﴾49. Behind the door﴿
[...]
Combatir el miedo a caer
no se hace luchando desde el suelo.
(Elvira Sastre, Baluarte)
SeokJin
La lluvia azota el techo con una fuerza descomunal, los estruendos de los relámpagos me quitan un poco la calma que tenía mientras intentaba poner en orden el cuarto de JiMin, que está demasiado desordenado y sucio. Ya casi no pasa las tardes aquí y está demasiado ocupado en la escuela como para encargarse él mismo, y como he agotado todas las áreas para limpiar en la casa y estoy solo, decidí hacerle un pequeño favor sin invadir demasiado su privacidad.
Mientras recojo la ropa sucia del piso, escucho la puerta ser golpeada repetidas veces. ¿Quién podrá ser a esta hora? HoSeok y NamJoon están trabajando, no espero visitas, es raro.
Bajo rápido las escaleras al escuchar la insistencia de aquellos golpeteos y casi me resbalo intentando apresurarme. Cuando abro la puerta, un NamJoon empapado está tiritando de frío y sonriendo a pesar de parecer un perrito remojado.
—No te esperaba tan temprano, Namu —sonrío sorprendido y me aparto para dejarlo pasar.
—Yo tampoco esperaba llegar a esta hora, pero tuvimos que cerrar la galería hoy por la inundación —responde mientras se quita de encima su saco negro completamente mojado.
— ¿Y por qué no fuiste a tu casa a cambiarte? —Me acerco para darle un pequeño beso en sus labios fríos y mojados.
—Prefiero pasar la tarde contigo. ¿Me prestarás ropa, verdad?
—Ya me debes como tres calzoncillos —bromeo y lo beso de nuevo—. Vamos arriba a secarte y quitarte esa ropa, no quiero que pesques un resfriado.
— ¿Te vas a aprovechar de mí sólo porque necesito quitarme esta ropa mojada? —Reluce sus preciosos hoyuelos en una sonrisa perversa que me sonroja de inmediato.
—Probablemente —lo beso un poquito más, aunque está mojado decido abrazarlo hasta que prácticamente nos empezamos a insinuar el uno al otro, pero él se detiene de tajo.
— ¿Están los chicos en casa? —Pregunta alarmado, antes de dar cualquier paso.
—La respuesta es obvia, amorcito.
—Claro, JiMin con su amado YoonGi. ¿Te contó algo interesante?
—Habló sobre un supuesto altibajo que tuvo con él en la escuela, al parecer YoonGi es de esos que se desquitan con quien pueden cuando están enojados.
—Eso me preocupa, no quiero juzgar a YoonGi, no lo conozco, pero me da la impresión de que es demasiado hermético. ¿Crees que sería buena idea invitarlo a comer algún día?
— ¿Como si fuéramos los suegros que lo van a interrogar?
—Algo así —coquetea, delineando mi cintura con sus dedos—. Papi y mami están preocupados de que su cachorro salga con un mal tipo.
—Le diré a JiMin que lo traiga, tal vez pueda ser en una semana o dos.
—Por ahora, deberíamos ocuparnos de nuestros deberes maritales. ¿No ibas a deshacerte de mi ropa?
—Arriba, voy a calentarte o pescarás un resfriado —lo jalo de la corbata para atraerlo escaleras arriba. Es una maravilla tener la casa sola a esta hora, con este clima y, sobre todo, con mi hombre.
Ya en mi habitación, rebusco entre los cajones una toalla para él, pero antes de dar con algo útil, siento a NamJoon abrazarme por detrás. No siento la humedad de su ropa porque obviamente ya no la trae puesta... Y su maldita erección me está torturando al presionarse contra mi trasero.
—Eres un perverso, creí que sería yo el que se aprovecharía de ti —musito y me pego más hacia él, echo mi cabeza hacia atrás y me recargo contra su hombro desnudo. Su piel sigue fría por la humedad, pero aun así me transmite cierto calor en su abrazo.
Se aferra a mí y deja pequeños besos sobre mi cuello, su aliento cálido eriza cada vello de mi cuerpo y despierta un poco al amiguito entre mis piernas.
—Nam, espera —lo detengo cuando me doy cuenta de la intención de sus manos dirigiéndose a mi entrepierna. Volteo hacia él y me doy cuenta de que solo se quitó la camisa.
— ¿Qué ocurre?
—Yo... quiero que hagas algo conmigo, aprovechando que tenemos la casa solo para los dos —me pego más a él y poso mis manos sobre sus hombros desnudos, lo miro a los ojos con cierto nerviosismo. He querido hacer esto desde hace unos días, pero no tengo el valor de seguir solo. Lo necesito para dar ese paso.
—Lo que desees —habla bajito y me besa la frente.
—Quiero... —vamos, pídelo, es momento—. Quiero que tomes un baño conmigo... en la tina.
De pronto sus cejas se alzan y no puedo leer su expresión con exactitud. ¿Está sorprendido? ¿Confundido? No lo sé.
— ¿Estás... estás seguro, Jinnie?
—Sí —respondo con firmeza—. Ya es tiempo. No quiero tener un purgatorio en mi propia casa, debo abrir esa puerta de una vez por todas y enfrentarlo, Namu. Es el último paso para superarlo y te necesito para ello. Quiero hacerlo, pero tengo un poco de miedo.
—No tienes que hacerlo si no te sientes preparado, mi príncipe —dice suavemente, tomando mi rostro entre sus manos y acariciándome con sus pulgares.
—Me siento listo, pero no quiero hacerlo solo. Haz esto por mí, por favor.
—Lo haré, Jinnie, eres mi príncipe valiente —sonríe al momento que nos envolvemos en un cálido abrazo.
—Cursi —me separo de él y regreso al armario en busca de las toallas de baño, entonces encuentro en el fondo esa bata con algunas manchas de sangre que no pude remover por completo, esa con la que NamJoon me envolvió el día que ocurrió aquello. Con mi cuerpo algo tembloroso, la tomo junto con otra gran toalla de color violeta que le ofrezco a mi novio.
— ¿Seguro que no quieres que nos deshagamos de eso? —Pregunta señalando la bata en mis manos.
—Me desharé de esto, pero la usaré por última vez hoy. Era mi bata favorita antes de... de eso.
—Lo siento mucho, la arruiné por completo. Te la repondré pronto.
—No te preocupes, me salvaste la vida, jamás podría reclamarte por una tonta bata —es tan noble, tan puro.
Abro uno de mis cajones junto a mi cama en busca del manojo de llaves donde debería estar la que abre el baño. Busco profundo hasta que escucho el tintineo y por fin doy con ellas.
Al delinear con mis dedos esa llave decorada con motivos rojos y amarillos, me estremezco. El día que me trajeron del hospital, cerré esa puerta con llave para que nadie pudiera ver lo que hay dentro. Ni siquiera me molesté en abrirla de nuevo para ver el desastre que hice, solo la sellé y encerré ahí todo mi dolor. Por eso, cada vez que veo la puerta al salir de mi habitación por las mañanas, es como si tuviese un escalofriante ataúd con mi nombre que me aterroriza. De solo pensar en el dolor, la impotencia y en el autodesprecio, se quiebra mi espíritu y me invaden las ganas de llorar. Por más estable que me encuentre ahora, esa puerta y el recuerdo del suceso me sigue atormentando. El dolor en mis brazos se hace presente como si la navaja estuviese abriendo mi piel de nuevo, como alambres de púas presionándome. Mi cabeza sólo ve el rojo escurriendo de mi piel hacia la tina y las lágrimas amenazan con salir, pero las reprimo. No puedo acobardarme.
Sólo me queda enfrentarlo, pues si lo dejo cerrado para siempre será como si tuviera un fantasma en mi casa, algo que me acecha y me quita el sueño, una escena del crimen sin resolver. Ese lugar es la misma representación del trauma y el terror, es un purgatorio donde se encuentra rondado esa vibra maligna que me hace daño, todo lo espantoso que hubo en mí. Y necesito liberar todo eso.
Puede sonar estúpido y demasiado esotérico, pero así lo siento. Ya no quiero que ese baño signifique más mi estupidez, sufrimiento e irresponsabilidad. No. Es hora de atacar ese espectro de tristeza que yace dentro y convertirlo en algo nuevo. Por eso necesito a NamJoon.
— ¿Estás listo? —Pregunta mi novio una vez que estamos frente a la puerta. Mis manos sudan y casi dejo caer las llaves al suelo.
—Muy listo —trago el nudo en mi garganta y meto la llave en el cerrojo. Giro la llave, pero noto que...
Está abierta. ¿Pero cómo? Yo la cerré. ¿O fue mi imaginación? Tal vez lo aluciné, todos los recuerdos de esa semana están borrosos, la línea entre la realidad y los sueños se borró por un instante.
A pesar de que estoy alterado por esto, tomo un profundo respiro y giro el picaporte, pero no me atrevo a empujar la puerta todavía.
NamJoon me toma por la cintura, dándome la seguridad que necesito. Pasa sus manos delicadamente por mis costados y coloca su rostro cerca de mi oído para hablar.
—Tú puedes, es sólo un baño —susurra dulce contra mi oído—. Estaré contigo en todo momento.
No contesto, pero con el simple suspiro que dejo salir es suficiente porque su agarre se afirma en mi cuerpo.
Y empujo por fin la puerta.
El olor extraño a polvo y a sarro me invade de inmediato, ese que adquiere una casa cuando ha sido abandonada por un tiempo. Los azulejos verde esmeralda de las paredes y el piso lucen limpios, pero el borde de la tina blanca está cubierto por una ligera capa de polvo. En el piso no hay rastro alguno del desastre de agua mezclada con sangre que recuerdo haber dejado la última vez que estuve aquí.
El miedo se apodera de mí, las cicatrices arden como si mis heridas estuvieran abiertas otra vez, siento las paredes hacerse pequeñas, quieren aplastarme sin piedad.
— ¿Quién... quién limpió todo? —Estoy conteniendo el llanto en un insoportable nudo en la garganta, duele, siento que entraré en pánico.
—HoSeok —responde NamJoon a mis espaldas—. Creí que lo sabías.
—Oh, no puede ser... —maldita sea. ¿Por qué? De todas las personas que amo, no puedo soportar que fuera Hobi quien se encargó de limpiar. Y no me dijo absolutamente nada, ni siquiera sabía que tenía una copia de la llave. Creí que solo NamJoon tuvo la mala suerte de ver mi sangre, pero mi dulce mejor amigo, el sol que ha iluminado mi vida los últimos años, tuvo que soportar esto. Él definitivamente fue más valiente que yo.
—No tienes que entrar si no quieres. Podemos intentarlo otro día.
—No —respondo casi agresivamente—. Es decir... ya no quiero huir de este lugar. Puedo con esto si lo haces conmigo.
—De acuerdo —lo noto un poco renuente, no entiendo por qué.
Subo el pequeño escalón para introducirme por fin al baño. El frío del día lluvioso azota un poco mi piel debido a que la ventana permaneció abierta por mucho tiempo. Me deslizo como puedo dentro y la cierro, pero me pone los nervios de punta estar dentro, como si de verdad hubiese algo malo y tangible aquí dentro. Volteo y veo a NamJoon entrar lentamente, pero sus ojos expresan inseguridad al escanear cada rincón del lugar con cierto miedo.
— ¿Estás bien?
—Sí —pronuncia casi inaudible—. Es solo que... para mí también es difícil entrar aquí.
Oh no. ¿Cómo no lo pensé antes? Estúpido de mí. Obviamente no soy el único que siente dolor al entrar en este lugar, pues seguro fue aún más caótico para él porque tuvo que verlo todo desde afuera y el pánico que él sintió ese día supera por mucho el que yo siento ahora. Yo sólo pensé en mí mismo aquel día... y lo volví a hacer hoy.
—Nam... Lo siento tanto, no lo tomé en cuenta.
—Descuida —suelta un pequeño suspiro y rasca su cabeza—. Tienes razón, yo tampoco podía evadir esto para siempre. Y sinceramente, te agradezco por tomar la iniciativa, porque yo jamás lo hubiese hecho. Es una buena forma de cerrar el asunto.
— ¿Seguro que quieres hacerlo? —Me acerco a él y tomo su rostro entre mis manos.
—Ya lo hice, estoy adentro —sonríe, incluso en este momento no pierde su sonrisa—. Sólo queda entrar a la tina y tomar ese baño contigo.
—Tenemos que limpiarla primero, está llena de polvo —tomo su mano para guiarlo más adentro hasta que quedamos junto a la tina.
—Ni en las peores situaciones dejas de limpiar, ¿verdad? —Se burla y me aprieta el trasero, convirtiendo nuestra angustia en un coqueteo agradable.
—Ni en las peores situaciones dejas de manosearme a tu gusto, ¿verdad?
—Es inevitable, eres delicioso —sonríe con perversidad y me envuelve en sus brazos, pegándome a él para poder rodearlo, abrazarlo y contornear con mis dedos la sensual línea media de su espalda desnuda.
Nos besamos suavemente por unos segundos y después procedemos a abrir la llave del agua y remover con un trapo mojado todo el polvo hasta que la tina queda reluciente y sin rastros de suciedad. El ambiente aquí se siente más ligero y mi ansiedad se reduce significativamente.
—Cierra la puerta —le ordeno, mientras yo coloco el tapón de la tina y abro la llave del agua caliente, el vapor sale casi al instante y el agua empieza a acumularse lentamente. Nam se coloca detrás de mí y me abraza fuerte, justo como lo necesito.
— ¿Qué se sintió verme ahí? —Señalo con mi dedo la tina frente a nosotros.
—Horrible, sentí tanta impotencia y miedo, te juro que no sé cómo no me desmayé, me aterra la sangre.
Y empiezo a llorar silenciosamente. ¿Cómo pude ser tan desconsiderado e irresponsable? Pero aunque yo no podía saber que NamJoon llegaría por mí, me siento terrible, no soporto que justo él, un completo extraño para mí en ese momento, se viera obligado a hacer algo para salvarme. Me arrepiento mil veces de haberlo intentado. Si no hubiese hecho ese corte, probablemente NamJoon y yo nos hubiésemos conocido como lo hacen las personas normales: un simple hola, nos atraemos, me hago el difícil un tiempo, me regala flores, me invita a cenar y me pide que sea su novio... bueno, fue prácticamente lo que hicimos, pero me refiero a que hubiese preferido que sucediera todo eso sin un intento de suicidio de por medio. Dios, me siento tan mal, tan culpable y despreciable otra vez.
—Perdóname, Nam —sollozo y me volteo para esconder mi rostro en su pecho desnudo, llenándolo de lágrimas y apretándome fuerte contra él.
—No hay nada que perdonar, Jinnie, todo está bien —enreda sus dedos en mi cabello, acariciándome, sabe que eso me reconforta, pero esta vez siento que no funciona.
—Claro que no está bien —insisto, ahogándome en mis propias lágrimas—. Te viste forzado a hacer algo que no querías, estabas aterrado y aun así hiciste un esfuerzo sobrehumano para ayudarme. No me puedo perdonar lo que te hice.
—Hey, alto ahí, loquito —me toma por los hombros, obligándome a verlo a la cara—. ¿Quién te dijo a ti que yo no quería salvarte? Estamos hablando de tu vida, Kim SeokJin.
—Pero yo...
—Pero nada. Claro que fue difícil y estaba aterrado, pero lo hice sin esperar nada a cambio. No te disculpes, no te permitiré que sigas sintiendo culpa por eso.
Me quedo en silencio, desviando mi mirada al suelo. Por más que él tenga razón, yo no puedo dejar la angustia atrás, la culpabilidad vuelve a envenenar mi corazón, como si me empujara, obligándome a retroceder todos los pasos que di para mejorar.
—NamJoon, ¿por qué estás conmigo?
— ¿A qué te refieres, Jinnie?
—No me hagas repetir la pregunta —de pronto, me siento enfadado sin razón, abrumado y con el pecho oprimido por estas emociones que me destruyen.
—Porque te amo, SeokJin. Me gustas, me encantas, me haces sentir...
— ¿Crees que hicimos lo correcto al decidir quedarnos juntos? —Interrumpo sin más. Tengo miedo de seguir haciendo preguntas y arruinarlo todo, pero no puedo con tanta confusión que despertó en mí al estar en este baño otra vez y recordar. Mi vida era muy diferente antes de esto y antes de NamJoon, estoy mejor ahora, ¿pero por qué no puedo dejar de sentir odio y rabia?
—Fue la decisión más correcta de todas, Jinnie —sonríe e intenta besarme, pero me niego.
— ¿Sientes lástima por mí, NamJoon?
¿Por qué mierda estoy enojado?
—Jinnie, ya hablamos sobre eso, cariño. Tal vez debamos salir de aquí y dejar el baño de tina para otra ocasión.
— ¿Es por eso que me cuidas tanto y te preocupas por mí? ¿Sientes lástima por mí y temes que vuelva a intentarlo? ¿A caso tú...?
—No estás pensando con claridad —me interrumpe, haciéndome enojar más—. Vamos a respirar para tranquilizarnos, SeokJin, respira conmigo, toma mis manos y vamos afuera.
— ¿Cómo quieres que me tranquilice si me estás confundiendo?
—Cariño, no intento confundirte para nada. Creo que estás así porque llegaron a ti todos los recuerdos de esa noche. Abrir este baño te hizo mal. ¿Verdad? Es como si regresaras al inicio de todo.
Me quedo helado y mis pensamientos se detienen en seco. La revolución que se armó en mi cabeza se reduce a ese cuestionamiento. No puedo hablar por todo el caos en mi cabeza, solo miro a NamJoon a través de mis lágrimas, preguntándome cómo es que puede mantener tanta calma cuando yo estoy hecho un desastre.
—Escúchame, cariño —toma mis manos y me guía para sentarme al borde de la tina, él se hinca frente a mí, tan noble, tan pacífico—. Sé que estar aquí te acaba de abrir esa herida emocional otra vez, pero superar esto no es solo tomar un baño en la tina y ya, es enfrentar el recuerdo de ese día y darle un significado nuevo a este lugar. Creo que es eso lo que estabas buscando en un principio, cuando me pediste que entráramos, ¿es verdad?
—Creo... creo que sí.
Mi mirada está perdida y no hay manera de mirarlo a los ojos sin sentir pena por mi comportamiento y lo que pensé. ¿Cómo pude dudar de él? Soy un asco de persona.
— ¿Tú me amas, SeokJin?
—Claro que te amo, bobo —mis ojos arden por las lágrimas que salen sin parar.
—Entonces ahí tienes la respuesta a tu pregunta: quedarnos juntos fue lo correcto, sin importar lo que pasó antes, lo nuestro está bien. Sé que la forma en que nos conocimos no fue de cuento de hadas, pero lo que importa ahora es que estamos juntos y nos amamos. Esto es solo una prueba de tantas, algo que nos da miedo recordar y nos hace cuestionarnos muchas cosas, pero podemos con esto. Tú puedes con esto, eres fuerte. Y sé que me amas, lo sé con cada fibra de mi ser, así como tú sabes que te amo. Por eso sé que este lugar no podrá derrumbar lo fuerte que es nuestra relación. Piénsalo, es solo un baño, solo una habitación en una casa, donde ocurrió algo terrible, pero también algo maravilloso: pude salvarte la vida, llegué a tiempo para ti y eso es lo que importa.
Y ahí está NamJoon, salvándome otra vez de mí mismo, de la vergüenza y el terror que me ocasiona este sitio. No sé cómo lo hace, pero siempre tiene las palabras adecuadas para cada momento. Yo soy tan tonto por haber dudado, no lo volveré a hacer nunca más.
Me rindo ante él en un abrazo, quiero fundirme con su cuerpo hasta que la tempestad pase. Él me da justo lo que necesito, caricias, palabras de amor y besos que me devuelven a la vida.
—Perdón por dudar. Tienes razón, venir aquí me hizo recordar lo mal que estaba y todas las cosas horribles que pasaron, de pronto todo volvió a mi mente, el dolor, la sangre, todo lo que te dije esa noche. Perdóname, perdóname, perdóname...
—Entiendo todo, no te disculpes más, Jinnie.
—Es que todavía no me lo creo —sonrío entre mi llanto—. No creo aún que sea posible que yo te merezca y por un momento dudé de eso. Por alguna razón, todavía tengo viva la idea de que no merezco recibir amor sincero de alguien.
—Yo te amo sinceramente —besa mi mejilla—. Y me esforzaré por demostrártelo cada segundo de mi vida hasta que no te quede un atisbo de duda.
—Eres un jodido cursi —lo miro por fin y nos sonreímos mutuamente. El vapor del agua caliente llena por completo el baño y la tina está a punto de desbordarse, así que me separo de él para cerrar la llave y medir con la punta de mi dedo la temperatura.
—Así me amas.
—Claro que sí —ahora, frente a él, cierro mis ojos y unimos nuestras frentes, respirando juntos en una intimidad imperturbable.
— ¿Cómo te sientes?
—Aliviado y agradecido de que estés aquí y me ames —respondo en un suspiro, desde lo más profundo de mi pecho—. ¿Y tú?
—Me siento en paz, estoy listo para darle un nuevo significado a este baño.
—Hazme el amor, dentro de la tina —la petición sale de mí de forma impulsiva, pero genuina. Es realmente lo que deseo.
—Es una excelente idea, así cambiaremos el dolor por amor, eres muy inteligente.
—No, en realidad solo estoy caliente —me burlo, pero tiene razón.
No encontraba qué otra clase de acción podría cambiar mi percepción sobre esta tina, pero después de pensarlo por días, decidí que estar desnudo junto al amor de mi vida, rodeados de agua caliente, sería la mejor forma de volver a sentirme seguro y aliviado en el lugar de mis pesadillas.
— ¿Está lista el agua?
—Sí, quedó perfecta.
Una extraña tensión se instala entre nosotros de pronto, entonces nos acercamos lentamente. Cierro mis ojos y permanezco de pie, dejando que el vapor me inunde las fosas nasales y mi respiración se haga profunda. Siento a Nam rodear mi cuerpo, abrazándome por detrás y respirando sobre mi nuca, mientras sus manos curiosean debajo de mi camiseta. Mi piel se eriza ante su contacto juguetón sobre mi piel, su cuerpo se pega al mío y me dejo caer un poco hacia atrás para darle más acceso a mi cuello, porque quiero que lo bese. Necesito tanto contacto como sea posible.
—Quítame la ropa —le pido, obedece al instante, pero sus movimientos son lentos y pacientes. Arroja lejos la camiseta, dejándola olvidada en un rincón del baño porque ahora es más importante el contacto piel con piel.
Oh, ese exquisito roce de su pecho contra mi espalda es único, de todos sus abrazos, este es mi favorito. Me da seguridad cuando me rodea de esa forma, siento que podría hacerme pequeño y desvanecerme en él, porque me provee de una felicidad infinita. Con este tacto acogedor, me demuestra una vez más que encajamos tan perfectamente y que debemos permanecer así por mucho tiempo. Me siento flotando gracias al calor que emite, la incomodidad de los recuerdos ya no tienen cabida aquí debido a ese contacto. Siento el fantasma del dolor desvanecerse a medida que el lugar se llena más y más de vapor.
Sus manos viajan hacia abajo, destraba el botón y baja el cierre con lentitud. Mientras él baja mis pantalones, yo me deshago de mis sandalias y las dejo de lado. Él se agacha para seguir bajando la prenda y en el camino deja pequeños besos en la parte de atrás de mis piernas. Y eso me hace enloquecer, pero no necesariamente de excitación. Es algo fuera de lo sexual, es más bien una sensación de bienestar y de seguridad, como si con cada pequeño toque de sus labios me diera una razón más para ser feliz, una razón más para amarlo y amarme.
Salgo de mis pantalones y quedo en ropa interior, me volteo hacia él y admiro su rostro sonriente que no me quita la mirada de encima.
—Es tu turno —me da la espalda para que lo imite. Y lo hago, no sin antes mirarlo de arriba hacia abajo y contemplar la belleza de su piel apiñonada.
Lo desvisto con tranquilidad sin perderme de cada detalle de él. Beso sus piernas así como él lo hizo conmigo, paso mis manos por todo su cuerpo desde abajo, subiendo lentamente por sus pantorrillas, sus muslos, su trasero y su espalda hasta llegar a sus hombros y besar cada uno con delicadeza.
Se voltea para observarme y abrazarme, su mirada desbordante de paz y tranquilidad me hace flotar en la comodidad de estar envuelto en su cálida piel. Nos besamos y vamos bajando nuestras manos hasta que, al mismo tiempo, retiramos la ropa interior del otro. Quedamos desnudos y expuestos. Nunca nos habíamos mirado desnudos así, es la primera vez que nos contemplamos sin estar sexualmente excitados y jadeando por el placer.
—Tú primero —señala la tina tras de mí. Asiento y me doy la vuelta sin soltarme de su mano.
Levanto mi pie para sentir con la punta la temperatura del agua, notando que ha bajado un poco, ahora se encuentra perfecta para entrar. Meto una pierna, después la otra y NamJoon hace lo mismo.
Él se agacha lentamente para quedar sentado en la cabecera de la tina y me abre sus brazos, invitándome a recostarme sobre él, pero yo decido sentarme de frente, rodeándolo con las piernas. No recordaba lo amplia que era la tina, es perfecta para dos personas que quieren darse amor.
El agua caliente me presiona la piel y me purifica en cierto modo. No es como la última vez que estuve aquí. Ya no hay dolor, solo NamJoon y yo dándole una nueva esencia a este lugar, ahuyentando al fantasma e inundando el lugar de tranquilidad.
Nos abrazamos en silencio, compartiendo miradas y sonrisas mientras nuestros cuerpos se adaptan a la temperatura. Su corazón late acelerado, igual que el mío repentinamente, como si fueran uno solo.
—Gracias, Nam —beso su hombro, me acerco más y estamos completamente unidos en cada punto posible.
— ¿Por qué?
—Por creer en mí e impulsarme a levantarme —me detengo un momento, perdido en su mirada mientras acaricio su cabello y continúo: —Y por amarme aun cuando te mostré la peor versión de mí.
—Eres un ángel caído, pero tú me enseñaste a volar y ese es motivo suficiente para que te vuelvas a levantar.
— ¿Qué mierda cursi fue esa?
—Un pequeño poema que te describe a la perfección, mi amor.
—Eres una cajita de sorpresas, me calientas mucho cuando te pones poeta —bromeo, haciéndolo reír hasta hacer eco en las paredes.
Me toma por la nuca para besarme. Lo que antes eran besos suaves y dulces, se vuelven perversos cuando mete su lengua, y va subiendo el tono de sus caricias cuando me toma por el trasero, invitándome a restregarme contra él.
Entonces afirmo mis rodillas, me sostengo de sus hombros y comienzo a balancearme justo como le gusta. Amo sentirlo entre mis nalgas, erecto e imponente, tan solo ese roce me vuelve loco y quisiera saltar encima de él por horas. Pero estamos en el agua, así que tendrá que ser paciente y calmado.
Él detiene mis movimientos para prepararme con sus dedos, el agua caliente ayuda mucho, así que yo en su lugar tomo nuestras erecciones con ambas manos, dándonos placer mientras él se toma su tiempo para expandirme, hasta que ya me siento listo. No necesitamos más que una mirada cómplice para saberlo.
Lo alineo contra mí, dejándolo entrar con mucha paciencia. Su reacción siempre me deja embobado, amo cómo abre su boca y brillan sus ojos cuando lo envuelvo. El placer que me provee todo él, dentro y fuera de mí, no tiene comparación.
Cuando he llegado al final, permanezco sentado con todo mi peso sobre él, esperando que mi cuerpo se adapte, mientras él me besa y se toma el trabajo de masturbarme para hacer todo más llevadero para mí. Funciona, porque en breve me invade la necesidad de balancearme para llevarnos al cielo.
En consecuencia, el agua se desborda cada vez que mi trasero choca contra su pelvis, pero no me importa, por mí puede inundarse el baño entero, ya que una vez que he tomado el ritmo adecuado sobre NamJoon, no hay fuerza que me detenga. Adoro montarlo, tal vez es mi lado vanidoso que disfruta de verlo reaccionar a mis movimientos, pero también es la conexión física y emocional que logramos en esta posición. Donde nos miramos mutuamente y comunicamos con nuestros ojos y gemidos lo que deseamos del otro.
Es así que sé cuándo quiere más, por eso me sostengo con fuerza de los bordes de la tina y me dejo caer justo como le gusta, apretando mi interior a propósito, regalándolos a los dos una oleada de placer abrumador. Reaccionamos a eso besándonos con más necesidad. Yo acelero mis caderas y NamJoon, su mano alrededor de mí, llevándome más lejos en cada estocada.
Llega ese momento que me paraliza por completo, porque mi hombre es demasiado experto para tocarme. El orgasmo que me arrastra al paraíso es brutal, sobre todo cuando me quedo quieto y NamJoon arremete contra mí desde abajo, abusando dulcemente de mi hipersensibilidad, arrebatándome hasta la última gota de orgasmo. Una y otra vez, hasta que su temblor y sus dedos apretujando mis nalgas me indican que tuvo su final feliz dentro de mí, como cada vez, eso me fascina.
El momento es demasiado precioso como para interrumpirlo con palabras, así que solo nos ponemos cómodos, abrazados y rodeados de agua, respirando uno en el cuello del otro. A él le gusta delinear sus dedos en mi espalda siempre que terminamos, es el lenguaje que utiliza para decirme que me ama. Yo, en cambio, beso su cuello con pereza y no paro se sonreír.
Y es así como el fantasma que esperaba por mí aquí dentro, se desvanece. Nuestra presencia al principio lo hizo enfadar, pero el amor que nos profanamos lo retorció de dolor y envidia, nuestra desnudez lo enfermó hasta debilitarlo y nuestro placer lo volvió menos que polvo en el viento, tan solo una brisa ligera que recuerda, muy vagamente, que algo malo sucedió aquí. Lo que habitó este lugar ya no tiene poder sobre mí, sobre nosotros.
El ciclo de dolor y vergüenza está cerrado.
Amo mi NamJin, chau
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro