ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 9
A paso decidido, fue pasando por los pasillos siendo el centro de las miradas de la mayoría de los héroes y trabajadores del lugar.
Fue hasta la puerta en donde estaba la oficina y con fuerza la azotó con una patada.
—¡Ya enséñame algo, maldición! —se quejó molesta lanzando unas hojas que tenía en la mano—, ¡Solo me haces quitar copias y andar de sirvienta!
—Ya cierra la boca, eres muy ruidosa —el hombre bufó con fastidio comiendo más caramelos de la taza que tenía al frente.
—Si no piensas enseñarme nada, me largo.
Le dio una última mirada enfadada, para con ello girar e intentar abandonar la oficina y el edificio. Sentía que había perdido su tiempo en ese lugar y lo pasado con Ooba, no quería arriesgarse a que solo se aprovechen de ella con los trabajos.
Pero justo antes de salir, de nuevo su alrededor fue cubierto de negro.
Su pie que iba a tocar el piso, se hundió haciendo que de repente caiga en un vacío. Parecía caer en un agujero sin fin en donde poco a poco iba haciendo que entre en desesperación, por miedo a saber en donde acabaría. Miedo al estar alejándose de la luz.
Sorprendentemente cayó en algo firme, haciendo que se queje por el dolor del impacto. Alzó su mirar y notó que seguía estando rodeada de oscuridad.
Mordió con fuerza su labio inferior.
Como odiaba ese lugar, se sentía insegura. El frío comenzaba se sentirse logrando que con ello tiemble.
—Puedo hacer que las personas vean lo que yo quiera —escuchó la voz gruesa del hombre—, y lo que más me gusta hacerles ver, son sus miedos.
Comenzaba a agitarse mirando por todos los lados sin encontrar escapatoria. El frío chocando contra su piel caliente por los nervios le daba una sensación molesta. Quería salir como de lugar para así golpear a su ahora tutor.
Al oírlo decir aquello, recordó la primera vez que habló con él. Le había mostrado la imagen de su hermana formada con arena y con ello sintió de nuevo la presión en su pecho que acostumbraba en atacarla.
Cerró con fuerza sus ojos y negó con la cabeza intentando apartar de su mente todos aquellos pensamientos que comenzaban a surgir. Tenía que concentrarse, ya había escapado de ese mundo y lo volvería a hacer.
Pero su atención fue dirigida a la imagen del hombre rubio que comenzó a formarse frente a ella.
—Según he visto, eres buena esquivando —sonrió con burla—, no es así ¿rata?
Estaba a punto de contestarle de una forma agresiva, pero no pudo hacerlo al recibir un golpe en el abdomen que casi le había hecho vomitar.
El aire de alguna forma se escapaba de sus pulmones, intentando con todas sus fuerzas no sucumbir y caer de rodillas en el suelo. Llevó sus manos a su abdomen intentando inútilmente calmar el dolor.
Llevó su vista al frente confundida, pero comprendió, al ver la sonrisa de diversión de aquel hombre, que era cosa suya.
A duras penas logró reincorporarse entre leves jadeos.
—¿¡Qué es lo que piensas hacer!? —preguntó directa.
—Quiero ver si eres capaz de superar tus temores —respondió divertido—, veremos si no terminas peor de lo que estas.
Lo miró sin entenderlo, ¿Qué clase de héroe era este?
Pudo escuchar un leve sonido haciendo que logre ponerse en alerta. Dio unos pasos rápidos alejándose, con ello esquivando uno de los golpes que iban a impactarla.
—¡Oh! —soltó sorprendido entre risas—, eso estuvo cerca.
Y así fue como se la había pasado, intentando esquivar golpes que pocas veces lograba zafar.
Al terminar, aquel negro tan profundo que la rodeaba desapareció. Volviendo a la oficina en donde el héroe rubio estaba sentado en su silla comiendo dulces.
Mientras tanto ella estaba agotada, tirada en el suelo, respirando de manera entrecortada. En su cuerpo notándose las consecuencias de el entrenamiento.
—Es suficiente —habló serio mirándola desde arriba—, puedes irte y tienes libre hoy.
No sabía si pronto perdería la conciencia o si solo estaba cansada ya que fue un desgaste tanto físico como mental.
Nunca se había dado cuenta de lo mucho que odiaba la oscuridad y el estar sola, sin escapatoria. El estar en ese mundo oscuro, la desesperaba, le aterraba.
A duras penas se levantó y a paso tembloroso fue caminando hasta salir de aquel lugar.
Había descansado bastante luego de aquel duro entrenamiento. Por suerte se había recuperado de una forma sorprendentemente rápida, aunque aún seguían las leves molestias.
No pensaba ir a clases, pasaría de ellas. Estaba demasiado cansada como para ir. Por lo tanto tenía planeado quedarse a dormir más y solo eso.
Sin embargo sus planes no salieron como esperaba ya que se escuchó tocar la puerta de su habitación.
Lanzó con fuerza la almohada que estaba acomodando para dormir y frustrada abrió la puerta.
—Hola... hija.
Se sorprendió al verlo ahí, pues eran pocas las veces que había hablado con él y nunca ni siquiera había pasado a verla.
Hizo una leve mueca e intentando ser paciente, le devolvió el saludo.
—Hola... —correspondió algo incómoda— ¿Qué sucede?
—Emm, bueno —habló con su voz levemente temblorosa por los nervios—. Quería hablar contigo y preguntarte sobre tu entrenamiento... También, quería llevarte a un lugar.
Se puso lo primero que vio, asegurándose de que con ello se sintiera cómoda salió junto al rubio.
El ambiente entre padre e hija era algo tenso.
Toshinori intentaba de vez en cuando dar temas de conversación con respecto a varias cosas pero al final todo siempre terminaba en el mismo silencio incómodo.
En parte era también por la falta de colaboración de la joven que solo respondía de forma corta y sin devolver, a veces, la pregunta.
—¡¿En serio dijo eso?! —dijo entre sorprendido y molesto—, hablaré con él sobre ello. No estuvo bien que te haya dicho algo así.
—Da igual —le restó importancia—. Por un lado es cierto.
Ella le había comentado sobre lo que su tutor le había dicho. Lo de “hija bastarda” y demás.
Al oírla decir eso, un sabor algo amargo inundó su boca. Apretó los dientes y su vista bajo mientras que seguían caminando a un rumbo que aún era desconocido para la joven.
—No digas eso, por favor —su voz sonaba de alguna forma, dolida—. Yo... Nunca te hubiera abandonado de haber sabido de ti... Ni tampoco a tu madre.
—¿Hum? —soltó confusa ante sus palabras.
Frenó en seco al ver que el también lo hacía y llevó su mirada al mismo lugar que el rubio.
Era una lápida.
—Te contaré mi versión de la historia —soltó en un suspiro—. Te hablaré de tu madre y yo.
«Quiero hacertelo saber.
Quiero que sepas de tu madre.
Quiero llegar a ti como un padre.
Antes de que se me acabe el tiempo.»
Creo que este capítulo me gustó un poco. (?
Hasta el próximo capítulo.
Separadores de: Editorial: CaveCrew → Editor: @haku-ssx
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