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﴾20. Save me﴿


Omnisciente

     Poco a poco va recuperando la consciencia, pero todo se sigue sintiendo borroso e inestable, como si su cabeza estuviera dentro de una pecera. Su cuerpo duele, especialmente sus extremidades, quizá por la posición incómoda en la que está o por la forma en que fue retenido contra su voluntad.

— ¡Ya despertó! —Grita jubiloso uno de los estudiantes mayores, JiMin se da cuenta de que lo están señalando a él, entonces siente miedo de que la gente se le acerque.

—Ya deja de molestarlo —un bastante ebrio TaeMin trata de empujar al mayor, pero es retenido al instante por otros más fuertes que él.

—Traigan la botella y el embudo —ordena el chico de pequeños ojos y complexión robusta, es fuerte y JiMin se siente más débil ante esa presencia y la de los demás, hay otros cinco o seis que contemplan la escena y murmuran.

     Se da cuenta de que está recostado en un sillón no muy cómodo, la sala donde se encuentran no está tan concurrida como el resto de la gran casa. Intenta levantarse, pero siente una punzada terrible en su cabeza. ¿Qué le dieron de beber? ¿Lo drogaron, acaso? Palpa alrededor de su cuerpo con torpeza, dándose cuenta de que al menos conserva su bolsita con sus cosas dentro. Mientras estaba inconsciente, su amigo guardó su celular y sus lentes ahí, pero de nada sirven esos cuidados ahora, porque sigue en peligro.

— ¡JiMin, vete de aquí! —TaeMin intenta advertirle, aún con su voz entrecortada, pero está tan mal que no puede zafarse de los burlones brazos que lo sostienen.

—Déjenme ir... —aunque no está retenido físicamente, sigue sintiéndose mal, mareado y con sueño, pero lucha por permanecer despierto.

—No sin antes enseñarte lo que sucede cuando escorias como tú se atreven a poner un pie en nuestra escuela.

¡Fondo! ¡Fondo! ¡Fondo! ¡Fondo! —Todos los mayores presentes gritan, en poco tiempo JiMin es forzado a tragar el contenido de una botella de amargo licor que le desgarra la garganta. TaeMin grita por lo atroz de la escena, no se suponía que su fiesta de novatos terminara tan mal. Esa no era la definición de "fiesta salvaje" que estaban esperando.

     El licor escapa por las comisuras de su boca y trata de escupirlo, pero el mayor que lo retiene le amenaza "o te lo tragas o te golpearé hasta que te desmayes". No tiene opción. Llora desesperado mientras traga sin parar, rogando por que termine pronto. Mientras sufre, piensa en YoonGi y se siente tan decepcionado y enfadado. ¿Cómo pudo abandonarlo de esta forma? Él, la persona que deseaba tanto conocer y amar, la razón por la que asistió a la fiesta en la que ahora agoniza.

     Finalmente, la tortura pasa cuando la botella se vacía por completo. El mayor quita el embudo de su boca, lo cual le provoca escupir el resto que no alcanzó a tragar, cayendo de rodillas en el piso por lo mareado que está, tanto que ni puede permanecer erguido.

— ¿Tan poco aguantas, maricón? —El tipo lo sostiene con fuerza del cabello. JiMin suelta un sollozo y empieza a vomitar sobre la alfombra, entonces llora más fuerte, llevando espasmos por todo su cuerpo y haciéndolo temblar debido al asco que está sintiendo.

     El tipo que le sostiene el cabello lo empuja contra el suelo, haciendo chocar su mejilla sobre su propio vómito, provocándole más arcadas, devolviendo sus entrañas frente a todos, quedando humillado. Dolor y ardor se esparcen por su pecho al sentir los ácidos estomacales ser forzados a salir tan violentamente. ¿Por qué lo tratan así? No tiene idea, no sabe si al resto de sus compañeros les está yendo mejor o peor, solo quiere que todo termine, quiere que alguien lo salve.



     Del otro lado de la casa, YoonGi está inquieto, buscando al mocoso que se le perdió de repente o que, más bien, dejó a la deriva sin pensar en las consecuencias. Si bien, su plan al inicio de la fiesta era deshacerse de él para descontrolarse un poco, ahora ya no se siente tan bien. Quién sabe qué cosas le podrían hacer los mayores, a qué peligros podría enfrentarse si se queda solo o con el grupo equivocado. ¿Por qué le preocupa tanto, como si JiMin fuera un ser indefenso que no sabe nada de la vida? Bueno, claro que tiene razón en eso, pero se cuestiona sobre si está exagerando o no al sobreproteger al cachorro llorón.

— ¡Oye Min! —Le grita una chica mientras se le insinúa con señas obscenas—. ¿Por qué no cogemos duro esta noche?

—Vete de aquí, no me jodas —responde despectivo y se aleja, ni siquiera sus comentarios estúpidos lo detienen.

— ¿Qué pasa, oppa? Ah, ya lo recuerdo, es que eres un maricón de mierda, tú te lo pierdes.

     Fastidiado, se propone buscar a JiMin por todos lados, al menos para asegurarse de que siga vivo. Por estar preocupado por él, no pudo cumplir su cometido de la noche, beber para convivir un poco y soportar. No valió absolutamente nada la pena haberse saltado los medicamentos. A pesar del aura de amargura que le rodea, por dentro no puede permitirse a sí mismo tanta autodestrucción y tampoco... tampoco puede permitir que dañen a JiMin.

     Es en ese momento, mientras busca con desesperación, que se da cuenta de que realmente ese chico, con tan poco tiempo de conocerlo, caló en su ser al grado de generarle algo que no sentía hace mucho tiempo: interés y empatía, quizá un poco de lástima. Al recordar los lindos gestos que JiMin tuvo durante la semana con él, se siente todavía peor por haberlo abandonado a propósito. No se merecía eso, solo es un chico tratando de hacer amigos, de agradar y sobrevivir al ambiente hostil que puede ser la universidad.

     ¿Quién soy yo para arruinarle tal experiencia? Soy un asco de persona, debo buscarlo, debo ayudarlo... No soy un idiota sin corazón, además él ha sido tan lindo conmigo, no se ha rendido a pesar de que le he mostrado mi peor cara. Él es diferente al resto.

     De un momento a otro, una presencia familiar lo intercepta, exasperándolo un poco. Es BaekHyun con cara de espanto y una agitación muy molesta, sudado e hiperventilado.

— ¡YoonGi! —Se para frente a él y se apoya en a pared—. Debes... debes venir, algo está pasando.

—Me importa un carajo, Tocino idiota. Me voy de aquí, ¿dónde está Park?

—Es eso lo que está pasando. JiMin está medio muerto en la otra sala, Mingyu... él lo tiene, debemos ir por él ya.

— ¿Qué? ¿Estás jodiéndome?

— ¡No! —Lo toma de los hombros y lo sacude con fuerza— ¡No seas pendejo y sígueme!

     Preocupado, corre tras BaekHyun, pasando por el laberinto de ebrios y gente obscena. Entran a una sala donde hay un pequeño grupo de estudiantes mayores que gritan y se burlan alrededor de algo... de alguien. Entonces identifica a Mingyu, ese salvaje imbécil que solo ha vivido para aprovecharse de las minorías indefensas.

     YoonGi se abre paso entre la multitud que grita y no puede creer lo que ve cuando logra pasar la barrera humana. JiMin sobre un charco de su propio vómito, manchado de todas partes, tirado en posición fetal y temblando. Sucio, patético y destrozado. YoonGi se derrumba por dentro al ver tal imagen. ¿Por qué lo dejó solo? ¿Cómo permitió que le hicieran algo tan atroz a un pobre chico inocente? ¿Por qué no pensó que quizá en este lugar quedaría a expensas de las garras de Mingyu?

— ¡Haz algo, Min! —Le grita BaekHyun, pero YoonGi no reacciona, está en shock. Montones de recuerdos de su fiesta de novatos pasan por su mete como una migraña, se ve a sí mismo en JiMin. BaekHyun le da un empujón en el hombro para que reaccione, solo YoonGi puede hacer algo para detener todo esto.

— ¡Déjenlo en paz!

     Al momento en que el hijo del rector grita, todos se callan y voltean a verlo. El agresor principal de JiMin lo mira con una sonrisa sarcástica y se acerca a pasos lentos.

— ¡Pero si es el mismísimo Min YoonGi! —Le grita el tipo—. ¡Llegas justo a tiempo! ¿No quieres unirte, para recordar los viejos tiempos?

—Cállate, nos vamos de aquí, me llevo a JiMin —intenta acercarse, pero Mingyu lo detiene de golpe poniéndole una mano en el hombro, lo cual hace a YoonGi retroceder, siente escalofríos al tenerlo cerca.

—Pero si todavía no hemos terminado de divertirnos. ¿Sientes lástima por tu pequeña puta? Tiene sentido, son de la misma especie de maricas, aunque fuimos más amables con él que contigo, deberías agradecer que no le hayamos roto las piernas.

—Él no tiene nada que ver con lo que tú piensas, vas a pagar las consecuencias de lo que hiciste. Creí que ya habías aprendido, Mingyu.

— ¿Cómo que no tiene nada que ver? Lo hemos estado observando, claramente está loquito por ti y tú por él, qué bueno que viniste para ver cómo lo ayudamos a acatar las reglas. Ninguna amenaza tuya va a impedir que pongamos orden de una buena vez.

—Baek, recoge al otro, nos vamos —le ordena YoonGi, señalando a TaeMin y tomando el suficiente valor para acercarse y levantar a JiMin de su miseria. No tiene caso seguir alimentando el ego de Mingyu, no si quiere salir vivo de ahí.

—No vas a llevarte a mis juguetes, este es mí territorio —él se interpone otra vez, YoonGi está a punto de entrar en pánico y pelear para sacar a JiMin de ahí.

—Si no nos dejas ir, llamaremos a la policía. Estoy seguro de que les va a interesar bastante la clase de sustancias que están escondidas en esta casa.

     Uno de los amigos de Mingyu intercede, hablándole al oído para advertirle que lo mejor es dejarlos ir, pues nada bueno sale de jugar con fuego, teniendo unos antecedentes bastante turbios.

—Lárgate y no quiero volver a verte exponer tu asquerosa enfermedad homosexual en la escuela.

     Cómo le encantaría escupirle, patearle las bolas, arrancarle los ojos, saltar sobre él y romperle las costillas. A penas puede contenerse, su mandíbula se marca por lo fuerte que está apretando los dientes de la rabia. Respira hondo antes de actuar, esta no será la noche en la que se enfrente al causante de algunas de sus pesadillas.

     Sin importarle ensuciar su ropa, levanta a JiMin, quien está bastante borracho y somnoliento a pesar de que vomitó todo, aún hay suficiente alcohol en su sistema como para mantenerlo un tanto inconsciente de lo que sucede a su alrededor. YoonGi lo sostiene, pasando el brazo del menor por sus hombros para darle dónde apoyarse, BaekHyun hace lo mismo con TaeMin. Antes de irse, YoonGi voltea a la multitud que mira anonadada y los enfrenta por última vez.

— ¡Si alguno de ustedes vuelve a molestar a JiMin, me encargaré de que mi padre los expulse a todos! —Y se van, arrastrando a los pobres novatos fuera de ese infierno.

     YoonGi siempre ha odiado utilizar la imagen de su padre para jactarse de ser alguien importante o de tener privilegios. Para empezar, esa es una de las razones por las que mucha gente no se le acerca, nadie quiere problemas con el hijo del rector de la Universidad de Seúl. Sin embargo, ahora es el momento de usar ese recurso. Está enfadado, demasiado triste y apenado por JiMin y por su amigo, no puede creer que todo siga siendo tan cruel, que Mingyu siga gobernando por lo bajo a pesar de la amonestación que le pusieron hace tiempo.

     Mientras caminan en silencio hacia el auto, YoonGi se descubre a sí mismo llorando de rabia. No puede creer lo que está sucediendo, quizá fue por la conmoción de ver a Mingyu otra vez o por ver la atrocidad que hicieron con JiMin. Quizá las dos.

—Yoon, ¿qué hacemos con ellos?

—Cuidarlos —responde con su voz algo constipada por el repentino llanto, agradece que sea de noche y las sombras oculten su pena. Detesta llorar, si hay algo que no soporta es que los demás lo vean vulnerable, porque la gente hace preguntas que él no está preparado para responder.

— ¿YoonGi? —JiMin se da cuenta al fin de lo que sucede, arrastra los pies y su cabeza está comenzando a funcionar mejor, tras haber vomitado todo.

—Sí, soy yo, tranquilo, ya estás a salvo. Te llevaré a tu casa.

—No, no... Jin hyung va a matarme... —responde arrastrando su voz, entonces YoonGi descubre que no tiene alternativa.

—Te llevaré a mi casa. Baek, ¿puedes llevarte contigo a TaeMin?

—Claro, sin problema —está impresionado de ver en YoonGi tanta compasión, hacía mucho que no lo veía hacer algo bueno de corazón y también tenía muchísimo tiempo sin verlo llorar.

—Bien, vamos.

     A duras penas, logran hacer que los dos ebrios entren al auto. YoonGi deja a JiMin en el asiento delantero con él, le coloca bien el cinturón de seguridad. BaekHyun recuesta de lado al otro chico en el asiento trasero y lo deja descansar la cabeza sobre sus piernas, ya están listos para viajar sin provocar tantos mareos a los pobres novatos, pero justo cuando YoonGi está por arrancar el auto, el teléfono de JiMin suena dentro de su bolsito, provocándole un inmenso pánico al menor.

—Déjame contestar por ti —saca el teléfono, no puede permitir que conteste en ese estado, por suerte quien llama es el tal SeokJin y no su padre. Aun así, está nervioso porque no tiene idea de qué hacer o decir. JiMin ni siquiera puede articular frases coherentes sin arrastrar la voz. Respira hondo y decide hacerse cargo de lo que él causó.

— ¿Hola?

¿Quién habla?

—YoonGi.

¿Dónde está JiMin? —Pregunta Jin bastante alarmado, enfadado incluso.

—Eh, indispuesto.

¡¿Qué?! ¿A qué mierda te refieres con eso? ¿Está bien? ¿Qué le hiciste?

— ¡No le hice nada! —Comienza a exasperarse, BaekHyun le dice en voz baja que se tranquilice, no puede ponerse a la defensiva con JiMin tan delicado.

Bien, entonces pásamelo en este instante.

—Es que... se quedó dormido porque bebió mucho.

No te creo, si no me lo pasas para al menos escucharlo balbucear, llamaré a la policía, tengo la dirección de la dichosa fiesta y tengo la ubicación en tiempo real de JiMin.

De acuerdo —enfadado por la insistencia del tal SeokJin, pone el altavoz y acerca el teléfono a JiMin—. Di algo, es SeokJin.

—Jinnie hyung... tengo sueño...

Tráelo a casa en este instante, Min YoonGi, no se escucha para nada bien —ordena Jin, preocupado por esa voz demasiado arrastrada.

—No te preocupes, solo está borracho. ¿Te parece si me lo quedo esta noche? Me queda un poco lejos tu casa de aquí y es peligroso.

De acuerdo —bufa con molestia—, pero lo quiero en casa mañana temprano, Min. Cuídalo mucho, no tienes idea de la hermosa joya que has encontrado.

—Lo cuidaré, descuida, adiós —queda un poco consternado con ese comentario, pero ahora no puede pensar en eso, solo en su corazón que late con fuerza y en el terrible miedo que tiene de que JiMin lo odie después de esto. ¿Se habrá dado cuenta de que lo abandonó a propósito? ¿Lo perdonará por ser tan mala persona?

—Me siento mal... —se queja JiMin, su cabeza da vueltas horriblemente, todavía siente ganas de vomitar.

—Tranquilo, vas a estar bien, te llevaré a mi casa a limpiarte y descansar.

     Entonces pudo arrancar el auto y conducir, el camino era un poco largo hasta la casa de BaekHyun, por lo que el angustiado conductor tendría que pasar por un silencioso tormento hasta que pudiera ocuparse de JiMin en privado, estando en su casa.

     Las personas como YoonGi, que pasan por una depresión profunda y persistente, le dan mucho peso al pasado y suelen sentirse culpables con frecuencia. Cada pequeño error que cometen es un motivo más para no levantarse por las mañanas o para no permitirse vivir. Y en este momento está cargando un peso enorme ahora, sobre todo cuando JiMin comienza a llorar y a balbucear cosas que lastiman su corazón atormentado y confundido que tanto le estaba costando resguardar tras una coraza impenetrable de indiferencia.

—Me dejaste solo, te odio... ¿cómo pudiste? Solo vine a la maldita fiesta por ti, solo quería estar contigo, te odio...

—Lo sé, lo sé —YoonGi no puede decir nada más que eso, toda la situación es tan incómoda que incluso BaekHyun está contando los minutos para llegar pronto a casa.

     JiMin continúa llorando y balbuceando cosas similares, YoonGi solo lo deja que se desahogue porque sabe que merece cada uno de sus reclamos. TaeMin está dormido, pero despierta de golpe en cuanto el auto se detiene frente a la casa de BaekHyun.

—Vamos, te quedarás conmigo y mañana irás a casa, novato.

— ¿Quién eres? —Pregunta algo consternado, ya está menos ebrio como para darse cuenta de que todo lo que sucedió esa noche estuvo mal.

—Un amigo, levántate ya y entremos, tu amigo JiMin se irá a quedar con YoonGi.

—Más te vale que lo trates bien, hijo del rector, Minnie es el chico más dulce del mundo y si lo lastimas, te patearé el culo —balbucea entre risas mientras BaekHyun lo baja del auto a jaloneos.

—Sí, sí, muy rudo tú, ahora vámonos, debemos descansar —BaekHyun le hace señas a YoonGi, pidiéndole que se vaya sin decir nada más, obviamente se queda callado porque no está para soportar más amenazas estúpidas de nadie.

     Entonces, solo se despide de ellos y arranca el auto hasta después de asegurarse de que entraron a la casa de Baek. JiMin, por su parte, ya se ha calmado un poco, está dormitando aún un poco mareado, por lo que el resto del camino hasta la casa de YoonGi es silencioso. Al momento de llegar, le llama a su padre quien, a pesar de ser algo tarde, de todas formas le contesta.

¿Está todo bien, Yoon?

—Voy a cuidar a un amigo que se malpasó en la fiesta, ¿está bien si se queda en la casa? Prometo no hacer mucho ruido.

—No estamos en casa, Yoon, vinimos a casa de tu abuela y pasaremos aquí la noche.

— ¿Ella está bien?

—Sí, no te preocupes, solo quería cenar en familia.

—Lamento no haber estado ahí.

—Descuida, ella está feliz de que salieras a divertirte. ¿Tu amigo está bien?

—Sí, solo muy borracho, nada del otro mundo.

—Y tú...

—No bebí, si es lo que te preguntas, tomé mis medicamentos.

—Bien, me alegra. Descansa y cuida de tu amigo. Nos vemos mañana.

—Adiós, pa.

     JiMin reniega un poco e intenta despertar, la voz de YoonGi lo trae de vuelta a la realidad otra vez. El mayor baja del auto y enciende la luz del pórtico, luego regresa por JiMin para llevarlo nuevamente a rastras hasta el interior de la casa.

—No te quedes dormido —le dice más con urgencia que con enfado, realmente le preocupa su estado.

     Tiene que mantenerlo despierto para poder darle una ducha, vestirlo y revisar si tiene heridas que necesiten curarse. Lo lleva directamente al baño y lo sienta sobre el retrete, comienza a desabotonarle la camisa, pero el otro gruñe de enfado, con el cuerpo laxo.

—JiMin, necesito que cooperes, voy a darte un baño. Vas a estar bien, lo juro. De verdad lo siento. Esto es mi culpa.

     A pesar de que todo le pesa, JiMin levanta un poco su cabeza y lo mira con una leve sonrisa algo agotada, lleva su débil mano a la mejilla de YoonGi y le da una suave caricia. No dice nada, solo lo contempla desde su visión borrosa y distorsionada. Decide cooperar al ver que el otro está tratando de ayudarlo.

—Déjame cuidarte, JiMin. Te quedarás conmigo hoy y prometo que estarás bien —después de quitarle la camisa, le retira los anillos y aretes, dejando también su bolso sobre la repisa del baño. Luego, tiene que pasar a la parte vergonzosa de quitarle los pantalones, pero le deja la ropa interior, no puede invadir a ese grado su privacidad.

—Entra con cuidado a la tina —lo guía, casi cargando por completo su peso. JiMin se mete con torpeza y su piel se eriza al instante debido a la cerámica fría. YoonGi abre la llave de la pequeña regadera móvil y templa el agua hasta que está tolerable para bañarlo.

     Con extremo cuidado y delicadeza, YoonGi lava el cuerpo del menor y le dice que todo va a estar bien, le acaricia la cabeza de vez en cuando y retira el vómito y la basura de su cabello hasta dejarlo limpio, lava su piel y descubre que hay moretones nacientes en sus rodillas y en su hombro izquierdo. JiMin comienza a sentirse despejado lentamente, al parecer el baño funciona. Se da cuenta de que fue salvado por el chico que le gusta, no puede pensar en nada más, ni siquiera en las palabras tan hirientes que le dijo camino a casa, solo puede pensar en lo agradecido que está de recibir esos cuidados, de estar a salvo.

     YoonGi le dedica de vez en cuando alguna sonrisa reconfortante que le es rápidamente correspondida. Termina de asear al menor y lo saca de la tina para envolverlo en una esponjosa y calentita bata de color verde. Lo lleva cargando en los brazos hasta su habitación, no le permite que camine por si solo pues teme que se caiga y se lastime. Lo seca completamente, de pies a cabeza y con movimientos muy delicados, casi como si estuviese cuidando a un bebé. JiMin no dice nada, aún está demasiado ebrio y en shock por los recuerdos de la noche. El golpe en su mejilla no fue tan grave, solo hay una pequeña mancha roja bajo su ojo, a la cual YoonGi coloca un poco de ungüento para la inflamación con olor a mentol que provoca un poco de ardor en el ojo de JiMin.

— ¿Puedes cambiar tu ropa interior por ti mismo? —rompe el silencio con la pregunta, JiMin apenas logra asentir y toma el bóxer que YoonGi le ofrece.

     Por respeto, le da la espalda y deja que el otro se quite la ropa húmeda y se coloque una nueva, mientas le busca entre sus cajones algo cómodo para que use de pijama. JiMin, por su lado, a penas y logra sacarse el bóxer mojado, para cuando cae recostado en la cama sin poder levantarse. Cuando YoonGi voltea para vestirlo, se percata de eso y le da algo de risa y vergüenza.

—Espero que mañana no te acuerdes de esto —toma la ropa interior y se obliga a hacer aquello rápido para evitar la vergüenza de vestirlo. Mantiene su vista alejada hasta que le pone a fuerzas el bóxer.

     Como a un muñeco de trapo, lo seca y viste dentro de lo posible. Incluso hasta le causa demasiada gracia hacerse cargo de él y tener ese grado de confianza, cuando al principio lo repelía como el aceite al agua. Tras vestirlo, lo acomoda como puede en la cama bajo las mantas y se dispone a vestir también un pijama, mientras piensa en cómo todo dio un giro inesperado y ahora está sintiendo cosas peligrosas.

     YoonGi nunca ha compartido cama con nadie, ni con su última pareja. Jamás le ha gustado compartir su dormitorio pero, por alguna razón, esta vez es diferente. Esa razón se llama Park JiMin y aunque de pronto tiene el impulso de largarse a dormir a la sala, no puede evitar sentir un magnetismo especial hacia el pobre cachorro llorón lastimado y borracho.

     Tras mucha desidia, se mete en la cama y se acomoda volteando a ver de frente a JiMin, quien tiene los ojos entreabiertos, balbuceando cosas que no se entienden, luciendo tan vulnerable y hermoso, a pesar de tener la mejilla hinchada y las ojeras marcadas.

     Entonces, JiMin se da cuenta del movimiento en la cama y termina por abrir bien los ojos. Cuando YoonGi lo nota, no puede creer la tremenda paz que le transmite esa mirada brillante y llena de ternura. Hace años que YoonGi no sentía tanta ligereza y tranquilidad en su mente, es una experiencia casi mágica.

     Inesperadamente, JiMin toma las manos de YoonGi bajo las mantas y las lleva frente a su rostro, tallándose contra estas como si fuera un gatito. El otro no puede entender ese gesto, solo sentirse bien porque el contacto es tan suave. Entonces, JiMin por fin puede articular algo sin arrastrar tanto la voz.

—Gracias por salvarme, YoonGi.

—No, JiMin, tú me salvaste a mí.




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