﴾51. Lienzo en blanco﴿
— ¿Estás seguro de esto, NamJoon?
—Sí.
— ¿No crees que deberíamos discutirlo en familia?
—Papá, ya tomé la decisión. Además, recuerda que las escrituras están a mi nombre, el abuelo me asignó como propietario principal cuando cumpliera la mayoría de edad.
—Lo sé, hijo, pero no entiendo por qué no prefieres usarlo para ti, para tu profesión, es decir, sería una excelente galería o un taller, podrías incluso dar clases de arte ahí, o montar cualquier otra cosa a tu nombre.
—Sé que piensas que es algo impulsivo lo que voy a hacer, porque no tengo mucho tiempo de conocer a SeokJin, pero créeme cuando te digo que tengo un buen presentimiento de esto. Él lo necesita más que yo y lo sabes. Pero si te parece una locura cederlo totalmente, puede ser solo un sesenta o setenta por ciento.
— ¿Y si no funciona?
—No es algo que me preocupe, SeokJin tiene el talento y el capital para esto, solo necesita un espacio para desenvolverse y te aseguro que será un éxito.
—No me refiero al negocio, NamJoon, sino a tu relación. ¿No crees que sea muy pronto para asumir un compromiso tan grande?
—Sabía que ibas a decir algo así, pero puedo asegurarte que lo que siento por él va más allá de un simple enamoramiento, papá. Confía en mí, él es con quien quiero compartir mi vida.
—Vaya que lo amas, nunca te había visto actuar así con alguien.
—Él es el indicado.
—Está bien, hablaré con el abogado y el notario para empezar los trámites, te avisaré cuando esté listo.
—Eres el mejor, te aseguro que no vas a arrepentirte de esto.
—Las cosas que hacemos por amor, hijo.
SeokJin
Después de casi una semana preparando a NamJoon, finalmente se convenció de hacerlo. Para ser sincero, me da un poco de miedo lastimarlo porque nunca asumí ese rol, pero hemos sido muy cuidadosos, especialmente él se ha ocupado de explorarse en privado para conocerse mejor, lo cual me tiene muy impresionado. Jamás conocí un hombre tan dedicado y abierto como él, que no le da pena practicar cosas nuevas ni se cierra a las experiencias.
Debo confesar que yo siempre fui cerrado, pero porque mi vida sexual tuvo un inicio turbio y nunca se me dio la oportunidad de experimentar más allá de la pasividad, más que nada porque siempre me dio miedo preguntar o atreverme. Pero con NamJoon es diferente, por eso lo adoro. Solo él me ha logrado enseñar la dimensión afectiva y segura del sexo, sin codependencia, sin miedo a probar cosas nuevas, sin vergüenzas absurdas relacionadas al aspecto del cuerpo o a los roles que deberíamos tener.
— ¿Estás listo?
—Sí, no te contengas, estoy preparado para ti.
Está debajo de mí, rodeando mi cintura con sus preciosas piernas abiertas y una almohada bajo su cadera, con el trasero lleno de lubricante y su preciosa erección temblando de necesidad. Se nota que se está conteniendo por tocarse, pero él lo ha preferido así para disfrutar de lo que viene.
— ¿Seguro que lo quieres hacer sin condón?
—Claro, nos preparamos para esto, Jinnie, pero si prefieres usarlo, no tengo problema con eso.
—No quiero usarlo —confieso—. Realmente quiero saber lo que se siente... ya sabes, llegar adentro.
—Lo vas a disfrutar mucho, te lo aseguro.
— ¿Entonces puedo hacerlo ya?
—Me ofenderías si te tardas un segundo más, no tienes idea de las ganas que tengo.
No necesito más.
Cuidadosamente, me inclino hacia sus labios, reanudando las caricias de mi pene contra su trasero, el cual me encargué de preparar con mucho amor. Disfruté mucho de sus gestos cuando metí mis dedos en él, su rostro de placer es muy diferente a cuando es él quien se introduce en mí. Eso me hace amarlo más, es tan honesto en todo sentido.
Y con sumo cuidado, me voy hundiendo en él. No puedo describir la belleza de este instante, el calor y la fuerza con la que me recibe me provoca temblores en las piernas. Él reacciona con hermosos gemidos que mueren en nuestros besos torpes, el momento es tan intenso que toda nuestra concentración se dirige a esa unión tan perfecta entre nuestros cuerpos.
Vigilo sus gestos, asegurándome de que lo esté disfrutando tanto como yo. No hay más que gusto y una leve sonrisa en su rostro, así que me permito continuar hasta que llego al tope. Él deja salir un suspiro en respuesta y aprieta sus dedos contra mi espalda.
—Muévete, Jinnie.
Cuando lo escucho, con su voz quebrada por el deseo, se me ocurre una grandiosa idea. Nunca le he exigido que me trate con formalidades, pero al estar aquí arriba en esta posición de poder, surge una necesidad de excitarme a través de ello.
—Si quieres que me mueva, pídelo con respeto —le digo al oído, impresionado de que mi voz salga más grave de lo usual.
—Hyung —me mira con ojos de cachorro y se rinde—. Muévete, hyung, por favor, te necesito.
—Buen chico.
Esto me gusta. Ahora entiendo por qué el de arriba disfruta tanto de tener a alguien a su merced. NamJoon puede verse muy rudo por fuera, pero en esta faceta de pasividad, recibiéndome con adoración, me regala una nueva perspectiva de lo tierno que puede llegar a ser.
Al moverme por primera vez, reacciona arqueando su espalda, gimiendo sin inhibirse para nada. Su precioso cuerpo tiembla cuando me balanceo sobre él, me aprieta justo como yo suelo hacerlo, no sé si lo hace voluntariamente, pero me gusta.
Me inclino más sobre él, esta vez para besar su cuello y escuchar sus gemidos directo en mi oído, son diferentes y me calientan tanto, temo que me provocaré una eyaculación más rápida de lo que esperaba, pero no me importa, solo me dejo llevar. Beso su cuello y tomo un ritmo delicioso, donde ahora soy yo el que controla los sonidos húmedos contra su trasero. A su vez, tomo su preciosa erección, provocando más dulces espasmos.
Lo masturbo con delicadeza al principio, pero a medida que voy acelerando mi ritmo, mi mano también va a la par, hasta que me vuelvo errático y él no para de gemir por más, llamándome con ese honorífico que solo logra subir más la temperatura. Incluso yo sueno diferente desde aquí, como si hubiera adoptado otra identidad, mi voz más grave lo llama por su nombre, esa parte de mí que no conocía me gobierna para poseer a NamJoon.
Cuando lo siento cada vez más cerca de su clímax, decido alejarme para ver todo eso desde arriba, sin perder el ritmo. Me ocupo de él primero, acariciando su glande rojizo y húmedo, hasta que mi precioso hombre se rinde ante mis embestidas, llenando mi mano y su abdomen con su orgasmo. Su sonrisa es exquisita y su mirada necesitada se acentúa cuando me ve tomarlo por las piernas, abriéndome paso en su cuerpo con un frenesí cada vez más errático.
Entonces, me desvanezco. El mejor puto orgasmo que he tenido en mi vida. Y lo hice dentro de NamJoon.
Mi cuerpo tiembla y casi siento que me quedo afónico de tanto gemir. Tras una última embestida, me rindo sobre su cuerpo, acudo para besarlo y recibir el abrazo más dulce del mundo, lleno de fluidos y amor. Él me besa todo el rostro, riendo casi de forma inocente y me apretuja contra él, impidiéndome que me aleje. Lo cual me encanta, porque aunque ya mi erección se haya bajado, estar dentro de él se siente hermoso.
—Te amo, Jinnie, haces el amor como un jodido dios.
— ¿Así de bueno fue? —No puedo evitar reír, aún no creo que lo haya hecho tan bien en mi primera vez.
—Sí, te juro que lo amé. Prométeme que vamos a repetir esto.
—Cuando quieras, siempre y cuando no descuides mi trasero, porque se pondría triste si Namu no le da cariño.
—Eso jamás, me encanta darle amor a tu trasero. ¿Te gustó?
—Muchísimo, ahora entiendo por qué lo disfrutas tanto.
—Creo que es más lindo ser versátil, ¿no crees?
—Sí, es un mundo nuevo, pero me gusta mucho. Además, eres muy lindo cuando gimes así, creo que ahora te amo más.
—No, yo te amo más.
— ¿Te atreves a desafiar a tu mayor?
—Claro, soy un rebelde por naturaleza.
—Tonto —beso su nariz y él acaricia mis mejillas, eso es un gesto nuevo, me gusta.
—Me alegra que decidiéramos hacer esto temprano, porque tenemos algo importante por hacer hoy.
— ¿Qué cosa?
—Te llevaré a un lugar especial, es una sorpresa.
— ¿Tendremos una cita?
—Algo así, pero primero debemos bañarnos. Aunque me encantaría quedarme aquí a disfrutar de estar pegajosos.
—Sucio, déjame limpiarte.
Cuando él está arriba, suele limpiarme con cuidado y delicadeza, así que hago lo mismo. Salgo con precaución, pero eso no impide que me lleve en el camino algo de semen, haciendo un pequeño desastre. De la mesita de noche, tomo un pañuelo y retiro los rastros de fluidos justo como él lo hace conmigo. Nunca pensé que limpiarle el trasero al amor de mi vida sería tan satisfactorio, pero es un acto tan simple e íntimo, que solamente podría hacer con alguien de absoluta confianza. Ese alguien no puede ser nadie más que él.
—Listo, ahora ve a darte una ducha rápida mientras yo ordeno la habitación.
— ¿No vienes conmigo al baño?
—Si te acompaño, se nos hará tarde porque voy a querer hacerte cositas. Ve, tienes el trasero pegajoso.
Él solo frunce su nariz, fingiendo que se enoja, ese puchero del cual estoy enamorado se esfuma, dejándome solo en medio de la cama, rodeado de un silencio que me permite contemplar a consciencia todo lo que tengo a mi alrededor.
Es un ejercicio de terapia que Byul me encargó, es como meditar pero con los ojos abiertos. Permanecer en un solo lugar, observando alrededor, haciendo un inventario sobre las cosas en la habitación y pensando en los días anteriores, recapitulando lo que ha pasado, sin caer en ansiedades, solamente pensar.
Y funciona, porque me doy cuenta de que, a pesar de que sigo desempleado y me han rechazado cada una de las solicitudes que he hecho en estas semanas, tengo una buena vida. Un hermoso novio, amigos que me aman, salud, vida... es mucho más de lo que tuve nunca, porque incluso cuando vivía con mi padre adoptivo me hacían falta amigos y libertad, ya que todo mi tiempo era dedicado a la escuela y a cuidar de mi padre cuando este enfermaba.
Estoy muy agradecido, pero sigo sintiendo que algo me hace falta. Eso por lo que sobreviví en este mundo hostil, la razón por la que no me rendí a pesar de todos los horrores que me pasaron. Necesito volver a cocinar, eso es mi vida, mi pasión, pero nadie quiere en su restaurante a la cara que salió en uno de los peores escándalos de la ciudad. ¿Qué voy a hacer si no puedo volver a ejercer mi profesión?
—Creí que ordenarías, sigues desnudo, amor.
Entonces me doy cuenta de que pasé demasiado tiempo contemplando a la nada, porque NamJoon entra a la habitación como si se hubiera bañado en cinco segundos.
—Perdón, estaba pensando.
— ¿En qué? ¿Está todo bien?
—Sí, todo está bien, solo... solo me preocupa el tema de mi desempleo, es todo.
— ¿Qué es lo que te preocupa en concreto? —Él merodea por la habitación mientras se seca el cabello con la toalla, se ve tan irreal y hermoso.
—Es que... siento que ya descansé demasiado, necesito recuperar mi ocupación de alguna manera, pero me han rechazado todas las solicitudes, en algunos lugares incluso estoy vetado, ¿puedes creerlo?
— ¿Y no has pensado buscar otra clase de empleo? Tal vez algo temporal, mientras encuentras un lugar donde puedas cocinar.
—No digas locuras, yo nací para vivir de la cocina —me tiro en la cama, ahora frustrado—. Además, si no me aceptan en los restaurantes, mucho menos lo harán en un supermercado o una oficina.
—Y qué tal... ¿Algo propio?
— ¿A qué te refieres? —Me siento en la cama, él se seca frente al espejo y después saca su ropa interior del cajón. Sí, ya tiene su propio cajón en mi casa, falta poco para que le asigne su espacio en el clóset.
—Digo, tal vez si ser empleado en un restaurante ya no es una opción, ¿qué tal ser el jefe? Tener tu propio lugar.
—Eso suena aún más loco, NamJoon. ¿Tienes idea de lo caras que son las rentas? Además, no sé si logre mantenerlo, tengo tanto miedo de fracasar, quizá mi comida no es tan buena...
—Mírame, SeokJin —de pronto, lo tengo arrodillado frente a mí en la cama, pidiéndome las manos. Sé lo que viene, tengo miedo pero aun así accedo.
Me siento frente a él con mis piernas cruzadas, cubriendo mi desnudez a medias con el edredón y tomo sus manos. Él, como siempre, me mira con ese brillo en los ojos que solo comunica amor, comprensión y... que está a punto de sermonearme.
— ¿Nunca fantaseaste con algo así?
— ¿Con qué?
—Con tener tu propio lugar, un paraíso con tu marca personal en todos lados, donde la gente haga fila solo para probar las delicias que haces. Vamos, eres un cocinero ambicioso, no me digas que nunca soñaste con algo así.
—Sí —admito en un suspiro, me conoce tan bien—. Pero no sé si ese sueño sea posible a estas alturas.
—Eso está por cambiar —responde sonriendo, de pronto esboza una sonrisa algo sospechosa, diría que es casi euforia.
— ¿Por qué?
—Vístete, tengo una sorpresa para ti —y se levanta eufórico, apresurándose a vestirse mientras yo me quedo estupefacto. ¿Qué demonios le pasa?
—No me he bañado, Nam. ¿Qué estás tramando?
—No importa, yo fui quien quedó más sucio de los dos y ya estoy limpio. Vístete ya.
—Si no me dices a dónde vamos, no me vestiré. Estás actuando más raro que de costumbre.
Y es cierto, porque usualmente cuando quiere sorprenderme no se pone tan hiperactivo. Ahora está más extrovertido que otros días.
—Si te digo, arruinaré la sorpresa. Confía en mí, ¿bien? —Ya vestido, se inclina sobre mí y me da un beso en los labios, largo y con sabor a pasta de dientes. Suficiente para que quede embobado, le es tan fácil convencerme con esos labios esponjosos y su hermosa sonrisa.
—Eres un chantajista de mierda, sabes que no puedo negarte nada cuando me besas así.
—Así me amas.
— ¿Dónde demonios dejé mis llaves?
—No conducirás, iremos en taxi.
— ¿Por qué?
—Porque no puedes conducir si tienes los ojos vendados —del bolsillo de su abrigo, saca un pañuelo.
— ¿Por qué tanto misterio? Ya no entiendo nada, creo que solo estás chantajeándome para llevarme a un motel o algo.
—Cariño, si esa fuera mi intención, ya estaríamos ahí desde las siete de la mañana. Solo vamos, ya pedí el transporte. Te prometo que la sorpresa te encantará.
Me toma el rostro con ambas manos, acariciando mis mejillas y luego besa mi nariz.
—Solo porque eres mi debilidad por completo, Kim NamJoon, no sé si te amo o te odio por eso.
—Me amas —me regala un besito en los labios y entonces cubre mis ojos con el pañuelo.
—Pobre de ti si me haces tropezar, te dejaré sin postre esta noche.
—Confía en mí —me toma por los hombros y besa mi mejilla.
Entonces, me guía a pasos lentos fuera de la casa. El frío es cortante, lastima mis mejillas, por lo que tengo que subirme la mascarilla para evitar respirar el aire casi gélido del día de hoy.
—Ya está aquí el auto, entra con cuidado, agáchate, bien.
—Sabes, pudiste taparme los ojos hasta que estuviéramos dentro del auto.
—Eso es correcto —se ríe al respecto, tan adorable y tonto a la vez.
— ¿Qué tan lejos vamos?
—Como a diez minutos, es cerca de mi casa, Jinnie.
NamJoon le indica la dirección al chofer, pero es una ubicación extraña para mí, ya que no conozco muy bien la zona donde vive, así que no tengo ni puta idea de qué trama. Tengo mis sospechas por lo que dijo cuando hablábamos sobre tener mi propio negocio, pero no soy capaz de definir nada a estas alturas.
Mientras viajamos, él sostiene mi mano, me regala caricias discretas, conversa con el conductor sobre el clima, hasta que siento que no avanzamos más y él agradece al hombre por llevarnos al destino.
—Baja con cuidado, ya llegamos —de la mano, me guía hacia afuera. Otra vez el frío ataca mi rostro y me siento algo nervioso. Las sorpresas y la espera siempre me ponen así, con el corazón dando brincos y las piernas algo temblorosas.
Él me lleva un poco más lejos, trato que mis pasos sean confiados pero no puedo evitar sentir miedo de tropezar, no porque no confíe en Namjoon, sino porque mi cuerpo está algo reacio a lo que voy a ver, sea lo que sea.
Nos detenemos. NamJoon me descubre los ojos, la luz de afuera me encandila y debo parpadear un poco antes de adaptarme.
Frente a nosotros, se encuentra un local vacío, con amplias ventanas cubiertas de cartón por dentro. Aparenta estar abandonado, pues la pintura afuera está algo descuidada y el candado que asegura la puerta se encuentra oxidado.
Sigo sin saber qué pasa, NamJoon no me dice nada, solo saca un manojo de llaves de su mochila y abre ese candado. ¿Qué demonios?
Con la mirada, me invita a entrar. El lugar es bastante amplio, antiguo con olor a polvo, hay vitrinas de lo que parece haber sido una joyería o una zapatería, un comercio en general. Incluso hay una barra con una vieja caja registradora, de esas analógicas, pero es toda la información que puedo deducir.
— ¿Qué es esto, NamJoon?
—Tu lienzo en blanco, mi príncipe. Aquí no vas a necesitar llevar un currículum, porque serás el jefe.
—No entiendo, Namu. ¿Me trajiste aquí para rentar este lugar?
—No, te traje aquí para obsequiártelo, es tuyo —y de su mochila, saca una carpeta de aspecto serio, color negro y con unas letras plateadas que pintan "escrituras".
—No, NamJoon, no. ¿De qué estás hablando? ¿Cómo...?
—Este lugar me lo heredó mi abuelo. Hace muchos años, solía tener una tienda de música, mi abuelo era todo un conocedor y vendía instrumentos, casetes, vinilos y un montón de cosas más. Pero cuando la abuela enfermó, los gastos de su tratamiento lo consumieron por completo, remató todo y tuvo que cerrar. Siempre soñó con volver a abrir su tienda, pero nunca lo logró. Verás, yo era siempre fui su favorito, así que su última voluntad antes de morir fue que yo me quedara con él e hiciera lo que me diera en gana, ya que mi a mi padre nunca le interesó renovarlo. El abuelo no quería que el lugar que más amó en su vida, quedara en manos de alguien que no tuviera interés, por eso me lo dio a mí, él sabía que yo vendría a vivir a Seúl en cualquier momento. Al principio, iba a usarlo como taller, pero decidí regalártelo para que puedas cocinar libremente, ser tú mismo y que no necesites de un estúpido jefe que te contrate. Esto es real, te lo juro.
Mi primera reacción es llorar.
Llorar y lanzarme a los brazos de NamJoon, me sostengo fuerte de él porque mis piernas no pueden con mi peso ahora. La conmoción me nubla la vista y el pensamiento, solo puedo apretujarlo fuerte y negar repetidamente sobre su pecho, porque no puedo creerlo.
Y tampoco puedo aceptarlo. Es demasiado, no puedo.
— ¿Por qué lloras, Jinnie? —Él levanta mi rostro con gentileza, tratando de limpiar mis infinitas lágrimas.
—No puedo aceptarlo. Esto es demasiado, Nam. No puedes... no puedes ser así de gentil conmigo, no lo merezco, yo no he hecho nada por ti como para que me des esto. No puedo... no lo quiero. Este lugar era especial para tu abuelo, quería que fuera solo para ti, no puedes dármelo.
—Ah, lo vas a aceptar, Kim SeokJin, porque tu nombre ya figura en las escrituras —sonriendo, besa mi frente y se ocupa de limpiar mis lágrimas con un pañuelo—. No te estoy pidiendo nada a cambio, quiero que lo tengas porque te amo y no soporto verte sufrir porque no te contratan. El abuelo dejó en claro que quería que lo usara para lo que me diera la gana, mientras me hiciera feliz. Y eso incluye la posibilidad de regalarlo a alguien que lo necesite más. Ese alguien eres tú, mi príncipe, déjame hacer esto por ti, por favor.
—Nam... no tengo palabras —otra vez me ahogo en mi llanto, pero también estoy riendo como un maldito loco—. Eres un ángel, no sé qué hice para merecerte. Algo debí hacer bien en mi vida pasada, porque estoy seguro que ahora no soy digno de esto.
—Nadie más que tú se merece esto, has trabajado duro en tu vida y el mundo fue cruel contigo. Ahora es momento de que devuelvas el golpe empezando de cero en este lugar, porque claro que eres digno.
Me quedo en silencio por un momento, abrazado a él mientras mi crisis de llanto pasa. Él respeta eso, tan solo me acaricia la espalda, me regala pequeños besos en el cuello y me balancea como a un bebé que necesita ser apaciguado. Cuando sus métodos logran calmarme, obtengo valor para mirarlo a los ojos y hablar al respecto.
—Tu familia... ¿no estará molesta por esto?
—Lo hablé con papá, de hecho fue él quien hizo todo el trámite con nuestro abogado y el notario. Traté de que figuraras como el dueño total, pero solo lo convencí para darte un setenta por ciento, pero no importa en realidad, porque yo quiero que sea solo para ti.
—Pero si fracaso, habrás hecho esto por nada, Nam.
—Si fracasas, lo volverás a intentar. Además, no harás esto solo, voy a ayudarte en todo lo que pueda. En mi tiempo libre podemos venir a limpiar, pintar y remodelar. Buscaremos proveedores, tengo amigos en el mercado que nos pueden ayudar incluso hasta para buscar mobiliario a buenos precios, incluso hasta podemos reciclar. ¿Qué dices?
Respiro hondo, llenándome de la energía tan linda que emana la sonrisa de mi novio. Es entonces que tomo mi decisión, a pesar de lo asustado que estoy por defraudarlo.
—Está bien.
De inmediato, él me levanta del piso en un fuerte abrazo, dándome un par de vueltitas que me hacen reír a carcajadas. Ambos lo hacemos, nos abrazamos fuerte y sellamos esto con un largo y eufórico beso.
—Y bien, ¿qué te gustaría hacer en este lugar?
Él toma mi mano y me lleva a dar un recorrido, no está muy iluminado, pero al ver las paredes con pintura desgastada y algunas mesas cubiertas de polvo, de pronto se revive en mi mente ese sueño que tuve al inicio de mi carrera.
Entonces todo me queda muy claro.
—Postres y café.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro