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﴾34. For him﴿




Omnisciente

— ¿Volverás a casa después de la escuela?

—No, hyung, iré con YoonGi a comer un helado y después me llevará a casa.

— ¿Traes carga en tu teléfono?

—Sí.

— ¿Dinero?

—Sí, no te preocupes, vengo bien preparado y traigo mi cargador.

—Está bien, cualquier cosa, me llamas. Ten un lindo día en la escuela, Minnie.

—Gracias, hyung —JiMin abraza fuerte a su amigo antes de irse, luego se gira en su asiento para despedirse de NamJoon.

—Nos vemos, Chim.

— ¿Te quedarás a cenar hoy con nosotros?

—No lo sé, pero te avisaré, tengo trabajo por la tarde.

—Suerte en tu primer día, Nam hyung.

     Tras despedirse amorosamente de los dos, sale del vehículo y NamJoon toma su lugar en el asiento del copiloto. SeokJin se encuentra tenso, aferrado al volante, sobreestimulado por la luz del exterior.

—No tenías que obligarte a salir de casa hoy, JiMin puede ir a la escuela en bus o con YoonGi —el otro le acaricia la espalda, gesto que calma a SeokJin.

—Si no me obligo a hacer las cosas, me quedo estancado, no puedo permitirme ser un ermitaño deprimido para siempre —su voz es dura, como si quisiera llorar de frustración.

—Está bien, siempre y cuando no te sobrepase. ¿Estás bien para conducir de vuelta?

—Por eso te traje —conectan miradas, el rubor tiñe las mejillas de ambos y se instala la tensión.

— ¿Quieres que conduzca? No se me da muy bien, además no tengo licencia.

—No —ríe al respecto—. Te traje porque necesito compañía y la tuya me hace bien.

—Oh, bueno, eso tiene sentido —más relajado, retira su mano de la espalda de SeokJin, pero este resiente la ausencia de ese calor.

—Regresa esa mano a donde estaba o no podré conducir —le ordena, entre la broma y la seriedad, NamJoon responde y, tras colocarse el cinturón de seguridad, vuelve a acariciar la ancha espalda del mayor, dándole la seguridad que necesita.

     Ya más calmado, SeokJin suspira y toma el camino a casa, poniendo excesiva atención en todo lo que hay a su alrededor. Estar afuera después de tantos días se siente como una resaca intensa y dolorosa. Su cabeza punza un poco por la luz y tiene que recurrir a los lentes de sol. Aunque van en silencio a casa, se siente cómodo, mucho más que antes, tampoco es necesario llenar el vacío con música, pues la naturalidad del momento les provee suficiente paz.

     Al llegar a casa, SeokJin permanece un par de segundos mirando a la nada, nuevamente aferrado del volante como si su vida dependiera de ello. Luego, se retira los lentes de sol, parpadeando un poco para ajustar su vista y voltea hacia NamJoon.

—Necesito pedirte algo muy vergonzoso.

—Ya te había dicho que soy inmune a la vergüenza. ¿Qué necesitas de mí?

—Quédate una semana más —habla rápido, desviando su mirada—. Sé que ya tienes tu propio departamento y responsabilidades propias...

—Lo haré —de su espalda, pasa a acariciar su mano y tomarla entre las suyas, calmando la naciente ansiedad.

— ¿De verdad?

—Sí —sonríe, resaltando sus hoyuelos—. Te prometí que me quedaría, así que si me necesitas, me quedaré.

— ¿Estás seguro?

—Sí, no tengo problema con eso, puedo ir y volver del trabajo fácilmente desde aquí y los horarios se me ajustan para que no te quedes solo mucho o nada de tiempo. Es como si todo se hubiera acomodado para esto, el destino puso cada pieza en su lugar.

—Hablas como JiMin.

— ¿De dónde crees que lo aprendió? —ríe, apenado—. Pero hablando en serio, me quedaré tanto como me necesites.

—En ese caso, si quieres puedes dormir conmigo en mi habitación, ya te ha de doler la espalda de soportar el sofá todas las noches —se ruboriza al proponerle tal cosa.

—Aceptaré la invitación con una condición.

— ¿Cuál?

—Que me aceptes otro café.

— ¿Dentro o fuera de casa?

—Como tú quieras.

—Por ahora, que sea en casa.

—Entonces es un trato —alza su meñique y cierran el trato con ese gesto infantil y una risa de complicidad.

     Para SeokJin, fue muy difícil pedir la compañía de NamJoon, porque se ha esforzado mucho por no ser una carga para nadie. Esta decisión duele en su orgullo, pero alimenta otra cosa que creía muerta: la esperanza. Aunque su huésped temporal al principio fue una piedra en el zapato, ahora lo ve como una oportunidad para empezar de nuevo.




     JiMin camina campante y alegre hacia el interior de su facultad, navegando por los pasillos en búsqueda de su aula, con un poco de tiempo de sobra debido a lo temprano que SeokJin lo ha traído. La mañana en la escuela parece más agradable que otros días, los árboles se ven más verdes, el cielo más azul, los rostros más amigables y su corazón rebosante de alegría. Definitivamente está feliz y entusiasmado el día de hoy.

     ¿Por qué? Min YoonGi.

     Por la noche, después de idear su nuevo plan para conocer mejor a su futuro novio, le escribió para preguntarle si le gustaría hacer algo después de clases. Sinceramente, no esperaba una respuesta tan rápida, pero le sorprendió ver ese mensaje que le alborotó el corazón y las hormonas.

"Vayamos por helado, te llevaré a mi lugar favorito".

     Con eso fue suficiente para volverlo loco y provocarle un ligero insomnio, pues de lo emocionado que estaba, se la pasó fantaseando con esa nueva cita hasta que estuvo demasiado cansado para seguir corriendo esa película romántica en su cabeza. A pesar de las pocas horas que durmió, su energía está por los cielos, tanto que molesta un poco a sus amigos cuando llega a su salón, abrazando fuerte a SeulGi y revolviendo los cabellos de TaeMin, como si de un cachorro se tratara. Sin embargo, el profesor Heechul entra al aula expidiendo una energía agresiva que calma a todos en un segundo.

—Capítulo cinco, quiero un reporte para mañana, este trabajo vale más que su examen. A leer ya.

     Haciendo honor a su fama de hijo de puta, el profesor Heechul se sienta en el escritorio y saca una novela, oscilando su atención entre la lectura y sus alumnos, mirándolos a través de sus lentes con la amenaza de lanzar el borrador del pizarrón ante la más mínima distracción.

     Aunque el humor excéntrico de JiMin se apaciguó un poco durante la clase, cuando el timbre suena es como si se hubiera reproducido la cinta que estaba en pausa. La clase siguiente es más llevadera, menos aburrida, por lo que sus energías y felicidad las enfoca en hacer los trabajos, participar y trabajar como el buen estudiante aplicado que es.

     Entonces, la hora del almuerzo finalmente llega y sus amigos no tardan en cuestionarlo, mientras comen debajo de un frondoso árbol, sentados sobre el pasto.

—Ya cuéntanos, estuviste enloquecido toda la mañana —reclama SeulGi, jalándole un mechón de cabello.

—Más vale que haya pasado algo interesante —agrega TaeMin—. Porque llegaste hecho un huracán, todavía tengo nudos en el cabello.

     JiMin se sonroja un poco por los reclamos de sus amigos, pero está más que gustoso de relatar nuevamente la historia del sábado, con la ligera diferencia de que a ellos sí les cuenta un poco sobre la "discusión".

— ¿Pero por qué se puso de malas así de repente? —pregunta TaemMn.

—Fue mi culpa, yo lo presioné un poco para que me dijera si le gusto o no, pero finalmente lo resolvimos. No fue nada del otro mundo, todas las parejas tienen discusiones.

—Pero ustedes no son pareja aún —regaña SeulGi—. A penas se conocen y ya tuvieron un problema. ¿No te da eso un mal presentimiento?

—Para nada, todo está muy bien entre nosotros. Él solo se desesperó un poco porque le insistí, pero es entendible. Es decir, somos gays, para nosotros es más difícil tener una relación porque la gente juzga, además si mis padres se enteran, me matan.

—Eso no es justificación para que te levante la voz —advierte TaeMin—. Ten cuidado, no vayas muy rápido. Es lindo que se hayan besado y que le gustes, pero conócelo primero, ¿sí? Él tiene fama de ser un poco... gruñón.

—Claro que no es gruñón, es una persona maravillosa, se los juro. La gente piensa esas cosas de él porque no lo conocen más de cerca.

—Igual ten cuidado —agrega SeulGi—. Si se atreve a lastimarte, yo misma le arrancaré las bolas y se las daré de obsequio al rector.

—Tranquila, todo estará bien, ya lo verás —JiMin juega con las trenzas de su amiga, riendo por lo amenazante que es a veces—. Hoy tendremos otra cita y voy a hacerle algunas preguntas. Jin hyung también me dijo que debo preguntarle sobre su vida así que eso haré. ¿Contentos?

— ¿Y cómo está Jin?

—Mejor, el sábado logró salir de su habitación y cuando volví de ver a YoonGi, los encontré dormidos y abrazados en el sofá. A mí me parece que el destino hizo de las suyas, esos dos van a enamorarse pronto, ya lo verán.

—No tienes remedio, señor enamorado del amor —bromea TaeMin y todos ríen al respecto, la inocencia de JiMin es adorable, pero deja a sus amigos alerta al estarse involucrando con el mal afamado hijo del rector Min.

     Aunque JiMin es consciente de los consejos que sus amigos le dan, sabe que nadie más que él mismo puede dar un veredicto real de la bondad que hay en YoonGi. Sin importar lo que las malas lenguas digan, él sabe lo bueno y cariñoso que es, solo necesita un poco de amor.





     La penúltima hora de clases se siente como una eternidad, el pie inquieto de JiMin vuelve loca a su amiga por lo desesperante que es, le propina un par de golpes silenciosos con su regla para que deje de moverse. La tensión y el silencio reinan en el aula, hasta que por fin el timbre les salva de la tortuosa clase. Casi al unísono, se escuchan los libros cerrarse y los suspiros de alivio. El profesor indica la tarea y la mayoría solo toma notas mentales, otros tantos se acercan a hacerle preguntas, el murmullo de los estudiantes agotados se manifiesta, siendo interrumpido por un grito agudo que causa alegría en todos.

— ¡La maestra Hyorin no vendrá! ¡Ya podemos irnos!

     Contentos, los estudiantes realzan sus reacciones con risas y cantos de victoria, nada mejor que salir temprano. Todos se apresuran a salir del salón, siendo JiMin el más lento de todos en guardar sus cosas.

—Apúrate, ¿no te quieres ir a casa? —Dice TaeMin,

—En realidad, creo que esperaré a YoonGi, quedamos en salir hoy y él todavía está en clases.

—Qué aburrido, ¿qué harás las dos horas que restan?

— ¿Tarea?

—Doblemente aburrido —se burla SeulGi—. ¿Quieres que me quede contigo? No quiero ir a casa todavía, mamá está pintando y no soporto el olor.

— ¿Segura?

—Sí y como TaeMin es fiel a esta amistad, se quedará también.

—Pero yo... —tartamudea TaeMin.

—Quédate —ordena ella, esta vez sonando a ruego—. Nunca pasamos tiempo los tres después de la escuela, ya viene siendo tiempo que hagamos algo. No hagamos tarea, JiMin, vamos a la cafetería a comer papas fritas y platiquemos.

—Está bien —JiMin se muestra emocionado, ella tiene razón, así que la siguen hasta la cafetería y, en el transcurso, le avisa a YoonGi que lo esperará.

     Una vez en la cafetería, piden sus papas y toman un cómodo lugar junto a la ventana. Conversan con libertad, se burlan del peluquín del profesor Heechul, de la nariz del doctor Daesung, y se ponen a jugar al típico "coger, casarse y matar".

—Yo me cogería al rector Min, me casaría con el doctor Donghae y mataría a la maestra Hyorin, es una perra —comienza SeulGi.

— ¡Asco! ¿Por qué te quieres coger al rector Min? —Pregunta TaeMin, haciendo una mueca de desagrado.

—Porque los hombres mayores como él son muy sexys, no me importaría ser la suegra de JiMin —todos se carcajean, impresionados por los fetiches raros de SeulGi—. Sigues, TaeMin.

—Me cogería a Hyuna, me casaría con Hyuna y mataría a su novio para poder vivir felices para siempre.

—Estás mal de la cabeza —regaña esta vez JiMin —. ¿Cuál es la obsesión con esa tal Hyuna? Además estábamos hablando de los profesores, no de los compañeros.

— ¡Es la hembra perfecta para mí! No tengo ojos para nadie más —espeta con la boca llena de comida.

—Ugh, me das asquito, deja de expresarte de ella así, machista de mierda —le reprende SeulGi. Los tres ríen y ambos amigos voltean a ver a JiMin, indicándole que es su turno.

—Me cogería al doctor Kyunhyun, me casaría con... esperen, yo no puedo casarme, ¿por qué siquiera estoy jugando a esto? —los tres estallan a carcajadas, levantando miradas acusatorias de los pocos estudiantes que están alrededor, pero a ellos no les importa. JiMin sigue riéndose, cuando repentinamente sus dos amigos guardan silencio y TaeMin le habla bajito a su amigo.

—Viene YoonGi.

     Y en el momento que JiMin voltea, YoonGi se apodera con audacia de sus labios y le da una provocativa mordida antes de soltarlo y mirarlo a los ojos, dejándolo perplejo por el arrebato tan inesperado, pero a la vez dulce.

—Hola —susurra sobre sus labios y sonríe ladino al separarse, sin siquiera prestar atención a los otros dos cuando lo saludan.

—Hola, YoonGi hyung —la mirada de JiMin se pierde en los ojos del mayor, ha dejado de prestar atención también a sus amigos, quienes sólo miran boquiabiertos la extraña escena que se formó frente a ellos.

     Sin pedir permiso, YoonGi lo jala del brazo hasta que logra ponerlo de pie. El menor se deja arrastrar como un títere, enajenado por el beso, pero confundido. ¿Por qué de pronto está actuando así? Él era el más firme de los dos en eso de ir lento, pero ahora aparece de la nada, dándole un descarado beso en frente de sus amigos y otras personas que, obviamente, se quedan boquiabiertas.

     A penas es capaz de despedirse de sus amigos y de tomar torpemente sus cosas, porque para cuando es consciente de lo que pasa, ya está afuera de la cafetería, con el sol pegándole directo en los ojos.

—Creí que todavía tenías clases.

—La última hora no es tan importante, en realidad. Vi tu mensaje y preferí venir contigo.

—Hey, alto —lo detiene a medio pasillo—. ¿Estás saltándote tus clases para salir conmigo? Eso no está bien.

—JiMin, no seas ñoño —con una sola mano, lo toma de las mejillas y lo aprieta, haciéndolo ver tonto y adorable con los labios asemejando un pico.

—No soy ñoño —le reclama al ser liberado de esa enorme mano—. Solo me preocupo por tus clases, no deberías faltar.

—Ni dibiriis filtir —hace su voz aguda, increíblemente animado, como un niño molestón.

—Ya, Min YoonGi, deja de actuar como un bebé.

—Podemos estar toda la tarde discutiendo sobre eso y no me vas a hacer entrar a la jodida clase. Vámonos, anda —toma su mano, jalándolo hasta que JiMin cede.

     Caminan en silencio hasta el auto de YoonGi. El menor no puede entender la lógica de todo esto, está confundido, pero halagado y emocionado al mismo tiempo, con unas maripositas ansiosas alborotándole el estómago. ¿Así se debería sentir el amor? No lo sabe, pero dentro de su estructura de pensamiento, tiene sentido que el amor de su vida se salte una clase para llevarlo a una cita. Entonces, no es arriesgado ni irresponsable, es romántico.

     Una vez dentro del auto, ambos se colocan los cinturones de seguridad y es JiMin quien rompe el silencio.

—Yoon, estoy confundido, creí que querías ir despacio.

— ¿Ir por un helado te parece ir rápido? Tú tuviste la idea de salir, pero si quieres ir lento, primero vayamos a ordeñar a las vacas, luego pasteurizamos la leche y procedemos a batirla hasta que se haga crema, luego la mezclamos con los ingredientes y directo al congelador. ¿O prefieres primero criar a las vacas, llevarlas a pastar y luego hablarles bonito para que den leche de calidad?

     JiMin no puede evitar reírse como un tonto por lo sarcástico e inteligente de ese comentario, pero de todas maneras necesita respuestas.

— ¡Ya ponte serio, YoonGi!

—Ya, relájate —revuelve su cabello y luego echa a andar el auto, rumbo a la heladería.

—Solo me sorprendí porque me besaste así de la nada, frente a mis amigos.

— ¿Te molesta que tus amigos nos vean?

—No, solo creí que, como querías ir lento, tal vez nos íbamos a reservar las muestras de afecto en público por ahora.

—No lo volveré a hacer, si te molesta —su humor cambia a algo más serio, como si se hubiera fastidiado. Ante esta reacción, JiMin se tensa y se aterra de que su comentario se pueda malinterpretar.

—No me molesta, fue bastante lindo, me gustó —se apresura a decirle y le acaricia el brazo con timidez.

— ¿Entonces cuál es el problema?

—Ninguno, todo está bien.

     Ahora se siente confundido, sin saber determinar qué significa exactamente "ir lento". ¿Un beso en público no es algo que haría una pareja formal? Tiene tantas ganas de preguntar, pero no quiere arruinar el momento tan bonito, así que solo se limita a conversar con YoonGi sobre su día en la escuela, sin prestar realmente atención porque su cabeza está rumiando en todo lo demás, estresado, nervioso e infinitamente enamorado porque, pensándolo bien, un beso así de espontáneo es una buena señal del universo.

     Sí, eso es, son señales, así que solo debe tomarlas como lo que son: luces en su camino para ir hacia su gran amor, que no podría ser más perfecto.





—Uno sencillo, de menta con chocolate, por favor —pide JiMin a la empleada.

—Otro igual para mí —agrega YoonGi, dejando al otro asombrado.

—Es mi sabor favorito —le hace saber, ruborizado.

—El mío también —responde sonriente y se acerca para darle un suave beso sobre sus labios, haciendo sonrojar aún más a JiMin. Otro beso es igual a otra señal, entonces no quedan más dudas en él, debe hacer lo que tiene planeado.

     Tras recibir sus vasos con helado, se sientan en el rincón más alejado del lugar, lo cual llama la atención de JiMin, pues YoonGi eligió un asiento igual de lejano en la pizzería.

—YoonGi, quiero jugar a algo contigo —se llena de valentía y saca su libreta de la mochila.

— ¿A qué?

—Es un juego de preguntas, para conocernos mejor.

—Está bien —contesta con poco interés, concentrándose más en su helado, pero cuando nota la libreta, se desconcierta un poco—. ¿Qué tipo de preguntas son?

—Las encontré en internet, de un estudio psicológico que decía que si haces estas preguntas a la otra persona, te puedes enamorar y así nos conoceremos mejor, como acordamos.

—JiMin... —YoonGi se retrae en su lugar y se cubre la cara con su mano libre, denotando cierto fastidio—. No quiero hacer esto, no ahora.

—Sólo es para conocernos mejor, porfi, será divertido, las preguntas son interesantes, es parte de esto de ir lento, ¿Sí? —Insiste con su voz aguda, fastidiosa ante los oídos de YoonGi.

—De acuerdo, pero si una pregunta me parece demasiado personal, no la contestaré —resopla, frustrado y resignado, preguntándose de dónde demonios saca este niño tanta creatividad para frustrarlo así, cuando el objetivo de la salida solo era tener una compañía agradable y que todo se diera de manera espontánea. A su parecer, JiMin está forzando demasiado las cosas.

     JiMin, feliz por haber convencido a YoonGi, se aclara la garganta y procede a dar las instrucciones.

—Bueno, funciona así, son tres rondas de preguntas que los dos debemos contestar. Yo haré la pregunta y tú la contestas, después responderé yo. ¿De acuerdo? —YoonGi asiente, aún con el fastidio en su rostro—. Vamos con la primera. Si pudieras elegir a cualquier persona en el mundo para invitar a cenar, ¿quién sería?

—A Roger Waters... no, a David Gilmour, tal vez a los dos. Siguiente pregunta.

—Yo también tengo que responder. ¿No quieres escuchar mi respuesta?

—Es cierto, está bien.

—Yo te invitaría a cenar a ti, hyung.

     YoonGi se pone rojo ante la respuesta del menor, se cruza de brazos y sonríe levemente, levanta su barbilla haciéndole la señal para que continúe con el interrogatorio. JiMin se pone feliz al ver la sonrisa del mayor, por tenue que sea.

— ¿Te gustaría ser famoso? ¿Y de qué forma?

—No me gusta la fama, prefiero pasar desapercibido, no me gusta tener la atención de la gente, mucho menos si son desconocidos.

—Pues a mí me gustaría ser famoso por escribir algo.

—Siguiente pregunta —interrumpe YoonGi, en realidad se está aburriendo.

—Antes de hacer una llamada telefónica, ¿ensayas lo que vas a decir? ¿Y por qué?

—JiMin, no quiero que sigas leyendo esas preguntas —corta de tajo la conversación, enfadado.

— ¿Por qué? —Nervioso, retrae sus manos y comienza a frotarlas erráticamente, siente el rechazo punzar dolorosamente.

—Porque siento que estás forzando esto —contesta enojado, ha perdido el apetito y el humor tan bueno con el que se levantó en la mañana.

—No estoy forzando nada, solo quiero conocerte mejor porque quedamos en eso. ¿A caso está mal? No entiendo qué pasa.

—Pasa que esto tiene que ser espontáneo, no se supone que busques fórmulas mágicas en internet para que esto funcione, eso es tonto —reclama, alzando un poco su voz, pero se controla porque no quiere volver a gritarle. Sin embargo, es muy tarde porque JiMin ha comenzado a llorar en silencio.

     Al notar la crisis en la que está entrando, toma sus manos para llamar su atención, pero JiMin no es capaz de mirarlo a los ojos, está confundido y apenado.

—No es como tú lo estás pensando, yo solo quería hacer lo correcto, ir lento primero, como tú querías, para después de conocernos mejor, tener una relación, ser novios.

— ¿Ves? Esto es lo que trato de explicarte, no tienes que planearlo todo, esto no es lineal, las relaciones humanas no lo son, cambian todo el tiempo —ahora le habla más bajo, acariciando sus pequeñas manos nerviosas.

—No entiendo qué significa eso, yo solo quiero saber si en algún momento decidirás que te gusto lo suficiente como para ser novios —solloza, hablando entrecortado, sin sostenerle la mirada al otro por mucho tiempo.

— ¿Por qué quieres definir esto con una etiqueta impuesta por la sociedad? —pregunta molesto, el corazón de JiMin se hace pequeño y un nudo se le forma en la garganta.

     Entonces, tomando toda la valentía que puede, se suelta de las manos de YoonGi y lo enfrenta directamente, a pesar de que sus lágrimas le nublan la vista. Es ahora o nunca, necesita saber si el destino está de su lado o es, desgraciadamente, otra falsa alarma.

—Necesito saberlo, YoonGi. ¿Quieres o no quieres algo serio conmigo?

     YoonGi jamás lo vio hablar con tanta firmeza. Detrás de esa mirada vidriosa hay una determinación fiera por obtener una respuesta, su rostro se lo dice todo: este chico tiene una pasión inmensa, está desesperado por amar.

—Necesito pensarlo.

—Está bien, piénsalo —herido, JiMin se levanta del asiento, dejando caer más lágrimas silenciosas por sus mejillas.

— ¿A dónde vas?

—A mi casa —toma su mochila y se da la vuelta sin mirarlo. A YoonGi solo le toma dos segundos reaccionar y es, por mucho, la decisión más impulsiva y estúpida que se le ocurre, pero siente que es lo correcto. No puede soportar verlo llorar, su corazón es débil ante sus lágrimas y su fragilidad, sería cruel dejarlo ir de esa manera. ¿Cómo pudo ser tan hijo de puta desinteresado, cuando él se tomó la molestia de anotar esas tontas preguntas en su libreta y planear todo?

—Regresa aquí.

     La voz de YoonGi son los hilos manipuladores y JiMin es el títere obediente, por lo que la orden es obedecida al instante. Cuando se da la vuelta, se topa nuevamente con los labios de YoonGi, besándolo con desespero y necesidad. Esto no lo vio venir, sigue confundido, pero el beso le alborota cada fibra de su ser y, como si fuera magia, su llanto cesa de inmediato.

—Me gustas mucho, JiMin, pero debes entender que conmigo las cosas no son tan fáciles. No sé si soy capaz de mantener una relación como tú quieres, pero podemos... podemos intentarlo.

—Sé mi novio, entonces —lo toma de ambas manos, sonriendo casi con exageración.

— ¿Qué?

—Que seas mi novio, yo sé que las relaciones no son fáciles, pero quiero hacer un esfuerzo por ti, porque sé que esto va a funcionar, también me gustas mucho, demasiado. Quiero intentarlo contigo.

     El rostro de YoonGi es un tanto indescifrable, primero está desconcertado y después, se ríe como si se burlara con sarcasmo.

— ¿Qué es tan gracioso? —cuestiona el otro.

— ¿No debería preguntártelo yo a ti?

— ¡Pero somos hombres! Da igual quien lo pregunte.

—Bueno, sí importa, porque en la cama yo soy el activo.

— ¡Shh! No digas eso en voz alta —suelta una carcajada inmensa por la insinuación sexual, está tan apenado que se refugia en un abrazo, escondiendo su rostro en el pecho de YoonGi. Y se siente tan bien ese calor humano.

—Ahora te vas a hacer el santo, mejor bésame, novio.

—Novio —JiMin pronuncia la palabra como si de un poema se tratara, con la emoción atorada en la garganta.

     Sin poder contenerse más, lo besa ante los ojos de todas las personas en la heladería. Permanecen unidos en un beso suave y necesitado por unos segundos, hasta que la empleada los regaña y amenaza con llamar a la policía por faltas a la moral. Al separarse, no pueden evitar salir corriendo de ahí, riendo a carcajadas como dos mocosos, eufóricos escondiéndose hasta que llegan al auto y dentro, terminan lo que empezaron en la heladería.

     Son besos dulces y tiernos que les ayudan a tranquilizar su respiración agitada, se sonríen y coquetean con la mirada, acarician el rostro del otro, viviendo intensamente la emoción de ese nuevo noviazgo.

—Debo llevarte a casa, prometí a papá que iría por Yeo.

— ¿Quién es Yeo?

—Ah, es YeoSang, mi hermano menor, luego lo conocerás.

—Está bien, yo debo llegar temprano a casa también. Eh, ¿te gustaría hacer algo más esta semana?

—Besarte —contesta deliberadamente, arrancando el auto y actuando como si nada, pero para JiMin esa respuesta es una bomba de emociones que apenas puede contener.

—Además de eso —ríe, cubriendo su boca—. Ahora que somos novios, podríamos salir a caminar por ahí, tomados de la mano o hacer un picnic, no lo sé, lo que tú quieras.

—Suena bien, solo debo arreglar lo de la salida de Yeo de la escuela, por lo pronto puedo seguir yendo por ti para ir a la escuela, si tu remedo de mamá te deja.

—Sí, Jinnie hyung solo quería intentar salir de casa hoy, pero le diré que irás por mí.

—Espero que no te quiera poner toque de queda ahora que ya tienes novio.

—No, él estará muy feliz cuando le cuente.

—Más le vale.

     De camino a casa, no pueden parar de tocarse, desde caricias en la mejilla hasta besos furtivos en cada semáforo en rojo, hasta que llega el difícil momento de despedirse.

—Te quiero, YoonGi —así, de la nada, besa su mejilla y sale corriendo del auto, sin esperar respuesta, solo quiere vivir la euforia del momento, como una travesura que acaba de cometer, de la que se siente orgulloso.

     Al entrar a casa, lanza su mochila al sofá y comienza a gritar como un loco "¡Tengo novio!", sin importarle si alguien está en casa dormido o despierto, lo único que necesita es gritar, bailar y brincar de felicidad porque al fin el destino le ha sonreído. Se siente imparable, invencible, victorioso porque venció los obstáculos que el destino le puso en frente y al final del camino encontró su tan preciada meta: YoonGi.

     No hay lugar para pensar en consecuencias, en qué va a pasar si sus padres lo descubren, en si lo verán mal en la escuela por ser novio del hijo del rector, ahora mismo solo puede sentirse en la cima. ¡Al fin, al fin! Nada puede salir mal, porque el destino está de su lado.


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