Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

﴾24. 5HiT! 2/5﴿

ADVERTENCIA IMPORTANTE, FAVOR DE NO IGNORAR


EL SIGUIENTE CAPÍTULO ES MUY FUERTE Y SOLO APTO PARA PÚBLICO MADURO.

CONTIENE LENGUAJE DELICADO SOBRE EL SUICIDIO, POR LO CUAL SI USTED DECIDE CONTINUAR LA LECTURA, FAVOR DE HACERLO CON DISCRECIÓN

SI USTED SE ENCUENTRA EN RIESGO, CON DEPRESIÓN O IDEACIONES SUICIDAS FRECUENTES, POR FAVOR BUSQUE AYUDA Y NO LEA ESTE CAPÍTULO.



SeokJin

     Realmente me duele lo que voy a hacer, pero por más que le doy vueltas al asunto y trato de buscar soluciones, no encuentro una salida. A pesar de que tuve una vida muy turbulenta, llena de odio, pobreza, humillación y soledad, jamás pensé que morir era la única salida para que el sufrimiento parara.

     Hasta ahora. Ya no me queda nada, estoy arruinado. Dentro de poco, todo se sabrá y no quiero estar en este mundo cuando eso suceda.

     Sé perfectamente que el suicidio es la peor de las salidas, que sufren más las personas alrededor que el suicida mismo, pero al menos sé que ellos le darán a mi cuerpo inerte el trato digno que yo no pude darle, que jamás le di. Solo espero que ellos me encuentren cuando ya haya dejado este mundo, porque de lo contrario terminaré en un hospital mental, como mi madre.

     Mientras me preparo para lo que voy a hacer, lloro en silencio y pienso en todo lo que me trajo hasta este deplorable punto. Puede que siempre haya estado deprimido sin saberlo, aunque me gusta pensar que siempre fui un chico con esperanzas a pesar de la vida tan jodida que tuve. Quizá solo ignoré las señales de que las cosas estaban mal en mi cabeza, para protegerme.

     Desde hace años que me siento tan solo y vacío, tan centrado en mis culpas y resentimientos, convirtiéndome en un estorbo para las personas que me rodean. Para compensar toda la oscuridad que he venido cargando desde hace años, he tratado de hacer hasta lo imposible por dar a mis amigos la mejor de mis caras. Siempre amoroso, siempre atento a sus necesidades, incluso comportándome algo aprehensivo con ellos, lo admito, pero es que si centro mi energía en cuidar de otros, no tengo que preocuparme por lo que llevo dentro, esa es la triste realidad.

     Por años, creí que lo estaba logrando, que mis demonios habían sido acallados y mis vacíos llenados gracias al empeño que puse en construir una carrera y mi reputación. Pobre iluso de mí, que llegué a pensar que mi pasado no me alcanzaría nunca, pero solo estuvo latente y dentro de mi cabeza, esperando algo que lo trajera al presente para atormentarme el doble.

     Cuando volvió de golpe, creí que podría manejarlo, pero a medida que iba pidiendo más de mí, fui deteriorando incluso mi relación con los chicos. Pero el detonante, lo que me trajo a la realidad de lo que realmente soy, fue esa caótica noche que JungKook me encontró en el bar y me di cuenta de que toda mi vida ha sido solo una sucia farsa. Él fue el primer amor que tuve después muchísimo tiempo y me aferré a ese sentimiento, pero terminé lastimándolo sin darme cuenta.

     Desde esa noche que recapacité sobre lo que hice de mi vida y todo se fue viniendo abajo lentamente. Cada vez me sentía más irritable, los mensajes del extorsionador seguían llegando, pidiendo más dinero. Quise refugiarme en mis chicos, pero entre más los hostigaba, más me sentía miserable e inútil. Ellos no se merecen a alguien que se la pase controlándolos, porque básicamente mi vida son ellos. Cuando JiMin se unió a nuestra "familia", volví a tener sentimientos similares como cuando conocí a JungKook, pero sin la parte sexual y romántica. Sentí que debía cuidarlo, que debía estar presente en cada aspecto de su vida hasta que me necesitara.

     Necesitaba que me necesitaran, eso era, porque sin eso comenzaría a decaer. Por eso, cuando me di cuenta de que JungKook ya no me necesitaba, algo murió dentro de mí, como un sentido de vida. Cuando a JiMin lo rescató YoonGi de esa fiesta, también me sentí traicionado, por así decirlo, porque quería ser yo quien le diera la seguridad que le hacía falta, tomarlo en mis brazos y arroparlo como a un bebé.

     ¿Ven qué enfermo estoy? No tengo remedio, no hay manera de que ellos me salven ahora porque en realidad no me necesitan. Nadie me necesita, nadie me ama. Sin amor, puede que sobreviva, pero sin mi carrera, sin eso otro que amo y puedo volcarme en ello para no estar en el mundo real, eso definitivamente me matará. Pero le ganaré la carrera y terminaré primero con mi vida, antes de que todo salga a la luz y el público se encargue de acabar conmigo lentamente.

     A fin de cuentas, iba a quedarme solo. HoSeok y Taehyung han hablado a cerca de mudarse juntos y adoptar un cachorro, JiMin seguramente se irá cuando su carrera finalice o quizá antes. JungKook se convertirá en el idol que siempre soñó ser y entonces estará más y más lejos de mí. No puedo soportar el dolor de un futuro en soledad y miseria, aún si llegara a conservar mi empleo. Es mejor que me extrañen por un par de semanas y se olviden de mí, a que me abandonen eventualmente. ¿Pero me extrañarán después de lo que suceda hoy? No lo creo.

     Aunque trato de buscar razones para quedarme, no las hay. Incluso si sobreviviera a la estampida que se viene por destapar la alcantarilla llena de podredumbre que es mi pasado, ellos terminarían avergonzándose de mí, me odiarán por todo lo que tuve que hacer para llegar hasta donde estoy. Prefiero mil veces ser un mártir, una víctima de mí mismo, que una razón para disgustarlos. Prefiero que me lloren o que simplemente me entierren y se olviden de mí, a ver sus rostros de desprecio cuando se enteren.

     Sí, no hay otra opción. Estoy plenamente consciente de todo lo que me llevó a tomar esta decisión y no hay nada que pueda hacer que me retracte, aunque quizá me arrepienta de esto, probablemente no lo sabré, porque seré nada después de que mi cuerpo haya drenado toda la sangre.

     Supongo que este es el momento para hablar de arrepentimientos, de ajustar las cuentas y pedir perdón por los pecados, pero sé que no sirve de nada, porque no hay un dios, un cielo o un infierno. El verdadero infierno es el que vivimos aquí y ahora.

     Al mirar atrás, alrededor de doce años, puedo recordar bien mi primer arrepentimiento grave, la primera decisión que tomé que desencadenó todo lo que sucedió después y quizá lo que me trajo a esta bañera llenándose de agua y a esa cuchilla esperando por mis muñecas.

     Tenía dieciséis años, todavía considerado un niño inmaduro, pero con suficiente curiosidad sexual para cometer imprudencias. A esa edad fue cuando mi madre detonó la bomba, abrió el agujero negro del que escaparon todos mis demonios y mi infierno comenzó.

     Un día, fui a casa del primer novio que tuve, con el pretexto de que haríamos tarea. Pero la verdad fue que ese día haríamos el amor por primera vez, iba a ser perfecto, de no ser por ella.

     No era raro que ella me hostigara y me prohibiera cualquier tipo de privacidad que un adolescente de esa edad necesita, pero yo creí haberme salido con la mía al mantener suficiente distancia como para que yo pudiera satisfacer mis deseos sexuales a escondidas. Pero sin que yo pudiera evitarlo, ella me siguió a sigilosamente hasta la casa de él y esperó afuera por no sé cuánto tiempo a que yo saliera, pero se desesperó porque no supo de mí, entonces se metió al patio para espiar por todas las ventanas hasta que me encontró.

     Si cierro los ojos, todavía puedo recordar las sensaciones de ese día, aunque no pueda recordar el rostro de mi primer amor, mi cuerpo todavía responde a la imagen de ese traumático día. Su piel desnuda contra la mía, el dulce calor, las risas, los jadeos y la euforia precedentes a la primera vez; el amor que sentíamos en secreto el uno por el otro. Pero de un segundo a otro, se desató el caos.

     La maldita perra tomó una piedra del jardín y rompió la ventana, entró a la habitación y me golpeó con su maldita bolsa una y otra vez, me arrastró por toda la calle hasta la casa, como unas diez cuadras, jalando mi cabello y solo vistiendo ropa interior. Durante todo el camino iba gritándome cosas como "maldito maricón de mierda", " debí haberte abortado cuando pude", "espero que te pudras en el infierno", " a partir de ahora ya no eres mi hijo". Yo solo lloraba y le rogaba que me dejara en paz, que me perdonara, que no lo volvería a hacer. Pero, como toda la vida desde que tengo memoria, ella no me escuchó ni tuvo piedad.

     Mis pies sangraron tanto por ir descalzos, pero no dolían tanto como la humillación de ser visto en esas condiciones por todos los vecinos. Al llegar a casa, me encerró en el baño un par de horas, con los pies sangrando y la cabeza adolorida. Estaba tirado en el suelo, llorando y temblando, cuando ella abrió la puerta sin decir nada. Lo que pude ver cuando levanté mi cara del suelo, fue una enorme maleta con mis cosas dentro. Me obligó a vestirme y me echó de la casa a patadas y gritos.

     Una vez fuera, intenté buscar al resto de mi familia, necesitado de apoyo desesperadamente, pero mi madre se encargó de aislarme por completo y que no quedara nadie que le agradara tenerme cerca. Toda mi familia me colgó las llamadas y mis "amigos" también. Incluso mi novio, quien me había prometido estar para siempre conmigo y ser mi apoyo, me dio la espalda porque mi madre lo chantajeó y amenazó por teléfono. No lo culpo, pues él también era gay en secreto y no podía permitir que alguien lo delatara.

     Así que tuve que vagar, de hostal en hostal, con el poco dinero que me permitió llevar, desterrado de la buena vida que llevaba, solo porque decidí amar a un chico y no a una chica. También tuve que dejar la escuela, por obvias razones. En mi prestigioso colegio de paga, no había lugar para un homosexual vagabundo con los pies infectados y purulentos.

     Así que quedé a mi suerte, me alojé debajo de un puente con otros vagabundos a los que solía darles monedas en el crucero. Las cosas de mi maleta no duraron mucho a mi lado, algunas de mis mejores prendas las vendí o las intercambié por comida, el resto me lo fueron robando hasta que solo me quedé con la ropa que llevaba puesta.

     Lo único bueno que sucedió en esos días, fue que una brigada de enfermeros voluntarios se acercó a ese puente donde vivíamos. Me llevaron al hospital, me dejaron darme un baño, me regalaron ropa usada y cuando mis pies estuvieron listos para funcionar de nuevo, tuve que irme porque no me permitieron estar más allá de mi recuperación, ni siquiera cuando les ofrecí mis servicios aunque fuera como intendente.

     Aunque ya estaba relativamente sano, nada mejoró para mí. Volví a vivir bajo el puente, mendigando y comiendo una vez al día cuando tenía suerte. Por más que lo intentaba, nadie me daba trabajo. Incluso estando en esas condiciones tan inhumanas, algo dentro de mí no perdía la esperanza. Quizá fue mi espíritu joven lo que me ayudó a salir adelante, porque jamás tuve pensamientos suicidas ni cuando lloraba de hambre por las noches.

     Una de esas veces, cuando no pude soportar más, decidí salir a buscar en los basureros, cosa que me había prometido a mí mismo no hacer. Total, los otros vagabundos con los que vivía lo hacían a menudo y no les pasaba nada. Pero yo corrí con pésima suerte. Enfermé, la fiebre por intoxicación estuvo a punto de matarme.

     Sin embargo, nuevamente las almas caritativas me salvaron. Entre mi visión borrosa debido a la enfermedad, sentí unas manos desconocidas levantarme del suelo y llevarme lejos. Al siguiente día (o no sé cuántos fueron) desperté en uno de esos asilos comunitarios donde reciben personas desamparadas y, a cambio de un poco de trabajo, daban comida y techo. Juro que no había sentido tanta gratitud como en esa ocasión. Por fin tenía techo y alimento duradero, al menos para reponerme y empezar a pensar en el futuro. Como yo era menor de edad, no podían tenerme trabajando como a los demás, así que ayudaba en la cocina. Fue donde descubrí mi verdadero talento, pues aprendía rápido y todo lo que hacía les gustaba a los demás refugiados, incluso llegué a hacer repostería para que los demás salieran a vender y generar ingresos para el refugio. Entonces encontré mi vocación: la cocina. A pesar de lo jodido que estaba, nació en mí el inmenso deseo de ir a la universidad y convertirme en un gran chef prestigioso y reconocido.

     Ahí viví aproximadamente hasta los dieciocho, donde me gané el cariño de muchas personas, pero hice solo un amigo realmente cercano, cuyo nombre y rostro ya no recuerdo, pero si tengo muy presente que fue él quien me dio la respuesta más rápida a mis ganas de salir de la miseria.

     A escondidas, un día mi amigo y yo tomamos prestada la computadora de la dueña del lugar y ahí encontramos una página donde muchos hombres buscaban compañía de chicos jóvenes para pasar la noche, ofrecían una buena cantidad de dinero que, haciendo cuentas, me llevaría a donde quisiera estar. Aunque lo dudé bastante, mi amigo me convenció de que no pasaría nada mientras usáramos un condón.

     Sin dudarlo más, elegí uno y me sumí en la etapa más agridulce de mi vida. Esa primera experiencia sexual con ese hombre fue, por mucho, la peor que tuve en toda mi vida. Fue horrible, incluso dudé sobre mi propia orientación sexual cuando el tipo terminó y yo me quedé esperando por más.

     Cuando volví al refugio y le conté a mi amigo, se burló de mí y me dijo: ¿qué esperabas? ¿Mimos y dormir de cucharita? Lo que estos hombres quieren es solo algo con qué huir de sus esposas.

     Por supuesto que quedé asqueado, pero eso no me detuvo de intentar otras maneras porque, aunque la experiencia fue horrible y dolorosa, el dinero fue mucho más del que tuve en toda mi vida. Entonces, mi amigo me sugirió que fuéramos a otro lugar para atraer hombres a los moteles o a sus propios autos y ganar dinero sin depender de las citas a ciegas. Comenzamos a frecuentar un bar gay donde abundaban los bicuriosos. Entre mi amigo y yo, nos hicimos de una lista de clientes mientras nos divertíamos en la fiesta.

     A pesar de que tuve experiencias tanto buenas como pésimas, yo disfrutaba de los fines de semana en ese lugar porque podía ser yo mismo. Me besaba con quien quería, elegía al que mejor me pagara para pasar la noche, reía, bebía y era feliz dentro de lo que cabía. Aunque yo sabía que la prostitución era ilegal, incluso más tratándose de homosexuales, yo seguí haciéndolo y juré que pararía cuando consiguiera el dinero suficiente para matricularme en la universidad.

     Sin embargo, un suceso curioso surgió en una de esas locas noches buscando clientes. Nunca, durante ese año que me dediqué al trabajo sexual, nadie me trató mal. Todos los chicos y hombres mayores que tomaban mis servicios eran dulces, incluso uno que otro estaba enamorado de mí. Pero una noche, mientras me besaba con un cliente atrás del bar, comenzó a golpearme sin que yo pudiera defenderme. Me acorraló contra la pared, robándome el aire con sus puños en mi abdomen. Robó mi dinero y se fue, dejándome casi inconsciente en el frío suelo. En ese entonces, recuerdo que mi amigo dejó el refugio por alguna razón que nunca entendí, por lo que estaba solo y nadie acudió a mi auxilio.

     Pero parecía que yo tenía una especie de imán de caridad, porque alguien me rescató y me llevó al hospital. Desperté con las luces blancas sobre mi rostro que dolía horrores, pero había un rostro masculino con aires de paternidad al lado de mí. Su cabello canoso y ojos tiernos me dieron la sensación de que se trataba de un ángel, pero solo fue un hombre que me encontró de pura casualidad.

     Cuando comenzamos a conversar, me pidió que fingiera ser su hijo para que no me detuvieran por trabajo sexual, ya que cuando él me encontró, otros de los chicos que frecuentaban el bar le dieron información sobre mí. Yo accedí a adoptar esa identidad, hasta que me dieron el alta y fue momento de regresar al refugio. Él me llevó en su auto, conversamos durante el largo camino y le permití conocerme un poco más, él me contó también sobre su vida.

     Era un hombre solitario con bastante dinero, viudo y sin hijos a quiénes heredar todo lo que tenía. Cuando me dijo que se sentía solo, le ofrecí mis servicios, pero él me detuvo y me dijo "solo quiero compañía, quiero un hijo". Me sentí bastante apenado cuando me dijo eso, pero a la vez me llené de ternura y su sonrisa me hizo sentir reconfortado. "Múdate conmigo", me dijo, "te daré la vida que te mereces, si cumples mi deseo de vivir mis últimos años al lado de un hijo, tengo cáncer y no sé cuánto tempo estaré en esta tierra".

     Lloré y tuve el impulso de abrazarlo, así que lo hice y acepté. Quizá desde ahí surgió mi necesidad de cuidar a alguien, de no dejar que otros se sintieran desamparados si podían tenerme a mí para cumplir sus deseos. Incluso parte del trabajo sexual que desempeñé tenía muchos tintes de querer satisfacer, sentirme necesitado, llenar vacíos porque en mi casa jamás tuve amor, siempre fui tratado como un inútil, un bueno para nada, incapaz de llenar las expectativas.

     Por eso fue que decidí mudarme con él sin conocerlo. Por un momento pensé "sería gracioso que fuera un asesino serial caníbal y me llevara a su guarida para matarme", pero afortunadamente no pasó. No fue fácil que me sacara del refugio, ya que como era menor de edad cuando llegué, legalmente le pertenecía al estado hasta los veintiún años, por lo que él tuvo que mover cielo, mar y tierra, sacándome documentos y manipulando todo para que yo figurara como un familiar perdido que apareció de la nada.

     Y después de mucha burocracia y juramentos legales, finalmente pude ir a casa con él. Lo que encontré detrás de esa gran puerta costosa, fue realmente a un hombre que quería ser padre. Yo, tímido y sin sentirme merecedor de su amabilidad, tardé mucho en adaptarme a tener las cosas que él me daba. Lo único que yo quería era ir a la universidad y él cumplió mi deseo, pero también me llenaba de todos esos lujos que perdí y a los que me desacostumbré. No se sentía bien, por lo que yo trataba de compensarlo sirviéndolo, manteniendo limpia la casa, pero él insistía en que me enfocara en la escuela, que viviera mi vida de verdad, que ya no necesitaba servir a nadie más que a mí mismo, que era libre para hacer lo que quisiera.

     Realmente fue un padre para mí, mucho más que el padre ausente que tuve. Puedo decir orgullosamente que me amó, al grado de que me llevaba de paseo, a cenar, a veces a su empresa para presentarme como su hijo adoptivo. Con él entendí el verdadero significado de "familia" por primera vez en mi vida. Nos cuidábamos el uno al otro, a pesar de que tenía una enfermera que lo asistía cuando el cáncer se volvió más agresivo y le ponían las quimioterapias en casa.

     Yo estaba a punto de terminar la carrera cuando el cáncer me quitó al único verdadero padre que tuve en mi vida. La pérdida fue demasiado dolorosa porque a su lado yo tenía protección, pero él se aseguró de que nada me faltara. Dejó a mi nombre toda la cantidad de dinero que pudo, incluyendo la casa y su camioneta negra que tanto amó, esa que usábamos para ir de camping a las montañas, esa que hasta la fecha sigo atesorando con todo mi corazón.

     Después de titularme, decidí que necesitaba un nuevo inicio. No podía seguir viviendo en Gwanju, era una ciudad que tenía demasiados recuerdos tormentosos, necesitaba ir a un lugar donde nadie supiera quién era, así que vendí todo lo que pude, atesoré solo lo que realmente me ataba a mi padre y me mudé a Seúl.

     Aquí, en esta ciudad, encontré realmente lo que estaba buscando. Compré una bonita casa y comencé a buscar empleo en todos los restaurantes que pude, hasta que en uno de ellos confiaron en mí, un simple recién egresado de veintidós años, quien en un transcurso de seis años le construyó al lugar una reputación de primera.

     Sin embargo, aunque ya tenía dinero y éxito, me sentía solo, vacío y triste. Necesitaba poner mi energía en algo más, en otra cosa que me hiciera sentir vivo aparte del trabajo. Entonces tuve la grandiosa idea de poner en renta una de mis habitaciones a un precio muy bajo, me urgía tener compañía, sin importar quién fuera, mi casa necesitaba ruido y vitalidad.

     Así llegó HoSeok a mí cuando tenía solo dieciséis años, dispuesto a terminar la escuela preparatoria en Seúl y de ahí a la universidad. En él comencé a volcar mis necesidades de cuidar a otros. Dos años después, llegó JungKook a nuestras vidas y el resto es historia.

     Aunque la etapa de enamoramiento que tuve con JungKook fue bastante dolorosa, traté de dejarlo ir lo más que pude. Sin embargo, todo se juntó de un momento a otro. JungKook volvió a nuestras vidas extrañamente y JiMin llegó a embellecer lo que ya teníamos, pero simultáneamente, alguien desde la oscuridad estaba preparando una jugada muy sucia contra mí.

     La noche antes de que JiMin llegara a vivir con nosotros, recibí un e-mail anónimo que contenía fotos mías cuando me dedicaba al trabajo sexual, de cuando era un vagabundo e incluso muchísimas más de mí con mi padre adoptivo. Las fotos venían acompañadas de mensajes llenos de odio y chantajes. Comenzó pidiéndome dinero a cambio de no revelar el secreto, pero cada vez fue pidiéndome más y más, hasta que la cantidad me pareció ridícula y decidí ponerle un alto, le pregunté por su maldita identidad, incluso le sugerí que nos viéramos en persona para arreglar lo que fuera que tuviera contra mí, pero no pensé que eso me llevaría a la catástrofe.

<Desconocido>

¿Te crees más listo que yo? Bueno, pues el trato se acabó. Dile adiós a tu bonita fachada de cocinero rico, ya envié las fotografías y la historia al periódico, mañana las van a publicar y te vas a quedar en la ruina.

     Esta es la única salida, es lo mejor para todos. Sea verdad o no, ya no puedo soportar la presión ni la amenaza de que esto explote en cualquier momento. Yo me lo busqué, pude haber hecho las cosas diferentes, pero elegí el peor de los caminos y ahora estoy pagando las consecuencias.

     Antes de partir, me aseguro de que he dejado todo en orden. El testamento que redacté está muy claro: el dinero que he acumulado será donado a los asilos comunitarios, la casa quedará a nombre de HoSeok y podrá traer a vivir a Taehyung si quiere, la camioneta será para JungKook, y aparté una cantidad significativa de dinero para JiMin. Cada cosa en su lugar, lo único que no dejé arreglado fue mi renuncia en el restaurante, pero supongo que no la necesito.

     Me encuentro en ropa interior con el agua caliente rodeándome y la tina llena hasta el tope. Se forman un par de charcos en el suelo cuando saco mi brazo para alcanzar con la punta de mis dedos la fina navaja que yace en el borde de la tina. La observo brillar con el reflejo de la luz amarillenta, respiro hondo y entonces la acerco a mi muñeca, sintiendo el filo erizarme la piel al hacer contacto.

     Es hora.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro