﴾43. Baekyun﴿
Un año y medio atrás.
BaekHyun fue a la fiesta más por presión social que por gusto. En ese entonces, su timidez no le permitía tomar decisiones por sí mismo, por lo que sus amigos terminaron convenciéndolo a través del reclamo por el semestre pasado, donde no se dignó en aparecer en su propia fiesta de novatos.
Al menos estaba a salvo, solo los estudiantes de primer semestre corrían el riesgo de ser sometidos a retos abusivos como beber en exceso, probar drogas o hacer el ridículo. Él era una zona gris, tan poco notable, incluso su vestimenta oscura lo camuflaba en ese lugar iluminado solo por las hogueras y algunas lámparas. Estaban en una reserva privada a las afueras de la ciudad, la zona boscosa era densa, oscura, había un lago y una gran casa rústica generosamente prestada por el padre rico de uno de los estudiantes de último grado. Era el lugar perfecto para perderse si se lo proponía. Por eso, su par de amigos ni siquiera se dieron cuenta cuando desapareció en la multitud y se alejó para fumar detrás de un árbol, donde nadie pudiera perturbarlo, sin imaginarse remotamente que esa noche cambiaría el rumbo de su vida para siempre.
La luz de la luna se colaba amable entre las ramas de los pinos, el aroma a tierra mojada por la reciente lluvia y el sonido de los grillos acompañaban su tan deseada soledad. El humo entró por sus pulmones y el alivio brindado por la nicotina fue inmediato. Cuando exhaló, se dio cuenta de que estaba arrepentido de asistir a un lugar donde no conocía a nadie y estaba rodeados de gente superficial y estúpida. Dos cigarros más tarde, tomó valor para regresar y hacer un esfuerzo mínimo por cumplir y largarse de ahí cuanto antes, pero cuando caminaba de vuelta a la cabaña para buscar a sus amigos, escuchó a alguien gritar.
Después, risas, golpes, como si apalearan un saco de papas, más gritos y una voz ronca que clamaba por ayuda. Asustado, se cuestionó si era buena idea acercarse o simplemente hacerse de oídos sordos y retirarse, pero la voz de un chico que pedía auxilio no dejaba de retumbar en su cabeza. La necesidad de intervenir afloró como un instinto.
El ruido provenía de una zona despejada en el interior del pequeño bosque, de donde se alcanzaba a percibir la luz de una hoguera. A medida que avanzaba en silencio, las voces distorsionadas tomaban forma, una muy aterradora.
— ¡Rómpele la cara al marica!
— ¡Mejor mátalo de una vez!
Y ese gemido de dolor otra vez, que se había transformado en un lloriqueo con falta de oxígeno. Unos pasos más adelante y le fue posible ver a la pobre criatura que emitía el llanto. Un chico de primero, flaco como un palo, blanco como la harina y de cabellos oscuros, estaba atado de pies y manos, con los ojos vendados y la nariz sangrando. Sucio, cubierto de lodo, los que le rodeaban seguían cubriéndolo con cerveza, tierra, hojarasca y repugnantes escupitajos. Faltaba poco para que alguien decidiera orinarse encima de la víctima.
Un chico musculoso y fornido que BaekHyun conocía solo de lejos, alentaba la multitud de al menos quince estudiantes ebrios que aplaudían su violencia. Su nombre era Mingyu y tenía fama de ser una bestia intocable y feroz, si alguien en la escuela no conocía su nombre, lo haría por las malas porque se metía con todos, abusaba al por mayor porque su padre era un político que favorecía la economía de la Universidad de Seúl, por eso nadie se atrevía a detenerlo.
Sin embargo, estaba cometiendo un error muy grave. Al acercarse más, BaekHyun identificó a la víctima. Era nadie más que el hijo del rector Min. Lo conocía solo de vista, le habían hablado de él desde que puso un pie en la escuela, pero no entendía por qué Mingyu se atrevería a cometer tal barbaridad.
Entonces, tomó valor para detenerlo.
— ¡Déjalo en paz!
—¿Y tú quién mierda eres? —Mingyu escupió en la cara del pobre chico, adoptando una postura imponente y fiera.
—Nadie importante, pero debes parar, tú y los demás, no pueden seguir lastimando a este chico.
Por dentro, estaba que se moría de miedo, pues jamás en su vida había enfrentado a un bully, mucho menos a uno de la talla de Mingyu, pero mantuvo la compostura.
—¿Y por qué no? Es un jodido marica y le estamos dando su merecido. Ningún desviado de mierda va a pisar mi escuela sin recibir su castigo.
—No es tu maldita escuela y él es el hijo del rector Min, déjalo en paz o voy a llamar a la policía.
No supo cómo, pero de alguna manera la adrenalina fue suficiente como para impulsarlo a empujar al agresor, haciéndolo caer en el pasto y, como estaba bastante borracho, se quedó ahí un tanto pasmado, pero al levantarse se puso agresivo y trató de alcanzar a BaekHyun, tambaleándose lo suficiente para que el otro pudiera esquivarlo.
— ¿De qué mierda hablas, imbécil? Él no puede ser quien dices, es un marica enfermo —dijo desde su postura tambaleante, con las venas marcadas en la frente por la furia.
—Lo es —se acercó a pasos cortos hacia el pobre chico—. El rector Min se va a enterar de esto y la policía también. Estoy seguro de que si hago una sola llamada, esta fiesta se acaba, ya vi toda la mierda ilegal que están consumiendo.
—Claro que no —sonrió con malicia—. No vas a irte de aquí tan fácil, vas a unirte en el lodo junto con el marica al que estás defendiendo.
Se abalanzó para golpearlo también, pero de inmediato dos de sus amigos lo detuvieron. Como un perro rabioso atado del cuello, se removía sin éxito porque había quizá algo más que alcohol en su sistema y su equilibrio comenzaba a flaquear.
—Mejor déjalo en paz, Mingyu —le dijo uno de los chicos que le retenía—. No busques problemas así de grandes, deja ir al marica.
—¿Qué clase de blandos imbéciles son ustedes? ¿Van a dejar que este debilucho arruine la diversión? —Gritó y trató de zafarse en vano. Todos los presentes ahora lo miraban como lo que era: una bestia abusiva sin escrúpulos o límites. Se fueron retirando uno a uno en silencio, sin deseos de quedar embarrados en la mierda de Mingyu, nadie quería ser expulsado o arrestado, pero tampoco iban a defender al pobre chico, eran tan cobardes como el mismo violentador.
—Vamos adentro, déjalo ya, no quieres tener este problema —una chica de grandes ojos y mechones rubios se acercó a él, doblegándolo por completo con la mirada, dándole espacio a Baekhyun para intervenir.
—YoonGi, levántate —se agachó y sacó la pequeña navaja que cargaba en su llavero con la que cortó frenéticaemente los amarres de las extremidades del chico. Retiró las mordazas, dejándolo libre, pero este a penas podía moverse.
Lo habían obligado a beber hasta vomitar, se notaba en los restos de suciedad y las manchas en su camiseta que Baek notó al acercarse más. Daba lástima, pero más que eso, el mayor sintió pánico de que algo muy malo sucediera, ya que no respondía y tenía los ojos entrecerrados, como si fuera a dormirse.
—Arriba, no te quedes dormido —hizo el esfuerzo de levantarlo, cargándolo por completo en los brazos. Se alejaron lentamente, mientras Mingyu seguía gritándoles "maricas cobardes" y soltaba amenazas que sonaban preocupantes, pero para BaekHyun era más importante salvar a YoonGi, ya hallaría la forma de evitar la paliza después.
Arrastró al chico detrás de la casa, donde no había nadie y un gran farol le daba suficiente luz para revisarlo bien. Tendió a YoonGi contra el tronco de un árbol y lo revisó. Tenía moretones en las piernas, sus pantalones cortos fueron una desventaja porque sus rodillas quedaron raspadas, al igual que sus brazos. Esas heridas definitivamente necesitaban atención médica.
— ¿Quién eres? —YoonGi logró balbucear entre su borrachera, la mente nublada a penas le permitió notar que estaba lejos de la multitud, con otro completo extraño.
— Me llamo BaekHyun, voy a sacarte de aquí, YoonGi. Irás al hospital y después te llevaré a tu casa.
— ¿Cómo sabes mi nombre?
—Me hablaron de ti. Eres el hijo del rector, recién entraste a la facultad de Medicina, conduces un Derby blanco. ¿Es correcto?
—¿Me estás siguiendo o algo así? Debo gustarte mucho —su voz arrastrada denotó cierta risa. A pesar de que todo su cuerpo dolía, al menos el alcohol anestesió su perspectiva tanto como para coquetear.
—Coopera, YoonGi. ¿Viniste en tu auto? —BaekHyun se sonrojó, parecía que al otro no le interesaba en absoluto su bienestar. Era curioso, pues se lo imaginaba diferente, pero se recordó que estaba muy borracho como para cuidar de sí mismo.
—Sí.
—¿Dónde están las llaves?
—Aquí —señaló su entrepierna con el dedo, riéndose, poniendo más avergonzado a su compañero.
—No estamos para juegos —contestó enfadado—. Si no me das las llaves de tu auto, no podré sacarte de aquí.
—¿Y cómo sé que no me lo vas a robar? ¿O que me vas a llevar por ahí a violarme y me dejarás tirado en la carretera?
—Yo te salvé de Mingyu —se ofendió—. Te estaban haciendo mierda, necesitas atención médica. ¿Quieres ayuda o no?
—Como sea, de todas formas, me da igual lo que pase conmigo —letárgico, metió la mano en el bolsillo de su pantalón corto de color negro, sorprendido de que su billetera, celular y llaves siguieran con él. Estaba borracho y lastimado, pero no le habían robado. La honestidad ante todo, ¿verdad?
Le entregó las llaves al extraño que, a su parecer, era demasiado amable para su gusto. Por tener la cabeza siempre enterrada en un libro, era obvio que no conocía a nadie, incluso cuando compartía un par de clases avanzadas con BaekHyun.
—¿Puedes caminar?
—No lo sé, pero si quieres puedes cargarme y manosearme en el camino.
—YoonGi, basta —torció los ojos, sorprendido por lo promiscuo que el chico sonaba.
Lo levantó a regañadientes, poniéndolo sobre sus pies para motivarlo a dar unos cuantos pasos. A pesar de que tambaleaba, podía caminar siempre y cuando el otro lo sostuviera.
—Mantente despierto, estás borracho y probablemente te golpeaste la cabeza —ordenó mientras caminaba con él, bien sostenido por la cintura, con el brazo de YoonGi rodeándolo, quizá algo innecesario, pero el pobre novato tomó ese acercamiento.
Quizá todo el alcohol que le obligaron a ingerir excedió cualquier cantidad que hubiera tomado alguna vez en su vida, porque no podía estar más desinhibido. Coquetear con extraños no era muy propio de él y Min YoonGi jamás daba el primer paso para nada que fuera romántico o sexual, al menos no desde hace mucho tiempo.
BaekHyun trató de pasar desapercibido, rodeando la casa todo lo que podía hasta el estacionamiento, pero en el camino sus dos amigos, que lo persuadieron para estar ahí, lo vieron arrastrar a un novato y no tardaron en hacer burla de eso, hasta le tomaron fotos.
—Hasta que apareces, Baek. No me digas que tú le hiciste eso al pobre chico —rio SuHo—. No sabía que eras un psicópata violento, Baek.
—Claro que no —respondió enfadado—. Lo encontré así, voy a llevarlo al hospital.
—¿Y por qué tú? Que le hable a su mamita para que venga por él, tú viniste a divertirte con nosotros, no a ser niñera —se burló Kai.
—Ustedes harían lo mismo por mí si yo estuviera así de mal, está golpeado por todos lados.
—Ya, no seas un llorón, solo es un novato recibiendo su merecido. Suelta ese costal de huesos y vamos a divertirnos. Kai trajo marihuana y vamos a ponernos hasta el culo hoy.
Se quedó atónito, sin creer que algo tan cruel pudiera venir de sus supuestos amigos. Si bien, lo incluían e invitaban a todas partes, siempre había algo que le detenía de ser él mismo con ellos, como si no encajara del todo con sus formas de ser. Ahora entendía que esa barrera radicaba en la falta de empatía con la que se dirigían en la vida. Toscos, flojos, prejuiciosos y demasiado borrachos para su gusto. Fue como si una venda cayera de sus ojos, vio una realidad dolorosa: no quería a esas personas como sus amigos, aún si eso significaba quedarse solo.
—Váyanse a la mierda los dos —les dio la espalda, dejándolos consternados y gritando maldiciones, burlándose, llamándolo marica cobarde.
A decir verdad, desde algunas semanas se planteó la idea de alejarse de ellos, fantaseaba con ello, sobre todo en aquellas cosas relacionadas con sustancias que él no quería probar. Si bien, fumaba a veces por ansiedad, ir más allá del tabaco y el alcohol no estaba en sus planes, esa clase de descontrol no iba con su personalidad.
Por ello, darles la espalda y marcar con esa acción una ruptura, se sintió menos doloroso de lo que esperaba. Incluso puede presumir de sentirse orgulloso de poner un límite, porque todos a su alrededor siempre se aprovechaban de su bondad.
Al mirar a YoonGi caminar arrastrando los pies y gimiendo de dolor, se dio cuenta de que era momento de usar esa bondad para algo más y no solo para complacer a personas que no le agradaban.
Tocó el botón de la llave del auto y rápidamente lo ubicó cuando vio las luces encenderse. Los pocos metros faltantes hasta el Derby blanco fueron tortuosos, YoonGi se quejaba a cada paso que daba, por lo que fue un alivio cuando fue depositado con extremo cuidado en el asiento del copiloto.
—YoonGi, reacciona —sacudió su hombro—. ¿Tienes seguro médico? Debo saber a dónde llevarte, donde le puedan llamar a tu padre.
—No quiero ir al hospital, llévame a casa.
— ¿Escuchas lo que dices? Probablemente necesites un lavado gástrico o que te suturen, iremos al hospital y punto.
— ¿Y tú por qué te preocupas tanto? Ni te conozco, deberías irte mejor, deja que me quede a dormir aquí y mañana volveré solo a casa. Además, apestas a cigarro, asco.
—Perdón —suspiró avergonzado y abrió las ventanas del auto para dejar circular el aire—. El olor se irá pronto, pero no puedo dejarte solo. Deja que te ayude, por favor.
—Solo quieres ayudarme porque soy el hijo del rector, te escuché amenazar a todos allá en la fiesta. ¿Es por eso? Quieres el crédito, llegar al corazón blando de mi padre, usarme como moneda de cambio para subir tus calificaciones o algo así.
—Basta, yo no soy así, lo hice porque lo que te hicieron estuvo mal y punto —regañó, pero mientras el otro estaba distraído refunfuñando, encendió el auto y tomó el camino más corto al hospital que sabía era cubierto por su seguro médico de estudiante.
—Mi súper héroe, muchas gracias, no sé qué hubiera hecho si no aparecías, el temible dragón me hubiera devorado —sonrió con sarcasmo, imitando a una damisela en apuros—. Si esperas que te crea, estás mal.
—Pues lamento que no puedas creer que la bondad humana existe —su voz se tornó seria en exceso, a punto de perder la paciencia con ese chico—. Mira, si te hace sentir mejor, solo deja que te lleve al hospital, yo me voy a casa y no vuelves a saber de mí nunca más. Tú decides si te dejas atender o te vas a tu casa, yo solo cumpliré con mi parte de llevarte a urgencias.
El chico pálido se quedó en silencio, sin saber cómo responder a ese giro en la trama. Ver la desesperación en los ojos de Baek y su mandíbula tensa, le hizo sentir como un verdadero estúpido. Porque sí, la vida lo había tratado muy mal y su fe en la humanidad estaba perdida, pero su inesperado salvador le recordaba a su padre; el mismo semblante de preocupación, las palabras duras...
— ¿Cuál era tu nombre? Digo, ya que planeas seguir molestándome, al menos dime cómo te llamas.
—BaekHyun —respondió, su gesto emblandeció levemente—. Ya me había presentado contigo, pero supongo que lo olvidaste porque estás muy borracho. ¿Seguro que no te dieron drogas?
—Tu nombre suena a... Tocino —reía casi infantil, su cabeza ladeada y el flequillo cubría un poco sus ojos, casi tierno, pensó BaekHyun, solo un niño lastimado.
— ¿Ahora te doy risa? Al menos ya progresamos.
—Tocino, así te voy a llamar ahora, Tocino idiota.
—Sí, muy gracioso, novato, síguete riendo y ya verás.
— ¿Me golpearás? Vamos, ya dime que esto es una broma y que solo me salvaste de las garras de Mingyu para terminar de matarme.
—Sí, verás que terrible va a ser, no te lo imaginas, la sala de urgencias será tu peor pesadilla, pisos blancos, olor a desinfectante, enfermeras tetonas y sutura. Una casa del horror.
—Estúpido —ambos rieron, aunque la cabeza de YoonGi daba vueltas y su cuerpo punzaba en partes que no sabía que podían dolerle, el humor de aquel chico le animó un poco. Quizá si existía la bondad humana, después de todo.
—Deja que me quede contigo hasta que te den de alta. Si no quieres que llamen a tu padre, está bien, pero necesito saber que vas a estar bien.
—De acuerdo, pero no le digas a nadie sobre esto. No quiero arruinar mi imagen.
— ¿Qué imagen? —Se burló, incrédulo.
—Mi imagen de ermitaño que no permite que nadie se le acerque, el misterioso, del que nadie sabe si es homosexual o un mujeriego.
—O un vampiro, un zombi o un robot enviado por el rector para vigilarnos a todos.
— ¿Qué?
—Esos son los rumores que he escuchado de ti.
— ¿Ves? No puedo arruinar esa imagen tan genial, si supieran lo que soy, perdería mi poder.
—Bueno... pero Mingyu te estaba golpeando específicamente por uno de esos rumores. ¿Es cierto?
—Sé más específico con tu pregunta —se cruzó de brazos, algo enfadado por los prejuicios.
— ¿Mingyu te estaba golpeando por el rumor de que eres gay?
—Sí —respondió sin tapujos, sorprendiendo al conductor—. Y no es un rumor, es la verdad, pero de todas formas... ya no importa. Todo el mundo vio lo que pasó hoy y correrán la voz. Ya no solo seré el rarito homosexual, sino la víctima de Mingyu. Al carajo con mi imagen.
—Debemos decirle a tu padre sobre esto —dijo con pesar—. Yo y muchos más fuimos testigos, él puede hacer algo para protegerte, lo puede expulsar o suspender.
YoonGi torció la boca en disconformidad. Su padre de por sí era sobreprotector, era probable que al verlo todo golpeado no se detendría hasta sacarle la información a quien fuera con tal de dar con el culpable. Aunque no estuviera muy cómodo siendo la víctima, no quedaba de otra.
—Pues ya qué, no es como que pueda ocultar esto de él, me partieron en pedazos y no como yo quisiera —soltó su humor algo retorcido, el alcohol estaba bajando lentamente, al menos ser obligado a ingerir hasta el vómito evitó que toda esa mierda fuera asimilada por su sistema.
—Yo puedo decirle si te da pena, no te preocupes —sonrió amistosamente, gesto que YoonGi no supo cómo interpretar.
Por primera vez desde que entró a la escuela, alguien estaba siendo amable con él de forma genuina, no como otros que intentaron acercarse solo por la escandalosa noticia de que el hijo del rector Min había ingresado a la universidad. Y como nunca estuvo acostumbrado a tener atención, decidió hacer mala cara a todo el mundo y aislarse por su bien. Por eso, recibir un gesto así de desinteresado le hacía sentir confundido, pero a la vez acogido bajo un manto de extraña seguridad.
— ¿No te molesta que sea gay? —Cambió el tema, porque tanta cursilería y amabilidad le hastiaban.
—Claro que no —respondió casi con furia—. Te juro que no soy esa clase de persona, lo que la gente haga con su trasero no es de mi incumbencia y nunca te faltaría el respeto, no soy intolerante, yo...
—Ya me quedó claro, cierra el hocico que me haces doler la cabeza —empujó con apenas un poco de fuerza al conductor—. Solo que ya muchos te vieron conmigo, no vas a obtener nada bueno de haberme ayudado. Te van a encasillar en la misma categoría que a mí y no saldrás de ahí nunca.
—Que lo intenten —retó y le devolvió el empujón ligeramente—. La verdad no me interesa. Ahora me preocupa más pasar mis materias que la opinión de gente sin una pizca de inteligencia.
—Bueno, te lo advertí. Pero te diré algo, no es necesario que me hables en la escuela si no quieres, estoy bien solo, no necesito a nadie, la gente me da igual.
— ¿Entonces no me dejas ser tu amigo? Por favor, dame una migaja de tu atención, hoy mandé al carajo a mis amigos por ti, no volveré a hablarle a esos idiotas superficiales.
— ¿Seguro que no te gusto? Eres un raro...
—Piénsalo, todos necesitamos un amigo —suspiró, con su vista clavada en el final de la avenida donde se asomaba el hospital.
—Lo pensaré —cerró sus ojos, pues la luz cegadora del hospital le aturdió. Al ser consciente de que sería internado, sintió náuseas. Odiaba demasiado los hospitales, desde aquella vez en el psiquiátrico. Como ironía de la vida, eligió la carrera que justamente lo tendría trabajando en uno de esos.
Respiró hondo y desabrochó su cinturón, Baek lo alcanzó del otro lado, abrió la puerta para ayudarlo a bajar. Tambaleó y se sostuvo fuerte de él, la punzada en su cabeza le obligó a cerrar los ojos y aferrarse a él con dolor.
—Estoy mareado...
—Te cargaré, vamos.
Sin esfuerzo alguno, lo tomó en brazos. YoonGi se aferró a sus hombros porque todo daba vueltas, estaba seguro que en cualquier momento vomitaría, pero se contuvo hasta que los sonidos y el movimiento le indicaron que ya estaban dentro de la sala de urgencias.
—Lo golpearon muy fuerte, no sé si le dieron drogas, pero está bastante borracho y parece que tiene una contusión en la cabeza, está mareado —explicó BaekHyun como un padre preocupado, la voz temblorosa.
—Adelante, vamos a revisarlo —escuchó una voz varonil darles acceso.
El mareo que le sobrevino fue tan fuerte, que en cuanto fue depositado en la cama, se inclinó para vomitar, manchando el piso, los zapatos de BaekHyun y la orilla de las sábanas. La fetidez acompañó a su vergüenza, encontrándose inundado de lágrimas de miedo y dolor.
—Tranquilo, vas a estar bien —BaekHyun, más que encontrarse asqueado, estaba preocupado de verlo en ese estado, así que solo se retiró los zapatos mientras todos a su alrededor se movilizaban para limpiar y revisar al paciente.
A pesar de toda la vergüenza, dejó que el personal hiciera su trabajo. Tuvo que desvestirse vergonzosamente frente a su (quizá) nuevo amigo para ponerse la bata, soportó el mareo mientras le sacaban sangre y le revisaban las pupilas. Pero lo peor de todo, fue dejar al descubierto sus brazos. Si bien, durante toda la preparatoria le fue imposible por el maldito uniforme, la entrada a la universidad le dio la oportunidad de reinventarse y no permitir que nadie viera sus cicatrices.
BaekHyun no las pasó por alto, pero mantuvo la calma porque si bien se veían horribles y le despertaban mucha curiosidad, no era adecuado preguntar sobre eso, aunque esas marcas hablaban por sí mismas. YoonGi trató de mantener sus brazos lo más pegados a su cuerpo, pero era en vano, el otro ya las había visto.
— ¿Sabes si te dieron alguna droga? —Preguntó un enfermero, de esos que le gustaban, hombros anchos y voz gruesa.
—No sé, me dieron mucha cerveza y whisky, pero no sé más, perdí el conocimiento por algunos minutos —contestó con los ojos cerrados.
—No te podemos poner medicamentos para el dolor hasta que estés más sobrio, pero te pondremos algo local por mientras. No necesitas suturas, todo fue muy superficial, pero vas a quedar con varios moretones. Vas a quedarte en observación hasta mañana, vendré a revisarte cada hora. Te pondré suero para prevenir la deshidratación, vas a estar bien, duerme un poco mientras están tus análisis.
Solo asintió, aliviado de que no hubiera pasado a mayores. BaekHyun también se alegró por eso, como un padre alarmado, sus paranoias solo habían sido eso, pensamientos fuera de control.
El enfermero hizo la canalización en su brazo, puso la bolsa de suero a gotear y se retiró del cubículo. Baek suspiró de alivio en cuanto se quedaron solos y se atrevió a acariciar un poco el brazo de su pequeño amigo, aún muy curioso por el origen de esa cicatriz.
—Perdón por vomitarte los zapatos —murmuró—. Gracias por quedarte, me... me dan miedo los hospitales.
— ¿Por qué? —Rio por la ironía.
—Larga historia, si pasas la prueba de la amistad te contaré algún día —inconscientemente, YoonGi tocó con la punta de sus dedos la cicatriz de su brazo canalizado, estaba demasiado cansado y ebrio como para inhibirse.
— ¿Y cuál es esa prueba de la amistad?
—Ya sabes, pasarme las tareas y todo eso.
—Bueno, ahí si te quedé mal. Lamento decirte que voy muy mal con mis calificaciones, vengo arrastrando una materia del semestre pasado.
— ¿En qué semestre se supone que vas?
—Tercero, de hecho tú y yo compartimos dos clases, te he visto.
—No puede ser. ¿Por qué me tenía que tocar un amigo estúpido?
—Es lo que hay —ambos rieron, YoonGi al fin pudo abrir un poco los ojos.
—Entonces si no me puedo aprovechar de tus tareas, ¿qué clase de amigo vas a ser?
— ¿El que te compra el almuerzo y te guarda lugar en la cafetería?
—Trato —le ofreció su mano carente de fuerza, sellando su acuerdo con una sonrisa tonta y cansada. Baek también estaba agotado.
—Y ya que eres tan inteligente, tú deberías ser el amigo que me pase las tareas. Algo bueno que dicen de ti, es que eres un genio o algo así.
—Ni loco te pasaré mis tareas, soy el amigo egoísta —volvió a cerrar sus ojos, pero una idea cruzó por su mente al instante—. Te ayudaré a estudiar, ningún amigo mío puede tener fama de reprobador, y eres el único que tengo en la escuela así que cargarás con el peso de estar a mi altura.
—Tenemos otro trato, entonces —le ofreció la mano, pero YoonGi estaba tan cansado y adolorido, que el sueño le venció de inmediato.
Baek lo observó dormir y vio en él algo hermoso: la vulnerabilidad hecha persona, un chico que solo aparentaba ser inalcanzable y misterioso, pero solo tenía un corazón probablemente lastimado y la necesidad de un amigo. Además, esas cicatrices solo le comunicaban un pasado difícil y lleno de dolor, quizá de ahí venía su miedo a los hospitales. Alguien así definitivamente no debía estar solo y alguien como Baek, tampoco.
Decidió que él sería ese amigo que YoonGi necesitaba. Y, como buen amigo, lo siguiente que hizo fue llamar al rector Min mientras el chico dormía y era monitoreado. Primero, la llamada alarmó demasiado al pobre hombre levantado de su cama, confundido por la noticia de que su hijo estaba en el hospital. Luego, la preoupación del momento le hizo levantarse con YeoSang arrastrando de la mano, llegando a la sala de urgencias en menos de diez minutos.
Pensó lo peor, a pesar de que el chico al teléfono le dijo que todo estaba bien y que YoonGi dormía. En cuanto llegó, con los ojos inundados de lágrimas al igual que su hijo menor, le alivió ver que, en efecto, solo tenía algunos rasguños y olía un poco a vómito.
BaekHyun tuvo que explicarle todo, desde el nombre del agresor a todos los que estaban presentes. Entonces, el padre preocupado se alarmó aún más porque ese tal Mingyu ya daba problemas desde su primer semestre, pero jamás creyó que atentaría contra su hijo.
— ¿Usted es el padre del paciente? —Se acercó el mismo enfermero con unas hojas sujetas a una tablilla, el hombre mayor asintió.
— ¿Cómo está? ¿Le hicieron análisis?
—Sí, señor, tengo los resultados. Le pregunté al chico si le habían dado alguna otra sustancia en la fiesta además de alcohol, él dijo que no sabía, pero me parece que sí porque los resultados arrojan restos de benzodiacepinas.
—Mi hijo está medicado —aclaró antes de que comenzaran a acusarlo de drogadicto—. Sufre de depresión y ansiedad desde hace algunos años, no consume drogas, ni siquiera alcohol, esto que le hicieron fue contra su voluntad, ¿me entiende? Mi hijo no es ningún consumidor, es un niño sano.
—Está bien, señor, gracias por aclararlo, el chico llegó bajo los efectos del alcohol y no pudimos obtener mucha información, pero lo voy a anotar para su registro.
— ¿Alguna otra cosa alarmante en los estudios?
—Nada más, el alcohol en sangre no es para preocuparnos, solo le causará una resaca algo fuerte, pero ya le pusimos hidratantes y agregaré analgésicos cuando se le baje el alcohol.
— ¿Cuándo me lo podré llevar a casa?
—El alta oficial debe ser a las seis de la mañana, señor, pueden quedarse con él todos, si gustan, pero deben alternarse para no sobrepasar el cupo permitido —aclaró el enfermero, algo cohibido por la presencia del señor Min, BaekHyun también estaba sorprendido por tanta información. ¿YoonGi medicado? Eso sí que no lo vio venir.
—Yeo, quédate con tu hermano, necesito hablar con este chico afuera —ordenó y tomó al chico descalzo del brazo, este reaccionó calzando sus zapatos sucios y siguió al rector hasta la sala de espera.
— ¿Está todo bien, rector Min?
—Sí, solo quería agradecerte por lo que hiciste. Verás... YoonGi no la ha pasado muy bien este primer semestre, solía ser sociable pero ahora está aislado por completo. Temía que esto sucediera, no debí dejarlo ir a esa fiesta, soy responsable de esto.
—No fue su culpa, señor Min, la gente abusiva está en todas partes. Si no lo molestaban en la fiesta, eventualmente lo harían en la escuela.
—Quiero pedirte un favor —interrumpió, su semblante preocupado contagió de ansiedad al menor—. Sé que sonará demasiado desesperado, pero sé su amigo. No quiero que esté solo, es riesgoso. Su terapeuta me ha dicho muchas veces que necesita hacer amigos, pero ya no los tiene, no desde que entró a la universidad. Me preocupa mucho.
—Señor Min, no tiene porqué pedirlo así, él y yo ya somos amigos —le dio una respetuosa palmada sobre el hombro, tratando de calmarlo—. Además, prometió que me ayudaría a estudiar porque voy mal en algunas materias. No le prometo ser la niñera de YoonGi, pero sí su amigo. Él está bien, solo le gusta tener su fama de chico misterioso.
—Qué alivio —el hombre suspiró, sonriendo porque, en efecto, ese era el estilo de su hijo—. Gracias, de verdad. Si quieres irte ya, te pediré un taxi a tu casa, yo te lo pago.
— ¿Le parece si me quedo un rato más? Solo quiero asegurarme de que estando sobrio me siga queriendo como su amigo.
—Claro que sí. Acompáñame a la tienda, vamos por algunos bocadillos para pasar la noche.
—Señor Min —preguntó mientras cruzaban la calle, rumbo a la tienda—. Si no es mucha indiscreción, ¿qué le pasó a YoonGi? Vi sus cicatrices de los brazos, además eso de que está medicado... ¿YoonGi está bien?
El padre preocupado, de nacientes canas en las sienes y semblante agotado, suspiró de dolor por el recuerdo de esa fatídica noche. Aunque quizá si era algo invasivo para la privacidad de su primogénito, decidió contarle al chico mientras compraban bocadillos y caminaban de vuelta. A Baek se le erizó la piel por la tragedia y el dolor en la voz del rector, no podía creer que en ese ser tan pequeño que era YoonGi, pudiera caber tanta angustia.
—No le digas que te conté, él debe decírtelo cuando te ganes su confianza, solo no lo trates diferente. Él necesita un amigo real, alguien que no lo vea como el bicho raro o el suicida. Este nuevo comienzo es muy importante y frágil para él. Sé que intenta verse como un chico rudo, malo o misterioso, pero en realidad tiene tanto para dar, no tienes idea de lo bueno que puede ser.
BaekHyun juró silencio, le debía a su nuevo amigo ese favor, el de tratarlo como a cualquier persona normal, porque eso era, un chico como todos, que si bien tenía un pasado tormentoso y un presente difícil, merecía tener lo que todos a su edad: amistad.
Relevaron al somnoliento YeoSang, su padre lo mandó a dormir al auto. Cuando YoonGi despertó, ver a su padre al lado de Baek no le agradó para nada, pero ya no podía hacer nada al respecto. Sin embargo, el enojo se convirtió en pena cuando vio a su padre llorar. Fue envuelto en un cálido y amoroso abrazo, plagado de disculpas y palabras de aliento. Estaba sorprendido de que, a pesar de todo, su padre siguiera culpándose de todo. La culpa le remordió el corazón, por lo que no pudo hacer nada más que jurarle que estaba bien, que no era para tanto.
Pero su padre, terco por naturaleza, no dejó las cosas así, claro que sí era para tanto.
La noche en el hospital fue incómoda, fluctuando entre bromas a Baek y conversaciones incómodas con su padre, tan emocionado de que su cachorro hiciera un nuevo amigo. Y el resto es historia.
El rector Min tuvo que citar al padre de Mingyu de urgencia el lunes siguiente, las amenazas de una expulsión definitiva alarmaron tanto al hombre, que intentó un soborno a cambio de guardar silencio, pero el rector no era un corrupto, claro que no. Sin embargo, al tener la responsabilidad de una facultad entera, tuvo que tomar decisiones que no le agradaron, al lado de los demás directivos de la escuela.
Como única solución, encontraron conveniente enviar lejos a Mingyu como una especie de "intercambio" para darle paz a YoonGi y escarmiento al agresor, de alguna manera su padre tenía que inculcarle buenos valores, tolerancia y respeto.
Sin embargo, nada de eso funcionó porque un año y medio después, el imbécil regresó para cobrar su venganza. Si el hijo del rector era intocable, alguien más debía pagar y ese, por supuesto, era el perrito faldero de YoonGi.
Park JiMin.
— ¿Cuándo lo vas a traer para conocerlo?
—No lo sé, papá —YoonGi aprieta la mandíbula, desvía su mirada y trata de continuar con su desayuno.
—Ya tienen más de un mes. ¿No es así?
— ¿Y eso qué?
—Pues ya es tiempo de que lo traigas a la casa.
—Ya lo he traído a la casa, pero cuando tú no estás —insinúa con una sonrisa perversa.
—Espero que no te lo hayas cogido en mi cama.
—Dónde lo hayamos hecho no es de tu incumbencia —se encoge de hombros, tratando de molestar al hombre, pero su padre está más animado que enfadado.
—Tráelo a comer algún día, quiero conocerlo.
—Ya lo conoces, está en el cuadro de honor semanal, su foto está en el pasillo a la vista de todos. Es un cerebrito, pero no tanto como yo. Aunque te advierto que ya le conté mis oscuros secretos, me anticipé a ti, en caso de que quisieras hablarle a solas de mi enfermedad mental.
—Ya vas otra vez con eso —el padre, avergonzado, desvía la mirada porque sabe bien de lo que su hijo habla.
—Es broma —toma un pedazo de fruta y se lo lanza a su padre, haciéndolo reír—. Tienes suerte de que Baek resultara ser una persona noble y discreta, porque si le hubieras soltado esa información a alguien como Mingyu, mi vida sería peor de lo que es ahora.
—Creí que ya me habías perdonado.
—Lo hice, pero si de vez en cuando puedo usar eso para molestarte, lo haré.
—Eres demasiado cruel con tu pobre padre.
—No te hagas la víctima. Y a todo esto, ¿qué hicieron con Mingyu? Me has evadido el tema muchas semanas, habla.
—Otro intercambio forzado —suspira avergonzado—. Pero esta vez su padre se aseguró de que fuera muy lejos y para siempre. Terminará los estudios en otro país y se quedará allá.
—Genial, a mi novio lo golpean por mi culpa y al jodido agresor lo mandan a turistear. Me encanta cómo solucionan los problemas en esta sociedad de mierda.
—Sabes que estoy de manos atadas, hijo. Pero si te sirve de consuelo, no volverá.
—Eso no cambia las cosas, seguirá lastimando a otros, vaya donde vaya, ese hijo de puta es un psicópata, debería estar en la cárcel.
—Lo sé, créeme que intenté llevar esto por la vía legal, pero su padre...
—Ya sé —YoonGi baja un poco el enfado, al notar su semblante de culpabilidad—. Perdón, no quise ponerme así.
—Sabes que creo en la justicia, perdóname por no ser para ti el mejor ejemplo, nada me gustaría más que haber expulsado a ese idiota desde que te lastimó.
—No te angusties más, estabas molestándome hace rato por JiMin y ahora estás estresado. No hablaremos más de eso, termina de comer.
—Pero entonces... ¿sí lo traerás?
— ¿Cuál necesidad tienes de conocerlo? Será en su momento, todavía no quiero involucrarlo tanto.
— ¿Por qué?
—Porque no sé si esto va a durar.
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