer con el tipo de lugares que odio: abarrotados de gente haciendo cosas que no entiendo y me parecen una pérdida de tiempo.
Recordando mi presupuesto, me pongo a buscar algún local que se me ajuste y... ¡Bingo! Ramen que no se ve para nada surtido de ingredientes. Peor es nada. No importan los ingredientes o la calidad, solo quiero llenar mi estómago y dedicarme a buscar una solución.
Hago fila, pido un ramen con pollo y me siento a esperar por el pedido. Intento calmar mis pensamientos caóticos porque sé que, si sigo, seguro empezaré a llorar. Lo menos que necesito ahora era ser observado por muchas personas o provocar lástima. No. Nadie va a sentir lástima por Park JiMin. Hoy no será ese día.
— ¡Park JiMin! —Grita la empleada del pequeño local. Hambriento, salto feliz de mi silla para ir por mi comida. En el camino, empujo accidentalmente a un par de personas, pero poco importa porque al fin podré comer.
No está tan mal como lo imaginaba, está caliente y huele delicioso. Tal vez no es la mejor comida del mundo, pero ya saben... con hambre hasta el pan duro sabe bueno, dice mi abuela.
Me siento en aquella mesa libre del rincón, feliz como un niñito en navidad. En cuanto abro la caja, empiezo a salivar como un perro. Me doy un poco de lástima, nunca me había pasado algo tan patético en la vida, supongo que de esto se trata ser independiente y responsable de mí mismo... como sea.
Al dar el primer bocado, no puedo evitar sentirme aliviado. Me doy cuenta de lo estresado que estaba porque en cuanto trago, mi estómago se relaja y siento la rigidez salir de mi cuerpo, casi como si llevara horas cargando con una piedra en la espalda y por fin la estuviera soltando. Tal vez mis pensamientos caóticos y el laberinto sin salida se debían a que tenía hambre, pues a medida que voy comiendo, mi mente se aclara y hasta me siento feliz.
De pronto, una idea ilumina mi mente y también mi rostro, porque no puedo evitar sonreír: solo debo buscar a alguien que me preste un cargador, conectarme y hablarle a Jin o a HoSeok para que me ayuden.
¿Podría ser más patético? La respuesta es sí, pues en cuanto termino de comer, me pasa algo verdaderamente ridículo: un colapso emocional. Mis ojos se sienten calientes y húmedos, estoy llorando como lo que soy en ese momento, un niño perdido. Quisiera que las estúpidas lágrimas paren, pero es imposible, hasta los hipos del llanto salen sin control. Estoy actuando de forma patética, pero no puedo parar.
Aún ahogándome en sollozos y escuchando el murmuro de la multitud a mi alrededor, que para mi fortuna no me presta atención, logro sentir una presencia extraña tras de mí...
—Vaya, mira qué tenemos aquí.
Oh no... Esa voz. Trágame tierra y escúpeme en mi casa.
Al voltear, me encuentro con nada más y nada menos que a Min Yo-que-sé. Ya no trae su filipina morada. En cambio, viste una camisa roja a cuadros, pantalones oscuros y unas botas militares. Me siento algo ridículo porque yo aún tengo puesto mi uniforme.
¿Y cómo no, si estás jodidamente perdido y lejos de casa?
—Hola —le contesto y hago una pequeña reverencia hacia él, intentando disimular mi desagrado y mi llanto.
Pero soy demasiado obvio, mis ojos están hinchados y soy un asco. ¿Quién no podría percatarse de lo mal que me veo?
— ¿Estás bien? —pregunta, pero sonríe y me da la sensación de que se está burlando de mí—. ¿Por qué cada vez que te veo estás en agonía? Seguro es tu estado natural.
¿Pero qué se ha creído este imbécil? ¿Cómo puede llegar y decirme eso sin pensar en mis sentimientos? ¿Qué clase de monstruo es?
—Qué gracioso —le contesto con un obvio desagrado—. Mejor vete y déjame en paz, estoy ocupado.
—No hasta que me cuentes por qué lloras y por qué estas aquí solo y aún con tu uniforme. Me huele a que escapaste de casa, Park JiMin. ¿O le rompieron el corazón al bebé?
Maldita sea. ¿Por qué se acuerda de mi nombre y yo no puedo acordarme del suyo? ¿Y por qué tiene que ser tan desagradable? ¿Cómo me lo saco de encima?
Ya sé... Simplemente lo voy a ignorar. Regreso toda mi atención de vuelta a mi caja de comida vacía, tomo una servilleta y me limpio. Ahí va mi maravilloso maquillaje, arruinado por mis patéticas lágrimas.
Creí que con ignorarlo sería suficiente, pero al parecer este idiota no entiende señales. Se sienta frente a mí y me observa detenidamente. Luego mira los restos de mi comida y hace una cara de asco. Jamás creí que sentiría tanto odio por una persona...
— ¡Ugh! ¿De verdad te comiste eso? Es la peor mierda que hay en la ciudad, se nota que no tienes criterio para elegir comida.
¿Es en serio? ¿Cómo puede ser tan hiriente para hablarle a alguien que a penas conoce? Eso que dijo me hace sentir mucho peor de lo que estaba. Limpiar mis lágrimas hace unos segundos fue en vano, porque ya estoy llorando de nuevo. Lo peor es que estoy desbordándome frente a este imbécil que parece carecer de empatía. ¿Me podría ir peor hoy?
Intento ocultar la miseria que es mi rostro, pero él me toma de ambas manos y lo impide. Son grandes, están frías y me toman por sorpresa.
— ¿Qué haces? —lo miro con odio. Ya todo respeto que le tenía, cualquier modal que me hayan enseñado, se va a la basura. No pienso ser respetuoso con alguien tan grosero como él.
—No te ves nada bien.
— ¿En serio? Qué observador —no puedo evitar sonar igual de grosero que él.
—Vamos, dime qué te pasa —de pronto su voz se ablanda, así de la nada empieza a sonar dulce. No lo entiendo, de verdad.
— ¿Por qué de pronto te comportas amable conmigo? En la escuela me trataste de la mierda y luego vienes aquí a juzgarme sin una pizca de empatía.
—Bueno, odio ver a la gente llorar, es como una debilidad que tengo.
—Si odias ver esto, pues te puedes ir, nadie te obliga a presenciar el espectáculo de mi miseria.
— ¡Qué agresivo! Yo solo intentaba ayudar.
¿Ayudar? ¡Ja! Como si con esa actitud yo me sintiera mejor. Lo que necesito en este momento es un abrazo y alguien que me diga cómo llegar a casa.
Oh... ¿Y qué tal si él...? No, es demasiado idiota, seguro me mandará al demonio si le pido ayuda. Aunque él pudiera ayudarme, yo me siento demasiado apenado como para pedirle algo.
— ¿En serio no me vas a decir qué te pasa? —Suena desesperado. ¿Cuánto tiempo permanecí en silencio?
Entonces comienzo a dudar... es decir, sé que me trató mal en la escuela, pero, ¿y si solo estaba de malas por tener un mal día y ahora se arrepintió y quiere ser bueno conmigo? Mi madre me enseñó que uno debe dar el beneficio de la duda de vez en cuando y que te puedes sorprender de las personas cuando te abres a conocerlas mejor.
Bien, aquí vamos, JiMin, respira y pide ayuda, es tu única oportunidad...
Tengo que forzarme a tranquilizarme y responder. Si él puede prestarme un cargador para mi teléfono, le perdonaré su actitud de mierda.
—Bueno... es que...
De estar llorando, paso a sonrojarme. Las palabras que estoy intentando expulsar de mi boca a continuación me cuestan demasiado porque no me gusta molestar a nadie, odio ser un estorbo para las personas y odio aún más provocar lástima.
—Yo... me perdí y no sé cómo regresar a mi casa. Tú... ¿me puedes prestar un cargador de teléfono? Solo unos minutos para llamar a mis roomies y que vengan por mí o me ayuden a volver.
— ¡Ja! ¿En serio te perdiste? —genial, bien hecho. Le di el beneficio de la duda y ahora se está burlando... ¡Que alguien venga y le de una bofetada a este imbécil!
— ¡Pue sí, me perdí! ¿Y qué? —Elevo la voz, ahora sí estoy enfadado de verdad—. Sí, y si vas a burlarte en lugar de ayudarme, mejor me voy. Encontraré a alguien más amable que tú, alguien que no se burle de la desgracia de los demás.
—Ya, deja el drama, princesa —se burla nuevamente. ¿Por qué no deja de burlarse de mí?
Furioso, me levanto de mi asiento y tomo mi mochila, dispuesto a largarme. Pero antes de que pudiera dar tres pasos, la mano del idiota rodea mi muñeca y me detiene.
—No te vayas, no quiero que te pierdas de nuevo. Déjame llevarte a casa.
— ¿Qué? —Eso casi suena como un grito.
¿Por qué de pronto tanta amabilidad? ¿Qué pretende al estar siendo un doble cara conmigo? Definitivamente desconfío de él y no pienso aceptar su ayuda.
—Dije que me dejes llevarte a casa. Me lo agradecerás después.
Y ni siquiera alcanzo a contestarle, pues ya me está jalando por toda la plaza comercial, de vuelta a las escaleras eléctricas sin decir una palabra. Estando afuera del edificio, él suelta mi mano y yo miro a mi alrededor, buscando hacia donde correr. Intento dar un paso lejos, pero él jala el cuello de mi quirúrgico, casi ahorcándome. ¿Pretende secuestrarme o qué? El estrés que había sentido por estar perdido ahora se convierte en un inexplicable miedo. Tan extraño...
—No permitiré que te vayas y te pierdas de nuevo. Ya son tres veces en este día que te veo perdido, al parecer estoy destinado a salvarte de cometer estupideces.
Destinado... ¿Mis oídos escucharon bien? ¿Dijo lo que creo que dijo?
Al verme callado de nuevo (realmente estoy como en shock), vuelve a tomar mi muñeca, pero esta vez no soy arrastrado, sino que voluntariamente camino en silencio a un lado de él. Ahora más bien parece que caminamos de la mano y no que me estaban forzando a ir con él. ¿Por qué de pronto mi guarda bajó? Parece que dijo una palaba mágica o algo así para controlarme, porque estaba furioso hace unos segundos.
— ¿Dónde vives, JiMin? —Me pregunta.
Yo, como si fuera un niño obediente, simplemente respondo:
—Tengo mi dirección anotada en mi libreta.
—Bien, en el auto me la muestras.
¿Qué? ¿Auto?
— ¿Auto?
—Sí, bobo, te llevaré a tu casa en mi auto.
Oh no, eso sí que no...
—No, hyung, no quiero ser una molestia. Creí que me llevarías a buscar un bus... no es necesario, en serio.
¿Qué pasa conmigo? ¿Dónde quedó la furia ciega que me hizo hablarle sin honorarios hace rato?
—No seas un niño ridículo. Lo hago con todo gusto —y ahí va, insultándome de nuevo... pero yo ni siquiera me molesto.
—Bueno... muchas gracias —contesto con timidez y saco mi libreta de la mochila—. No vas a secuestrarme para vender mis órganos, ¿verdad?
—Sí, y los venderé en la deep web.
Me río discretamente, una risa genuina que no es solo por compromiso, no, es que de verdad me pareció gracioso. El tal Min Yo-que-sé ya no parece tan desagradable, después de todo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro