Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

﴾39. The scars we have﴿



ADVERTENCIA:

El siguiente capítulo contiene lenguaje delicado referente a problemas de salud mental y su1c1di0, por lo que si usted es sensible a ese tipo de contenido, favor de evitar el capítulo o leer a discreción.





SeokJin

     He pasado todos estos días pensando de todo, tratando de ignorar lo que llevo bajo las mangas. Si bien, me indicaron que debía lavarme diariamente para evitar una infección, la verdad es que solo lo hice superficialmente y sin mirar más de un segundo, porque si no lo veo, no existe, no pasó y no me afecta. Pero hoy debo enfrentarlo de manera consciente, estoy aterrado.

     Le insistí a NamJoon que no era necesario que me acompañara al hospital, pero luego me di cuenta de que en realidad estaba rechazando su compañía por mi mera terquedad de querer hacer todo por mi cuenta. Ahora más que nunca lo necesito conmigo, esa es la verdad. No puedo enfrentar esto solo, por eso cedí.

     La enfermera llama mi nombre en voz alta y atiendo a la indicación, pero jalo a NamJoon conmigo, insistiendo en que necesito la compañía para esto o entraré en una crisis nerviosa. Ella acepta con una sonrisa y nos guía hasta el cubículo donde tiene todo preparado.

— ¿Puedes levantar tus mangas? Será rápido.

     Pero yo apenas puedo responder asintiendo. Mis heridas pican de pronto, como si tuvieran mente propia y la capacidad de oler el miedo que siento de descubrirme. Sin embargo, NamJoon me toma por la cintura y me alienta a hacerlo, así que me aferro a esa sensación de sus manos sobre mi cuerpo para no colapsar.

     Me siento en el banquito y descubro mis muñecas, temblando y con ganas de llorar. Lo que veo es cien veces más horrible de lo que esperaba, nunca había visto de cerca las heridas y ahora siento ganas de vomitar.

—Será rápido, no te preocupes, puedes voltearte si quieres —la enfermera, muy amable, me sonríe y se sienta frente a mí con sus pinzas, esperando por mi respuesta.

     Tengo el pulso acelerado y me comienzo a marear, pero me aferro ante todo a NamJoon. Cierro mis ojos y él me abraza, se coloca frente a mí para bloquear un poco mi vista y, mientras la enfermera procede, él me acaricia el cabello y la espalda. Siento los jalones en mi piel, los puntos de sutura saliendo uno a uno dolorosamente. Soy consciente de que el dolor no debería ser tan fuerte, me han quitado suturas antes, pero esta vez duelen porque vienen acompañadas de mi sufrimiento emocional y de lo que significan.

—Vamos a contar hasta diez, Jinnie, respira —me pide NamJoon, respirando conmigo. Aunque soy incapaz de hablar porque ya estoy llorando, cuento en mi mente las respiraciones junto con él, hasta que todo termina.

—Listo —avisa la enfermera, pero en cuanto NamJoon me suelta solo un poco, siento que mi cuerpo se tambalea y caigo nuevamente en sus brazos.

—Se va a desmayar —escucho a NamJoon alarmado, pero mis ojos se quieren cerrar y de pronto siento un mareo terrible que me impide moverme.

     A mi alrededor, escucho las voces en alerta de todos y, en un abrir y cerrar de ojos, despierto en una camilla, con NamJoon aferrado a mi mano y la enfermera tomando mi presión.

— ¿Qué pasó?

—Te desmayaste por alrededor de cinco minutos —contesta la enfermera.

—Ay no, qué humillante, lo siento —me quejo, realmente apenado por la escenita que seguro hice.

—No te preocupes, es normal, a mucha gente le sucede con la sutura o con las inyecciones. ¿Cómo te sientes?

—Mareado, pero ya mejor. ¿Me puedo ir?

—Vamos a esperar unos minutos para asegurarnos de que estés bien. Mientras tanto, hay alguien que quiere verte.

— ¿Quién?

—El psiquiatra a cargo de tu caso, solo quiere saber cómo estás.

—Bien —asiento, no muy conforme con tener que hablar nuevamente sobre "mi caso". No me gusta llamar la atención en esta ocasión, es incómodo, pero supongo que no me queda de otra. Ella se va, dejándonos a solas.

—No tengas miedo, Jinnie, será por tu bien. Además, puedes preguntarle de una vez por la terapia.

—Supongo que sí —suspiro y me acomodo mejor en la camilla, mirando hacia él—. Perdón por hacer una escena así, no era mi intención, es que yo... bueno, me aterra ver cómo quedé después de lo que me hice.

—No te disculpes, todo esto es parte de tu proceso. Con el tiempo, podrás ver tus muñecas con menos miedo, ya lo verás.

     Entonces toma mi mano y besa mi brazo por encima de la ropa, haciéndome sentir un extraño cosquilleo. Me doy cuenta de que ya no duele nada, ni siquiera el roce de la ropa contra mi piel, pero no deja de sentirse extraño. Sin embargo, me parece lindo que Namjoon le brinde amor a algo que me avergüenza.

     Alguien entra al cubículo, interrumpiendo nuestro momento que pudo haberse tornado más cursi y emocional. Es el psiquiatra. Su presencia me pone nervioso, pero me aferro a la mano de NamJoon mientras respondo sus preguntas. Que si he comido bien, que si me han servido los medicamentos, que si he tenido ganas de matarme otra vez... Que si he venido a terapia...

—No, pero sí quiero tomarla, solo que tenía mucho miedo de salir de mi casa.

—Es entendible, no te preocupes —responde él con una sonrisa que, sinceramente, me perturba—. ¿Te gustaría que te busquen un espacio? De ser posible, puedes empezar hoy mismo.

—Está bien —suspiro, asustado porque no creí que sería tan pronto.

—Perfecto, voy a darte tus recetas nuevas para que resurtas tu medicamento y después de eso, pasen al ala de especialidades, le entregas este formato a la secretaria y te buscarán lugar —él me entrega mis recetas y una derivación a psicoterapia, la cual NamJoon toma porque yo no soy capaz de levantar mis manos sin temblar.

—Gracias —respondo lo más tranquilo que puedo, él se despide de nosotros y se va.

— ¿Estás bien? —Pregunta Nam.

—Sí, solo estoy nervioso por la terapia, es todo.

—Todo saldrá bien, ya verás. Recuerda lo que te dije, la terapia es tuya, es tu espacio seguro.

     No puedo con las ganas, así que lo beso en respuesta porque todo lo que dice siempre me brinda esa tranquilidad que necesito. Y cuando me besa, acuna mi cuerpo entre sus brazos. Por un instante, solo somos él y yo en nuestro mundo, dándonos cariño en silencio, perdiendo la noción del tiempo.

—Gracias por venir conmigo, sí te necesito, perdón por ser tan terco a veces.

—No hay nada de qué disculparse, sabes que no voy a dejarte solo, mucho menos en estas situaciones difíciles para ti.

—Te recompensaré en casa. ¿Te apetece gimbap casero?

—Me apetece todo lo que quieras darme —coquetea, claramente insinuándose.

     NamJoon es más coqueto y sexy de lo que imaginaba. Al principio, lo veía con más inocencia, como si su esencia fuera ser reservado con esos temas, pero después de ese sábado que tuvimos nuestro primer encuentro, lo he notado más encimoso. Ahora me mete las manos debajo de la camiseta cada vez que puede y me besa el cuello, lo cual me fascina, pero todavía necesito un poco más de tiempo para entregarme a él por completo.

     La enfermera vuelve, por suerte no nos encuentra comiéndonos la boca como hace rato. Me pide ponerme de pie con cuidado y, a pesar de que me siento algo atontado por el desmayo, logro pararme sin ayuda de NamJoon. Ella, con su sonrisa tan gentil, me da permiso de irme y me desea mucha suerte en la terapia. Si no estuviera tan incómodo con ese tema, mi sonrisa de agradecimiento hubiera sido más genuina.

     Nam y yo salimos de ahí tomados de la mano. Las personas nos comen con la mirada y algunas mujeres mayores niegan con desdén cuando nos miran, pero no me importa. El desfile de odio hasta el ala de especialidades se siente eterno, pero finalmente llegamos a la recepción de psicoterapia y le entrego a la secretaria la referencia que me dio el psiquiatra. Ella no se ve muy amable, pero de igual manera hace su trabajo.

—Hay un espacio libre dentro de quince minutos, yo le recomendaría tomarlo porque tenemos la agenda muy apretada. ¿Entrará?

—Sí —respondo titubeando, apretando la mano de Nam. No esperaba que fuera tan rápido, pero supongo que esto es una especie de "señal" como diría JiMin.

—Tome asiento, le llamarán cuando pueda entrar.

— ¿Tengo que entrar yo solo?

—La orden es para terapia individual, señor Kim, en ningún lugar de esta referencia dice terapia familiar, de amigos, hermanos o lo que sean ustedes. Tome asiento y espere a ser llamado.

     Cómo quisiera tener el valor para callarle el hocico a esta maldita perra, ¿por qué me habla de esa forma? Yo no tengo la culpa de que odie su maldito trabajo. Como sea, me indigna mucho su tono de voz, pero no tengo las energías que solía tener para discutir con la gente. Nam y yo nos sentamos muy juntos, me aferro quizá de más a su mano por lo enojado y nervioso que me siento. Afortunadamente no hay nadie cerca que nos juzgue con la mirada, por lo que me siento menos cohibido estando cerca de NamJoon.

—Ojalá pudieras entrar conmigo —me quejo en voz baja.

—No te preocupes, estaré esperándote cuando salgas.

— ¿Quién se cree para hablarme así? Nunca nadie ha salido victorioso luego de insultarme de frente, no sabes las ganas que tengo de gritarle.

—Lo sé, tampoco me gustó la manera en que se dirigió hacia nosotros, pero ignórala. De todas maneras, si cuando acabe la terapia no te sientes cómodo, te conseguiré otro terapeuta.

—Gracias... —apoyo mi cabeza en su hombro, cerrando los ojos y respirando hondo para calmar el enojo. Entonces, surge en mí la necesidad de decirle algo más, así que solo pronuncio eso que tengo atorado en la garganta: —Te quiero, Namu, muchísimo.

—Y yo a ti, Jinnie —responde en un susurro, solo para mí—. Me causa gracia ese apodo que me pusiste.

—Es que eres como un árbol para mí, uno de raíces muy firmes donde me puedo recargar sin temor a caer.

—No lo había visto de esa manera —ríe, acariciando con su mano libre mi mejilla—. Pero me gusta que me llames así, es lindo.

—Tú eres lindo —me permito ser cursi, todavía con más ganas porque noto que la secretaria nos mira de reojo y con desdén, igual que las otras personas.

— ¿Kim SeokJin? —Otra vez me mencionan, es una mujer muy bonita que se asoma por la puerta del consultorio. Levanto mi mano, avisándole de mi presencia y me armo de valor para soltar la mano de NamJoon para entrar solo a esa tenebrosa habitación.

—Lo harás genial —dice para mí, echándome porras con sus brazos y sonriéndome con esos ojitos llenos de brillo que me fascinan. Ese es el combustible que necesitaba para avanzar, así que me armo del valor que él me da y entro al consultorio.

     Es más una oficina que un consultorio, con un librero repleto de títulos diversos, un escritorio amplio de madera y los sofás mullidos al lado de una ventana que da al jardín del hospital.

—Toma asiento, SeokJin —ella me señala uno de los sofás, aunque quisiera mejor que nos dividiera el escritorio, porque estar sentado de frente sin nada que nos divida me hace sentir vulnerable. De todas maneras, me siento y no dudo en tomar uno de los cojines para abrazarlo y no sentirme a la deriva.

—Mi nombre es ByulYi, seré tu terapeuta —se sienta en el sofá frente a mí, sosteniendo una tabla y un bolígrafo, mirándome con una sonrisa que me reconforta más que la del psiquiatra. Su presencia no se siente amenazante, al menos.

—Mucho gusto —contesto apenas dejándome escuchar.

—El gusto es mío. Si me permites empezar esta sesión indiscretamente, he escuchado de ti solo cosas estupendas. No sé si recuerdas a HongJoong, es mi hermano, trabajó contigo un tiempo.

— ¿En serio? ¿Es hermana de Hong? Increíble, qué pequeño es el mundo —entonces, siento una extraña comodidad y familiaridad con ella.

—Esta ciudad lo es, sin duda.

— ¿Y qué fue de Hong? Renunció y no volví a saber más de él.

—Abrió un café cerca de aquí, te daré la dirección para que lo visites, seguro le alegrará mucho verte —contesta con entusiasmo, su sonrisa me hace sentir cómodo.

—Gracias, me encantaría ir, pero no sé si él me vea con buenos ojos ahora que... bueno, no sé si vieron el periódico recientemente.

—Él jamás ha pensado mal de ti —afirma—. Todo lo que hizo después de que salió esa noticia, fue preocuparse por que no hallaba la forma de contactarte para ver si estabas bien. Eres algo así como su ejemplo a seguir. Visítalo, te aseguro que estará feliz de verte.

—Lo haré —respiro hondo, sintiéndome más calmado al ver que no todo el mundo piensa que soy una mierda de persona. Encontrarme con personas familiares en este mundo atroz que me odia, me hace sentir esperanzado.

—Bueno, comencemos entonces, cuéntame. ¿Cómo has estado estos días?

—Pues... no lo sé, creo que bien, sigo vivo así que supongo que no estoy tan mal como antes.

—Y es un gran triunfo, te felicito. ¿Me permites tomar algunos datos personales? Cosas formales, para el formato que debo llenar, luego podemos hablar sobre otras cosas.

—Supongo que sí.

     Cuando accedo, ella empieza a preguntar cosas más superficiales que no me desagrada contestar. Mi edad, estado civil, enfermedades, hábitos de sueño, las personas que viven conmigo, todo bien... hasta que toca el tema familiar.

— ¿Tus padres viven?

—Eh, sí —o al menos eso creo, porque hace años que no sé de ellos.

— ¿Cómo es tu relación con ellos?

—Realmente no quiero hablar de mi familia ahora, no hoy, por favor...

—De acuerdo, no tocaremos ese tema por lo pronto —bien, eso me alivia—. Hablemos entonces de la razón por la que estás aquí. Entiendo que el psiquiatra te prescribió terapia para ayudarte con lo que te sucedió hace un par de semanas. ¿Quieres contarme sobre eso?

—No —me retraigo, apretando fuerte la pequeña almohada, empiezo a sentir la tensión en todo mi cuerpo y las lágrimas salir sin permiso.

     Al verme llorar, ella me acerca una caja de pañuelos que ignoro por completo, no puedo moverme, esto está siendo más difícil de lo que esperaba, quiero irme, por más amable y familiar que ella sea conmigo, no puedo...

—Está bien, no pasa nada.

—Es que no quiero, no me siento listo, no debí venir...

—No pasa nada, está bien si no quieres hablar de eso —repite, su tono de voz se mantiene sereno y esboza una leve sonrisa, luego deja de lado su tabla y adopta una posición más cómoda e informal, pareciera que me imita, porque toma el cojín de al lado y lo abrazo tal y como yo lo hago.

—Lo siento, es que es muy difícil.

—Y yo lo entiendo, por supuesto que no debe ser fácil hablar de algo que te causó mucho dolor y te llevó a querer quitarte la vida. Por eso es que omitiremos ese tema por lo pronto. Si viniste el día de hoy, quiere decir que tus necesidades son otras por el momento, así que dime, si pudieras elegir un tema en específico para la sesión de hoy, ¿cuál sería?

     Entonces, me siento extrañamente reconfortado por sus palabras. Creí que iba a obligarme a hablar de mi intento de suicidio y de todo lo que precedió a eso, pero NamJoon tiene razón. La terapia es mía, así que justo ahora voy a apropiarme de ella, así como lo hice con la cocina.

—Bueno, sí quiero hablar de algo, pero primero necesito preguntarle algo. ¿Usted es homofóbica?

—No lo soy —afirma de inmediato—. La psicología y la discriminación son opuestas totalmente. Nuestra tarea como terapeutas es estudiar, entender y respetar la diversidad humana. En un verdadero profesional no cabe la homofobia ni ninguna otra clase de discriminación. ¿Esa respuesta te es suficiente?

—Sí —respiro hondo, sintiéndome más cómodo, tanto que mis brazos liberan levemente el pequeño cojín.

—Entonces cuéntame. ¿De qué quieres hablar?

—De amor.





Omnisciente

¿Me puedes explicar por qué demonios no me has contestado el teléfono estos días, Park JiMin?

—Lo siento, papá, la escuela me ha tenido muy ocupado y la verdad ni le he puesto atención al teléfono.

No me vengas con eso, jovencito. Te la pasas pegado a las pantallas desde los once. Una oportunidad más. ¿Por qué demonios no me contestas el teléfono?

—Papá yo...

¿Te conseguiste una novia, acaso?

— ¿Qué? ¡No! ¡Para nada! —Una novia no, pero sí un lindo novio...

¿Entonces?

—Papá, ya te dije que es por la escuela que me ha tenido ocupado. Además, ¿por qué el afán en querer saber todo el tiempo dónde estoy y qué estoy haciendo?

Silencio.

Porque aún te mantengo y veo por tu bienestar, y por eso me respondes o me respondes, JiMin.

—Lo haré, pero deja de hostigarme todo el tiempo, ya no soy un niño.

No serás un niño, pero tienes que rendirme cuentas a mí, no quiero que vuelvas a ignorar mis llamadas o estarás de vuelta en Busan en un abrir y cerrar de ojos. No me provoques, hijo, porque no sabes de lo que soy capaz si descubro que andas desobedeciendo.

—No te volveré a ignorar las llamadas, papá, lo siento.

Tienes suerte de que hoy ando de buenas, pero no creas que si vuelves a desobedecerme te irá tan bien.

—De acuerdo.

Y una cosa más...

— ¿Sí?

Más te vale estar atento a la escuela y no estar desviándote de tu objetivo. Nada de novias o salidas en exceso mientras estés estudiando.

—Sí, papá.

Adiós.

—Adiós, te quie...

Cuelga.

—Ya estoy harto —se queja, frustrado y con lágrimas en los ojos. Sin dudarlo, arroja con furia el teléfono dentro de su mochila.

— ¿Por qué tu padre es así contigo?

—Porque quiere tenerme atado a él, me quiere controlar a toda costa, cree que todo el tiempo estoy haciendo algo malo.

—Qué mierda, no deberías permitirlo. Ya estás grandecito, amor.

—Lo sé, Yoon, pero él me paga la escuela y si no fuera por él, no podría estar aquí en Seúl y jamás te hubiese conocido.

— ¿Y cuánto tiempo va a estar así?

—No sé... tengo miedo de que nunca deje de controlarme.

— ¿Algún día le dirás que eres gay?

—De momento no, si me quiere matar porque no le contesto las llamadas, no quiero saber qué pasará si le cuento sobre nosotros.

—Cuando decidas hacerlo, te apoyaré.

—Gracias, hyung. Te quiero mucho.

     YoonGi se acerca cariñosamente a él y da comienzo a una serie de besos que comienza en pequeños roces, hasta que se torna más profundo. JiMin lo toma por la nuca y lo jala hacia sí, atrapando sus labios hasta que ambos abren la boca y proceden a morderse, acariciándose con desespero. YoonGi ha adoptado la costumbre de enredar sus dedos en el cabello ajeno y gruñir cuando el calor empieza a invadir su cuerpo, lo cual enloquece y excita a JiMin, especialmente cuando una de sus manos rodea su espalda y con las puntas de sus dedos lo acaricia de arriba hacia abajo. Esa bonita y delicada forma de tratarlo genera en él un deseo de más, mucho más, pero esta vez no pueden continuar porque están a plena luz del día, encerrados en el auto estacionado justo en el punto donde todos los estudiantes salen de la escuela y pueden verlos con facilidad.

— ¿Qué quieres hacer hoy? —Pregunta el menor en cuanto se sueltan del apasionado beso.

     Ambos están sonrojados y excitados, por lo que se ven en la necesidad de mirar hacia otro lado porque sus erecciones son algo vistosas en esos uniformes. ¿Y cómo no van a estar así? Las sesiones de besos de estas últimas dos semanas solo se han hecho más duraderas y han avanzado de besos pequeños a abrazos y caricias más íntimas, todavía sin traspasar las capas de ropa, pero lo suficiente como para dejarlos muy acalorados.

—Hace mucho calor como para estar afuera. ¿No quieres ir a mi casa? Podríamos ver una película.

—Me agrada ese plan —sonríe, un poquito apenado porque la propuesta de tener una cita en su casa le causa algo de morbo.

— ¿Cuál quieres ver? —YoonGi regulariza su respiración y contempla con detenimiento los suaves rasgos faciales de JiMin, perdiéndose en él.

Dios, qué jodidamente hermoso es —piensa—. Cómo quisiera cogérmelo en el asiento trasero.

—Tengo ganas de ver Interestelar, me han contado que es buena.

—No jodas, JiMin, dura tres malditas horas ¿Seguro que quieres ver esa?

— ¡Sí! Por favor, anda, no tengo tarea hoy, es viernes, tenemos tiempo.

—Está bien —YoonGi rueda sus ojos y se gira para encender el auto, la música comienza a sonar. JiMin brinca de felicidad en su asiento y se apresura a ponerse el cinturón de seguridad una vez que se integran a la calle.

— ¿Quieres que cocinemos algo en mi casa o compramos comida?

—Como tú quieras, amor. Déjame avisarle a Hobi hyung que no llegaré a comer.

—Pero si no es tu jodido padre —reniega.

—Sí, pero tengo que avisarle para que no me espere, a veces comemos juntos.

—Como sea. ¿Compramos o cocinamos?

—Ya te dije que decidas tú, hyung.

—Me desespera que no decidas, JiMin. Una vez más: ¿Compramos o cocinamos?

— ¡No sé, hyung! Decide tú.

—No, tú.

—Tú, Yoon.

— ¡No, tú!

—Que elijas tú, JiMin.

— ¡Ash, de acuerdo! Compremos comida, porque me da flojera cocinar.





— ¿Tu papá está en casa? —JiMin baja del auto con las bolsas de comida, nervioso por lo que le espera detrás de esa puerta.

—No hoy, está en una conferencia, dijo que llegaría en la noche —YoonGi abre el barandal blanco de su casa y JiMin lo sigue por el amplio patio delantero.

— ¿Y tu hermano?

—Se fue en taxi a la casa de mi abuela, papá irá por él cuando salga de su conferencia.

—Entonces... ¿Estamos solos?

—Sí —YoonGi lo mira de reojo, sonriéndole casi como si le estuviera insinuando algo que JiMin no termina de procesar, pero la simple idea de estar a solas le genera un cosquilleo en el vientre.

     Cuando entran a la casa, ambos caen rendidos en el sofá y ponen la comida en la mesa del centro. JiMin mira detenidamente cada detalle de la casa de su novio, ya que la última vez que estuvo ahí no pudo prestar atención debido a las consecuencias de aquella fiesta. Hay una enorme pantalla plana colgado en la pared y debajo de esta se encuentra un pequeño equipo de sonido, un montón de DVD's empolvados y un reproductor en el mismo estado. A la derecha de la sala, se encuentra el comedor de madera con un montón de cajas de cereales, platos sucios y vasos medio llenos. Un sencillo desastre que refleja a los habitantes del hogar: tres hombres un tanto descuidados y muy ocupados como para limpiar su propia casa.

—Disculpa que esté tan sucio aquí —YoonGi saca la comida de las bolsas, yendo directo a devorar lo suyo—. Casi no estamos en casa y la vecina que nos ayuda está fuera de la ciudad.

— ¿Le pagan para que limpie? —JiMin también toma su comida, hambriento.

—Sí, de vez en cuando la encuentro cuando llego de la escuela, pero hoy estamos solos.

     La palabra "solos" rebota otra vez en la cabeza de JiMin como una bala vuelta loca que hace explotar cada uno de sus pensamientos morbosos y fantasías sexuales. Sin embargo, trata de controlarse y se distrae con la comida para no obviar sus deseos.

     Al termina de comer, YoonGi va a su habitación por su laptop mientras JiMin se queda en silencio, esperando por él mientras sigue observando a detalle su hogar.

—Amor, conecta el televisor —ordena YoonGi una vez que está de vuelta con la laptop encendida. JiMin se levanta del sillón y se dirige al televisor, atrás de este hay un enredo terrible de cables llenos de polvo que se ven difíciles de diferenciar. Jala uno, después el otro y termina tirando al suelo una de las pequeñas bocinas pertenecientes al equipo de sonido. Al escuchar el golpe, YoonGi se levanta rápidamente del sillón para ir a arreglar el desastre.

—Hazte a un lado —gruñe hacia el menor, quien se ruboriza por su torpeza—. Tú busca la película, yo conecto esto.

     JiMin se siente ridículo de pronto y su cabeza lo tortura sin parar. "Siempre lo arruinas todo, Park, eres demasiado torpe e inútil hasta para conectar un estúpido televisor".

—Perdón por ser tan torpe —se disculpa y sigue la orden de YoonGi, alejándose de los cables para no cometer otra tontería.

—Está bien, así eres tú y me gustas de todas formas —esa respuesta es extraña, pero para JiMin significa una enorme muestra de amor.

"Soy torpe e inútil y de todas formas me ama, soy afortunado"

     Una vez conectada la computadora al televisor y encontrada la película, ambos se sientan cómodamente en el mullido sillón. JiMin se acurruca en el hombro de su novio y este lo rodea con el brazo. Mientras la película transcurre, JiMin se voltea repetidas veces para darle pequeños besos a YoonGi, a veces en la mejilla, a veces en el cuello. Se da cuenta de que los besos en el cuello lo estremecen y le encanta la reacción, así que lo hace más seguido hasta que el otro lo detiene.

—Deja de hacer eso o no respondo —amenaza el mayor y le pone la mano sobre la cara para alejarlo, un poco brusco para el gusto de JiMin, pero se ríe por ese jugueteo.

— ¿Ah sí? ¿Y qué vas a hacerme? —Coquetea, mirándolo con una sonrisa perversa.

—Irme al otro sillón —su tono permanece plano, no reacciona a la obvia insinuación.

—Oh, está bien. Lo siento, ya no lo haré —un poco decepcionado, se aleja de YoonGi y se instala al otro lado del sillón, justo en una esquina donde por lo menos puede apoyar la espalda y no sentirse vacío.

—No te hagas el cachorro regañado —resopla YoonGi, notando su comportamiento extraño, como si se hiciera la víctima—. Si querías que solo nos besáramos me hubieras dicho. ¿Quieres ver la película o no?

—Sí quiero ver la película —apenado, se retrae en su esquina, abrazando sus piernas contra su pecho. Además, está confundido porque YoonGi pasó de ser dulce y cariñoso, a rechazar su afecto e ignorar sus insinuaciones. Se regaña a sí mismo en su cabeza, recordándose que no debe incomodarlo de ninguna manera, así que permanece viendo la película, pero sin prestar realmente atención porque su cabeza está hecha un caos.

"Seguro ha de pensar que soy un promiscuo o un calenturiento por insinuarme, no debí besarlo así, debí prestar más atención, tonto, tonto, tonto"

     YoonGi, al ser más práctico y perezoso, decide no prestar atención a ese comportamiento curioso y tomar sus palabras en serio, porque sinceramente tuvo un día agotador y no le apetece esforzarse por preguntarle si está bien o no. Prefiere no hacer un drama al respecto, mientras que JiMin vive por los dos ese infierno en su cabeza, hasta que en cierto punto de la película, se enfoca y sus pensamientos disruptivos cesan un poco.

     Sin embargo, YoonGi se aburre a la mitad de la película porque ya la ha visto al menos unas cinco veces. Si accedió a verla otra vez, fue solo por la insistencia de su novio. No pudo negarse porque su gesto de cachorro le derritió el corazón. Ya estando enamorado, no fue capaz de decirle que no.

     Y en respuesta a ese aburrimiento repentino, en su cabeza se instala el arrepentimiento por haber rechazado los besos de JiMin le dio en el cuello que, en realidad, le estaban gustando tanto que empezó a excitarse, pero al haber estado tanto tiempo sin contacto humano, sinceramente no sabe qué hacer en esos casos. Así que decide hacer algo al respecto, no solo para dejar de sentirse mal, sino porque JiMin parece consternado y herido.

     Estira su mano, llamando la atención del otro, quien por fin había logrado calmar su ansiedad y concentrarse en la trama de la película. JiMin nota las intenciones de YoonGi al atraerlo hacia sí, responde con cautela, dejando que sea el mayor quien marque la pauta para lo que va a suceder. Es entonces que terminan recostados en el sofá, en una cómoda posición de cucharita donde la mano ajena va a dar a su vientre y, debido al reducido espacio, siente el bulto de YoonGi rozar contra su trasero. Al darse cuenta de eso, JiMin se resbala ligeramente hacia abajo para evitar ese contacto, pues no quiere enfadarlo o causar alguna incomodidad.

     Se limita a ver la película, pero no puede concentrarse porque YoonGi no deja de acariciar su vientre con las puntas de sus dedos, provocando que no pueda dejar de pensar en voltearse para besarlo.

— ¿Quieres besos? —El otro le pregunta, susurrando directo en su cuello, como si le hubiera leído la mente.

—Sí —responde en un jadeo involuntario, pues el aliento ajeno sobre su piel le excitó repentinamente.

—Voltéate, entonces.

     Obediente como un cachorro amaestrado, se voltea hasta encarar a su novio, quien está un tanto ruborizado y con las pupilas dilatadas. Es YoonGi quien toma la iniciativa de retirar los lentes de ambos, lanzándolos juntos hacia el sillón de al lado. Así, sus rostros se acercan con más comodidad para moverse mientras sus bocas se acarician poco a poco.

     El ritmo del beso se profundiza con más rapidez que las veces anteriores, la oscuridad parcial les favorece para tomar la confianza de acercar más sus cuerpos hasta alcanzar una intimidad nunca antes sentida. Ahora, además de besarse, se abrazan con fuerza y permiten a sus cuerpos excitarse con libertad, a pesar de que la barrera de la ropa les sigue limitando, ellos se exploran mutuamente.

     YoonGi adora tocar esa perfecta silueta, deseando ir más abajo de su cintura, pero se limita a apretarlo y besarlo, comérselo y permitirle que robe su aliento cada vez que le muerde los labios. JiMin, por su parte, está enloquecido por la iniciativa del otro por tocarlo y besarlo de esa manera. Se da cuenta de que todo eso está bien y es correcto porque YoonGi lo ha propiciado, se siente listo para avanzar un poco más con él. Entones, se toma la libertad de subir su pierna sobre la cadera del otro, haciendo rozar las obvias erecciones de ambos. En respuesta, el otro gruñe y aprieta con fuerza el cuerpo ajeno, restregando su cadera con la de JiMin, mostrándole lo mucho que disfruta ese contacto.

     A la mierda la película. Qué le importa a JiMin el destino de esos viajeros espaciales, cuando está en medio de su primer contacto así de cercano con el amor de su vida. A la mierda el espacio y el tiempo y los agujeros negros, porque todo lo que él desea en este momento es continuar hasta donde sus cuerpos les permitan.

     Ante la insistencia del calor por subir, JiMin decide soltar los labios del otro e ir más allá, retomando la curiosidad por besar más allá de esa boca sarcástica que lo vuelve loco de amor. Sin dejar de restregar sus caderas, baja lentamente hasta el cuello de YoonGi, besando ahí primero con suavidad, luego lo recorre lentamente con la lengua, produciendo esos bonitos espasmos que ya le había provocado antes, pero esta vez con más intensidad, generándole unos bonitos gemidos y algo inesperado: la mano ajena baja hasta su cadera y le aprieta peligrosamente cerca del inicio de su trasero.

—Ah, YoonGi —jadea en respuesta, deseando que esa mano vaya más lejos, más adentro, que lo apriete tanto como quiera.

— ¿Te gusta? —Gruñe y juega con las puntas de sus dedos, llevándolos lentamente hasta tomar su nalga con la mano completa, logrando que JiMin arquee su espalda y, como consecuencia, sus pelvis se rocen con más fuerza.

—Siento cosquillitas —se ríe, nervioso y excitado al mismo tiempo. La sensación es demasiado nueva, quiere más de eso.

— ¿Quieres que pare? —Detiene en seco sus movimientos cuando lo nota reír, alarmando un poco al otro. ¿Reír estuvo mal?

—No, hay que seguir, por favor —lo mira a los ojos, un poco temeroso de haber hecho algo mal, pero en YoonGi no hay más que puro deseo y la necesidad de ir más lejos.

—De acuerdo, ven aquí—susurra, desesperado por meter sus manos bajo esa delgada tela azul, impaciente por ver una vez más esas reacciones tan sensuales, esos gemidos tan afinados y su rostro delicado expresando la dulce excitación de un primerizo.

     Arriesgándose a ir muy lejos, YoonGi busca el borde del uniforme azul, levantándolo lentamente e introduciendo su mano bajo la delgada tela. A penas un roce piel con piel es suficiente para que JiMin arquee la espalda y se estremezca exquisitamente por la intromisión tan repentina. Si esos dedos ya se sentían muy bien por encima de la ropa, directamente es una bomba de placer. Su erección duele cada vez más ahí encerrada en su ropa interior a medida que YoonGi recorre su espalda, hasta que aquella blancuzca mano queda a media espalda y luego hunde ligeramente sus uñas en la línea media de su espalda, rascando lentamente hacia abajo, provocándole temblores y gemidos indiscretos.

—Eres muy sexy —susurra YoonGi, enterrando más sus uñas en la piel de su amante, quien abre sus ojos y lo mira directamente, sonriendo lascivo y mordiéndose el labio inferior.

—Qué rico se siente eso que haces con tus dedos —expresa entre jadeos y luego se acerca para atrapar el labio de YoonGi entre sus dientes y, con toda la perversa intención, decide aventurarse debajo de la tela del otro, salvo que se topa con dos capas de ropa que limitan un poco su movilidad.

     Sin embargo, eso no le impide explorar e imitar los movimientos del otro. La espalda de YoonGi no es tan sensible como la de JiMin, pero es igualmente agradable para el otro ser tocado mientras vuelven a comerse la boca. El ritmo de sus caderas se vuelve un poco errático, pero persisten. Sin brújula, solo disfrutan el uno del otro, hasta que el calor es demasiado para el mayor.

     Cegado por la impaciencia y el deseo, finalmente se decide y en cuestión de un par de segundos, deja a JiMin semidesnudo, quien se avergüenza un poco al sentir la mirada del mayor quemarle en su piel recién expuesta, pues es la primera vez que alguien ve su cuerpo de tan cerca con intenciones de tocar y besar.

—No recordaba lo hermosa que era tu piel —lo contempla con ojos de deseo, recorriendo con la mirada tanto como puede, especialmente esos bonitos pezones erectos y su pequeña cintura.

—Gracias, Yoon —responde nervioso, no puede evitar cruzar sus brazos por encima de su pecho.

— ¿Por qué te cubres? —Pregunta con delicadeza, tocándole la espalda con más libertad.

—Lo siento es que... me apena un poco mostrarte mi cuerpo.

—JiMin... —le llama con su voz ronca y grave, atrayendo su mirada—. Una vez me preguntaste si me había gustado tu cuerpo y la respuesta fue sí. ¿Recuerdas?

     JiMin asiente, halagado, pero a pesar de que la pena aún está implantada en su mirada, se descubre y permite que el otro aprecie nuevamente y con detenimiento cada milímetro de su sensualidad. Pidiéndole permiso con la mirada, YoonGi acerca lentamente sus manos hacia los hombros del menor y los acaricia suavemente, dibujando pequeños círculos imaginarios con sus dedos y bajándolos hasta que nuevamente los entierra imperiosamente en su espalda.

—Ah, YoonGi... ¿Puedes hacer eso con las uñas otra vez? —Pide un tanto apenado, siendo obedecido al instante, pero esta vez YoonGi se acerca a su cuello y le da un pequeño beso, devolviéndole el sensual gesto que recibió de él. Con sus dientes jala la suavidad de su cuello y después deja un intenso beso que aviva la excitación entre ellos.

     Perdidos los dos en el tibio roce piel con piel, empujan suavemente sus caderas para que sus erecciones reanuden ese dulce contacto que los vuelve locos, sin mucha prisa, sólo frotándose mientras se comen de nuevo los labios y se abrazan con fuerza, llenando la sala de una sinfonía de jadeos mezclados con los sonidos de la película que, sorprendentemente, no los distrae de su objetivo.

     Decidido a ir más lejos y sin importar lo que podría seguir, JiMin busca el borde de la tela violeta y la intenta subir para deshacerse del molesto uniforme. Logra quitarle la filipina con ayuda de YoonGi, la arroja lejos, pero cuando sus manos inquietas intentan quitarle la camiseta de mangas largas, nota que algo ha cambiado en su rostro, casi no hay rastros de la anterior excitación con la que lo miraba.

     A pesar de haber notado un cambio algo abrupto, se acerca para intentar introducir su lengua en la boca de YoonGi y continuar desvistiéndolo, pero este a penas y le recibe el beso.

— ¿Qué ocurre, amor? —Se aleja y lo mira con cierta confusión, siente una extraña tensión instalarse entre ambos, como si una barrera invisible los separara.

—No creo que debamos continuar —se levanta abruptamente del sofá, dejando al otro acostado y semidesnudo, desconcertado por el repentino cambio. YoonGi se aleja, dirigiéndose hacia el pasillo que da al baño, pero es detenido por una turbulenta pregunta que lo detiene en seco.

— ¿Es por la marca de tu brazo?

     Se queda mudo, mirándolo con enfado y sintiéndose invadido por esa pregunta demasiado personal, pero suponía que no iba a ser posible ocultárselo por mucho tiempo. Después de todo, aquella noche en el hospital se la mostró por accidente. ¿Pero cuál era la necesidad de ponerse a adivinar y mencionar algo tan delicado?

     JiMin, dispuesto a acercarse, se levanta del sillón y se dirige al pasillo donde está parado su novio. Nota su mirada oscurecida, como un depredador que está a punto de atacar, por lo que se acerca con cautela.

—YoonGi... —lentamente, rodea a su novio con sus brazos y esconde su rostro en el pecho de este, sin ser correspondido de alguna forma, sólo recibe un frío silencio de aquel abrazo.

—Será mejor que te lleve a tu casa —dice sin más, quedándose estático.

— ¿Sí es por la marca, entonces? —Herido, se aleja de él unos pasos, notando que fue en vano su acercamiento. Las lágrimas amenazan con brotar de sus ojos, así que se voltea en busca de su uniforme azul, pero no da con él debido a que su vista está ya humedecida. El rechazo por parte de YoonGi empieza a abrumarlo, pero es mucho más hiriente su propia cabeza. Se culpa por arruinarlo, se odia a sí mismo por incomodar al amor de su vida.

—Eso no te incumbe —le regaña con molestia, luego suelta un suspiro y alcanza a JiMin, quien está rendido, sentado a la orilla del sillón con la cara cubierta por sus manos, llorando en silencio por el repentino rechazo que lo confunde, lo destroza, lo aniquila. YoonGi toca suavemente su hombro desnudo, exaltándolo.

— ¿Por qué lloras?

—No lo sé, yo... —solloza con fuerza, intenta calmarse aunque sea por un segundo para poder explicarle—. Me dolió que te separaras así de la nada y... Lo siento, estoy siendo un estúpido demasiado sensible. Me iré a casa, sé llegar solo.

     Da por fin con su uniforme y se apresura a vestirse para cubrir su maldita vergüenza. Permanece alejado de YoonGi, abrumado por la sensación de que solo está siendo un estorbo.

—No te vayas —toma con fuerza su muñeca, impidiéndole que siquiera se acerque a la puerta.

—Pero tú eras quien quería llevarme a casa, en primer lugar —discute, tratando de soltarse, pero YoonGi es más fuerte.

—Quédate y te contaré, pero por favor no hagas un jodido drama, no estoy de humor para eso.

— ¿Y qué me vas a contar? —Su voz denota molestia, fastidiado por la situación tan confusa que nació tan sólo de una sensual sesión de mimos que fueron subiendo de tono, entonces comienza a preguntarse por dentro si de verdad está en el lugar correcto, si sus decisiones no fueron demasiado precipitadas.

     Logra soltarse del agarre en su muñeca y cruza sus brazos, volteando a ver al mayor de pie frente a él, quien tiene la mirada perdida quién sabe en qué parte del suelo y su labio inferior atrapado entre sus dientes. Tras un periodo desesperante de silencio, finalmente opta por levantar sus mangas largas, temblando en el intento y suspirando alto una vez que ambos brazos han quedado descubiertos hasta la mitad.

—Sobre esto —une sus muñecas hacia arriba y se las muestra, apenado y ansioso por estar mostrando su debilidad ante alguien que hace tan solo un mes era un total desconocido para él.

     JiMin enmudece, consternado y muy triste por lo que está viendo. Es más que obvio lo que pasó ahí, lo sabe en lo más profundo de su ser. Más lágrimas se derraman, es un llanto lleno de dolor y aflicción, igual de atroz al que sintió esa noche cuando recibió el aviso de SeokJin. Su reacción, aunque tardía, es genuina y automática. Se acerca a su amor y toma ambas muñecas, se agacha y lleva sus labios hacia cada una, besando esas cicatrices que el deseo de morir dibujó en su inocente piel. Al levantar su vista, se encuentra con un YoonGi de ojos vidriosos que no cambia su expresión ni porque está al borde del llanto.

— ¿Qué me tienes que contar sobre esto? —Pregunta suavemente, ofreciéndole su compasión a través de una dulce mirada a la que YoonGi cede inmediatamente.

—Ven, vamos a sentarnos —lo toma por la cintura llevándolo hacia el sillón donde se sientan frente a frente con las piernas cruzadas. YoonGi apaga el televisor, pues la película está en su punto más desesperante y los sonidos son estresantes. Lo único que necesita ahora es silencio y tranquilidad.

—Bien —suspira y lo toma de las manos—. Te escucho, amor.

—Bueno... No me sentía listo todavía para contártelo, pero dadas las circunstancias, creo que es momento.

—Con confianza, Yoonie. Somos pareja ahora, se supone que podemos contarnos secretos.

—Esto es más complicado que un simple secreto, JiMin, no creo que puedas entenderlo...

—Lo haré —interrumpe—. ¿Confías en mí?

—Supongo que sí —musita, evitando completamente el contacto visual.

—Entonces cuéntame, estoy aquí para ti. Cualquier cosa que quieras decirme, yo voy a escuchar y a darte mi apoyo.

—Intenté suicidarme —suelta sin pensarlo, provocando una estampida de emociones mezcladas tanto en él como en JiMin. Jamás, en todos los años que pasaron después de su internamiento en el psiquiátrico, había dicho eso en voz alta.

—De la misma forma que Jin... —en su cabeza, JiMin comienza a conectar los sucesos en su cabeza, recordando la forma en que YoonGi reaccionó cuando supo de SeokJin.

—Sí —comienza su relato, JiMin no le quita la vista de encima—. Me corté ambas muñecas y mi padre por poco y no me salva. Si sigo con vida, fue por mera suerte. No tuve nunca una buena relación con mi padre y aun así él me salvó la vida. Todo fue culpa de mi madre, a ella sólo le importaba su maldito trabajo y se olvidó de mí desde que yo era muy pequeño. Cuando cumplí ocho, mis padres se divorciaron y mi madre me culpó por ello, diciendo que yo le había arruinado la vida por el simple hecho de haber nacido. Mi madre se quedó con nuestra custodia y nos llevó a Denver, donde prácticamente nos llenó de odio por todos esos años, hasta que se hartó de mí y me envió de vuelta, mi hermano se quedó con ella y eso terminó de joderme. Cuando regresé después de cuatro años viviendo allá, me sentía extraño, como si no perteneciera a ningún lugar. Mi padre no podía entenderme, así que no me esforcé en contárselo. Apenas regresé a vivir aquí, salí del clóset y me atreví a contárselo a mi padre, pero él quedó muy decepcionado de mí, dejó de hablarme un mes entero, entonces caí en depresión. Pasé dos años enteros en soledad, alejado de la gente, culpándome a mí mismo y planeando cómo matarme. Después de cumplir quince años, lo decidí. Me sentía más solo que nunca, así que lo hice. Me metí en la bañera y me corté, pero cuando ya me estaba desangrando y quedándome sin fuerzas, me arrepentí porque pensé en Yeo y en las promesas que le hice sobre estar juntos de nuevo. Pero ya no había vuelta atrás, estaba débil. Entonces mi padre llegó y me salvó en el último segundo, terminé en urgencias y después me internaron en el psiquiátrico. Lo peor de todo no fue el dolor y la debilidad, lo peor fue que esa misma noche, Yeo regresó y me encontró moribundo. Me sentí mucho peor por hacerlo sufrir de esa manera, tuvo mucho miedo y no se separó de mí en toda la noche. Fue horrible verlo llorar por mi culpa, no tienes idea...

     Es incapaz de seguir hablando, pues el llanto abrasador lo vence y termina aferrado a JiMin en un abrazo. Este lo recibe con amor y compasión, apretándolo con fuerza y llorando a su lado, con el corazón roto por la desgarradora historia. Entonces, todo empieza a tener sentido. Las mangas largas todo el tiempo, los medicamentos, el mal humor...

—YoonGi, mi amor, yo... Lo siento tanto, perdóname por presionarte para que me contaras esto, no era mi intención hacerte sentir mal.

—No pasa nada, Minnie —responde entre sollozos, aferrado a su cómodo abrazo—. Algún día lo ibas a saber, prefiero que sea ahora que estamos comenzando, así no me sentiré tan mal si decides alejarte.

— ¿Pero por qué me alejaría de ti?

—Porque estoy roto —YoonGi se separa del abrazo, pero permanece rodeando al otro por la cintura—. Estoy roto y temo lastimarte por eso, no sé cómo lidiar con mis emociones, el amor es muy difícil para mí. No quería contarte sobre esto porque es demasiado horrible recordarlo y me da miedo que te asustes o no lo entiendas y te vayas. Por eso me resistí mucho al principio contigo, porque implica que conozcas estas partes turbias de mí. ¿Entiendes?

—No me voy a alejar nunca de ti, YoonGi —lo vuelve a jalar en un abrazo apretado, lleno de compasión—. No tengo miedo de tu oscuridad, al contrario, me siento muy feliz de que me confíes algo tan privado y doloroso. Si tú me lo permites, yo puedo hacerte sentir mejor, estaré para ti siempre que me necesites.

—Quédate conmigo, JiMin —solloza con fuerza, ceñido a ese abrazo con una necesidad casi vital.

—Claro que sí, mi amor, me quedaré contigo y será para siempre, te lo prometo.

Para siempre...







Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro