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—¡Habla, Malfoy! — la voz fuerte de Eloise lo sacó del trance en el que había estado.
Draco no estaba seguro de lo que estaba por hacer, pero es que... era ella.
Si de algo se había dado cuenta en aquellos días donde estuvieron lejos, donde no pudo al menos verla de lejos, apreciar sus facciones o escuchar su voz, donde no pudo tocarla, sentirla o enredar sus dedos en aquel cabellos castaño que lo hechizaba, los días donde no podía sentir el olor que lo volvía loco, donde no podía besar los labios que le ocasionaban mariposas en el estomago.
—Granger, tienes que prometer que nadie lo puede saber. — susurró el rubio.
Eloise se vio bastante confundida, pero asintió lentamente.
—¿Qué es, Malfoy?
Draco exhaló el aire que no le dejaba respirar.
Draco la tomó por la muñeca, caminando sin decir nada.
Mientras giraban por los pasillos, doblando esquinas y cuidando que ningún otro estudiante los viera juntos, Draco estuvo en completo silencio, al igual que Eloise, quien no sabía a donde la estaba llevando.
Hasta que Eloise se dio cuenta que estaban en el séptimo piso... Draco siempre estaba en ese piso a ciertas horas del día y altas horas de la noche.
Se detuvieron frente a un tapiz. Eloise lo vio caminar un par de veces, para luego quedarse sin decir nada, mirando al frente.
—¿Qué estas haciendo? — preguntó ella en voz baja.
—Shh...
Y con eso, un par de puertas se abrieron frente a ambos estudiantes.
Los labios de Eloise se separaron con sorpresa, ¿aquel era la sala de requerimientos? ¿de la que tanto parloteaba Hermione?
Draco miró a los costados, cuidando que ningún curioso los estuviese siguiendo, entonces la tomó una vez más por la muñeca y la hizo pasar con él.
Caminando entre muebles, objetos mágicos y no mágicos, libros y demás, con cuidado de no chocar con nada, Draco no había dicho ni una sola palabra y la estaba poniendo bastante nerviosa.
Él se detuvo frente a un gran armario, para entonces girar sobre sus talones y mirar directamente a los ojos de aquella chica que lo miraba con miedo y confusión.
—¿Qué ocurre? — susurró ella.
Draco cerró los ojos como si no quisiera que las lágrimas comenzaran a resbalar de sus ojos, empapando sus mejillas y cayendo como cascadas.
Tomó una pequeña respiración y dijo: —Granger, tienes que prometer que no le dirás a nadie.
Eloise asintió. —Lo prometo.
Draco apenas estaba pensando con claridad, entonces él esperó unos segundos para tomar aire y finalmente hablar.
—Voy a escaparme de Hogwarts. — admitió en voz baja, acompañado de una pequeña exhalación.
Eloise lo miró sin entender aún. —Por favor, explícate no comprendo.
Malfoy tomó una breve respiración, sentía como su pecho se apretaba cada vez un poco más, como si temiera soltar la verdad.
—Estoy reparando un armario... — admitió manteniendo su voz baja e insegura, algo muy extraño en aquel rubio —esta conectado con otro fuera de aquí, pero para poder usarlo tengo que repararlo.
Eloise asintió. —¿Por qué te vas a escapar?
—Ya no quiero estar aquí, señorita. — susurró.
—¿Cuál es la razón?
—Todo...
Ella quería que él hablara, porque parecía querer hacerlo, sin embargo él no estaba seguro de hacerlo. —Cuéntame. — arrulló.
Draco la seguía mirando con intensidad e inseguridad al mismo tiempo.
—Eloise, no quiero que él me mate. — sollozó el rubio frente a ella, sus ojos cayeron al ver como sus rodillas se debilitaban y antes de que pudiese caer por completo al suelo, ella se percató y estiró sus brazos, sosteniendo el peso del chico que se estaba rompiendo frente a ella.
Entonces, ella se dio cuenta de aquel pequeño detalle. Draco la había llamado por su nombre depila, la había llamado Eloise y su nombre había salido de forma tan dulce de sus labios.
—¿Quién es él? — susurró ella, mientras escuchabas los pequeños lamentos de Draco en voz baja, su cuerpo temblando, pues ella sabía exactamente de quien estaba hablando Draco.
Él hablaba de aquel mago tenebroso que estaba terminando con vidas inocentes.
—Ayúdame a escapar —. susurró en voz baja, para luego levantar sus ojos a los de ella —, nos iremos juntos. Te llevaría conmigo para que estemos a salvo.
Eloise solo podía ver como Draco caía en la completa locura, como es que había estado muriendo de la forma más tortuosa y dolorosa de todas, mientras se cuestionaba si es que el chico en realidad era malo o simplemente estaba asustado.
—Malfoy, tienes que respirar. — comenzó a decir ella, mientras veía como la respiración del chico se hacía más inestable, su pecho subía y bajaba como si algo dentro lo estuviese golpeando; pronto la frente del rubio comenzó a llenarse de sudor, su cuerpo ahora estaba temblando sin control.
Ni el mismo Draco ya ni se podía controlar a si mismo, estaba colapsando.
Eloise entró en pánico unos segundos al ver a Draco en aquel estado, entonces... entonces ella recordó una poción bastante rápida que serviría. Draco se la había enseñado en una de sus tantas prácticas de pociones, pero ella tardaría mucho buscando y encontrando el material que necesitaba, sin embargo, ella creyó que al estar en un lugar tan grande y lleno de cosas podría encontrar algo.
Sacó la varita rápidamente de su bolsillo y comenzó a conjurar varios 'accio' seguido de los materiales que ella necesitaba.
—Accio caldero. — dijo ella en un intento para descubrir si podría lograrlo, entonces el caldero cayó junto a ella.
Iba a funcionar y ella podría intentarlo entonces.
Con cuidado hizo que el cuerpo tembloroso de Draco se levantara y lo llevó hasta un sillón de cuero negro frente a ellos, lo comenzó a calmar, dejando que él recargara su cabeza en el respaldo del sillón.
De forma muy breve ella termino de conjurar los materiales y comenzó a preparar la poción a gran velocidad, ella estaba a punto de lograrlo, entonces conjuró una vez más un vial y vertió el líquido que calmaría a Draco.
Se acercó hasta el cuerpo inestable del chico que seguía colapsando por todo aquello que lograba atormentarlo de una forma espantosa y abrió su boca con cuidado, haciendo que ahora el líquido color azul celeste adormeciera su lengua.
La poción que Draco le había enseñado a preparar era bastante efectiva, aquella lo haría calmarse y hacerlo caer en un profundo sueño.
Y así fue, pues cuando la poción mojó su garganta, Draco comenzó a parpadear lentamente, su vista borrosa y su corazón dejaba de latir de aquella forma bestial.
Se estaba logrando calmar, al mismo tiempo que estaba cayendo en aquel profundo sueño.
Y lo logró.
Ella lo supo en el momento que Draco había quedado completamente dormido sobre el sillón de cuero negro.
Ella lo pensaba dejarlo solo, así que se sentó junto al sillón, esperando que Draco pudiese descansar y así cuando despertara intentar hablar las cosas con mucha más calma en los cuerpos de ambos.
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