﴾30. Toc, toc, toc﴿
Aviso para lxs lectores viejxs: hubo algunas modificaciones en cuanto a la relación del NamJin. ¿Recuerdan que en la versión anterior ellos se besaron en el hospital? Bueno, pensándolo bien, fue muy apresurado porque la yo de ese año quería a huevo meter amorcito NamJin, pero en esta edición lo voy a tratar de hacer todo con más fundamento y más real y crudo, este hermoso shipp se va a cocer lento, pero va a conservar la esencia bonita que siempre tuvo, se los prometo, lo van a amar mucho.
Disfruten UwU
SeokJin
Sigo sin entender de dónde demonios obtuve energías suficientes para salir de mi habitación para hacer algo por mí mismo, por mi bien. Medito sobre eso mientras lloro en silencio y el agua caliente lava el jabón que a duras penas logré tallar sobre mi piel. Mis párpados se sienten pesados, producto de la medicación, la cabeza me da vueltas porque la luz es demasiada para mis ojos acostumbrados a la penumbra. Durante esta última semana, todo se ha sentido lento y miserable, o más bien, yo soy lento y miserable.
Tristemente, hace una semana que mi cuerpo no toca el agua, me da tristeza y vergüenza a la vez pensar en toda la suciedad que he acumulado estos días. Pensé en eso cuando desperté hoy por la mañana, me mantuve paralizado sobre mi cama por un par de horas, llorando por haber amanecido vivo un día más, pero cuando estuve demasiado constipado de la nariz como para ignorarlo, tuve que hacer el esfuerzo de levantarme para sacudirme. Fue entonces que me miré al espejo por primera vez en siete días y lo que vi me dejó más deprimido que antes, pero también comencé a enojarme con ese reflejo y a compadecerme de él.
La persona que estaba frente al espejo, no era el yo que alguna vez amé y me esforcé por construir, sino una versión vagabunda y sin luz. Vi al SeokJin adolescente que fue despojado de todo lo que tenía, obligado a vivir en la calle, mugroso, enfermo, lastimado, necesitado de amor y cuidados. Creo... creo que ahora entiendo de dónde vino esa extraña motivación para bañarme.
Cuando salí de las vida callejera, me hice la promesa de que nunca jamás volvería a estar sucio ni descuidado, incluso podría decirse que me volví obsesivo por mi apariencia y por la limpieza de cada aspecto de mi vida, incluso si era solo para aparentar, ese aspecto de mi vida era la etiqueta con la que me mostraba al mundo, "El pulcro Jin" me llamaban en el trabajo. Pero esta mañana me di cuenta de que le fallé a esa promesa. Es gracioso, porque pareciera que me importara más estar limpio por fuera, que cuerdo por dentro, pero no me importa, en realidad.
Tardé otro par de horas en decidir si salía o no a bañarme, pero la duda más grande fue cuál baño usar. Consideré varias veces abrir la puerta de esa escena del crimen, pero no tuve el valor. Esa pudo ser la vía más rápida y discreta, algo que no me delatara, que me mantuviera alejado de las miradas de los chicos que tanto he evitado estos días, pero prefiero, por ahora, ignorar que ese baño existe. Además, tuve que salir sí o sí, porque mi cuerpo tiene días exigiéndome ir al maldito baño, pero precisamente por esa vergüenza que siento, lo he evitado y seguro me ganaré una maldita infección, contando también que los medicamentos me generan un dolor terrible de estómago.
Sé que este aislamiento le ha hecho tanto daño a mi propio cuerpo como a los chicos, que se han esforzado tanto por cuidarme. Más que fallarme a mí mismo, les fallé a ellos. Les prometí en el hospital que me dejaría ayudar, pero pasé toda una semana rompiendo mi palabra y llenándolos de preocupación, ignorando sus atenciones y apenas permitiéndoles que me dejaran la comida en el piso. Los amo, pero les fallé y no sé con qué cara los voy a enfrentar.
Por eso, cuando por fin decidí bajar y encontré a JiMin sentado en el sofá, sentí tanto miedo y pena de que me viera así, todo sucio, mis piernas temblaron por los nervios, enmudecí sin querer. Sigo lamentándome el haberlo evitado, pero no puedo soportar que me vea en este estado tan deplorable y piense de mí lo peor. Me aterra pensar que los he decepcionado tanto, que se alejarán de mí a la primera oportunidad, eso me tiene paralizado sin saber qué hacer.
Quizá, después de esta ducha en la que seguramente ya llevo treinta minutos, adquiera un poco de valor al menos para disculparme con ellos por ignorarlos toda la semana.
Finalmente, siento mi cuerpo limpio otra vez. Lavé mi cabello tres veces, para asegurarme de que no quedara un solo rastro de grasa, tallé mi cuerpo hasta que quedé rojo y mis dedos se arrugaron como pasas por el tiempo que pasé bajo el agua. Cierro las llaves y salgo de la ducha, un poco más relajado. Mis músculos ya no se sienten tan entumecidos gracias al agua caliente, pero ahora viene la parte difícil.
Orinar es un maldito infierno, el color y el olor es exactamente lo que esperaba, mi cuerpo estuvo conteniendo los desechos toda la semana, me siento repugnante, adolorido, pero cuando termino, siento un gran alivio, especialmente porque, al parecer, no hay infección, solo el maldito dolor en el vientre y los riñones. Por suerte, la medicación me ha hecho el favor de causarme una revoltura de estómago tan brutal, que me dará pena por la siguiente persona que entre a este baño. Al menos ya no me siento pesado ni adolorido, la parte difícil resultó no serlo tanto.
Si lo pienso bien, lo realmente difícil es volver a mirarme al espejo. A pesar de que la rutina de belleza se siente extraña y hasta prohibida, como si no me la mereciera, hago un poco de esfuerzo en ello. Me pongo un poco de hidratante en la cara y cepillo mi cabello, incluso me permito usar la secadora, extrañaba la sensación de secar mi cabello negro y dejarlo brillante y bonito, tal como siempre me gustó traerlo. Ha crecido por debajo de mis cejas, molestándome un poco. ¿Fue una semana o un mes lo que duré encerrado?
Cuando ya me siento menos vagabundo, me pongo la ropa limpia que traje, la otra huele horrorosamente a sudor, a la inmundicia en la que estuve tendido. Incluso me siento extraño oliendo bien, con ropa limpia y suave.
Antes de salir, respiro hondo y ruego que afuera no haya nadie, me encantaría estar solo en casa ahora, pero por lo que he escuchado de los chicos, toman turnos para no dejarme a solas, quizá por el miedo de que intente matarme de nuevo, no los culpo por eso. Cuando tomo el valor para abrir la puerta, encuentro a NamJoon sentado en el sofá, leyendo con los lentes puestos, pero llamo su atención de inmediato y siento mis mejillas enrojecerse violentamente. Espero que no haya escuchado nada de lo que sucedió en el baño...
— ¿Dónde está JiMin?
—Salió con YoonGi, volverá en unas horas —sonríe al responder, ¿por qué sonríe? Es demasiado amigable para mi gusto. ¿O estará burlándose de mí?
— ¿Y HoSeok?
—En casa de TaeHyung, dijeron que vendrían en la noche con algo para cenar.
—Oh, está bien.
— ¿Tienes hambre? ¿Quieres comer algo?
—No —me siento al límite con sus preguntas, hipersensible y arisco, como un gato de callejón.
Subo las escaleras tan rápido como puedo, casi resbalándome porque mis pies siguen mojados. Entro a mi habitación, temblando un poco y cierro la puerta con seguro, siento que mi corazón se saldrá de mi pecho en cualquier momento por la ansiedad que estoy sintiendo. ¿Por qué me siento así? Las emociones terminan por sobrepasarme y me quedo en el suelo, desbordado en lágrimas sin poder definir qué me hizo sentir así.
Y entre más lloro sin control, más me absorbe la culpa que siento por comportarme de esta manera. Todos los demás solo han sido amables conmigo, me han estado cuidando, preocupándose, incluso NamJoon que ni siquiera me conoce bien y no tiene la obligación de estar aquí, forma parte de la red que me sostiene para evitar que intente matarme otra vez.
No lo merezco. No merezco que nadie me cuide o se interese de mí, soy de lo peor por haberles causado tanto daño, por no haber buscado una manera de matarme más rápido y evitar pasar por este infierno, el de ver a todos los que me importan esforzándose por mí, una persona sin valor. Ni siquiera debí haberme esforzado por bañarme, quizá debí quedarme en la cama el resto de mi existencia y finalmente morir de tristeza. A este paso, siento que no volveré a ser feliz nunca. ¿O es que alguna vez lo fui de verdad?
¿Cuándo fue la última vez que me sentí realmente feliz? Dolorosamente, no puedo recordarlo porque mi cabeza está cubierta por una bruma de incertidumbre y tristeza otra vez. Todo lo bueno que sentí mientras me bañaba, se esfumó con esa pequeña interacción con NamJoon, pero sé que no es su culpa, es mía por creer que todos mis problemas se iban a solucionar con estar limpio, por pensar que iba a ser fácil dar la cara de nuevo después de todo el daño que hice. ¿O es que lo único que les estoy causando es más daño, al seguir vivo? ¿Mi intención real al cortarme las venas fue la de morir, o es que solo quería ser un mártir y tener la atención de todos sobre mí?
Ahora estoy poniendo en duda todo lo que he hecho, porque mi cabeza no puede dejar de darle vueltas a todo, sin parar, es como estar en una cafetería atestada de personas que gritan muchas cosas al mismo tiempo, tan fuerte y constante que no puedo identificar mi propia voz entre la multitud.
Lo único que sé ahora, es que estoy mal.
Dolorosamente, me levanto del piso donde, sin darme cuenta, me eché a llorar. Todas mis articulaciones duelen y los huesos crujen al moverme hacia el borde de la cama. Ahí, miro mi deplorable reflejo frente al espejo otra vez. Ahora me siento ridículo, pero por lo menos ya no veo al vagabundo que fui en ese reflejo. Solo veo... un cascarón vacío.
No sé qué hacer, pero ya no quiero dormir. Me siento agotado de dormir, de estar solo tirado sin hacer nada, pero tampoco tengo energías para ejecutar una simple tarea. Aun así, lo intento. Con letargia, me pongo de pie y lo primero que veo es un montón de papeles llenos de mocos y lágrimas desbordando el bote de basura, con bastantes más tirados alrededor. El SeokJin de antes jamás hubiera permitido eso, así que hago un esfuerzo por levantar ese desastre, quizá tratando de demostrarle a mi yo del pasado que todavía me importa ese orgullo falso que construí.
Mi espalda duele, al igual que mis rodillas mientras limpio y logro compactar todo en una bolsa, el piso al menos ha quedado despejado de papeles, pero hay más cosas alrededor. Cosas que tiré en mis arranques de ira silenciosa, ropa que rompí, mis uniformes del trabajo desgarrados como si una bestia los hubiera mordido. Suspiro, avergonzado al darme cuenta de que poco a poco, convertí lo que era mi santuario, en una cueva de depresión y desastre.
Un pensamiento curioso, del viejo yo, me asalta: no puedo dejar que los demás vean en qué me he convertido. Surge en mí la necesidad de despejar todo eso, de volver a aparentar a través del orden que no estoy loco. ¿Será bueno? No lo sé, pero como por arte de magia, mis pocas energías se concentran en recoger cada cosa que encuentro fuera de lugar.
Con tristeza, decido tirar a la basura toda la ropa destrozada, no vale la pena intentar arreglarla. Entonces, me concentro en lo demás. Hay un cajón completo de mi tocador con el contenido vaciado en el suelo. ¿Cuándo hice eso? ¿Los chicos me escucharían hacer alguna rabieta? Estoy tan disociado de lo que pasó en esta última semana, así que no puedo recordar mucho.
Me siento en el piso para recoger todo el desastre y me doy cuenta de cuál cajón se trata: el de mis recuerdos. Todas las fotos acumuladas con mis chicos y con algunos amigos del trabajo están aquí, incluso unas polaroids recientes que tomé en una noche de películas con los chicos. Hubo un tiempo en el que tuve mucha nostalgia por haber perdido todas mis cosas, objetos con valor sentimental y fotos de mi adolescencia. Aunque no tuve una niñez perfecta, había cosas que yo valoraba, mis figuritas de acción y todas las fotos que me tomé con mis amigos, por lo que quizá inconscientemente, compré una cámara instantánea y empecé a coleccionar estos recuerdos, en un intento de acumular y compensar todo lo que perdí. Al ver las fotos, todos ellos y yo, sonriendo con los ojos brillantes y haciendo caras tontas, me doy cuenta de la suerte con la que corrí al encontrarlos. Sin querer, formé una familia, eso que tanta falta me hizo durante años.
Y los lastimé profundamente. ¿Cómo pude no pensar en ellos? ¿Por qué los estoy torturando de esta manera, siendo indiferente y hermético? Me desconozco totalmente, porque si bien oculté mi pasado por mucho tiempo, el aislamiento jamás fue parte de mi personalidad, incluso en mis momentos de vagabundez y trabajo sexual, siempre intenté mantener conexiones y cuidar de la gente que conocía.
Otra vez vuelvo a llorar mientras paso las páginas del álbum de fotos, en ocasiones río cuando encuentro fotos graciosas, como esa vez que a HoSeok se le atoró el dedo en una ranura de la lavadora por querer arreglarla, o esa vez que TaeHyung se emborrachó tanto, que se puso la camisa y los pantalones al revés solo por bromear. No puedo creer que estuve a punto de mandar a la mierda todo esto, todo por una persona que me exhibió con malas intenciones.
Tal vez... Tal vez NamJoon tiene razón. Quizá hay una razón desconocida por la que sobreviví, tal vez no estoy tan perdido como creo y tal vez lo único que tengo que hacer es soportar, por ahora, la angustia de vivir sin saber qué pasará después. Yo, que siempre viví controlándolo todo y ahora mi propia historia se salió de mis manos, yo, que estoy lleno de cicatrices que me dejó ese pasado tormentoso... quiero seguir, quiero volver a intentarlo.
Puede que no lo logre, que no pueda volver a la cima del éxito que tanto me costó escalar, pero no tengo otra opción. Si vuelvo a intentar morir, no solo dañaré mucho más a mis chicos, también perderé la oportunidad de saber quién me hizo tanto daño. De verdad quiero saberlo, porque no sé quién pudo haberse atrevido a tanto, a seguirme por años, recopilando los momentos más turbios de mi existencia y sacarlos a la luz. E incluso si no logro saber quién fue, realmente me gustaría intentar remendar mi error, volver a sentirme merecedor de más fotografías y recuerdos hermosos como los que tengo entre mis manos.
Más que nada, quiero hacerlo por ellos. Fui egoísta al pensar que estaba matándome por el bien de mis chicos, pero ahora sé que estuvo mal. Si estaba buscando un motivo para seguir viviendo y luchar, la respuesta es simple: ellos.
Siempre imaginé mi vida como un jardín, donde a lo largo del tiempo he plantado por mí mismo todas las semillas de lo que me llevó a prosperar, pero cuando fui derrotado por ese anónimo despreciable, mi jardín quedó reducido a cenizas. Sin embargo, al ver mis fotos, me doy cuenta de que mi jardín no está del todo sombrío y desierto, están plantadas ahí, con raíces fuertes, mis flores que he cuidado con amor y recelo, Hobi, Tae, Minnie, Kookie, todos adornando con sus radiantes colores esta oscuridad por la que tengo que transitar. Y claro, un pequeño y nuevo brote surgiendo de las cenizas: NamJoon.
La diferencia de NamJoon con mis chicos es que a este maldito entrometido no lo puedo ver como "un hijo más". Él tiene algo diferente, no puedo decir que me gusta porque todavía no lo conozco y, de hecho, todavía le tengo algo de resentimiento, me parece extraño que decidiera quedarse a ayudar a pesar de no tener ningún vínculo conmigo. Me causa intriga y a la vez algo de vergüenza de que un extraño decida dejar toda su rutina para formar parte de un rol de cuidados para un suicida. Tengo curiosidad por saber sus razones, no sé si él y yo podamos ser amigos como él lo sugirió en el hospital, pero quizá deba intentarlo, al menos como agradecimiento por las molestias que se está tomando.
No puedo recordar mucho de lo que hice en la semana, pero algo que me pareció molesto fue que se acercaba a dejarme la comida y decía algo como "toca una vez la puerta para sí, dos para no y tres para tomar un café conmigo". Fue irritante escuchar eso, así que me limitaba a hacer silencio hasta que lo escuchaba bajar las escaleras, luego iba por la comida que al final, terminaba la mayoría en la basura porque no era capaz de comer más de dos bocados.
Y hablando del entrometido...
Escucho pasos en la escalera, obviamente es él. De la nada, me pongo muy nervioso, se me acelera el pulso y mis manos tiemblan un poco. Siempre estaba entre dormido y despierto cuando NamJoon traía la comida, nunca antes respondí a sus toques, por lo que ahora no estoy seguro de qué hacer.
—Hey, hola —lo escucho hablar desde el otro lado. Silenciosamente me arrastro hasta la puerta—. Sé que me dijiste que no tenías hambre, pero es hora. ¿Podrías intentar comer?
Su voz, que antes me parecía irritante cuando venía a molestarme, ahora me parece sumamente compasiva. Sin embargo, estoy enojado, nervioso, dudando sobre si debería responderle o no. Finalmente, tomo un largo suspiro y decido hacerlo por primera vez.
Dos toques.
—Vaya, eso es nuevo —lo escucho reír, ¿por qué se ríe? Ahora sí me parece irritable—. ¿Seguro que no quieres comer?
Dos toques.
— ¿Al menos beber agua?
Dos toques.
— ¿Quieres que derrame el espagueti sobre mi cabeza?
Un toque.
Lo escucho reír otra vez y, sin querer, también suelto una pequeña risa.
—Ahora ríes, bien, ¿quieres escuchar un chiste?
Dos toques.
— ¿Quieres que me vaya?
Dos toques.
— ¿Sí, sí? ¿Quieres doblemente que me vaya?
Resoplo con un poco de fastidio, pero no puedo evitar reírme, es tan bobo, pero no puedo evitar que me dé ternura su intento por hacerme sentir mejor.
Dos toques rápidos.
—Bien, ya entendí, me quedo. ¿Quieres que te cuente algo sobre mí?
Un toque.
Quizá es un poco descortés que prefiera escucharlo con una puerta de por medio, pero a la vez es el único contacto social que me siento listo para enfrentar.
—Bueno, aquí voy, te contaré algo sobre mí —acerco mi oído a la puerta, aunque él habla muy fuerte, quiero escucharlo tan bien como pueda—. Hubo un tiempo, durante mi vida universitaria, que sentí que nada valía la pena. Con mis padres decepcionados y dándome casi nada de apoyo en mi carrera artística, me sentía perdido y solo. Ni en casa ni en la escuela me aceptaban del todo porque sabes, soy muy homosexual y jamás lo he ocultado —eso me hace reír un poco, pero me sorprende lo abierto que es—. Entonces estaba solo, haciendo lo que podía por sobrevivir en el mundo hostil. Una mañana, tenía un examen muy importante para el que no me pude preparar, porque la noche anterior mi padre me insultó y me dijo "ojalá nunca hubieras nacido", eso me derrumbó por completo. Cuando desperté, deseé estar muerto, tal como mi padre quería, deseé con todas mis fuerzas que un auto me atropellara o que una persona al azar me disparara en la cabeza. Pero de todas maneras, hice el examen y lo aprobé, pero eso no me trajo felicidad porque de todas maneras, nada tenía sentido y me pregunté: "¿por qué si yo vivo para entender el mundo, el mundo no puede entenderme a mí tan solo por una vez?". Me dije mil veces: esta jodida vida apesta, la odio, no encajo en ningún lado, siempre voy a ser rechazado. Entonces, fui al parque esa tarde a grafitear las paredes con mis amigos, que también eran homosexuales, les conté lo que pasó con mi padre y mis deseos de morirme, entonces uno de ellos me dijo: "viejo, la vida es un café que no ordenaste, ahí está para ti quieras o no, ponle azúcar, ponle crema... Pero si está ahí, hazlo tuyo, no dejes que se enfríe, tómalo". La verdad, la metáfora me pareció muy estúpida, golpeé a mi amigo en el abdomen con una lata de pintura y le dije que se fuera a la mierda, que no quería su sabiduría hippie en ese momento.
Lo escucho reír otra vez, es contagioso. Se siente extraño reír después de llorar por días. Tras reírnos, él sigue con su historia:
—Estaba muy enojado, así que me fui a caminar hasta que se hizo de noche, me paré en la orilla de un puente y medité mi decisión por muchas horas, hasta que me dio demasiado miedo saltar y decidí volver a casa. Cuando llegué, mis padres estaban muy preocupados por mí, mi madre lloró y mi padre se disculpó conmigo por lo que dijo, los dos me abrazaron muy fuerte. Por primera vez, escuché a mi padre decir algo con sinceridad, estaba arrepentido por desear que yo no estuviera, me dijo "seas como seas, eres una bendición para nosotros y no importa a quién ames o a qué te dediques, siempre vas a ser mi hijo, mi orgullo". Y entonces me di cuenta de que hubiera sido un error saltar ese puente, porque de haberlo hecho, jamás me podría enterar de lo mucho que mis padres me amaban, jamás habría descubierto si podía ser aceptado por mi familia. Entonces decidí continuar por ellos y, después, por mí mismo y por los amigos que ya tenía y me aceptaban como era. Tal vez esto que digo te parezca estúpido o repetitivo, pero lo que intento decir es que... yo te entiendo, SeokJin. Si estoy aquí, molestándote, es porque siento la necesidad de hacerte sentir mejor, necesitas saber que no estás solo. Si te sientes apenado aún con los chicos, te aviso que yo soy inmune a la vergüenza y si puedo servir de ayuda para que recuperes la confianza en el mundo, lo haré. No voy a dejarte solo, aunque te fastidies voy a seguir hasta que te decidas a vivir tu vida.
Para cuando él termina de hablar, yo vuelvo a estar ahogado en llanto, pero esta vez no lo hago en silencio. Por primera vez en tantos días, expreso lo que siento, sollozo y me permito ser escuchado. No sé qué hacer ni qué decirle, pero para nada me parece tonta ni molesta su historia. Se escucha tan noble y real. Este desahogo me permite darme cuenta de una cosa: estoy vivo y quiero seguirlo estando. Entonces, me armo de valor entre mi llanto y su silencio, para hacer algo que me da miedo, pero que se siente sumamente vital, necesario.
Tres toques.
—Bien, te espero abajo —es su única respuesta antes de irse, cuando escucho los pasos en la escalera, me permito desplomarme en el piso para sacar el resto del llanto que tengo guardado.
Y después, una irracional pero incontenible sonrisa se dibuja en mi rostro. ¿Por qué? No lo sé, pero no pienso hacerme más preguntas sobre el porqué de todo. Estoy motivado, así que no lo dudaré más. Voy a tomar ese café.
Bajo las escaleras, ya vestido con lo mejor que pude elegir. Fue una verdadera tortura probarme la ropa porque nada me gusta, con nada me siento conforme. Para ocultar mis brazos heridos, me puse un suéter blanco con las mangas muy largas y un simple pantalón negro con mis tenis más bonitos, nada comparado a como suelo... como solía vestirme. Me siento algo tonto por haberme vestido solo para tomar un café en la sala, pero fue automático, como si mi yo del pasado, el vanidoso, aún siguiera vivo y me motivara a verme bien aunque estoy vacío por dentro. ¿O es que ese viejo yo sigue existiendo?
NamJoon está abajo, sigue con la mirada perdida en ese libro otra vez. Tomo aire y me paro frente a él con toda la valentía que puedo, él levanta la vista y se queda asombrado al verme.
—Te... te ves... te ves muy hermoso, ¿cómo te sientes?
—Quiero café —le respondo, dándome cuenta de inmediato que le hablé de forma exigente y grosera, me corrijo al instante—. Eh, perdón, gracias por el halago. ¿Tomamos café?
Él se me queda viendo impresionado, luego deja el libro de lado y se levanta rápidamente, toma mi mano con suavidad, tratando de tener un contacto que se siente algo invasivo, así que me retiro un poco antes de arrepentirme de esto.
—Ve con cuidado —le advierto. Se sonroja por mi arrebato, pero sigue sonriéndome.
—Como tú gustes, ¿a dónde quieres ir?
— ¿Cómo?
—Sí, a tomar café, no conozco muy bien el área, pero podemos buscar en el mapa una cafetería cerca y...
—No lo sé. Creí que tomaríamos café aquí, eh... no puedo salir. ¿Sabes qué? Fue una terrible idea, iré a ponerme mi pijama, lo siento.
Siento mis ojos escocer, entonces me doy la vuelta para volver a mi habitación, pero antes de poder subir las escaleras siento su mano rodear mi brazo y jalarme un poco hacia atrás, yo me suelto con brusquedad y lo miro con mucho enojo, él me responde con una tierna sonrisa, importándole poco que yo esté enfadado por su jaloneo.
—Está bien, perdón, fue algo tonto pedirte salir de casa tan pronto —dice con su grave y suave voz, me sonríe y deja a la vista esos hoyuelos que lo hacen ver bastante guapo—. Sé que cocino horrible, pero te puedo preparar un excelente café, podemos tomarlo en el balcón y poner un poco de música. ¿Qué dices?
Bueno, la idea no suena tan mal, ¿verdad? Después de todo, necesito conocer a esta persona, quizá aprovechar el gesto amable para disculparme por toda esta semana de mierda.
—Me parece bien —contesto un poco cortante, me obligo a sonreír, pero es imposible, no puedo, simplemente no puedo.
—Vamos, entonces.
—De acuerdo.
Él camina hacia la cocina y yo voy tras él. Empieza a revolver las cosas dentro de la alacena hasta que saca del fondo la vieja prensa de café que nunca he usado, también saca el paquete de café molido, la canela en polvo y un frasco con el chocolate amargo que uso para mis postres... mi jodido chocolate carísimo. ¿En serio planea usarlo? Vaya confianzudo entrometido, además va a dejar un terrible desastre en la cocina. Pero por alguna razón, me ha dejado de importar la limpieza y lo que hagan los chicos en la casa. ¿Qué sentido tiene, de todas formas? A penas puedo mantenerme limpio a mí mismo.
Recargo todo mi peso contra el refrigerador, lo observo poner agua en el recipiente y ponerla a calentar en la estufa.
— ¿Lo quieres frío o caliente?
—Eh... ¿frío?
—Frío será entonces, ¿tienes hielos?
—Sí, aquí están.
Me agacho para abrir el cajón del congelador, estiro mi brazo hasta el fondo para alcanzar la bolsa de los hielos, entonces siento su mano sobre la mía intentando alcanzarlos también. A pesar del frío gélido que golpea mi cara por el congelador abierto, me sonrojo cuando levanto el rostro y nuestras narices casi chocan. Lo observo por unos segundos y alcanzo a oler su dulce perfume y ver sus finas facciones... dios, ¿por qué de pronto me parece lindo?
—Creo que deberíamos sacarlos hasta el final o se derretirán —balbucea y suelta una ligera risa, yo me aparto muy apenado y me apoyo contra la pared, él se da la vuelta y continúa preparando lo necesario para hacer el café.
¿Qué carajos fue eso? Desde que nos abrazamos en el hospital no habíamos estado tan cerca. Noto que él también se sonroja e intenta ocultarlo ocupándose del café. Se sintió tan... ¿bien? No lo sé, pero siento aflorar ligeramente ese instinto mío de querer estar cerca de alguien que me parece atractivo. Tal vez no estoy tan muerto como pensaba, tal vez él está ayudándome en alguna medida. Y es que no sólo me gusta su físico, sino también la forma en la que se expresa y hace que mi panorama se vea menos jodido de lo que creo. Una extraña sensación de seguridad se apodera de mí mientras lo observo, que es algo similar a lo que sentí en el hospital, cuando me dijo que se quedaría conmigo.
— ¿Puedo hacerte una pregunta?
—Eh... sí, adelante —vuelvo a la realidad, dándome cuenta de que me quedé mirando un punto fijo en su espalda sin darme cuenta, inmiscuido en mis pensamientos.
— ¿Qué significó para ti ese coqueteo tonto que te hice en el hospital?
De inmediato el calor sube a mis mejillas y agacho mi cabeza, empiezo a sentirme nervioso y me da un poco de risa vergonzosa. ¿Qué le contesto?
—Solo pensé que fuiste muy atrevido —contesto casi como si lo insultara, pero ambos nos reímos de eso—. No sé qué respuesta quieres, me coqueteaste estando en mi peor momento. Pero me pareció... lindo, aunque creo que solo lo hiciste para quedar bien conmigo.
—No fue por cortesía, lo estaba haciendo de manera genuina —se voltea tras poner el café en la prensa, me mira con una sonrisa bastante boba, ¿por qué no deja de sonreír?
— ¿Entonces? No sé a dónde quieres llegar.
—Perdón —cambia su expresión a una más seria—. Sé que fui imprudente, pero tanto ahí en el hospital, como ahora, me sigues pareciendo precioso.
—Ajá, ¿y luego? Sí fuiste bastante imprudente, no era el momento adecuado. Además, si dices la verdad, puede que te guste por fuera, pero por dentro... no me conoces.
—Pero quisiera hacerlo —se acerca un par de pasos, como si yo fuera un león agresivo o algo así—. Podrá parecer inapropiado, pero cuando te vi por primera vez, algo en ti llamó mi atención, no solo tu belleza, fue como una atracción instantánea, eres algo así como un misterio que quiero descubrir.
—Definitivamente sí es inapropiado —le doy un ligero empujón en el hombro, riéndome de él, no puedo creer que sea tan inocente—. No lo sé, NamJoon, tengo muchas cosas en qué pensar justo ahora, acabo de intentar acabar con mi vida, no creo que coquetear sea algo en lo que me deba enfocar ahora.
— ¿Y en qué te quieres enfocar?
—En reconstruir mi vida, no sé, volver a conectar con mis chicos, buscar un trabajo, no morir de hambre, ya sabes, vivir.
—Cierto, tienes razón —se da la vuelta para verter el agua hirviendo en la prensa—. Perdón por actuar inapropiado, solo quería expresar cómo me siento, no me tienes que corresponder, solo quiero estar para ti, ser tu amigo.
Entonces, me siento terriblemente culpable, sé que solo se dio la vuelta para hacer el maldito café, pero me hace sentir como si yo fuera una mala persona al rechazar su coqueteo. No sé cómo sentirme, es extraño porque sí me atrae, es lindo y poético, pero no sé si sea correcto, yo podría hacerle daño sin querer. Así que solo reacciono, sin pensarlo demasiado, solo me prendo de su espalda en un abrazo necesitado.
—Tú también me pareces lindo —le confieso torpemente, llenando su camiseta con mis lágrimas absurdas—. Pero no quiero hacerte daño, no estoy bien, tengo un pasado difícil del que no me puedo librar todavía, entiende que no me siento seguro de nada.
Lo siento removerse un poco, así que lo suelto hasta que él se voltea hacia mí y me atrae en un nuevo abrazo, justo el contacto que necesitaba pero me negué a recibir por tantos días. Lloro sobre su pecho, entonces él me acaricia suavemente la espalda, me contiene entre esos brazos fuertes y me llena de su aroma reconfortante. Desahogarme con una persona es mucho mejor que hacerlo a solas, rodeado de mi soledad y miseria. Se siente hermoso, inexplicablemente reparador sentir otro cuerpo humano darme el calor que necesitaba para empezar a sanar.
—Sabes que te entiendo —me mantiene ahí, mientras habla suavemente, solo para mí—. No me considero fácil de lastimar, si es a lo que le tienes miedo. Pero no te coquetearé más ni haré ningún tipo de imprudencia si no quieres. Déjame ser tu amigo, confía en mí.
—Sí quiero que seas mi amigo —me suelto del abrazo lentamente, luego sostengo sus manos—. Quizá el yo de antes ya te hubiera besado o insinuado cosas desde el primer coqueteo, pero el yo de ahora... ahora no sé si pueda ser capaz de amar algo sin destruirlo.
—Tú eres tú —lleva su mano hacia mi mejilla, acariciándome con ternura—. El tú de ayer, el de hoy y el de mañana, siguen siendo tú. Lo que sucedió no te arrebata tu esencia y no lo digo porque quiera que me beses o me insinúes cosas.
—Tonto —ambos reímos, se siente tan bien, no sé cómo logra hacerme reír luego de llorar.
—Ya, pero hablando en serio, tú sigues siendo tú, solo estás lastimado, como un ave que se ha fracturado un ala y solo necesitas un poco de descanso y cuidados, luego volarás alto de nuevo.
—Haces que se escuche demasiado fácil, pero yo siento que para mí no lo es. Estoy en la portada de un periódico amarillista que arruinó mi vida.
—Nunca dije que fuera fácil, ¿sabes cuánto tarda un hueso en soldar? A veces meses, pero tarde o temprano vuelve a funcionar. Pero ese no es el punto, no voy a intentar convencerte de que todo va a estar bien, porque sé que te sientes terrible. Solo quiero que sepas que estoy aquí, contigo, listo para conocer al tú real.
— ¿Seguro que no lo dices solo porque quieres que te bese o te insinúe cosas?
—Tal vez —entonces lo empujo juguetonamente, terminamos riendo otra vez—. Solo bromeo. Seré franco, ¿bien? Sé aceptar un no por respuesta, no soy un acosador o algo así, pero si en algún momento quieres que intentemos algo más, solo tienes qué decirlo.
—Por ahora, solo tomemos café. Un paso a la vez —uso sus propias palabras para molestarlo un poco, pero no estoy enfadado, sino contento, me siento tranquilo como si el exterior no pudiera lastimarme si estoy con él.
No sé qué pasará a partir de ahora, pero lo único que sé es que quiero continuar.
Ese pequeño retoño que emergió espontáneamente en mi jardín, ahora se alza y le hace compañía a mis otras flores, iluminando mi vida con sus sonrisas y su cariño.
Puede que no me sienta listo todavía para tener un romance, pero algo me dice que NamJoon es confiable, es tan sincero, sus intenciones son tan puras.
¿Y qué si lo intento?
¿Quieres escuchar las canciones que sirvieron de ambientador e inspiración para esta historia? Visita mi perfil y encontrarás el enlace de la playlist en mi descripción o anclado en mi tablero de mensajes :)
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro